domingo, 27 de diciembre de 2020

 

                         QUE DIOS HAGA DE ÉL SU SOMBRA

¡Maldito sea aquel que creó la leyenda!, ¡Maldito sea aquel que escribió sus memorias!, yo soy aquel, que reflejado en un triste espejo de una sala, ve pasar a los turistas que creen en aquello que yo solo sé si es verdad. ¡Ay!, aquel que no crea en su historia, porque esta pone a todos en su sitio y quizás sea verdad o quizás sea mentira, pero yo creo más que se trata de una alegoría.

Aquí, por si acaso dejo plasmada su historia o aquella que me contó en su lecho de muerte y que, como último suspiro lo vi marchar hacia otro lado, abriéndose delante en mí, de par en par el otro portal. No pudieron llevárselo las sombras o sí, quién sabe. Si quieres saber, lee, aquí dejo escrito aquello que me contó…

Sentado al lado de la ventana, de espaldas a la pared que tengo enfrente, donde cuelga una foto de mi padre, lloro al ver caer los primeros copos de la temporada, todo está helado como si fuese un témpano de iceberg. Mi padre no sé si se acordará de mí, no lo sé, hace tanto tiempo que no converso con él, qué más da, ya no sé. Por si acaso, enciendo una vela en su recuerdo, en un vago recuerdo de mi niñez, tan lejano como si estuviese en Marte y yo en la Luna. Me vienen a la memoria adónde estarán aquellos tiempos, en los que estaba deseando que  llegara el verano, para disfrutar del Sol y de la compañía de mi madre y de mi padre. ¿Qué será de nosotros, cuando nuestro cuerpo perezca?, cuando ya no seamos sus únicos dueños, todo dependerá del destino que nos tengan deparados los que verdaderamente nos llevan con hilos transparentes.

Como una marioneta me siento a veces, no hago otra cosa que repetir los pasos, día tras día hago lo mismo. Deseo que todo cambie y ya no sé a quién pedírselo, no sé a quién rogar que todo cambie, que todo sea más amable y más informal. Que no haya dueño ni amo de nadie ni de nada y todo sea de forma anárquica, pero con control. Quién sabe por qué lo siento así, pero así ocurre y no paro de llorar.

Todo es un suponer, todo es un divagar, porque no sabemos la verdadera verdad de todo aquello que nos envuelve y nos hace iluminar o ennegrecer nuestro propio Ser como persona en un mundo limitado, limitado como una burbuja de cristal. Me enciendo un cigarrillo y abro la ventana, dejo entrar el aire frío y con ello, la nieve. Dejo que me dé en la cara y asomándome por el hueco, veo pasar a la gente con los abrigos de un invierno recién estrenado.

                                                  LUCIFER

Es un allanamiento de la mente, es un descubridor eficaz de aquello que más profundo escondes. Tiene nombre diabólico, pero no es malvado, solo llama las cosas por su nombre. Quién es, quién es, quién pica a tu puerta trasera, esa misma que te lleva a lo desconocido, a aquello que tu cerebro rechaza.

Tu cerebro lo rechaza, pero tu corazón y toda tu alma dice sí, sí que existe y está conmigo y contigo ahora mismo. Porqué será que puedo conectarme con aquellos llamados muertos si yo todavía siento mi cuerpo y estoy vivo en este mundo.

      A ti te llamo, a ti te invoco, con mis palabras te hago llegar mi buena voluntad y respeto. Todo aquel que te aclame que sea bienvenido en esta reunión, aquel que no venga en son de buena voluntad, le rogamos que se marche, ya que no será bienvenido y será enviado a las profundidades del mal.

Enciendo la vela y a modo de altar, la coloco encima del mueble, todo por poner un faro en el mar dentro de una espesa niebla. Que sirva de guía a aquellos que buscan una salida o una entrada a algún plano de algún lugar. Todo es así, lleno de planos que son rasgados como una cortina transparente.

¡Que se haga la luz!, y con ello el mundo. ¡Qué se haga la oscuridad!, y con ello el saber.

Desde las tinieblas me habla no sé quién, desde las profundidades me dirige un saludo alguien, como si yo lo fuese a conocer, ¿quién será, será?, que me tiene absorto. No sé, será mi padre, que me sirve de guía o quizás alguien disfrazado de ángel de luz. Por si acaso, cierro la ventana y tomando asiento, me dejo llevar por la música, esa que disfraza lo real de lo irreal y por lo tanto, los dos lados se dan la mano, de forma de concordia, ya que uno no puede vivir sin el otro.

Lucifer es su nombre o al menos eso dice él, su energía es impresionante, su valor de potencia de vibración me provoca espasmos en los brazos, no consigo casi escribir y a ratos lo dejo, a ratos paro, ya que es inmenso su poder. Es tan grande, que me hace creer en que no hay nada ni nadie más grande y su energía me evoca en una desesperación por querer saber más de la cuenta, cuando no se puede hasta que llega el día de la marcha.

Gritos silenciosos, escucho desde la lejanía. Me asusta, me acongoja el saber no saber nada de nada. No le pregunto, pero por mi saber sé que son las sombras, aquellas que por su maldad no tienen derecho a volver a la vida, a reencarnar de nuevo y tener un nuevo fin.

Yo le ruego que el día que yo muera, el día que mi cuerpo perezca, no sea arrastrado a las profundidades del mal, ya que a ello yo soy ajeno, ya que yo no me comporto ni soy como tal. Solo soy un hombre, solo soy un alma que no sigue la cadena porque no cree en ciertas cosas y yo tengo valores, mis valores, diferentes pero válidos, también  igual de válidos.

Vienen cambios, me dice. Vienen hechos que deben ocurrir, porque así está escrito. Será como un baile de sombras en el anochecer sombrío de los corazones más emergentes. La profecía se cumplirá y aquel que sube desde las mismas entrañas de la Tierra, gobernará por los siglos de los siglos y ¡ay!, aquel que no cumpla la Ley, será destinado adónde bailan las sombras por toda una eternidad. Todo será el libre albedrío, todo será la buena voluntad del hombre, no habrá mayor castigo que aquel que imponga el nuevo gobernante.

Arden los vientos en tempestad, se congela mi alma al sentir tales palabras, no habrá lugar para el desalmado y el cruel, todo será una buena vibración de aquel que viene y ya llega. Sentado en mi silla, miro a la vela que tengo encima de un mueble a modo de altar, esta arde, esta quema, se alza altiva hacia arriba, como si quisiese alcanzar los retos del mismísimo cielo universal.

No habrá batalla, no existirán ni el hambre ni las guerras, todo será un remanso de paz. No iremos nunca más como ovejas en un redil a que nos esquilen la lana, ya que cada uno tiene su pensamiento y su razón de vivir. Ya no será solo vivir y procrear, será también otra la razón la vida, ¡ay!, aquel que adivine cuál es. Será su propio destino, ya que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio camino, nuestro propio sendero. No todo es luz sino también oscuridad.

Hablando, conversando, canalizando la energía de aquel que se hace llamar el centinela, converso largo y tendido, como tendido en el armario tiene a aquellas almas que no tienen dueño, ya que su luz ha quedado empobrecida por tanta maldad. Me habla, me dice…

    -         Yo soy el centinela. No dejo alma sin condena, no dejo que la maldad se adueñe de la Tierra.

Escucho una guitarra española, que me llega al corazón, ese corazón andaluz de sangre. Solo deseo ver la realidad, solo deseo quitarme la venda que me envuelve y que me deje ver aquella tal como es. Yo, ya despierto, veo que la vida es algo ilusionaría, que no es verdad todo aquello que se ve y que aquellas personas que nos aguardan en el otro lado, lo hacen con empatía y con emoción, ya que nos ven llenos de luz.

Adónde vas corriendo, como si se te llevase el alma el diablo, no corras con tu mente, ya que nada de lo que ves es real, todo es como una película de ficción, pero no se sabe cuál es el final, ese tan deseado y a la vez tan temido, hasta que el día menos pensado, pero señalado sientes la llamada de aquel que te espera. Yo, yo no sé cómo será mi vejez, pero por ahora vamos marchando, como a toque de corneta y con el banderín o el estandarte en nuestro corazón. Todo es voluntad y pasión, solo el deseo de amar y ser amado nos llena por dentro y eso, eso es digno de admiración, ya que casi nadie desea lo anterior o aquello ya vivido, pero desean vivir más, más y mejor, sin darse cuenta que hay que valorar cada momento de pasión.

Se hace la noche, se apaga la vela, esta ya se ha consumido. No hay nada ni nadie que me ilumine y yo no soy capaz de ver mi propia luz dentro de mí. Seré un alma en pena si no consigo ver aquello que me colme de felicidad y me llene tanto, que tan solo con el burbujeo de la felicidad, esta me haga rebosar mi alma.

¿Dónde está esa guitarra?, que deseo cortarle las cuerdas que le atan a mi Ser, ya que al ritmo de su música vivo y al ritmo de sus notas doy yo mis pasos, como marioneta en un falso ser. Yo soy capaz de elegir mi propia vida, mi propia vibración, esa que por fin me llene, ya que no soy de tener familia y los amigos, ¡ay!, los amigos se marchan volando al verme llegar. No sé por qué será, pero  es así.

Yo no amo ya a nadie, yo no me quiero ni a mí mismo, todo es ya rasgado como mi alma. Mi corazón ya es de piedra, de piedra como los peñascos de la orilla del mar, que golpean las olas sin hacerlo enmudecer, que será de mí, ¡ay!, yo no lo sé.

