viernes, 7 de enero de 2022

 

MÁS ALLÁ DE LA AMISTAD.

Sinceramente, me quiero morir, ya que no soy capaz de amar. Sinceramente me quiero morir, es así, yo me quiero morir como si la vida fuese un crimen pasional. Así lo narro, así lo relato y tal como sucedió así lo escribo. Quién me quiera creer, que me crea. Quien esté de acuerdo y me apoye, que me lo diga. Las cosas, al igual que la vida, evolucionan.

Chico busca chica, chica busca chico o ¡porqué no!, chico busca chico y chica busca chica. Todo es relativo, sí, todo cabe en el amor y en la amistad, ¿porqué, no puede ser así?, si alguien no lo sabe qué me lo diga, que tranquilamente se lo explicaré. Es fácil de entender, aquello que nace del corazón es siempre verdadero, porque todo es relativo si es cierto y sincero.

Mi amigo José Luis, se encontraba esperando el autobús como cada mañana para ir a su trabajo, eran las seis y cuarto y estaba sentado esperando, faltaban diez minutos para su llegada. Ellos, los que no trabajaban sabían cómo perder el tiempo o como adelantarlo, pero él lo que no quería era pararlo. Por su parte, es porque parar el tiempo es sinónimo de tiempo perdido, entonces con más razón, sin esperar el autobús reaccionó y se levantó, anduvo veinte minutos hasta su trabajo. Llegó tan aprisa, tan ligero que llegó diez minutos antes de empezar a trabajar. Mientras tanto esperaba, se encendió un pitillo y se asomó a la puerta de la fábrica, miro para arriba y sin pestañear le retó al alba y le dijo….

      Yo camino, pues todos los días yo también ando, porque ha habido toda mi vida una chispa de corazón dentro de mi Ser, nada más y nada menos que eso.

No sé qué más podré decir y quién más podría llamar la atención de un hombre como yo, trabajando en una fábrica como esta. Una fábrica del sector del plástico en la que he forjado mis cimientos para ser alguien en la vida, pero muy a mi pesar siempre hay un talón de Aquiles. Siempre hay una debilidad y eso son los hombres, no lo puedo negar, me amo y me gustaría que me amaran también. Pero cómo decirlo de una vez, solamente quiero ser libre con la capacidad de amar y sin resentimientos.

Se lucha, se vive y se muere, así es la vida, porque así está escrito que le vamos a hacer. Si no remamos, la barca se hunde, si la barca se hunde y no nadamos nos vamos a lo más profundo del océano. Un océano lleno de lágrimas por aquel que no es comprendido, un paño seco como sea vivo quien es quien el que quiera decir, ese, además, le puede decir algo a José Luis que no sepa ya. Quisiera y podría decir a este buen hombre, para que comprenda qué hay cosas que no son de razón y hay cosas que más vale llevarlas en el corazón y no publicarlas a todo el mundo. Hay cosas que todavía se llevan en privado, muchos, muchos por el cansino andar por un camino tortuoso el cual debería ser entre algodones y que las nubes del cielo se abrieran para que el Sol calentara a toda la sociedad de forma igual, no solo no se pueden mostrar, además es que algunos mueren tristes en el frío silencio de las tormentas ácidas del miedo.

Sigue en lo suyo, sigue trabajando ahora hasta la una de la tarde, hora a la que saldrá a no saber qué. A lo mejor come en el bar, a lo mejor come en su casa, ese lugar que tanto le ha gustado forjarse como un hogar solitario.

Sentado en una silla, le quita las rebabas a los cubiletes de plástico mientras empieza a escuchar voces y más voces. Es un sin fin de gritos y amenazas lo que lleva a José Luis a ir corriendo al lavabo a vomitar todo tipo de injusticias. Será cierto o será mentira, será real o será invención de su mente, qué más da. Qué más da lo que sea, qué más da su condición, lo importante en el Ser humano es tener la capacidad de amar y tener la capacidad de ser receptivo para ser amado por igual. Pero eso, si no aprende estando en el siglo XVI hay cosas que no se deberían hacer, José Luis se mira al espejo y llora otra vez,  llora se lava la cara y tirando de la cadena sale y vuelve otra vez a su puesto de trabajo con constancia y orgullo, sigue en su puesto hasta donde sea, da igual si es amenazado por un despido inminente, todo es así como sucede pero llega la hora y se va para casa pensando.

“El día que yo muera, el día que yo ya no exista en este mundo me gustaría ser recordado por mi corazón y por mi empatía hacia el prójimo. No como un escritor, no como un cantante y no como un compositor y tampoco como un operario de fábrica que no hay nada malo en serlo sino que me gustaría ser recordado simplemente por mi capacidad de amar. Porque sí, todo es amor, aunque también tenga que reconocer que no soy capaz de poner la otra mejilla y por ello haber llegado a enfrentamientos. No de peleas bárbaras, pero sí de dialécticas, me gustaría subir a un escenario, a un púlpito con un atril, el poder relatar todos aquellos escritos que dejo plasmados en papel. Cuando yo muera, ese día que planten un árbol, qué planten una flor y verla crecer. Y flor, usted porque seguro que será usted, en ella estoy seguro que en ella habrá clemencia que perdurará por los años de los años, porque así será porque así lo dejó escrito y así se leerá el día que yo muera.”

Amigos, yo siempre he querido tener amigos, pero la vida es así de cruel y no me ha permitido llegar a ello. Amigo, simplemente amigos es lo que me hubiera gustado tener, ahí va de una relación de pareja en pareja, pero qué le vamos a hacer si la sociedad, si el mundo todavía no está preparado para ello.

