sábado, 27 de julio de 2019


                                              CARNE CRUDA

Os voy a contar una historia, que lejos de ser real, al menos os pondrá los pelos de punta.  No sabréis si os estará pasando al mismo tiempo que lo escribo. Mi nombre, qué más da, no soy un Ser diabólico, soy más bien una sombra del pasado, que viene a vuestro presente. Puedo estar sentado aquí, al lado en el sofá o simplemente tener paciencia y esperar a que alguno de vosotros entre en la ducha. Os resbalaré como el agua fría en verano, a lo primero un poco de susto, pero luego entraré en los poros de vuestra piel, demostrando que os puedo poseer.

“Yo he sido poseído, yo he sido atacado por esta sombra que me acompaña desde casi mi niñez. Es Daniel, ese su nombre, él no lo quiere decir, pero lo digo yo. El mío sí prefiero mantenerlo en el anonimato, por lo que pueda ser o surgir.”

“Escuchadle”, sabe de qué habla, lo mantengo en vida, simplemente para que escriba. Todo es de color, cada uno de nosotros tiene uno, el mío a lo mejor es el negro, quién lo sabe, a saber. Como puede escapar del otro plano, es todo un secreto. Siempre, absolutamente siempre, todo se puede comprar o vender, siempre, absolutamente todo y todo siempre se puede llegar a saltar la sorpresa y salir huyendo. No llevo grilletes, pero la poca luz que iluminaba mi corazón, se ha ido, se ha congelado en la más oscuridad tenebrosa y por eso, por eso vengo a vengarme. Esta será tal, que me reiré no una eternidad, sino dos o tres. Si existe el tiempo, ya que en el otro lado no existe como tal.

“Liberadme, liberadme de este tormento, yo no soy así, quiere que sea su marioneta, quiere que sea su muñeco arlequín. Desnudadme y meterme en la ducha, frotad bien mi cuerpo, que suelte cualquier tipo de estigma que pueda llevar pegado o alojado en él.”

Rompiendo la ley, fugado y en busca y captura soy yo. Rompiendo la ley y el yugo de mi esclavitud enervo la bandera de la venganza. Todo aquel que se sentía libre de mí, ahora me conocerá, ya pueden poner velas a cualquier imagen, que no surtirá efecto, ya pueden hacer lo que quieran, que los milagros no existen, solo existen las coincidencias.

“Como en una pelea navajera, me siento en el medio, con el miedo de recibir una sin ser el destinatario de tal final. ¡Él porqué!, no lo sé. Yo me siento cansado de recibir y esquivar, y a esto le llaman amor, a esto le llaman odio o quién sabe si incluso rencor.”

Como empezar una historia, sin saber ni el principio ni el final de ella. Como intentar relatar algo, sin saber si es verdad o es mentira, si es algo inventado por la imaginación o me la cuenta alguien. ¿Cómo es posible de saber?, yo no lo sé.

Todo no empezó como se cree con una espada, antes de la espada, existieron los palos y las piedras, luego el fuego y así, paso a paso, se llegó hasta dónde se ha llegado. Pero en fin, voy a intentar hacer lo que sé hacer o al menos eso es me parece a mí.

“Ayer, fue ayer y han pasado más de cien años, cuando te tenía en mis manos, que eran hábiles y fuertes. Hoy ya, formas parte del pasado, como un día formaré yo, intentando no caer en el olvido. Que siempre prenda una llama en mi nombre, no por el calor, sino por el recuerdo de alguien que sea cercano. No te das cuenta que ya soy un anciano, que no puedes entrar dentro de mí. Sueño con acabar mis días en paz y de manera sosegada. Sí, sí, como una vela que poco a poco se va haciendo cada vez más pequeña hasta que la llama que la prende, se apaga.”

Deja de hablar y escribe, que no te mato por pena con toda la fuerza que dentro de mí, albergo. Me imagino un cielo sin infierno, me creo que la Tierra ya forma parte de los dos. Que en este puede ser cierto, que la gente te ignora o te exalta. ¿Cómo es posible?, todo puede ser lo que es un dulce sueño o una terrible pesadilla.

