miércoles, 30 de enero de 2019


                                                              Simplemente Berta

En un texto decía…

“Hola que tal, mi nombre es Berta y me gustan los hombres, sí, los verdaderos hombres. Aquellos que se forjan ellos mismos su destino, que sueñan y no paran de caminar hasta alcanzar su objetivo. Hay tan pocos de ellos, que a veces pasa uno y sin darme cuenta, una más espabilada que yo, se lo lleva. ¡Ay!, que se le va a hacer, seré una solterona toda mi vida. Todo por no querer conformarme con menos, yo sé lo que quiero y si no lo consigo, si no logro alcanzar también mi sueño, me quedaré como dice el dicho, “para vestir santos”, porque seguramente me haré tan mayor que entonces no tendré ganas de aventuras.”

Después de leerlo, lo arrugo, hago una bola de papel y lo tiro a la basura, diciendo ahora yo…
       
                      - ¡Hey tú!, corrientes eléctricas recorren mi cuerpo, corrientes de agua resbalan por él.          Músculos como el acero, huesos que son de hormigón armado, empujan mis puños a dar un golpe encima de la mesa. ¿Quién es el que manda más?, luces parpadeantes, resurgen de mis ojos. Soy invencible, soy como un trueno en una tormenta. ¿Quién me va a replicar?, no hago llover, pero si granizar. No cae la nieve, pero si sopla el viento. Estoy hecho como un ciclón, devasto todo lo que se me pasa por delante. Como es posible o solo es mi cabeza. Mi cabeza al borde la locura, la locura misteriosa de aquel que se cree invencible.

En un papel de color rosado venía impreso…

“De niña soñaba y ahora siendo ya una mujer, no sé lo que es el amor. Quizás busco algo imposible, quizás la gente se casa con aquellas personas, que en definitiva solo buscan un reemplazo, alguien que les cuide y alguien a quién cuidar. La soledad es muy mala, que si no me lo digan a mí. Bueno, dejo de escribir, que tengo que entrar a trabajar.”

Lo leo y lo vuelvo a leer, no lo arrugo, no lo tiro, solo le paso la yema de los dedos por encima. Berta, que es como se llama esta bella mujer, no es tan mayor como dicen. Adulta, pero joven, trabaja como maestra de primaria en uno de tantos colegios como hay alrededor del país y sueña, solo sueña en algún día alcanzar el logro de ser madre, ya que para ella todos sus alumnos son como sus propios hijos. A veces, solo a veces, olvida el griterío del aula y mira a través de la ventana. Sí, como hoy, que cae una ligera llovizna, es febrero y hace frío, pero al menos no nieva. Aunque si lo hiciese, los niños saltarían de alegría y ella entraría en gozo, al verlos tan felices y tan contentos.

Se hace la hora de salir y salgo corriendo calle abajo, cantando y todo en mi nube…
       ¡
                       -   Hey tú!, el futuro está al caer, o será ya el presente el que me hace fuerte…. Paseo por la calle, todo son miradas. Paseo por la calle, voy vestido de negro. De negro, con mis tejanos Jeans. Mis bambas son de azul eléctrico, una electricidad que hace tierra al pisar los adoquines del peatonal. Este retumba y mi pelo se eriza al pensar…. ¡Soy como el acero de los barcos y produzco energía, como una planta nuclear!, mis átomos están en comunión y el núcleo, hace su función. Giran que te giran a mi alrededor, neutrones y protones, todo me rodea. Todo el entorno es mío. Quien será capaz de romper tal perfección…

¡Ah!, no sé si lo soñé, pero si fue así, fue tan real como la vida misma y es qué antes de salir de clase, ocurrió una situación, que me hizo de mi nube un ligero humo, como si empezara a fumar tan joven… Estaban en sus tareas, cuando la rama de un árbol cercano, topó debido a una ventisca contra el cristal de la ventana, haciéndolo añicos. Se asustó, ella y sus pupilos. Los apartó de al lado de la ventana y llamó al conserje. Rápido subió haciendo bromas con la escoba, todo para quitar los cristales rotos y el susto a los niños.

Estuvo un par de días tapada la ventana con un cartón, el frío se colaba y eso enfadaba y enojaba a Berta. Hasta que vinieron a poner un cristal nuevo. Juan, un hombre algo más joven que ella, fue el encargado del trabajo. Cambiaba el cristal, mientras ella impartía la clase a los alumnos. Las miradas no fueron pocas y las sonrisas y el hablar bajito tampoco. El murmureo y la sonrisa, se adueñaron de los pequeños. Sabiendo que ella era soltera, se lo dijeron al hombre. Este, ni corto ni perezoso dijo en voz alta y clara, que él también. Que lo achacaba todo a su falta de estudios y espoleó a los niños a estudiar para no llegar a su edad sin mujer ni novia ni nada por el estilo.

Me quedé asombrado y no callado, dije también en voz alta y clara a mi joven edad…
     
                                          -     ¡Hey tú!, doy volumen a mis auriculares, doy volumen y piso cada vez más fuerte. Las miradas no cesan, ¿qué piensan?,  “habladurías”. ¿Piensan que soy como el acero?, no, piensan y dicen que no encajo con ellos. Que estoy fuera de lugar, no encajo en lo que ellos llaman sociedad, no encajo en el puzzle, llamado vida. A mí, procrear me da igual, soy como el acero y mi energía es la nuclear.

Entonces se me escapó y dije al foro…
       
                          -   ¡Hey tú!, te quiero, os quiero a todos. Aunque no encaje, os quiero. Os deseo lo mejor, pero yo sigo con mi energía eléctrica. Mis bambas son azules, azules eléctricas y mi cuerpo, mi cuerpo es como el acero de los barcos. Soldado a punta de lanza, con el destello eléctrico de la vara.

Echaron en unas risas, tantas, que hasta Berta se contagió, pero no se atrevió a decirle nada ni ofrecerse a darle unas clases de escribir y de lectura.

Pasó el tiempo y las flores florecieron, el Sol apuntaba ya alto y el calor primaveral hacía más llevadero el día. Estaba uno de tantos días, no me acuerdo si era miércoles o jueves, aunque puede ser que fuera lunes, sí lunes, estaba cansado de tanto jugar el fin de semana. ¡Vaya!, ya me habéis pillado, sí, soy uno de sus alumnos, mi nombre es José y yo le tengo a mi profesora en gran estima. Pues bien, a lo que iba. Uno de esos días, vino Juan a traer un presupuesto para un aula y se encontró con ella…
     
                                                     -        Hola, muy buenas.
                                                  
                                                     -        Hola Juan, ¿cómo de nuevo por aquí, se ha roto alguna ventana?
                                                    
                                                     -       ¡Se acuerda de mi nombre!, no, solo vengo a traer un presupuesto al director.
    
                                                       -     Claro que me acuerdo de ti, ahora lo llamo.

