viernes, 25 de septiembre de 2020

 

                                                           NIDOS DE PAJA

A cada cuál su destino, a cada cuál allá con sus actos, cada uno de nosotros se teje su nido como una tela de araña. Nadie sabe por dónde saldrá el disparo, el cohete hacia su particular Luna, todo depende de su formación y de sus contactos. Allá cada cual con su destino, aunque este esté escrito a grandes rasgos. No se puede presuponer que es dueño de sí mismo, si está en contacto con aquello o aquellos que como si fuese guiado con cuerdas, fuese de un lado para otro como oveja en un redil.  ¿Quién hace de araña cazadora y quién hace de inocente mosca?, ¿cómo saber si esta quedará atrapada en tal tejar?  Yo solo sé lo que digo, pero narrarlo, ¡ay!, narrarlo lo dejo en manos de aquel que le conté cierta historia.

Es el momento, que como una tela de araña se va tejiendo un nido de paja, tan difícil y a la vez tan frágil, que cualquier golpe de viento o susurro, puede lanzarlo al suelo. Que estaría pensando Arteche a la hora de aceptar hacer su nido de paja, en vez de hacerlo con hormigón armado, que es tal como es el amor que le procesa tanto a su mujer como a sus hijos. Tres vástagos de edades diferentes, como son sus necesidades. Uno, el más mayor a punto de entrar en la universidad, el mediano en quinto de primaria y el más pequeño y el más consentido, con todo el tiempo del mundo a sus seis años. Las necesidades aprietan, muchos gastos y muchos problemas de dinero, para un simple sueldo de carpintero fúnebre.

A todos los dioses les pide bondad y que les dé riqueza, con la que poder alimentar a los suyos, pero es difícil, así que según va transcurriendo el tiempo el nido de paja se va tejiendo y él sin darse cuenta, se verá involucrado en cierta historia que ahora os voy a relatar… 

Veo esvásticas en el horizonte, que como nubes negras se ensalzan como un tizón y se acercan tan rápidamente que el cielo se hace oscuro. El ocaso amenaza a todo aquel que se cree digno y la tentación de aquello que hace de uno un As del juego, hace mella en el protagonista de aquel que lucha por la vida.  Cruces de hierro apuntalan a aquel que es más digno, sangran las manos de los obreros honrados, que como Arteche, intentan sacar adelante a su familia. Clavo a clavo, barniz a barniz hace sus propias obras de arte, pero es tal su labor que llega a veces hasta estar “colocado”. No es la primera vez que se quita la mascarilla y tomando asiento, aspira para dentro para hacer que su cerebro se evada, haciendo de él un verdadero candidato a probar suerte en otros ámbitos más allá de la carpintería.  Su sueldo al ser el único que entra en una casa de cinco, no llega casi a fin de mes, solo pan y arroz muchos días, es lo que les lleva al desespero. Son a veces los nervios lo que le traicionen a veces o será su mente que lucha y lucha, por decir siempre que no. Todo por no querer pasar por el aro, el aro de la corrupción y el sueldo en negro que le ofrecen a media jornada a su mujer en una triste cafetería. Mujer que hace malabares con el dinero ganado con el sudor de su marido, marido que ve que aquel que es digno, a veces se ve tentado a hacer o a trabajar en casos turbios.

En los momentos oscuros de la humanidad, es cuando realmente se conoce la esencia del Ser humano. El saber de sus límites y el saber de sus habilidades, les hace merecedores de sus méritos. ¡Ay!, aquel que no se descubra nunca, no sabrá realmente quien es y lo que es. Yo solo soy un mero escritor y un simple observador de la vida narrada por otra persona y por encargo.

Arteche, solo sabe que trabaja y ha formado familia y con ello vástagos a los que vestir y alimentar. Solo ello le motiva, solo el mero hecho de la lucha diaria le hace merecedor de su máximo mutuo respeto. Todo es como es, todo no se descubre en un día y siempre hay un ayer, un pasado del cual se aprende y le enseña a uno. De oficio carpintero, ve oscuros destinos de la vida, no es un carpintero cualquiera, ya que no todos aceptan fabricar ataúdes para aquellos, que ya muertos han pasado a otro tránsito de la vida. A algunos debe exportarlos después a sus países de origen y ahí, ahí es de donde viene la tentación a la que él, sigue diciendo que no.

Féretros y más féretros, pasan por sus manos, de más grande al más mediano. Solo se le parte el alma al ver a alguno de corta edad y que debe coger madera blanca, como símbolo de la pureza y la inocencia de dicha edad. Solo esos, solo esos los pasa de largo sin meterles en la boca cierta cantidad tóxica que pasará fronteras.

        ¡Cocaína”!, me pica la nariz, ¡cocaína!, se me impregna todo mi cerebro, clavo a clavo al final ha aceptado. Clavo a clavo, voy exportando la droga. “Cocaína”, es la gran tentación y zapatos nuevos a final de mes para mis hijos.