Escucho una lejana vibración, como si fuese de alguien cercano, me dejo llevar y me evado. Tal es mi sorpresa, tal es mi propia emotividad que me llego a querer un poquito y amar a aquel que me habla…

“Recuerdos de un ayer no muy lejano, yo me siento de ti honrado, aunque a veces de ti haya cosas que no hubiera esperado. Toca la guitarra una malagueña y tú sigues escribiendo, porque me sigues percibiendo. Acuérdate de que siempre soy muy cercano, que la cortina transparente es tan fina, que vibra con un suspiro. Así que déjate llevar y dile a aquellos que te rodean de que todo no tiene final”.

Se ha hecho la noche, pero me siento contento, enciendo no velas, sino todas las luces de la casa y pongo la música a todo gas. La guitarra me dice que no le corte las cuerdas, ya que si ellas, será un trozo hueco de madera, que no hará sonar la vida y esta no llorará ni reirá nunca más. Así que yo la dejo y la guardo en el armario, al menos ya sé que cuando deba o quiera escuchar algo más que simple música solo debo hacerla sonar, para que las almas viajeras y aquellas que esperan, resuenen dentro de mí.

Ahora duermo, ahora descanso. Han pasado ya ciertos años desde aquel hecho, y ahora aquí me encuentro cogido de las manos de mi propio hijo, el mismo que me dice que todavía no me marche, pero como hizo mi padre hago yo. No puedo quedarme, todo es solo un tránsito y quién sabe quién me espera. Solo sé que se me nubla la vista y veo una espesa niebla, al final una luz como un faro en el mar y allí me dirijo. Cada vez siento menos las manos, hasta que como un niño que empieza a andar me suelto y empiezo mi nuevo caminar por caminos distintos. Ello no me sorprende, es más, me llena de alegría y paz.

 

 

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

 

                                         EL DIARIO DE MARIO J.

Se me congela el alma, he encontrado por casualidad el diario de un compañero de barraca, no sé quién es, solo sé que dice que se llama Mario, pero yo no me acuerdo de ningún hombre con ese nombre. En fin, me pone los pelos de punta el solo pensar, que nadie de los primeros llegadores al lugar sobrevivieron y que yo fui salvado por las tropas rusas, ¿fui liberado como un pájaro?, no, porque los pájaros en sus jaulas tienen más libertad y más cuidados que las personas que como yo, hemos estado en campos de exterminio. En fin, solo son unas pocas anotaciones, las cuales comparto con vosotros.

Finales de octubre de 1941. Cansado de esconderme salí a la calle con mi estrella amarilla y la cabeza alta, tan alta, que fui visto por los hombres de gris. Fue el principio de un final avanzado, adelantándome a todos aquellos que me siguieron después, fui deportado, fui enviado a un campo de concentración en AUSCHWITZ (Polonia)

Pronto, muy pronto llegaron las primeras nieves y con ello el frío, sin hablar del hambre y de las enfermedades. Poco se podía hacer, solo dos cosas podíamos elegir, ser valientes y aguantar esperanzados en nuestra liberación o ser valientes y enfrentarnos y acabar todo con un disparo en la cabeza. No había otra, por eso escribo, quiero plasmar la barbarie que puede llegar a cometer el Ser humano, todo según dicen, por órdenes de cierto personaje que no se olvidará nunca su nombre. No por su gran elocuencia y permisividad, sino por pisar a todo aquel que no era considerado apto para el nuevo país o nueva raza.

Oculté mi orientación sexual, ya que no quería que me lo pusieran más difícil y así fue, como ocurrió o al menos eso  me pareció a mí, hasta que pasó cierto tiempo. Ya que aquellos o aquellas que eran homosexuales, éramos considerados como “no aptos”, para el plan diseñado para lo nuevo.

Leo lo anotado y me quedo sorprendido, a la situación tan límite que puede llegar el hombre, pero es así, no todo ha sido y es como ahora. En este nuevo siglo solo nos amenazan ciertos aspectos de la vida, pero no nadie con ganas de conquistar el mundo y menos de aniquilar de una forma tan sistemática a ciertos colectivos.

Sigo leyendo y no salgo de mi asombro al poder ver con mis propios ojos, las palabras escritas a saber cómo, ya que eran tiempos tan difíciles que no se puede creer tanta maldad.

Noviembre de 1941. Voy escribiendo con un poco de papel, cuando encuentro algún trozo a escondidas, hasta conseguir una libreta, donde poder anotar, todo aquello que me ocurre u ocurrió. Tal es como sucedió por parte de una gente sin escrúpulos y faltos de sentimientos, hacia personas que su único fallo fue estar en sitio equivocado y en una época equivocada.. Da la impresión que hasta se divierten, haciendo enloquecer a todo aquel que duerme en las dichosas barracas. La primeras heladas nos llega a entrar en los mismísimos huesos y con el hambre a cuestas, yo no tardo en desarrollar una pulmonía, una enfermedad que se vuelve crónica y la que debo de esconder y no toser, resguardarme de los soldados con sus perros guardianes. Perros que a una sola orden, eran capaces de dar muerte a cualquiera que discutiera o pusiera en entredicho las palabras de aquellos dictadores.

Maldita sea, podía haber nacido en otro país, en otro lugar, pero no, cuento con tan solo veinticinco años, llevo poco tiempo y ya aparento más edad. Mi aspecto ha empeorado de manera inimaginable y estoy calado hasta las mismas carnes, a veces me cuesta andar, incluso he perdido el ejercicio de la mandíbula de no comer

Me quedo estupefacto de llegar a pensar en la locura que puede llegar la persona, al estar in-extremis, sin saber dónde conseguir comida o un techo adónde dormir, ni siquiera saber si al día siguiente vas a estar vivo.

Diciembre de 1941 Con mucho y con recelo, me hago amigo de un soldado, que a cambio de algunos favores, consigo retrasar mi exterminio, además de conseguir una buena libreta adónde poder seguir escribiendo. No tengo maldad ni me hago amigo de mi verdugo, solo es la situación lo que me lleva a hacer ciertas cosas. Es un buen hombre, no es tan dictador y es más benevolente, pero aun así debo de andar con cuidado de no delatarlo, ya que además de seguir mí mismo camino, yo acabaría en cualquier hoyo o fosa común.

Gritos silenciosos se escuchan dentro de los barracones, familias enteras y familias separadas, no pierden la esperanza, no pierden la lealtad y perdonan, incluso poniendo la otra mejilla. Solo no tiemblan por el helado ambiente, sino por el temor a la muerte y a la lentitud en que se va alargar su agonía. Madres que duermen junto con sus hijos, abrazándolos para que no vengan por la noche y se los lleven.

Parece ser que un chusco de pan y algo de agua es lo que busca y necesita, ya hace tiempo que ha perdido las esperanzas de que un Ser superior le salve de tal agonía. Sinceramente, creo que hasta se siente a gusto con su nueva compañía y es que hay ciertas cosas que no cambian y no saben ni de idiomas ni de países. Solo, la única diferencia es que en alguno de estos países hoy en día se respira con más libertad.

La nieve cae plácidamente en un mes de invierno en Polonia, nada hace presagiar el desenlace de lo que es la historia de alguien o simplemente puede llegar a ser un ejemplo de lo que puede llegar a  hacer el hombre en una situación límite.

Enero de 1942. Me siento solo y apartado por aquellos que son de mis mismas creencias, todo porque se han dado cuenta de todo. Me dicen traidor, me llaman cómplice y eso me enoja, llegando a cortar la relación de amistad interesada con el alemán. Que le vamos a hacer, si no tuviese bastante con el hambre y el frío, ahora debo sentirme completamente aislado, los días van pasando y ellos dicen que lo delate, pero yo me niego al saber que sería la muerte para los dos. Así, que intento hablar con él, pero no hay escapatoria alguna. Me refugio en las letras, mientras pasan por al lado mío sin hacerme caso, como si no existiese vivo los momentos más amargos de mi propia existencia.

Una vela me hace compañía y me sirve para calentar los dedos para poder seguir escribiendo y quede todo escrito en papel. Espero y deseo que no quede quemado y destruido, por contener ciertas revelaciones, que quién sabe si no hubiese sido por la situación, la cosa sería otra.

Si existiese algo o alguna forma de vida diferente a la que conocemos, hubiera sido bueno que se hubiese manifestado y hubiera borrado tal barbarie, que camino puede seguir el hombre, el Ser humano en una situación difícil de manejar. Por lo que leo, le hubiese gustado seguramente haber conocido al soldado en otra situación y a lo mejor en otro año y en otro país. Menos mal, que las cosas cambian.

Febrero de 1942. Empiezo con mis dudas, empiezo no con mis fiebres por la enfermedad a pensar y a no creer la existencia de según qué Ser que tanto seguimos y le llamamos “señor”, ya que nuestro camino es siempre el sufrimiento y la amargura. Yo deseo vivir como una persona de los que se dicen normales, sin creer en nada más de lo que veo a cierta distancia y pierdo la fe en todo aquello que se nos prometió. ¿Cómo es posible el seguir el camino siempre del lloro y de la propia y ajena compasión, en vez de seguir el camino de la comodidad y de la abundancia? Ya no creo en nada y solo busco mi propia salvación. Encerrado en barracones, marginado por los míos y siendo a veces violado por aquellos que se decían que eran la autoridad.  Todo lo apunto, todo lo escribo, para que no vuelva a suceder, el hombre debe a aprender lo que es el respeto y la dignidad de la persona, ya sea su condición, raza o sexo.