Se quedó pensativo, y como no sabía de letras, solo lo dijo mentalmente…

“No seré como el Titanic y no me dejaré rasgar por un trozo de hielo, para eso ya tengo mi corazón. Helado o ardiente…Qué más da. No me dejaré hundir en lo más profundo de ese mar llamado depresión, saldré y romperé esquemas, haciéndome resurgir como una ballena sale a tomar aliento.
No llevo ni tuercas ni tornillos, todo es soldado al milímetro. Todo está calculado al mínimo detalle, tengo un corazón de hierro. Bombea la sangre y ésta llega a mi cerebro, un cerebro que parece el centro de una torre. Una torre eléctrica, que va a más de mil voltios. Con una antena de radio, que alza mi voz a lo más alto de las nubes del cielo. ¡Qué más da!, no hay quien me toque. No hay nadie, que se me arrime. Le pega el latigazo, se queda pegado. Soy pura energía, energía atómica.”
     
                                                       -         ¡Hey tú! Nadie contesta.

Sigo paseando por la calle, sigo andando con mi música personal. Nadie la escucha y yo de la gente me aíslo, con mis auriculares en los oídos. Piso y piso, cada vez más fuerte, hincando el talón. No camino en zigzag, camino en línea recta. No me paro en mirar nada, solo camino con mis auriculares en los oídos. ¿Que pienso?, que se puede llegar a pensar, cuando se tiene energía nuclear. No soy una bomba, pero reviento de energía, mi cabeza está al borde de la locura, solo pienso en la electricidad.  No hay nada más. Ni bebida, ni mujeres. Solo el sonido de mi música, ésta me produce electricidad y piso, piso fuerte. Mi cuerpo musculado, es de acero. De acero de los barcos, del mismo que flota en el mar o se construye un fortín blindado. No hay quien lo traspase, solo la chica que deje yo pasar. Pero ahora no pienso en mujeres, solo en caminar y que la gente vea, que expulso energía nuclear.
    
                                                      -         ¡Hey tú!, venga tío, venga chicos, acompañadme. Os revelaré el secreto, el secreto que me hace invencible. Me alimento de las tormentas, de los tornados, de los ciclones. Venid conmigo y os conduciré a la verdadera verdad. Somos pura energía, energía que ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Se transforma y te hace ser invencible. Venid conmigo y os demostraré lo que os digo, ya sé que parece mentira, pero es así. Todas las chicas querrán estar con vosotros, venid conmigo y os enseñaré el secreto mejor guardado de la historia. La energía que se produce, es como en una  planta nuclear y vuestro cerebro estará al borde de la locura, pero os mantendrá firmes. Firmes y fuertes, fuertes como el acero. Todo es energía, aprovechadlo y acompañadme.

Entonces y solo entonces, habló ella. Habló Berta y diciéndole a Juan, a los chicos y a mí se alejó, cerrando la puerta del colegio y de su corazón.
       
                                      -         No perdáis el autobús del futuro, no dejéis pasar la corriente como si esta fuera un puente y no fuera con vosotros. Juntaos y disfrutad del amanecer del día, disfrutad después de una borrachera eléctrica. A alto voltaje iba yo a vuestra edad. A más velocidad de la permitida, solo me faltaba volar, como deis un golpe encima de la mesa, os haré tronar, como si de una tormenta se tratase. Un golpe encima de la mesa y cambiaré vuestro futuro. ¿No me creéis?, acompañadme y os lo demostraré.

Será por mi juventud, que estoy en plena explosión, que tuteándola pero sin faltar el respeto, le hice alzar la vista al cielo. Son las cinco de la tarde, el Sol empieza a bajar y la Luna está impaciente por hacer su salida. Solo en ese momento, solo en ese preciso instante, la cogí de la mano y diciendo a todos aquellos que por allí andaban dije…
      
                                          -    ¡Hey tú!, ¿ves, veis esas nubes, que sobresalen por la colina?, son tormentas que buscan mi luz, son  nubes que necesitan de mi energía. A alto voltaje voy. A más velocidad de la permitida. Solo necesito la carretera despejada y en un huracán me convertiré. Vosotros podéis acompañadme, el secreto está ahí. En aquella nube a lo lejos, la más gris, esa es donde está mi casa, yo soy quien soy. Solo energía, venid conmigo y convertíos en nubes grises. Desatad la tormenta, pisad fuerte. Que la gente vea, que no vais en broma. Que sois eléctricos y desatáis las borrascas.  Nubes grises se acercan desde el norte, pongo los brazos en cruz y dejo que la energía fluya. Fluya desde el cielo a la tierra, de la tierra a sus mismísimas entrañas.

Ella lloró, sollozando, como aquella que recuerda toda su niñez y pubertad se atrevió y lanzó su voz, para que esta se hiciera eco.
    
                                                                       -          No soy nadie especial, en todos fluye la energía. Esa que ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Transformaros en puentes, convertíos en cohetes y como en una planta nuclear, que fluya la corriente. Solo desde vuestros ojos, saldrán los rayos que iluminarán el cielo oscuro. No dejéis que salga el Sol, seguid haciendo puentes. Para que la sociedad vea, que de la unión sale la fuerza. Uníos y no habrá quien os separe, la electricidad te deja pegado. Como el cemento al ladrillo, así es. Como la cola al papel. Tendrán que rascar o romper con un martillo, para separar lo unido.
     
                                                                       -       Tendrán que rascar o romper con un martillo, para separar lo unido. Dije yo, en voz baja.

Nos abrazó a todos, no quedó nadie fuera del círculo de amistad y cariño que nos albergaba y nos decía a cada uno en el oído…
     
                                                                    -        Pasad fuertes y seréis puentes, para que la energía fluya del cielo a la tierra. Rayos, truenos….Que es el ser humano, sino corriente y puente a la vez. Puentes hacia el futuro, un futuro marcado por la corriente eléctrica. No por la de los hogares y fábricas, sino por la del hombre. Ese hombre, que inventa algo nuevo cada día y que descubrirá que todo tiene su lógica y que tiene su unión. Lanzaos y uníos, pisad fuerte y deciros para vosotros mismos, soy una tormenta, soy un ciclón nacido de una planta nuclear. Somos átomos en los que corre la luz, esa luz que sale por los ojos y nos deja ver, nos deja ver un futuro ya no lejano.

Yo le recordé, yo la animé, diciéndole que si un día pudo soñar, porque se va hacer arrugar como una pasa. Yo la animé a que le dijera algo al carpintero, pero ella se marchó y negando con la cabeza, me dijo que ya era tarde. En ese momento, me di cuenta de mis años precoces y mi alma de líder. Me subí a la ladera y desde ella, con una rama en la mano hablé de verdad por primera vez…
    
                                                                          -         ¡Hey tú!, sigo escuchando mi música, una tan electrizante que los tímpanos me hacen de dinamo. Escuchad por favor y sin favor. Yo no ordeno, pero os aconsejo. Que lo mejor que hay es escuchar un poco de Rock&Roll. Que las guitarras entren por vuestras orejas, llegando a colarse en el núcleo de vuestro ser.

Chispas y más chispas, saltan de mi cuerpo. Chispas y más chispas al contacto con los labios de una chica.¿ Que será ello?, no lo sé. Uníos, buscad ahora sí. Una chica a la que amar, amar durante toda la noche y demostrad, demostrad que somos algo fuera de lo común. Los roqueros no acaban en el infierno, ¿o sí?, a saber. Solo lanzad vuestras descargas eléctricas y que los besos sean auténticas chispas y que sean vuestros corazones sean verdaderos truenos, a los mandos de vuestro cerebro.
       