¿Quién diría que no a tal suculento plan?, todo es perfecto, nadie se fija en un ataúd. Solo huelen a eso, a cadáver. El olor de la carne a los tres días, hace pasar inadvertido tal efecto a los perros, es un negocio redondo, es un plato suculento. La corrupción viste a mi familia y da de comer a todos aquellos que me rodean. Ataúdes que vuelan por el mundo, repartiendo infelicidad y falsos motivos de vida. Pero eso a mí, me trae sin cuidado, solo veo lo que veo. Sigo para adelante, el plan es perfecto, un poco de coca escondida en la boca del difunto. Un kilo o dos, no se nota para nada.

Poder, se siente poderoso, se ha convertido en narcotraficante, hace, siente que trafica de manera clandestina todo aquello que se le pasa por la cabeza. Tentaciones, más tentaciones se le pasan  por las manos, tabaco, alcohol, qué más da. Todo ello produce dinero, mucho dinero y eso, eso le ha convertido en algo, en alguien que él dice, alguien importante. Cuando realmente, no deja de enfangarse más en el lodo y con la policía al acecho. Brinda el año nuevo, con champán del bueno. Su mujer es cómplice, ya que sabe lo que sabe y eso la convierte también en objetivo de la policía.

Ya hace tiempo que ha dejado de ser una persona anónima, de ser aquel que no quería participar de lo que sería su segunda familia, aquella que calla y acompaña en los momentos dulces al poderoso Don Dinero. Como una mosca alrededor del oído, siente el hormigueo de aquella llamada “riqueza”. Sus vecinos no dan crédito a sus ojos, no saben que como lo ha hecho para subir tan alto su nivel económico. Se preguntan una y otra vez, llegando al punto en que él les llama “cotillas” y es que no tiene listón ni miramiento para llevarlo con discreción. Todo son caprichos y más caprichos, ¿qué quiere un coche nuevo?, se compra dos. ¿Qué quiere reformar el piso?, se lo reforma. Es tal su descuido, que cae hasta en su propia trampa, trampa que no es otra que el además de traficar, consumir.

Todo es fiesta, pero su trabajo es continuo, sobre el de aquellos cadáveres que son exportados a otros países o a otros destinos.  Si existe Dios, que baje y me vea, yo soy él, yo me considero Dios. Reúno a todo el mundo, a toda la cúpula que es merecedor de mi respeto. Me he convertido en alguien, alguien importante, mi labor es una de las más secretas y todo el mundo calla boca o se la compro.

Se me ha ido de la memoria todo aquello que era hambre e infortunio, aunque en mi trabajo no haya crisis alguna, tengo 3 hijos y una mujer, y mi mujer la quiero en casa. No por machismo, no, ni mucho menos. Solo quiero que disfrute de todo aquello que yo puedo darle y tratarla como una reina, mi reina. Callad bocas es mi gran labor, ya sean a aquellos que ya han perecido, como a aquellos que se creen que con placa en mano pueden entrar en mi lugar. Alguno ha venido y alguno he acallado con un buen fajo de billetes.

No se da cuenta, que el dinero ganado es a costa de aquellas personas con una fuerte adicción y que les puede acarrear a la larga una triste enfermedad o trastorno mental. La droga en sí, es lo que hace, mata y mata no solo la vida, sino también las neuronas de aquellos que se creen más importantes.

“Cocaína”, maldito nombre. ¡Ojalá!, algún día desaparezca del mapa mundial aunque ello lo veo realmente difícil. Hay que tener dinero, para conseguirla. Hay que tener poder y saber tener autocontrol, aunque al final ese control desaparezca quedando a todo aquel en el fango y en el lodo. Es triste, pero llega un día en que la efímera vida y la verdadera realidad se unen y se escuchan las sirenas de aquellos coches pintados de azul, se acercan  a su casa, a su castillo y a golpe de maza la abren. Abren la puerta, y con perros con arnés pasan a su interior, a su ya no humilde morada. No tardan mucho en encontrar la pista, no pasa ni una hora en escuchar de boca del inspector en cuestión….

        Quedan ustedes detenidos.

Frase, maldita frase escuchan, cuando al mismo tiempo son esposados y separados de sus hijos.  Lloros, lamentos y lloros, es lo que se escucha desde el otro lado de la pared. Como el que ha jugado a las cartas y ha ido de farol, no se esperaba que algunas cartas estaban marcadas, marcadas por aquel clandestino que le hizo picar el anzuelo. Todo es como una partida de póker en la que al final lo acabas perdiendo todo, desde el dinero, pasando por el trabajo o la familia. Qué más da, todo quedará entre los barrotes de la cárcel. Todo parecía un juego fácil y es que al principio te dejan ganar, hasta que te tienen bien cogido y bien jodido. Más vale callar y tragarse el bulto, cinco años a lo mejor le caen. Pero eso no le preocupa, lo que le preocupa es el destino de su familia, porque su mujer es arrastrada a la más pobreza extrema. Sus hijos con la asistenta social y ella, ella a  lamentos y lloros, lloros y más lloros, lágrimas que antes eran risas. Risas que ahora no se ven y se desvanecen en el humo negro de la sociedad.

