viernes, 31 de diciembre de 2021

 

SIMPLEMENTE GABRIEL.

Al reflejo de la Luna me estoy yo, a la luz de un candil me alumbro con la intención de escribir, de que sea algo maestro o quizás algo más interesante que otras veces dependerá de vuestra atención. Solo deseo transcribir mis deseos de vivir, mis ansias de saber, de saber no sé el qué. Es la noche perfecta para narrar y relatar, es la noche perfecta para decidir y escribir lo que en su día sucedió y que yo años me callé, todo por el que dirán, todo por no querer dar que hablar. Pero eso se acabó y hoy un día de fin de año me da por contar la verdad o al menos lo que a mí me parece que fue lo real, ya que si fue algo irreal no sé qué hago aquí.

Todo empezó un día antes o quizás dos antes de empezar un nuevo año de a saber cuál,  que tal fue que no sé ni cuál es….

¡No señor!, yo no soy el que tú dices, yo soy alguien diferente, alguien nuevo en este mundo del que se dice sociedad. Entre la marginación y el rechazo no existe verdaderamente ni el odio ni el rencor, lo que existe es algo más penoso que no se merece la pena ni  nombrar y yo, como persona única y diferente me rebelo contra todo ello. Soy un hombre nuevo, un hombre quizás con unos cuántos años ya encima, pero nuevo en mi interior solamente. La chapa solamente es el cuerpo el que envejece, lo demás, el que lo desea con fuerza sigue intacto y joven, como aquel que era por entonces. Es más, dicen bien que si soy un joven entrado en años, un joven que quizás no le falta experiencia o quizás sí, pero ahora ya con el cuerpo un poco oxidado sé que la experiencia es la vivencia de haber vivido, ya sé que la experiencia se adquiere no de los libros sino de las aventuras y desventuras que hayamos tenido.”

¡Gabriel!, nombre de Arcángel para aquel que va caminando y suspirando o seré yo que le doy el ambiente a un relato al que parece suspirar mientras pienso y escribo, quién lo sabe verdaderamente si no soy yo mismo. No hay duda, vamos caminando y lo hacemos de forma que nos rebelamos contra todo aquello llamado “sociedad”, qué más da lo que digan los demás, lo importante es ser uno mismo y no seguir la norma de todos aquellos que dicen estar adaptados e integrados en la sociedad, una sociedad que te machaca si te sales del redil. Qué más da, Gabriel se sienta en un banco público, en uno de esos de madera que hay en cualquier parque de la ciudad. Toma descanso después de la caminata y es verdaderamente cuando sentado y mirando al cielo, se enciende un pitillo, cuando ve como el tiempo ha transcurrido sin más pena que gloria. Al ver a las demás personas, quién sabe el motivo y el porqué, pero piensa un segundo, en solo un instante que la vida no es la que ha merecido vivir o quizás ha perdido el tiempo a verla como la vivía.

Siente el sonido del viento, como en un susurro le hablan las hojas de los árboles, “Gabriel, Gabriel, Gabriel”, él no pierde los nervios ante tal momento, pero tal hecho le pone en alerta. Se le cae el cigarrillo, son como gritos, son como gritos de desesperación, los que escucha y eso le mina el alma de tal forma, que se refugia en el banco colocándose tiritando de miedo en forma de posición fetal. Empieza a temblar, martillos en la cabeza, martilleos es lo que le vienen, no sabe el porqué,  pero como si le hablasen desde el mismísimo infierno, escuchó la voz. Más que una voz parece un trueno, no sabe si va a haber tormenta, le da igual mojarse o empaparse. Los nervios se adueñan de él, no se mueve del miedo, sigue escuchando el sonido de las hojas diciendo su nombre, “Gabriel, Gabriel, Gabriel”, como si fuese el verdadero Arcángel quiere luchar contra todos los demonios del infierno o quizás no y solo quiera hacer amistad y respeto con aquellos que son del saber. El Sol ya no se ve, queda este tapado, queda este ignorado por unas nubes de color ceniza que amenazan con lluvia, quedando el cielo oscuro como si de un eclipse solar se tratase.

Uno podría verlo como algo normal en un otoño de una ciudad cualquiera, pero no es así, demonios con lanzas es lo que surgen de las nubes. Demonios con alas revolotean por encima del parque, girando a su alrededor. Dando círculos vuelan a su lado, mientras dicen su nombre una y otra vez. Es eso o todo es la imaginación que se apodera de él, ni Gabriel piensa que llueve, solo piensa que empiezan a caer las gotas como lágrimas de un triste ayer.

         “Gabriel, Gabriel, Gabriel”, ven con nosotros Gabriel. Sé uno más de los nuestros y te demostraremos cómo es la tenebrosa oscuridad, no hay nada más hermoso que la negritud de la noche y la calma. En la paz que se consigue a través de ella, Gabriel no te lo pienses más y acércate al árbol para protegerte de la lluvia ácida, que como lágrimas caen del cielo al ver cómo se le escapa una oveja del redil.