Marzo de 1942 No puedo casi ni escribir, las manos se me congelan, no hay abrigo que soporte tal frío, pero sé que solo falta poco, para que abril haga abrir sus primeros rayos de Sol y pueda al menos calentarme. Ya que no puedo hacerlo como desearía, lo hago conmigo mismo, practico el sexo conmigo mismo, ya que eso me da pilas para seguir caminando, andando por una delgada línea roja. No hablo de guerras, ya que ello no va conmigo, solo deseo salvarme, solo deseo salir de allí, pero aquellos que conozco ya han desaparecido, han sido gaseados y quemados. Barbarie de la persona, como es posible que ocurra lo que ocurre y no venga nadie a soltarnos de aquí. Un chusco de pan y vaso de agua, es mi alimento para todo el día.

Tardarán todavía en llegar los verdaderos salvadores, tardarán en llegar los portadores de la paz y la concordia entre lo que se convertiría en los dos grandes bloques. Pero en fin, eso es otra historia. No dejo de pensar, en que menos mal que han pasado ya los años y ahora, viéndolo desde mi casa, lo veo desde otra perspectiva. Yo estuve poco tiempo, pero el suficiente para oler el dolor y el sufrimiento. Gracias a mi fortaleza, sobreviví, haciendo fosas, haciéndome valer para no ser exterminado, al mismo tiempo que los odiaba.

Mayo de 1942. Llega por fin los primeros calores, mi amigo alemán me va sacando de las listas, no sé lo que busca, yo me hago cómplice de su buena voluntad y sin mirarle para no delatarle me dirijo de nuevo al barracón. No me miro a ningún espejo, no tengo adónde mírame y mejor sea así ya que ni las manos me las conozco y mirándome las piernas deduzco que he perdido mucho peso. Pero no quiero amargarme, tengo a alguien en el otro bando que me ayuda, que caray, todo es salvarse uno mismo. Pero eso no quita, que algunos de los que se me llaman compañeros lo delatan. Ahí empieza verdaderamente mi calvario y mi propio sufrimiento, siendo víctimas de torturas los dos, hasta que en un momento de flaqueza confesamos y ahora le acompañan en la zona del campo y a mí, destrozado y casi mutilado me empujan dentro de la litera. En diferentes barracones y sin dejarnos acercarnos uno al otro, somos víctimas del holocausto.

 Seguro que le echará de menos, no solo por el sexo a escondidas, si no por sus dulces palabras, que le hacían entrar en calor y esa, esa es la llama que a lo mejor hoy en día, aun siga viva aunque ellos uno de los dos ya no estén en este mundo.

Julio de 1942. Empiezo a sentir la soledad como algo amargo, algo que no debería ser así, a mi amigo ya no lo veo más, no puedo decir, no puedo escribir adónde fue enviado o si simplemente fue aniquilado o víctima de alguna investigación de aquellos tiempos difíciles de olvidar. Ya no sigo más, ahora que ya soy llamado a formar en medio del patio, guardo donde puedo el diario, por si alguien lo quiere leer o seguir escribiendo, ya que no creo que salga de esta, ya que  no está mi amigo para salvarme.

No se me permite tenerles odio, no se permite tener rencor, al revés me hacen sentir tristeza y compasión, en aquellos que tienen el corazón tan negro como el carbón. En aquellos que gritan en las duchas, siento el dolor y la agonía del sufrimiento. ¿Cómo perdonarles?, a veces me lo pregunto, pero no se puede estar odiando y seguir siendo rencoroso con aquellos que van vestidos de gris, ya que en ellos caerá el caos y se derrumbarán y la humanidad entera no tendrá compasión con ellos al igual que ellos no lo han tenido con los hombres, las mujeres y los niños, que no tienen culpa de tener una creencia diferente a la que ellos proclaman.

Lo mismo sucede con aquellos, que por su condición, son humillados y destrozados en los campos de concentración. No todo fue por la religión, en mi caso no, pero….

Mario fue exterminado no sé el día y la fecha concreta y quién sabe adónde fue el que llegó a ser su amigo, una corta relación de amistad, dentro de los adentros de la maldad. Todo quedó en ello, como humo salió de aquel campo, sus cenizas no se sabe adónde llegaron. Esperemos que tal hecho no vuelva nunca a suceder.

 

 

jueves, 3 de diciembre de 2020

 

                                       EL DUEÑO

Que conste. Yo no soy ningún perro y si así fuere, no es de desmerecer y merecen el mismo respeto. Ya que ellos nos brindan todo su corazón, a cambio de un techo adónde dormir y cobijarse del duro invierno. Que conste. Solo soy un simple narrador de historias fantásticas o no, quizás puede darse el caso de alguna coincidencia, pues si es así no es real, lo que digo o escribo o quizás sí, quién sabe. A saber, ni yo mismo lo sé.

Se abre la puerta cómo se abre un niño a la vida, se escucha un escandaloso llanto para poder después este, volver a respirar tranquilo. Ya sabe de dónde viene pero no sabe adónde va. Cuando se nace en vientre ajeno, todo se convierte en una incógnita. Ya que si ajena es la razón, más es aún  si es porqué son de vientre de alquiler y todo lo que proviene y nace así,  proviene del afán del amor por un lado y del dinero del otro. Por unos o por unas, por unos euros alquilan un óvulo el que fecundar o los otros donan su esperma por unos pocos euros. Qué será de aquel qué proviene de manera natural, a una edad fecundado y engendrado, de manera dónde el amor es una llamada al querer ser único.

Sea cierto o sea mentira, lo que estamos viviendo es una utopía, todos los años lo mismo, todos los años en lo mismo. Como ver pasar las estaciones de primavera a verano y de otoño a invierno. Todas son reales, vale la misma adicción el sol por la playa, que la nieve por la montaña, quién será que será todo aquello que descubrís en el transcurrir del tiempo de la vida.

Se desvanece en la niebla, se desvanece todo en mi interior, todavía que fueron de los juegos de desenfreno que  me llevan al deshielo. Qué más da, si no es romper a llorar sino más bien es que estuvieras ciego, no creo que al final uno era feliz provenga de dónde provenga, tal hecho, dime, hace sospechar o soy yo que no dejo de divagar.

Tiempo era dice a mí, este día esta debacle ella no se la creía, todos nieve, todo es blanco como el azúcar o como los mares de sal. Todo se desvanece, todo aquello es destruido, solo yo vivo y me desvivo, no es que me crea poderoso, es porqué no hay quien me escuche, no ha llegado nadie solo o me lo parece, todo es una auténtica locura.

Una voz resuena desde a lo lejos, ello me pone en guardia…

      Tú quién eres para decirme amigo qué debo hacer, yo soy libre como el viento, yo vuelo más alto que las nubes. ¿No me crees?, fuma un poco de esta hierba, de verdad veras a lo lejos que llegas. Todos los desafíos no son con la espada, salvo no tengan de carne esta como la propia lengua.

Lanzo una mirada directa al Sol, ese astro, esa estrella que lo ilumina todo, me abrasa la vista y debo apartarla, llevándome al caos mental. Voces y más voces escucho en la lejanía, aunque parece que cuanta más cerca están, cuanto más lejos queda el odio y el rencor, más abrazo la armonía.

Dejo de fumar tal tóxico y me digo o me dicen, estoy y me siento tan elevado que ya no sé el que pensar…

      No estoy quién soy, no me digas nada más de solamente deseo vivir, solamente deseo descubrir todo aquello que me fue arrebatado en su día. No hay que ser de vientre de alquiler para ser de desmerecer y quiero llegar a conocer quién es mi propia madre, aunque ello me lleve por caminos tortuosos. Todo es aquello que descubra será nuevo para mí, todo el mundo tiene su propia descendencia y su propia familia, ¿decidme, padre y madre quién soy yo?

Pues sonríe amigo mío, pues a lo lejos se divisa el horizonte. No seas tan negativo hombre,  que no sea que veas que no te va a llegar a ningún lado esos pensamientos. Luego recapacita, que como no sea para llevarte al precipicio no existe la desesperanza, corre y corre, llueve en el camino más tortuoso que aunque este se lo forja uno mismo, tiempo será el tiempo donde ya a uno a cierta edad va descubriendo ciertas cosas. Cómo la que sigue, da igual la edad que tengas, las nubes serán surcando el cielo allá donde el viento las lleve.

      Adónde me llevas haciendo camino que estoy ciego, no sé realmente dónde voy solamente sé que tú eres mi guía.

Nuestra frase amigo mío, pese a que en ella no queda el amor suficiente para descubrir la ciudad llena de gente, todo el mundo lucha. Podrá algo que no es de ser, son las nubes en lo alto las que pueden firmar un contrato de bienvenida y decir, desear felicidad y si  deseas ser dichoso ni idea si la suerte te sonreirá. Adónde serán los cielos rasos de la tierra, que no se divisan a lo lejos, todo queda sin sabor alegre, esto es la nueva aura de aquello que les mantienen despiertos, porque todo el mundo cuando nace a poco tiempo se le dice.

“Lo quiero hacer, le quiero hacer llegar a ser alguien  y formar mi propia familia todo depende de cómo pende de un hilo, pero bueno eso es otra historia”.

