jueves, 20 de agosto de 2020

 

                                                                         Fue ayer

Cuál es esa verdadera verdad, que tanto nos asusta o nos ciega y no nos deja ver más allá del horizonte. Será la muerte propiamente dicha, esa sí, esa que nos acecha cada día al levantarnos, esa que sabemos que nos dejará sin aliento, haciendo perecer nuestro cuerpo. Qué sería de aquellos que vienen desde el otro portal y nos pican a la puerta, a una puerta trasera, llamada intuición,  quizás médium o sexto sentido. Yo no digo ser portador de ello, yo solo soy un escritor aficionado de relatos, que se deja llevar por la intuición y se abstrae hasta conseguir escribir primero unas frases, luego unos párrafos, para culminar en relato tras relato. Espero y deseo que sean de vuestro agrado, ya que con ellos yo me libero, ya que con ellos yo me divierto e intento que vosotros también lo hagáis. 

Toca el campanario, son las doce del mediodía, ni la una ni las dos,  mediodía y el hambre aprieta, hasta llegar en pensar en pegarle bocados a las piedras del camino. En vez de ello y haciéndome valer de que soy solo un niño y estoy viviendo mi infancia, le tiro una de estas a una vieja casa ya en ruinas. Rompo un cristal y me rompo en una carcajada, tanto que me pilla un vecino, que cogido de la oreja me lleva hasta casa. El espectáculo no es pequeño y la cara de mi madre tornándose de color rojo tampoco. Cuando el hombre ha soltado todo lo que llevaba dentro, es el turno de mi madre, que no es que me pegue, pero sus palabras son como guantazos en la cara.

Me manda con una voz a la habitación, no tengo lamentos, pero tampoco excusa, que le vamos a hacer, esta vez me han pillado. Prometo vengarme del vecino, alguna se me ocurrirá, ya que la venganza se sirve en un plato frío. Son las dos de la tarde y abro la puerta, mi madre con otra voz me manda otra vez al interior. Sin comer me he quedado, todo por un cristal, pero en fin, cierto es que no se puede ir haciendo el gamberro y romper cristales ajenos. Solo tengo nueve años y mi madre ya se preocupa de mi porvenir. No sé lo que seré, si seguiré estudiando o acabaré como acabaré. La verdad, por ahora no me preocupa, solo quiero divertirme con mi amigo y poco más. Son otros tiempos, no existen ni los ordenadores ni los móviles, el tiempo de los dibujos animados solo son los fines de semana y media hora. Qué le vamos a hacer, paso el tiempo dejando mi cabeza volar. Que se puede hacer en estos tiempos si no que jugar y jugar, pero eso cuando a uno le dejan.

Juego con mi gato, Yombi se llama o mejor dicho le llamo, castigado sin cenar me parece, en la habitación con él me he quedado. Yo, con el hambre que traía y no se le ocurre otra cosa a mi madre que dejarme sin alimento alguno hasta la hora del desayuno. Son las nueve de la noche y me madre entra, marcando autoridad me manda a la cama. Así que Yombi y yo nos vamos a esta. El estómago no deja de retorcerse de hambre, yo no quiero ni aguanto hasta la mañana.  Creo que he quedado con la lección aprendida y si no es así, seré más cauto y miraré dos veces a todos los lados. Me espero, no queda más remedio, mi madre está en su momento particular con mi padre, es su rato privado y eso, eso ya lo entiendo y lo respeto. Ojalá cuando yo sea mayor, tenga una mujer guapa e hijos, no ni uno ni dos, tres. Ese es mi sueño, lo de lo que quiero ser, no tengo ni idea y lo dejo un poco a las alas del destino.

Bueno hablando y parafraseando, me dan las doce otra vez, pero esta vez de la noche. No me descuido, no enciendo la luz ni piso al gato. Como si fuese en un comando en una  operación especial, me adentro a oscuras en la cocina, abro la nevera y se hace la luz. Hay un plato con un trozo de tortilla de patatas con mi nombre escrito en un trozo de papel, “Pedrito”, abajo pone buenas noches. Madre mía, sí, madre mía, solo hay nada más que una. Tampoco están mandona, solo debo no romper los cristales de las casas, aunque estén estas en ruinas.

Sigilosamente, sin encender la luz de la cocina, me como la tortilla, parezco un lobo hambriento, qué más da. Estoy tan abstraído, que no me doy cuenta y siento el golpear de dos dedos en mi hombre. ¡Vaya!, mi madre. Pero esta vez con una sonrisa me acaricia el pelo y bebiendo un vaso de agua se marcha. Todo ello sin luz alguna, estamos hablando en la época de que los móviles eran todavía de ricos y eran bastante voluminosos.

¿Te imaginas, que se cumpliera la profecía?, que todos llegáramos algún día a ser inmortales. Que nuestra alma corriera por dentro de un cuerpo que ni se oxidara ni pereciera, que todo aquellos que deseamos y anhelamos se hicieran realidad. Que todo aquello que parece ahora todo un misterio, se convirtiese en una auténtica realidad.

Jugábamos sin darnos cuenta en nuestro lugar favorito, una casa abandonada, una casa en ruinas en las que los ruidos del crujir de los maderos eran verdaderos y a nosotros nos parecían algo misterioso, todo como si hubiese algún tipo de conexión entre este mundo y el otro, aquel que llamamos paralelo.

Pecábamos, al menos eso nos decían, cuando acercábamos alguna amiga con algún pretexto y nuestro gran logro era darnos un beso, un inocente beso que nos nublaba hasta el amanecer. Todo era posible, todo aquello que parecía fuera de lo común nos elevaba y nos llenaba de energía. Éramos inseparables, éramos como hermanos, hermanos desde la más pequeña infancia.

Pedrito era más arrojado, era más valiente que yo, al menos eso pensaba yo y me llenaba de admiración hacia él. Yo, en cambio era más travieso, era más gamberro. Había una piscina vacía, grande, tan grande y profunda que no se podía bajar abajo si no era por una escalera comida por el óxido.