        Te sentías invencible, te sentías en lo más alto. Nadie se escapa de la mano del ejecutor, de la justicia en sí.

Euros, miles de euros le llevan a conocer el gran poder de la codicia, no tiene freno y eso, eso es lo que le falla. Todo es un lamento ahora, pero antes, ¡ay!, antes era el poderoso. Conocía a todo aquel corrupto que se dejaba llevar, pero lo que no comprendía es que no todo el mundo no es igual. Que hay aquellos, que son muchos, que no se dejan ni comprar ni vender y van a la caza, haciendo ellos mismos de presa o de anzuelo. Todo queda como queda y no lo supieron ver venir.

        Un poquito de “azúcar” por favor, un poquito de polvo blanco, que me endulce la vida y le dé sabor. Yo soy un campeón, yo soy un hombre que no baja nunca el telón. Dime si me equivoco, dime si estoy en un error. Escribe y escribe, entre los barrotes de la cárcel hago tratos, hago favores y ellos me lo hacen a mí. ¿Adónde ocurre esto?, a saber. A lo mejor es en otro país, a lo mejor es en otro planeta. Quién sabe, a lo mejor estoy en Marte o en la luna de Valencia, quién lo sabe. Yo solo quiero vivir y prosperar, aunque sea aquí adentro, tengo mujer e hijos y por ellos hago de casi todo.

No voy a decir el nombre de mi mujer, a ella prefiero mantenerla al margen, prefiero tenerla en un segundo plano, al final mi querida esposa no ha ido a la cárcel. Mis hijos son con ella y ahora sí, ahora tiene que trabajar a cambio de un sueldo digno. Los tratos los hago yo, aquí, a la sombra. Sin que me dé el Sol así lo hago, de boca en boca, de voz en voz, aunque esta sea la mayoría de veces como un susurro. Tengo que mantener mis cosas y mi tela de araña, simplemente para que el nido de paja se siga manteniendo en el árbol donde lo formé.

 

 

sábado, 12 de septiembre de 2020

 

                            TREN DE LARGO RECORRIDO

Enciendo una vela, el color da igual, lo que deseo es canalizar, lo que deseo es pasar un rato agradable con aquel o aquella que entre por mi puerta trasera, que penetre dentro de mí y me haga escribir, me haga contar su particular historia. No me es más importante una más que otra, ya que todas son vividas por aquellas personas que son únicas y verdaderas, ya que las ven desde su punto de vista. Dejo mi cuerpo fluir a través de la música, mi gran banda de frecuencias es mi buena comunicadora vibratoria. Pasa el rato, no mucho y noto que alguien pica a la puerta, entra, entra de forma suave y respetuosa, así que me dejo llevar…

        Mi nombre no tiene mucha importancia ya que fui una de tantas y de tantos, que por su orientación sexual, fui deportada a un campo de concentración en plena época de la segunda guerra mundial. Luché con uñas y dientes, pero así fue, era otra guerra, otra vida completamente diferente y qué más da, si yo ya no volví a ser la misma persona. El abatimiento y la frustración me acompañaban, como el número tatuado en el brazo. Ese era mi nuevo yo, algo que no me podía creer estaba sucediendo. Poco a poco, fui perdiendo peso y con ello mis nervios fueron cada vez más frecuentes. Deseaba que me mataran, deseaba morir ya para dejar de sufrir, pero tardé, no me lo podía creer, no fue tan rápido como hubiese deseado. Mi nombre fue olvidado, tanto, que nadie ya se acuerda de mí, nadie se acuerda de que todos aquellos que por alguna razón fueron marginados y exterminados. Solo me acuerdo del hambre y del frío, ya que la ducha de gas fue solo un momento. Un momento de grito silencioso y unos pocos segundos de ahogo y todo sufrimiento pasó.

Yo me callo, la vela arde y la flama se erige y se hace alta.

        Escribo gracias a la ayuda de un narrador silencioso, alguien que puede, no darle voz pero sí dejar plasmado, lo que era antes mi vieja y querida Austria, más allá de la auténtica Viena está el famoso Danubio. Río que como si siguiera su curso, seguía la vida de todos los deportados a aquellos horribles lugares, hoy en día siguen conservados pero sin vida, para que no vuelva a suceder.

Flujo o influjo, no es lo mismo. Flujo ocasional o influjo de una Luna en órbita con la de  que es siempre testigo. Flujo con alguien en especial, órbita permanente en un planeta quizás diferente. Quién sabe, a saber. ¡Ostras!, todo es una quimera o simplemente un divagar, lo que escribo lo escribo yo o es alguien que se cuela dentro de mí, haciéndome escribir frases con o sin sentido.

        Lo sé, no hace falta saber mucho, cuando una mujer como yo, con mi posición y carrera, se deja llevar por el influjo lunar y el flujo le humedece toda ella.

