EL DIARIO DE MARIO J.
Se me congela el alma, he
encontrado por casualidad el diario de un compañero de barraca, no sé quién es,
solo sé que dice que se llama Mario, pero yo no me acuerdo de ningún hombre con
ese nombre. En fin, me pone los pelos de punta el solo pensar, que nadie de los
primeros llegadores al lugar sobrevivieron y que yo fui salvado por las tropas
rusas, ¿fui liberado como un pájaro?, no, porque los pájaros en sus jaulas
tienen más libertad y más cuidados que las personas que como yo, hemos estado
en campos de exterminio. En fin, solo son unas pocas anotaciones, las cuales
comparto con vosotros.
Finales
de octubre de 1941. Cansado de esconderme salí a la calle con mi estrella amarilla y la
cabeza alta, tan alta, que fui visto por los hombres de gris. Fue el principio
de un final avanzado, adelantándome a todos aquellos que me siguieron después,
fui deportado, fui enviado a un campo de concentración en AUSCHWITZ (Polonia)
Pronto,
muy pronto llegaron las primeras nieves y con ello el frío, sin hablar del
hambre y de las enfermedades. Poco se podía hacer, solo dos cosas podíamos
elegir, ser valientes y aguantar esperanzados en nuestra liberación o ser
valientes y enfrentarnos y acabar todo con un disparo en la cabeza. No había
otra, por eso escribo, quiero plasmar la barbarie que puede llegar a cometer el
Ser humano, todo según dicen, por órdenes de cierto personaje que no se
olvidará nunca su nombre. No por su gran elocuencia y permisividad, sino por pisar
a todo aquel que no era considerado apto para el nuevo país o nueva raza.
Oculté
mi orientación sexual, ya que no quería que me lo pusieran más difícil y así
fue, como ocurrió o al menos eso me pareció
a mí, hasta que pasó cierto tiempo. Ya que aquellos o aquellas que eran homosexuales,
éramos considerados como “no aptos”, para el plan diseñado para lo nuevo.
Leo lo anotado y me quedo
sorprendido, a la situación tan límite que puede llegar el hombre, pero es así,
no todo ha sido y es como ahora. En este nuevo siglo solo nos amenazan ciertos
aspectos de la vida, pero no nadie con ganas de conquistar el mundo y menos de
aniquilar de una forma tan sistemática a ciertos colectivos.
Sigo leyendo y no salgo de
mi asombro al poder ver con mis propios ojos, las palabras escritas a saber
cómo, ya que eran tiempos tan difíciles que no se puede creer tanta maldad.
Noviembre
de 1941.
Voy escribiendo con un poco de papel, cuando encuentro algún trozo a
escondidas, hasta conseguir una libreta, donde poder anotar, todo aquello que
me ocurre u ocurrió. Tal es como sucedió por parte de una gente sin escrúpulos
y faltos de sentimientos, hacia personas que su único fallo fue estar en sitio equivocado
y en una época equivocada.. Da la impresión que hasta se divierten, haciendo
enloquecer a todo aquel que duerme en las dichosas barracas. La primeras
heladas nos llega a entrar en los mismísimos huesos y con el hambre a cuestas, yo
no tardo en desarrollar una pulmonía, una enfermedad que se vuelve crónica y la
que debo de esconder y no toser, resguardarme de los soldados con sus perros
guardianes. Perros que a una sola orden, eran capaces de dar muerte a
cualquiera que discutiera o pusiera en entredicho las palabras de aquellos
dictadores.
Maldita
sea, podía haber nacido en otro país, en otro lugar, pero no, cuento con tan
solo veinticinco años, llevo poco tiempo y ya aparento más edad. Mi aspecto ha
empeorado de manera inimaginable y estoy calado hasta las mismas carnes, a
veces me cuesta andar, incluso he perdido el ejercicio de la mandíbula de no
comer
Me quedo estupefacto de
llegar a pensar en la locura que puede llegar la persona, al estar in-extremis,
sin saber dónde conseguir comida o un techo adónde dormir, ni siquiera saber si
al día siguiente vas a estar vivo.
