viernes, 4 de septiembre de 2020

 

                                                                 EL PARQUE

Os vais a llevar una grata sorpresa al leer el siguiente relato, ya que este se sale de lo normal para colarse en lo paranormal. ¿Quién sabe la verdadera verdad, quién de vosotros puede decir que lleva realmente la razón?, si cada uno lleva la suya. Todos, absolutamente todos tenéis vuestra parte de verdad, esta, si la pusiéramos encima de una  mesa acabaríamos el puzle del mundo. Lo relatado, relatado queda.

El guardián de las llaves, me llaman. El conserje del parque es como me llaman, ya que trato a las flores, mimo a las plantas y a los árboles y a los niños, bueno a los niños el trato es con respeto y con cariño, aunque alguno necesite una reprimenda. Yo a veces me río con ellos, no de ellos y sigo con mi trabajo, barriendo con mi escoba, no solo las hojas caducas que caen, si no los lloros y los lamentos de aquellos que acuden en mi ayuda. No, no solo son los niños, hay algún que otro desesperado de la vida que toma asiento en alguno de los bancos que hay y me cuenta sus penas y desgracias. Pitillo en mano los escucho, cigarro en boca y asentando con la cabeza, saco humo por la nariz. No sin antes hacerles recordar alguna alegría de su triste pasado y con ello sacarles una sonrisa y conseguir con ello, que se vayan a sus casas algo felices. ¡Uy! Me levanto, es casi la hora de cerrar, la noche se acerca sin darnos cuenta a los pequeños ya se los llevan a sus casas los padres. Pero todavía me da tiempo de escuchar, pero, todavía me llega al oído cierta conversación.

Dice un niño espabilado…

        Chico malo del oeste americano, chico bueno del centro mexicano en duelo se baten. Como si fuesen niños por un helado, una copa de whisky, una copa de ron quién de los dos será el más rápido y el más vacilón, a saber.

Yo como siempre soy un simple narrador de historias increíbles, al que me llegue al corazón, qué signo de los dos me llegará asentir aquello que me alberga interior de mi alma, todo es increíble, todo paz en un mundo y no soy un falso de cordero.

Una niña entre suspiro y suspiro, cuenta y cuenta…

        ¡Que me gustan más!, que se batan en duelo por mí o quizás, una noche divertida  sin dormir con toda aquella plebeya que me hiciera disfrutar y jugar a las prendas.

Si quieres dominar el cielo en la tierra, tendrás que hablar con aquella que llaman la bestia, quién será si no, sino aquella que dominara el mundo. Aquella qué canalizo está su  energía, lo qué dice lo hace y hace lo que dice, lo que llega realmente hacer es su afición por vivir.

Entonces les digo yo…

        Desde las constelaciones de Orión y Pegaso, lanzan una advertencia. Acercaos a la bestia, acercaos a la bestia y podréis ver lo bella qué es tanto por dentro como por fuera. No es nada siniestra ni nada malvada, todo es como es, tergiversar la verdad de forma que todo quede en una fobia, en un miedo a lo desconocido.

Quisiera de mí entonces, rendir homenaje a aquella que llegará cuando yo no esté, porque para ello falta todavía mucho tiempo. Tiene que darse cuenta el mundo, que no es que camino por otro lado, es que lo tejido no es de abrigo. La oscuridad es así de fría y negra, todo ello es un caminar por un sendero desconocido y como siempre, lo desconocido es de valor y por eso también de respeto.

Soy el guardián de las llaves, sí, pero también guardo con todo mi tacto y aprecio a aquellas almas que corren y juegan por el parque, en dónde yo soy el único que manda, siempre que los padres lo necesiten. Niños que juegan y corren, ajenos a todo lo que se disfraza de bondad para llegar a hacer toda la maldad posible, por eso mentalmente les digo y les repito.

        No os fieis ni de vosotros mismos, buscad rápido a vuestros padres que estos son los que os alientan y os ayudan. No hay nada mejor como el amor de una madre y un respeto y referente como la figura de un padre. Para bien o para aprender de lo que no se tiene que hacer, están ahí y con sus consuelos o sus consejos llegaréis lejos. Creceréis y seréis el motor de la nueva humanidad, esa que tanto se busca y se anhela.

Ahora, cerrada la verja del parque, dando un paseo, me dirijo a ver a una amiga a que me saque de dudas, el paseo es largo, unos veinte minutos andando ya a mi paso. No es que sea un viejito, pero los años ya me pesan, me voy acercando a los sesenta y eso es de considerar y de apreciar. Por el camino, me voy cruzando con muchos que me conocen, todos me saludan y eso, eso me llena de orgullo, porque significa que hago bien mi trabajo y me consideran como persona. En fin, al final llego al encuentro. Puntual, son las nueve y media. Pico al timbre de la puerta y Sandra me abre la puerta, ella contenta y feliz me abraza y con un beso en la mejilla, cierra la puerta detrás de mí, invitándome a entrar en su piso.

