Los sueños nunca deben
estar prohibidos
Entre la cortina transparente y la luz de la habitación que me deslumbra,
escucho una voz, una voz que me resulta
amiga y por lo tanto la escucho.
La escucho, mientras me encuentro tumbado encima del colchón. Como si fuese una
antigua canción, una de esas que no pasan de moda la escucho, porque para lo
eterno no existe.
— Hola amigo mío. Entra con él en sus sueños
de cautiverio, entra con él en esos sueños que no sabe él pero están ahí y se encuentra
encerrado en una gran cárcel, una cárcel llamada “ciudad del tiempo”. En ella no transcurren
las horas, en ella se duerme siempre, en medio de unas tormentosas pesadillas.
¿De quién me habla,
de quién me comenta? Que yo no recuerdo y no veo nada. Hasta que la bombilla
que me alumbra estalla, haciéndose añicos. Solo y solo en ese momento, veo en
el techo, la imagen de un viejo amigo. Este, gira y gira la cabeza para un lado
y para el otro, no abre los párpados de los ojos, pero estos ven como una
sucesión de imágenes. Imágenes que parecen venir del mismísimo infierno. Suda y
suda, en pleno mes de enero. No sabe el porqué, pero es así, duerme como si en
un letargo penoso fuese. Duerme sin saber si despertará en algún momento, sin
saber qué día o que noche será el primero, con un súbito suspiro. Él no me ve,
pero yo lo he observado y cuando quiero echarme para atrás y marcharme, vuelve
a resonar la cortina…
— ¡Qué más da! Entra con él y vivirás de
nuevo en aquellos sueños de juventud, esos, los que nunca deberían de estar
prohibidos. Aquellos en el que el tiempo se ha detenido, en aquellos en los que
el tacto no interviene y solo la mente y el cerebro son capaces de fabricar,
mientras el corazón se pone a mil.
Me quedo atónito
y como en estado de shock me encuentro. Es un querido amigo, no el del otro
lado, sino el que veo que duerme. Me siento intranquilo, me siento alborozado
por el momento que vivo y ello me lleva a soltar en un sordo grito y con la voz
entrecortada digo…
— No hace falta droga alguna, no hace falta
ninguna bebida ni ningún ritual. Solo si quiero danzar mientras duermo será
posible el hechizo, será posible ser quien quiero ser.
Lágrimas de sal
de aquel del que no se ve, pero que yo percibo que le caen, como si fuese una lluvia
de finales de verano. Sí, como aquel que viví con mi amigo. Resuena la cortina,
como si fuese un telón de algún teatro. Pero no hay luces, solo veo lo que
sueño o quizás veo cuando estoy despierto. ¿Pero, oír? Oigo y escucho.
— Amarás a quien deseas, desearás mientras
duermes todo aquello que el tacto no puede tocar, al igual que la música de
aquel viejo lugar. Como será, que no se acuerda de ti. Pero tú entra, pero tú
conéctate a él mientras duermes y verás, vivirás que eres suyo o que él te
posee.
No sé qué hacer,
si levantarme e irme a pasear o hacerle caso y echarme a descansar, ¿qué puede
ocurrir, que puedo lamentar?, pienso y pienso, pero no digo…
— ¿Porqué todo esto está prohibido, porqué todo
es tabú? ¿Quién baila a ritmo de rock?,¿ quien baila o escucha, inundando su
alma con una canción de blues? ¿Quién está cazado o quién es el escogido? Respóndeme
si sabes y si es así, es que puedes entrar en las almas y llenar estas de gozo
y alegría.
Ya no llora, solo
quiere ver el amor prohibido y saber que se vive con ello. Quiere saber, a lo
mejor solo por capricho o curiosidad. Quiere que le mostremos en sueños, lo que
es el amor sin tabúes. Aquel que no es libre, aquel que es doloroso y
desgarrador.
— No se sabe, yo no digo, yo no hablo, pero
os conozco a los dos. Por eso os animo a que os unáis al menos en sueños,
porque soñar no está prohibido, porque soñar puede llegar a ser vivido.
Siento calor y
frío, me siento seco y mojado a la vez. ¿Qué puede ser? No hay tren con tan
largo destino, en el que el viaje dure una eternidad. ¿Pero, quién quiere un
caminar hacia el infinito? Yo solo quiero tener un minuto, yo solo deseo rozar
mi alma otra vez por un segundo. Un segundo, para poder hacer de él un
recuerdo. Como si fuese una foto en la pared y poder mirarla siempre y siempre
poder con ello esbozar una sonrisa. Ya no tengo padres a los que querer ni
tengo hermanos con los que poder hablar, solo el maullido del gato, me hace recordar
que todavía escucho. Escucho, pero solo el silencio o el devenir de la multitud
en la calle. Abro la ventana y veo, veo
a la gente feliz, no se acuerdan de mi existencia. Solo, puedo sentirme feliz.
Solo, puedo acariciar al animal. Qué más da, solo el runruneo de su voz me
anima a seguir riendo. Riendo en mi soledad perpetua mientras lo acaricio, todo
por no pensar de igual manera. Qué más da, a lo mejor el asilo de la ciudad, me
aguarda como mejor destino, solo hay que dejar el tiempo correr y seguir con mi
lucha. Aunque, ¿Quién está libre de pecado o quien sabe, lo que realmente está
aprobado? Nadie hace caso y siguen a la ola, todo por no sentirse menospreciados
o simplemente dados de lado. Una silla vacía, es lo que veo todos los días a la
hora de comer. Como solo y solo hablo, me estaré volviendo loco o es la locura
del desamor. El no sentir el abrigo de la gente, un mes de invierno o el fresco
aire de las palabras amables en el caluroso mes de verano. Que será de mí el
día que muera. A donde iré si estoy condenado, condenado a perpetuidad, .esa que
es silenciosa, pero se escucha.