No creo en que exista ahora, no, también real, morena, alta es aquella que te quita el sentido de la realidad completa. ¿Qué más da sí uno es sumado por ella?, si será haciendo porque todo lo normal es como es. Baila conmigo morena, que te llevaré al séptimo cielo, baila morena, baila conmigo, mientras nosotros lo hacemos aquellos que nos tienen envidia ser rasgan el cuerpo entero, todo es posible entre nosotros. Todos, es verdad no todo es mentira, solamente sé que te veo sentada y en el olivo qué pienso para mí en el que tú serás mía. Yo te poseeré y con ello haremos una familia, una familia de verdad, queriéndonos cada noche y mezclando todo nuestro sudor en uno solo. Qué más da todo lo que digamos, qué más da todos aquellos, que se diga, aunque digan de nosotros somos lo que somos. Una sola vida nos convertimos y de ello nacerá nuestro hijo, nacido del amor puro, aunque todos lo son, ya que aquellos que se ven forzados a tomar tales decisiones son libres y lo hacen con las ganas de sentirse padres y reflejados en el amor de un hijo.

Entre muros de lamentos, trepa la discordia, por lo que está bien y lo que está mal. Por los mares de la tristeza, navegan las incertidumbres del nacer o no nacer. Qué más da, qué es de poner en entredicho, cuando nace un nuevo Ser. Ya sea por la mano de la ciencia o por algo de natural él tiene al ser fecundado y engendrado, da lo mismo.

Alguien me lee, alguien me escucha y es  tal su enfado que se me mete en mi cabeza y dice y me dice, escribe directamente en medio de su enojo….

      ¡Mal nacidos!, de qué habláis sin tener sentido. Yo soy lo que quiero ser y nadie me lo va arrebatar. Yo fui fecundado gracias a la ciencia y hoy le doy las gracias a mis padres y a aquella señora que me mantuvo durante nueve meses dentro de su vientre.

El Sol apunta alto, la Luna se esconde para no entrar en disputa, ni se le ocurre hacer eclipsar al astro rey.

      Perdone usted. Hablamos sin saber y sin razón, ya que la mayoría somos fecundados en una noche de roces. Tiene razón que es hablar sin saber el qué, perdone de nuevo.

Se pone en posición vertical y como si fuese una serpiente a punto de morder, echa chispas y más chispas por la lengua.

      Malditos, se creen con el derecho a opinar de aquello que está bien o está mal, sin saber ni la razón ni la dicha que les lleva a tomar tal decisión. El amor es el mismo, el deseo materno y paterno igual, pero qué se habrán creído.

Despierto o despierta del letargo del tóxico y se ve o me veo, no doy crédito a mis ojos y menos a mis oídos. ¿Soy yo el que habla, soy yo el que escribe?, no lo sé.

Mece que mece la cuna, todo ha sido un sueño, yo ahora sonrío al verle más feliz y sin llanto alguno. Le tapo, le arropo, estamos en invierno y hace frío afuera. ¿Cómo es posible que me haya hablado, si es de meses el niño?, ¿cómo es posible que sepa cómo ha sido concebido? Qué más da, ya es nuestro hijo, lleva mi sangre y lleva el óvulo de su verdadera madre. Aunque no hay que quitarle el valor y la responsabilidad de aquella que la engendrado.

Una sola voz, una sola, parece como un susurro de la voz del viento, cuando se cuela por la rendija de la ventana…

      No lleva a ningún lado tal enfado, ya que es navegar contracorriente. Ven, abrázate con nosotros, únete al calor de aquellos que son concebidos a través del deseo, ya que mereces el mismo respeto y empatizamos contigo. Ven, únete, no te aísles ahora que ya sabes de dónde provienes, porque sigues siendo el hijo del amor y nadie es dueño de nadie. Todo el mundo tiene derecho a volar libre, nadie, absolutamente nadie puede quitarte ese derecho.

Yo le hablo, mientras le canto una canción. Yo le llamo por su nombre, Gabriel, se llama Gabriel. Quién sabe lo que llegará a ser, yo ya estaré al tanto y le ayudaré en todo aquello que como padre pueda. Todos somos bienvenidos, todos somos puros al nacer. Después, a la mayoría de edad, ya deciden por voluntad propia, quién sabe el qué. A saber

    Solo has llorado al nacer y ahora lo haces de la misma forma, a veces hay que volver a nacer varias veces en la misma vida, para darse cuenta de lo que uno vale. Solo déjalo como un recuerdo de procedencia, pero eso sí, escarba en ello y verás el amor del sueño de una pareja de enamorados. Sigue que mece la cuna, entra su madre, su propia mujer. Aquella que por alguna circunstancia que no viene al caso ha tenido que dar este paso. Son hijos bienvenidos, aunque no sepa lo que es el parto, seguro que lo querrá como hijo suyo que es.

 

 

 

 

 

 

viernes, 6 de noviembre de 2020

 

                                          Dos palomas como dos rosas.

Alguien dijo alguna vez….

      Yo no quiero,  yo no tolero ciertos comportamientos en el Ser humano, ese mismo que dicen que yo domino, ya sea a golpe de voz, ya sea a golpe de martillo. Yo digo que no y debe ser así.

Como dos palomas en el viento, se unen en el cielo. Ojalá, nadie puedan cazarlas, han ido demasiado lejos, sí, han ido allí, a donde se acaba el horizonte y más allá de las nubes. Su amor es tan fuerte, tan fuerte que ni la lluvia ni la nieve, pueden helar sus almas ni mojar sus  corazones.

No merece la pena gritar, no merece la pena llorar, porque nadie escucharía tú verdadera verdad. Tú eres lo que eres y siempre lo serás, nada es como el influjo de la luna, que se revela mostrando al reflejo del sol.

Se encontraron en un ayer y ya piensan en un mañana, ese mañana de permanecer unidas y volando, volando muy alto. No habrá tiro de escopeta que las alcance, no habrá nada que les impida llegar a la plenitud y a la felicidad, son ellas especiales, cada una tiene sus nombres. Pero los mantienen en secreto, más bien por el que dirán,  el dirán de algo que no les concierne, ya que no comen del mismo plato ni vuelan rozando sus alas con las demás. Miran desde el cielo y observan, observan el ir y devenir de una población, que piensa tener siempre la razón. Como ovejas en un redil, se mueven, como ovejas serán esquiladas y después serán devueltas, hasta que les vuelva a crecer la lana. Una lana que crece, con el control de aquel que se cree en posesión del poder, el poder de ordenar y reagrupar, aquellas ovejas que por lances del destino, se han conocido. Se han conocido y quieren emprender un viaje juntas.

      Las quemaré, no toleraré que esto ocurra y menos delante de mis ojos.

¡Ay!, me gustaría escribir desde una nube, desde arriba, desde el cielo mirando la humanidad cómo realmente vive. Sé que no soy el único que sobrevive a la situación, me siento mal,  me siento enojado por no ser el dueño de todo aquello qué es amado. Me siento triste por ver caer lágrimas del cielo, no sé sincerarme de otra forma que no sea escribiendo.

      Seguid juntas, aunque sea a escondidas, el tiempo os dará la razón y no seré yo la única que os proteja y os respete. Dice la Luna al reflejo del Sol naciente.

¿Son palomas o son ovejas?, qué más da. Lo que importa es el amor verdadero, ese amor que les lleva a alcanzar el cielo y a vivir, a vivir un “te quiero”. Rozan sus alas las palomas o se muestran cariñosas las ovejas. El que se cree con el poder, agarra la escopeta o le da una voz al perro, que como la que es, es de su amo las separa, las aleja de su cariño y su respeto.

El Sol observa y como símbolo de la masculinidad, ve con malos ojos la relación. La Luna como símbolo de la feminidad, solo se calla. El Sol intenta calentarlas y deslumbrar el vuelo de ellas,  estas se hacen fuertes, rozando aún más sus alas. Pasa el día y agotadas, bajan a beber, cuanto calor y cuanto ciego hay en el Universo. Un Universo que ya les gustaría descubrir juntas, pero eso ya saben que es inalcanzable o al menos prohibitivo.

      Yo soy el opresor, yo soy el que manda y no dejo ciertas maneras de vivir o apareamiento.

La Luna, al rato de verlas, las enfría y las comprende y les da el reflejo de la luz de aquel que no entiende, para que sigan su camino. Ellas, agradecidas siguen su andadura ahora como ovejas sin dueño, porque no hay más dueña, que uno misma. Uno decide y compara, compara y analiza lo que es bien. Ellas han hecho bien, si no las comprenden qué más da, pues volarán por la mañana y andarán como rebaño perdido por la noche. Descansando al amanecer, cuando el Sol está bajo y no las puede abrasar. Pero ellas, atrevidas vuelan al momento de más esplendor, hacen de sus encuentros, una eternidad placentera. Quien podrá romper aquello que no intentan ocultar, quien será capaz, si no es a tiro de escopeta, no habrá manera. Por la noche, no habrá perro que las obligue a volver, con aquellas que no piensan por si solas. Todo parece estar dicho, todo parece estar hablado y no volverán. Volarán hasta perder de vista, todo lo que ellas creen o saben que no se falta por amor.

Una de ellas comenta en susurro….

      Yo soy tu amante, yo soy tu amiga, yo soy tu cómplice. Agárrate a mí si hace falta, que yo te enseñaré a vivir y a volar.