Jugábamos al futbol con los demás chicos, eran habituales los enfrentamientos, unas veces por defenderlo a él, otras veces era al revés. Qué más da, es hoy todavía y en mi memoria y recuerdo han quedado grabado aquellos recuerdos infantiles. Éramos solo niños y el destino dijo que venía ya por su alma. No podré borrar aquel día, no podré borrar aquella mañana de verano, ya no íbamos al colegio, estábamos de vacaciones. Casi tres meses de risas y juegos. Hasta que un fatídico día de julio, pasó lo que pasó, resbaló y dándose en la cabeza contra el suelo, se quedó. Yo no sabía mediar palabra alguna, corrí como no había corrido nunca en busca de algún mayor. Todo fue mi rápido, al primero que encontré, con el primero que me topé fue con un barrendero, que al escuchar mi tartamudeo no se lo pensó dos veces y soltó la escoba.

No se pudo hacer nada, los de emergencias y la policía, me preguntaron por lo sucedido, yo les dije como pude lo sucedido. La madre, histérica, no se lo podía creer. Es hoy en día y todavía nos miramos con recelo, como si yo hubiese tenido alguna culpa de ello.

Han pasado cierto tiempo, treinta años de lo ocurrido, tal día como hoy ocurrió. Yo sigo soltero, saliendo los fines de semana en busca de alguna a la que poder echarle el lazo. Todo es así, un trabajo aburrido en una triste imprenta y una triste vida, sin tener compañía femenina nada más que de vez en cuando. Pero no pensemos en ello, ya estamos a jueves y el sábado por la noche promete, al menos soy así de positivo. La ventaja de vivir solo, es que puedes tener tus rutinas y tus manías, puedes echarte en el sofá y el mando de la televisión es todo tuyo. Estoy absorto con unos vídeos musicales y mirando un cuadro pienso para mí y hablando solo, me vienen recuerdos de mi niñez. Algo canaliza dentro de mí y siento la vibración de Pedro, como si envuelto en mil demonios, viniese desde el otro lado. Yo no me asusto y solo le pregunto e intento hablar con él.

        Hola viejo amigo, hace años que no sabía nada de ti, atrás quedaron los años de pequeños gamberros, que nos divertíamos haciendo la puñeta a los mayores. Que es de tu nueva vida, te marchaste demasiado joven, me alegra notar tu vibración. Esa que me eleva y me lleva a recordar aquellos años en los que se podía jugar a la pelota en medio de la calle.

No todo el mundo podía permitirse un coche, algo muy normal en los tiempos que vivíamos y tantos hay ahora que nadie sabe el número.

Como un sordo grito, como una voz en silencio se hace, no siento nada más, todo es oscuridad con la única iluminación de la Luna al reflejar la luz del Sol. Se ha marchado o al menos no siento su vibración. Jugábamos a la pelota, hasta que un triste día el balón cayó en una piscina vacía y quiso bajar,  resbalándose fatalmente.

        ¡Vuelve! Le digo sin levantarme de la silla. ¡Vuelve! Explica lo que hay al otro lado.

Siento, percibo e intuyo, una voz aguda que me dice que me vaya a dormir, que viajaremos juntos, que me lo quiere enseñar todo. Que es libre, pero que la vida en la Tierra hay que vivirla, porque cuanto más se vive, más se aprende.

Como un niño pequeño me duermo, concilio de sueño y llego a un pacto con el diablo, este me da la oportunidad del saber y como algo sobrenatural, salgo de mi cuerpo, salgo y no veo nada, solamente oscuridad. A lo lejos, en la oscuridad del vacío del Cosmos, veo a alguien que me llama por mi nombre.

        Carlos, Carlos, Carlos estoy aquí Carlos.

No me lo puedo creer, pero no me puedo despertar, estoy en lo más profundo de un sueño o simplemente viajo como en un barco por las aguas de la oscuridad. Noto como si alguien me cogiera de la mano y me dice Carlos, Carlos, Carlos soy yo Pedro. Siento mi cuerpo otra vez, siento como este galopa al viento. El corazón me va a cien por minuto, el sudor me empapa, pero yo me agarro fuertemente de la mano de mi más viejo amigo. Solamente veo estrellas y constelaciones, solo veo más soles, estrellas en la lejanía. Pero en un momento no muy lejano, me veo rodeado de otras almas, es entonces cuando me doy cuenta de que hay algo más aparte esta vida. Son como pelotas de tenis, me enorgullece como siempre aquel a cuál más admiro, me vuelvo otra vez niño. ¿Será posible?, pues sí, es posible. Cuando me doy cuenta, me veo otra vez en la casa abandonada, abajo en la piscina hablando con mi amigo Pedro. Solos los dos, nos volvemos a ver otra vez cara a cara. No deja de llenarse la piscina, no sé cómo, pero en unas pispas me voy flotando al lado del siempre buen amigo.

Me dice, me comenta a voz baja, todo como si fuese un secreto…

        Hay vida después de la muerte. Ves, es cómo flotar en la piscina, flotas hasta que el día que muere tu cuerpo, entonces y solo entonces, te hundes para abajo. Entonces aprendes a vivir como los peces, en otra vida simplemente es así, desde aquí verás todo lo que es verdad. No te creas todo aquello que dicen, ya que es para atemorizar a más joven y convencer al más viejo, somos lo que somos, almas,  simplemente almas llenas de energía. Es así, es aquí a lo lejos, la constelación de Orión, yo pertenezco a ella. Esa es mi casa, cuando tu cuerpo perezca, tú volverás a la tuya, no te preocupes que nos seguiremos viendo. Será como cuando éramos niños, pero esta vez nada de tirar piedras a los cristales.