Diciembre
de 1941 Con
mucho y con recelo, me hago amigo de un soldado, que a cambio de algunos
favores, consigo retrasar mi exterminio, además de conseguir una buena libreta
adónde poder seguir escribiendo. No tengo maldad ni me hago amigo de mi
verdugo, solo es la situación lo que me lleva a hacer ciertas cosas. Es un buen
hombre, no es tan dictador y es más benevolente, pero aun así debo de andar con
cuidado de no delatarlo, ya que además de seguir mí mismo camino, yo acabaría
en cualquier hoyo o fosa común.
Gritos
silenciosos se escuchan dentro de los barracones, familias enteras y familias
separadas, no pierden la esperanza, no pierden la lealtad y perdonan, incluso
poniendo la otra mejilla. Solo no tiemblan por el helado ambiente, sino por el
temor a la muerte y a la lentitud en que se va alargar su agonía. Madres que
duermen junto con sus hijos, abrazándolos para que no vengan por la noche y se
los lleven.
Parece ser que un chusco de
pan y algo de agua es lo que busca y necesita, ya hace tiempo que ha perdido las
esperanzas de que un Ser superior le salve de tal agonía. Sinceramente, creo
que hasta se siente a gusto con su nueva compañía y es que hay ciertas cosas
que no cambian y no saben ni de idiomas ni de países. Solo, la única diferencia
es que en alguno de estos países hoy en día se respira con más libertad.
La nieve cae plácidamente en
un mes de invierno en Polonia, nada hace presagiar el desenlace de lo que es la
historia de alguien o simplemente puede llegar a ser un ejemplo de lo que puede
llegar a hacer el hombre en una
situación límite.
Enero
de 1942. Me
siento solo y apartado por aquellos que son de mis mismas creencias, todo
porque se han dado cuenta de todo. Me dicen traidor, me llaman cómplice y eso
me enoja, llegando a cortar la relación de amistad interesada con el alemán.
Que le vamos a hacer, si no tuviese bastante con el hambre y el frío, ahora
debo sentirme completamente aislado, los días van pasando y ellos dicen que lo
delate, pero yo me niego al saber que sería la muerte para los dos. Así, que
intento hablar con él, pero no hay escapatoria alguna. Me refugio en las
letras, mientras pasan por al lado mío sin hacerme caso, como si no existiese
vivo los momentos más amargos de mi propia existencia.
Una
vela me hace compañía y me sirve para calentar los dedos para poder seguir
escribiendo y quede todo escrito en papel. Espero y deseo que no quede quemado
y destruido, por contener ciertas revelaciones, que quién sabe si no hubiese
sido por la situación, la cosa sería otra.
Si existiese algo o alguna
forma de vida diferente a la que conocemos, hubiera sido bueno que se hubiese
manifestado y hubiera borrado tal barbarie, que camino puede seguir el hombre,
el Ser humano en una situación difícil de manejar. Por lo que leo, le hubiese
gustado seguramente haber conocido al soldado en otra situación y a lo mejor en
otro año y en otro país. Menos mal, que las cosas cambian.
Febrero
de 1942.
Empiezo con mis dudas, empiezo no con mis fiebres por la enfermedad a pensar y
a no creer la existencia de según qué Ser que tanto seguimos y le llamamos
“señor”, ya que nuestro camino es siempre el sufrimiento y la amargura. Yo
deseo vivir como una persona de los que se dicen normales, sin creer en nada
más de lo que veo a cierta distancia y pierdo la fe en todo aquello que se nos
prometió. ¿Cómo es posible el seguir el camino siempre del lloro y de la propia
y ajena compasión, en vez de seguir el camino de la comodidad y de la
abundancia? Ya no creo en nada y solo busco mi propia salvación. Encerrado en
barracones, marginado por los míos y siendo a veces violado por aquellos que se
decían que eran la autoridad. Todo lo
apunto, todo lo escribo, para que no vuelva a suceder, el hombre debe a
aprender lo que es el respeto y la dignidad de la persona, ya sea su condición,
raza o sexo.