Descorcho una botella de champán porque quiero brindar por el nuevo año, siempre pido lo mismo para el nuevo. Amor y salud, porque el dinero va y viene, pero el amor y la salud, eso ni se compra ni se vende. Se tiene o no se tiene y acabado el día, acabada la noche, me retiro a mi dormitorio y mirando al techo la luz apagada, hago ver que veo las estrellas y empiezo a contarlas, hasta que en una de estas se queda dormido en un profundo y letargo sueño. Este, este sueño le hace levitar a él en su cama al evitar el tanto amar a alguien, a alguien quién no conoce y no conocerá nunca jamás. Qué le vamos a hacer si esto es así, no sé si en algún lado está escrito el destino pero José Luis tiene el suyo propio y si ese está llamado soledad, pues bonito nombre para que acabe en él mi amargura. Qué le vamos a hacer,  yo quiero relatos, yo solamente sé lo que sé porque también vivo solo y no miro el techo, pero miro enfrente a las paredes blancas sin recuerdos colgando de sus paredes.

No hay mayor recuerdo que aquel que se disfraza de soledad, dejando a la intemperie el alma, no sabes si dormir o soñar, no sabes rezar u orar. Qué más da, todo es así o quizás no, quién lo sabe, a saber.

      Mamá yo me acuerdo de ti y José Luis se acuerda de la suya también. Entro en cascada con un llanto que parece no tener fin, qué vamos a hacer si esto funciona así.

Nadie se queda en este mundo, todo Ser humano viene a aprender y nadie se queda aunque parezca mentira,  es esa la verdadera verdad, si procreas o aprendes o escribes o relatas. Cantas o te quedas mudo quizás, pero algo haces, porque todo el mundo viene aquí por alguna razón a este mundo, a este planeta llamado Tierra.

Pasa al rato y se queda dormido, quizás mañana será un nuevo día, quizás mañana no despierte o quizás sí, quién lo sabe. En vez de despertar un día, a lo mejor le visite una muerte placentera y si despierta a lo mejor es una pesadilla, la realidad es a veces como cuchillos ardientes que penetran en el Ser de todo aquel que dice estar vivo, qué más da.

Enciendo una vela por él y la pongo a modo de altar, no tengo ninguna foto, pero da igual, con solo el pensamiento le hago llegar toda mi fuerza y voluntad. Que más se me puede pedir, que más se puede donar si no es toda nuestra fuerza y energía, a por ello voy y a él se lo dirijo.

En un algún lugar el amor existe de verdad, sí, no es mentira, existe de verdad y yo lo amo, lo amo de verdad. Es cierto, más allá de la amistad existe la caricia, el deseo y el sentimiento cercano de ser dos fundido en uno solo y vivir, vivir intensamente el amor. Será un sueño, será real, que será, será. Yo no lo sé o quizás sí o sea todo un suponer, un divagar de aquello que es incierto y que José Luís solo lo vive mientras duerme. Como si conectará a través de ondas imaginarias, explora todo sus sentimientos y vuela, vuela libre como un halcón. Porque en algún rincón de su alma existe el amor y el mío se junta con el de él.

Entre la libertad y el libre albedrío, la distancia es muy corta, tan corta que nos cogemos de las manos y saltamos entre las nubes. Como si fuese el himno de alguna canción, volamos libres, libres de alma y de corazón. Esperando que se nos abra las puertas del cielo esperamos, mientras se nos hace entrar vivimos, mientras se nos hace entrar nos amamos y mientras se nos hace entrar soñamos, sin despertar de un nunca jamás. Porque jamás hemos estado despiertos, como nunca hemos visto lo que es amar, nosotros dos lo descubrimos. Mañana por la mañana será otro día, por ahora hay que disfrutar del momento y el momento nos lleva al roce y la caricia de nuestras almas, unas almas en la distancia, que lo único que nos une son los corazones y los sueños, unos sueños siempre truncados en la realidad, pero que ahora se unen ante la adversidad.

Nos fundimos, nos abrazamos. Cada uno en su cama a cien kilómetros de distancia, como si no nos conociéramos nos hablamos, mantenemos una conversación, una enamorada charla de hablar solo del amor y de la amistad, como si toda nuestra energía fluyera en el mismo sentido y bajase en cascada por un manantial, por un río sin final. Es así, no hay mayor letra, palabra o frase que describa lo que ocurre que aquella que se escribe con todo el corazón y esa es, más allá de la amistad. Esa es aquella que nos une en alma y corazón sin saber de más palabras, que aquellas que cogidos de las manos saltamos por encima de las nubes alcanzando las estrellas.

Pero todo tiene su fin, todo tiene su tiempo y este, no se puede como dije al principio, parar. Ahora se da cuenta de que parar el tiempo, no es perder el tiempo, que parar el tiempo es querer amar hasta el infinito sin saber cuál de los dos envejecerá primero y cuál será el primero en marchar. Suena  el despertador y sabe que debe volver a su triste trabajo, pero hoy va con una sonrisa y sin prisa se sienta en el banco a esperar el autobús. Con fuerza se enfrentará a todos aquellos que ponen en duda su actitud y condición. Lleno de ánimo le muestro desde mi corazón el camino hacia la felicidad y como son las cosas, como es el destino, que al picar la tarjeta del bus ve en su reverso un número de teléfono, ¿será el mío o quizás no?, solo sonríe y marcha hacia su destino. ¿Qué cuál es ese?, a saber. Lo dejo en duda, si llegará a la fábrica o cogerá el primer tren para verme, eso no lo sé, eso es otra historia, que otro día contaré, pero que hoy lo dejo aquí. No es por nada, solo el tiempo es tiempo y por eso se vive el instante, de los dos depende vivirlo esperando el futuro que quién sabe lo que nos depara, a saber.

 

 

1 comentario:

  1. Escribes llegando al alma. Nos dejas con la duda...no dejes nunca de escribir.

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