Cuando me quiero dar cuenta estoy de vuelta, otra vez en casa en mi cama y me veo empapado, no de sudor, no de lágrimas, si no las aguas de la oscuridad. Todo es así, es tanto qué son las 4:00 cuando estoy debajo de la ducha, agua limpia, tan limpia como en la que me bañaba en la piscina. ¿Cómo es posible?, pero me siento feliz de haber conocido realmente a mi amigo, no sé, sinceramente se habrán más encuentros todo depende de él.

viernes, 14 de agosto de 2020

 

                                                         Sin nombre apropiado

Entre una intensa nevada, viajo sin cuerpo alguno en un triste tren con destino a Moscú. Solo no voy, porque voy dentro de alguien que tiene fe y cree en mí. Solo soy lo que soy, una Sombra en la oscuridad, un vampiro energético que se nutre de la energía de los demás. Lo hago hasta que los consumo, cayendo ellos enfermos y luego, luego que más da, muertos. Esa es la auténtica verdad, me acoplo de tal forma, que no tengo ni siquiera personalidad alguna, solo la desfachatez de apropiarme de aquello que no me pertenece. Como un mosquito pico, como una abeja deja su aguijón soy yo, lo que pasa es que para cuando quieren darse cuenta, ya es demasiado tarde y los he consumido.

Ahora, en este momento son los principios de los años cuarenta, el cuarenta y uno casi,   ya está muy cerca que los soldados de la Alemania Nazi invadan Rusia. Son tal su ser, que piensan que el frío es cosa de otros y van todos congelados. En trenes, van destinados  y yo, siendo una Sombra me apodero de sus energías y creen que mueren, creen que perecen de simple congelación.

        No dejo de llorar, no deja de ser un botear a la gente, no sé porque, pero así lo sé. Quien sea la verdadera verdad que se manifieste, yo solamente sé lo que soy, una alma, una persona, un ser humano. Quién sabe si solamente eso soy, una estrella del gigante Universo seguro que no, una estrella más grande que yo, el conjunto estrellado es una constelación que digamos que no soy yo.

Tarda, pero llega a su destino, alguien o alguno de los que me apodero me ha hablado y yo no sé si lo ha hecho de verdad o ha sido simplemente la fiebre de alguna enfermedad. Me siento en alerta, no asustado, pero sí que miro con más atención lo que hago y el sigilo es mi verdadera habilidad. El saber hacer, ya que aquellos que existen en el otro lado, me han dejado sin energía. Solo me la devolverán en el caso de que haga una buena obra. Pero, yo me pregunto, ¿qué buena obra es hacer lo que hago, que no es otra cosa que matar a soldados?

        A veces no salgo de mi asombro al entrar una cueva oscura y tétrica, en la que dicen que se esconde la maldad. Charles, mi curiosidad es enarbolar la bandera de la libertad, intento levantarla tan alto que llevo la bandera hasta que se me hace añicos. A ver lo que era de verdad la oscura cueva, yo solamente soy un mensajero, si aquel que dice o narra aquello que le dicen que diga o hable.

Veo bailar los enanos, veo bailar las serpientes, cuentan que sacan su lengua bífida y me dicen, ¿qué quieres que te hable en español o en inglés?, yo me río, en francés les digo y se me quedan palabras.

Puede ser tú mi amor, puede ser tú mi oscura pasión, puede ser que yo estoy enamorado de la Luna. De la Luna, de las estrellas, de la oscuridad completa… ¿es posible eso y yo pueda estar enamorado de ti?, tú qué sabes que me tergiversan mis razones de vivir, sácame a la luz del Sol, sácame a la luz del Sol que yo quiero ver la luz. Cogido de tu mano deseo hacer camino, no es nada malo pensar en ello. Lo importante es saber amar y saber ser amado, realmente es lo importante, lo importante es saber quién eres tú y tú que deseas realmente. Todo es así, no necesito nada más, necesito saber, solo quiero saber qué es el saber amar y ser amado por aquellas personas que realmente merecen la pena. Tú sabes de quién hablo, esas veces que hablo de ti, sí de ti bañándome ahora en una piscina llena de anguilas.

Ahora, ahora me doy cuenta. El soldado está más asustado que cualquiera, no se hizo voluntario por cualquier motivo aparente de aquellos años, sino por su condición sexual, para pasar inadvertido y no ser llevado como otros, como la mayoría a campos de concentración y ser exterminado. Todo es lo que es, solo hace que rezar no sé a qué dios, pero que yo sepa, no existe tal, solo soy una Sombra y ello me lleva a perdonarle la vida y quedarme un rato con él, simplemente por el deseo y el capricho de ver si sale de esta. No le hablo, pero no absorbo más energía de la cuenta o caerá enfermo. Sé lo que me digo y por una vez creo que voy por buen camino. Quizás fue en una ayer no muy lejano, cuando yo tenía cuerpo y hacía y deshacía. Todo quedó atrás, todo quedó en un último suspiro y me fui para abajo, me cogieron como si fuese escoria y me arrojaron a las profundidades del Mal. De allí no sale nadie, solo han pasado quinientos años y vuelvo a existir fuera de aquello llaman “eternidad”. No existe ni el cielo ni el infierno, solo diferentes planos, pero qué más da.

No sé más, no sabes nada más, sabes que no más sabes que yo, sabes que hay una puerta trasera. Cierra la puerta, como con una tijera se hace y se rasga una cortina transparente, que es la que me oprime permanentemente y no me deja salir. Desde aquí, dime de frente qué más da que sea yo realmente, ¿se puede hablar de lo que hablo?, yo creo que sí, yo le amo, de él canalizo mi energía y he visto que junto la suya, escribo y escribo.

        ¿Satán, existes de verdad?, muéstramelo, muéstrate delante de mí y dime mi nombre existe realmente. Ya estoy yo en el nombre de Satán, qué más da, yo soy de aquí soy no el que no está.

De piedra me quedo, en estatua de sal me convierto, qué más da. Si todo el mundo peca,  qué más da y después lo lamentan. A lo mejor es no haber hecho algo que tenía que haber hecho en su día, en su momento, perdiendo lo qué es la savia de la mente. Que está sabes,  todo sale por ahí, por la mente, la mente será de más llegar más lejos que el cuerpo. Todo ello conforma la espada, todas las mañanas dime ángel mío, ¿porque he salido diferente, que imagen reflejo?, me río porque me sirve de referente un simple espejo.