Marzo
de 1942 No
puedo casi ni escribir, las manos se me congelan, no hay abrigo que soporte tal
frío, pero sé que solo falta poco, para que abril haga abrir sus primeros rayos
de Sol y pueda al menos calentarme. Ya que no puedo hacerlo como desearía, lo
hago conmigo mismo, practico el sexo conmigo mismo, ya que eso me da pilas para
seguir caminando, andando por una delgada línea roja. No hablo de guerras, ya
que ello no va conmigo, solo deseo salvarme, solo deseo salir de allí, pero
aquellos que conozco ya han desaparecido, han sido gaseados y quemados.
Barbarie de la persona, como es posible que ocurra lo que ocurre y no venga
nadie a soltarnos de aquí. Un chusco de pan y vaso de agua, es mi alimento para
todo el día.
Tardarán todavía en llegar
los verdaderos salvadores, tardarán en llegar los portadores de la paz y la
concordia entre lo que se convertiría en los dos grandes bloques. Pero en fin,
eso es otra historia. No dejo de pensar, en que menos mal que han pasado ya los
años y ahora, viéndolo desde mi casa, lo veo desde otra perspectiva. Yo estuve
poco tiempo, pero el suficiente para oler el dolor y el sufrimiento. Gracias a
mi fortaleza, sobreviví, haciendo fosas, haciéndome valer para no ser
exterminado, al mismo tiempo que los odiaba.
Mayo
de 1942.
Llega por fin los primeros calores, mi amigo alemán me va sacando de las
listas, no sé lo que busca, yo me hago cómplice de su buena voluntad y sin
mirarle para no delatarle me dirijo de nuevo al barracón. No me miro a ningún
espejo, no tengo adónde mírame y mejor sea así ya que ni las manos me las
conozco y mirándome las piernas deduzco que he perdido mucho peso. Pero no
quiero amargarme, tengo a alguien en el otro bando que me ayuda, que caray,
todo es salvarse uno mismo. Pero eso no quita, que algunos de los que se me
llaman compañeros lo delatan. Ahí empieza verdaderamente mi calvario y mi
propio sufrimiento, siendo víctimas de torturas los dos, hasta que en un
momento de flaqueza confesamos y ahora le acompañan en la zona del campo y a
mí, destrozado y casi mutilado me empujan dentro de la litera. En diferentes
barracones y sin dejarnos acercarnos uno al otro, somos víctimas del
holocausto.
Seguro que le echará de menos, no solo por el
sexo a escondidas, si no por sus dulces palabras, que le hacían entrar en calor
y esa, esa es la llama que a lo mejor hoy en día, aun siga viva aunque ellos
uno de los dos ya no estén en este mundo.
Julio
de 1942.
Empiezo a sentir la soledad como algo amargo, algo que no debería ser así, a mi
amigo ya no lo veo más, no puedo decir, no puedo escribir adónde fue enviado o
si simplemente fue aniquilado o víctima de alguna investigación de aquellos
tiempos difíciles de olvidar. Ya no sigo más, ahora que ya soy llamado a formar
en medio del patio, guardo donde puedo el diario, por si alguien lo quiere leer
o seguir escribiendo, ya que no creo que salga de esta, ya que no está mi amigo para salvarme.
No
se me permite tenerles odio, no se permite tener rencor, al revés me hacen
sentir tristeza y compasión, en aquellos que tienen el corazón tan negro como
el carbón. En aquellos que gritan en las duchas, siento el dolor y la agonía
del sufrimiento. ¿Cómo perdonarles?, a veces me lo pregunto, pero no se puede
estar odiando y seguir siendo rencoroso con aquellos que van vestidos de gris,
ya que en ellos caerá el caos y se derrumbarán y la humanidad entera no tendrá
compasión con ellos al igual que ellos no lo han tenido con los hombres, las
mujeres y los niños, que no tienen culpa de tener una creencia diferente a la
que ellos proclaman.
Lo
mismo sucede con aquellos, que por su condición, son humillados y destrozados
en los campos de concentración. No todo fue por la religión, en mi caso no,
pero….
Mario fue exterminado no sé
el día y la fecha concreta y quién sabe adónde fue el que llegó a ser su amigo,
una corta relación de amistad, dentro de los adentros de la maldad. Todo quedó en
ello, como humo salió de aquel campo, sus cenizas no se sabe adónde llegaron.
Esperemos que tal hecho no vuelva nunca a suceder.
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