                                        -           ¡Hey tú!, imagínate, imaginaos una mañana, levantaros con tu ropa negra y tu chaqueta de cuero.  ¿Qué sería de vosotros si os lanzaran a cambiaros, por una camisa y un pantalón de nylon?, toda la energía se iría por la alcantarilla más cercana, os quedaríais sin agua para producir energía. ¿Dónde estarían vuestros pantalones jeans?, tened cuidado y que no os los robe ninguna mujer, que se los pondría y se llevaría con ellos toda vuestra energía. Tened cuidado con vuestra música, elegir bien. Elegir aquella que os haga sentir pura energía, esa que pasa por vuestros oídos hasta llegar al centro de vuestra alma. Esa alma roquera, que llena toda la plaza central, haciéndoos el centro. El centro de las miradas de todas aquellas chicas, que buscan alguien con energía.
       
                                           -           ¡Hey tú!, no días, no digáis nunca nuestro secreto, que nuestro secreto se llama Rock&Roll y nuestros pantalones jeans, marcan la diferencia. Por lo demás ser vosotros mismos y disfrutad con las notas distorsionadas que la guitarra os da como referencia. Ahora a dormir y mañana pensar en lo vivido y seguir por vuestro camino.

jueves, 24 de enero de 2019


                                               A la edad de las mariposas

Trago tras trago, voy dejándome algo más que la cartera. Miro alrededor y no hay nadie, yo, solo sentado en un taburete, me hago compañía a mí mismo. Suena música de los 80’ por los altavoces y a la botella no le doy tregua. ¿Qué será de mí, cuando sea más mayor?, la soledad me abraza y siento el frío seco de la muerte en mi nuca. ¿Qué será, a lo mejor me tocará la lotería?, no lo creo, ya que no juego. En fin, son cosas que pasan.

Es un momento de la tarde que me gustaría olvidar, pero siento un revolver en el estómago y necesito ir al baño. Corro, corro apretando el trasero y llego, llego a mi destino. Qué curioso, hay todo de frases y letras escritas en la pared. No le hago mucho caso, hasta que me doy cuenta que puede ser todo un relato. Así, ya que no me espera nadie y estoy sentado, leo lo escrito a mano…

“Desde el Reino de los Cielos proclaman, desde el Oscuro y frío mundo de la negritud de la noche indagan. Ya está entre nosotros el auténtico Rey, ese que es el único en el mundo, ese que es capaz de levantar la gran espada inversa. Ya está entre nosotros y no cree en religiones, pero si en el libre albedrío, en el amor libre y el verdadero pensamiento original.”

Atónito por lo leído, siento que he acabado y tiro del rollo de papel higiénico. Cuál es mi sorpresa, todo de  frases y pensamientos o, ¿son simplemente garabatos?, a saber…

“No es descabellada la idea, no es una auténtica locura la vida, cuando no reina en ella la paz y la armonía. Yo ni oro ni rezo, ni lloro ni me arrodillo, solo veo pasar el cuervo, el pájaro negro que me trae la nueva noticia. Ahora de mí depende, el saber estar en un mundo, en el que no hace falta cerrar las puertas con llave, ni siquiera la de nuestros corazones. Bastantes luchas han habido ya, bastantes peleas han existido en un mundo de obcecados en el que todos, absolutamente todos queremos llevar la razón con el yugo de la esclavitud mental.”

Sigo tirando del rollo y veo que sigue, así que para no estar todo el rato encerrado oliendo los extraños aromas de estos lugares, ni corto ni perezoso me guardo este el bolsillo de mi abrigo. Camino hasta la barra, voy despacio, no hay mucha gente y pagando lo bebido, me marcho. Ando, doy un paseo y me siento en uno de los parques de la gran ciudad donde vivo, empieza a amanecer y el Sol empieza a iluminar el día,  y leo, leo. Hasta que observo que me observan, desde lo alto, por dónde pasan los cables de alta tensión un pájaro negro me clava la mirada y yo, mirando alrededor mío y le grito…
     
                           -  Dime, tú que piensas al respecto.

Como si supiese o me entendiese, aunque en verdad es que él sí que sabe, me revolotea como una paloma y se me acerca y posándose en el borde del banco de madera, me dice, me comenta…
       
                 -  Ya no habrán más guerras, ya no habrán más hambres. Solo existirá la guerra y el hambre del saber y del conocer, pero siempre con el respeto mutuo y el respeto al querer entender y empatizar con el prójimo.

Yo me quedo asombrado, porque no es que me hable, es que me lo inserta en la mente con su mirada. Y yo, miro alrededor y no hay nadie más, solo yo y el cigarrillo que humea en mis dedos. Le pego un par de caladas para tranquilizar los nervios y sigo leyendo…

“Calzándome mis zapatillas de deporte, salgo al umbral del portal. Llueve, ahora llueve a cántaros y no hay pájaro alguno que asome sus alas. Y yo, me pregunto. Y yo, me respondo, que no hay mejor cantar y mejor reír, que aquel que se hace en medio de una tormenta. Esta relampaguea y truena y yo, yo sonrío. Porque ya sé la buena noticia. Se acabó el querer ser más que nadie, se terminó el mirar al prójimo por encima del hombro.

Salto, pego saltos y corro, rápido como un niño. Aunque me asome a la cuarentena, pienso a veces como un jovenzuelo y es que no es verdad que tenga cuarenta, mi alma rechaza esa idea o esa verdad o realidad. Aunque haya pasado ya tiempo, sigo con mis cosas, sigo sabiendo y queriendo saber y por eso estudio y dejo atrás los pensamientos propios de mi edad.”

Parece que sean cosas del destino, pero hay cosas que han quedado muy en el recuerdo, hay vivencias que no volverán, pero para eso está la memoria y el saber retroceder en el tiempo. Es triste, pero es cierto, no hay mayor razón que el no mirarse durante unos días en el espejo, ni para ir hacia la ducha. Así que cuando te ves, vuelves a saber que tienes cuarenta años y no los veintidós que a uno le gustaría tener. No hay mayor razón, que aquella que se le da a los locos, por ese motivo haré las tablas y me quedaré en los veinticinco. Solo por no querer llevar la contraria al destino.

Subo para casa, subo corriendo, de tal forma que al llegar al cuarto piso, me falta la respiración y apoyando la mano en la pared de la escalera, respiro agitado, es verdad, tengo veinticinco…
                       
                           -    Hola amigo, ya sabes quién soy. Vengo a verte, vengo a saludarte y a responderte en la medida que pueda. Me dice una voz que sale de la pared, pego el oído y me sigue hablando. No me reconoces, soy tu mejor amigo, soy aquel que no te falla ni en los peores momentos.

Me asusto, “yo”, que nunca he tenido miedo a nada ni a nadie, me encuentro en este momento en un lugar y un tiempo en que el corazón me late deprisa y no es por subir cuatro peldaños. Entro en mi piso y cierro la puerta, pero las paredes oyen, las paredes hablan y yo me encuentro en la mitad de la nada. ¿Qué será de mí, qué será de aquel que caiga en sus redes o en las mías?, ¡ja!, ya nada volverá a ser como antes, porque nada es nada. Nada tiene valor, salvo tu propia alma, esa sí, mímala, dale cariñitos que solo tienes una y es para toda una eternidad.