Y así es como él se acerca el árbol y apoyando su espalda en él se protege de la lluvia, todavía tiembla pero él se siente más seguro. Todavía está nervioso, pero la calma la conseguirá enseguida, qué más se puede proponer, con qué más le pueden venir. Él solamente quiere ser capaz de decidir y vivir en paz, ¿lo conseguirá?, a saber.

Todo es como es, en la sociedad solamente empieza a haber el individualismo y en ella misma muchos no tienen cabida. Qué le vamos a hacer,  será qué el respeto al prójimo se ha perdido y todo son conspiraciones y complots al intentar boicotear la vida de los demás. Eso es así, será pero que Gabriel ya pertenece al gremio oscuro al descubrir algo que está empezando a entender. El porqué del despertar del letargo, de la sociedad Gabriel solo espera que termine de llover lágrimas ácidas para poder volver a su casa cigarrillo en mano.

Paranoia en paranoia, espera en la parada. Paranoia en paranoia cree o descubre lo que hay de verdad en aquello que la sociedad se aletarga sin darle rienda suelta a una libertad que desconocen o tienen miedo de ella. Son diez minutos de espera, diez minutos de angustia hasta que aparece el autobús como ángel salvador. Caras y más caras ve dentro, la vuelta a casa se hace interminable, todas las miradas parecen que van dirigidas hacia él, no lo puede evitar, un grito en mitad del trayecto hace detener el vehículo. El conductor le invita a que se baje,  él no se niega, al contrario, se siente aliviado y suspira, y por lo tanto sigue su camino que no es poco. A pie qué más da, yo soy lo que soy, acabo de no escuchar la verdad, ¡qué más da!, si todo ocurre así. Caminando, ya no corre pero aligera y con ello da un traspiés y del tropiezo se cae al suelo, sigue lloviendo, pero no quiere llorar ni gritar ni enfadarse consigo mismo por tal percance, ya que nadie le ayuda a ponerse en pie. En ese momento se da cuenta de que no merece la pena luchar a veces por según qué cosas y solamente merece la pena ir caminando en solitario, el disfrutar de todo lo que venga, ya piensa, ya razona que no se va en lucha contra aquello que es de ignorancia del saber y de la empatía. En cuanto al destino sabemos que no sabemos nada, solo al traspasar la cortina transparente adquirimos la verdad absoluta.

No es el saber lo que hace a uno más inteligente, sino el poder vivir o sobrevivir sin hacer daño al prójimo lo que es de sumo valor. Camina cojo, camina como puede, la lluvia ya le empapa haciendo de su camino una procesión. Como si fuese de dar una promesa anda con los pies arrastrando sus penas y lloros, no se lo puede creer, sigue escuchando la misma voz, “Gabriel, Gabriel, Gabriel”, llevándole al borde de la locura. Pasan no diez minutos sino veinte, hasta que al final, con el corazón en la boca llega a su destino. Al final lo consigue y haciendo girar la llave entra en casa, una casa donde no se dice ni hola ni adiós, ya que solamente vive él en solitario, no tiene ni perro ni mascota ni mujer ni hijos a su edad.

Todo son miedos, todo son paredes blancas como si estuviese en un hospital, hay solo una foto colgada, es la de su madre, esa mujer que tanto echa de menos. Ansiedad, maldita palabra. Miedo, maldita seas, no la puede olvidar. Yo en este momento yo me alío con él y me hago amigo de todo aquello que es de lucha, un entorno que quizás es vital. Las paredes ya no susurran, gritan su nombre. Harto se va a la ducha, quitándose la ropa por el pasillo, anda hasta el lavabo y abriendo el grifo deja caer el agua caliente, resbalando esta por su cuerpo y cabeza. Los llantos se mezclan con el jabón, diluyéndose en el agua y acabando por desaparecer en lo más fondo del sumidero. No reza pero ya le gustaría saber hacer, no cree en nada o era así, ya que ahora al despertar de su letargo escucha las voces como si fuesen verdaderamente presentes. No hay nadie, pero el sigue escuchando su nombre, como si fuesen palabras dichas por los mismísimos aliados de Lucifer.

         No llores por favor, que no es para tanto. Algunos despiertan antes de morir, otros no lo hacen nunca, incluso ni con el último suspiro. Le dicen o cree escuchar.

Aterrado, sale de la ducha y cuál es su sorpresa, al ver sangre en la toalla. Asustado se queda al ver que al mirar dos veces, la sangre había desaparecido, quedando todo en un  solo recuerdo. Se seca rápido y se viste con la primera ropa que encuentra. Sale corriendo estupefacto de casa, casi se deja las llaves dentro y de la carrera, llega a poner el corazón a ciento cuarenta pulsaciones por minuto. Llega al bar de siempre, al que siempre recurre en casos extremos y pidiéndose una cerveza bien fría se relaja. No quiere mirar a nadie y no desvía la mirada de los espejos que hay delante de su cara. Esta se refleja en ellos y como si hablase con él mismo entabla conversación que acaba siendo discusión a gritos  y no para hasta que los cristales de la botella se mezclan con los de la pared. El dueño, al igual que hizo el conductor le invita a que se marche no sin antes amenazarle si vuelve a pisar dicho bar.