Dime viejo amigo, porque he estado a punto de ahorcarme, porque se tenía que romper la cuerda en el momento que me cambiaba la vida al ver tu mirada. Simplemente con esta, ya me ha echado para atrás. Ahora te voy a hacer llegar mi reflejo o ya es demasiado tarde pensaba yo para mí. Pero no fue así y la cuerda se rompió, no fue así la cuerda se destensó y entonces, solo entonces, supe que la vida me brinda en este mundo una oportunidad. Para amarte a ti, aquí solamente a ti, sin querer me siento querer, no puedo llamarte sin verte a ti, todavía nos dirá de que es una narración extraña. Mundo de racistas y no puedo vivir sin sentirte a mi lado, ahora ya sé. Espero, di para ti, contigo y para ti, contigo para mí, toda una vida juntos los dos, pero no de procrear, sino de amar. Qué más da si te quieres de frente, eso es lo que verdaderamente hace las penas llamar a todo el mundo. Tienes más de cien noches libres de amar de amor, corramos cogidos de la mano por los parques que te harán girar la rueda de la fortuna. Juguemos al escondite en mitad del parque, juguemos descontando una cifra para atrás entre los árboles y a echarnos, a encontrarnos. No nos metemos con la gente por el qué dirán.

        Los granos en un granero, gorro paja de un pajar para para hacerme del caballo para trabajar.

Dime alma gemela, dime tú qué sabes tanto que estés aquí en la tierra. Dime tú de verdad,  verdad. ¿Porqué, el hombre se pelea, en vez de amarse y respetarse?, todo es posible ¿pero, qué es imposible?, nada es imposible. Solo hacer la extinción de la raza humana es posible.

        Aquella que conocemos como especie no puede dejar de tomarse, el respetarse, porque si no acabarán con lo que vuela, que no es otra cosa que el alma sin destino alguno.

Échame, me da igual, échame este es tu deseo no decirlo. Romperás el ser humano,  solamente quiero demostrarme que hay más maneras de amar de la que dicen que es normal, todo es posible. Que el ritmo de la música que lo tiente a ser amado por uno del mismo sexo, aventura  de amarse plenamente, recetas de caricias, beso tras beso todo es posible, en el Universo todo es posible.

Alas de la noche, ¿cómo demonios emergen desde la faz de la tierra y se adueñan de ella?,  en cambio te lo he hecho. Dame Gomorra, convierte el sinvivir en vivir, quién falta que venga por aquí por el templo Lucifer.

Levanta las manos en señal de victoria, manos en señal de orgullo y orgullo es lo que se tiene, tienes que luchar por ello. Venta de masas no hace falta o sí  hermoso, que ellos qué dicen ya la verdad con  la lengua, verdad solo traen. Existe que cada uno lleva su propia verdad, puños de acero más fuerte y la propia lengua más alta, ya que suele decir para él, no mires más. No sirve más allá de donde alcanza la vista, porque de todo aquello,  haz un sueño, un sueño que por qué no se puede hacer realidad. El libro de la propiedad de cada uno, estoy respetado tal como eres Richard, respetado por quién eres, todo es su libre albedrío, todo es ser propia libertad tú. Podrás llamarme como quieras tú solo sabrás mi verdadero nombre, es ese que se sabe pero no se dice. Qué más da cómo me llamen, Satanás, Lucifer…

Hay un águila que se posa en el pico de la montaña, hierbas de monte en nada se queda, qué más da que se escriba si la vida en el más allá no es de arriba.

Desde la serenidad a locura, del amor al desamor todo es posible en un mundo sin sabor. El mundo que te doctora quiero saber echarle un poquito de azúcar, aquello es de merecer todo es posible, es positivo todo es negativo. Todo es lo que es o lo sé de verdad, así se dan las cosas. Según como sea las cosas hechas, destino tú me salvaste del precipicio y yo a ti te debo mucho, aunque no me digas a mí que no. No te amé,  porque te amo, te amo con locura. Siento respeto por quién y por lo que eres, nada gracias por ser una siempre corriente.

Como polvo del viento se sacude la nieve al bajar en la parada, no hay nada más que nieve por todos los lados y ocultando lo que oculta, se dirige a los lavabos, no aguanta más. En ese momento, en ese preciso instante debido a su condición, se pone nervioso y no consigue orinar. Uno de los compañeros, se fija en el detalle, se da cuenta y lo suelta en el aire helado de la Rusia ocupada. No tardan en venir a preguntarle, nervioso y después de no hacer gota, se orina encima. Esta, casi cae congelada. Pero más se le congela el aliento cuando es arrestado. Charles, al verle en tal situación, se va directo al cuerpo de uno de los sargentos y nublándole la mente, le hace sacar la pistola. Apunta directamente a la cabeza del soldado, que de un disparo certero muere. Quien sabrá si habrá hecho o no una buena obra, pero al menos le ha quitado de una muerte lenta, pero segura. Ya se marcha, los veo irse a los dos, no cogidos de la mano, si abrazados del hombro se dirigen no a las profundidades del Mal, sino simplemente a la más oscuridad completa. Quién sabe, si alguna vez el soldado mató a alguien si no fuese por defensa propia, lo que es seguro es el indulto de Charles, que quedó libre y con su energía propia. Se acabaron los años de vampírico energético, de ladrón de luz.

 

 

sábado, 8 de agosto de 2020

 

                                            VUELO RASO EN LAS NUBES

“Sale el Sol, sale la Luna, esta se pone delante, haciendo del astro rey un eclipse. Se hace la noche, se hace lo que no debe de ser, la oscuridad completa a las tres de la tarde de un miércoles cualquiera, de cualquier invierno, de cualquier año. Eso es lo de menos, el hecho es lo que importa y lo que se narra también, ya que a través de ello se lee y se aprende. Se aprende, pero eso, eso lo deja al libre albedrío de cada uno”.

       Dime paloma blanca, tú que vuelas alto y picoteas el pan de la misericordia y de la empatía, quién realmente soy yo. Porque yo realmente no me conozco y eso que rondo los cuarenta.

