sábado, 29 de diciembre de 2018

                                                  Alma desarmada

Como alma nocturna, esta zarandea la noche. Como alma perdida, no encuentra su sitio. Y es que cada uno, cada Ser, cada alma desea ser poseída por alguien superior. ¿Qué será de mí, qué será de él?, cumbres nevadas, cimas de las montañas escarpadas vigilan desde el exterior, todo aquello que nos alberga en el interior. Y es qué, ¡qué más da!, somos simples mortales, o quién sabe.

Busco una chica sin compromisos, que no quiera comprometerse. Solo amar, solo deseo carnal hasta el amanecer. Solo desnudos los dos, a la luz de la luna. Quiero amarte, pero por solo una noche. Dame placer y yo te daré deseo. Una copa, un sorbo y un beso hasta que el Sol, abra el día. Dame esta noche, lo que busco toda la vida. Déjame que te haga mía y te prometo alejarme de ti mañana.

Solo se sabe que se nace y se muere, sea rico o pobre, eso es lo que tiene uno  predestinado. Algunos nacen entre algodones, otros nacen con un pan bajo el brazo, pero los menos afortunados, nacen con la valentía, de tener que luchar cada día en la jungla urbana. Un roquero de las avenidas de la Gran Ciudad, es el que apoyando la suela de su zapato en la farola, enciende un pitillo al mismo tiempo que mira alrededor, observa y piensa  en como adueñarse de un alma joven. Necesita poco para ser feliz, solo alguna muchacha que desee un poco de acción.

Pasa el rato, pasan las horas y el día empieza a despertar, ha llegado la hora de dormir. Como pescador que recoge las redes se siente y sin pesca ninguna se marcha para casa.

                               ALGUNOS VIVEN – OTROS MUEREN

La negritud envuelve todo regalo de luz, la oscuridad se adueña de todo lo puro y lo vuelve impuro, turbio quizás, pero no malvado. Todo es razonable, nada es caótico, todo sigue un camino en columna de a uno. Como un desfile militar, caminan todos aquellos apenados y orgullosos, solo se van con el alma, dejan atrás un triste y viejo cuerpo. Como si fuesen a cambiar de ciudad, cambian de lugar.

Como si fuesen a ser enviados a un lugar mejor, sonríen y cantan alegres.

Solo quiero amarte, solo quiero desearte. Déjame y te volveré loca. Soy el amante perfecto, solo tienes que confiar en mí. Te deseo y serás mía. Te deseo y seremos uno, en el lecho del amor y del deseo carnal. Déjame amarte y solo serás por una noche, la Reina de las reinas. Serás una diosa del deseo en mis brazos. Como quieres que te lo diga, como quieres que te lo escriba. Solo serán besos, besos y caricias. Hasta que te haga mía y me adentre en toda tu alma. Sin plantar semilla te haré brotar y como una abeja en flor te haré la cópula. Solo tú, solo yo. Sabremos esto. Lo llevaremos en secreto, un secreto que será a voces. A voces silenciosas, pero a la vez y por una sola noche, serán escuchadas por toda la ciudad.
                             
                                        ALGUNOS VIVEN –  OTROS MUEREN

Sombras, solo sombras en el atardecer sombrío de un día de invierno.  ¿A quién le importa, a quién le interesa lo que sucede en una avenida de la Gran Ciudad?

A mí. Se escucha dentro de mi cabeza, será una voz lejana o serán voces producidas por el cansancio y stress.

Un abuelito con su perro pasea, son las seis de la mañana. Pasea, camina, anda a paso lento. El perro, también mayor, no tira de su amo, sabe que no le sobran las fuerzas.

No me des la vara, yo vengo a rodearte, yo vengo a envolverte con mi energía. Eres mío, solo mío y de nadie más. Quién puede ser capaz de llamar a mi puerta y esperar que le abra, para que me robe mi alma. No es Satán, no es Belcebú, no es Lucifer, ellos me camelarían, ellos me intentarían atraer de alguna forma, tienen clase.

Sombras, solo sombras de baja energía que quieren apoderarse de la mía. Ello les haría calcular por cien o por mil, su propia luz. Esa que es tan baja, esa que es tan vaga, que no asciende ni un metro del suelo. Me veo rodeado, me veo que circulan por alrededor de mis pies. Son como pequeños peces, esperando picar a su presa. Yo no les dejo, yo les cierro la puerta, pero despacio, con cautela no vaya a ser que se den cuenta.

Dime tu nombre y yo no te diré el mío. Yo seré tu galán anónimo, como romancero vendré y te amaré y pondré velas y otras tenderé para que sople el viento. Un viento que será del sur, un viento que será del norte. De donde eres tú, que me tienes prendado, prendado por una sola noche. Yo no busco compromisos, ¿y tú?. dime que buscas lo mismo y disfrutemos de la oscuridad a la luz de una vela que nos dé calor. Calor en el amargor del día y calor en la oscuridad de la noche.

Mujeres, es una voz femenina la que viene. Es la misma de Lucifer transformado en hembra o quién es. Tiene don, tiene clase, no es una simple sombra al acecho. ¿Qué hacemos, que debo hacer?, su fragancia me embriaga y como si mi paso flotase, me dirijo a la calle, me dirijo a la noche de la Gran ciudad. Esa que nunca falla, esa que nunca falta, ¡qué más da!, si soy alcohólico o drogadicto, o simplemente mujeriego. Me dejo llevar por la única adicción de la que no me querría curar. Estaría todo el día, todo el santo día pecando una y otra vez. Con una, con dos o con tres, por separadas o a la vez. ¡Qué más da!, solo se vive una vez o al menos nadie ha vuelto a decir lo contrario.

Tú no me quieres como yo te quiero a ti.

A la luz de una farola espero, espero que tú me mires. Con solo una mirada me iría a dormir contento, pero no es así, tendría entonces toda la noche para soñar contigo. Salir juntos, sería un escándalo, escándalo al estar tú casada. Pero ¡qué más da!, pero no te dejo de querer, yo no te dejo salir de mi mente. Porque es como un runruneo que no lo puedo controlar. Mírame por favor, no hace falta que me saludes. Yo sé que sientes lo mismo por mí.

                            ALGUNOS VIVEN – OTROS MUEREN

Hoy estoy solo a la luz de una farola, enciendo un cigarro y espero, porque sé que acabaré a la luz de una vela. De una vela que hará de testigo de nuestro amor, amor prohibido, amor entre dos. No es nada malo, vente conmigo y te haré un campo de amapolas, para que cada día que despiertes veas el amanecer de colores. Yo te quiero sin condiciones y romperé tus ataduras. Yo romperé todo aquello que te ata a tu vida, a una vida sin amor y sin razón. Yo sigo amándote, yo sigo queriéndote. Yo no cambio y sigo aquí, a la luz de una farola. Fumando se pasa otra noche y yo velo tu ventana. Una ventana de una habitación con fortuna, para aquel que consuma por las noches. Una habitación de la que siento envidia, una habitación que tiene dueño, un dueño que ama a una mujer sin amor correspondido. Yo soy el que tenía que estar, yo soy el que tenía que ser dueño de la habitación.

Maldita sea mi suerte, mi deseo y mi corazón se desboca.

Si fuera dueño de tu destino, te pondría flores todas las mañanas al despertar. Si fuera dueño de tu destino, yo te besaría como si fuera la última mañana que te fuera a ver. Te amo, pero se hace de día y tengo que marchar a la rutina, una rutina que me mata sin tu amor. No tengo ánimo, no tengo ilusión sin tu amor.

Será mi secreto, seré cómplice si tú quieres. Será mi secreto y contigo compartiré mis besos y mis susurros al oído. Unos susurros que me llevan a caer como en el vacío sintiendo el vértigo del querer. Del ser correspondido, del ser más querido y amado y gritar en silencio nuestro amor.

Hasta mañana señora, hasta mañana amada mía. Mañana volveré a la misma esquina y a la misma farola. Para que su luz me ilumine y me dé aliento para seguir en esta sin razón. Porque el querer no tiene dueño y sí destino y si es caprichoso y hace que nos crucemos, Yo te prometo y te juro fidelidad eterna, aquí en la tierra como en el cielo, haciendo que la luz de la vela, haga de testigo de nuestra unión.

¿Quieres que yo te ame o solo que te consuele, quieres que sea tu amante o simplemente un amigo?  Para las dos cosas sirvo, pero hay una de ellas que se me da mejor que la otra. Yo te puedo consolar toda la vida, pero amarte.........  ¡ay!, amarte solo una noche. Pero que no olvidarás nunca, nunca soñaras con ser de nuevo amada si no es por mí. Tendrás muchos pretendientes, bonita eres un rato. Pero solo yo, me fijo de verdad en ti. En que sea solo por una noche, dime que sí. En que sea solo por una noche, déjame entrar en tu corazón. Para que pueda ver tu alma por dentro y llegar a él, como ladrón en la noche.
 
                           ALGUNOS VIVEN – OTROS MUEREN

Te robaré lo más preciado, pero no lo venderé. Me lo quedaré en grato recuerdo de la noche vivida. Solo tú, podrás reclamarme lo que te he robado y solo tú podrás reclamar tu derecho a ser amada por otro hombre. Yo arderé de celos, pero me consolaré yo solo. Porque ya te habré tenido, tenido en mi lecho. Un lecho de amor y deseo carnal. Solo busco, en libre albedrío. El deseo de tener una noche de fuego y arder dentro de la sábana de seda. Una seda, que envidiarán las demás damas. Porque dentro de ella, recogido como en una noche de frío. Solo estoy yo, esperándote a que entres en ella y nos tapemos con su fino tacto y tú sepas que todo lo que hago, lo hago por ti. Solo, yo solo te espero. Te espero y te deseo esta noche y seré tu amigo confidente toda la vida. Pero primero tengo que amarte, primero tengo que desearte. Para poder  al final comprenderte y saber realmente quien eres.

Porqué te has marchado, no me has dejado ni una sola nota. Al final, he sido yo el que se siente solo. Me he despertado y no te veo a mi lado. Solo la huella de tu figura se desdibuja en la sábana de seda. Dime porque te has marchado sin un adiós o un hasta luego. Yo quería ser tu amigo, yo solo quería desearte una vez.

Eso lo he conseguido, solo que me siento aturdido. Como resaca de una noche de copas, tengo la cabeza y como deshojado tengo el corazón por tu marcha. Dime que me recordarás, si es que te llega mi voz. Porque mi aliento, se ha quedado seco. Seco de llorar tu ida pero no vuelta. Recuérdame, recuérdame y yo seré feliz. Feliz con el recuerdo de la noche vivida.
   
                              ALGUNOS VIVEN – OTROS MUEREN

Como piratas de otra época, hemos luchado por un trofeo o un tesoro. Un tesoro bien escondido y que no ha sido fácil encontrar. Solo una noche de amor desenfrenado, puede hacer brillar el dorado de tu alma. Solo una noche y tú me la has robado. Se han intercambiado las tornas. Yo tenía que ser quien te robara el alma y has sido tú la que te has llevado mi tesoro, mi tesoro que es mi corazón. Espero verte pronto, no para desearte, sino como te dije para ser tu amigo y confidente. Espero poder darte un solo beso, un beso que denote nuestra amistad y deseo carnal. Una lucha de sexo compartido y de amor hasta la locura. Una locura que es tu alma y tu corazón.

El tuyo para siempre.


viernes, 14 de diciembre de 2018

                                De aquí para allá.