Recordaré por un tiempo, que no será ni muy lejano ni muy tardío, que todos, absolutamente todos estamos en este mundo por algo. Uno con unas habilidades, otros con otras, lo único que nos iguala es el color de nuestra sangre y el color de nuestros huesos, todo lo demás puede ser diferente. Me tranquilizo, la voz se ha marchado y me coloco delante de la mesa de mi escritorio, enfrente tengo la pantalla de mi ordenador, y como si fuese un escritor tengo entre mis dedos el teclado del mismo. Que mayor gozo, que mayor deseo que el poder escribir, el poder transmitir lo aprendido y observado, ¿sabré?, porque nadie es más que nadie y todo el mundo debe absorber los conocimientos y consejos que adquiere uno. Así qué sin mayor dilación tecleo y tecleo que intento plasmarlo todo.

“En el bulevar de los grandes almacenes, ando de la mano de mi madre. Ella es guapa, es muy guapa y mi padre fuerte, muy fuerte. Deseo salir a ellos, que mayor reflejo que el de ellos mismos.
Nos sentamos en una hamburguesería y yo, yo con mis sueños de mi edad, veo a mi padre, le clavo fijamente la mirada y él hace que me asusta. Rompemos en una carcajada, tanto reímos, que se contagia mi madre de la risa…”

Me entristezco y lo borro, no quiero recordar. No soy un títere, no me ha quedado nada de ellos, casi ningún recuerdo. Solo el del profesor y tutor mío, que me vino en el colegio y me dijo, me dio la noticia del accidente de coche. Ninguno de los dos sobrevivió, que vamos a hacer, un camión traspasó la línea continua y se estampó contra el coche donde iban los dos.

Como un títere fui de colegio interno en colegio y orfanato, todo lo que vi, todo lo que viví, lo quiero olvidar pero no puedo. Solo me quedan pesadillas y malos sueños por las  noches y malos tragos en el bar de debajo de casa. Intento una y otra vez quitarme del alcohol, pero su poder destructivo ya está dentro de mí, me ha minado por completo el cuerpo y el cerebro, hasta tal punto, que no puedo dormir sin beber un litro de cualquiera botella de licor. No me doy cuenta y cojo el rollo de papel para limpiarme la nariz y hacer sonar mis llantos, cuando me doy cuenta que el texto sigue…

“Ha parado de llover, el Sol vuelve a calentar todo aquello que está a su alcance. No hay mayor deseo, que el poder asomarme a la ventana y mirar la gente pasar, mientras el cálido resplandor me da en el rostro. Es domingo, pero en fin, no me preocupa mucho. Sí, mañana es día de trabajo, pero no es un trabajo penoso, aunque no sea el mejor pagado del mundo. Operario en una empresa de chatarra, solo debo separar y pesar todo aquello que me traen y es inservible y reciclable. Quién sabe si harán lo mismo conmigo cuando muera o tendré suerte y pasaré por el crematorio. Quién sabe, a saber. Solo sé lo que me dijo el cuervo o a lo mejor todo lo pensé yo, debido a mi mente que ya no es como antes. Por mucho que quiera, no tengo ni veintidós ni veinticinco, rozo los cuarenta y eso, eso no me lo niega ni mi cuerpo y tampoco mi alma. Solo tengo una foto, una foto en mi cartera, de mí, de mí con mis verdaderos padres. Es mi mayor regalo, mi mayor posesión, ya que no ha habido nadie, absolutamente nadie que me haya querido como ellos dos. Maldigo todos los días al maldito camionero que se durmió en la carretera, lo maldigo trago tras trago y espero que ello sirva para mantenerlo en el infierno. Por ello y por todo, nadie ni nada es igual ni somos iguales.”

Ahora sí que ya me puede venir el pájaro o ver una columna de gaviotas en el cielo, que no saldré ni caeré en ningún mar de dudas. Todo está claro, no todos somos iguales, pero hay que seguir, solo, aunque sea solo, todos debemos saber y actuar y reconocer cuando se debe y se puede hacer lo que se deba hacer.
       
                     --   Oye hijo. Tienes razón, tienes toda la razón del mundo. Pero no te deprimas y sonríe, que yo te observo desde aquí arriba, en el cielo.

¡Caray!, no sé si es el Sol que me ciega, pero veo a mi padre, igual de fuerte que entonces. Ello me llena de esperanza, tanto que al preguntar por mi madre, una mariposa se me posa en el hombro, que moviendo las alas vuelve a lanzarse al vuelo. Yo sonrío, cierro la ventana y desnudándome me dirijo a la ducha, una ducha de agua caliente. No estoy ni cinco ni diez minutos, me tiro por lo menos veinte. Son minutos que cerrando los ojos, mientras el agua me cae en la cara, escucho mi risa de pequeño, cuando mi madre corría tras de mí para que entrase al baño. Lloro, me sollozan los ojos, pero no hay problema, estas lágrimas se mezclan con el agua caliente de la ducha y siento, de verdad siento el abrazo fuerte de mi padre. Tanto que dudo de secarme con la toalla y me quedo desnudo, me quedo de pie mirándome en el espejo, viendo no el hombre de cuarenta ni el joven de veinticinco, sino veo al niño que era y que el camionero me segó la inocencia propia de la edad.

Nunca he tenido una novia de verdad, aunque he estado con chicas, no he llegado a conocer el amor, a lo mejor me encerrado demasiado en mi amargura, pero es así y ya con la edad que tengo no creo que tenga más oportunidad de encontrar algo esporádico, algo que me haga desfogar mi deseo más primitivo y que es el de cualquier hombre.

Nada, no vuelvo a intentar escribir, porque se me nubla la vista de las lágrimas y solo deseo que pase lo más acelerado posible el tiempo que me queda en este mundo. Para así saber si realmente, existe el cielo y este es para los justos o debo de pensar en traicionar y alzarme en rebeldía, y largarme a la más absoluta oscuridad, dentro de un sinfín de rencores y odios, todo por privarme del placer de disfrutar de todo aquello que no es más que la más pura inocencia.
       
               --     Escribe, tú escribe. Que para algo te han servido los estudios. Escribe, tú escribe que lo que has heredado de tus verdaderos padres. Narra, cuenta y comenta tu lucha. Qué por algo tienes el cuerpo de cuarenta y la imaginación de un joven. Demuestra que no hay mayor contradicción que aquella que se da por vencida, con que dale al teclado y cuenta como es la realidad más completa.

No sé de dónde sale la voz, pero le hago caso y paso parte de la tarde escribiendo. Al menos me meto, me introdujo en mis mundos de fantasías, esas de tantas de que me fue privada en una niñez que fue tan real o inventada como la vida misma.

viernes, 18 de enero de 2019

                                      Tormento de mis tormentos

En un atardecer sombrío, con la luz de una vela como testigo, yo escribo y escribo. No solo por gusto, a lo mejor también es por disgusto, ya que no se me ofrece mejor plan y no se me ofrece mejor alternativa. Me están llamando, me están llamando desde el otro portal y yo sigilosamente me acerco, les abro la puerta de par en par y esto es lo que me encuentro…

Entre el resplandor de la noche, la luna abraza aquella alma que se hace de merecer. Todo es relativo pero todo tiene que ser,  como debe de ser, sí, se acerca aquel que todos temen como un ángel de luz.

