lunes, 5 de diciembre de 2016

                                          Quién me toca el piano

¿Quién toca el piano antes del anochecer? ¿Quién pone velas negras en el candelabro de plata? Ya no se ven las siluetas en la penumbra, ya  no se sabe quién te manda o quién te ordena o encumbra. ¡Poder elegir!, que gran avance o quizás y solo quizás sea posible que no. Quién sabe, a saber.

¿Quién toca el piano, quién toca en armonía sus teclas?, ya sean blancas o negras. Solo la Luz o la Oscuridad. O quizás y solo quizás, tonos de grises. Quién puede decir de sí mismo, estar salvado, sino aquel que no baila al ritmo de la canción. ¿Quién se sienta y le da a las teclas? ¿Quién sabrá que es de diferente armonía? Como sirenas cantan y como marineros caen en su hechizo. No hay arpas en el cielo, no hay puertas de acero. Todo es una cortina transparente lo que nos separa, nos separa del cariño y del odio, nos separa de la esperanza y del engaño. ¿Pero quién narices, toca ese ritmo que me enamora? Me  enamora y me hace sonreír, un leve movimiento de mis labios y esbozo una sonrisa, una sonrisa llena de gozo.

Las velas negras se consumen poco a poco, elevando un hechizo, un hechizo a ritmo de unas notas musicales, formando una melodía que no es otra cosa que la vida. Una vida llena de cautiverio y tristeza, como un ser raptado en plena juventud. Para dónde y en qué dirección va el humo que expulsa y como resbala la cera de esta, no cae a la base. Se evapora como un humo, que no se condesa y desaparece entre la atenta mirada del que toca.

¿Quién quiere a quién? Qué más  da, si tus rosas no son de verdad y tus espinas, se afilan para poder cortar. Corazones rotos, almas llenas de desengaños al amanecer. No son tallos de una flor, son alambres de espino enrollados en mi corazón. ¿Quién ha sido querido de verdad? Solo el del piano lo sabe, solo quién baila a su ritmo. Da igual, él no se quita la chistera, no se muestra tal y como es. ¡Ay!  Aquel que se haga el sordo y no obedezca, será castigado y ajusticiado hasta que diga, aunque no lo crea, aquello que quieren escuchar. Una y otra vez la misma melodía. Una y otra vez, aquella sinfonía. ¿Es un réquiem o una alegría? Una, la llamada a la mismísima muerte, la otra al nacimiento o a la unión en libertad. A veces me desespera y a veces me enoja, qué más da. Solo él se sonroja y esboza una leve sonrisa, como si el director de orquesta fuese. Bailando los pies los tiene, mientras suave y levemente, pero con sentido y ritmo, toca y toca el piano de cola. Qué más da. No envejece, para él no existe el tiempo si no es en discordia.

Camino por una carretera sin destino, ando por  los senderos del placer, ¿quién me va a parar? El que toca la melodía, no me puede frenar, soy como un tornado, soy un volcán en erupción. Nadie sabe por dónde voy a ir, pero todos se apartan. ¡Qué será de mí! Estaré condenado o simplemente soy complacido por mis buenos actos, que no son pocos.

Me aturde y me perturba, la forma de hacer de los que se sienten libres y tienen la cadena de su amo, enrollada al cuello. Quiero viajar rápido, no quiero dejar de correr. Ya no bailo, ya no silbo la melodía del piano. ¡Qué será de mí! No lo sé, quién lo sabe. Nadie acierta y hacen quinielas para poder adivinar mi destino. Este no está escrito, como si fuese una canción, no hay, no hay partitura que lea mi buena voluntad. Porqué será rebelde, pero no es mala. Solo soy un travieso adulto, el que ya sabe, ya acierta por donde van a redoblar las campanas.

Hace frío, tengo frío, ¿a dónde me adentro? Hace frío, tengo frío, ¿cuál es mi destino? He descubierto que desde que nací, mi destino está escrito. A grandes rasgos, pero escrito. Tengo que tener algo que hacer, ese hacer es diferente a los demás. No sé todavía cuál es, cuál va a ser mi granito de arena, ese por el que se me recordará. No sé verdaderamente en qué consiste mi viaje, pero es en un tren de largo recorrido. No sé, si es hacia el Norte o al Sur. No sé si es al Este o al Oeste. Lo único seguro es que es desde este punto.