Aunque no son de rezar, oran y se abrazan, en un intento de quedarse pegadas, pegadas y así poder rozarse toda la noche. La Luna, está oculta, el Sol se ha dado cuenta y no les manda su reflejo. A cuánto puede llegar la ignorancia y el odio, el no llegar a entender algo que a uno no debe ya de sorprender.  Ellas vuelan, vuelan ya por la mañana, hasta que una nube, por solidaridad con ellas, las protege del que se cree con el poder, ellas ven con claridad su silueta, un círculo como los de la vida misma. Círculos de gente, círculos de rebaño de ovejas, ovejas que no lo rompen, como no sea para alimentarse. Como la población misma, hacen círculos y no rompen la rutina diaria, haciendo lo mismo, como si siguieran la voz de su amo. Un amo llamado Sol y un esplendor nocturno, llamado Luna. Por eso mismo, se mantiene el equilibrio. El círculo del que hablo es el de la vida misma y el o la que intenta salirse por la tangente, es rechazada o apartada del rebaño, por ser oveja o paloma que tiene otro querer, querer llamado deseo.

      Te equivocas, yo no solo las tolero, sino que merecen todo mi respeto, porque no es de corazón ajeno el ver el amor y el verdadero deseo en los labios de dos almas. Vuelve la Luna desde la lejanía en gritos.

Cae una lluvia plácida, suave, que las remoja y refresca. Abren sus alas y se dejan empapar, es la nube del mediodía la que las ayuda. Se refrescan y les da las gracias. Es la nube de la justicia, la que hace de juez y al mismo tiempo, si hubiera hecho falta, de verdugo. Pero esta vez, tenían razón, no solo por su unión y elección, sino porque a nadie le importa ni nadie está en el derecho de juzgar si no es capaz de juzgarse a sí mismo y tener conciencia de sus actos.

Cómo rozando la piel de oveja, trasquilo tras trasquilo, dándome cuenta de aquello que no es solo de error humano que les compadezca. Surcando los cielos las veo, las veo muy cerca de mí, tanto qué acercarme más es peligroso, pero igualmente no me dejan. Son dueñas de ellas mismas y eso, eso me da envidia. Yo soy como soy y me gustaría tener las agallas de volar tan alto, que vea que el error humano del no querer sano y de buena esperanza es síntoma de amargo sabor de aquello que dicen que es lo correcto. Al final me acerqué tanto que me quemé y es que ni la Luna me deslumbra y sueño ser un día como ellas. Llegar a alcanzar las estrellas con la punta de los dedos, mientras amo a quién yo quiero y deseo.

Volaron por la mañana, el Sol fue más clemente al escuchar a la nube y la Luna espera con impaciencia su momento para poder ver con sus propios ojos y mandarles una sonrisa en forma de reflejo. No hay sombras, ni malas miradas, todo es amor y respeto. Amor con complicidad, de saber que de la que hace algo casi prohibido. ¿Cuánto durará su amor?,  a saber. A lo mejor es  solo un instante o a lo mejor es una eternidad. Pero sus alas ya están heridas, heridas de tanto roce y tanto vuelo. Necesitan un descanso, después de lo alcanzado que no es poco. Ha tenido que intervenir la justicia y el buen saber, para ser aceptadas y poder hacer un nido del cual no habrá fecundidad, pero sí felicidad.

      Dime tú, lo que veo. Dos almas juntas, unidas en un abrazo, yo eso lo maldigo y no lo tolero. Yo, aunque sea solo un pastor, llevo en la lengua y en el gatillo, la verdadera verdad. Por eso no lo permito a vista de mis ojos. Dice el pastor, al creerse dueño de todo aquel Ser vivo,

Por eso, como todo no es justo y no es que no quiera darle un final feliz a la historia. Ya sea real o ficticia, pasa muy a menudo. Ahí estaba el pastor con el rebaño de ovejas que enfadado y encendido en sangre, hace un tiro de escopeta dando alcance a una de ellas Tanto acierto tiene como cazador, que acierta a la primera que cayendo esta al suelo, se ve rodeada por ovejas ciegas. La otra, al ver tal triste final de rabia se lanza a los ojos del pastor que es defendido con la mordedura asesina del lobo disfrazado de oveja. Tanto el perro obediente, tanto la oveja que no quiere ver lo que hay fuera del redil, se vuelcan dando muerte a ella también. Y es que no hay peor enemigo, que aquel que calla y otorga, dando realidad a una falsa verdad. El que es callado y sigue fielmente todas las voces del perro de su pastor se siente feliz. Así que el pastor no quedó ciego, pero las palomas cayeron al suelo siendo dejadas a la luz del Sol, que amo y dominante las destrozó con sus rayos de luz. Ellas dos ahora se ríen, ya no están allí, están aquí, al lado de aquellos que las quieren tal y como son. Viajando desde el otro portal, han conseguido hacer realidad todos sus sueños y ver lo que es real. Todo en sorpresa se convirtió, al ver como el Cosmos las unió sin ser avisado por nadie. El amor tiene lo que tiene, que no sabe de colores, solo el arco iris es así cuando deja traslucir lo que viene después de la tormenta.

Yo, ahora me retiro a descansar sabiendo algo más, algo que me hace ver que camino escoger y que aquel que se atreva, lance el Sol en contra que la Luna ya saldrá en mi defensa.

viernes, 23 de octubre de 2020

 

                                                  QUIEN ESTÉ LIBRE….

Desde alguna parte, de un o no lejano continente, habla ya sin desespero aquel que ya no se encuentra entre nosotros o quién sabe, solo él y yo lo sabemos, así que le dejo que se exprese como mejor sepa y sin irme por las ramas le dejo hablar y continuar desde el otro plano seguir viviendo, ya que ello para mí no lleva peligro alguno.

En un barco sin rumbo me encuentro, en un avión con las alas rotas me alzo volando o surcando los mares tenebrosos de aquel que es llamado o despertado, diciéndole que es libre. “Libertad”, bonito nombre es este. “Libertad”, es lo que no llego a encontrar por ningún lado. Tendré que probar andando, sí, caminando por los senderos del saber y seguir, seguir aprendiendo mediante la empatía y el respeto.

No alzo la espada en pos del hambre ni de la guerra, la alzo en pos de aquello, que como digo, se llama “libertad”. Qué más da de dónde venga, qué más da desde adónde provenga si la muerte me acecha en cualquier ladera o en cualquier desierto. No por sed precisamente sea esta, sino por culpa de algún lobo hambriento o de algún escorpión con algún maldito veneno, ellos sí forman legión en su territorio, ya sean las frías montañas o los áridas arenas.

Os preguntareis cuál es mi nombre, este es Manuel Sánchez y no soy otra cosa que escritor o trovador en aquellos lugares donde sea bienvenido todo aquel que sea maestro de las frases. Estoy aquí presente, estoy enfrente de una mesa para escribir de puño y letra, todo aquello que mi boca por cobardía, no es capaz de decir a los cuatro vientos. Sentado en una biblioteca en Constantinopla me encuentro y a la luz de una lámpara de aceite dejo fluir las palabras. Todo era diferente antes, siempre dicen que lo anterior, que lo pasado fue mejor y se vivía de una forma más libre. Ahora, ahora hay que andarse con más cuidado, porque al menos la libertad de expresión a veces queda bajo sospecha de no ser así de libre.

Mi buen amigo Abel Santos, sabe de qué hablo y no son de correrías de juventud precisamente. Tanto él como yo, somos escribientes, pero no de cualquiera, sino de gente de alto rango, de personas influyentes. Yo guardo las espadas y escribo lo dictado por ellos, qué mandándolo o elevándolo a cierta persona, hacemos enmudecer toda la ciudad y a todo el imperio de Constantino “El Grande”. Que desde lejos llega su valentía y agallas, como así su sabiduría e inteligencia.

“Marie, tú eres mi destino, solo tú sabes de mis dones y de mis flaquezas, ¿qué sería todo sin tu apreciación? ¡Marie!, tú eres mi razón de vivir y por ti, por ti lo hago todo. Quiero conseguir formar una familia contigo, quiero verme envejecer a tu lado. Yo soy lo que soy, guerrero en las batallas y un ángel de luz en las nubes, en esas adónde te encuentras tú.

No hay día que no piense en ti, todo circula a tu alrededor. Cada vez que alzo mi espada, lo hago con el valor que tú me has dado para hacerlo, cada vez que planeo una batalla, cada vez que cojo y me subo a mi caballo, este galopa también diciendo también tu nombre. Solo le falta ser persona, pero eso, eso a un animal no se le tiene permitido, aunque lo respeto y cuido de él como si así se tratase.

¿Qué es el amor?, el amor, ¡ay!, se lo pregunta mucha gente, ya que no todos han tenido la oportunidad o han visto llegar y apreciar tal capricho del destino. Pero este, este no es mi caso, yo te he visto, yo he coincidido contigo y me valió una sola noche a la luz de la Luna, para saber que es, que esto que me ha ocurrido es amor, amor del de verdad. No un capricho deseo sexual solo, te quiero como amiga, te admiro como cómplice y claro está, también te deseo como mujer”.

Todavía recuerdo de él sus palabras y sus frases….

      Manuel. Coge el caballo más rápido y llévale esta carta y dásela en mano. No te alejes, no te vayas hasta que veas que la abra. Me dice, mientras me pone la mano encima del hombro, que apretando fuertemente, me hace apreciar su confianza en mí.

