viernes, 5 de junio de 2015

Que avión vuela más lejos, que cohete se alza más alto. Si no es el de la propia imaginación y el del mismo sed de saber. Que más da, si lleva un motor de hélice o un motor a reacción. Lo malo que tiene, es el golpe que puedas recibir si no vigilas tu hoja de vuelo. A veces, queremos volar tan alto, que no pensamos en las turbulencias ni en la falta de oxígeno. Quien no ha soñado de joven, con ser actor o estrella del rock. Quien no se ha mirado al espejo o se ha comprado una guitarra, sin primero escuchar su propia voz. Esa voz que le acompañará hasta la muerte, porque es la que verdaderamente retumba en la mente. Es nuestra propia voz la que nos dirige y la que nos hace volar o errar en el intento. No hay que echarle la culpa ni a un amigo ni a ningún vecino. Solo es nuestra propia voz, la que nos hace de guía.
Cuando enlazamos la voz con la de algún amigo o de alguna pareja, sonreímos y somos felices, porqué? Será porque nos sentimos respondidos, tanto mentalmente como afectivamente. Necesitamos escuchar la voz de alguien a nuestro alrededor, para no sentirnos tan solos. Es la manera de sentirnos felices. Mucha gente, creo que lo hace por este mero motivo. Es mejor sentirse acompañado o es mejor esperar una verdadera oportunidad? A saber. Yo no soy nadie para juzgar al prójimo, para ello está nuestra propia conciencia.
Cuando tenemos la conciencia tranquila y somos conscientes de nuestro estado. Podemos decir que estamos en paz, en paz con nuestro interior. Que no quiere decir que sea lo mismo con nuestro exterior, a lo mejor echan puñales a nuestro alrededor.
Me gustaría saber el verdadero valor de una moneda, antes de echarla al aire. No se compra ni se vende la alegría y el saber. Como podemos saber a donde llegaremos o hasta donde nos alzaremos. No hay nada escrito sobre ello. Solo nuestra curiosidad nos puede dominar y nos puede volcar en un error.
Hay muchos cohetes y hay muchos aviones volando a nuestro alrededor, unos más altos que otros y por lo tanto más valorados y más respetados. Pero aunque nuestro avión sea más pequeño o vuele más bajo, también es digno de tener su espacio.
Quien prepara nuestro plan de vuelo y nuestro despegue? Nuestra propia decisión, a veces truncada por algún hecho inesperado. Pero que solo hace que retrasar nuestro viaje, nada nos puede quitar nuestra propia ilusión por demostrar nuestra valía. Podemos despegar como un pequeño avión de una hélice y cuando nos queremos dar cuenta, nos hemos convertido en aviones a reacción o porque no, en un cohete que nos lleva al estrellato. Esto parece mucho pedir, pero la ilusión y el soñar despierto, no cuesta por ahora dinero.
Ojalá uno pudiera volver atrás y poder volver a volar con red, a poder saber que puedes soñar despierto. Lo malo que tiene este vuelo,  es que el avión o el cohete, cada vez son más viejos y les cuesta más mantenerse en la misma altura y tiene que repostar y descansar más veces que los demás. Es lo único malo que tiene, hasta que un día por circunstancias mecánicas te quedas en el garaje y poco a poco eres olvidado. No viene nadie y tu espacio aéreo lo ocupa un avión más nuevo y con nuevas ilusiones.

Escuchas los motores desde el interior del hangar, hasta que llega el día de tu despiece, ese día será marcado como el de tu propia muerte y solo una triste foto en la pared, recordará lo que llegaste a ser un día y  lo alto que llegaste a volar. Serás simplemente recordado de vez en cuando, hasta que llegue el momento que no te recuerde ni la memoria del más anciano. Tu lugar en el hangar, lo ocupará otro avión, más grande o más pequeño. Pero otro y seguirá la cadena, una cadena que contra la que una vez, tú te rebelaste.

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