Qué más da si no es por un hombre su deseo carnal, qué más da sino es más bien por una mujer de igual por igual. Rezad todo lo que podáis, dejaros llevar por los deseos carnales y hacer elevar vuestro espíritu, que mejor manera de hacerlo que así. Una y otra vez, a la caza o a escondidas, quién sabe la mejor medida. Todo es un suponer, porque Anna, sí,  Anna está de mejor ver.

        Yo no soy ella, yo soy yo, o quizás sea el que escribe, que dice ser un hombre y yo lo pongo en duda. Aunque, sin faltarle el respeto, porque la condición sexual no hace persona ni hombre a aquel que no lo es, ya que para ser hombre basta con ir con respeto y dignidad por el mundo, un mundo que todavía aparta a aquellos que siguen otros valores, como por el ejemplo los de la amistad y la complicidad. No lo decía por otra cosa,  no es porque no sepa cuál es su deseo privado. Aquel que todos desean, aquel que todos anhelan, pero que nadie cuenta. Quién sabe la verdadera verdad, yo soy una mujer que simplemente desea a otra mujer, qué más da, lo bonito, lo único bonito de verdad es desear y amar al mismo tiempo. Un roce, una caricia, un simple beso o quizás algo más.

Los dedos no paran en el teclado, yo le pregunto su nombre y ella se niega y sigue narrando su historia.

        Las nubes no dejan ver del todo a la pequeña roca del Universo, que gira y gira alrededor de la Tierra y nos dejamos medio cuerpo en el descanso nocturno de cada noche. Solos y solas, todo por miedo o por desgracia, no todo el mundo tiene lo que desea. La compañía, el deseo de tener pareja se desvanece con la edad  y yo era todavía joven y por eso conservaba la buena conexión con mi amiga de ratos íntimos. Solo eso, en tiempos prohibidos. Solo eso, en épocas clandestinas y que todo era lo que era y lo que únicamente ha cambiado es la fecha. Sí, porque no en todo el mundo es igual y eso, eso siempre ocurrirá. Pero mientras tanto yo voy a lo mío, al deseo privado de tener, de poseer a Anna.

        Beso a beso, acaricia mi boca, yo quiero más, yo deseo poseerla y que sea mía por más de una noche. No quiero beber, no quiero fumar, solo deseo el puro sexo carnal, ese que me desfoga y me desahoga, aunque advierto, yo soy una mujer sin límites, no miro para atrás, el pasado ahí queda. Un pasado que no quiero recordar, ya que yo de hombres y maridos no quiero más. Se acabó el aparentar, soy como soy y voy por delante con la verdad y esta, sin tapujos.

Según intuyo y percibo, tal día en la calle llueve a cantaros, la pequeña habitación alquilada se ilumina de los relámpagos que entran por su pequeña ventana. Todo es lujuria, todo es placer, ella quiere más, ella desea que no se pare nada, menos el instante, el presente mismo. Son las doce de la noche y no sabe cuándo acabará y no sabe cómo terminará, si para bien o para mal. Anna, simplemente Anna está con ella y eso, eso la enloquece y el flujo sigue, al igual que el sudor de la espalda.

        Flores, veo caer en vez de nieve veo caer flores, son como amapolas o la flor del almendro, quién lo sabe, yo solo sé que estoy a punto del éxtasis. Lo oculto, lo clandestino, le da un poco de más de gusto al asunto. Todo es un suponer, todo es un no saber. Yo disfruto de su amor y compañía, gozo de sus ratos de cama. ¡Agárrate!, le digo. Que se agarre fuertemente a la sábana, porque el tren está a punto de pasar y como una locomotora te hará gozar y silbar. Echarás hasta humo por las orejas, solo eso verás al cerrar los ojos al llegar al clímax. Déjate llevar, déjate, súbete al vagón que el tren es corto, pero el trayecto es largo, no se sabe de cómo, pero es así, yo te hago gozar, le digo mientras la hago mía entre mil y cincuenta noches.

¿Dime tú que pretendes, cuando me haces escribir ciertas frases? Coméntame, aunque sea con un sexto sentido, la razón de todo aquello que te pasó. Solo siento a una mujer ya anciana, sí, tu amiga sobrevivió y espera, espera el momento de vuestro encuentro. El momento de volver a uniros, ya no carnalmente pero sí de forma espiritual, ser una sola para siempre, para toda la eternidad o más de una. Quien lo sabe.

        No, no me hagas llorar, que ya no pueden caer lágrimas de mi rostro, ya que este ya no lo tengo. Solo soy una pequeña partícula de energía en este inmenso mar que es el Universo. No me digas que está ahí, no me digas que me espera porque entonces yo la esperaré con todo mi corazón, ese sí, ese sí que existe dentro de mí. Ojalá pueda ser verdad lo que dices narrador, ojalá pueda reunirme otra vez con ella. Porque en este mar, no existen ni las prohibiciones ni las religiones, solo el libre albedrío es lo que domina el oscuro y frío Universo, solo el deseo y que  aún la amo todavía aún más.