“¡ay!, qué será de mí.  Ya no soy tan luchador como antes, ya mismo la oscuridad me vencerá o me aliaré con ella. ¡Ay!, qué será de mi cuando mi cuerpo perezca y suba a las nubes. ¿Formaré una nueva o incluso me convertiré en tormenta tropical?, yo no lo sé. Si fuese posible elegir, me convertiría en lobo tal y como dicen los indios americanos. Ellos sí que son sabios y no yo.”

Desde que el mundo es mundo, se habla y se ha hablado y se hablará, de lo que hay al final de la vida. Todos sabemos que aquí no se queda nadie, pero la gran pregunta es la siguiente….

Si hay vida después de esta, ¿porqué, no se nos enseña a vivir aprendiendo para la siguiente etapa? Tienen que ser ellos, aquellos que están al otro lado los que nos vengan y nos susurren y nos digan, por el simple hecho de despertar.

Gabriel atemorizado por los seres que le inundan el alma, acaba volviendo a casa, no quiere caminar con el miedo a ser atropellado por algún coche. Su estado es tal que al llegar otra vez a su querido hogar, se sienta delante del ordenador y empieza a escribir, dejando su energía fluir, haciendo que pueda compartir un relato con aquellas personas que son lo que son y saben del respeto y de la concordia con aquellos que ya no lo son con nosotros. Pero en fin eso es otra historia, ¿o no?, a saber. Yo solo me quedo escribiendo al reflejo de la Luna y a la luz de un candil.

viernes, 24 de diciembre de 2021

 

EL LOBO FRANCÉS.

Sueño un día en escribir algo importante, en narrar algo que os llegue al alma. No sé si voy por el buen camino, no sé si tiro por el sendero correcto. Me gustaría recibir alguna señal, pero eso no ocurre nunca, nunca soy avisado de cuál es el más sincero, el más honesto y el más privilegiado. Así que sigo aquí, contando historia tras historia, momentos que son de un ayer no muy lejano y que pueden suceder en cualquier época y vivir y revivir situaciones extrañas de explicar. Pero en fin, no enredo más la madeja o quizás sí, para haceros vibrar todo el cuerpo y que los ojos se vuelvan temblorosos. Así conseguiré vuestra atención, que para mí es todo un reto y un honor.

Dice la profecía, dicen los libros, que un día de tal año, nacería aquel que sería rápido, tan rápido que esquivaría a toda la policía. No sé su edad actual, pero eso no importa, ya que como un piloto de carreras conduce y como un niño se comporta, haciendo del riesgo su más pura diversión. Así nació y se creó, dando nombre a una leyenda viva o muerta, todo dependiendo de la persona. Así fue y así la escribo, para que toméis nota, de la valentía o de la estupidez, a saber el qué es según se mire o lo lea….

Entre la oscuridad y la espesa niebla, Gabriel conduce ebrio un Seat de color blanco, no es consciente, solo se ríe mientras pisa el pedal. Las botellas de licor van dando golpes de un lado al otro en la parte de atrás del coche, se golpean la una a la otra, como si entraran en conflicto. Conduce rápido, ya no sabe de peligros, ya no sabe de temores, ese es Gabriel, haciendo honor a su nombre. Tiene suerte, se zambulle en la piscina del asfalto y conduce rápido, tan rápido que no ve las farolas pasar. Es un temerario, todo el mundo lo sabe, lo único que no saben es su alias y ese lo tiene bien guardado, bien escondido dentro, en las entrañas de su alma. Un alma en pena, que no sabe otra forma de divertirse que provocar el peligro para los demás. Pero por poco tiempo, el mismo se descubrirá dando su alias a conocer, ese alias es “El lobo francés”.

Es joven, pero no sabe divertirse y vivir de otra manera que alcanzando la plenitud  no entiende su vida llevar de otra forma. Solo sabe darle velocidad al coche y con ello crear un peligro real a los demás, como el que en su cabeza imagina o quiere imaginar que es todo un videojuego. No sabe que a ciencia cierta que es la vida brotar, no sabe lo que es amar y sentirse amado, nunca lo ha probado y nunca ha saboreado la vida desde el beso de una muchacha de su edad. No sabe aún que el tiempo pasará y que luego no hay vuelta atrás. Como explicarle todo eso si su timidez o su manera de ser no hace de méritos para que ninguna muchacha  se fije en él.

Como barcos de papel, se hunden en el agua, y ello hace zozobrar su verdadera inteligencia, se van al fondo todas sus metas y sus sueños. ¡Fuegos artificiales!, ve tumbado en la hierba la borrachera que lleva, contando así los coches por decenas que ha adelantado en el camino. Piensa que la Luna le habla, escucha el sonido de los búhos en la noche y no se asusta, no le teme a nada ni a nadie pensando y hablando consigo mismo….