— Lluvias de ceniza, lloran las nubes.
Lluvia y solo lluvia de bosque quemado es lo que envuelve al más afortunado.
Triste, pero respira lento, respira lento para que el corazón no galope de
forma salvaje.
Lo intenta, pero
alguien quiere abrazarle y quiere besarle. Será en sueños, esos que nunca están
prohibidos. Pero que conscientes, no tienen cabida ni son tolerados en según
qué lugares. Por eso los dos unen sus almas mientras duermen. Se encuentran por
la noche y se despiden al despertar el día. Todo es verdad o todo es mentira.
¿Es posible que puedan tocarse sus manos? Quien sabe, a saber. Solo se sabe,
que ellos dos están unidos por un mismo sentimiento, alguno pensará, “esto no
puede ser cierto”. Pues sí, es triste pero es real. Quién sabe a dónde llegarán
o quizás deban esperar a estar en el otro lado, atravesar el umbral para poder
sentir lo cálido que puede llegar a ser un beso.
— Hace tiempo que no siento música en mi
corazón, será porque realmente nunca he sido amado. Besado y rozado, hasta
llegar al límite del orgasmo. ¿Qué será de mí, si no busco por cobardía?¿ Que
será de mí, me quedaré solo? Solo,
porque es cierto que ya no se persigue y se encarcela, pero tampoco se tolera.
Suena por primera
vez entre su letargo, las palabras de aquel que duerme, el joven pero viejo
amigo de un ahora, lejano verano. No suena, no se sienten las olas en el mar.
Pero si les llega, si recuerdan el olor a salitre, el olor en la orilla de la
playa.
— Pon un poco de azúcar en tu corazón y la
vida te parecerá más dulce. No será tan agria como esos, sí esos que solo saben
que solo saben echarse cubos de agua rancia. Alegra la vida, aunque esta sea
durmiendo. Total media vida no la pasamos en ello, ¿Por qué no ser feliz en ese
momento? Sí, el momento de estar viajando. Pero no en ningún autobús ni en
ningún metro, sino en un avión directo a la Luna. Esa que nos mira y nos
protege todas las noches, como si fuese un ángel protector.
Rasga o al menos
lo intenta, el de detrás de la cortina. Pero no puede y se siente encarcelado
en el otro lado, siente, escucha las voces pero se enoja, le inquieta el no
poder entrar y poder participar del subconsciente de los dos amigos. No es
ningún ángel, pero tampoco es ningún demonio. ¿Quién es entonces, el que tanto
dice y tanto aconseja? No se sabe, es como un alma anónima o quizás sea
simplemente el despertar de aquello que no se tolera.
— Bien me dices a mí que sueñe, pues lo
mismo te digo a ti, ¿o es qué nunca has encontrado el amor? Ya sea con la chica
de al lado, como si ha sido con la que vive más allá de nuestras fronteras. Yo
ya me voy, yo duermo por las noches y sueño, sueño y me divierto. Porque de
mientras viajo, me subo en cohete a la Luna y bajo en paracaídas. Duerme
tranquilo y sueña, elige tu propia vida y vívela.
Ya no se duerme,
ya no se tiene más vida, que el descanso o el eterno impasse de aquello que se
aletarga en el tiempo. Por eso y solo por eso, se merece vivir con todo
respeto.
— No seas un histérico, relájate y vive,
vive en que sea solo una vez. Duerme y sueña, sueña con aquello que anhelas y
agarra con toda el alma, abraza a quien quieres.
Despertó de su
sueño con el sonido de un trueno, aquel que duerme. Despertó de aquel plácido
viaje a lo que es incierto. No supo valorar, lo vivido. No supo saber apreciar
lo conocido y se quitó de en medio, como si fuese un estorbo y juró mientras se
iba, juró vengarse. La lluvia que caía de la tormenta, era ácida, era dolorosa
cuando hacía contacto con la piel. Yo me quedé pasmado, despertando y viéndome
delante del espejo, con los ojos rojos de los días que llevaba postrado en la
cama. Era medianoche y yo estaba despierto, sin más sueño y sin más castillos
en el aire. ¿Qué sería de mí? Ahora, ya no sé cuál es el camino a seguir. Ya no
sé si soy yo o soy quién quiero ser, pero en fin solo soy uno más, en el camino
hacia la libertad y el libre albedrío. Ya no volví a
escuchar al de detrás de la cortina transparente ni tampoco volví a conectar mi
subconsciente con aquel que anhelo. Pero en fin esto es como una carrera de caballos,
yo no soy el más rápido ni el más listo. Quién quiso apostar por mí, se marchó
sin el premio final, Quién quiso despertarme dándome con el fuete en el
costado, ahora debe llorar de verdad desconsolado. Ese trueno, esa maldita
tormenta, ¿de dónde vino? Que nos ha dejado a los tres divididos, sin saber
realmente lo que es vivir. Pero lo importante es que ya sé quién soy y eso me
hace fuerte, me hace mirar al frente de manera valiente. Nada ni nadie, podrá
en vida doblegar lo que viene después. Porque yo sé que me esperan, porque yo
sé lo que todos anhelan y esperan, esperan hasta que suena su propio trueno en
su propia tormenta.