Tuvo mejor suerte al estar casada, con un hombre al que quería pero no lo deseaba, porque el deseo, para el deseo ya te tenía a ti y solamente a ti. Mientras se mece en la silla, recuerda solo lo bueno, lo malo son solo momentos fugaces que intenta no recordar, pero que no puede olvidar. Solo le vienen a veces a la mente, hombres vestidos de gris entrando por la puerta de la habitación clandestina, pistola en mano.

        Que a mí no me vengan con religiones, cuando pasó lo que pasó. Eran otros tiempos, pero éramos felices, tanto, que a veces nos hacíamos invisibles, no se nos veía en días y ello era posible, porque para nosotras al estar juntas se nos paraba el tiempo. Tanto, que no veíamos pasar los años y ya llevábamos unos pocos.

Presiento y siento a lo lejos una súplica.

Súbeme la camisa, quítame el sujetador y seré todo tuya. Dime cielo mío, que buscas realmente de mí y yo te lo mostraré en una bandeja de plata. Todo, absolutamente todo será tuyo, no me importa nada más que tu deseo de que me desees.

De la súplica, al recuerdo como si fuera un ayer no muy lejano.

        Como un huracán, como un ciclón se convirtió la cama de la habitación. Todo, absolutamente todo fue revuelto y envuelto entre las sábanas antiguas de nuestro pequeño lugar privado. Por poco dinero, la alquilábamos y por un poco más, la dueña hacía la vista gorda. Eran otros tiempos y aquello que ahora se reivindica a voces, antes era callado y silenciado. No estaba bien visto en ningún lugar, pero qué más da, yo siempre he pensado que lo importante es saber amar. Ya sea de hombre a mujer, de mujer a mujer o de hombre a hombre, qué más da, lo importante es tener sentimientos y saber cuándo nace el amor dentro de uno mismo.

Por un instante debo abandonar, por un momento debo dejarlo, hay choque de energías. ¿Quién vendrá, presiento algo nuevo?, no lo sé. Como si no viniese de tan lejos, solo nos separan unos miles de kilómetros y varios ríos. La energía es muy potente, de un alma ya entrada en edad y sabiduría.

        Era como derribar un muro, un muro lleno de lamentos, alimentado con angustias del pasado. ¡Hola!, yo soy Anna, soy la que se presenta como puede, ya que a mi edad, no me puedo encomendar a nadie, ya que ya mismo veré la luz o la oscuridad. Solo desearía verla a ella, no digo su nombre, prefiere estar en el anonimato y eso se lo debo respetar. Tengo que reconocer que como mujer, era increíble y una máquina de amar, la locomotora siempre silbaba, llena de fuego de pasión. Fueron tiempos no tan lejanos, ya que yo los tengo muy presentes. No sé adónde llegará todo esto, pero en fin. Así ocurrió, mi marido me tapó, jugándose él el tipo, pero nunca me lo perdonó y a partir de entonces dormimos en camas separadas. Solo dábamos la imagen en público, a la familia y poco más. Pero no había noche que no abrazará la almohada, como si de ella se tratase, colocando esta de manera vertical y pegada a mi cuerpo. Todas las noches, entrecruzaba la almohada pensando en ella, mi marido solo salía de su habitación para fumar. Se enfadaba, se cabreaba mucho al ver mis deseos. Yo no cerraba la puerta, para qué, yo también había muerto o desaparecido mi alma y mi deseo de amar, de poder querer como debe de ser.

        ¡Estás ahí!, qué alegría me da, el poder comunicarme contigo. Solo debes poner aquella música que escuchábamos de aquellos años, algunos fueron realmente buenos. Dime, dime si deseas que te espere o quieres que siga mi camino. Todo depende de ti, todo será como tú quieres que sea.

La mecedora ya no se mueve, con mucho cuidado y como puede, se pone de pie. Se acerca  a uno de aquellos tocadiscos y sacando el polvo a la portada del disco, lo hace girar con la aguja surcando los viejos tiempos. Se sienta, toma de nuevo asiento y su rostro se le ilumina. Ya la ha encontrado, ahora no se separará de ella, será como debería haber sido. Pero más vale un reencuentro, que un eterno adiós. Yo no lo lamento, yo me alegro que ellas dos se hayan encontrado. Eran otros tiempos, aunque en muchos países las cosas no cambien del todo, el amor sigue siendo el amor.

Al final la encontré, gracias le doy al narrador, que ha sido capaz de encontrar aquello que me faltaba en mi corazón. Siempre recordaré cuando éramos jóvenes y más alocadas. Al final he aprendido, que todo es posible, la animaré a que siga viviendo, ya que cada vez que gire el tocadiscos, girará de nuevo nuestras vidas, recordando los años que nos conocimos. De la forma clandestina y secreta, en aquel local de cierto lugar discreto de Austria. Sin entrar en más detalles, ahí lo dejo y si ella quiere añadir algo que lo haga, porque yo ya estoy dentro de sus pensamientos y de su corazón.