<<Yo soy Gabriel, yo soy el que mi corazón se desgarra y no entiende el porqué de la vida. Yo soy el que no sabe las verdades, yo soy el que no sabe cómo querer a nadie, da igual sea hombre o mujer. Parece mentira, pero ese es mi corazón, no sabe de amores, no sabe nada más que de coches y de ser veloz. >>

Puede ser todo inventado por mí o quizás no y solo escriba mi verdadera historia o solo  sea algo más de invención por mí.

<<Como saber si todo es verdad, como saber si todo lo que me pasar es real>> Grita a los cuatros vientos, ya sea el norte o el sur, ya sea el este o el oeste, los mares de la sociedad no están en calma.

Empieza a cubrirse el cielo negro de la noche y la lluvia no tarda en aparecer, haciendo que las risas inunden su cara en sonoras carcajadas….

<<Dame una cerveza para poder olvidar, dame algo que me ayude a amortiguar mi caída libre, solo deseo dormir, dormir y olvidar todo aquello que no quiero conocer. No quiero saber de muertes, no quiero saber de vidas con ilusión que he llegado a arrebatar, me da igual, siempre hay caídas y accidentes, yo solo sé lo que sé.”>>

Tú no sabes todavía que las heridas se curan, solo debes regarlas con cariño y amor y serás un hombre nuevo, serás quién quieras ser. Solo debes saber la verdad y vivir, como si fuese un nuevo día una oportunidad, una oportunidad para no lamentarse  de nada ni de nadie. Levántate y anda, ¡camina!, que todos merecemos una oportunidad. Corre mentalmente si puedes y vuela y alcanza de verdad las estrellas, que estas te iluminan el camino.

Como si fuésemos en una época, en un tiempo donde no se tenían los mismos derechos, camina sin pensar ni vivir, eso le desgarra sin saber qué hace tiempo que todo cambió. Más allá del horizonte no ve, cree que más lejos no hay camino a seguir y eso hace que se pierda una y otra vez. Se mira las manos y se las ve suaves, sin curtir en ningún duro trabajo, mira el volante de su coche y ahí nota el tiempo pasar. Todo desgastado, de la propia ansiedad y de los nervios. No recuerda la última vez en la que una mujer le hizo compañía, no quiere detenerse para así no llorar, solo quiero olvidar o no conocer. No le hace falta pañuelos, ya que se seca con las manos, solo piensa cuando todo cambiará, cuando el tiempo quedará atrás. De mientras ya en el coche devuelta a casa, echa el cuerpo para la parte de atrás y agarra una de las botellas de licor. Se la amorra a la boca y con un gran sorbo, latiga su maldita soledad, llegando a pensar en la venganza, pero no sabe de quién vengarse. Nunca ha tenido amigos ni enemigos, su vida será fugaz y nadie le recordará con anhelo y nadie lo hará con rencor.

No grites más qué más te dolerá, no agáches más la cabeza que no hay delito ni condena.

<<De hacerlo qué más da, conduzco rápido y tenaz, soy yo y nadie más ya que nadie más me quiere. >>

Sentado, ubicado ya detrás del volante, pisa el acelerador y vuelve ahora sí para casa, pero no sin antes jugar un poquito más. No son ni uno ni dos, a saber cuántos son los que él adelanta o echa del camino, llegando a estos a caer por el vacío de la montaña.

<<Entra conmigo, siéntate a mi lado, aquí en mi coche y déjate llevar por la adrenalina que burbujea en toda tu sangre ya sabes cómo es esto e incluso lo puedo hacer más peligroso apagando las luces del coche. >>

Todo es así, hasta que la policía se percata de ello y noche tras noche van a su alcance pero no lo consiguen, con las luces apagadas parece un fantasma en la noche, sin luz, sin claridad nota su corazón palpitar, no sabe que todo ello es de peligro y si lo sabe no quiere saber de ello.

“Estoy que no me conozco, estoy que me salgo de mí, no lo consiguen, nadie es capaz de atraparme, soy el más rápido y veloz. Hasta con los ojos vendados sabría yo conducir, me conozco las carreteras y me conozco a mí, nadie jamás me podrá parar, nadie jamás me podrá detener. Yo soy el que soy, al que tienen que temer, ¿seré triste o seré alegre? Me cachis, será una ciudad alegre o será divertido el tomar en ella unas cervezas, pues lo que sea verdad puede ser que sea cierto o sea simplemente una mentira y vaya de farol. ¡Oh!, vaya a saber el qué.”

<<Solamente debo de pisar el acelerador, solamente debo conducir rápido, sin luces,  haciéndome invisible por la noche ese soy yo.  >>

Noche tras noche, ve la Luna salir e irse a la vez, solo el amanecer le hace desfallecer y le vence, haciendo del Sol la calma en la carretera. Que sería del camino de la montaña si no fuera por la temeridad peligrosa de Gabriel. Sin mujer ni hijos, un accidente hace años le dejó sin su familia. Será esa la causa de su manía por conducir a esas velocidades por caminos llenos de curvas. Quién lo sabe, es cierto que si nos has sido querido, te cuesta querer más, el abrirte a los demás, al prójimo, ya que las heridas son muy fuertes y de difícil cicatrizar. Será seguro, que toda la herencia se la gaste, seguro que  a larga acabará encerrado o en la calle, ya que conduce como un demonio buscando su víctima. Que será, será, todo es relativo y comprender su dolor quizás nos convenza que todo no ocurre sin más, que hay algo, algún detalle que le arrastra hacia la perdición.