El Sol atraviesa el cristal del parabrisas del coche, voy en cuarta, a 80 km por hora. Saco la cabeza por el cristal, lo hago rápido, vaya que se me voltee el auto. Hay un cartel grande que pone…
                                         
                                                         CALIFORNIA 100

Me muerdo las uñas, ya tengo ganas de llegar, en una hora estaré tomando una cerveza en la playa más cercana. Como dice una canción, “me va”, no puedo evitarlo y por esa razón voy con mi Ford del 73. No espero encontrar el hombre de mis sueños, ya que para eso me tengo a mí y a mis sueños, sueños nunca claros del todo, que me hacen volar desde lo más alto hasta las estrellas.
                                       
                                                          CALIFORNIA 50

Empiezo a ver, a vislumbrar a dónde me acerco y todo en mí, es como un volcán en erupción. Todo es increíble, Sol, arenas blancas, y un cartel en una montaña que pone…
                                       
                                                         HOLLYWOOD

Aparco el coche y estirando los brazos me bajo. ¡Ah!, se me había olvidado, mi nombre  es,  John Francis y mi edad, mi edad que más da.

Soy un rompe corazones, todos los hombres me desean. Tengo cuerpo gym, todos lo admiran. Yo en cambio no les miro por eso, pero es que no hay ninguno que me llegue a los zapatos. Al menos que me los pudieran untar de betún, limpiar con un paño y escupir para sacarles el brillo. Soy un rompe corazones, ¡ay!, aquel hombre que se enamore de mí, deberá andar con cuidado y a paso rápido, ya que me gusta vivir lo más alocado posible. Que nadie ni me ate ni me encarcele, si eso que los barrotes sean dulces como el algodón de azúcar. Me gusta la bebida y la buena comida, pero no de esto vive solo el hombre. Aquel que sabe cuidarse, aquel que sabe su camino, sabe pisar fuerte y con firmeza.

Chico busca chica,  es lo primordial, es lo esencial, si te sales de la norma lo pasarás mal.
                                           
                                                              ESO DICEN…

Grandes calles, grandes avenidas, todo de parejas, parejas mixtas cogidas de la mano circulan por el boulevard.  No es nada especial, no es nada fuera de lo común, es lo normal. Mi sangre está ardiente, hay fuego en ella y solo tú eres capaz de enfriarla antes de que el fuego haga arder todo mi cuerpo. Solo tú, nadie más que tú, puedes calmar mi sofoco. Qué sería de mí, si yo desentono. Qué sería de mí, si yo ardo en alboroto.

Todo tiene un porqué, todo tiene una razón, dime tú pobre corazón, porqué,  no vienes en mi salvación.

¡Oh! Charles Dejaveu, ¿me has echado de menos, has podido sofocar nuestra soledad compartida? Yo no podría vivir sin ti, te lo digo porque te lo amo, te lo amo porque te quiero. No soporto ni un segundo más fuera de tu vida, vuelve, por favor vuelve. Sin ti, soy un tren sin frenos, no puedo controlar mi pasión ni me puedo desfogar y estoy a riesgo de explotar.

Un beso y algo más, vuela en el aire salado de la orilla del mar.

Yo nunca andaré libre sin ti, yo nunca caminaré por las grandes calles y te besaré en los callejones. Sí, esos mismos en los que me declaré, me declaré y me rendí por primera vez a tus labios.  Dime que no es verdad, ¿John Francis, no me deseas de la misma forma?  Si no es así me iré, me apartaré. Pero en mi interior yo sé, que todo aquello que me rodea eres solo tú y no hay nadie más que tú. Mi corazón galopa como un corcel, ven a mí no como un perrito, sino como un león, una fiera difícil de domesticar. Déjame que sea yo, quién te desfogue. Déjame que sea yo, quién te desee y te bese, hasta el amanecer.

Murmullos de placer al amanecer, es lo que me aparece cuando al lado de él despierta. 

Corazones de cartón hay alrededor de tu alma y desazón,  y que veo…  veo que lleva mi nombre escrito en ellos. ¡Oh! John Francis, siempre serás quien serás, porque mi corazón a ti pertenece y así debe ser. Iluminaré el mundo contigo a mi lado, serás quien serás, porque tú me robas el alma, el corazón y todo mi aliento. Este último, ya está dentro de ti, con un “te quiero”, escrito en la pared.

La historia no cambió, y sentados en la arena de la playa, vieron pasar el tiempo. El tiempo oxida el cuerpo, eso es cierto, pero no nuestro corazón y nuestro aliento. Podemos sí, podemos rejuvenecer y pegar un salto al aire y volar, volar tan alto que alcancemos la Luna. Esa misma que tanto se resiste a iluminar, cuando las nubes de la intolerancia hacen que una lluvia escasa, no llegue ni a tocar el suelo. Porque los tiempos cambian y todos, absolutamente todos gozamos de libre albedrío y todos, absolutamente todos somos libres de expresarnos y amar, amar sin condiciones.

Divaga y dibuja un cuchillo con el dedo en la arena húmeda de la orilla y haciendo señas, le dice a John Francis…

Dame esa daga o acércame el abrecartas, no, no voy a cortarme las venas. Simplemente voy a hacer una señal en la pared. Escribiré tu nombre y luego lo tacharé, lo eliminaré como si hubieses sido el demonio de una sola noche. Esa, esa en la que la Luna se tiñe de sangre. La misma que cuando el Sol se refleja de cierta manera y la Luna, esa pedazo de roca redonda, que hace que todos miremos y aullemos como los lobos en época de celo. Soy Charles, Charles Dejaveu, abre la condenada puerta.

Este sorprendido, le sigue el juego.

Pero si estás en mi cama…

Por eso, ábreme tu puerta y déjame entrar, que me ataré a ti como si fuese en ello mi propia vida. Eres el todo,  mi luz y corazón, no me dejes sin vivir.

Entre las cárceles, entre las prisiones de lo más bajo del Ser humano, se esconde lo más oculto y eso, eso es el odio, el odio a conocer, a conocer y a permitir ser escuchado, escuchado y respetado tal como es uno. Charles Dejaveu no pide gran cosa, no solicita lo imposible, solo respeto. Respeto por aquello que tiene forma y nombre, forma de corazón y nombre, ¡ay!, nombre de hombre. Como hombre ama, pero no a una doncella o dama, que sería de alto respeto y bien visto. Si no a un semejante como él, y que solo desea ser correspondido y aceptado aquí y en las estrellas. No hay mayor error que el desprecio y la humillación, por no ser como lo que se considera normal. Que se le va a hacer, al corazón no se le puede domar ni engañar.

Las luces de las farolas, me hacen saber que es de noche, la noche de la Gran  Ciudad. Todo se mezcla, desde la cerveza, al brandy, acabando en una noche de alcoba de alguna habitación. Soy explosivo, soy una bomba nuclear, ¿mi nombre?, ¡qué más da! John Francis, ese es, ya lo sabes. ¿Qué más quieres saber, mi altura, mi edad?,  cómo si no lo supieras ya. Sabes quién soy, sabes cómo soy, promiscuo, promiscuo pero solo te quiero a ti.

Lloro, me desemboca en mi corazón una cascada de lágrimas, el saber que no voy a volver a verte. Lo pasamos tan bien, tan genial y me había acostumbrado a tu compañía, me había aferrado a tu querer, que ahora me siento solo. Verdaderamente solo, sin saber camino por la senda de la soledad, sin pararme a saludar a aquellos que me conocen. Todo el pasado fue mejor, y es tan fácil recordarlo. Lo difícil es volver a abrazarte, abrazarte como aquella primera vez que nos vimos. ¿Te acuerdas?, fue una noche en la Gran Ciudad, una noche cerrada sin más estrellas que tú.

No puedo imaginarme un mundo sin ti, pero debo hacerlo. Ya no estás aquí, ¿porqué,  aquel coche en aquel lugar? No vistes que el semáforo ya parpadeaba y el hombre en sí, tenía prisa y aceleró. No te distes cuenta, pero para los dos se nos paró el tiempo. El conductor dejó de tener prisa y yo, John Francis, me quedé arrodillado en el suelo llorando y maldiciendo la mala suerte.

Si pudiera, yo contigo me cambiaba, no por cortesía, sino por egoísmo. Prefiero esperarte al otro lado, que sufrir y no compartir el mismo aire. Yo si pudiera, lo haría sí, me cambiaba por ti. Me cambiaba, le pegaba el cambiazo a la mismísima muerte. ¡Qué más da!, solo sin tu compañía no quiero estar. Solo de pensarlo me dan ganas de ir rápido contigo, pero eso no puede ser. Luego, quizás más tarde, escriba una nota o algo para leerlo el día de tu funeral o sea este mismo relato el que me sirva, solo debo secarlo y dejarlo al Sol de la mañana, para que se refresque con tu aliento y tu “hola”, desde el horizonte. Dónde los dos mares se juntan, formando lo que realmente llamamos “vida”.


sábado, 1 de diciembre de 2018

                                                     Cuento de Navidad

Así nace de valiente la Navidad, coincidiendo con el frío invierno. Así nace llena de luz y de alegría, dándole  un beso y un abrazo a todo aquello que tendría que significar ser feliz. Tú, no te escondas detrás del árbol, que te veo venir. Eres la nieve, la incansable compañera de las luces, de las canciones y villancicos.

Todo depende de por el cristal que se mire, no es lo mismo un piso en Manhattan, que un piso a las afueras de New York. Como tampoco se vive igual,  solo, que mal acompañado, todo es relativo. Todo se puede encender y no solo las velas rojas que adornan la mesa en tal fecha. Quizás en un ayer, cuando yo fui niño lo viví, ya no lo recuerdo, ha pasado tanto tiempo qué…  Hoy no me escondo, pero sí lo hacen detrás de la cortina los más pequeños de la casa, se hacen los invisibles para ver dónde escondemos los regalos. ¡Sí, tú que me quieres te lo demuestro con este presente!  Sé que existe un pasado ya lo sé, el mayor regalo que te puedo hacer es un futuro lleno de cariño y amor. Vive el presente, como si este fuese un instante. Imagina que no hubo ningún ayer, imagina que lo que sueñas,  se pueda lograr y lo puedes llegar a alcanzar y tener. Juega a la lotería, bebe hasta saciar tu sed, y come hasta saciar tu gula. Pero haz un recuerdo, un minuto de recuerdo para aquellos que padecen hambruna.

Sueña y sueña, descansa que el 25 de diciembre se celebra en casi todo el mundo. Despierta y mira a través de la ventana, como la nieve cuaja, haciendo del camino un manto por el qué se ha deslizado en su trineo Papa Noel. Este hombre, para el cuál no pasan los años, que se ha quedado en un agradable abuelo, que viene desde muy lejos y que, entrando por las chimeneas y ventanas de las casas, hace ricos de amor aquellos que son pobres de dinero. Todo es sencillo,  todo es mortalmente adecuado para un cuento de Navidad, un cuento terrorífico, dónde te harán temblar las piernas y no podrás moverte del asiento. No es una carta de amor, es un mal sueño o una pesadilla, que es o quién es aquel que perturba una noche de reunión. Un gato maúlla,  ¿será Charles Winston?

Veo a mi lado una silla vacía, pregunto y me dicen, que es de Charles Winston. ¿Dónde   está?, pregunto sin mucho acierto, ya que la respuesta es que es de un muerto. De un fallecido hace ya diez años y que siempre vuelve el día de Navidad. ¿Me lo creo o no me lo creo?, todo depende de cómo se tome el tema y si quiero llegar a comer el  cordero que hay en el horno. ¡Qué más da!, después descubro que había sido un celador, un asesino de ancianos y yo me cago, ya que voy a cumplir la ochentena.

Ya no quiero Navidad, ya no quiero regalos. Les digo asustado y aterrorizado.