 

 

viernes, 4 de septiembre de 2020

 

                                                                 EL PARQUE

Os vais a llevar una grata sorpresa al leer el siguiente relato, ya que este se sale de lo normal para colarse en lo paranormal. ¿Quién sabe la verdadera verdad, quién de vosotros puede decir que lleva realmente la razón?, si cada uno lleva la suya. Todos, absolutamente todos tenéis vuestra parte de verdad, esta, si la pusiéramos encima de una  mesa acabaríamos el puzle del mundo. Lo relatado, relatado queda.

El guardián de las llaves, me llaman. El conserje del parque es como me llaman, ya que trato a las flores, mimo a las plantas y a los árboles y a los niños, bueno a los niños el trato es con respeto y con cariño, aunque alguno necesite una reprimenda. Yo a veces me río con ellos, no de ellos y sigo con mi trabajo, barriendo con mi escoba, no solo las hojas caducas que caen, si no los lloros y los lamentos de aquellos que acuden en mi ayuda. No, no solo son los niños, hay algún que otro desesperado de la vida que toma asiento en alguno de los bancos que hay y me cuenta sus penas y desgracias. Pitillo en mano los escucho, cigarro en boca y asentando con la cabeza, saco humo por la nariz. No sin antes hacerles recordar alguna alegría de su triste pasado y con ello sacarles una sonrisa y conseguir con ello, que se vayan a sus casas algo felices. ¡Uy! Me levanto, es casi la hora de cerrar, la noche se acerca sin darnos cuenta a los pequeños ya se los llevan a sus casas los padres. Pero todavía me da tiempo de escuchar, pero, todavía me llega al oído cierta conversación.

Dice un niño espabilado…

        Chico malo del oeste americano, chico bueno del centro mexicano en duelo se baten. Como si fuesen niños por un helado, una copa de whisky, una copa de ron quién de los dos será el más rápido y el más vacilón, a saber.

Yo como siempre soy un simple narrador de historias increíbles, al que me llegue al corazón, qué signo de los dos me llegará asentir aquello que me alberga interior de mi alma, todo es increíble, todo paz en un mundo y no soy un falso de cordero.

Una niña entre suspiro y suspiro, cuenta y cuenta…

        ¡Que me gustan más!, que se batan en duelo por mí o quizás, una noche divertida  sin dormir con toda aquella plebeya que me hiciera disfrutar y jugar a las prendas.

Si quieres dominar el cielo en la tierra, tendrás que hablar con aquella que llaman la bestia, quién será si no, sino aquella que dominara el mundo. Aquella qué canalizo está su  energía, lo qué dice lo hace y hace lo que dice, lo que llega realmente hacer es su afición por vivir.

Entonces les digo yo…

        Desde las constelaciones de Orión y Pegaso, lanzan una advertencia. Acercaos a la bestia, acercaos a la bestia y podréis ver lo bella qué es tanto por dentro como por fuera. No es nada siniestra ni nada malvada, todo es como es, tergiversar la verdad de forma que todo quede en una fobia, en un miedo a lo desconocido.

Quisiera de mí entonces, rendir homenaje a aquella que llegará cuando yo no esté, porque para ello falta todavía mucho tiempo. Tiene que darse cuenta el mundo, que no es que camino por otro lado, es que lo tejido no es de abrigo. La oscuridad es así de fría y negra, todo ello es un caminar por un sendero desconocido y como siempre, lo desconocido es de valor y por eso también de respeto.

Soy el guardián de las llaves, sí, pero también guardo con todo mi tacto y aprecio a aquellas almas que corren y juegan por el parque, en dónde yo soy el único que manda, siempre que los padres lo necesiten. Niños que juegan y corren, ajenos a todo lo que se disfraza de bondad para llegar a hacer toda la maldad posible, por eso mentalmente les digo y les repito.

        No os fieis ni de vosotros mismos, buscad rápido a vuestros padres que estos son los que os alientan y os ayudan. No hay nada mejor como el amor de una madre y un respeto y referente como la figura de un padre. Para bien o para aprender de lo que no se tiene que hacer, están ahí y con sus consuelos o sus consejos llegaréis lejos. Creceréis y seréis el motor de la nueva humanidad, esa que tanto se busca y se anhela.

Ahora, cerrada la verja del parque, dando un paseo, me dirijo a ver a una amiga a que me saque de dudas, el paseo es largo, unos veinte minutos andando ya a mi paso. No es que sea un viejito, pero los años ya me pesan, me voy acercando a los sesenta y eso es de considerar y de apreciar. Por el camino, me voy cruzando con muchos que me conocen, todos me saludan y eso, eso me llena de orgullo, porque significa que hago bien mi trabajo y me consideran como persona. En fin, al final llego al encuentro. Puntual, son las nueve y media. Pico al timbre de la puerta y Sandra me abre la puerta, ella contenta y feliz me abraza y con un beso en la mejilla, cierra la puerta detrás de mí, invitándome a entrar en su piso.