Un compañero se le queda mirando, alucina en lo que ve a través de sus ojos y escuchan sus oídos, es Luis, Luis dando de comer a unas palomas en horas de trabajo, no entiende nada, pero no se va de la boca, no va al encargado. Se marcha a seguir su tarea, se marcha mientras sigue mirándole echando la cabeza hacia atrás. Nadie lo entiende, parece haber perdido la razón o es al revés quizás, la razón lo ha perdido a él. La verdad que quede dicha, no es un hombre solitario, al revés es enormemente extrovertido, hasta que no sé qué le paso, que le provocó una cierta crisis o quizás llamarlo “clímax o éxtasis”.

Salgo de trabajar, me dirijo al bar de siempre, una chica para un chico, no es tan difícil de entender. Me acerco a la barra pensando en mis cosas, todo es un va y viene de gente, la mayoría ya la conozco, al menos de vista. Yo sigo con la mirada al frente, solo la cambio cuando lo necesito, cuando no hay más remedio que ir al baño y ello impera en la urgencia. A la cuarta cerveza todo aquello que me rodea se vuelve nubloso y empiezo a desvanecerme. ¿Adónde me adentro?, quién sabe. Ni yo mismo sé lo que sé, todo parece ser que estoy de pie en una barcaza, dándole con un palo a la tierra que hay en el agua poco profunda. Todo desde la neblina, todo desde el desvanecimiento, sigo camino hacia algo que me llama o creo al menos que es así.

        Ven a buscarme. Escucho a lo lejos. Luis, ven a buscarme.

Me llama, pero es la voz de un hombre, si al menos fuera la voz de una mujer… de una sirena quizás, de alguna bella damisela que le hiciese falta de mis favores, no me lo pensaría dos veces. Pero dejarme embaucar por un hombre, quizás hay algo dentro de mí que todavía a mi edad desconozco o simplemente, me aturde y me hace ir. La cuestión es que sigo en mi barcaza, como si esta fuese un sueño y no lo que es en realidad. ¿De qué se trata, que puede suceder?, ahora mismo lo relato, para que sea de todos sabidos, que no solo por los oídos se escucha, que no solo por la punta de los dedos existe el tacto o quizás esté del todo equivocado y todo sea un lapsus de un momento de llevar cuatro cervezas. Pero no creo que sea ese el motivo, todo es un suponer, todo es lo que es.

Yo en verdad no sé quién es, pero cuando me levanto de mi letargo, cuando despierto de nuevo. Como si fuese una embarazada me parezco ser, presiento algún ser dentro de mí, alguien que quiere romper mi alma, alguien que quiere salir rompiendo en llanto y dejarme a mí, fuera de sí. Dos semanas es lo qué ha pasado de tiempo, casi de mí durante siete largos años me parecen  haber pasado desde mi última comida. Con unas ganas de comer me encuentro que casi desmayado me caigo al suelo por ello,  hambriento me siento, como un oso que sale de una osera me creo entender que soy yo.

Un chico para una chica, una chica para un chico eso era a lo lejos lo que veía, yo montando en un  caballo. Nada fuera de aquello que se tenga que ocultar ya que fuera de lo normal yo me considero siempre, vendrá el hombre de la bata blanca ahora, recibo mensajes y estos se desvanecen, no es que sean la razón de ellos por lo que simplemente sé que yo existo.

Dichosa locura, como un destornillador punzante va entrando en mi cerebro, dichosa locura que como agua revuelta va metida para dentro de la mencionada laguna.  ¿Qué será de mí, qué será de aquel que se me acerque?, ¿acabará igual que yo, acabará igual?, quién sabe a saber.

Cómo sordos gritos es mi locura, cómo martillos de arena van golpeando en mi cabeza, dichosa locura que no me lleva a ningún lado. Intento gritar pero solo me sale un tartamudeo, no soy capaz de hablar claro todo es un suponer qué cómo un supositorio me entra para dentro. Quién sabe la verdadera verdad, todo es un suponer, todo aquello que relato, todo aquello que escribo es verdad, es cierto o es todo una locura solamente. Quién lo sabe, estoy tumbado en una camilla de ruedas, de esas de tantas que existen en los hospitales. Un celador la empuja, atado, me siento atado de brazos y piernas, como si fuese a hacer daño a alguien o fuese un peligro para la sociedad. Este va despacio, no deja de enfermera que saludar y yo de mirar y de sonreír, veo los blancos fluorescentes como pasan de forma lenta, los cuento, pero pierdo el número de tantos de ellos, soy un legendario ya del hospital a donde me alojo involuntariamente.

El día que yo me muera, que no lleven flores a mí entierro, ya que yo quiero ser incinerado para que el humo suba y si esparza por todo el ambiente y que nadie suelte una lágrima porque no soy de merecer ni tengo razón alguna. Ya que yo siempre estaré con vosotros, esto puede ser un réquiem, esto puede ser lo que puede ser, pero ciertamente espero que el tiempo pase y yo siga estando en el mundo de los vivos aunque cómo un martillo de arena la locura me siga golpeando la cabeza.

Recuerdo vagamente cuando paseaba por las Ramblas de Barcelona y era ajeno a todo el bullicio y a toda la gente que paseaba. Recuerdo vagamente, cómo a veces me codeaba y me tropezaba con alguno que venía en dirección contraria, me acuerdo de verdad que me acuerdo, de cuando me sentaba simplemente a observar. Lejos han quedado aquellos tiempos en que yo no me sentía tan solo, porque es cierto que no hace falta sentirse acompañado para no sentirse solo es la más soledad completa

Como una canción de blues ha sido parte de mi vida, ahora la veo reflejada en el espejo del lavabo cada mañana, no lloro por orgullo cada vez que me afeito y me veo envejecer a paso lento, tan lento cómo lo es el paso del tiempo. Ahora me veo simplemente en la planta de un hospital que no recuerdo ni el nombre, pero eso ahora da igual yo seguiré mi camino, el día que salga de aquí y pueda alzar los brazos en señal de victoria cantando cierta canción famosa alegrándome de mi libertad.