Acércate, no tengas miedo. Abrázame y muéstrate tal como eres. Por una vez en tu vida, sé puro y transparente. Ya no estás por un rato en el mundo de los vivos, aquí si quieres puedes alcanzar las estrellas.  Me dice rodeándome como un molinillo de fuego.

Me impacta y por un momento, siento miedo,  pánico al ser rodeado por tal fuerza. No sé si jugar a la ruleta rusa y disparar una sola vez, lo más seguro es que tenga suerte y no me toque o quién sabe, a saber. El destino a veces, parece estar escrito. Todo aquello que debe de suceder, tendrá hecho en el momento que debe de ser. La que domina no te digo cual es, ya lo descubrirás tú solo. Sol y luna, blanco y negro. Todo es igual, como también el bien y el mal. ¡Qué más da!, lee, acércate y descubrirás un mundo que parecía un sueño. Solo tú, solo tú puedes verlo. Solo tú, al estar a mi lado, podrás  conseguir divisar el verdadero horizonte.  Ese que hasta donde alcanza el sol y se esconde la luna, ese que pertenece el mundo que conocemos. Pero más allá, ¿qué hay? Yo le pregunto, son muchas las preguntas y solo el que tiene la marca, te puede responder.

Demuéstrame de qué estás hecho, demuéstrame de verdad qué quieres y no supliques más por tu alma, ya que está se me ha ido a dónde pertenece, a mí te has vendido por un puñado de dinero y consuelo.

Otra vez la sensación de un miedo atroz me invade, pero sé que sigo en el mundo de los vivos o cómo les gusta decir, el mundo del plano terrenal. Todo sucede rápido y el fuego envolvente se convierte ahora en una hermosa serpiente, tan hermosa que me cautiva por completo, haciéndome caer en un estado de nula consciencia. No tiene el poder de la verdad absoluta, nadie lo tiene. Ni el que dicen “todopoderoso”. Muchos se preguntarán si existe de verdad, yo no lo sé. A saber. Lo que si es cierto es que existe la luz y la oscuridad, el calor y el frío eterno. Solo necesitas que te guíen un poco y te demuestren que lo que digo es cierto. En mi estado, sueño, levito o simplemente duermo, pero él se muestra tal cómo es, no tiene miedo a ser transparente. Frases de la pura conciencia, te dicta solo el subconsciente.

Le llama solo su conciencia, esta le hace conseguir seguir por un camino para acabar de terminar lo qué está haciendo. Quién sabe adónde nos lleva la vida, todo a su proceso es todo relativo, pero todo es verdadero.  Madres, hijos, padres…  qué más da, ¿todos no somos almas?, por cuánto vender esta tuya por cuánto…

¿Cuál es tu verdadero nombre?, el mío…..lo saben muchos y muchos son los que tengo. ¿Cómo te llaman en el mundo que conoces?, dímelo al oído, que solo yo lo sepa. Hay mares, al igual que hay desiertos. Hay árboles altos, al igual que hay almas puras. Tú puedes ser una de ellas, demuéstramelo  para que pueda confiar en ti. Ya sé de dónde vienes, solo quiero saber cómo eres. Muéstrate tal como piensas y no como te han conocido.  Eres sincero o eres un hipócrita, eres bueno o eres malvado. Todo depende de cómo eres, así entrarás o no en la luz o en la oscuridad.

Como un témpano de hielo es mi corazón y ardiente como el más árido desierto es mi  ser interior. Todo depende de mi objetivo, miro y remiro dentro de mí y no encuentro mejor Ser que ser yo mismo. Tirito como un perrillo callejero, pero no de miedo, yo ya  no tengo miedo por nada ni por nadie.

¿Tienes frío?, eso, eso es la conciencia, es nuestro verdadero verdugo. A nuestra conciencia  no se le puede engañar. Si has sido justo, esta te perdonará. Si has sido cruel te convertirás en sombra. Solo los justos y sumisos entran en la luz y solo los justos y rebeldes entran en la oscuridad. ¡No lo entiendes y tienes frío! ¿Nadie te abraza, nadie te ha querido nunca?, pues ven para acá que aquí serás bien recibido y serás acogido, aquí no nos quedamos solos, solos en la oscuridad.

De un golpe de aire, se abre la ventana, rompiéndose el cristal de ésta por el golpe. Despierto, me quedo sentado, mientras, la corriente de aire sigue haciendo de las suyas. Tal es el motivo, que me asusta ahora sí y me quedo empotrado como papel pintado en la pared del salón. Ahora, al escuchar sus palabras, me quedo con la boca abierta y sin respiración, despertando en mí todo mi subconsciente.

De verdad,  ¿quieres compasión?,  tú no tienes compasión. No sabes quién has sido, no sabes, tú persona durante 40 años ha vivido, has gozado de buena salud  y tú no me has hecho más qué tergiversar. No sabes lo que has hecho, yo te digo lo que has hecho, destruir, destruir al prójimo. Solamente espero que llegues a ser una sombra, una sombra tan baja, tan baja y tan tenue que no merezca la vida. Porque de que es querer sino que te quiero hacer pensar, que todo se perdona. De que me puedes subir al otro plano, cómo subir al cielo.

Yo que equivocado que estaba, creía que no había más que lo que vemos, tocamos u oímos. Que equivocado que estaba y ahora miro para atrás, buscando como desenredar el enredo. El hilo de madeja que yo mismo he liado, haciendo pobre al más pobre y rico al más rico. Sí, digo bien. Yo, como persona importante en el sector bancario, he sido una persona sin escrúpulos ni sentimientos. ¿Pero, que iba a saber yo?, todo eran números, números y cuentas de resultados. No aguanto más y salgo a la calle, el aire está enrarecido o seré yo, que siento la bajeza a la que he llegado. Cambiaré, prometo que cambiaré, solo pido una oportunidad, así que……… ¡zas!, no me doy cuenta y un coche se para en seco enfrente de mí, la culpa es mía, estaba tan absorto con mis pensamientos, que he cruzado por dónde no debía. Miro al conductor, pidiéndole disculpas y perdón. Sorpresa es la mía, cuando veo que mueve la cabeza como el que he me perdona la vida y es que en definitiva, todos somos personas. Así que no dudaré ni un instante, poniéndome manos a la obra en mejorar y aconsejar a todos aquellos que lo necesiten y pasen por apuros.

Quizás en un ayer cercano, fui un monstruo, ahora seré diferente y mentalmente se lo hago saber, respondiéndome lo siguiente…

¿Todo depende por un puñado de almas verdad?,  yo pensé, te puedes venir con todo el dinero que has ganado en el mundo y demostrar que eres digno de ir hacia un sitio hacia el otro. Los dos sitios son buenos, tanto la luz, como la oscuridad, independientemente uno no puede decidir el trabajo, no puedo vivir sin ver. El ciego…  no estamos ciegos todo depende de lo que depende y tú serás una sombra que no levantará ni un palmo del suelo.

Llueve, llueve, primero débilmente y luego más intensamente. No llevo paraguas y tampoco lo necesito. Es como si la lluvia fuese a limpiar todo lo embarrado y sucio que hay dentro de mí. No puedo más y grito, alzo la voz a los cuatro vientos, mientras el agua resbala por mi rostro.

Decepcionado, me siento decepcionado, la gente es lo que no es, la gente demuestra una cara que no es la verdadera. ¡Porqué!,  ¿porqué,  la gente es así?,  yo voy libre de mi corazón, yo me siento libre de todo.

Yo seré, yo llegaré a tratar con más respeto y sentimientos a todo aquel que se me acerque. Ya sé que todo esto no se arregla con un cheque en blanco, pero pido una oportunidad, una sola oportunidad y juro, prometo aprovecharla. Luego, luego que mi conciencia me dicte y que el diablo me aconseje. No nadie, no hay razón más justa, que aquella que se piensa y se hace con el corazón. ¡Borrón y cuenta nueva!, volver a nacer, que fácil sería si fuese cierto. Uno, cuantas veces puede nacer o puede vivir el mismo destino o el mismo tormento. Porqué es así, a  saber. Yo solo quiero que me responda pronto, para saber si estoy en el camino adecuado o es que no hace falta ningún guía. Quien sabe a quién va dirigida esta súplica  o quien la va a entender, yo seguiré esperando pacientemente.

Ya en casa, observo desde la ventana y veo a la gente hacer siempre lo mismo, es como ver una película en la que siempre tiene el mismo final. Que novedoso o que hay de nuevo cada día, cuando nos levantamos. Dímelo ángel de luz, si lo sabes, dímelo, yo solo espero respuesta de él. Sé que tengo que tener paciencia y que el día que deje mi cuerpo, sea para reunirme en paz con vosotros y en libre albedrío.

Que rebeldía consumada, lleva al alejamiento y al rechazo. ¿Porqué, hay que ser sumiso y obedecer sin mediar palabra alguna?, dímelo tú, que estás al otro lado. Cuantos planos hay en el Universo y cuantos caminos o senderos, llevan hacia la libertad. Esto, que me lo conteste Lucifer. Espero que le lleguen mis pensamientos, no tengo nada que perder. No tengo ni mujer ni hijos, solo un triste destino de ser humano.

Esperaré, pero no sentado. Seguiré viviendo, seguiré caminando y quien sabe, si algún día. Como tú dices, me levantaré sobresaltado. Todo será relativo, todo lo dejaré en este mundo y mi alma desnuda, se marchará sin decir adiós. No habrá nadie de quien despedirse, pero sí de encontrarme o al menos eso espero yo. Creo que se me recibirá bien, no con cohetes y petardos, pero sí con alegría. Solo es un pequeño paso, que espero llegue cuando esté con una vejez avanzada y no antes. Solo soy un ser humano, que en suma rebeldía se quiere unir a vosotros. Para seros leal, en los tiempos de los tiempos y vivir con libertad  y fraternidad el resto de la eternidad. Que será de mí, si no me acepta. Que será de mí, si me esquiva.

Solo no quiero ni pensarlo, porque al otro lado no tengo deseo de ir, nada más por eso. ¿Qué imagen quedará de mí, si cruzo la puerta sin pensarlo, que luz despediré si entro en la oscuridad?, iluminaré el cielo oscuro de la noche o será con el ocaso cuando resurgiré, quien sabe. Hasta que no llegue el momento, viviré y amaré, amaré pero no solo en el deseo carnal. Si no en el espiritual, quien sabe lo que ocurrirá. Ahora, no me dejaré pisar por aquel que se crea con ese derecho. Porque nadie tiene ese poder ni tampoco el de despreciar al prójimo.


viernes, 11 de enero de 2019

                        Con mi camisa a rayas

Frío, hace mucho frío, cierro las ventanas y bajo las persianas. Encendiendo una vela con una cerilla, me asiento en el suelo. No miro nada más que la pequeña llama de la vela, centro la mirada en ella y me dispongo a cerrar los ojos, al mismo tiempo que, pegando un suspiro, inspiro todo el aire que puedo y canalizo mi energía. Cuál es mi sorpresa, a los cinco minutos de comenzar, me quedo como dormido, pero soy consciente de mis actos, solo sé lo que sé y es lo que escribo…

Con mi camisa a rayas, voy caminando en contra del viento. Con mi camisa a rayas, ando en contra de todo aquello que empuja hacia adelante al Ser humano. Todo, todo por querer ser diferente. No hay nada más, no hay nada peor que hacerlo desde la nariz, polvos mágicos que me llevan al borde de la locura. “Loco o ido”, no entiendo cómo pude caer en tan viejo truco, tan viejo como la sociedad habla de ello entre sí. Solo deseo evadirme, solo coqueteo con ella y ella me lleva al abismo. Mis ganas de vivir deprisa, me hacen caer por el precipicio sin fin. ¿Qué será de mí dentro de un par de años, estaré bien, estaré razonablemente dentro de mis facultades?, todo depende de mí, de mí y de mi cerebro. Intento salir de ello y el que viene, es cómo un carcelero y me encierra en mi jaula de cristal, cuando lo que quiero es volar. Volar, sí volar, tan alto que las nubes me queden por debajo y pueda tocar la Luna por las noches.

Aquí viene, lo presiento, está cerca de mí, me viene a casa, como un mensajero me viene con el sobre, un sobre que está lleno en blanco. ¿Qué será de mí, todo de mí?, a lo mejor peco de egoísta pero es necesario, veo importante escribir esta carta, una nota, un toque de atención para aquellos que se sienten libres o ajenos a todo lo que se considera cotidiano. Veo una mujer a través del cristal de la ventana, me escondo detrás de la cortina, es  guapa, es bella y su andar, su caminar es capaz de perturbar al más tímido. Yo pienso  para mí, me digo para adentro…

“Oye chica, ¿buscas chico?, si es así aquí me tienes, solo debes picar a mi piso y yo te abriré las puertas de mi corazón. No camines por esos caminos, esos senderos que no llevan a ninguna parte. Sube, abre tus alas y prepara tu nariz, acompáñame en el viaje y los dos sentiremos como llegamos a las estrellas.”

Se marcha, no lee mi carta mental ni escucha mi corazón, yo seguiré solo, solo mirándome de vez en cuando al pequeño espejo que tengo encima de la mesa del comedor. Una y otra vez, no me tengo que preocupar. Yo solo tengo que llamar al mensajero en cuestión.

Escucho mi música, música folk para ambientarme y de vez en cuando creo, alguna vez acierto y veo que el mundo es feliz o al menos se muere, se mata por parecerlo. Otra vez pasa la misma señorita pasa por debajo de mi ventana, al final le pondré un nombre, porque no creo que me diga por las buenas como se llama.  Me tiembla el pulso, necesito lo que necesito, miro hacia el espejo y sonrío, todavía me queda. Luces de colores, veo la silueta de dicha chica en la pared e intento tocarla con la palma de la mano. Se desvanece, se evapora y ello me recuerda la botella de Bourbon que tengo en el mueble bar. Celebremos que es sábado, hoy no trabajo, montemos una pequeña fiesta solitaria. Música folk, música de los 60’ para ambientarme e intentar por unos minutos, ser feliz.

“Hola señorita, ¿no te acuerdas de que me debes un baile?, yo sí me acuerdo, así que te lo pido, te lo ruego, baila conmigo.”