Fue ayer cuando imaginé que coloqué el pie derecho en el suelo, me acababa de despertar de mi letargo, alguien venía y me decía…
       
                            -          Despierta Daniel, despierta que ya no vuelves a este sitio ni vivirás ciertos recuerdos. Despierta, pero despierta de todo aquello que se llama desesperanza y desconsuelo. Despierta y salta, pero ten cuidado, ten cuidado que si caes ya no será lo mismo. No es lo mismo una caída a los veinte, que a los años del que escribe. Ten cuidado y vive, que este mundo es como es.

Ahora despierto, me pregunto qué quiero ser. No hay muchas opciones y el cielo no me gusta, el cielo está lleno de Luz, yo quiero iluminar por luz propia, que me vean a lo lejos y digan, “por ahí viene Daniel”. Todo es un suponer, porque no son reales las alas, solo flotamos en el aire, como el polvo, como todo aquello que cae suavemente, ya sea una pluma o un copo de nieve. ¿Qué seré, seré?, no lo sé. Una sombra otra vez no, ja,ja,ja.

Amor, ¡ay, amor!, solo lo he sentido muy pocas veces. Quién sabe, si el destino me depara alguna sorpresa, pero a nuestra edad y sin existir realmente en este mundo, lo veo difícil, ahora, me siento orgulloso, ya que tal sentimiento me ha enseñado que soy una alma con deseos como muchos y muchas. El amor, no está falto de odio, pero no deseo pensar en ello y todo lo que deseo, todo lo que quiero, es que pase el tiempo y cicatrice aquella herida que en su día emanaba sangre en cascada, por no decir de lágrimas, porque de esas son pocas.

Circula, camina pero en sentido recto, siempre para adelante, ello te llevará lejos. Porque aquel que se conforma y se asienta, solo hace que crecer barriga en vez de crecer el alma. Bebo, ahora bebo y le hago beber, me siento como un barco varado en la orilla de una playa lejana, tan lejana que no hay nadie. Bebo, nada más que hago que beber, no sé si para olvidar o para retenerte en mi recuerdo. No salgo de esta pequeña cantina pesquera, solo escucho el sonido del mar y el vocear brabucón de aquellos que tengo cerca. Que no son amigos, pero son compañeros de calamidades.

Escribe mal nacido, escribe, que es lo único que sabes hacer…

“Fuiste mi gran amor y como si un barco zozobrase, se hundió todo. Solo el frío y oscuro fondo del mar, sabe realmente lo que fue y lo que pasó, todo es así. Contigo toqué las estrellas e incluso me senté en la Luna. Todo fue como ocurrió y por lances del destino, tú seguiste un camino y yo otro. Todo es relativo, todo como el querer, que se puede contar con los dedos de una mano las veces que he querido con tal pasión y ello me ha llevado a creer en tener mariposas en el estómago y volar sin tocar los pies en el suelo. Soñar que llegara la mañana para decirte los buenos días y que llegara la noche, para amarte hasta el alba.

Siempre guardaré un mechón de tu pelo, de esa larga melena que siempre has tenido y que el tiempo lo ha vuelto de manera canosa, dando tiempo a que pasase tal y yo no fuese testigo del cambio diario.

Ya no te veo, ya no te oigo, ya no te beso a escondidas. Todo por el qué, qué, quién sabrá.

No sé si existo ya realmente, porque me aíslo, no quiero saber nada con el mundo. Todo se me ha negado, a todo se me ha dicho que no, asunto que no me explico, ya que no soy el culpable de que exista el amor. Yo no soy el culpable del odio y del rencor en este planeta. Un planeta tan grande y a la vez tan pequeño, tan diminuto que no cabemos los dos. Muchos se preguntarán si hablo de ti o de quién hablo.”

Le hace buscar y rebuscar, hasta que encuentra, hasta que aparece una foto con una cara, es una cara, es un rostro de mujer. Morena, guapa, pero no ríe, se le ve triste. Como si quisiese escapar de cualquier presente.

¡Silvia!, eres tú y solo tú, la que mereces mi recuerdo y yo soy quizás quién desmerece tu anhelo. Todo por aquello que ocurrió, un millón de perdones no sirven para acallar la rabia de tu cabeza y de tu corazón. No le voy a achacar la culpa a la bebida, ya que no bebo como antes. Como si no fuese de tus propios labios, entonces, por entonces eran mi fuente de la alegría. No habrá regalo lo suficiente grande y caro, aunque me empeñe por años, nunca conseguiré que vuelves a ser tú la que me esperes al salir del trabajo.