¡Ay! Mi granito de arena, en un reloj de estos está y solo el que toca, tiene el poder de darle la vuelta. Boca arriba, boca abajo, qué más da. Solo el que toca, ve y dirige la canción y el tiempo. Solo el ve, caer la arena, para después volver para atrás. O para adelante, ¿quién lo sabe? A saber. De mientras, escucharé la melodía de la vida. Esa que me transmite y yo quiero hacer llegar. No lloro, no merece la pena. En cambio sí río, hasta de mí mismo y de frío, porque ya se acerca el invierno. Este promete ser largo y duro, pero yo no sé si estoy aquí o allí, solo espero la hora de marchar. De marchar a alguna dirección, esa sí, esa que no tiene ni nombre ni letrero. Solo unos puntos suspensivos...

No ahogues mis penas en una lluvia dócil, hazlo si quieres, en una lluvia tormentosa y de granizo. Que vengan vientos, que rasguen mis velas, dejándome sin luz y sin horizonte. Que no vea la brillantez de las estrellas, tapa si puedes, la Luna y déjame en la más absoluta oscuridad. Despiertame de mi letargo, como un oso en primavera. Saldré hambriento y querré comerme la vida y saciaré mi sed de aventuras mojando mi garganta con la lluvia tormentosa del anochecer. Frío, mucho frío me entra. Al saber que solo estaba dormido y que necesito solo un buen azote, para saber que esta es para vivirla con respeto.

¿Quién le puede romper, quién le puede destrozar tal piano?  Si este está encima de una nube, si este está encima, flotando en el aire de un atardecer. Qué más da, yo no soy querido, si no es por aquella que me parió y me amamantó. Todavía guarda ella recuerdos, todavía yo mantengo intacto mi amor por ello. Qué se puede decir, a lo mejor en ese momento se le rompió una cuerda al piano o simplemente estaba desafinado. Quién lo sabe. Solo el que toca, es capaz de saberlo. Pero espero no quedarme en medio, en medio de dos mundos, este y el paralelo. Aquel donde descanse mejor, ahí me quedaré, para recuerdo de unos pocos. A lo mejor la canción sea como un bucle y no acabe nunca. No acabe y pueda llegar a ser inmortal, ¿pero que son estos deseos? Qué son en realidad, todo aquello que muere con facilidad, ya sea una rosa o ya sea un pez, todo ellos tienen un final, todos ellos se van y siguen la cadena. Una rosa se marchita, un pez sirve de alimento. Qué más da, yo no soy capaz de parar de bailar. Una música que no deja de vibrar en mi corazón. Es una sin título, es una anónima, solo dirigida a mi persona. Espero que sea con final feliz y no me llegue a herir.

Envío un millar de ratas, envío un millar para que se coman las cuerdas de tal instrumento musical. Sus dientes, contienen la sed de la rebeldía y de la venganza. Dónde se irá ahora a tocar, como no sea en tierra, lo veo difícil. Estas son dirigidas al son de una guitarra distorsionada en su vibración, pero no en hambruna. De unas cuerdas no hay de donde alimentarse, pero sí en la promesa de convertirlas en almas. En almas que bajen luego a la Tierra, para poder decir, para poder contar lo cierto y verdadero. Qué más da si se acerca ya el anochecer o solo es la Luna cubriendo al Sol. Un eclipse que no es causal o sí. Lo cierto es que además el cielo se cubre por amenazadoras nubes, que pueden dejar al que toca, destrozado y que llueva en medio de una depresión mental. Una depresión, por no poder detener el avance de los roedores, depresión por dejar de ser quien es. Convirtiéndole en un simple pájaro con mal infortunio. ¿Quién es el que se salva, seré yo o quizás tú? Que eres quién me lees. Qué no entre la histeria en vuestras cabezas y en vuestros corazones, todo es concebido. Todo es hecho por el que escribe y este, no puede ser más que aquel que impulsa las letras en este relato. ¿Quién te quiere? ¿Quién te ama sin condición? Seré yo o será él. El que toca y sabe de música, sabe de algo más que hacer rimas y ritmos. El que toca, ya no lo hace. El que toca sabe mucho de leer, pero no sabe dirigir. Quién es mejor director de su propia orquesta que uno mismo. El piano está destrozado por las ratas y por la lluvia. La Luna se adueña del cielo, al igual que las estrellas del anochecer. Será verdad que ahora viajo, viajo hacia dónde aquel que sabe pierde la pista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario