TREN
DE LARGO RECORRIDO
Enciendo una vela, el color
da igual, lo que deseo es canalizar, lo que deseo es pasar un rato agradable
con aquel o aquella que entre por mi puerta trasera, que penetre dentro de mí y
me haga escribir, me haga contar su particular historia. No me es más
importante una más que otra, ya que todas son vividas por aquellas personas que
son únicas y verdaderas, ya que las ven desde su punto de vista. Dejo mi cuerpo
fluir a través de la música, mi gran banda de frecuencias es mi buena
comunicadora vibratoria. Pasa el rato, no mucho y noto que alguien pica a la
puerta, entra, entra de forma suave y respetuosa, así que me dejo llevar…
–
Mi nombre no tiene mucha importancia ya que fui
una de tantas y de tantos, que por su orientación sexual, fui deportada a un
campo de concentración en plena época de la segunda guerra mundial. Luché con
uñas y dientes, pero así fue, era otra guerra, otra vida completamente
diferente y qué más da, si yo ya no volví a ser la misma persona. El abatimiento
y la frustración me acompañaban, como el número tatuado en el brazo. Ese era mi
nuevo yo, algo que no me podía creer estaba sucediendo. Poco a poco, fui
perdiendo peso y con ello mis nervios fueron cada vez más frecuentes. Deseaba que
me mataran, deseaba morir ya para dejar de sufrir, pero tardé, no me lo podía
creer, no fue tan rápido como hubiese deseado. Mi nombre fue olvidado, tanto,
que nadie ya se acuerda de mí, nadie se acuerda de que todos aquellos que por
alguna razón fueron marginados y exterminados. Solo me acuerdo del hambre y del
frío, ya que la ducha de gas fue solo un momento. Un momento de grito
silencioso y unos pocos segundos de ahogo y todo sufrimiento pasó.
Yo me callo, la vela
arde y la flama se erige y se hace alta.
–
Escribo gracias a la ayuda de un narrador
silencioso, alguien que puede, no darle voz pero sí dejar plasmado, lo que era
antes mi vieja y querida Austria, más allá de la auténtica Viena está el famoso
Danubio. Río que como si siguiera su curso, seguía la vida de todos los
deportados a aquellos horribles lugares, hoy en día siguen conservados pero sin
vida, para que no vuelva a suceder.
Flujo o influjo, no es
lo mismo. Flujo ocasional o influjo de una Luna en órbita con la de que es siempre testigo. Flujo con alguien en
especial, órbita permanente en un planeta quizás diferente. Quién sabe, a
saber. ¡Ostras!, todo es una quimera o simplemente un divagar,
lo que escribo lo escribo yo o es alguien que se cuela dentro de mí, haciéndome
escribir frases con o sin sentido.
–
Lo sé, no hace falta saber mucho, cuando una
mujer como yo, con mi posición y carrera, se deja llevar por el influjo lunar y
el flujo le humedece toda ella.
Qué más da si no es
por un hombre su deseo carnal, qué más da sino es más bien por una mujer de
igual por igual. Rezad todo lo que podáis, dejaros llevar por los deseos
carnales y hacer elevar vuestro espíritu, que mejor manera de hacerlo que así.
Una y otra vez, a la caza o a escondidas, quién sabe la mejor medida. Todo es
un suponer, porque Anna, sí, Anna está
de mejor ver.
–
Yo no soy ella, yo soy yo, o quizás sea el que
escribe, que dice ser un hombre y yo lo pongo en duda. Aunque, sin faltarle el
respeto, porque la condición sexual no hace persona ni hombre a aquel que no lo
es, ya que para ser hombre basta con ir con respeto y dignidad por el mundo, un
mundo que todavía aparta a aquellos que siguen otros valores, como por el
ejemplo los de la amistad y la complicidad. No lo decía por otra cosa, no es porque no sepa cuál es su deseo privado.
Aquel que todos desean, aquel que todos anhelan, pero que nadie cuenta. Quién
sabe la verdadera verdad, yo soy una mujer que simplemente desea a otra mujer,
qué más da, lo bonito, lo único bonito de verdad es desear y amar al mismo
tiempo. Un roce, una caricia, un simple beso o quizás algo más.
Los dedos no paran en
el teclado, yo le pregunto su nombre y ella se niega y sigue narrando su
historia.