Dame un abrazo amigo, abrázame con todas tus fuerzas que yo vea el verdadero camino qué se debe de seguir. Yo no soy un halcón, yo no soy un ave rapaz, pero quiero llegar tan alto que pueda posarme las cimas de las montañas, algunas tan escarpadas que la imagen que reflejen del horizonte sea tan maravillosa, que el corazón me pegue un vuelco.

        ¿Tú quién eres qué estás siempre a mi lado?, no sé verdaderamente a quién se lo pregunto, no sé realmente si hay alguien a mi lado y eso, eso es lo que asumo.

Todo es como un viaje astral, todo es cómo ir en un tren de largo recorrido, espero y deseo que sea de pocas paradas y que en estas suban personas que me hagan agradable el viaje. Porque para lloros no hace falta nadie, tú que estás a mi lado, tú que me escuchas de verdad o simplemente eres una foto en la pared, quién lo sabe. Yo no, yo solo soy un triste viajero que no sabe cuál es su última parada

Hay trenes que te llevan al éxito, hay trenes muy chulos y bonitos ellos que te llevan a la perdición, hay que saber elegir el cual debe subir todo depende de ello

Me acongoja el saber un día moriré, moriré y no habré dejado descendencia alguna, qué le vamos a hacer si no he encontrado una mujer  a la que tratar con dulzura. Qué más da,  yo no quiero ir al cielo, yo no quiero tampoco ir al infierno, me gustaría quedarme en un mundo paralelo donde yo ser feliz.  Y ver a todos aquellos que me trataron gratitud y respeto, yo de ellos no me alejo, yo a ellos me acerco y por eso vengo aquí de visita. Soy yo tu viejo amigo el qué martillea la cabeza, no me busques ni izquierda ni a derecha y delante ni detrás, solamente soy como una mosca a la que no puedes apartar. Llorar es lo que quieres, porque no sabes si has desperdiciado tu vida. Yo te puedo decir que no que nadie desperdicia su vida, el camino trazado, en el camino seguido se aprende y queda aprendido todo aquello que debemos de aprender.

        Yo no sigo ninguna religión yo no sigo ningún Dios porque no creo en ellos.

Sigo mi camino, sigo andando a veces rascándome la cabeza sin dejar de pensar quién soy yo, miro el reloj de la Iglesia. Marca las 11:30,  falta media hora para medianoche falta media hora para que sea un nuevo día.

Ya ves, como este sin sangre sabes que no te perturbe tu paz, sabes, el sabe que estoy aquí y que no te deja tranquilo .Se presenta por la noche, sin aviso, te seguiré siendo fiel a todo aquello que te rodea. Ya que la persona que soy yo, la soy gracias a ti, un abrazo más fuerte te daría si fuese una estrella. ¿Qué más te duele en la cabeza?, yo no estoy así ya, estoy solo yo, soy él, el que te dirige. Tú me vas a tener temor y tú sabes que es así, no digas mil nombres,  no llames a nadie. Tú sabes que me perteneces a mí, grábatelo en la cabeza en ir sin la razón, que esa te veo para mirarlas todas las mañanas. Cuando te miras al espejo te veo y te veo y yo digo, soy yo, soy yo dentro de ti. No sabes como yo te amo,  gracias a que estás vivo, vivo yo a través de ti y nada más.

Se ve más feliz después, cuando perezca tu cuerpo tú vete, estarás al fin como en una nube en la que el viento soy yo la nube siempre queda en el aire, él siempre va dirigida para que ellos que se creen poderosos sean dichosos.

        Ponme ángel mío, si es verdaderamente quien eres porque dices que te parezco o es que no has entrado después de la muerte o es que la verdadera vida viene después. Quién lo sabe, a saber, yo no sé solamente soy un escritor fundador del amor y del odio, el estigma. La imaginación será incompleta por la falta de entendimiento entre el hombre, todo es como más estrellas, pero sin peces en el universo ni estrellas en el mar. Solamente el Sol calienta al mejor postor, quien salga de nosotros que somos realmente.

Gorra de terciopelo, zapatos de piel de serpiente, es todo aquello que vierte su mirada y enfrente no perdáis el futuro, porque este no está escrito. Quién sabe quién es, si todo solamente ha sido una total locura, todo ha sido lo que ha sido. Ahora entra en camilla, ahora entran corrientes adversas en el cerebro, corrientes adversas para saber quién es realmente quién.

El sol sale como cada mañana necesito seguir  preguntando el porqué de mi existencia del porqué se vive solo, solo se  sabe que muchos sobreviven en un triste trabajo y eso cuándo puedes desempeñarlo. Todo no está escrito, todo puede cambiar con la voluntad de la persona, no de Dios sino de la persona, puedes coger un tren o puede coger otro, puede girar a la derecha puedes girar a la izquierda, quién lo sabe. Martillos de arena se han hecho dueños de su cabeza, todo por un posible despertar. No sabe realmente, no sabe nada de sí mismo, pero sabe que está en una planta hospital, cuando hace poco estaba limpiando el patio la fábrica, cuando hace poco está tomando una cerveza tranquilamente. Antes de que se desvaneciera todo en el humo negro.

 

sábado, 1 de agosto de 2020

                                                     EL CORRECAMINOS

Hola viejo amigo, a ti me acerco para que cuentes mi historia, para que esto no sea un mero relato más. Quiero que sirva para romper el silencio y poder decir que todo puede ser como es, una simple jugada del destino. Puedes llamarlo suerte o desgracia, todo depende de con el prisma con el que se mire, todo es un sordo despertar.