Me largo, me voy a la habitación que me han preparado para estos días. Tumbándome mirando hacia el techo, me quedo inmóvil mirando a la bombilla. Me recuerda, a dónde duermo, a dónde paso el año, que no es en otro lado que en un triste asilo frío y húmedo. No se dan cuenta, pero la vida es así, unos días en Navidad y se sienten tan contentos. No hacen más que hablar del asesino en cuestión, en cómo los perseguía a la luz de las farolas y en la penumbra de las habitaciones. Como un gato, como una serpiente sigilosa se movía y las acechaba. No paran, siguen y siguen hablando de él. Tanto, que Charles Winston se revuelve en la tumba, hace un ocho con la cruz de la tapa, no quiere nada con esta fiesta. Incluso araña con sus ya largas uñas, el ataúd donde está metido. Grita su alma, pero ya no tiene garganta para ello y no puede salir.

Martillo en mano, clavo una cruz en la pared  y le doy la vuelta, la coloco mirando para  abajo.

Mi mejor regalo, es tu propia muerte. Le susurro al viento.

La tristeza me invade, no sé el porqué de mi amargura y abriendo la ventana de par en par, me asomo a ella. Allí está, no es Charles pero tiemblo, no sé si por el miedo o por el frío que entra de golpe. Me llaman, dicen mi nombre para que vaya a comer, pero se me ha cerrado la boca del estómago y no creo que sea capaz de probar bocado.

La gente circula, la gente camina abrazada. Me revuelve de golpe la barriga verlos tan felices y la cierro de golpe, tan fuerte, que se rompe uno de los cristales.

Maldita sea mi suerte. Digo, cerrando los puños en alto.

Recojo los pedazos de cristal, como si estos fuesen los de su propia alma. ¿Pero, tiene alma, Charles Winston tiene alma?

Yo, en un tiempo atrás, había sido muy feliz. Ahora la amargura y el desgarro me envuelve por dentro volviéndome muy frágil. Demasiado para mi edad y me meto en la cama vestido, solo me quito los zapatos y escucho de fondo las risas y los griteríos de los niños.

¿Porque, tengo que hacerme viejo? Le lloro a la almohada.

Deseo que todo no vuelva a empezar, que todo termine, que llegue el siete de enero y todo quede en un recuerdo. No mayor dolor, que de aquel que se muestra ausente y no se deja ver, ignorando cualquier tipo de presencia ya sea de este mundo o de otro. Quizás sea de Marte, quizás de Neptuno o de Plutón.

Solo miro al cielo oscuro, dominado por las estrellas, buscando a Charles Winston. Me imagino  que en una de ellas se esconde él y qué se tapa para no mostrar su lado más tierno. Y es qué, me diga aquel que no se le enternece el corazón en Navidad. Solo    habrá que esperar a que el mundo vuelva a dar la vuelta otro año, para volver a ser festivo e ir diciendo y felicitando las fiestas, que los niños y los más grandes esperen los  regalos. Estos, envueltos en papel celofán son abiertos de manera ansiosa y sin espera, buscando aquello que más deseamos. Sin darnos cuenta, que lo que queremos lo tenemos  al lado y es el que nos hace el presente.

Esperemos que el futuro sea tan bueno, que después de un pasado tan incierto y tan maldito, las rosas siempre sean rojas. Rojas o negras, según sea el color de la Luna, está incierta, se burla siempre del Sol. Vive libre, que a mí, a mis ochenta ya veo al de la guadaña venir. No sé, a lo mejor es Charles desde la tumba el que viene por mi cuerpo, porque mi alma tiene dueña y esa es Rosa, mi fiel y desleal compañera. Se marchó primero, dejándome en la soledad conyugal. No estoy enfadado por ello, pero espero que esté allí, al otro lado para recibirme.

Charles, Charles Winston es mi nombre. Entro en tus sueños y mientras duermes te paso la guadaña por el gaznate, pero no temas, no quiero todavía llevarme contigo. Duerme, descansa, mientras comen en la sala. Tú, ya has cumplido, has puesto tu grano de arena en el mundo. Creaste junto a tu mujer a tus hijos y ahora ellos crean a los suyos. No vengo por ti ni por envidia ni por venganza, solo vengo a decirte que la Navidad es lo que es y no se puede cambiar. Solo es una etapa del año en donde todo es ilusión y alboroto. Cenas y más comilonas, para juntarse todos. Los amados y los enemistados, los queridos y los deseados, todos juntos alrededor del mismo mantel.

Sudor frío es el que me cae, el corazón en vez de latir, galopa como un caballo de carreras. Todo ello, me lleva a una situación que no puedo dominar y el infarto no lo veo venir. Un dolor fuerte en el pecho me entra y se me bloquea el brazo. Llamo, pido auxilio pero nadie viene y de pronto siento calidez, me siento libre y vuelo, vuelo por la habitación mientras veo mi cuerpo yacer en la cama. Me asomo a la sala, todo es comer y comer. Los niños juegan y corren, todo con un frenesí propio de un día tan festivo. Mientras, ahora veo a Charles en la silla vacía. Pero lo que me choca que ahora, en la que yo estaba sentado no veo a nadie. Me acerco y tomo asiento y veo como un agujero en el aire. Es como el de un ciclón que me quiere absorber. Entonces Charles me dice…

Ve, no tengas miedo, tú ya has hecho lo que debías a hacer, ahora dejarán otra silla vacía alrededor de la mesa. Ya lo verás, solo debes esperar hasta el año que viene. Descansa y si ves a tu mujer, mézclate con ella, formar una sola luz. Demostrar al mundo,  en este y en ese, que el amor existe y no hace falta reunirse una vez para saberlo. Eso se sabe todo el año, por los siglos de los siglos. Así qué feliz Navidad y nos vemos el próximo.

sábado, 10 de noviembre de 2018

                                                                      CAOS

Con mi música de fondo, como si de fondo de armario se tratase, lloro, lloro desconsoladamente al ver el amor y el odio dentro de mí. Como se pelean entre ellos y yo, yo solo deseo a Luz, sí una mujer guapa entre las guapas que me tiene en permanente hipnosis. ¿Cómo es posible a mi edad?, con todo el camino por recorrer sea tan estúpido o tan ser humano, de estar colado por tan bella dama.

¿Tienes miedo a la oscuridad, tienes miedo a los fantasmas del pasado, vengan a acecharte? Deja una luz encendida o una vela, que te alumbre la habitación. Recuerda que los fantasmas vienen de noche, cuando todo está en calma, ellos atacan.

Un ramillete de orquídeas y de olvido, ella ya no se acuerda de mí. Será un fantasma pasajero, como esos que se adueñan del alma de cualquier gato. Tengo su número de teléfono, pero no tengo agallas para llamarla.

¿Tienes miedo a que se haga de noche, no sales, por miedo a que? Ten cuidado y cierra bien la puerta, echa bien el cerrojo y no le abras a nadie. No sabes, quien te puede acechar entre la negritud de la noche oscura.

Yo quiero inundarla de amor, pero no se deja, se seca y se queda áspera y agria. Ella decide que tiene el mando, que tiene el timón de nuestra relación. Es ese tipo de relación en la que la soledad nos la compartimos de mutuo acuerdo. Entre el día y la noche, no sé cuál debe ser mi elección. Por el día deseo caminar a su lado, sí a su lado y cuando se marcha el Sol, hacerle el amor hasta el amanecer. Así día tras día, noche tras noche y yo poder respirar tranquilo.

Solo los gatos deambulan por las calles, entre trepar por los árboles y esquivar las farolas, por dormir debajo de los coches, apuestan. Solo los gatos se atreven a salir de madrugada y solo los fantasmas se adueñan de sus cuerpos, para acercarse a la  población que duerme y duerme, ajenos a los peligros de aquello que por norma ni se ve ni se toca. Susurran al oído, mientras descansas. Susurran al oído, mientras emprendes un viaje a algún rincón de tu habitación.

La respiración se acelera y el corazón va más rápido, ¿verdad?  Falta poco para medianoche y la luna resplandece, como reina y burlona que es. La gente duerme, duerme y no se da cuenta, quienes entran en sus sueños, en sus ratos de descanso. Los fantasmas acechan, para hacerte volar entre la oscuridad de la noche perpetua. No tendrán piedad y se adueñarán por unas horas de la población. Una población que no se siente desprotegida, porque no saben del poder de los sueños, para estos fantasmas  no hay batalla perdida. Son los reyes de la noche, junto a la luna, reinan por unas horas y son los que gobiernan nuestras mentes. Son los que se adueñan de nuestros corazones, haciéndonos volar y navegar por senderos, llenos de piedras, fango y lodo.

No hay mayor dolor que el desgarro del alma y del corazón, al verla en manos de aquel que yo deseo su muerte. Sangre por sangre, alma por alma, yo solo respiro cuando estoy con ella. Como en una ruleta, van pasando las horas. Ya van quedando menos, para que salga el Sol. Solo falta que la bola caiga en las siete, entonces los fantasmas regresarán a sus lugares de origen y la gente será libre por una jornada de sus pesadillas.

Sumérgete en el sueño más profundo de la noche y deja que los gatos maúllen. No pueden entrar, las ventanas están bien cerradas. No entrarán y te susurrarán al oído, los fantasmas quedarán lejos de ti. No tendrás pesadillas, solo el sueño placentero de cualquier joven te hará gozar de tu momento. Solo disfrutarás del abrigo de la noche en calma.

Que hace en manos de ese hombre, de tal sujeto que podría ser mi padre. No por cariño o sabiduría, sino porque la edad que me la dobla. Al final me cortaré la mano derecha, para así no tener la suficiente fuerza como para acabar con la vida de tal sujeto. Escribo con mis lágrimas saladas, unas palabras, unas frases sin conexión, en las que tú eres el blanco del papel y la tinta, la sangre de mi corazón. Solo deseo dormir esta noche, sin que nadie me aceche. No, no me das miedo.

“Ábreme la puerta de tu casa, morena de ojos negros. Que yo me invito a ser tu novio, a ser tu amante y marido si hace falta. Yo siento el desgarro, yo siento el dolor de mi alma, cuando miro la pequeña foto que me acompaña. En ella nos vemos hace un par de años, sí los mismos que hace que nos conocemos. Ni una sola mirada, ni una sola sonrisa he conseguido arrancarte de tu boca, mientras tú, sí tú, me has arrancado el corazón. Uno que ya no palpita, que se ha quedado parado ante tal belleza.”

Le jura amor eterno, amor del verdadero. Arruga la hoja y la tira al suelo, la pisa y se pone de pie y mirando al techo escucha una voz que le dice…

No pienses que se moverá la cama, no pienses que las luces se encenderán y se apagarán solas, eso son falsas leyendas. Solo son gatos, gatos que callejean al resplandor de los faros de los coches, que van pasando. ¿A qué juegas, que piensas?, no te van a molestar. Solo tienes que esperar a que salga el sol. Si no quieres dormir y quieres estar en guardia, esa será tu historia, será tu problema. Duerme de día, si tienes miedo, yo no lo haría, solo no tienes que dejar que los gatos se acerquen a ti. Solo tienes que dormir.

Sueño, duermo. Sueño, levito que estoy encima de ella, que la rodeo y le ofrezco un jardín de flores y un manantial de agua pura y limpia.

Recuerda que ellos tienen siete vidas y tú solo una, con que descansa. Porque en alguna de las siete, te vendrán, se acercarán y conocerás el poder de los fantasmas. Esas almas errantes que soplan al viento. Que cantan una canción a la sombra de alguna farola, diciendo, maldiciendo que no puedan pasar la frontera y tengan que ser tristes y melancólicos, cantando siempre la misma canción. Maullarán los gatos a su son, como si de un coro de orquesta se tratase. Se juntarán y pensarás que es mejor taparse los oídos, con la almohada. Sentirás igualmente el llanto doloroso de aquellos que no son libres.