–
Las nubes no dejan ver del todo a la pequeña
roca del Universo, que gira y gira alrededor de la Tierra y nos dejamos medio
cuerpo en el descanso nocturno de cada noche. Solos y solas, todo por miedo o
por desgracia, no todo el mundo tiene lo que desea. La compañía, el deseo de
tener pareja se desvanece con la edad y
yo era todavía joven y por eso conservaba la buena conexión con mi amiga de
ratos íntimos. Solo eso, en tiempos prohibidos. Solo eso, en épocas
clandestinas y que todo era lo que era y lo que únicamente ha cambiado es la
fecha. Sí, porque no en todo el mundo es igual y eso, eso siempre ocurrirá.
Pero mientras tanto yo voy a lo mío, al deseo privado de tener, de poseer a Anna.
–
Beso a beso, acaricia mi boca, yo quiero más, yo
deseo poseerla y que sea mía por más de una noche. No quiero beber, no quiero
fumar, solo deseo el puro sexo carnal, ese que me desfoga y me desahoga, aunque
advierto, yo soy una mujer sin límites, no miro para atrás, el pasado ahí
queda. Un pasado que no quiero recordar, ya que yo de hombres y maridos no
quiero más. Se acabó el aparentar, soy como soy y voy por delante con la verdad
y esta, sin tapujos.
Según intuyo y
percibo, tal día en la calle llueve a cantaros, la pequeña habitación alquilada
se ilumina de los relámpagos que entran por su pequeña ventana. Todo es
lujuria, todo es placer, ella quiere más, ella desea que no se pare nada, menos
el instante, el presente mismo. Son las doce de la noche y no sabe cuándo
acabará y no sabe cómo terminará, si para bien o para mal. Anna, simplemente Anna
está con ella y eso, eso la enloquece y el flujo sigue, al igual que el sudor
de la espalda.
–
Flores, veo caer en vez de nieve veo caer
flores, son como amapolas o la flor del almendro, quién lo sabe, yo solo sé que
estoy a punto del éxtasis. Lo oculto, lo clandestino, le da un poco de más de
gusto al asunto. Todo es un suponer, todo es un no saber. Yo disfruto de su
amor y compañía, gozo de sus ratos de cama. ¡Agárrate!, le digo. Que se agarre
fuertemente a la sábana, porque el tren está a punto de pasar y como una
locomotora te hará gozar y silbar. Echarás hasta humo por las orejas, solo eso
verás al cerrar los ojos al llegar al clímax. Déjate llevar, déjate, súbete al
vagón que el tren es corto, pero el trayecto es largo, no se sabe de cómo, pero
es así, yo te hago gozar, le digo mientras la hago mía entre mil y cincuenta
noches.
¿Dime tú que
pretendes, cuando me haces escribir ciertas frases? Coméntame, aunque sea con
un sexto sentido, la razón de todo aquello que te pasó. Solo siento a una mujer
ya anciana, sí, tu amiga sobrevivió y espera, espera el momento de vuestro
encuentro. El momento de volver a uniros, ya no carnalmente pero sí de forma
espiritual, ser una sola para siempre, para toda la eternidad o más de una.
Quien lo sabe.
–
No, no me hagas llorar, que ya no pueden caer
lágrimas de mi rostro, ya que este ya no lo tengo. Solo soy una pequeña
partícula de energía en este inmenso mar que es el Universo. No me digas que
está ahí, no me digas que me espera porque entonces yo la esperaré con todo mi
corazón, ese sí, ese sí que existe dentro de mí. Ojalá pueda ser verdad lo que
dices narrador, ojalá pueda reunirme otra vez con ella. Porque en este mar, no
existen ni las prohibiciones ni las religiones, solo el libre albedrío es lo
que domina el oscuro y frío Universo, solo el deseo y que aún la amo todavía aún más.
Tuvo mejor suerte al
estar casada, con un hombre al que quería pero no lo deseaba, porque el deseo,
para el deseo ya te tenía a ti y solamente a ti. Mientras se mece en la silla,
recuerda solo lo bueno, lo malo son solo momentos fugaces que intenta no
recordar, pero que no puede olvidar. Solo le vienen a veces a la mente, hombres
vestidos de gris entrando por la puerta de la habitación clandestina, pistola
en mano.
–
Que a mí no me vengan con religiones, cuando
pasó lo que pasó. Eran otros tiempos, pero éramos felices, tanto, que a veces
nos hacíamos invisibles, no se nos veía en días y ello era posible, porque para
nosotras al estar juntas se nos paraba el tiempo. Tanto, que no veíamos pasar
los años y ya llevábamos unos pocos.
Presiento y siento a
lo lejos una súplica.
Súbeme la camisa, quítame el sujetador y seré todo tuya.