“Me llamo, me llaman el “Lobo francés”, ya salgo en las noticias de las tres, es el  nombre que me he puesto, es el alias que me he impuesto, en la policía no saben que me llamo Gabriel. Lo único que saben es que conduzco un Seat de color blanco, a saber cómo no lo saben, porque esta noche corro y las carreras no saben de colores, ya que es la negritud en pleno auge. Piden estar en alerta y que conduzcan con cuidado, que El lobo francés te puede echar de la carretera.”

No quiere pasar noches tristes ni en casa ni en un sucio hotel de carretera, tiene dinero y sabe cómo gastarlo. No trabaja y vive de renta, una renta agria llena de soledad, a veces el dinero no lo es todo o sí, ya que gracias a él puede continuar con su particular diversión. No tiene fe en nada, no tiene ni lástima ni compasión, no tiene ningún problema o envidia, lo suyo viene en su personalidad. Un Ser que no ha conocido lo que es el cariño ni la bondad, así ha nacido y así seguirá. Se apagan las luces y vuelta a empezar, esto parece no tener fin. La carretera es su fiel compañera y la policía, aquellos que esquivar. Conduce rápido, conduce libre y así seguirá. No tiene freno, solo pisa el acelerador y lo deja en punto muerto en las bajadas, así pasa las noches, mientras las mañanas duerme a pierna suelta sin saber a cuantos ha echado o ha matado en la caída al precipicio. No tiene lamento alguno, no hay lloro por nadie, solo risas y poco más.

No solo provoca accidentes, pero no produce testigos ya que las horas que conduce no hay nadie capaz de hacerlo. Es muy silencioso, pero el rugido del motor me asusta  este le alerta de que puede ser percibido por la policía. Muchos caballos de potencia tiene la máquina a la que le echa gasolina en casa, creo que si fuera una gasolinera con el auto  seguramente sería enganchado y acertado, sería apresado por la descripción de su coche. Así qué listo de él, conoce otro de forma tranquila y lenta de esconder su identidad, así que coge dos garrafas de 25 litros, las carga en una furgoneta pequeña y llenándolas de su rico petróleo  se vuelve para casa.

<<Quién carajo te crees a mí no me puedes dominar nadie, nadie me puede alcanzar yo soy lo que soy,  porque me lo merezco y lo he conseguido. >>

Como un bucle vertiginoso, como un ciclo que acaba es mi vida y mi esperanza. Como la rueda de un carro aguanto el peso de la sociedad, ¿no lo ves?

Él no lo ve porque no sabe lo que dice ni sabe lo que habla y lo que escribo y narro es porque sé realmente lo que soy y lo que valgo. Es un bala perdida, es lo peor de lo peor y aún se cree con el derecho que le llamen “El lobo francés”,  igual que sale por la montaña de noche en manada.   Lobo, lobo solitario él no sé si lo es, tú si lo sabes ya que eres el protagonista de esta historia. Pero así es todas las noches, sentado al volante de su Seat de color blanco lo pone a cien, no lo hace en una autopista sino en una camino de montaña, quién lo sabe, vas a saber.

Como el que hace un pacto con el diablo, él se conjura a todos los demonios habidos y  por haber, pues sale a correr por un camino de curvas de una montaña cual nombre ahora no me viene a la memoria, o sí. La noche le envuelve, el asfalto pierde su dibujo y textura, salvo el color blanco de la línea continua de la carretera no ve nada más. Los faros apagados, solo ve los de los que se atreven a entrar en ese circuito clandestino que es la carrera monógama, solo participa él, pero a los demás los invita a hacerse a un lado cayendo muchos de ellos, llevándolos a la muerte. Una muerte inesperada e injusta, por alguien que no es dueño de sí mismo o sí.

Lo lamento puede ser verdad o puede ser todo fantasía mía, quién lo sabe es Gabriel o mejor dicho “El lobo francés”. Corre con las luces apagadas por las altas montañas, un  lugar que prefiero no mencionar ya que es de sumo respeto la gente del lugar, yo no puedo esperar más así que sigo escribiendo, luego para mí lo que presiento es lo malo o lo bueno. Entonces y solo entonces, como el que escucha cierta melodía, se duerme al volante, siendo ahora él protagonista de ser vencido, cayendo por el precipicio. No hay pruebas, no hay delito, solo un coche en llamas. El destino le juega una mala pasada, quedando el vivo, pero con el rostro y el cuerpo quemado. No lo pueden detener, pero el castigo por su ego lo recibe, quedando marcado por toda la vida, señalado y destrozado por dentro y por fuera, ese, ese ha sido su destino, fatal destino, debido a la ocurrencia de sentirse el mejor conductor.