Así, que no me lo pienso dos veces y sin abrir boca, me marcho, ¿adónde?, pues a la casa de Marie. ¡Qué!, adónde vive, eso no viene a cuento o a relato alguno. Es secreto, de los cuales yo soy bien aprendido, de ahí la confianza.

Pasan los días, no meses, pero sí algunos días a caballo y llego a mi destino. Me bajo de él y acercándolo a un abrevadero, le hago beber y que descanse, que también se lo ha ganado. Llevo tatuado un escorpión, no muchos saben el porqué, pero aquí lo digo y que sea la gente quien diga lo que desee, menos juzgarme, ya que de cuestiones de amor nadie está libre de hacerlo, nadie puede tirar la primera piedra. ¿Quién no se ha enamorado alguna vez?, quién sea capaz de levantar la mano es que no tiene ni corazón ni alma, eso o ha tenido muy mal encaminado el destino.

Hago caso a mi superior y picando con los nudillos en su puerta, hecho dos pasos para atrás y con las manos cruzadas en la espalda espero a que me abra. Es guapa, es muy guapa y le doy la razón a mi general, entregándole la carta no me muevo. Ella se queda mirando, y le digo que no espero propina, solo que la abra y me dé una respuesta a la que hacerle llegar.

Marie, lee esbozando una sonrisa y me dice que me espere. Yo espero y espero, hasta que al acabar de leer la misiva, me cierra la puerta en las narices. Me hace esperar un buen  rato y cuando iba a volver a picar en la puerta, ella me abre…

      Hola soldado. Dile que cada noche sueño con él, que entra en mi alcoba y me hace suya y que cada gota de sudor, que cada sollozo en la mirada, es el amor el que habla. ¿Cómo el poder saber, si se encuentra en la distancia?  No puedo verlo, pero lo siento dentro de mí, su corazón ya me pertenece y como si fuésemos almas gemelas, volamos en libertad. Que no hay metros ni kilómetros, solo algunos ríos o afluentes que nos dividen. Pero llegará el día que me desposará, eso lo sé, lo percibo, como si fuese yo dueña de mi propio destino, porque no hay mayor suerte que el poder elegirlo.  Dile a tu general, que le esperaré. Me he cortado un mechón de pelo para le dé suerte en sus guerras, tómalo y llévalo con esta respuesta. Huelo la carta y el perfume me embriaga, pero despidiéndome de ella, me marcho sin mirar atrás.

Cabalgo rápido. En principio por la lealtad hacia mi superior, después por el anhelo a que me mande de nuevo con otra carta. Con todo esto solo sucede una cosa, solo sucede un hecho y es el siguiente….

La confianza y la lealtad se desmoronan, van cayendo en picado mientras van creciendo los deseos de robarle el amor, de hacer mía esa mujer. De poseerla y convencerla de que yo soy mejor que mi general. ¿Cómo hacerlo?, a saber. Algo se me ocurrirá, cabalgo y cabalgo. Esta vez voy más rápido, mi caballo nota el agotamiento y el cansancio, tanto que cerca de mi regreso, se cae al suelo. Agotado muere, enfadado y ciego me quedo yo. Que ahora no camino, sino corro para no ser visto por nada ni por nadie.

Al final llego y entregándole la carta, le veo llorar de felicidad y eso, eso me hace hervir la sangre. Como una mujer va a romper la confianza, la lealtad y la amistad entre dos hombres. Porque aunque seamos de estatutos diferentes, no dejamos de desear y esta vez, esta vez deseamos lo mismo.

Él mirándome a los ojos, no me pone una mano, me pone las dos, una en cada hombro y me dice, me cuenta lo dichoso que es. La carta de Marie, le ha dado alas y se arriesga más de la cuenta. Se arroja más a su destino o a la muerte. Lleva consigo la carta, lleva consigo aquella que le hace vivir, yo, yo no soy nadie, solo un humilde escribiente. Que batalla tras batalla, ve a su general arriesgar todo aquello que es merecedor de valor, como es la propia vida. Cruzada a cruzada,  veo que busca lo que alguien o alguno le ordenó y que él le prometió lealtad y confianza.

En uno de esos días, viendo que la muerte no se le acercaba lo que yo desearía, en uno de sus descansos, le mezclo en la copa de vino, algo turbio, algo que de traidor se me puede llamar, pero que el amor me sabrá perdonar. Bebe sin saborear, bebe sin saber y no pasan ni del Sol a la Luna, cuando yace primero enfermo y luego a los dos días, muerto. Yo lloro, pero no de pena, aunque eso parezca y con la excusa de hacer llegar la noticia me marcho del frente.

En un campo silvestre me encuentro, el Sol hace poco que se hace presente y nos da los buenos días, me parece estar al lado de Marie. Solo el aroma de su perfume y su mechón de pelo me acompaña. Como una canción de amor robada, le he plagiado el sentimiento y los ardores de pasión a mi general. Amor, solo amor y por ella he sido capaz de darle de tomar del veneno de la copa de plata. Que sería de aquello que no es de enfrentamiento si en mí me embriaga la cobardía. Al revés, la valentía y la hipocresía, mezclada con la traición me lleva a caballo prestado a casa de tal gentil doncella. Ella será mía, solo mía o al menos eso creo yo. ¿Qué podría evitarlo o quién se pondría en mitad de mi camino?, nadie sabe llegar a su destino. Solo yo soy capaz y por ello he llegado a matar, no solo al general sino a la confianza y a la lealtad que de mí hacía merecedor de respeto en la brigada.

De luto se cierne la casa de Marie al hacerle llegar la noticia, no me deja ni entrar, me dice que me marche, no sin antes darme las gracias. Yo me quedo perplejo, yo me quedo sin palabras y sin saber el que hacer. Me siento en una roca y dejo pasar el tiempo, mientras el aire me da la cara. Se hace de noche y con ello, viene el frío y los lobos. Enciendo una hoguera e intento ahuyentarlos como puedo, pero son muchos y al final uno de ellos se lanza al brazo, el cuál no puedo sacármelo de encima. Los demás, por lo menos cuatro conté, hicieron lo mismo y solo pude rogar que fuera rápido, pero así no fue. Fue una muerte lenta, como mandada por alguien de alto rango en plena venganza. Marie no salió ni nadie llamó a nadie, a lo mejor no sintió ni sintieron mis llantos ni mis gritos de dolor. Todo al final se revuelve, todo al final se tiñe de rojo por culpa de la traición y la cobardía. Cruzada a cruzada, habíamos llegado a entablar confianza y amistad. Yo le admiraba y él me respetaba y le asombraba mi buena letra y mi buen hacer. Que pasó, sino la envidia y los celos por una bella mujer, lo que lo revolvió todo. Devolviéndome todo aquello que malogré, fui pasto de aquellos que son dueños de la oscuridad. Todo por un simple o no tan simple deseo. No logré mi objetivo, no logré mi deseo, solo que el destino se me volviera en contra mía.

sábado, 17 de octubre de 2020

 

                               MORIR EN EL ATARDECER

Como un juego de niños nos pensamos que es la vida y nada más lejos de la realidad, ya que esta es un asunto serio, cuando la mortandad afecta a una parte de la humanidad. Todo hay que mirarlo con lupa y no dejarse vencer, no hay nada que pueda con la sociedad si esta nace unida. Tengo más veinticinco años, quizás ya haya cumplido el doble, quién sabe. A saber,  ello me ha llevado a darme cuenta de que la vida es el valor más preciado que se tiene y con el que no se puede jugar.

Pedro, es un niño de unos diez años que corre con sus amigos en un parque, se me hace extraño el no verles con los móviles en las manos. Dicen que todos los niños van al cielo, seguro que es para darles una segunda oportunidad y vuelvan fortalecidos a la vida propiamente dicha. A lo mejor y solo a lo mejor, en cada nube del cielo hay un niño jugando, y cuando se cierra el día y se torna gris oscuro, es porque vuelven en masa. No hay nada más que temer, todo es un tránsito, un volver a nacer. Ya sea en el cielo o en el infierno, todos tenemos adónde ir, otra cosa es que lo elijamos con nuestro propio criterio, pero nada más.

No es por nada, pero es mi nieto y con su madre, que es mi hija, pasamos la tarde soleada de un sábado. Un sábado diferente, para un día diferente. Hoy es mi cumpleaños, la edad no importa, llega un momento que se deja de llevar la cuenta. No por nada, solo por no ver tan próximo el final. Así que disfruto de ver a tan joven niño, correr como lo hacía yo con su misma edad y no había las tecnologías de hoy en día. En un momento se para y fija su mirada en mí, cosa a la que yo le respondo.

         Pedro no me mires así, no llores, tu abuelo estará contigo siempre.

Un abejorro le zumba al oído a Pedro, no sabe si viene del cielo o del infierno, no sabe todavía ya que a su corta edad es puro, como el agua de los manantiales de las montañas. No sabe, pero el abejorro le zumba, intenta espantarlo con las manos pero no puede. Llega a temer por sus ojos y casi tapándoselos con las manos por completo, se dirige hacia su madre. Ella intenta consolarle y tranquilizarle, diciéndole que solo es una mosca muy grande.

      ¿Quién hace de testigo? Tu no, por favor. Que te tengo demasiado visto, necesito alguien diferente, alguien especial. Como en un jardín de rosas me encuentro, bailo y bailo. Pero todavía no encuentro mi testigo, testigo de mi amor. Mi amor por la vida, mi amor por el aire que respiro. No encuentro testigo, que firme con su corazón esta alianza. Le digo yo al viento, mientras, estirando las piernas para adelante,  cierro los ojos y me evado en el parque con el Sol tardío de cara.

