Que avión vuela más lejos, que cohete se alza más alto. Si
no es el de la propia imaginación y el del mismo sed de saber. Que más da, si
lleva un motor de hélice o un motor a reacción. Lo malo que tiene, es el golpe
que puedas recibir si no vigilas tu hoja de vuelo. A veces, queremos volar tan
alto, que no pensamos en las turbulencias ni en la falta de oxígeno. Quien no
ha soñado de joven, con ser actor o estrella del rock. Quien no se ha mirado al
espejo o se ha comprado una guitarra, sin primero escuchar su propia voz. Esa
voz que le acompañará hasta la muerte, porque es la que verdaderamente retumba
en la mente. Es nuestra propia voz la que nos dirige y la que nos hace volar o
errar en el intento. No hay que echarle la culpa ni a un amigo ni a ningún
vecino. Solo es nuestra propia voz, la que nos hace de guía.
Cuando enlazamos la voz con la de algún amigo o de alguna
pareja, sonreímos y somos felices, porqué? Será porque nos sentimos
respondidos, tanto mentalmente como afectivamente. Necesitamos escuchar la voz
de alguien a nuestro alrededor, para no sentirnos tan solos. Es la manera de
sentirnos felices. Mucha gente, creo que lo hace por este mero motivo. Es mejor
sentirse acompañado o es mejor esperar una verdadera oportunidad? A saber. Yo
no soy nadie para juzgar al prójimo, para ello está nuestra propia conciencia.
Cuando tenemos la conciencia tranquila y somos conscientes
de nuestro estado. Podemos decir que estamos en paz, en paz con nuestro
interior. Que no quiere decir que sea lo mismo con nuestro exterior, a lo mejor
echan puñales a nuestro alrededor.
Me gustaría saber el verdadero valor de una moneda, antes de
echarla al aire. No se compra ni se vende la alegría y el saber. Como podemos
saber a donde llegaremos o hasta donde nos alzaremos. No hay nada escrito sobre
ello. Solo nuestra curiosidad nos puede dominar y nos puede volcar en un error.
Hay muchos cohetes y hay muchos aviones volando a nuestro
alrededor, unos más altos que otros y por lo tanto más valorados y más
respetados. Pero aunque nuestro avión sea más pequeño o vuele más bajo, también
es digno de tener su espacio.
Quien prepara nuestro plan de vuelo y nuestro despegue?
Nuestra propia decisión, a veces truncada por algún hecho inesperado. Pero que
solo hace que retrasar nuestro viaje, nada nos puede quitar nuestra propia
ilusión por demostrar nuestra valía. Podemos despegar como un pequeño avión de
una hélice y cuando nos queremos dar cuenta, nos hemos convertido en aviones a
reacción o porque no, en un cohete que nos lleva al estrellato. Esto parece
mucho pedir, pero la ilusión y el soñar despierto, no cuesta por ahora dinero.
Ojalá uno pudiera volver atrás y poder volver a volar con
red, a poder saber que puedes soñar despierto. Lo malo que tiene este
vuelo, es que el avión o el cohete, cada
vez son más viejos y les cuesta más mantenerse en la misma altura y tiene que
repostar y descansar más veces que los demás. Es lo único malo que tiene, hasta
que un día por circunstancias mecánicas te quedas en el garaje y poco a poco
eres olvidado. No viene nadie y tu espacio aéreo lo ocupa un avión más nuevo y
con nuevas ilusiones.
Escuchas los motores desde el interior del hangar, hasta que
llega el día de tu despiece, ese día será marcado como el de tu propia muerte y
solo una triste foto en la pared, recordará lo que llegaste a ser un día y lo alto que llegaste a volar. Serás simplemente
recordado de vez en cuando, hasta que llegue el momento que no te recuerde ni
la memoria del más anciano. Tu lugar en el hangar, lo ocupará otro avión, más
grande o más pequeño. Pero otro y seguirá la cadena, una cadena que contra la
que una vez, tú te rebelaste.
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