Dime, explícame como si fuese un chiquillo que se enamora por primera vez. ¡Ay, ay, ay!, me turba el darte la mano, no te digo nada si encima te arranco un beso. Paseamos por la calle, siempre a la sombra. Porque en Córdoba, si una cosa tiene el verano, es el caluroso día y el amoroso y tierno amor de la noche. Con las ventanas abiertas, en ella de una, me apoyo intentando olvidarte, pero me es imposible y me cruzo de brazos. La noche está a punto de llegar y con ello la soledad de mi cama. En ella te haría mía, en ella rozaría mis dedos tu cuerpo, caricia a caricia te besaría, esperando que nunca se fuese la noche.

No sentirás cadenas arrastrándose, solo los pasos de aquellos que no son felices. ¿Por qué, quién es feliz, siendo eternamente condenado a estar en este mundo, quién es feliz, sin tener la oportunidad de traspasar la puerta?  Una puerta ancestral a la que todos, tarde o temprano, estamos invitados. No hay mayor gato o mayor fantasma, que aquel que en el que entra el miedo, el miedo y la desesperación de sentirse impotente. No sentirse capaz y verse atrapado por toda la eternidad.  Se acaba la noche y se enciende el día, es sábado y no tiene porqué salir. Vuelve en sí, es joven y no piensa más allá de la juventud que le alberga. Pero no todo es así y como una nube negra y tormentosa, escucha entre el relámpago y el trueno….

¿No era para ti una simple puta?, ahora fastídiate y olvídame. Me trataste como si no valiese nada, me dabas el valor de una cerveza de barril. Solo deseabas acostarte conmigo y que te rebajara el precio. Ahora vienes, ahora es cuando te arrastras y vienes en busca de amor y de consuelo.

Ahora sí que llora, ahora sí que cierra los puños y dando un puñetazo a la pared, despierta al doler los nudillos de la mano. Quién sabe lo cierto o mentira, quién sabe quién es dicha señora o señorita, pero no la puede borrar de su mente y esta se adueña de su alma y como un ángel de la muerte se lo lleva, se lo lleva al caer  y precipitarse desde un quinto piso. No quedó nada más de él, que solo su cuerpo. El amor y su alma en sí, ya no son en este mundo, porque fue amor a primer suspiro.

Sueños ancestrales, mitos y leyendas…Quien Sabe la verdadera verdad, a saber





lunes, 5 de noviembre de 2018

                                                         El tren del deseo.

Dame un motivo para volar y te haré tocar el cielo. Quita lo que más deseo y me robarás tu corazón. Hazme rodar por el circuito del amor y solo me saldré por culpa de tus curvas. Que te crees que eres, para hacerme enloquecer de tal manera. ¿Qué piensas al venir hasta mi casa y picar con los dedos en el centro de mi alma?  Quiero tenerte cerca, quiero absorber toda tu energía para mezclarla con la mía. Me dicen, me comentan, me insisten en que te deje marchar. ¿Pero, quien deja escapar el tren del deseo, cuando este ya no tiene frenos?, no sé si descarrilará, no sé en qué estación se detendrá. Pero el viaje es solo de un billete de ida, ¿de ida a dónde, qué veré por las ventanillas y que podré hacer al rozar tu piel con mis manos?  Eres la que busco, no te marches y vamos al tren, sube por favor. Yo la mano te la alcanzo y te suplico que la cojas y qué con una sonrisa me abraces, uniendo lo que nadie ha podido separar de ninguna de las maneras.

¿Cómo te llamas, cuál es tu nombre si tienes alguno?, tiene que ser el de una flor, porque eres un jardín entero, fundido en una sola planta. Tu tallo tiene espinas, espero qué no seas tan cruel y me hagas daño. Que solo sea para tenerte para mí para siempre, para que nadie pueda acercarse a ti y con la yema de los dedos, agarrarte, arrancarte de mi lado y que ni tus raíces recuerden nuestros momentos, que por ahora son muy pocos. Pero si existe la eternidad, en esa quiero que sea a tu lado y no robarte nada más que algún beso. Rubia o morena, ¿de qué país eres?  Porque tu belleza no es normal, no digo que aquí no haya bellas mujeres, solo que no son tan guapas como tú. Dime cómo has llegado a parar a mi corazón, si no es por carta ni por teléfono. ¡Qué más da!, la cuestión es que te quiero hacer mía y que subas al tren del deseo, un tren que no tiene parada. Pero sí la esperanza de tenernos para siempre, el uno para el otro. Si algún día decides marcharte, dime un "hasta luego". Porque si me dices un "adiós",  te lloraré y moriré de pena y dolor. No lo hagas por favor, yo sé que el destino nos ha unido y ahora quien será capaz de separar lo que no es de volver para atrás y retroceder en el tiempo, para comenzar de nuevo.

- No te confundas, solo me has tenido en tus sueños y en sueños entro como un ángel de luz, disfrazada de mujer. Me has tenido y te he envuelto en mis mil trucos del placer. He recorrido cada centímetro de tu alma, para tenerte y rodearte con mis brazos. ¿Mi nombre?, ¡qué más da!, se me conoce por muchos y solo uno es el verdadero y no es nombre de hombre. No quieras tenerme tan cerca y despierta, despierta y no me tengas anhelo. Que entonces no vivirás más, despierta y corre, corre por la mujer más bella. Esa que tanto te mereces, pero ellas no a ti.

Tienes arte a la hora de hacer el amor, pero el mío solo es carnal. No soy un ser libertino y me costará olvidarte. Pero lo haré, lo haré y seguiré buscando, buscando a alguien, a una mujer que no me rechace y que me haga esclavo del placer más mundano.

Lloro en desconsuelo, porque todo hombre me desea. Pero solo mientras sueña y es libre. Una vez despierta, vuelve a la rutina y ya no se acuerda de mí. Hasta la noche vuelve a presentarse como un galán y perturba mi Ser. Como una sombra en la pared, me deslizo. Me acerco a su cama y beso su piel. Le hago llegar a hacer sentirse hombre, pero es egoísta y a mí no me satisface como mujer. Como lamento el hecho y me marcho, me marcho prometiéndome a mí misma, que no volveré a caer en pecado. En pecado si este existe, porque el deseo es presente, desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer.

De Bélgica  a Alemania, de España a Luxemburgo. Busco en mis sueños, viajo alrededor del mundo y no encuentro, no encuentro mujer más ducha en los placeres carnales. Deseo siempre que se haga oscuro y vuelva la Luna, que esta sea nueva y así la negritud envuelva mi carne, una carne impura como mi propio Ser. ¡Qué más da!, ya no me escuchas y solo pude poseerte una noche. Una noche que será eterna en mis pensamientos. La sangre fluye por mis venas, como en ríos en cascada. Nace desde lo más alto de esta montaña, sí, esta que no es otra cosa que mi corazón. Bombea, bombea y llega a mi cerebro. Este, parece una estación de cercanías y yo busco una de larga distancia. Una estación, un amor que me lleve a viajar por unas vías rápidas, pero seguras. No moriré en el intento, no desfalleceré en el intento y no me dejaré llevar solo por el infierno. Todo no es blanco o negro, oscuridad o luz. Mis pies parecen las ruedas de los vagones. ¿En qué máquina voy enganchado y quien es el que pilota, si no soy yo? Quien sabe, nos dejamos llevar y a veces, hasta pilotar. Puede ser uno intrépido o todo lo contrario. Entra por estaciones que desconozco y en algunas ni se para, solo veo de forma veloz el letrero de donde corresponde. Bombea, bombea y la fila de vagones, continúa su marcha. Una marcha que no es lenta y que nadie frena. Nadie parece ser, quiere bajarse en ningún andén. Se dicen para ellos, somos nuevos, somos los mejores del mercado y continuamos velozmente el viaje. Como en un río, como en una cascada, esperan pasar el puente de la vida. Pero este, es viejo y se oxida. El tren va demasiado rápido y descarrila cayendo al vacío. Siento como caigo, pero no siento el golpe. Solo se me ha nublado la mente y el corazón de la impresión que se ha parado. Las ruedas no han quedado en su sitio y la máquina está suelta, sin piloto ni maquinista que lo lleve. ¿Qué habrá sido de él?, estaba tan obcecado…Solo emana la sangre, que cae en cascada desde lo más alto de la montaña. No hay buitres, no hay nada ni nadie que se haya percatado del siniestro. Que será de los demás vagones, aquellos que me acompañaban en el viaje. Un viaje cortado por el óxido y mal mantenimiento del puente de la vida.
                                                       
                                                               ¡Ay, vida!

Triste de mí, que ya no volveré a ver tu sonrisa. Triste de mí, que dejaré de escuchar tu voz. Esa voz que cuando me llamabas, me daba un vuelco el corazón. Que será de mí, triste de mí.
                                                           
                                                                 ¡Ay, vida!

Serás, serás...Te olvidarás de mí y yo no me siento capaz de hacer borrón y cuenta nueva. Buscar, encontrar. Buscar y escoger, alguien parecida a ti. Pero esto no es como cambiar de café, el sabor de tus besos no tienen igual. Que será de mí, búscame si me quieres amar. Que será de mí, aléjate si me quieres dañar. No sé de quién será la lengua que no calla y no me deja de martillear.
     
             ¡Aléjate o búscame!, tú decides. ¡Yo no me arrastro, con que ya sabes como soy!

Yo no seguiré yendo, por los bares de copas. Yo no seguiré alternando, yo no seguiré buscando algo que tuve una vez y es que no es lo mismo, amar que ser amado. Que es mejor, porque el daño es lo peor.
                             
                                       ¡Ya sabes mi número, ya sabes donde vivo!

Cada vez que suene el timbre, pensaré que eres tú. Cada vez que suene el teléfono, descolgaré rápido pensando en sentir tu voz. Me tienes loco y como yo te amo, nadie te amará y piensa, piensa que hubiera sido capaz de subir y escalar montañas, con tal de rescatar tu corazón. Nadie te ama como yo, como yo te amo, nadie te amará. ¿Porque tuvo que caerse el puente de la vida? Tantos momentos, tantas estaciones sin dueño. Tantas paradas a recoger nuevos y tantas paradas en la que los vagones iban llenos. Llenos pero a la misma vez vacíos, porque por ellos no corría la sangre de la sabiduría. Solo la del galán y la caballerosidad, solo el hablar y el correr deprisa. Raíles bien forjados, raíles bien clavados con el sudor de unos padres de familia. Quién diría que por ellos, circularían vagones con sed de amar. ¿Quién era el piloto o maquinista, de un tren a la deriva? Quién podría sospechar, que el puente que nos tenía que llevar a la felicidad eterna, se rompería, se caería. Cansado de aguantar, cansado de soportar el paso de aquellos convoyes, que no merecen ni ser nombrados. Desde lo más alto de la montaña observan aquellos que quieren empezar el viaje, un viaje con esperanza y parar, parar y volver a construir el puente. Pero esta vez con templanza, esta vez con más aplomo y que vuelvan a haber jefes de estación. Para que aquellos que quieran ir deprisa, que vayan. Pero que no olviden el saber y el respeto. Que no olviden la sencillez y camaradería. El compartir y el seguir enganchados a la vida, porque esta circula por vías a veces muy concurridas. Hay que forjar bien las vías y saber mantener el puente, para que este no se rompa ni se oxide con su propio llanto. Al ver una sociedad demasiado individualista, al ver que cada día y cada minuto de bombeo de sus corazones, es un minuto vivido. Que no queden en el letargo ni se suban al tren de la discordia. Ese tren va muy deprisa y no atiende ni a semáforos ni a límites de velocidad.