Para situarte, me encontraba de paseo, con las manos en los bolsillos, cuando aburrido, sin nada mejor que hacer me adentré dentro de un local de juegos y apuestas. Todos me llamaban señor, todo era agradable mientras aflojaba la cartera y los euros circulaban, todo era precioso, todo lleno de luces y suelo de moqueta, todo menos el no poder fumar, aunque clandestinamente había un lugar llamado lavabo, donde se permitía o al menos la gente se calmaba los nervios con unas caladas a saber de qué. Así que te dejo que antes de que dé la medianoche y la Luna sea más brillante, escribas lo siguiente…

Mientras sentado estaba ahí, en el lavabo le llegaban ciertos olores, ciertos aromas que no eran de menospreciar. Todo ello le desembocó en una especie de viaje o de ilusión. Todo le llevó a ser el personaje de una película en donde el protagonista era él, que más podía pedir, le llegaban los aromas y de forma gratuita se acababa colocando. No fumaba, pero solo el aspirar para dentro, el respirar le llevaba el volar libremente hasta alcanzar el mismísimo cielo. Todo ello, hasta que de golpe entró en su particular infierno y no, no fue Satanás quién le llevó mediante el engaño, solo fue, que abstraído llegó a ver todo aquello que para su persona le era completamente desconocido y ocurrió así…

Anda descalzo, camina despacio, no corre ni tampoco vuela, pero José Luís se cree un halcón durante y el día y una lechuza por la nocturnidad y la oscuridad. Qué más dará, lo importante es el caminar cada uno su camino. Fieras de la noche, demonios de la mañana, son los que le acechan, que según va transcurriendo las horas, el tiempo parece que se detenga. No hay luces de farolas por los senderos del bosque, ni faros que deslumbren en medio de la negritud de la noche. De todo aquel que le acompaña, de todo aquel que lo conoce sabe que no es amigo de las tempestades y de las malas amistades. Todo es de diferente color, todo no es transparente, algo o algunos son turbios, como el agua estancada y que no se mueve en tiempo, tiempo que es relativo, porque seguro que mañana habrá un nuevo mañana y una nueva oportunidad.

Vive entre los árboles, busca comida por las ramas y se esconde entre los arbustos, todo aquello que se mueve le es ajeno y por ello, tiene que estar siempre en alerta y con los ojos bien abiertos, ya que en cualquier momento, en tan solo un instante, todo puede girarse en contra y ser devorado o atacado, bien vete a saber. Solo aquello que no se ve pero lo intuye, le es bienvenido. Todo lo demás, ni se fía ni dejará de preocuparle, como un As de picas resulta la partida, solo le falta el rey, para cantar “Black-Jack”, veintiún puntos y habrá ganado lo suficiente, como para despedirse de ese maldito mundo que es la bebida y el juego.

Sigue caminando, sigue dando paseos por las mesas, algunas cuadradas, otras redondas, todo depende de lo que busque, hasta ciertas chicas que merodean, guapas ellas, pero no fáciles de conseguir, como no sea por dinero o fama, que les traigan un poco de diversión ellas no suelen perder el tiempo. Lindas mujeres que saben hacer su trabajo, me abrazan y me seducen, solo huelen mi dinero y a mí me da igual. Todo, todo es por pasar una buena noche, creo que me lo tengo merecido, todo es de luces de colores, cartas y dados, con señores de pajarita. Qué más da, recordaré la noche, me acordaré entre la penumbra y el Sol de la mañana. Solo debo sacar la cartera y todo queda dicho y hecho, soy un señor, soy el señor Don José Luís. Todo es como es, lleno de energía y como si fuese un cartel de neón, me alumbro, me siento lleno de fuerza y a ello voy. Me siento lleno de vibración, pido hasta la música que deseo escuchar, que más se puede pedir o elegir, solo una chica…  No, prefiero que sean dos las que me acompañen. No, prefiero que sean dos, una para cada brazo, una para cada mano. Eso sí, con respeto, sin llegar a bajarlas hacia lugares prohibidos. Me ríen mis chistes sin gracia, me dan besos en la mejilla, en la boca no, aunque lo deseo, hasta que cincuenta euros me cuestan un simple piquito, pero merece la pena, la chica se lo merece.

Todo es como es, la jungla, el bosque que como un laberinto no tiene salida y el que la encuentra, lo puede o no contar, todo depende de la suerte, de nada más, solo de la suerte. No hay nada más inventado, como no sea un atraco, pero ello tiene un alto precio y todas las jugadas de las de perder. Hay que ser un profesional en la materia, todo un experto del engaño para poder salir victorioso y jactarse a reír, con los bolsillos repletos y con la frontera al lado, para debido el caso, poder escapar dando esquinazo a todo aquel que porra en mano te quiera detener.

José Luís sigue su paso, pero anda algo perdido y algo desorientado, todo es debido a que la cartera empieza a flojear. Toma asiento en una butaca de la barra del local, se pide un Jack, no el que le gustaría cantar, este viene acompañado con dos piezas de hielo en un vaso de cristal. Observa y se queda pensativo en cómo hacer la jugada ganadora y poder contarlo sin quedarse sin blanca. Solo piensa y mira la cartera, todavía le lanza una ligera sonrisa por los billetes que en ella guarda. Euros, a saber cuántos para poder ganar o poder perder. Todo es relativo, el barman le sonríe y entabla conversación con él, todo ello mientras se bebe a Jack.

        ¡Hola amigo!, ¿qué tal va la noche? Le dice, mientras limpia y saca brillo a unas copas de cristal.

        No me quiero ni me puedo quejar, solo llevo perdidos unos cuantos billetes. Le contesta, mientras mueve el vaso y los hielos acaban casi deshechos.

        No se preocupe amigo, ya verá como tendrá suerte, se lo veo en los ojos. Le intenta embaucar, para que siga apostando.

        Es posible, solo debo elegir el juego. Le responde, dejando uno de veinte encima de la barra y se despide.

        ¡Que tenga suerte, amigo! Le contesta el barman, moviendo la cabeza de forma negativa, sin que José Luís se percate.

¡Yo quiero ser!, piensa para sí mismo. ¡Yo quiero tener!, se susurra así mismo y se lanza a la mesa de los dados. Piensa que es fácil, cree que le será sencillo ganar algo de dinero, al menos recuperar lo ya perdido. Nada más lejos de la realidad, todo aquello que era importante se desvanece y se ve de nuevo en el bosque. Se apagan las luces, al menos las suyas, al verse con la cartera vacía. Ya no le sonríe, ya no abulta, y lo más grave es que todo no deja de ser un sueño. Hasta las chicas se desvanecen como si fuesen humo y lo dejan solo y desorientado. ¿Pero cuál será, el del casino o el del bosque?, quién lo sabe, a saber. A lo mejor, su mejor y más acertado pensamiento es el haberse retirado al bosque. Ya no existen leones, como no sea en la sabana africana o las serpientes en los grandes desiertos.