Bailo y bailo con una escoba, escucho música folk de fondo. Todo es bonito, todo es de colores cómo el arco iris. Hace un día estupendo de sol, pero yo prefiero mi fiesta privada, así que sigo bailando con mi chica. Solo paro para tomar un par de sorbos de la copa. Me siento bien, me siento feliz. Así que cómo quiero más felicidad, subo otra línea blanca a mi nariz. Todo no puede ser mejor, hasta que llega el momento de la despedida. No lloro, es un hasta luego. La escoba la aparco, la chica mentalmente se me va a su casa y yo tomo asiento en mi sillón del salón. Todo funciona bien, sábado tardío ya es y el domingo es un futuro incierto. Todo depende de lo que desee, todo es relativo hasta la saciedad, ¿quién sabe lo que depara la mañana siguiente? Así que pienso disfrutar hasta caer rendido en el sofá o en el sillón, quedando exhausto y sin recordar nada. Solo viajar, solo andar y caminar por los senderos y entresijos de los sueños profundos. Todo no puede ser real, hay que inventarse algo para ser feliz.

Las líneas marcadas, me hacen padecer insomnio, no soy capaz de dar una cabezada. Es pronto, es temprano y no debo ponerme nervioso. Hasta el lunes que vuelva a la realidad tengo tiempo, así que me tomo una pastilla de las que yo llamo “mágicas”, al mismo tiempo que le doy un sorbo al Bourbon. No tardo mucho, el corazón me va rápido, no se relaja, pero yo caigo rendido. Sudo, sudor frío y no me doy cuenta, se me cae la copa al suelo haciéndose añicos. Todo es relativo, un solterón con malas costumbres. Veo por la madrugada, cuando vuelvo en sí, que el equipo de música sigue funcionando y sigue la música a todo gas. Rápido, rápido y preocupado lo apago, espero y deseo no haber molestado a nadie. Pero es tarde, un coche de la policía local aparca delante de mi ventana, uno de los agentes toca al timbre de casa. Les abro muy amablemente y escucho la denuncia,  me explican que son las tres de la mañana y que no puede ser. Hecho la mirada para abajo y les pido disculpas. Les digo, les comento que me he dormido con la música y no me he dado cuenta.  Uno de los policías se me acerca y el aliento le echa para atrás. Pero como no es a lo que viene, se marchan, se van advirtiéndome de que la próxima vez habrá multa. Yo me vuelvo a disculpar  que no volverá a suceder, asiento con una sonrisa y diciéndoles con la mano adiós, cierro la puerta. Menos mal, he tenido suerte de que no hayan visto mi espejo mágico. 

Me miro, fijo los ojos en el oscuro y negro y espejo. No sé si por lo que llevo ya en el día, pero parece que me quiera decir, parece que me quiera hablar…

“Oye joven, no mires el trasluz de la ventana. Oye joven, sumérgete en el oscuro y vacío que hay en mí, descubrirás nuevas tierras, nuevos mundos paralelos. Oh, sí que tú sabes y no aquellos que siguen sobrios, adéntrate en el mundo de las líneas en el espejo. Todo en ti hará una explosión, todo será relativo y todo será irreal, pero a la vez divagarás y te moverás por aquellos pasajes que tu cerebro no quiere reconocer”

Sin más, sin dilación, elijo vivir o malvivir, es domingo amaneciendo y mañana hay que trabajar. Un mundo que no es de ejecutivo y a lo que yo me estoy acostumbrado es caro. Tan caro, que con mi sueldo no llega. ¿Qué hago, cómo puedo costearme esta vida?, en fin, no lo sé. Pican al timbre, un intercambio y a volar. No sé qué hacer, pero por ahora a volar hasta conseguir alcanzar la meta, una meta que no son las estrellas, son las nubes del cielo y yo volando en ellas.

“Hola nuevo visitante, te voy a mostrar un nuevo mundo. Átate bien al sillón, no te hace falta avión para volar ni muchacha con la que bailar. Yo te lo daré todo, yo te mostraré los cimientos movedizos de todo aquello que me rodea. No, no mires la hora, esto no acaba ni empieza, está siempre ahí. Cuando trabajas, cuando descansas, está ahí.”

Pasa el día  y me dan la una de la noche, hago un resumen de lo consumido, dos  botellas de Bourbon, unas líneas y un montón de pasta. Ahora siento como un bajón, ahora siento y despierto, todavía estoy a tiempo de soltarlo todo. Será duro, muy duro, pero puedo conseguirlo. Si la chica que paseaba me hubiera mirado….   Todo es relativo, el pasado forja el presente y el presente encamina hacia el futuro. Mi futuro lo decido yo, levantarme a las seis de la mañana o llamar al mensajero. Me miro la cartera, antes tenía tres billetes de los de cincuenta, ahora no tengo nada, vacía. Los nervios me pueden, me tiemblan las manos y le llamo, hablo con él y me lo trae a cuenta, por la mañana le pagaré.

Pasa el rato, pasan las horas y me dan las doce del mediodía, me he quedado dormido. Estaba agotado, no he ido a trabajar, solo es un día me digo, solo ha sido una vez. Total, mi trabajo lo hace cualquiera, que hagan lo que quieran, yo controlo. Me pego una ducha, yo controlo, yo conduzco mi coche, un Seat 1500 de color rojo. Muy bonito, muy chulo, es del 93’. Voy con la música a tope, voy cantando y con la pájara en la cabeza. Tanto, que me empotro, me estampo contra un muro de hormigón. No noto nada, ni daño ni dolor, solo como me elevo y salgo de mi coraza, que no es otra cosa que mi propio cuerpo. Del coche no quiero hablar, pero de mí, ¡ay!, de mí, desde el otro lado os escribo, desde lo que llaman cielo os hablo y solo lamento lo que lamento.

Una sola lágrima me cae, me resbala de uno de mis ojos cuando despierto y vuelvo completamente en sí. La vela, casi consumida, no se ha apagado pero la llama es pequeña. Como si de un dulce adiós se hubiese marchado, me deja en ascuas de saber más. Siento calambres en las piernas, me levanto, me incorporo, me pongo en pie y muevo los pies y las manos, como si soltase toda la energía residual de mi cuerpo. Solo espero tener alguna otra experiencia y poder contarlo. Pero me pego un susto al encender la luz, la bombilla estalla y miro entonces la vela, ésta casi en las últimas, hace una llama mayor que antes y entiendo, entiendo que tal persona, la que me acompañaba se despide de mí hasta otra. Sonrío mirando la llama de la vela y esta se apaga ahora sí, poco a poco diciendo un hasta luego.

viernes, 4 de enero de 2019

                                            Navegante de mares encrespados

No soy yo, no soy nadie, nada más soy lo que soy y sé, sé lo que sé. No sé si es cierto o todo es mentira, pero me vi inmerso en este episodio de mi vida. Sí, digámoslo así, un episodio, porque la vida de cada uno, es como un libro que poco a poco se va escribiendo. El pasado, pasado está y se puede escribir y se puede narrar. El presente es un instante y se olvida con más facilidad que el pasado, ya sea este reciente o más antiguo. El futuro…  Este puede ser mi futuro o quizás no, ¿quién lo sabe?, a saber.

Navegante de mares encrespados, marinero de agua salada. ¡Oh!,  ¿quién es aquel que intenta poseerme? ¡Oh!,  ¿quién es aquel que intenta entrar dentro de mi alma y de mi corazón? Cierro los ojos e intento olvidar hasta mi propia existencia.