Dime cielo mío, que buscas realmente de mí y yo te lo mostraré en una bandeja
de plata. Todo, absolutamente todo será tuyo, no me importa nada más que tu
deseo de que me desees.
De la súplica, al
recuerdo como si fuera un ayer no muy lejano.
–
Como un huracán, como un ciclón se convirtió la
cama de la habitación. Todo, absolutamente todo fue revuelto y envuelto entre
las sábanas antiguas de nuestro pequeño lugar privado. Por poco dinero, la
alquilábamos y por un poco más, la dueña hacía la vista gorda. Eran otros
tiempos y aquello que ahora se reivindica a voces, antes era callado y
silenciado. No estaba bien visto en ningún lugar, pero qué más da, yo siempre
he pensado que lo importante es saber amar. Ya sea de hombre a mujer, de mujer
a mujer o de hombre a hombre, qué más da, lo importante es tener sentimientos y
saber cuándo nace el amor dentro de uno mismo.
Por un instante debo
abandonar, por un momento debo dejarlo, hay choque de energías. ¿Quién vendrá,
presiento algo nuevo?, no lo sé. Como si no viniese de tan lejos, solo nos
separan unos miles de kilómetros y varios ríos. La energía es muy potente, de un
alma ya entrada en edad y sabiduría.
–
Era como derribar un muro, un muro lleno de
lamentos, alimentado con angustias del pasado. ¡Hola!, yo soy Anna, soy la que
se presenta como puede, ya que a mi edad, no me puedo encomendar a nadie, ya
que ya mismo veré la luz o la oscuridad. Solo desearía verla a ella, no digo su
nombre, prefiere estar en el anonimato y eso se lo debo respetar. Tengo que
reconocer que como mujer, era increíble y una máquina de amar, la locomotora
siempre silbaba, llena de fuego de pasión. Fueron tiempos no tan lejanos, ya que
yo los tengo muy presentes. No sé adónde llegará todo esto, pero en fin. Así
ocurrió, mi marido me tapó, jugándose él el tipo, pero nunca me lo perdonó y a
partir de entonces dormimos en camas separadas. Solo dábamos la imagen en
público, a la familia y poco más. Pero no había noche que no abrazará la
almohada, como si de ella se tratase, colocando esta de manera vertical y
pegada a mi cuerpo. Todas las noches, entrecruzaba la almohada pensando en
ella, mi marido solo salía de su habitación para fumar. Se enfadaba, se
cabreaba mucho al ver mis deseos. Yo no cerraba la puerta, para qué, yo también
había muerto o desaparecido mi alma y mi deseo de amar, de poder querer como
debe de ser.
–
¡Estás ahí!, qué alegría me da, el poder
comunicarme contigo. Solo debes poner aquella música que escuchábamos de
aquellos años, algunos fueron realmente buenos. Dime, dime si deseas que te
espere o quieres que siga mi camino. Todo depende de ti, todo será como tú
quieres que sea.
La mecedora ya no se
mueve, con mucho cuidado y como puede, se pone de pie. Se acerca a uno de aquellos tocadiscos y sacando el
polvo a la portada del disco, lo hace girar con la aguja surcando los viejos
tiempos. Se sienta, toma de nuevo asiento y su rostro se le ilumina. Ya la ha
encontrado, ahora no se separará de ella, será como debería haber sido. Pero
más vale un reencuentro, que un eterno adiós. Yo no lo lamento, yo me alegro
que ellas dos se hayan encontrado. Eran otros tiempos, aunque en muchos países
las cosas no cambien del todo, el amor sigue siendo el amor.
Al final la encontré, gracias le doy al narrador, que ha
sido capaz de encontrar aquello que me faltaba en mi corazón. Siempre recordaré
cuando éramos jóvenes y más alocadas. Al final he aprendido, que todo es
posible, la animaré a que siga viviendo, ya que cada vez que gire el
tocadiscos, girará de nuevo nuestras vidas, recordando los años que nos
conocimos. De la forma clandestina y secreta, en aquel local de cierto lugar
discreto de Austria. Sin entrar en más detalles, ahí lo dejo y si ella quiere
añadir algo que lo haga, porque yo ya estoy dentro de sus pensamientos y de su
corazón.
Preciosa historia!! Vengo de un sábado revelador de mi nueva libertad como mujer aún siendo ya madura. Ojalá en estos tiempos los amores y las pasiones sean libres como yo .. así yo tendré esperanza de encontrar un ser que me acaricie y me haga vibrar..
ResponderEliminarGracias, por este relato me hizo sacudir mi alma de nuevo como ayer . ...