Busco y busco y entre  un jardín de rosas me encuentro. Que feliz que soy y no sé a quién decírselo. No encuentro a nadie,  parece un jardín rodeado por un desierto de arena. Arena tórrida que no me deja ver el sol. Porque como me deje, intentaré alcanzarlo con las manos. Aunque me queme, aunque me abrase, ¡soy tan feliz!, que le haría testigo de mi alegría.  ¿Solo por el hecho de estar vivo, que más deseo?, no puedo desear más, que seguir bailando hasta la eternidad, al son de la música silenciosa.

Silenciosa y agradable. Solo el silencio mientras bailo. Mientras bailo, dejo mi cabeza volar, volar hacia donde yo desee y teniendo el Sol como testigo, qué más puedo pedir. Solo estar en mi jardín de rosas, con la única compañía de mi propio Ser.

Sigo con mi evasión, tengo al lado a mi hija, conque puedo desconectar por cinco minutos.

El Sol no sale, el desierto árido no le deja. Tendré que abrir la puerta y gritar. Gritar al cielo, lanzar un grito al aire. Para hacerme escuchar, ya que solo el silencio amortigua mi alegría. Una música silenciosa, para un baile, un baile de rosas.

Escorpiones en el anochecer, escorpiones que salen desde las mismísimas entrañas del desierto. Ya no bailo, ahora descanso. Descanso, pensando en un mañana. Un mañana que deseo que sea como el de hoy. Bailando en un jardín de rosas o ha sido todo un espejismo. Un espejismo de un desierto caluroso en extremo. Un desierto que te hace ver lo que quieres ver. Pues déjalo, a mí me hace feliz. Porque, aunque no he visto el Sol. He bailado, he disfrutado y espero en un mañana, hacerlo en compañía. Una compañía que no se hará esperar, solo tengo que pedírselo al Sol y éste, por su gracia, me lo concederá y también lo veré, como veré el jardín de rosas. Un jardín de rosas en mitad de un desierto árido, donde la verdadera compañía son los escorpiones.

Donde está el mundo, donde está la sociedad. Yo sigo en mi sueño, un sueño que es un jardín de  rosas. La noche es fría y aletarga mi baile, no sé que hacer, estoy demasiado nervioso como para dormir. Aunque creo que ya lo hago y me caliento, con la arena del desierto. No veo a estas horas el jardín, es oscuro. Será solo un sueño o se va a convertir en pesadilla. A saber.

      ¿Quién vuela bajo, quien quiere despertarme?, yo no quiero mirar al cielo, ahora oscuro y sin estrellas. Pero siento que no estoy solo, ¿quién vuela tan bajo, que siento casi hasta su respiración?

El Sol otoñal me calienta de verdad, mientras mi nieto juega ajeno a cualquier peligro, con la atenta mirada de su madre. Yo aprovecho y sigo con mi particular evasión o viaje.

Pasa por mi lado, ya sé que es. Es un buitre, se piensa que soy una presa. Se piensa, que en el frío nocturno voy a perecer, que voy a fallecer, perdiéndome en mi sueño. Vuelvo en sí, todo es un sueño. Menos el ave, que vuela por encima, a mi alrededor. Busco calor y me entierro en la arena, no hay árboles para hacer una quema. No hay nadie que me cobije y me dé abrigo. Yo solo busco el dormir y seguir en el sueño de mi jardín de rosas.

      Sol, ven a verme. Yo te adoro y quiero bailar, estoy viendo mi sombra en el jardín. Sol, ven a verme y te demostraré que soy de merecer. Solo quiero bailar, haz de testigo. Ya que no hay hombre, lo suficientemente valiente y osado para batirme en duelo o pelea. Sé tú mi testigo, solo espero y espero a verte salir por el horizonte. Un horizonte, que se pierde en mi vista. Ahora ciega, por la oscuridad de la noche, pero después me cegaré, me cegaré por mi ilusión y por tu luz. Yo seguiré bailando en mi jardín de rosas.

Espero el amanecer, un amanecer negro sin sol. Solo su sombra resplandecerá en el desierto, solo sus destellos serán capaces de atravesar el viento. Viento que enturbia el cielo y no deja que mire la cegadora luz del cielo. Vuelvo a mi jardín, vuelvo con mi música y bailo entre las rosas sin espinas, unas espinas que me atravesarían el alma y me harían despertar de mi letargo.

No aparece ningún rey o templario y yo no me puedo sentir como alguien que forma a la realeza. No hay caballero que monte a caballo, para partirle los lomos y pasearle su sangre  por la arena de las dunas. No quiero despertar, no quiero salir de mi jardín. Sin que antes haya llegado mi mujer, aquella que quiera hacerme grande y librarme de los escorpiones.

¿Me habla una serpiente o soy yo que deliro?, me habla y me dice que me vaya. ¿Qué me vaya, a dónde?  ¿Cómo ha entrado en mi jardín, habrá llegado entre las entrañas de la tierra y quiere conducirme a una pesadilla? Yo le digo, que no me salgo de mi sueño y ella me muerde, haciéndome despertar ante un doloroso grito.

Solo veo arena y más arena, el jardín ha desaparecido. Solo veo arena, ni serpientes ni escorpiones. Pero me miro la pierna dolorida y veo la marca de los colmillos. Me ha mordido, eso es cierto y verdadero. No es un sueño, que ocurrirá ahora….

Poco a poco, desfallezco y me quedo tumbado en la tierra del parque.. No hay templario, solo soy yo. El sol calienta en lo más alto. Ahora que no puedo tocarlo, sale. Veo o creo ver, alguien que corre, corre en mi busca. Es solo un espejismo, el veneno va haciendo su efecto, no volveré a bailar y ni tan siquiera caminar.

El Sol quiere hablarme, la luna ha desaparecido en el horizonte. Ya no puedo más, me muero. Me muero solo y sin testigos. La serpiente ha sabido morder y ¿ahora de quien seré, quien vendrá a buscar mi alma? Cierro los ojos despacio y para siempre, no habrá esta vez quien me despierte. Ya que no es un sueño, es la verdadera muerte, que se me lleva con ella.

Se hace el amanecer, nace un nuevo día y expira una nueva alma. ¿Qué será de aquel que marcha, qué será de aquel que no encuentre su nuevo camino?

Se marchó, se fue, pero siempre le quedará en el recuerdo los cuentos y las batallas de cuando era joven y era un apuesto truhan, hasta que quedo enamorado de la que es su abuela. Batallas difíciles de entender, pero que se las contaba diciéndole al oído que no hiciera lo mismo ya que ello te puede llevar a la perdición.

Falleció en su propio sueño, ¿cuál sería tal veneno que le mató?, todo será una incógnita. Lágrimas ruedan del rostro de Pedro, su madre, acongojada no sabe cómo reaccionar. Pero al menos ve, se da cuenta de la sonrisa que tiene su ya fallecida cara, a lo mejor es el rostro de la propia muerte, que como premio, ha querido que fuera en un sueño de un cálido día de otoño.

 

viernes, 2 de octubre de 2020

 

                                   ATARDECER EN PENUMBRA

Dicen, que a grandes rasgos el destino está escrito. Dicen, que a grandes rasgos cuando el atardecer es sombrío, las Sombras salen al acecho. Como buitres carroñeros salen en busca de alguna víctima, quién lo sabe. A saber.

Joel camina por la calle en dirección opuesta a su casa y no lo sabe, no se da cuenta que va a un destino incierto, incierto como es la palabra Alzheimer. No se da cuenta todavía su único hijo de lo que le pasa a Joel a su todavía no avanzada edad, ya que cuenta con tan solo sesenta años de vida en este mundo.

Sigue caminando, sigue andando, son las cinco de la tarde de un cercano ya invierno y la noche acecha, las farolas empiezan a encenderse y a tomar colorido también las luces navideñas. Estamos a mediados de diciembre de un  tal año, que prefiero dejar atrás. Todo no son cánticos y turrones, la fiesta sin las personas allegadas no es una fiesta y un jolgorio, que como cada año debe ir cogiendo forma, hasta llegar el fin del año.

En las avenidas de la gran ciudad, el bullicio es importante, la gente va y viene de sus compras navideñas, sin fijarse en si alguien necesita ayuda. Todo es como es, todo aquello es inculcado desde nuestra tierna infancia. Es muy fácil pasar por delante de alguien desorientado y no ofrecerle nuestro apoyo. Nadie, absolutamente nadie se compromete ni echa una mano. Todo se ha vuelto muy egoísta y Joel necesita ayuda.

El cielo está raso, así que la helada promete ser dura y Joel sigue caminando por las calles sin una dirección correcta. Que sería de aquellos que velan por nuestra seguridad si no estuviesen allí adónde hacen falta. La policía local está para lo que está, para servirnos de ayuda y de defensa. Es tal su desconcierto, que al final se da cuenta de que se ha perdido, no sabe, no se ubica y ello le lleva al desespero, tal es, que al final una pareja de policías se dan cuenta solo viendo el rostro desencajado y temeroso de Joel. Acercándose y con su máximo respeto le preguntan y le hablan. Le piden el carnet de identidad, no por otra cosa que no sea el saber adónde vive, adónde va y cuál es su destino.

Sorprendido se queda el agente, cuando ve que lleva consigo un teléfono.