Vuelven a construirlo, ¿cuánto tardarán?, a saber. Lo que tarden quizás en reaccionar aquellos vagones, que se creen todavía rápidos y modernos. ¿Qué rosa de los vientos puede girar a destiempo, quién puede dominar al jefe del mismísimo infierno?  Sangre fluye por mis venas, pero no sé si arde. Como un vagón sin destino me siento y no me considero plenamente feliz. En él, no se suben. En él, no se sientan gente o personas ecuánimes y que quieran amenizar el viaje, con una agradable marcha. Solo desean y destapan botellas de alcohol y de envidia. Manchan mis asientos, queman las telas de los que estoy forrado. Pintan las ventanas con pinturas que dicen modernas, pero que impiden ver la luz del Sol. Están contentos, porque dicen que este vagón no tiene dueño y entonces… ¿Yo quién soy? Si lo veo, pero son muchos. Chirrío, pido auxilio al maquinista. Chirrío mis ruedas, al igual que apretaría mis dientes y cerraría mis puños. Solo siento la sordera de los demás vagones, sin darme cuenta me veo envuelto en un mismo viaje. Me he ilusionado demasiado rápido y ahora lo pago. Lo pago con la sed amarga de aquel que no puede decidir, lo pago y me quedo a deuda por pedir prestado una ayuda. Una ayuda, para que me suelten en la próxima estación y que tenga suerte y sea bienvenido. Pero no lo sé, porque no sé por dónde voy esperando que pase otra vez el tren del deseo.


                                                                               


sábado, 27 de octubre de 2018

                                 Desde a lo lejos.

Desde a lo lejos, nos están mirando. Nos observan y no dicen nada. ¿Quién sabe si tienen un tercer ojo?, una gran pantalla, desde la que les servimos de entretenimiento. Son seres de otro planeta u otra dimensión, esa dimensión que no conoce nadie y en la que hay vida. Una vida, una inteligencia superior. Máquinas super poderosas que manejan computadoras que están demasiado avanzadas que las nuestras y que el hombre no se las imagina ni en ficción. Naves que van más deprisa que la luz y no dan opción a ningún terrestre. No son visibles aquí, con los telescopios de una generación, que debe avanzar todavía mucho más.

Dejar de mirarme, os estoy viendo a través de los rayos telescópicos. Dejar de mirarme, me estoy cansando de vuestro acoso visual. Hacer lo que queráis, pero largaros ya. Me tenéis harto. Dejar de mirarme, sois muy pesados. ¿No tenéis nada mejor que hacer, no tenéis que barrer?, ¡barrer la basura que sois! La felicidad brilla por su ausencia, no sabéis que es saber que te vas a morir, pero primero se tiene que vivir. No se puede ir por los sitios, como si fueras el sheriff de la ciudad. ¿Dónde te has dejado la estrella?, la estrella de colgado, no vales para nada. Márchate y vive en otra parte, porque aquí solo vivo yo. Largaos y mirar para otro lado, porque yo estoy frito.

Son las tres de la tarde, la canícula cae sobre el asfalto. Él en casa, con la ventana abierta. Intenta respirar, intenta llenar de aire sus pulmones. En la cabeza tiene esa cerveza fría de las nueve, cuando el sol comienza su retirada. Llega el verano y con ello, el abrasador calor y el aire cálido del Sáhara. Quien sabe, si vuelan con alas desplegables y consumen la energía de cualquier otra estrella, parecida al Sol. Alienígenas que sobrevuelan un planeta, cien veces más grande que éste. No tienen armas, lo del láser es solo para las películas. Unas películas que nos siguen divirtiendo, pero que para ellos son del Jurásico. Para ellos estaremos en la época del Cromañón. Que descubrimiento fue el del fuego y no hablemos lo del microchip. Quien sabe, que descubrimientos han conseguido ellos. Son de una generación, que nos lleva muchas vueltas de ventaja. Descansando ellos unos cuantos años, no llegaríamos a su nivel.

¿No te cansas, porqué, no dejas de mirarme, que eres fan mío o soy tu ídolo, no tendrás un póster con una foto mía? A lo mejor me idolatras, pero yo no quiero saber nada de vosotros. No progresas, no maduras. No ves más lejos de ti y a mí me tienes en tu punto de mira. ¿Qué quieres, dinero?, no tengo ni un euro, lárgate y déjame en paz. Las noches de juerga han pasado a la historia y no tomaré una copa más contigo, con que márchate. Yo busco otro sentido a la vida, déjame en paz. No te cansas de no salir, de solo mirarme a mí. Te he dicho que te he visto con mis rayos telescópicos y no eres de metal. Eres como todos, de carne y hueso, pero de carne podrida y de huesos entumecidos por la humedad y el alcohol. Si pudiera te echaba una cerilla para que ardieras en el infierno, olvídame que eres tóxico. No quemes mi sangre ni la hagas arder, que bastante tengo con la vida que me ha tocado vivir. Eres pesado, a ver si te marchas ya y me dejas dormir en paz. No quiero pensar que por la mañana voy a tener tu mirada fija. Menos mal, que no hablas mucho. Porque si no recordaría tu voz. Menos mal que mañana será diferente, menos mal que me dejarás en paz.

Tiene la música a tope, no tiene vecinos. Solo los ladrillos inmóviles de la habitación, con los pósters de conciertos, colgados en la pared. ¿Quién soy yo, para juzgar? Para hacer de juez de la vida, solo uno mismo lo puede ser de sí mismo. Sufre, por el calor que se avecina. Llora por aquellos que mueren, ahogados por el aire sofocante. Ríe, por la desesperación que le entra a uno. ¡Ver y no querer ver!, todo aquello que envuelve al mundo, un mundo que echa la mirada hacia atrás.

Quién sabe lo que nos depara el futuro, ellos a lo mejor lo saben. A lo mejor son ellos, los que no quieren comunicarse con nosotros. Aquí, llueve y hace frío. Aquí, luce el Sol y hace calor. Quién sabe que clima tienen y como es su hábitat, nadie los conoce. A lo mejor nos investigan a escondidas y como con un tercer ojo nos ven en una gran pantalla. Tienen su propio canal llamado “Tierra” y a través de ese canal, se divierten. Echan risas y lloran, cuando toca. Quien sabe, a cuantos años luz de ventaja están de nosotros y a la vez tan cerca, que en un suspiro se acercan a nosotros. No vemos platillos volantes ni nada por el estilo, eso solo son para las películas. Como serán de verdad, esas naves interestelares que viajan por la oscuridad del Cosmos. No dejan de mirarlo todo, de observarnos. ¿Quién es el que nos controla a cada paso, a quién pertenece el ojo eléctrico qué todo lo ve?, todo está dentro de su radio de acción. ¿Qué es?, un tercer ojo o simplemente uno que tiene vista de lince y todo lo alcanza.

A veces me pregunto, ¿qué se siente siendo uno observado, es que se nos guía de alguna forma?, quien sabe. Solo se sabe que existe y es el ojo eléctrico. Porqué su nombre cuando no utiliza energía eléctrica o es que es como todos, pura energía. Solo divago y solo pienso en que no paran de mirarnos, como ojos que atraviesan las paredes sin dejarnos algún rincón de intimidad. No hay derecho a que nos observe ni nos mire de esta manera. Habría que buscar su fuente de energía, si es que la tiene y destruirla. Es solo un ojo eléctrico, el que todo lo ve. Pero quien procesa tal información o solo lo hace por pura diversión. A saber, yo solo soy el que escribe, no soy nadie relevante, ni nadie importante. Solo soy el que escribe.

¿Ojo eléctrico, dónde estás?, yo te buscaré para destruirte. No me gusta que me observen de esta manera y con esta desfachatez. Te crees superior con tu mirada, si es que la tienes. Yo dudo de que seas algo o persona. Solo serás un ojo que no procesa la información, si es así, no deberé preocuparme. Porque solo serás eso, un ojo eléctrico.

Vago por las calles, intento esconderme, pero no hay sitio o lugar donde esté a salvo. Es el ojo que todo lo ve y todo lo observa. ¿Dónde lo procesará o donde lo hablará, dirá algo de mí, será capaz de desvelar como soy por dentro?, es el ojo, que ni por la noche estoy a salvo.  Pero no tenemos nada que envidiar, a lo mejor en su planeta. No tienen mar y playas, ríos y montañas. Es árido como un desierto y el agua, a lo mejor la tienen que extraer de algún otro planeta de la galaxia. ¿Qué forma de vida serán, que no tienen a lo mejor ni que respirar, qué envidia le debemos de tener?, a lo mejor me están mirando mientras escribo. A saber. No lo sabremos nunca o sí.

Volamos en busca de algún ser, volamos en nuestros cohetes que parecen de cartón. De que material estarán fabricados, como serán los de ellos. Tendrán manos, con cinco dedos en ellas. Miro al cielo y solo vuelan aviones, no veo nada más. Son tan rápidos….algún día aterrizarán en nuestro suelo y los Jefes de Estado y presidentes, les recibirán. En un cálido y majestuoso encuentro. Ellos buscan la sobriedad y no quieren tanta alcurnia, solo la comunicación. El intercambio de opiniones y de culturas, pero como lo hará el hombre. Estaremos preparados o les atacaremos por miedo a una invasión, una invasión planetaria de otro ser diferente al ser humano. No quiero pensar, no quiero dedicar más tiempo de lo imprescindible a la reflexión, cosa que me lleva a la más absoluta soledad, con el único compañero del hilo telefónico. Teléfono, que me adentra en el mundo de los vivos. Porque a veces, siento como si estuviese muerto. Quizás sea así y no me haya dado cuenta hasta ahora. Al sentir el calor en mi piel, me pregunto cómo será tener una compañía grata. Aquella que te roza y te hace sentir vivo. Cosa que hace tiempo que no siento, por ahora solo siento el aire cálido que entra por la ventana.

¿Nos atacarán entonces?, a saber. A lo mejor no tienen con qué, simplemente se alejarán quedando en el olvido y en la memoria de no volver nunca jamás. Somos tan irracionales, que tememos a lo desconocido. Como no vamos a atacar a aquellos que no sabemos de dónde vienen y a donde van, con que intenciones y con qué maneras. No entendemos otro lenguaje, que no sea el de las señas. Idiomas, hay muchos, pero las señas y los gestos los entienden todo el Universo. Solo tenemos que saber, cuales son los suyos.

Tardarán a lo mejor mil años en venir o en entrar y dejarse conocer, quien sabe, a saber. Solo nos negamos a creer que estamos solos, porque el Universo es tan grande e infinito…. No se sabe adónde empieza y  adónde acaba. Quien sabe, si como digo a lo primero. Servimos de espectáculo para aquellos que se aburren y no saben con qué entretenerse. Siento unas voces a lo lejos, son un grupo que viene de juerga. Hace tiempo que no salgo de copas, eso ya pasó a la historia. Seré más feliz ahora o antes que alternaba, día sí y día también. Me habré vuelto loco o será que me siento tan observado, que reprimo mis acciones. Tengo que dejar de pensar en el ojo que me observa y vivir. Vivir y no pensar y si eso, sonreír. Sonreír como si de una foto se tratase y seguir viviendo. No sé a veces que me digo, solo quiero que deje de mirarme y dejar de alucinar, como si estuviese bebido.

Me hacen falta seis barriles de aire fresco o hundirme en el río más frío de las montañas, para saber que tengo una oportunidad. Una oportunidad, que siempre me ha sido denegada. No sé el porqué, quien lo sabe. Intento dormir la siesta y las pesadillas me invaden, me llevan a un terreno oscuro y frío. Y yo, parece que despegue de la cama, como un cohete sideral proyectándome a otro mundo u otro planeta. Quien sabe lo que ocurre, mientras dormimos. Quien sabe a dónde vamos, solo pienso en que son ya las cinco de la tarde y el calor es sofocante. Ventanas abiertas para que corra el aire, ventanas abiertas para que entren todo aquel espíritu o fantasma del pasado. Que me haga sudar y me haga despertar.