Sueños, son solo sueños, escribir sobre el amor, cuando normalmente no lo hago. No porque no quiera, si no que el romanticismo no es lo mismo. El plasmarlo en letras, no es lo que suelo hacer, como no sea para escribir solo la palabra “amor”.

Yo pensaba que eras perfecta, que eras la más original de todas aquellas que se me han acercado y me han rondado. No me equivocaba, porque para encontrar otra como tú, no lo conseguiré en años. Espero, en que el anciano sea capaz de sentir prenderse la llama otra vez dentro de mi helado corazón, que este no se muera de frío y sienta de nuevo lo que es entrecruzar los dedos y pasear sin un rumbo fijo y dejar la mente soñar.

Ya he comentado y espero que esta carta llegue a tus manos y no la rompas sin antes leerla, porque escribo solo con la herida todavía abierta y tardará, tardará años en curarse.

Agito las olas, agito el fuego, soplo para que estas se eleven, soplo para que este sea fuerte. No hay nada más, que no se diga que no respeto al anciano, tiene sus deberes hechos y merece ya un descanso. Qué más da, todo es un suponer. Qué más da, todo es cierto en cierta manera. ¿Porque, sino, porqué estoy escribiendo estas letras?

Yo en su día amé y el anciano también, nos conocemos. Nos llevamos unos años, él se cree que me lleva ventaja y es al revés, yo he estado en dos lugares encerrado. Una vez, en este mundo, dentro de un cuerpo que vi como crecía y después se oxidaba, pero no del todo, alguien acabó con mí caminar y todo por culpa de una bella muchacha. Parece sacado de un cuento, pero es así, ahí vosotros creerlo.

El otro mundo, cuando pensaba que me liberaba, ciertas criaturas blancas, se hicieron dueños de mi alma y me aprisionaron como un póster en la pared. No para ser admirado, más bien para todo lo contrario. Ese, ese es el verdadero infierno. Todo no sé porque, tan malvado y despiadado no me considero.

“Liberadme, por lo que más queráis, liberadme, no puedo levantarme de la silla y la artritis no me deja escribir. Sufro, sufro mucho y no me deja.”
     
                                           -         ¡Hombre!, quién viene a lo lejos, que honor. Eres tú, eres el hijo del anciano. Ten cuidado, que puedo dejar sin vida a tu padre.
                                          -              Quién te crees que eres, te mandaré a la oscuridad eterna, a lo más bajo del plano, para que no vuelvas a levantar cabeza, si es que la tienes.

Rápido como el viento sale del cuerpo del anciano, entrando por la boca del todavía joven hombre y le hace, lo que le hace. Le habla a su cerebro, le vuelve loco, enajenación, puñetazos contra la pared, hasta de cabezazos. Se hiere de gravedad, el padre anciano llama a una ambulancia, pero antes de que llegue Daniel ya se ha marchado. No antes sin decir que volverá y volverá, pero eso es otra historia.



domingo, 21 de julio de 2019


                                                  TRILEROS

Que se puede decir al respecto, es solo un juego o es toda una mentira. Yo creo que es como la vida misma, va rotando y rotando, vamos eligiendo según así nos viene, ni más ni menos. Eso es así y Eduardo lo debe de entender así, dejar de jugar a ello es una opción. Es eso o morir en el intento, aunque, pensándolo bien, nos vamos a morir igualmente. Pues, entonces que sea con un poco de emoción. A jugar se ha dicho, que rol me cojo, o que personalidad adopto, yo creo que la mía propia está muy bien y es muy acorde con los tiempos que corremos. Eduardo no piensa igual y sigue a la corriente, esa que deja fluir el agua en cascada, cayendo en caída libre, sin saber que abajo lo que hay. A lo mejor tiene suerte, a lo mejor hay un lago profundo que amortigua su chapuzón y se libra de la muerte en sí. Da igual, no, no da igual. Uno debe de ser uno, ya sea a contracorriente o por la sencilla razón de sentirse único y diferente.