Mientras vago por las calles de la ciudad, miro hacia la montaña, esta impone respeto, no sé cómo “El lobo francés” ha sido tan arrojado y tan temerario. Siempre recordaré su osadía como si hubiera sido una hazaña, ya que lo que hacía era desahogarse sin mirar al prójimo. Otros lo hacen de una forma más legal, siendo el resultado el mismo. Siempre lo recordaré, siempre, para nunca olvidar.

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

 

                                                                                               29 de septiembre de 1584

A mi querida y amada Catalina de Palacios.

Ruego a Dios y a las estrellas que te llegue esta carta a tus delicadas manos, mientras yo recuerdo de cuando guardaba reposo en el hospital de Messina. Como si fuese en el año de la Gran batalla y ya te conociese ya hecha como ahora toda una mujer, te hubiera escrito las siguientes frases.

No te asustes amada mía, que no son nada más que de cura y de descanso las pequeñas heridas, ya que son de más mayor importancia las de mi corazón que no puede olvidarte y deseo tenerte a mi lado, para así honrarte y abrazarte. Este, sí que está dolorido y me apena el no poder rodearte con mis brazos y ponerme de rodillas y ofrecerte todo mi gran amor y deseo conyugal.

Espero y deseo que sea poco el tiempo el que me mantenga atado aquí, aunque  el tiempo pasa tan lento que hasta de mí no soy dueño. No sé a veces, si encender una vela en honor a nuestro amor y complicidad, yo, tu amante fiel, no ajeno a nuestro querer y deseo, haceros ver que es de verdad sin mucho tardar y que ni el viento ni la lluvia pueda apagarla en todo lo que me quede de vida.

Después de mil batallas, después de mil combates, al que no he podido dar descanso es al de la lejanía que nos lleva estas contiendas, pero ya sabes que  me debo a mi capitán Diego de Urbina con el que me embarcado en un sinfín de mares turbulentos y llenos de tormentas vespertinas.

Vientos oscuros veo desde el amanecer cada mañana y en el Sol veo el reflejo vuestro rostro, bello y que no olvido ni olvidaré jamás. Deseo amarte con toda mi alma, ya que con mi cuerpo no puedo darte alcance y con ello el poder besarte y sentir la dulce fragancia de tu cabello. Aunque no te preocupes, porque acuérdate que antes de partir a las guerras, te corté un mechón de tu preciado cabello y ello me sirve para poder tenerte cerca, tan cerca que hasta se me escapa de vez en cuando una sonrisa.

Catalina, no puedo contar los días, ya que estos parecen meses y no veo el momento de poder salir de esta situación. Yo, Miguel de Cervantes, en el año de hoy, 1584 desearé pronto acercarme a Esquivias, siempre y cuando mi deber no me lo impida, poder acabar de retirarme. No bebo ni una sola gota de vino, ya que sería toda una falta el no poder celebrar contigo que estoy vivo.

Miro a veces al techo y creo que la vista me engaña, ya que en él veo el cielo compartido entre los dos y que nos alzamos como si fuésemos águilas e hiciéramos vuelos rasantes, para después acercarnos a las estrellas. No puedo decir con palabras lo que el corazón me pide, ya que para ello me hace falta mucha tinta y mucho papel, porque de sangre ya he derramado bastante y la que me queda es para poder dar un poco de deseo y desenfreno a nuestro amor todavía no consumado. Ya sabes, ya me conoces lo suficiente, como para poder saber que ni los años ni la distancia podrán apagar la vela que he encendido. Esta arde con la llama hacia lo alto, haciendo posible que yo te escriba unas frases sin que con ello se me nuble la vista, contemplando mujer alguna.

Debo de decir, debo de contarte que no hace falta recordar ni tampoco olvidar, que el tiempo no va en contra nuestro, ya que aunque esto parezca, todo el tiempo que paso sin estar a tu lado me llena de energía para el día que te tenga enfrente y pueda ver con mis propios ojos que no has sufrido por mi ausencia.

A Dios, nuestro señor. Le doy las gracias por encontrarte en medio de todo mi calvario y que le des paz a mi corazón, aceptando ser así mi esposa, ya que de ello no te arrepentirás y que te haré llenar de alegría todo nuestro matrimonio. Sin más que decir, ya que me quedo mudo y sin poder vocalizar palabra alguna, os ruego como os digo, aceptéis ser mi esposa y de esta manera llenarme de locura y de alegría.

 

                                                                    

miércoles, 1 de diciembre de 2021

 

Entre las llamas

Saludando a la luna voy, yo que rechazo al dios Sol, ese que no me ilumina y me vacía de energía, ¡lo maldigo!, porque yo sé que soy yo único y especial, soy yo y nadie más.