Las hojas de los árboles se mueven y parece que corra  una ligera brisa. No hay nadie por la calle, todo lo demás no se mueve. ¡Qué más da!, si es mayo o junio, julio o agosto, yo ya no me acuerdo de algún verano, en el cual me haya sentido igual. Sin poder estarme quieto y sin poder respirar por culpa de lo que llaman “calor”. No puedo dormir, no puedo desconectar y ojeo unas antiguas fotos, aquellas que me trasladan a otros tiempos. Con el misma calor, pero en compañía. Esa compañía que se aleja, por el paso del tiempo y no hay vuelta atrás. A quien no le vendría mal, una máquina del tiempo. Un artefacto que nos lleve a otro momento, en el cual hemos sido más felices.

No hay voces, no hay murmullos. Son las seis de la tarde y el sol calienta las paredes de hormigón, haciendo de la habitación un horno. Solo espero que sean las nueve, para poder beber esa cerveza fría que todavía me es fiel. Solo una, esa que entra por la garganta y te refresca hasta el último milímetro del hígado. Solo  una, porque solo el pensar en el abuso, ya me emborracha. Sentarme a la caída del sol, solo falta tres horas. Tendré que soportar las altas temperaturas, aliviándome con el pensamiento puesto en después.

Pasarán las horas, llegara pronto a marcar las nueve y cuando me quiera dar cuenta, serán las doce. Otras tres horas y el pensar en que será imposible dormir, me pone nervioso y me altera, haciendo temblar mis manos. Esas manos, que están labradas en el trabajo y que ahora descansan en el suave teclado del ordenador. Son solo horas, son solo minutos. Nos regimos por ello, como si fuésemos dirigidos desde fuera por algún director de orquesta. A golpe de batuta nos movemos y a golpe de batuta reímos. Solo nos dejamos llevar, pero con la calor llega la reflexión y pienso, que director puede ser tan cruel, como para hacernos sufrir de esta manera.

No llevamos ni chaqué ni corbata, pero vestimos según la época que vivimos. Como si fuésemos disfrazados todo el año, nos movemos por el carnaval de la vida. Ese carnaval, que nos hace bailar y cantar, a golpe de batuta. Ya falta poco para las nueve, con que estaré alerta y me refrescaré con mi premio. Un premio logrado por el esfuerzo cotidiano.

Tenemos inteligencia, lo que no sabemos es el grado que tienen los de ahí afuera. Si son lo suficientemente listos, para venir o no venir. Somos de corazón duro, ellos no se sabe. Ni se sabe si tienen conocimientos, pero todos nos creemos racionales, pero no todos tenemos la razón.

domingo, 21 de octubre de 2018

                          Me nombran sin piedad.

Camino por las frías avenidas de la ciudad, ando despacio mirando los escaparates de las tiendas y grandes almacenes. No tengo rumbo fijo, solo el olor de la cerveza en mi boca me delata y ello es lo que busco. Solo una más, solo deseo dormir esta noche, soñar que todo es una larga pesadilla, que se acentúa con el paso de los años. Dime amigo, tú que me ves, tú que me observas, como lo hago para volar alto, tan alto como un pájaro por las cumbres nevadas de las escarpadas montañas de lo más lejano.

Que significa la palabra libertad, que nombre tiene en un lugar dónde la única salida es la propia muerte. Y eso encima para colmo tardará en llegar, me encabezono en querer llegar a viejo, me obsesiona la idea de verme todo lleno de arrugas y con bastón, pero creo encima que todo esto tardará en llegar, y me alegra. Todo depende de lo que me depare el destino, todo depende de si es una muerte por enfermedad o es por un accidente repentino.

Vuelo como lo hacen las servilletas de papel, vuelo sin alcanzar gran altura como no sea por un golpe de aire. Una ventolera de la diosa fortuna, que entre por la ventana que por siempre de los siempre, hay que tener abierta por si acaso. Mi madre me decía, que hay que tener una así, porque nunca se sabe los lances del destino. Ahora escribo en ellas, en las servilletas de los bares y vuelan, vuelan sin darme cuenta sin ningún destino concreto. Todo será por el camino empedrado que llevamos, aunque no lo sabemos, no acertamos a ver la fortuna de saber que estamos vivos. Como saber, si no es a través de las estrellas, mi propio destino. El viento se lleva mi pasado, el viento hace que todo quede limpio como una patena y como si nunca hubiese existido, todo se  lo lleva el aire del Norte, que helado viene y cruza hasta el Sur, convirtiéndose en un corazón cálido y de fácil abrazo.

Sentado ya, en una butaca de un anónimo bar. Tomando, bebiendo cerveza tras cerveza, escribo en las servilletas de papel todo aquello que me viene a la mente. En un momento de los que alzo la cabeza mientras bebo,  veo borrosa mi propia imagen reflejada en uno de los pequeños espejos de la pared de detrás de la barra. Sueño tras sueño, mientras me siento cada vez más solo. En uno de los momentos de lucidez, suelto el bolígrafo y me levanto, me pongo de pie y encendiendo un cigarrillo, soplo mi propio aliento mezclando el alcohol con la nicotina.

Estoy en la puerta del local y se coloca alguien a mi lado en paralelo y creo, si la memoria no me falla que la historia fue así…

Hola, soy un ángel negro eso es verdad, eso es cierto. ¿Mi nombre?, mi nombre no es ni Lucifer ni Satanás. ¿Cuál será?, ¡qué más da!, si solo te vengo de visita. Solo vengo a prevenirte de todo aquello que te puede dañar, solo vengo a decirte cuál es tu sitio, tú lugar en el Universo, en el Cosmos entero, en todo aquello que es dueño la Oscuridad.

Me asusto al comienzo y entrando de nuevo al local, tomo de nuevo asiento, mientras escribo una y  otra vez. Me pregunto a dónde andarán las que he escrito antes, solo sé que han volado, porque no están ni encima de la barra ni en el suelo. Escribo y se me caen las lágrimas o solo es el sudor del caluroso verano de agosto. Mientras el que me visita, me susurra o escucho su voz adentro de mí.

Lloro, de verdad lloro, me emociono al leer tus frases. Me quedo inmóvil, me quedo paralizado en estado de shock. Tus lágrimas me hacen caer y perecer en el intento de acercarme a ti y todo, todo por querer escribir. Escribo a través tuyo, fantaseo y me imagino todo lo que leo de ti y se me hace antojar de volar encima de una nube. Pero no ni negra ni gris, sino de color blanco y que se desarrolla como una bola de algodón.

¿Quién podrá elegir?, yo creo que nadie. Nadie está a salvo, ni el más rico ni el más   pobre. Hay cosas que su valor es tan alto, que no hay nadie que lo pueda comprar. No se puede vivir ni un minuto más de lo establecido, ya seas blanco o negro, qué más da, el color del alma, no tiene nada que ver con el de la piel.

Miro la espuma de la cerveza y  metiendo uno de mis dedos dentro de la copa, me entran ganas de reír, suelto una carcajada y le digo en voz alta y clara. Tan alta que hasta el dueño del local se me queda mirando.

No tengo amigos, no tengo amistades y tampoco las busco, tampoco las deseo, aléjate.

El propietario se me acerca y me invita a que me marche. Mientras la visita que tengo dentro de mí, se viene conmigo haciéndome compañía y le digo alzando otra vez la voz.

Píntame de rosa el cielo que quiero vivir, píntame de negro el suelo a la hora de partir. Mézclame dentro del aire turbio de la gran ciudad y dime, dime tú qué sabes el motivo de mi existencia.

No me traiciones y seas malvado, no caigas en lo más oscuro y tenebroso del Ser humano. No seas tan hipócrita y demuéstrame de lo que eres capaz y cuál es tu valía, ya que aquí, en este mundo valoramos el coraje y la valentía.

Resuenan las campanas de una iglesia cercana, el silencio se apodera del entorno y solo escucho como en un susurro, su voz impregnada por mis letras impresas en el papel.

                     “No veo mayor logro, que la paz y el sosiego dentro de uno mismo.”

Yo le ruego, yo le suplico, solamente falta que me ponga de rodillas mirando al oscuro cielo de la noche…

Quiero ser libre, quiero alcanzar dicho arco iris y poder saltar al vacío, para saber lo que se siente, cayendo en caída libre. Siempre no hay colchón ni paracaídas, no siempre y todo tiene su riesgo. Poder notar el aire, el vendaval que causa el saltar a cierta altura.

Escucho una música roquera, y vibro, vibra mi alma dentro de ella. Todos, todos somos hermanos de sangre aunque no lo parezca.

Cuál es tu nombre, dímelo, para poder pintarlo en la pared. Poder mirarlo y leerlo, cada vez que me invada la soledad.

Rompo, hago añicos las servilletas de papel que tenía guardadas en el bolsillo del pantalón y alzando la voz, le digo a todo mi interior…

John, me llamo John Tender y ando a tres bandas, ando acompañado por mi bastón imaginario y todo ello, con la cabeza llena de sabiduría. Me siento satisfecho, me siento orgulloso de lo que siento y experimento. Amores lejanos, amores cercanos. Algunos están detrás de la puerta, para otros hay que coger una avioneta y surcar el arco iris, como si fuese en barco velero.

La Luna le hace un guiño y veo como se mueven las hojas de los árboles.

- No me digas aire, ya que lo tomo cada vez que inspiro para dentro de mí. Salgo por la noche, a la caída del Sol, cuando toda la buena gente se recoge en sus casas. Salgo como un gato, pero me deslizo como una serpiente. Hago eses, de calle en calle, buscando a aquella que pueda convertir en una sombra. A aquella que la pueda retar o tentar de todo lo que está a la vista, para poder alcanzar el mismísimo infierno.

Sentir el frío del anochecer, la densa niebla no me deja ver la verdad, la realidad y yo todas las noches, me tomo una copa y después otra. No sé a veces ni mi nombre, como voy a dar con la calle para llegar a dónde debo descansar. Todas son iguales, con diferente placa en las esquinas, pero para mí son las mismas.

Alguien o algo, se me acercó al oído derecho y me dijo hace unos días…

“Yo, soy aquel que tú temes, yo soy aquel que tú adoras y yo, para corresponderte, voy a tener clemencia. Me has venido varias veces tus pensamientos y yo no te he hecho caso. Te prometo, te juro, que no volverá a suceder, que te sacaré del lodo y te bañarás en el río de la abundancia. Serás un hombre nuevo y todo lo que necesitarás es respirar el aire nuevo de cada mañana. Levantarte al alba y ver salir el Sol. La Luna es muy plácida si la compañía es grata.”

Pienso entonces, despierto de mi largo letargo y me pregunto, aunque piense a la vez que ya es demasiado tarde.

¿Dónde estará esa chica, esa mujer amante y compañera que todo hombre se merece, dónde estará o es qué se esconde por no verme a mí?  Quién sabe, solo la ruleta del amor nos llevará como una servilleta de papel, a volar alto cuando entre un golpe de aire.

A veces y de muy de vez en cuando, me viene a la memoria sus caricias. Sus besos y sus palabras, pero todo ello son falsos recuerdos y vagos ratos de cama. Qué sería de mí, si el amor se apoderase de mi Ser, sería solo una pieza más de todo lo que me rodea y eso no me gusta. Soy rebelde, soy libre y por ello, por lo tanto levanto mis brazos al aire, diciendo para mí que soy libre, libre y no llevo ni cadenas ni lastres enganchados a mi alma.


miércoles, 17 de octubre de 2018

                                             El helado beso inmortal

Que yo recuerde, por aquel entonces estaba en un mundo envuelto por el humo y la niebla, que me no dejaba ver la realidad a más de dos metros de distancia. Por aquellos tiempos, recuerdo vagamente los callejones sombríos de la ciudad. Uno de ellos, me viene a la memoria, un trance de mi vida, que deseo compartir y por eso relato en unas frases, el significado que tiene cierta densa historia de juventud.