Está sentado aquí, en el sofá de mi casa, lo tengo al lado, y me dice, y me hace escribir frases que no deseo o sí, quién lo sabe. Es solo un amigo imaginario o realmente existe dentro de la vida misma o solo cohabita dentro de mí y me habla y me aconseja, quién sabe. Yo solo sé lo que sé, que es muy poco. Tan poco, que podría recogerse ese saber con una cucharilla de echar azúcar y mover el café, de tal forma que la vida no tuviera este sabor tan amargo. Tan amargo, que a veces, rehusamos tomarlo o esquivarlo, como si no fuese con nosotros y es todo lo contrario. La vida hay que endulzarla, hay que enamorarse de ella misma, si deseas vivirla. Si solo deseas morir, no te levantes de la cama, rehúsa comunicarte con los demás, tápate con la almohada los oídos y así, y cerrando la puerta de la habitación, evitarás el movimiento y la algarabía que se mueve ahí afuera.

Todo es un suponer, pero yo no me levanto del sofá, yo no rehúyo, yo deseo vivir. Aunque a veces la vida sea un desconsuelo, yo deseo vivirla y si debo tomarme la vida como si esta fuese un café sin azúcar, la tomaré de un trago y si es con alguien que me endulce, la tomaré a sorbos. A sorbos tan pequeños, para que el presente se haga una eternidad. Nada más, que no, que no me levanto y sigo con mi música y mi escritura.

Eduardo sigue aquí, a mi lado. Él no es que me endulce la vida, pero me hace sentir el café de otra forma, es un amigo, un buen amigo, de esos que ya existen pocos. No debo temer por ninguna puñalada por la espalda, en todo caso me daría una pedrada en la frente para que le viera bien la cara. Aunque es un tema, un parecer un poco extraño, ya que al ser imaginario, no debo trazar ninguna línea ni hacer ningún esbozo de su rostro. Aunque ello me haga dudar, sigo adelante y escribo y escribo. Parecía que estuviese bloqueado, parecía como si me hubiese puesto un límite, una frontera y la única frontera que existe no es la del miedo ni de la vergüenza, es la de la mismísima muerte. Esa que te acecha, que sabes que un día vendrá a buscarte, que sabes que llegará y será rápido. Al menos así lo deseo, que sea rápido y no escuche los llantos ni los lamentos de aquellos y aquellas que son cercanos a mi vida.

Eduardo sigue explicándome, me dice que diga, me alienta a que escriba. Es pronto, es demasiado pronto y la tarde puede ser muy larga y hacerse un sin vivir si no sé construir en ella misma. Mis oídos alertan el sonido de unos tambores, mi corazón palpita como si por delante de mí pasase una linda muchacha. ¡Qué pasa!, no puede ser real. Es la muerte, esa de la que hace un momento hablaba. La siento y la presiento, no viene ni con una hoz ni con ninguna guadaña, solo presiento y siento escalofrío al pensar que se me acaba el tiempo. Todo es relativo y es cierto, todo por lo que vivimos y todo por lo que luchamos, a veces es un sin sentido.

¡Oh!, bella dama es la muerte. Si me prometes dejarme en este mundo un cierto tiempo más, te haré el amor. ¡Qué no sabes cómo!, ay, solo hay una manera de saberlo. Tráeme una taza de café y un cigarrillo, te lo voy a demostrar. Ella no puede, tengo que levantarme y hacerlo yo, pero yo respiro y suspiro, sé que está ahí. Entonces y solo entonces tomo asiento en uno de los sillones de mi salón. Eduardo se ha marchado, me ha dejado solo, no quiere ver lo que no desea. Me sangra un poco la nariz, no sé porque será, pero da igual. Yo fumo y dentro de mi cuerpo, dentro de mi alma se monta una fiesta, se monta un baile y yo bailo con ella. No es tan fea o yo al menos la veo morena, con los ojos verdes y una larga melena. Bailamos al son de la música de antaño, aquella que en el medievo se hacía por la noche llegando a alba. Yo solo es todo mental, la fiesta es una auténtica locura y yo no lloro, yo sonrío. Dentro de mi locura, hay paz y sosiego, bailo, bailo con mis letras.