Yo solo soy un simple narrador o también un simple historiador de aquellas personas que lo han llegado a perder todo, todo menos la camisa y eso es por no querer ir sin ropa por la calle, que si poder se pudiera andarían hasta desnudos intentando recuperar la mala jugada.

Un banco en la calle o la rama de algún árbol es el mejor lugar para un desmerecido descanso para relajar los nervios por todo aquello perdido. Todo está escrito, todo menos lo que elegimos o el camino que se bifurca, uno lleno de flores como margaritas y el otro empedrado y lleno de malas hierbas, ¿cuál de él cuál elegir? Todo no es blanco o negro, pero a veces una decisión desafortunada, le puede llevar a cualquiera al fracaso. No quiere pensarlo y tumbándose en el banco, se hace la idea que está en un bosque, un bosque donde ya es el halcón de la mañana, pero con tanto cansancio se duerme pensando en la lechuza nocturna, a ver que cazar, a ver de dónde recuperar el dinero y adónde poder ir.

Un descanso que le hace soñar, ¿soñar despierto o soñar dormido?, quién lo puede saber. A veces, este es tan profundo que lo vive en primera persona, como si fuese la propia realidad. La mañana, el Sol le calienta los huesos y le refresca la mente. La gente ni lo mira, hacen caso omiso y no le ofrecen ayuda alguna. Él sigue, en su bosque particular y sueña, sueña y vuela como un halcón en busca de su presa. Ratas de mala muerte, ratones sin vida alguna, son sus preferidos. Fáciles de coger, fáciles de agarrar, todo es un sueño. Solo el ronroneo del estómago le hace despertar al paso de las horas, ya con el mediodía se ve lanzado a la desesperada, lanzado al menosprecio social, todo cuando el día anterior era todo un señor. Todo depende de Don Dinero, al menos todavía limpio y con la barba de un solo día, al incorporarse y sentarse en el banco, le hace volver a lo que él piensa que es la realidad y pasar inadvertido entre la muchedumbre, que como en cualquier ciudad se mueve.

Necesita un café, un buen café, pero no lleva dinero ni conoce lugar alguno adónde le puedan fiar un solo sorbo de algo caliente. Entonces recuerda que tiene casa, que todavía no lo tiene todo perdido y que podrá contarlo. Solo una pregunta, solo se pregunta, ¿adónde carajo se encuentra? No sabe y pasea sin sentido, camina como lo haría por un bosque nocturno, sin mayor iluminación que la Luna, y eso si está de suerte y refleja la luz, haciendo como de faro en mitad de una niebla marítima. Pasea, camina despacio hasta al llegar a una boca de metro, se ubica, pero no lleva ni siquiera para comprar el billete. Así, que poniendo los brazos en jarra y respirando hondo, se dispone a caminar. Ahora ya no es el bosque, ahora es el auténtico desierto sin final aparente de lo que le espera. Se palpa los bolsillos y se le escapa una ligera sonrisa, lleva las llaves del piso consigo. Eso le alivia, pero tiene los labios y todo ello seco y medio agrietado de la propia sequedad.

Recuerda las dulces chicas y sacando la lengua, saborea a su Jack todavía en sus labios. Toda una noche diferente, pero que le ha servido de lección, ya que dos veces más y todo ello le puede abocar al precipicio de la ruina. Suenan las campanas de la discordia y despierta al sonido del golpear en el lavabo, es un hombre. Pero no un hombre cualquiera es el de seguridad que le apremia a salir, ya que el local cierra por hoy. Sale del lavabo con la cara sudorosa, pero feliz con una sonrisa. El personal se queda sorprendido, todo ha sido un sueño o un verdadero viaje, sin salir de la estación, un correcaminos de andares despacio en forma de ese. ¿Quién será el que se lo niegue, habrá sido un sueño?, la cartera le dice que no, solo le quedan cinco euros, cinco malditos euros para el verdadero trayecto hacia su casa. Qué más da, ya dejarán de sonar las campanas, las campanas de la locura y de la codicia, de la avaricia y de todo aquello que conlleva el querer más.

Se hace el amanecer cuando por fin llega a su casa, como el que no ha bebido en horas, bebe y como el que no ha comido en días, come. No espera ni un segundo más de la cuenta y se ve dentro de la ducha. No se cree lo sucedido, de la experiencia vivida y que no volverá a repetirse.

Sale de ella y mirándose al espejo, se mira la barba, se mira la lengua, se mira los ojos. En una el sabor del whisky, en la cara necesita un afeitado, pero en los ojos, en los ojos se ve los de la serpiente y como si de verdad hubiera jugado a los dados le viene a la mente. Se palpa, pero está desnudo, corre, salta y vuelve a mirar la cartera. Algo ha desaparecido, algo con lo que no contaba y no es otra cosa que la tarjeta. Solo ve la tarjeta  del médico, pero la que importa no está. Así que mira por el teléfono la cuenta, ahora sí que despierta de golpe, no se ha dado cuenta, como ha sucedido, solo le viene flashes, como momentos vividos o momentos destruidos y los que no sabe cómo ha sucedido, pero lo han dejado en rojo, en números rojos.

Todo son imágenes que se le cruzan en la mente, ahora recuerda, el abrir y cerrar de la puerta del lavabo. Solo, sentado iba sacando billete tras billete, mientras bebía algo turbio y le echaban el humo en la cara. Engaño, había sido víctima de un engaño, que como travestido sin salir de un pequeño espacio, había recorrido todo el local de ocio. Un correcaminos sin mover un pie, un andador descalzo en un bosque donde no hay piedad, para aquel que no sabe ni entiende. Mariposas veía en el cielo, serpientes en el suelo, todo en un falso techo de pladur. Grandes espejos en el lugar, no se dio ni cuenta, es lo que tiene la noche, que a veces confunde hasta al más listo.