Como en un baile de sombras en medio de la negritud de la noche, se guía por las estrellas e intenta ser un verdadero capitán de navío. Como si fuese en un portaviones, mira a través de sus prismáticos, pero no se da cuenta que no ve más que los destellos de aquellas estrellas que son muy lejanas e inalcanzables.

Yo le intento decir…

Hay alguien dentro de mí, hay alguien que se cuela dentro de mis venas. Me dice, me aconseja de que nos quedemos quietos en medio del mar. Hasta que el Sol nos enseñe donde está el horizonte a seguir.

No hace caso, desoye mis palabras y sigue navegando. Frío, frío, hace mucho frío. Un iceberg a la derecha, un iceberg a la izquierda, pasamos por el medio de los dos sin hacer ningún tipo de rasguño a la chapa del barco. El cielo es raso y el frío como digo,  intenso, estamos en enero, a mitad de mes para ser más concretos y todo hace presagiar, al menos para mí, que todo esto no acabará bien.

Capitán, mi capitán. Yo solo soy un simple telegrafista, yo solo soy lo que soy pero hay algo que me dice, que no seguimos por buen camino.

Como si de un volcán se tratase y lleno de orgullo, alzando y espoleando los brazos, me hace señas y hace hincapié en los galones de su chaqueta. Me dice, que me calle y tome asiento en mi puesto. Me tiemblan las piernas, estas, por su cuenta, empiezan a hacer un S O S. No sabe o no se da cuenta de que lo que maneja no es un portaviones, que es un crucero de placer. Que los pasajeros no saben ni intuyen por dónde vamos. Solo saben que quieren llegar a su destino al alba y ese, ese es el Sur de Europa.  Ellos, duermen o toman una copa, ajenos a nuestro camino.

Voces, empiezo a escuchar voces, todo depende. Empiezo a telegrafiar nuestra posición, sin que se dé cuenta mi capitán, empiezo a indagar mirando por los ventanucos del barco. El oscuro cielo, icebergs, solo se ven icebergs y yo me pregunto…

¿Cómo es posible si deberíamos ir hacia Portugal?, más bien parece que nos dirigimos hacia el Polo Norte. Solo una friega, solo se refriega los brazos con las manos y hace poner más fuerte la calefacción del interior.

Todos es posible, yo solo digo, yo solo grito “quiero salir”, “quiero salir”. Del maldito barco quiero salir, pero no moriría ahogado, moriría de hipotermia, congelado por las frías aguas de esta latitud. Cada vez estoy más convencido de que el capitán ha perdido el Norte o mejor dicho el Sur y ya no sabe leer la carta de navegación. Está solo, el segundo de a bordo descansa sin saber y yo me escondo dentro de mí.

¿Será el final de mi vida, será el final, el tiempo se me termina?, a saber. Intento lanzar una bengala al cielo, intento que mi capitán vea a dónde nos ha metido. Solo siento un “zas”, un guantazo del revés de mi superior. Cosa que no soporto e intento amotinarme, los demás no me siguen y solo consigo que me aten a uno de los tubos que circundan por el barco. No puedo creer lo que veo, no puedo creer lo que siento, “soledad”, solo “soledad”.  Escucho pasos a alrededor y debido a mis inútiles gritos, me amordazan, me tapan la boca.

Se ilumina el puente de mando, pero me sorprende, todavía no es de día ni hora de amanecer y despuntar el día. ¿Es un avión?, no. ¿Es un cometa?, no. Es una inmensa luz, que se abre en el horizonte y como en una cascada, parece que cae todo lo que pasa por su lado. Temor, tiemblo de temor, ¿qué será de mí?, soy un simple hombre. Pero tengo todavía tiempo o quizás no. Telegrafío en mente,  S O S, S O S, S O S. No recibo respuesta, ¿a dónde estamos, hacia  a dónde vamos? Los tripulantes se ponen nerviosos y ello se contagia a todo el pasaje. Todo es miedo, la luz es cada vez más intensa y de ella se ve salir aviones a reacción. No puede ser, no sabía que se podía volar, es el sueño más antiguo del ser humano. Volar como un pájaro y seguir soñando como un niño. Todo es relativo, estamos a menos de cincuenta metros y me quedo ciego y paralizado. De la presión, pierdo o creo perder el conocimiento.

A partir de este momento, me veo afuera, en medio del Cosmos y el planeta Tierra está lejano, es solo un punto en el centro más lejano que he encontrado. Veo o creo ver a mis antepasados que se acercan a saludarme y a abrazarme. Solo los meteoritos parecen ahora una pequeña llovizna y me resbalan en mi nuevo estado. Todo aquello que soñé, todo aquello que estudié, no sirve de nada. Solo lo aprendido por lo vivido, me es de consuelo. Todo aquello que no superé, ya no es un lastre pesado. Me siento libre, me siento contento, todo es lo que es y ya creo en lo que creo, porque lo veo.

En un instante abro los ojos y me veo en mi cama, sí, en aquella pequeña cama de mi pequeña habitación de casa de mis padres. Mi madre, ¡qué joven!, no parece la misma. Y yo, yo tengo hasta flequillo, ¿a dónde estará mi calvicie? Solo se me ocurre decirle, no unas buenas noches, ni saludarla con todo el cariño y amor de un hijo. Solo se me ocurre rogarle lo siguiente…

Tápame bien madre, arrópame entre tus brazos, no quiero volver a tener esta pesadilla.

Ella me mira y con una sonrisa me calma, mis brazos y mis piernas aún tiemblan, mi  corazón todavía parece un caballo al galope. No hay nada más, no hay nada más real que aquello que uno vive y eso, eso puede ser un sueño o una pesadilla.

Me cierra la luz de la habitación, pero no sin antes darme un beso en la mejilla y otro en la frente. La noche se apodera de mi entorno, ¿pero, no había salido el Sol, no había muerto y vuelto a la vida? Es todo muy extraño, todo es muy relativo. Es como una segunda oportunidad, indago, me levanto de la cama y enciendo la luz. Ahí están, mis antiguos juguetes y mis posters, lloro, sollozo y me seco con las palmas de las manos. Me vuelvo más aventurero y abro la puerta, ¡no es posible!, todo es como antes. No quiero perder esta oportunidad y vuelvo de un salto a la cama, ahora sonrío, sonrío y en medio de mi felicidad me duermo.

Sueño de nuevo, pero el capitán ya no existe y ¿el barco?, el barco no es ni un portaviones ni un crucero de placer. Solo esta vez, me veo con mi mujer y mi hijo, en uno de los parques que suelo ir con ellos. Es extraño, pero de golpe siento y presiento, veo y vivo, como balanceo a mi hijo en uno de los columpios, miro para arriba, miro para el cielo y veo volar un pájaro. Este se posa en una farola y como diciéndome algo, me fijo en sus negras pupilas y dentro de ellas observo como sigo durmiendo, durmiendo en mi cama. Solo, de niño, tanto es, que no sé si de miedo o de sorpresa me orino en ella. Pego un grito y cuál es mi destino o mi locura, veo encenderse la luz de aquella pequeña habitación. Mi madre, me destapa, pero no me riñe. Está todo empapado, se me seca y me cambia la ropa y la cama. Y diciéndome que no pasa nada, me vuelvo a acostar. Ya no sé lo que es cierto o es mentira, solo sé lo que sé y eso, es nada. Solo sé que es solo una cama, una cama de 90cms y que yo sigo balanceando a mi hijo.