Ahora lo escribo y lo narro, me dejo llevar, me dejo deslizar por la nube del libre albedrío y de todo aquello que es oculto, oculto por la poca tolerancia a aquello que se ignora. Cuando el respeto es sinónimo de aprender, de aprender de la otra persona, qué  más da, si esta es la mismísima muerte. Algún día vendrá de verdad, hoy solo viene de visita.

¡Ora y reza!, me dice alguien. ¡Reza!, yo no hago caso, todo eso no creo que sea verdad y yo sigo con aquello que me distrae y me hace feliz. Ya he tenido dos visitas y la tarde promete, todo ello sin comérmelo ni bebérmelo, solo creyéndomelo soy capaz de vivirlo, ya que vivimos lo que creemos ver, oímos lo que creemos oír y así con todo lo demás. Así que sigo y sigo escribiendo, locuras, quizás sean locuras. Pero como hace un auténtico mago, juego con tres vasos, escondo una pequeña piedra e intento adivinar donde está. A veces acierto, otras no, es solo un juego. Como la vida misma, a veces hay que probar suerte y buscar y buscar.

Cambio de ritmo, como si me pasase de frenada, me empotro contra la realidad, solo me rodean cuatro paredes, un techo y un suelo, dentro estoy yo. Escribo, no sé para quién, pero escribo, y además de manera rápida, tan rápida que me da vértigo. Sueño, mientras escucho unos acordes de guitarra española, en que voy en un pequeño barco por el mar y siento el sonido, el cántico de las sirenas. Una se parece a la morena de ojos verdes, a esa ya sé que debo de tener mucho cuidado, otras, hay muchas más, huelo sus aromas y son aquellos aromas, que a un hombre le vuelve loco o lo lleva por el mal camino. No hay timón, no puedo tirar para atrás, borraría parte de mi vida, rompería a trizas parte de aquello que he vivido y narro, con estas pequeñas frases. Pequeñas frases que van formando unos párrafos y estos, a lo mejor acaben en relato y pueda compartirlo con todos vosotros. Porque la primera lección que aprendí en la vida, fue esa, en que se debe compartir, ya sean juguetes o experiencias, vivencias o amarguras, porque de todo se saca una lección, que acaba bien aprendida.

¿Os gustaría que os acercara al cielo?, puedo hacerlo, solo debéis pedírmelo y os enseñaré no el camino, si no lo que hay cierto en ello. Aunque me parece, que es mejor esperar, ya a que vuestra conciencia sea limpia. Todo depende, porque todo es un camino. Hace rato que mi amigo y aquella de la que no sé qué decir, han marchado. Seré como un faraón, pero sin maldición alguna. Ya que no sé si será cierto que si perturbas el descanso de uno de ellos, te puede acarrear una cadena de malos infortunios. Solo os puedo decir, que todo ello es una experiencia. Que todo depende del camino a seguir, todo es relativo. Puedes creer que la paz está en el cielo, cuando verdaderamente está solo dentro de ti mismo y eso se aprende solo.

¡Se acabó!, al menos por hoy. Me levanto, me pongo de pie, recto y estiro el cuerpo. Como un relámpago, cae dentro de mí y me zigzaguea, haciéndome temblar. Las piernas me flaquean y me vuelvo a sentar. Cuál es mi sorpresa, cuando me recupero un poco y miro a mis dos lados. A la izquierda veo a Eduardo y a mi derecha veo a la muerte. Los dos me tienen encadenado, estas son invisibles, pero no puedo moverme. Me dicen que estoy preso, que estoy condenado, por la vida misma y mi forma de pensar. Que no hay salvación para mí, no lloro, solo sonrío para dentro de mí. ¡Ellos que sabrán!, solo son lo que son.

Lucha, teme y lucha, que tu voz se sienta y haga temblar los cimientos de las mentiras. Lucha, saca tu mejor espada, que es el momento que esperabas. Aquel que se sienta a tu izquierda quiere tu libertad, dice ser tu conciencia y que solo debes tener una oportunidad en la que poder demostrar de lo que eres y no eres capaz. Yo no sé si creerlo, solo sé que el salón se ilumina y como si hubiese una subida de tensión, las luces del salón estallan haciéndose añicos y yo despierto de golpe.