Escucho a alguien dentro de mi cabeza, que me dice, que me aconseja o será entre mis sueños…

¡Oye!, levántate, es medianoche que la Luna se ha escondido llena de miedo y de terror. ¡Escucha!, los gatos saltan por los cubos de basura y maúllan. ¡Mira!, los perros atados cerca de la puerta de casa de sus amos, ladran y yo, yo en posición fetal cierro los ojos y me tapo la cabeza con la almohada. ¡Oye!, levántate si eres capaz, orina si eres valiente y los nervios no te paralizan. ¡Escucha!, ya llego, ya estoy aquí, muy cerca de ti. ¡Mira!, no llevo ni una sierra ni un machete, solo llevo por mí mismo un solo un beso, solo un beso con el qué te mataré, es el beso de la muerte el que no te deja ni te dejará vivir en paz.

¿Quién es el sagrado guía, que nos ilumina?, no estamos a salvo de su aliento. ¿Cómo es posible que sepa de mi falta de amor y de mi soledad?  Este es frío, helado diría yo, todo seguido por aquello que se mezcla en el aire. ¡Es vapor!, sí es vapor, pero… El vapor es húmedo y caliente, ¿cómo es posible?, será el llamado por el Centinela. Todo un sagrado y temido de las Tinieblas, que aparece y desaparece ya sea su antojo. 

Yo me tapo, yo me escondo dentro del armario si hace falta. No hay libro ni oración, que  me salve de este horror. Todo, todo esperanzado de que llegue el amanecer y su despertar lo haga desaparecer. Un día más, solo una semana y todo cambiará. Solo se vive ese tiempo, luego transformándose en una sombra, desaparece entre las entrañas del mismísimo infierno. ¡Qué más da!, si es cierto o es mentira lo que cuento. Seguro que tiemblas, seguro que sientes el golpeo de los dientes en una mandíbula que no calla. ¡No grites!, ¡no seas tan miedica!, y ¡sal!, sal a la oscuridad de la medianoche y demuéstrame lo valeroso que eres.

La oscuridad me ciega, la oscura tela de araña me debilita por culpa del miedo atroz que tengo. No es una persona, no es un ente, como saber por dónde viene, no sé, no sé y eso, eso me pone nervioso. Yo no soy de piedra, soy un simple mortal y solo deseo vivir y envejecer en paz.

Suena el viento susurrar en los árboles, no hay nubes, no hay tormentas, solo el poder de aquel que con un beso sella la alianza con la muerte. Sal, demuestra de qué estás hecho, demuestra al mundo que no le temes, ni a ella ni a nadie.  Si fuese es el sabor dulce, del beso de alguna bella muchacha. Si fueran los abrazos cálidos y tiernos de una buena mujer…  Pero no, es alguien que me acecha para hacerme daño y provocar en mí una erupción, una explosión que ilumine todo aquello que soy de verdad y que yo me niego y me reniego. Todo por tener mi maldita conciencia intranquila.

Una ventana se abre de golpe, rompiendo todos los cristales. Anda, camina y sangra en la planta de los pies, al cortarse con los pedazos de estos que hay en el suelo. Aquel, el que no tiene nombre, se vuelve y se revuelve como un perro en celo. El olor de la sangre, le hace levitar y se muestra como una imagen en diapositiva, solo una imagen. Se abalanza sobre su presa que no es otra que una parte de yo mismo. Qué será de mí, sin esa parte yo no puedo vivir, me pertenece y me la ha robado, me ha robado lo que yo más adoraba y que guardaba como oro en paño. Esa era mi conciencia la que sangraba, como vivir sin ella, seré un alma errante y no sabré lo que es acertado o errado, no sabré lo que es meritorio o de desprecio. Seré como uno más, uno más de un rebaño a esquilar. Todo por no querer y menospreciar a tal Ser.

No corras, no huyas, iré directamente a por ti. No te escondas, no te alejes o intentes rehuir de lo que tiene escrito para ti el destino. Todo es así, todo es relativo…  La vida o la muerte, solo un tránsito, solo una estación de un tren que va despacio. Va despacio, no para que tú lo saborees sino para que él, el sin nombre pueda disfrutar viendo, pueda reír a carcajada limpia, al sentir como el frío hielo traspasa tus carnes, helando toda tu alma.

Es puramente anormal, es ilógicamente tremendo y por eso, simplemente por eso, se le teme. Su beso te congela el alma, si eres capaz y has nacido en un volcán, atrévete y bésale, bésale si la ves o la oyes, porque se desvanece, se desvanece entrando en otro portal, en otra dimensión. No, no es un número, no es uno más, es su beso lo que le hace completamente diferente.

Serás como un póster en la pared, serás un recuerdo más de una caza en la que no hay ni coto ni tregua. Se reirá siempre, es un sin corazón el que viene. Como una sombra acecha, deslizándose por el suelo del piso dónde vives. Enciendes la luz y solo ves oscuridad, abres bien los ojos, te desvelas a mitad de la noche y solo sientes sus labios y su aire helado. Ya le perteneces a él, te llevará consigo a las mismísimas puertas de aquello que es tenebroso.

Todo por no hacerme caso y haber cerrado bien la puerta de la habitación, haber puesto toallas por
debajo, no por el humo de ningún incendio, sino porque es capaz de traspasar la línea, el ras de suelo que lo deja indiferente y te acecha, te atormentará durante toda una eternidad. Quién sabe si después de este tiempo, saldrá por más. El tiempo no se mide de la misma forma en un mundo paralelo. Cuando sea de día, si estás todavía en este mundo, mírate cara a cara con el espejo y si ves todavía tu corazón palpitar, es que no te ha llegado a besar. Si en cambio ves, un cuervo o la Luna en la Oscuridad, es que ya por mucho que hagas, ya le perteneces. Pero no llores, si has conseguido llegar al final del relato, es que puedes todavía contarlo y meditarlo. Meditarlo, meditar es tener conciencia al final.

Sin llegar a saber, sin llegar a oír tocar las siete de la mañana en las campanas de una iglesia cercana, me visto y con libreta y bolígrafo en mano, me dirijo a un parque que hay a las afueras de la ciudad. No le tengo miedo a la oscuridad, creo haber pasado la prueba y estoy preparado. Mientras espero, le escribo a saber a quién…

A mi querida amiga…

“Soledad”, quién sabe realmente lo que es la soledad. Esa querida compañía eres tú, una  non grata que nos acompañas a la mayoría de nosotros hasta la muerte. Si sangro me desmallo, si me duele un pellizco, me lloran los ojos. ¿Significará que sé quién eres,  soledad?, he llegado a conocerte tan bien, que sé quién soy yo realmente, cuando no me encuentro acompañado de ti. Las personas, la humanidad entera está confundida, se piensan, se creen que cuantos más amigos tienes, más plena es tu vida y eso, eso nos es así. Uno, un número individualista y solitario, puede ser más feliz. Todo es estar en calma con uno mismo, encontrar en el propio centro de tus cosas y no ir dando bandazos, pensando en que encajar en la sociedad es lo más primordial. El saber, el conocerse uno mismo, hace que tu centro sea más positivo que el de otros. 

Caminando por uno de los parques de la ciudad, se encuentra a un gran amigo, él le cura su tristeza con algo llamado “amistad”.

¿Joseph, sabes quién eres, porque soy yo, o no?

Yo, soy siempre mi centro, lo que uno que varía es mi entorno, uno que puede ser lleno  o vacío, ser negro o blanco, homosexual o heterosexual, qué más da. Camina sin sentido, o ¿soy yo el que lo hace?, tiene fácil solución. Dejo de escribir y me dirijo a uno de los  bancos dónde  duermo y vivo. ¿Qué seré, qué llegaré a alcanzar?, si de ello me priva la propia sociedad. Soy un simple escritor aficionado de origen holandés o soy un simple trovador descendiente de algún inglés o irlandés, quién sabe. A saber

¡Hola Marta!

Ella es española, ella sí que lo sabe a ciencia cierta, solo hay que mirarla a los ojos, para  adivinar su procedencia. Sus ojos y su larga melena morena, la delatan del país de origen.

¡No, no camines por ahí!, no lo hagas. Le dice a ella de manera brusca.

No, no lo hagas, por ahí no crecen las flores, no crecen ni hay vida alguna.

Marta, llena de arrogancia y soberbia, le contesta… 

No quieras creer que lo sabes todo, yo soy como una reina y por donde piso, salen las flores.

Subido de pie, en uno de los bancos de manera, se lleva las manos a la cintura y como el que hace un discurso para la multitud, le dice a ella y al foro…

Deja de soñar, tu sangre, tu color de piel, me dice que eres una persona corriente, ¿o acaso tu sangre es azul?

Cansado me siento, enojado me alboroto y hago y digo, digo y hago, una sin razón detrás de otra ¿Qué será de mí, si solo deseo el sosiego de mi corazón?, como caballo de carreras, galopa en un 
sendero marcado y del cual no hay escapatoria.

La imaginación se le desborda y ahora, tomando asiento, hace y escribe como el que conduce.

Brillante y rojo, es el color de mi coche. No es un deportivo, no es de lujo, pero yo lo conduzco a gran velocidad. Creo que nada ni nadie me podrá detener, ¡ay!, que equivocado estoy. ¿Estás equivocado Joseph?, sí me equivoco. 

Un coche de color blanco y azul, con luces parpadeantes se me coloca detrás y hace sonar la sirena. Como es mi derrota, que me veo pegando un pisotón al freno. Lo hago de manera tan brusca, que se me da de morros, contra la parte trasera de mi coche. Miro por el retrovisor, salgo de mi coche, pero no de mi asombro al ver la pareja de policías incrustados contra el cristal delantero. Todo es sangre y están al menos fallecidos o noqueados.

Será por los nervios o será por la sencilla razón de querer escapar de la pura rutina, por lo que escribo todo este relato sentado en la silla de una cantina.

                                                                                                                                                     

sábado, 13 de octubre de 2018

                                                Año 2047

Año 2047, en cualquier mes y en cualquier día. Joshua Tender, busca entre sus recuerdos, aquello que más le marcó en su vida, rebusca y lo escribe, lo hace con la mano temblorosa,  para cuando ya no recuerde nada por culpa del Alzheimer. Grave y atroz enfermedad, que le encadena, que deja a uno sin saber nada, ni siquiera su propio nombre.

“Camino a través de las estrellas, buceo en el interior del Universo. Busco en mí sin razón, el objetivo que me lleva a estar entre la Oscuridad y la Luz. No he sido nunca ni malo ni malvado, solo rebelde. Con causa o no, pero siempre rebelde, eso lo llevo dentro de mi alma.”

Es anciano ya, pero no quiere olvidar. ¡Es más!, creo que muchas de las personas que llegan a esta edad, como premio, quieren que les quede el recuerdo de sus idas y venidas, de sus propias aventuras y desventuras.  Siente calor, mucha calor y ello le lleva a ver desde la ventana de su habitación, lo que  no hay…

Cómo dos serpientes zigzaguean, mirándose la una a la otra, pueden ser una de la Luz y la otra de la Oscuridad o simplemente, buscan a ver quiénes de las dos se lleva el liderato. El ser líder en medio de un desierto, dónde a los únicos que mandar o gobernar  son a los propios reptiles y los escondidos escorpiones. Suena un trueno, pero no  hay nube alguna, suena una corneta a lo lejos, las dos paran, las dos reculan y hacen eses ahora por la arena. No hay escorpión que pueda con ellas, aunque las dos especies tienen dentro de sí, un veneno que es mortal.
Pero, yo a veces me pregunto, ¿qué es más venenoso, la lengua de cualquier mortal o el de las serpientes y escorpiones? La pregunta tiene fácil solución, solo hay que pensar un poco, a los reptiles y demás especies se les ve venir y le hacen a uno ponerse en guardia. No les cuenta nada a sus hijos y nietos, la familia la mantiene al margen y mirándose ahora en el espejo, se ve con la cara arrugada por el paso de los años. Como los surcos de la piel  dan fe de la vida llevada. Puntea con un lápiz en el marco de la ventana, puntea haciendo con ello un dibujo y sin darse ni cuenta, ha dibujado, ha perfilado un árbol. No se sabe si es un olivo o un manzano, eso es lo de menos, lo verdaderamente importante es que se ha dibujado a sí mismo. A cómo es en su interior, ¡ojalá!, piensa de vivir. Pero no es así y antes de que le venza la enfermedad, deja caer desvanecido el lápiz.