Nada, aquí me encuentro sentado, enfrente de una de aquellas qué dicen saber echar las cartas, en fin, habla y habla y no me hace ninguna pregunta alguna. Pero todo lo que dice, ya sea pasado o presente, acierta. Qué más da lo que diga, pues no todo tiene que ver con mundos paralelos, o sí. Quién lo sabe, yo no me levanto, miro, escucho atentamente, no acaba nunca de hablar. Al igual que de sacar carta y de barajar el triste destino, ¡ese! el que tienes tú delante de ti.  Yo no abro boca,  sigue hablando con voz tenue, tan suave que los pelos del brazo se me ponen de punta al pensar si yo tengo algo de culpa, es posible. Si todo por dejarme llevar cegado por un mundo en el que lo normal es pasar por el aro o por el tubo, da igual como quieras decirlo, sin ver qué más da, yo la escucho y la escucho.

No desvío la mirada y observo como la señora en cuestión que está sentada enfrente de mí y solo con mirarme a los ojos, ya sabe la mitad de mi vida. Ello no me preocupa ni lo más mínimo, no tengo nada que esconder. Solo pienso en que estoy pensativo y nervioso por una razón de dinero. Pero eso no se lo digo, solo le digo que vengo por curiosidad y observo como baraja y baraja las cartas con los arcanos.

        Dime alma de cántaro, ¿cuántos años tienes, cuántos años de experiencia de tu vida has invertido en aprender lo aprendido?

Me quedo sorprendido, me queda anonadado al escuchar tales palabras, eres, eres de lo más dentro de su Ser y yo no soy nadie a su lado, yo soy nada ni con mi hacha ni con mi espada en forma de escoba. Yo seré lo que seré, como siempre si hay quienes saben hacer y siempre saben que no saben.

Generalmente se huele a la destrucción, cuando se habla de ángeles y demonios. Generalmente se huele la batalla, cuando los portadores de la luz son descubiertos por aquellas almas qué son libres y acompañan las alas de la noche. La Luna hace eclipse al Sol y todo se vuelve tétrico y frío. El frío me entra hasta las venas y mi sangre se vuelve negra, ¿por qué será?, porque tendréis oscuro destino y no sabes realmente a lo que te enfrentas hasta que lo ves delante de ti. Todo es así rebeldía, pura rebeldía, uno frente al otro se lanzan espadas y cuchillos solo con la lengua.

En qué mundo vivimos, si en aquel que permanecemos dormidos, en qué mundo vivimos si cuando realmente vivimos es cuando estamos dormidos. Quisiera ir, nosotros al final no se sabe, solamente nos separa una cortina transparente, quien sepa realmente cuál es nuestro verdadero destino y nuestro verdadero camino, todo por el deseo de dominar el Universo entero, el Cosmos en sí.

Como extraños en el día y en la noche, nos encontramos cara a cara. Como dos testigos de lo que tiene que suceder y acontecer, ni se me ocurre sublevarme, ni se me ocurre levantarme sin darle la mano. Las velas que tiene situadas a los lados, las flamas se estiran y se encogen. Del verlo solo me asusto, eso que es difícil para mí, pero me acongoja y me da por un momento miedo, sí, miedo a lo desconocido, desconocido porque todavía estar por suceder.

Le pago, le doy lo convenido, me hace precio de amigo, pero me cobra y eso, eso se lo  respeto. Sigo caminando, ya salgo de la consulta de la vidente, no sé si con la mente clara, pero la suerte ya está echada, a saber lo que se me viene encima. Son casi las once, así que ahora me dirijo hacia la última parada antes de llegar a mi casa. Un bar, un simple bar pequeño donde todos nos conocemos y somos, como se dice, los habituales.

        Juanito ponme una cerveza amigo, que te tengo que celebrar un día más de tristeza.  Juanito tómate tú algo también que te lo mereces. Las mujeres, ¡ay!, las mujeres nos volverán locos y si no son ellas…  No hay quien se escape, nada será nadie como no sepa el sentir del amor de una madre.

Serpientes y más serpientes, es lo que hay en mi corazón y en vez de pelo en la cabeza las tengo a ellas. Suspiran, llega el momento esperado, el momento ya llegó. Desde Constantinopla a Estambul, no hay mucho trecho, solo unos cuantos años. Quién sabe la verdadera verdad, solo el que se erige en lo más alto es capaz de comprenderlo. Esto no son juegos de niños, es todo verdad o es todo mentira, al final solo quedará todo en una alegoría. Pero es de menester las palabras de aquel que se hará rey del mundo y del Universo. No le hará falta ni asiento ni corona, ni bastón de mando, ya que estará dentro de nosotros y eso, eso sí es de mencionar y de hablar. Por eso este relato, que aunque no sepa si será corto o largo, espero no se os haga pesado y lleguéis a entender y comprender el cambio a emprender.