Como si fuese en un barco, a este lo hago zozobrar hasta que acaba en lo más profundo del mar, en ese momento, en  ese preciso instante, me despierto por la mañana y la duda me queda para todo el día. ¿Qué será de mí cuando yo ya no esté aquí, acabaré también en la más profundo del mal?, quién lo sabe, a saber.

Es por la mañana, es temprano y me tomo mi café con leche con mis tostadas, las nubes lo tapan, me protegen de sus rayos de luz. No será por mucho tiempo, así que echando las cortinas hago caso omiso de él. Acabo de desayunar y de despertar, son las siete y media de un verano que ya se acerca. Me marcho de casa con una sonrisa, no sin antes despedirme de mi madre como debe de ser.

      Hasta la tarde mamá, hasta la tarde, que vendré temprano.

Marcho sin más y ello me lleva a mis estudios, es un día sin sobresaltos, este pasa sin más sorpresas que el de mis bajas notas en los exámenes. No estoy por ello, estoy por las féminas de mi clase, por las féminas de mi instituto. Para mí son todas guapas, no hay ninguna fea y estoy aquí, sin más lamentos de los que predecí. Así que miro el reloj y cuando me doy cuenta son ya las tres de la tarde y bocata en mano me dispongo a mi paseo, primero me siento en un parque con un refresco. Veo pasar a la multitud, una sociedad que sigue su camino sin saber que muchos de los que realmente están vivos ni siquiera saben de mí. El día que ya no esté me daré cuenta que no habré vivido o no tendré tiempo para ello, quien me lo podrá decir si a nadie no le importaré nada.

¿Serán las campanas de la catedral lo que me hace despertar, de que sin darme cuenta me han dado a las cinco de la tarde?, ahora ya paseo. Paseo, paseo sin otra cosa qué hacer que mirar a las chicas de mi edad y por qué no, también a las más maduras qué más da.

Entonces, solamente entonces, entra como que entra un Ser dentro de mí, que me hace de algo resurgir, de algo que llevaba dormido dentro de mí y que yo no sabía de su existencia, todo ello ahora lo cuento para dar rienda suelta a todo mi lamento.

“Abre la puerta a lo desconocido y me conocerás, abre las ventanas y el mismo aire te hará pegar portazos que sonaran hasta en lo más lejano. Ven, acércate a mí, que yo soy tú y tú eres yo. Sinceramente, de verdad, todo es como si tú fueses el protagonista de una gran película, ya que si fuese una obra de títeres seguro que hay alguien movería los hilos por los dos. No te creas ni la mitad de lo que te digan, ya que si te lo crees enteramente todo acabarás loco. Solo escucha lo que quieras escuchar y lo demás déjalo estar, te lo digo sinceramente por lo que pueda pasar, por lo que pueda acontecer, le ruego a las energías inversas que te apoyen y que sea así sencillamente.”

Yo, Juan Sánchez, camino despacio por la avenida. Yo, Juan Sánchez por la avenida de una gran ciudad de la cual no digo su nombre deambulo, pero quién me conoce seguro que ya sabe a cuál me refiero. Mi paseo es cansino, mi paso lento es como si fuese de funeral, no sé porqué, pero hay voces que se me meten en la cabeza y con ellas empiezo a divagar por cualquier calle o travesía, llegando cercano a la noche y con ello creer alcanzar las estrellas.

Tengo que decir, tengo que renombrar de como si fuese un quinceañero escucho la música de rock, ella me transporta, me  llena de energía y con ella pienso en todas las chicas que pueden estar a mi alcance y de las que ninguna de ellas quiere realmente estar conmigo. Lo pase mal o lo pase bien qué más da, a mí me gustaría ser un chico fiel y no tener que ser uno de estos que va de flor en flor, si no es por la necesidad de no estar solo. Es igual que sean rubias o morenas, con el pelo liso o con el pelo rizado, qué más da. No importa, dicen que la compañía  es lo que más se valora, “jolines”, yo como quinceañero digo que no, a mí lo que me importa es el cuerpo, ahora a la mente va en un segundo plano y ahora no me importa nada más. Solo necesito desfogarme, solamente necesito desahogarme y no encuentro dónde ir, paseo de  calle en calle, paseo por la travesía. La cruzo, pero no por ello encuentro a la chica de mis sueños, solamente veo de ellas pasar y mis hormonas brotar, qué más da solo una deseo ya, pero no es posible y no consigo ninguna besar. Todo se desvanece al caer la noche y debo de volver a casa, no me dejan salir hasta muy tarde, soy muy joven todavía, así que haciendo caso vuelvo al nido.

 “Entre las llamas me escondo como si fuese mismísimo diablo, desde las brasas resurjo para demostrar mi poder, yo soy aquel que no nace y no muere, yo soy el elegido y estoy aquí entre vosotros, no digo que me hagáis un hueco sino simplemente que me escuchéis atentamente.”

Escuchando música de rock me enervo y me llena de soberbia aquello que es de unos pocos, una energía jamás vista me envuelve escuchando una música de rock  y me encuentro. Ella me lleva ya en casa a narrar ciertos relatos, que sean verdad o sean mentira depende de vosotros y de vuestra creencia o esperanza.