Nada, aquí me encuentro sentado, enfrente de una de aquellas qué dicen saber echar las cartas, en fin, habla y habla y no me hace ninguna pregunta alguna. Pero todo lo que dice, ya sea pasado o presente, acierta. Qué más da lo que diga, pues no todo tiene que ver con mundos paralelos, o sí. Quién lo sabe, yo no me levanto, miro, escucho atentamente, no acaba nunca de hablar. Al igual que de sacar carta y de barajar el triste destino, ¡ese! el que tienes tú delante de ti.  Yo no abro boca,  sigue hablando con voz tenue, tan suave que los pelos del brazo se me ponen de punta al pensar si yo tengo algo de culpa, es posible. Si todo por dejarme llevar cegado por un mundo en el que lo normal es pasar por el aro o por el tubo, da igual como quieras decirlo, sin ver qué más da, yo la escucho y la escucho.

No desvío la mirada y observo como la señora en cuestión que está sentada enfrente de mí y solo con mirarme a los ojos, ya sabe la mitad de mi vida. Ello no me preocupa ni lo más mínimo, no tengo nada que esconder. Solo pienso en que estoy pensativo y nervioso por una razón de dinero. Pero eso no se lo digo, solo le digo que vengo por curiosidad y observo como baraja y baraja las cartas con los arcanos.

        Dime alma de cántaro, ¿cuántos años tienes, cuántos años de experiencia de tu vida has invertido en aprender lo aprendido?

Me quedo sorprendido, me queda anonadado al escuchar tales palabras, eres, eres de lo más dentro de su Ser y yo no soy nadie a su lado, yo soy nada ni con mi hacha ni con mi espada en forma de escoba. Yo seré lo que seré, como siempre si hay quienes saben hacer y siempre saben que no saben.

Generalmente se huele a la destrucción, cuando se habla de ángeles y demonios. Generalmente se huele la batalla, cuando los portadores de la luz son descubiertos por aquellas almas qué son libres y acompañan las alas de la noche. La Luna hace eclipse al Sol y todo se vuelve tétrico y frío. El frío me entra hasta las venas y mi sangre se vuelve negra, ¿por qué será?, porque tendréis oscuro destino y no sabes realmente a lo que te enfrentas hasta que lo ves delante de ti. Todo es así rebeldía, pura rebeldía, uno frente al otro se lanzan espadas y cuchillos solo con la lengua.

En qué mundo vivimos, si en aquel que permanecemos dormidos, en qué mundo vivimos si cuando realmente vivimos es cuando estamos dormidos. Quisiera ir, nosotros al final no se sabe, solamente nos separa una cortina transparente, quien sepa realmente cuál es nuestro verdadero destino y nuestro verdadero camino, todo por el deseo de dominar el Universo entero, el Cosmos en sí.

Como extraños en el día y en la noche, nos encontramos cara a cara. Como dos testigos de lo que tiene que suceder y acontecer, ni se me ocurre sublevarme, ni se me ocurre levantarme sin darle la mano. Las velas que tiene situadas a los lados, las flamas se estiran y se encogen. Del verlo solo me asusto, eso que es difícil para mí, pero me acongoja y me da por un momento miedo, sí, miedo a lo desconocido, desconocido porque todavía estar por suceder.

Le pago, le doy lo convenido, me hace precio de amigo, pero me cobra y eso, eso se lo  respeto. Sigo caminando, ya salgo de la consulta de la vidente, no sé si con la mente clara, pero la suerte ya está echada, a saber lo que se me viene encima. Son casi las once, así que ahora me dirijo hacia la última parada antes de llegar a mi casa. Un bar, un simple bar pequeño donde todos nos conocemos y somos, como se dice, los habituales.

        Juanito ponme una cerveza amigo, que te tengo que celebrar un día más de tristeza.  Juanito tómate tú algo también que te lo mereces. Las mujeres, ¡ay!, las mujeres nos volverán locos y si no son ellas…  No hay quien se escape, nada será nadie como no sepa el sentir del amor de una madre.

Serpientes y más serpientes, es lo que hay en mi corazón y en vez de pelo en la cabeza las tengo a ellas. Suspiran, llega el momento esperado, el momento ya llegó. Desde Constantinopla a Estambul, no hay mucho trecho, solo unos cuantos años. Quién sabe la verdadera verdad, solo el que se erige en lo más alto es capaz de comprenderlo. Esto no son juegos de niños, es todo verdad o es todo mentira, al final solo quedará todo en una alegoría. Pero es de menester las palabras de aquel que se hará rey del mundo y del Universo. No le hará falta ni asiento ni corona, ni bastón de mando, ya que estará dentro de nosotros y eso, eso sí es de mencionar y de hablar. Por eso este relato, que aunque no sepa si será corto o largo, espero no se os haga pesado y lleguéis a entender y comprender el cambio a emprender.