No hay nada, no hay nadie, solo miro el reloj, son la dos de la tarde de un sábado que esperaba fuera tranquilo y en vez de eso, me siento como alterado, pero más despierto en ciertas cosas. Me surgen nuevas preguntas a las que ya encontraré respuesta, mi amigo, no sé qué amigo era, si no fuese solo dentro del sueño, sueño que ha estado a punto de convertirse en pesadilla. Miro para la mesa y veo un vaso, un vaso con una cucharilla dentro, ¡café!, como es posible. Si es ahora cuando debo de tomarlo, me quedo atónito, no sé, ni me sé responder. Huelo a tabaco, ¡qué raro!, si yo no fumo. Todo es muy confuso y no quiero echarle cuenta alguna, así que me incorporo del todo y cogiendo el vaso me dirijo hacia la cocina.

No sé, dejo el vaso, pero muevo la cucharilla haciendo círculos dentro de él. Me apetece, sí, me apetece. Me sirvo el poco café que hay en la cafetera, no le echo azúcar, quiero tomarlo amargo, pero inconscientemente lo muevo, lo remuevo. Me lo acerco y lo huelo, me viene a la mente una imagen, una visión de cuando era un niño y estoy en la playa. Escucho el sonido del mar y los demás niños gritando y los padres hablando a voces. Le doy un sorbo y me parece dulce, no sé el porqué, pero dejo el vaso en el mármol de la cocina. Agarrándome fuertemente, tiro la cabeza para atrás y siento a mi madre secándome el pelo, y entremedio una regañina. Sonrío, incluso me río. Vuelvo a coger el vaso y a esta segunda vez, me viene el recuerdo también dulce, el beso de la primera novia que tuve. Ahora no suelto el vaso y quiero saborearlo y casi sin darme cuenta, me tomo todo el café, dejo un poco para el final, no sé cuál será. Ahora estoy soltero, a mi edad y soltero aún, ya no me acordaba ni de mi madre ni de mi primera novia, como tampoco de mi época de juegos en la playa. Todo contento, me cojo el vaso y me siento en el sofá, y tomando mi último sorbo, caigo desvanecido.  Al notarlo amargo, me he caído, no he querido ver, lo que es la realidad, la verdadera realidad y esa es la soledad. Paredes blancas, techo blanco, al igual que el color del suelo. Solo las paredes de color marrón y mi corazón negro como el carbón, es la pura realidad. No tengo amigos, si estos no son ficticios o imaginarios, no existen de verdad.

No hay familia, no hay hermanos, solo yo y mi lista telefónica vacía, sin nadie a quién poder llamar, ni a quién poder decir. Ahora sí que lloro, lloro de pena y tristeza. No me acordé de mi madre ni de aquella muchacha que hoy en día podría ser algo más que un ligero recuerdo. ¿Qué será de mí cuando sea anciano?, no tengo nietos, no tengo sobrinos, no tengo nada más que aquello que me rodea y es todo material, nada me da vida, verdadera vida. Risas y alegrías, ya es demasiado tarde. Así que cierro la puerta de casa y me dirijo calle abajo, no voy a cometer ninguna locura, pero veo y me hiere ver a la gente feliz.

Solo siento en el viento, una voz que me susurra…
      
                             -        No te lamentes, eres lo que eres, una buena persona. Solo un poco egoísta, pero nada más.  Así, que deja de caminar solo y agárrate a la vida y dile que quieres vivir. Ya verás, solo  debes tener paciencia y sonreír, sonreírle a la vida y estar en calma contigo mismo.

Me da miedo, me asusto y me vuelvo a casa, sin saber el porqué, me vuelvo.  Es sábado y el Sol alumbra todavía las calles. Me asomo a la ventana y me sorprendo, me surge una sonrisa. Porqué será, a saber. Todo queda en un quizás y en un suponer, quién me ha dado el aviso. Así qué, quitándome la mochila del pasado, me prometo el volver a la vida, a la vida que rueda y rueda como un disco de vinilo. No sé a quién conoceré, quién me sorprenderá, pero de eso se trata, de buscar una canción que le dé un poco de emoción a mi vida y saborearla como un café dulce.