“Descanso, pero todavía no eterno. Necesito atravesar todos los portales de las diferentes dimensiones, ¿habrá, me pregunto yo, capacidad para volver al pasado? Es solo una pregunta que me lleva  trasportarme a otro momento y a otro lugar. No hay aire, pero no hay cuerpo, solo soy una pequeña luz que prendía y descansaba dentro de un cuerpo.”

¿Quién eres tú?, se pregunta cuando ve que no se refleja en el espejo. ¿A dónde vamos?, se pregunta a sí mismo.

Camina o mejor dicho, levita en un laberinto, intenta encontrar la salida, pero no la ve. Quién sabe dónde está la salida, ¿la salida, hacia a dónde? Ya no necesita lo material, el dinero y la ropa sobran y hubiera sido un exceso de equipaje que nadie se lleva. Solo se abre una puerta dimensional y tras esta, otra. Sorprendido todavía, sigue por el laberinto, uno de esos que es su propia conciencia. Ya no es necesario viajar en ninguna astronave, todo se abre a través de los portales dimensionales.

"Vuelvo y me marcho cuando quiero y cuando deseo. Lo único que echo de menos, son los placeres terrenales, por lo demás bienvenido al otro estado. No sé si llamarlo gaseoso, no sé si llamarlo masa porque materia en sí no es."

Pasadizo que le lleva a encontrar la salida, pero al llegar al final, al llegar dónde la Luz se intensifica, como si fuese en un peaje de autopista le preguntan.

¿Cómo ha ido el paseo?

Cosa que él responde. Largo, estaba muy oscuro y con una intensa niebla.

¿Le ha costado, entonces?

Sí, pero por fin puedo entrar en ella, ¿me he ganado el descanso eterno?

Lo siento, pero no le puedo levantar la barrera.

Sorprendido, le pregunta. ¿Cómo es eso posible, si he sido un ciudadano ejemplar?

Por eso mismo, necesitamos almas que sigan inculcando valores. Continúe por la derecha y volverá sin ningún recuerdo. Pero no se preocupe, que cuando despierte a los años, los recordará todos y podrá transmitirlo a las nuevas generaciones.

"Es extraño, es como zambullirse en una piscina, aguantar la respiración y salir en la otra orilla. Solo hay que lanzarse al agua, así son los portales dimensionales. La energía ilumina todo el oscuro Universo, solo veo como pelotas de tenis, pero de raqueta ninguna. Solo veo o mejor dicho, siento y presiento, que esta me invade todo mi Ser."

¿Quién osa querer entrar en la Oscuridad, sin mi permiso?, pregunta a saber quién.

Solo ha sido una vibración que venía desde lo más profundo del Cosmos, le deja nervioso, cuando ahora más disfrutaba de su nuevo estado.

No era mi intención el colarme o allanar según qué lugar o dimensión.

Escucha ahora el sonido de un clarinete, en medio del vacío o mejor dicho, le retumba el alma, tranquilizándola.

No hay mayor batalla que aquella que no se disputa o se aplaza, porque la tensión sube y puede explotar creando un agujero negro.

"Entonces, ¿cuántas mujeres he tenido y cuantos hijos he engendrado? Me tienen como un animal semental y eso, eso no lo busco yo. Tengo que hacer algo para romper el bucle, algo tiene que suceder."

La Luz se va haciendo más fuerte, al mismo tiempo va olvidando cosas. A lo mejor la triste enfermedad del Alzheimer es solo la que va borrando la vida en este plano. No le dejan ni a Sol ni a sombra y es empujado dentro de su desvanecimiento a una lucha sin igual. Su alma y su conciencia luchan, las dos quieren cosas diferentes y no se pueden separar, no existen de forma individual y separada.

“Desde las profundidades del mar, me atrapan los pies y no puedo nadar. Me tiran para abajo y me quedo sin respiración. Todo pasa muy rápido y no vuelvo en sí. Me quedo inmóvil en lo más profundo del océano, nadie me ayuda. Tampoco no sé quién lo podría hacer, los peces no hablan y los tiburones están al acecho. Huelen la presa y eso que no he echado sangre. Quien me puede agarrar de los pies y no dejarme subir a coger una bocanada de aire. Quien puede ser si todavía siento mi corazón, bombea rápido y acelerado. No es solo por la falta de aire, es por el miedo atroz que me va invadiendo. Pierdo el sentido y como en un sueño entro dónde me encuentro ante Poseidón.” 

Le pregunta y al mismo tiempo, le dice el porqué de su muerte.

Han sido mis lacayos, quienes te han agarrado y traído ante mí.

“¡Porqué!”, le pregunta Joshua Tender. 

“Es muy fácil, estabas condenado a pasar ante mí, estás destinado a estar a mi lado”.

Yo no sé nada de peces en el mar ni nada sobre la vida en estas profundidades, porque tengo que ser elegido. Somos tantos en el mundo y me ha tocado a mí. Quiere que sea su siervo y yo no quiero. Me ofrece las sirenas más guapas del mar y yo le sigo rechazando. Le digo que me devuelva a mi origen y me dice que mi origen, que mis raíces son como las algas de la orilla. Que siempre vuelven al mar, que si alguna vez tocan tierra. Cuando sube la marea, vuelven a su origen. Es eso lo que dice que me pasa y yo le pregunto quién soy, si está tan seguro.

Me ofrece vino en una copa de plata, me ofrece un lecho para descansar. Lo acepto y me duermo dentro de mi desvanecimiento. ¿Porqué, un sueño?, porqué al rato despierto y me veo y no me conozco. No sé si será pesadilla, pero Poseidón no está y me veo cercano a la muerte. Me ha faltado el aire demasiado tiempo y me encuentro en la orilla del mar, con la marea baja. Dudo, si quedarme y esperar a que suba, a ver dónde me lleva. A lo mejor, tenía razón y solo tengo que esperar unas horas, para poder vivir unos años. Unos años que pueden ser diferentes, rodeado de peces que no hablan y de tiburones que están al acecho. No sé qué hacer, la vida en el mar es diferente a la de la tierra. A lo mejor el mar es la Oscuridad en sí, puedes encontrar una muerte segura, pero lo que es seguro es que no encontrarás falsas promesas ni falsos destinos.”

Navega ahora por un mar oscuro, navega sin timón. Condenado a un viaje sin destino y sin retorno. Donde irá, a donde le llevará el barco. Cuando no ve ninguna estrella a lo lejos. A donde le llevará el camino, un camino lleno de olas y mareaje.

“Qué lástima no encuentro la orilla, no hay faro que me oriente. Mi barco me lleva a la deriva, sin motor y sin aire... Es como mi corazón que anda en pena. No encuentro el faro y las estrellas no quieren ayudarme y me deja en la más absoluta oscuridad. Tengo un perro a bordo y no para de ladrar, me martillea la cabeza como si yo tuviera alguna locura. Maldita enfermedad tiene que ser, que me lleva el barco a la deriva. No consigo retomar el rumbo, hacia una isla costera. Los demás barcos siguen con su pesca, son barcos de poco calado con que la orilla tiene que estar cerca.” 

El perro ladra y los demás patrones que lo oyen a lo lejos, no quieren ayudarle. Su barco va a la deriva, porque le ha tocado a él este martillo, Porque le ha tocado a él y porque le han cortado las alas que le hacían volar, volar muy alto y navegar por los siete mares.

“A lo mejor viene una tormenta y que caigan rayos y truenos. A lo mejor algún patrón se digna a prestarme ayuda, quien sabe. Pero el perro no deja de ladrar y se queda atento a la oscuridad de la noche. ¡Qué más da!, yo sigo a la deriva con el incesante martilleo del ladrido en mi cerebro. Quién sabe si vendrán sirenas, quien sabe si vendrán otros seres del mar. Me ayudarán y llegaré a costear.  Busco la orilla, busco el amarre en algún buen puerto y descansar mis huesos entumecidos por la humedad del mar. Quien sabe cómo acabará mi historia, solo el destino lo sabe.”

No hay peces en el mar, un mar sin aliento y sin vida. A donde le llevará, que no es  capaz de adivinar. Ninguno le querrá guiar y a ninguno ve en el mar. ¿A dónde irá, a donde le llevará?, que no rema ni tiene motor. Ni tiene ganas, ni tiene fuerzas. Es un mar bravío que le tiene en un desvivir. Que será de él, si no llega a buen puerto. Puerto que no se divisa, puerto lleno de capitanes y marineros. No hay lonjas de buen pescado, no tiene peces el mar. Es un mar, para perderse a lo lejos, tal cual lo que hace Joshua Tender.

“No tengo familia, de la que despedirme, mis hijos y mis nietos ya no se acordarán de mí y quedaré en el olvido. Si me lleva el mar para adentro, moriré sin testigos y sin carta a quien enviar. El barco sigue a la deriva, sigue sin rumbo fijo. A donde iré, a donde me llevará si no hay peces en el mar. No hay estrella ni luna que me alumbre, en el oscurecer de la noche. El mar sigue bravío y yo me ato a una cuerda. Esta me mantendrá seguro, seguro si el barco no hace aguas. Cosa frecuente en los días y las noches de oleaje, pero prefiero no pensarlo. ¿Qué mar es el más bravío?, no lo sé. Pero, por este que navego, se pone duro y rabioso, como perro que defiende a su amo y yo quisiera intimidarle. Intimidarle o penetrar en él, haciendo camino. Un camino que no hace surco ni deja huella. Nadie me sigue, nadie me busca. Como encontraré la salida, falta para que se haga de día y vea la luz. “

Pasará las largas horas de la noche, atado como un condenado a la barandilla. Nadie le mira, nadie le observa. Al menos que sepa él y fija él sí, su mirada. En el horizonte se ve un rayo de luz, un rayo de esperanza. Las olas y el mareaje se tranquilizan. Pasan las horas de la noche y cree que encontrará la paz.

¿A qué se debe?, él sigue sin rumbo. ¡Qué más da!, lo importante es vivir y salir de la situación ¿Cómo lo hará? , no lo sabe, pues no se desata, por si acaso. Él sigue ahí, con miedo. Ha pasado pánico, pánico a la muerte o al ser devorado por las olas. Ya que no hay peces en el mar ni tiburones a quienes temer. Sale el Sol, pero no divisa tierra. Sigue navegando a la deriva, pero ya tranquilo, se desata y busca refugio dentro de la embarcación y dentro de su corazón. Este late despacio, después de una larga noche. Noche que no olvidará, se siente libre, aunque no tenga destino. El destino no está marcado, ¿o sí?, a saber.. Solo sabe que después de tanto volar y navegar, como con una bocanada de aire despertó. Sí, despertó. Lo primero que hizo fue mirarse las manos, sonríe y después suelta una carcajada. No son las manos de un anciano al que la muerte le acecha como un tiburón, sino de un joven de unos 23 años. Es el Sol el que le ha despertado, que habrá pasado en toda la noche. ¿Todo ha sido una aventura o una pesadilla?, sorpresa mayor es cuando algo le golpea encima de la cabeza, es una manzana. Ahora se queda más que sorprendido y se pone de pie, se incorpora y se aleja diez metros de dónde estaba sentado. Ahora se frota los ojos, es un manzano, aquel que punteaba en su mente. Pero, se pregunta. ¿Todo ha sido un sueño o es que ahora es cuando realmente he despertado?