Me despido a la madrugada, espero que cierre la persiana y cuando nuestros caminos se dividen nos damos la mano y un hasta mañana. Ando solo, esperando llegar a casa y poder cenar algo. Seguro que abro la nevera y algo encontraré, además de la botella de vino barato de la bodeguilla del pueblo encima de la mesa de la cocina. Camino, camino despacio, total, hasta las ocho de la mañana no tengo que barrer el parque, dejarlo todo limpio y listo para la llegada de aquellos que nos tomarán el relevo. Busco entre los bolsillos la llave de mi casa, es un lío con tantas llaves que llevo. ¡Al fin!, encuentro la de mi casa y entro, entro y me sirvo un vaso de vino, abro la nevera y ahí está, media pizza del día anterior y un poco de jamón. Será esa mi cena, ya que lo que más deseo es la cama, y sí, solo el dormir me aclara las ideas y los pensamientos. Pero antes, vaso en mano, me asomo a la ventana del comedor y me sorprende o no, lo que veo mirando hacia arriba, a veces con esta perdida en la nada.

Como centuriones armados con arcos y flechas, son aquellos que diviso por el cielo oscuro de la noche, una noche cada vez más cerrada sin el reflejo de una Luna que no da tregua. Aquí me veo sentado, después de una larga caminata por el sendero acotado por el hombre. No veo otra salida, solo quiero saber mi futuro, es lo único que me inquieta y me quita el sueño, solo es eso.

Veo serpientes en mis sueños, mientras duermo parece como si levitara y jugara con ellas. Me resbalan por el brazo, me hablan al oído diciéndome que lo real está cerca de llegar, que el tránsito temporal es por poco tiempo y que pronto alcanzaremos la inmortalidad en este mundo. Al menos eso me dicen, que siga barriendo y escuchando las réplicas de aquellos que se me acercan, que todo tiene un principio y un fin, todo está en el filo de la espada de aquel que no dice su nombre. Todo es como un juego de niños, aunque por la inocencia que les invade no se dan cuenta de la importancia del momento. Pero ellos heredarán un país, ellos heredaran un mundo, en el que el hambre y las guerras serán cuestión del pasado. Podrán dormir con las puertas abiertas, ya que el que barre, barrerá todo aquello que enturbie la paz y la felicidad de todo aquel que sea merecedor de tal trato.

Cansado, cierro la persiana y sin acordarme de la cena, dejo el vaso vacío encima de la mesa. Voy directo a la habitación y solo quitándome los zapatos, caigo en mil sueños, mil sueños que parece más ser un viaje o una aventura, que el descanso de un guerrero. Que para ser guarda de un parque, hay que serlo un poco.

No son ni la una de la madrugada y para consuelo mío, veo que se me acerca en sueños mi madre. Los ojos se me humedecen, casi despertando, pero la visita se merece que siga durmiendo. Me trata como un niño, me acaricia ya los cuatro pelos canosos que me quedan en la cabeza. Viene vestida de blanco, nada más. Viene trayéndome la paz y el sosiego, tal que no siento el rugir de mi estómago de hambre. Yo, ya perdido en mil religiones, no hago caso a ninguna, solo deseo que cuando sea por mi edad, me marche, abandone este barco en el que todos por alguna razón o deseo se pelean. Solo deseo la paz y que de esta no se lucre nadie, porque nadie tiene derecho a ello ni es poseedor de tal título, como para cobrar por dejarte en paz y tranquilo. No hay más, luz u oscuridad, quién desea algo más…

        ¡David, hijo! Dice en mis sueños y a mí me da por llorar.

        No sufras tanto, que tienes el viaje ganado, tú elige a dónde quieres ir.

Pasa la noche y el despertador suena, es hora de levantarse. Ahora sí, ahora como un poco, desayuno fuerte, porque fuerte hay que estar para mantener la escoba en guardia. Como bastón de mando a veces la uso, porque aquellos que corretean y corretean, suelen ser los más aventureros. Todo queda en eso, en una reflexión o en un sueño, todo ello es una repetición, día tras día hasta que la muerte nos separe, nos intente alejar de los seres queridos o conocidos apreciados. Seguro, que habrán personas que se acuerden de aquellas personas que no eran tan anónimas y al mismo tiempo respetadas.

Barro ya otra vez, un día tras otro, hasta que el corazón pasados unos años me dijo basta y ahí me quedé, en plena faena y con todos rodeándome en círculo. La ambulancia vino tarde, pero yo no esperé un segundo y corrí como si fuese uno de estos niños en busca de mi madre. Como si fuese un crío, corrí y ahí estaba ella. Mi madre, me estaba esperando mi madre para consolarme y decirme…

        ¿Quieres venir conmigo?, tú eliges.

Mezclé por un momento mi energía, mi alma con ella formando una sola. Después me marché y mirando para atrás me despedí. Dije un hasta luego a todos aquellos que me conocían y que me respetaban. Adentrándome en la oscuridad, vi luces potentes y a ellas acudí.

        Eres mi bien venido, te hacemos un hueco en el inmenso Universo, para que tu luz guie a todo aquel que lo necesite. No solo a los niños, también a aquellos que andan desorientados en medio de tanta penumbra y densa niebla.

No sabía que decir y si dar las gracias, solo se me ocurrió preguntar quién me hablaba y sorprendido me quedé cuando dijo… “Lucifer”