      ¡El móvil!, lleva móvil, de esos antiguos pero lleva.

      ¿Tiene hijos, sabe cómo se llaman? Le pregunta en un tono suave.

Agita de forma negativa su cabeza, es tal su nerviosismo que empieza a pegarse el mismo, a golpearse con las manos el rostro. La pareja de policías, le retienen y lo intentan relajar, llaman a una ambulancia, esta no tarda en llegar. Al mismo tiempo y a voleo, llama a uno de los números que hay anotados en el teléfono.

Suena tres veces y a la cuarta, cogen la llamada y acierta….

      Hola. Disculpe, le llama la policía,  ¿cuál es su parentesco con Joel Sánchez?

      Soy su hijo. ¿Hay algún problema?

      No se preocupe, está con nosotros, se encuentra bien, algo desorientado, pero bien.

      ¿En qué calle se encuentran?

      Estamos en la avenida Madrid, ¿puede venir a buscarlo o prefiere que lo acerquemos a su casa?

      Me harían un gran favor si lo trajeran a casa, les espero aquí.

      No se preocupe, ahora vamos para allá.

Joel, en una pizca de luz, exclama y piensa ya más tranquilo, piensa y exclama…

“Dame fuerzas señor, dame fuerzas para que al menos no olvide mi nombre, maldita sea mi estampa, maldita sea aquella neurona que se ha parado y me ha dejado bloqueado. No puedo recordar más allá de mi nombre y edad”.

Como algo que le retuerce por dentro de sí mismo, le revuelve el estómago y se vuelve descuidado, pero a la vez le hierve la sangre. El bullicio de la gente, hace nacer bullicio dentro de sus venas. Gracias a la amabilidad de los policías, ha podido superar el trance, aunque mucho me temo no volverá a salir solo. Ya, sentado en la parte trasera del vehículo policial, cree escuchar cierta voz, que viene o atraviesa los cristales del coche policial.

“Dime viejo amigo, que ya te encuentras solo y sin ningún recuerdo. Dime cuál será tu próximo destino, cuál será el próximo acontecimiento, se acabaron los paseos por la gran ciudad. Eres todo mío y solo mío, yo seré tu dueño, pero no recordarás ni tu nombre. Así que hazte la idea, que ya mismo no tendrás memoria y te moverás menos que un árbol en un día sin viento”.

Veinte minutos dura el paseo y su hijo le espera desesperado, no sabe que pasa todavía. Es ajeno e incauto, no sabe nada, porque su padre había llevado sus pérdidas de memoria de forma oculta y secreta. Nunca se había percatado, quizás no le había mostrado la atención que necesitaba. Se promete a sí mismo que nunca más, así que abriéndole la puerta y dando las gracias a la pareja de policías lo hace entrar. Los nervios les comen a los dos, el susto les ha hecho reaccionar. Sentándose los dos en el sofá, ve la mirada perdida de Joel, como si no supiese dónde está.  Solo con el tabaco como compañero, fuma uno detrás de otro, se siente nervioso. ¿Quién eres tú?, le pregunta a su hijo. Que entre lloros, se lo recuerda. Con los ojos llenos de lágrimas le dice y le comenta, que es su única familia que le queda.

¡El testamento!, ahora se acuerda y no recuerda si lo ha hecho o no y se lo pregunta a su hijo, que sorprendido le responde que sí. Le acompaña a la habitación y mirando dentro de una carpeta de color azul ahí está la copia, todo listo y preparado, para el día que no esté. Él solo pregunta, al menos para sí mismo, cuando y para qué lo había dejado preparado. Su hijo entre sollozos, le recuerda que la madre ya ha fallecido y que fue al mes cuando lo dejó todo preparado. Solo para el día que él muera, solo para el día que falte esté todo en orden.

Abriendo una simple caja de zapatos, miran muchas fotos de vida andada, que como unos zapatos viejos, aguardan llenos de polvo el volver a ser vistos. Joel en la mitad de las fotos no se recuerda y en otras, echa unas risas con su ya hijo adulto. ¿Qué habrán sido de esos años en los que uno era más joven?, todo son vagos recuerdos de un ayer que hoy presente, lo ven muy cercanos, tanto, que en algunos de los casos han pasado cerca de treinta años.

Se hace de noche y ello les lleva a cenar y a dormir, es sábado y tienen todo el domingo para ellos dos. Pero así de tristes son los lances del destino, que a la mañana de un día que debería ser festivo se torna gris ceniza, como en polvo se convierte Joel. Tomando café en una terraza observa el ir y devenir de la gente. No se preocupa, no atiende a llamadas funestas. El hombre fallece, Joel no puede más y el alzhéimer, lo ha ido apagando demasiado rápido. Él quería vivir más, él era su sueño el ver a sus nietos ver crecer, pero su hijo se ha quedado soltero y sin pareja. No ha habido manera y tampoco ha puesto mucho empeño en ello, no era crucial para su vida. Así qué ahora con su marcha, solo le queda las fotos y poco más, siempre estará en su pensamiento y ruega, mejor dicho suplica, no padecer dicha enfermedad. Ya que morir sin saber, debe ser lo más triste que debe de haber.  Ya que aparece por la mañana frío en la cama, no sabe qué hacer, como si hubiese quedado congelado, se perpetúa en el tiempo, hasta que reacciona y agiliza los trámites para que sea incinerado.

Se ve solo en la funeraria, se ve solo velando a su difunto padre, tantos amigos tenía que ninguno de ellos vinieron a despedirse, a darle el último adiós. Vestido con un traje negro yace en el ataúd, con la cara sin expresión ninguna. Pero ve o al menos intuye, como si esbozara una sonrisa, como si hubiese hecho ya el viaje al otro lado. Eso le tranquiliza, solo no llega a comprender, como ninguno de aquellos que decían ser amigos incluso desde la infancia, no fuesen por respeto. Pero en fin, la noche pasa y al día siguiente es llevado al crematorio y con ello, cuando se ve preparado recoge las cenizas. Entre lloros, no puede evitarlo, llora sin desconsuelo por su tan rápida marcha.

No le ruega a ningún dios, ya que no cree en ellos. Solo habla con las cenizas de su padre, solo piensa en la mejor manera de esparcirlas y se acuerda, le viene a la memoria, como le gustaban los almendros en flor. Así que se acerca a un parque cercano, y rodeando uno de estos árboles, le guarda no un minuto si no cinco. Ahí, quieto mirando para abajo, se despide de él. Ya se aleja, ya se va para casa, pero antes necesita tomar un café. Hace frío y la navidad ya no va a existir. Se acabaron las cenas para dos, se acabaron los regalos y todas aquellas uvas de la suerte se desvanecen en el viento helado de diciembre.

Como la espada de Damocles, ha sido la marcha de Joel, ha segado no solo su vida si no también la de su vástago. Ahora se recluye, le llevará tiempo reconocer que ya no escuchará ni su voz ni su a veces mal humor. No sabe o sí, la cuestión es que el piso ahora le parece demasiado grande para él solo. Le viene a la cabeza lo de alquilar una habitación, pero perdería por completo su propia identidad e intimidad. Así, que armándose de valor sigue pasando la fregona, por su piso, ahora ya solo suyo.

Pasa el tiempo, pasan incluso un par de meses, hasta que al final se da cuenta de que la marcha ha sido definitiva. Se pregunta, que le diría si lo viese por última vez, si hubiese tenido la ocasión de despedirse cogiéndole de la mano. No lo entiende, todavía no le tocaba, tenían que haberse reído mucho más de lo que lo han hecho. Todo no son lloros ni lamentos, solo le queda la duda de siempre, de dónde venimos y adónde vamos. Espiritismo se llama, quiere contactar con él, que al menos no se sienta tan solo y tan abandonado.

No sabe cómo se hace, pero lo mira por internet, no quiere dejarse llevar por el instinto y quiere hacerlo de forma correcta, así que se pasa tres días mirando el cómo lograr contactar con una persona allegada, tan allegada como es la figura y el alma de su querido padre.

Divaga mientras enciende una vela y habla solo o al menos eso no se lo cree él….

“Como si fuese hoy, hace dos meses que te marchaste, dejando en mi interior un gran vacío en mi corazón. Me siento deprimido y solo el ver tu sonrisa y que me dijeras cuatro frases me quedaría contento. Solo lamento el haber estado demasiado metido en mí mismo, solo siento un desgarro por no haber mantenido más rato contigo. Vagos recuerdos me vienen de mi niñez y como me balanceabas en el parque. Vagos recuerdos me vienen, hasta cuando me saqué el carnet de conducir y lo celebramos como si la lotería nos hubiese tocado. Esos recuerdos y alguno más, pero son ellos pocos, para todos los que podían haber sido. Quiéreme, quiéreme mucho, que yo lo hago e intento hablar contigo mientras miro fijamente a la llama de la vela, que como si fuese cierto, se alza y se hace larga, como si hubiese acertado a la primera”.

Hay trenes de largo y corto recorrido, pero en fin el suyo ha sido de media distancia. No quiero recordar lo malo, no quiero recordar cuando tenía que decirte quién soy yo. No deseo que el vivir en este mundo sin su compañía sea lo que es, un verdadero calvario. Una soledad completa. Así que siendo las cinco de la tarde, me levanto de la mesa y apagando la vela, me marcho, me marcho y ando y ando. Temo a veces que me pase igual, pero recuerdo por ahora  las calles y también es de reconocer que soy más joven,  joven pero más solo.