Me despido a la madrugada, espero que cierre la persiana y cuando nuestros caminos se dividen nos damos la mano y un hasta mañana. Ando solo, esperando llegar a casa y poder cenar algo. Seguro que abro la nevera y algo encontraré, además de la botella de vino barato de la bodeguilla del pueblo encima de la mesa de la cocina. Camino, camino despacio, total, hasta las ocho de la mañana no tengo que barrer el parque, dejarlo todo limpio y listo para la llegada de aquellos que nos tomarán el relevo. Busco entre los bolsillos la llave de mi casa, es un lío con tantas llaves que llevo. ¡Al fin!, encuentro la de mi casa y entro, entro y me sirvo un vaso de vino, abro la nevera y ahí está, media pizza del día anterior y un poco de jamón. Será esa mi cena, ya que lo que más deseo es la cama, y sí, solo el dormir me aclara las ideas y los pensamientos. Pero antes, vaso en mano, me asomo a la ventana del comedor y me sorprende o no, lo que veo mirando hacia arriba, a veces con esta perdida en la nada.

Como centuriones armados con arcos y flechas, son aquellos que diviso por el cielo oscuro de la noche, una noche cada vez más cerrada sin el reflejo de una Luna que no da tregua. Aquí me veo sentado, después de una larga caminata por el sendero acotado por el hombre. No veo otra salida, solo quiero saber mi futuro, es lo único que me inquieta y me quita el sueño, solo es eso.

Veo serpientes en mis sueños, mientras duermo parece como si levitara y jugara con ellas. Me resbalan por el brazo, me hablan al oído diciéndome que lo real está cerca de llegar, que el tránsito temporal es por poco tiempo y que pronto alcanzaremos la inmortalidad en este mundo. Al menos eso me dicen, que siga barriendo y escuchando las réplicas de aquellos que se me acercan, que todo tiene un principio y un fin, todo está en el filo de la espada de aquel que no dice su nombre. Todo es como un juego de niños, aunque por la inocencia que les invade no se dan cuenta de la importancia del momento. Pero ellos heredarán un país, ellos heredaran un mundo, en el que el hambre y las guerras serán cuestión del pasado. Podrán dormir con las puertas abiertas, ya que el que barre, barrerá todo aquello que enturbie la paz y la felicidad de todo aquel que sea merecedor de tal trato.

Cansado, cierro la persiana y sin acordarme de la cena, dejo el vaso vacío encima de la mesa. Voy directo a la habitación y solo quitándome los zapatos, caigo en mil sueños, mil sueños que parece más ser un viaje o una aventura, que el descanso de un guerrero. Que para ser guarda de un parque, hay que serlo un poco.

No son ni la una de la madrugada y para consuelo mío, veo que se me acerca en sueños mi madre. Los ojos se me humedecen, casi despertando, pero la visita se merece que siga durmiendo. Me trata como un niño, me acaricia ya los cuatro pelos canosos que me quedan en la cabeza. Viene vestida de blanco, nada más. Viene trayéndome la paz y el sosiego, tal que no siento el rugir de mi estómago de hambre. Yo, ya perdido en mil religiones, no hago caso a ninguna, solo deseo que cuando sea por mi edad, me marche, abandone este barco en el que todos por alguna razón o deseo se pelean. Solo deseo la paz y que de esta no se lucre nadie, porque nadie tiene derecho a ello ni es poseedor de tal título, como para cobrar por dejarte en paz y tranquilo. No hay más, luz u oscuridad, quién desea algo más…

        ¡David, hijo! Dice en mis sueños y a mí me da por llorar.

        No sufras tanto, que tienes el viaje ganado, tú elige a dónde quieres ir.

Pasa la noche y el despertador suena, es hora de levantarse. Ahora sí, ahora como un poco, desayuno fuerte, porque fuerte hay que estar para mantener la escoba en guardia. Como bastón de mando a veces la uso, porque aquellos que corretean y corretean, suelen ser los más aventureros. Todo queda en eso, en una reflexión o en un sueño, todo ello es una repetición, día tras día hasta que la muerte nos separe, nos intente alejar de los seres queridos o conocidos apreciados. Seguro, que habrán personas que se acuerden de aquellas personas que no eran tan anónimas y al mismo tiempo respetadas.

Barro ya otra vez, un día tras otro, hasta que el corazón pasados unos años me dijo basta y ahí me quedé, en plena faena y con todos rodeándome en círculo. La ambulancia vino tarde, pero yo no esperé un segundo y corrí como si fuese uno de estos niños en busca de mi madre. Como si fuese un crío, corrí y ahí estaba ella. Mi madre, me estaba esperando mi madre para consolarme y decirme…

        ¿Quieres venir conmigo?, tú eliges.

Mezclé por un momento mi energía, mi alma con ella formando una sola. Después me marché y mirando para atrás me despedí. Dije un hasta luego a todos aquellos que me conocían y que me respetaban. Adentrándome en la oscuridad, vi luces potentes y a ellas acudí.

        Eres mi bien venido, te hacemos un hueco en el inmenso Universo, para que tu luz guie a todo aquel que lo necesite. No solo a los niños, también a aquellos que andan desorientados en medio de tanta penumbra y densa niebla.

No sabía que decir y si dar las gracias, solo se me ocurrió preguntar quién me hablaba y sorprendido me quedé cuando dijo… “Lucifer”

 

 

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