“No hay nada más cierto, no hay nada más real o mentiroso que aquello que ni se ve ni se toca, que simplemente se intuye como el amor y el odio, como la fe o la esperanza. Todo es relativo, todo no puede ser verdad y yo no soy portador de la verdad absoluta y aquí es que nadie es poseedor de ella. Todo el mundo tiene su propia verdad, ya que la ven a través de sus ojos y esos no son los míos o sí, a saber.

Como un cruce medieval me bato en duelo, con las espadas mirando al cielo en ese momento yo hinco la mía haciendo temblar las profundidades del mal. Todo ello me resurge desde lo más profundo de mi Ser, que no es otra cosa qué yo, el mismísimo Lucifer encarnado y ya con pensamiento propio. ¿A quién tengo que retar, a quién debo batir en duelo, quién es aquel que se atreve a levantarme la voz? Quien quiso la vida, yo se la puedo quitar, yo lo puedo encerrar en las mazmorras y que el centinela cuide de él hasta que se convierta en una simple sombra. Yo soy aquel que estabais esperando, porque soy yo, el más retado, el más mal interpretado, no soy malo de verdad, simplemente me lleva todo a la rebeldía, del enojo a la alegría den un momento a otro,  porque es así. ¿Porqué?, preguntárselo al mismísimo demonio que lleváis todos dentro y que yo os desgarro por dentro.”

Si pudiera montar a caballo lo haría, si pudiera conducir un tanque quién sabe lo que haría, a lo mejor es bueno montar un caballo alado o quizás el tanque me servía de arado, quién lo sabe, a saber.

“Estáis muy equivocados si pensáis que me voy a dar por vencido, ya que no soy de esos y nunca lo seré. Mírame bien a los ojos si te atreves y si no te quedas helado o convertido en estatua de sal ten mucho cuidado, que mi lengua es bífida y echo espuma por la boca. Tú eres quien a quien venga a buscar y no te escaparas de mis garras.”

       No me digas eso por favor, debes hacer la luz dentro de ti porque seguro que hay amor y yo te vuelvo condescendiente, no pienses solamente en la paja en el ojo ajeno, piensa en que todos tenemos un corazón que ha sido tentado por el mismísimo infierno, aunque seas lo que seas, serás bienvenido aquí arriba, en el Universo y en las estrellas. En los soles del Cosmos, para no temer que así se tiene que volver con odio a un mundo demasiado pequeño para ti. Tú perteneces a un  mundo más grande o entorno que gira y gira alrededor tuyo. Seas como seas, serás bienvenido, porque todo el mundo es como es y eso nos hace únicos y especiales a la vez, no tires la toalla vive con nosotros, acércate de la luz  que eres bienvenido.

Como el que resurge de un manantial viene aquel a darme la paz, estoy en casa. Cenado ya, me vuelvo a despedir en mi madre y me dirijo habitación, en ella con los posters pegados en la pared, metido en la cama miro al techo, miro la bombilla y está no me deja ciego como el Sol. A veces me pregunto, solamente a veces, qué más da la intensidad de la luz si lo importante es de donde provenga la luz de la bombilla. No me sumerge en él la tristeza, sigo mirándola hasta que me quedé dormido, siendo así que hasta mi madre tiene que venir a apagar la luz, porque yo ya no me di cuenta. Llega el sueño profundo y con ello el viaje, entonces, solamente entonces me viene aquel que se acercó a mí por la mañana.

Entre las llamas renazco, solo tus lágrimas saladas han sido las capaces de apagar este gran incendio. Solo tú me comprendes y por ello me acerco a ti. No pienses que quiero llevarte conmigo, nada más lejos de la realidad, solo tú tienes la capacidad y la empatía para que todos los que estamos apartados en la oscuridad nos atrevamos a salir. Entre las llamas rebroto como flor en primavera y tú, aún joven, no sabes tu verdadero destino.

Vuela, vuela alto, que nosotros estamos al lado tuyo y no te dejaremos que te ocurra mal alguno, es más, de ellos te defenderemos. No lo sabes todavía, pero perteneces a un grupo muy reducido de almas que son lo que son y solo vosotros me percibís. Solo vosotros sois los elegidos y por eso desde las entrañas de la Tierra vengo, desde las entrañas de la Tierra renazco para mostraros todo tal como es.

Un cuervo, un águila y un halcón vuelan haciendo círculos entorno a mi cabeza, esta descansa en la almohada y estoy con la luz apagada. Pero veo, veo a los pájaros y ellos están aquí, a lo alto, tocando el techo de mi habitación protegiendo todo aquello que para mí es de valor.

      Gracias Lucifer, gracias a todos los que formáis la gran familia.

“No me des las gracias, solo he venido a despertarte del letargo, para que ya empieces tu camino. Por un sendero que no es de todos y que tú tienes el privilegio de llevar. Siéntete orgulloso de ello, protege y ama a los tuyos, que no surja de ti la maldad ni la codicia y que todo te lleve al libre albedrío. Vive.”