Calor invernal.
Miran
por la ventana, cogidos de la mano. Una encima de la otra, los dos observan
como nieva afuera. Son dos los que se unen en algo más que una simple
amistad. La música suena desde la otra
habitación. No se llaman por el nombre, solo se dicen cosas al oído, mientras
esbozan una sonrisa cómplice. Uno de ellos, le dice y le susurra al otro…
–
- Bésame en los ojos, mírame los
labios y lánzame un deseo de amor eterno. No puedo vivir sin ti y tú ya sé que
me echarías de menos si me marchase sin mirar para atrás. Por eso en esta
cajita, en este pequeño trozo de cartón, te traigo un poquito de oro de mi
corazón. Abracémonos, sintamos el calor en este gélido mes de enero. Todo ello
para que vayamos descendiendo como copos de nieve en los tejados de aquellas
casas, que no saben, que no entienden y tienen que encender el fuego, para
sentirse abrigados. Somos unos privilegiados, al menos por unos instantes, nos
alejamos de todo eso que llaman libertad y que en verdad, no existe.
Que
calor siente, cuanto amor alberga las palabras de aquel que dice no ser un
simple amigo. ¿Qué será? No lo sabe,
solo siente e intuye, pero acierta al decirle y responderle…
–
- Lo demás no importa mucho, solo
nos interesa este momento a los dos, qué más da los demás. Todo es relativo y
un segundo puede significar toda lo que es nuestra vida, todo aquello que
conocemos está representado en este gran momento. ¡Respira, respira hondo! No
dejes escapar el aliento y vive, vive y serás lo que quieras ser, solo tú y yo.
Solo los dos, solo aquello que nos hace libres, nos unen. Qué más da, todo lo
demás importa poco, solo nuestro amor es diferente y eso nos hace sentirnos
únicos. Todo lo que tú creas yo me lo creeré. Todo aquello que me niegues, yo
diré que no. Todo es todo y nada es nada, todo lo que nos hace ricos de espíritu, nos hace
pobres de bolsillo. Pero qué más da, todo aquello que necesito ya lo tengo y eso, eso
eres tú.
Llora de
alegría, sonríe mientras le mira cara a cara. Un vendaval, un portazo en el
interior de la casa. Esto les asusta y cierran la ventana, no se han dado
cuenta y la casa se les ha quedado helada. No ponen la calefacción, solo se
dirigen en su propia compañía hacia la habitación y en un salto, como el que se
zambulle en una piscina, se encuentran debajo de las mantas que abrigan el amor
de ellos dos.
–
- Lo único que existe en verdad, lo
único que es real es lo que sentimos, es la intuición. Todo lo demás, lo que
detectan nuestros cinco sentidos, es solo un juego, un tablero de ajedrez. Algunos jugamos como peones, otros juegan a ser caballos o reyes. Pero todos,
absolutamente todos somos dirigidos, todo es movido por quién sabe por qué y
por quién, a lo mejor somos nosotros mismos. Pero solo se puede saber cuándo
estemos fuera del tablero, ese que es plano y que nos hace jugar cada día la
misma partida.
Pasa el
rato, pasa el tiempo, afuera sigue nevando y al cabo de dos horas, se dan
cuenta de que anochece y que se oscurece la sala. Todo es en silencio, hasta la
música ha parado, haciendo un descanso para continuar con un silencio que solo
lo rompe aquello que no les ajeno.
–
- Todo por ti, todo por mí. ¿Qué
será de nosotros, cuando lleguemos al final del precipicio? Nos arrojamos al
vacío sin darnos cuenta, volamos para abajo en posición horizontal, eso sí,
cogidos de las manos, todo ello porque no nos quieren dejar vivir. ¿Qué maldad
alberga en los corazones de aquellos que dicen ser felices? No se sabe, solo se
sabe que se nutren de las desgracias y alegrías ajenas. Todo depende, todo es
relativo, hay que hilar muy fino, hay que tener una buena madeja para coser el
jersey que nos abrigue a los dos.
Todo se
funde en uno, como el acero en el más ardiente carbón. Todo se une como si
fuese una autentica espada de Damocles y saben que todo esto solo durará lo que
el tiempo y aquellos que se dicen con la verdad absoluta digan. Todo es todo y
nada es en lo que se convierte todo lo que no es puro y sincero. Se levantan de
la cama y encienden la luz. Todo es amistad y complicidad, todo es verdadero,
solo es una compañía compartida. Todo nace y renace y aquellas heridas del
pasado se curan, pero dejan una marcada cicatriz de recuerdo.
–
- Dame la mano y no la sueltes,
siente el vértigo y vive, alucina por tus ojos y vibra desde tu corazón. ¿Qué
será de aquel que no viva? No será bien recibido en el umbral de la nueva
época. Una época en la que no importará nada más que el color del corazón. Si
este es intenso y luminoso o si al revés, es negro y sucio como el carbón. Dame
la mano, no temas, no sufras que no hay peligro en el otro lado. Siente el aire
como si cayéramos de verdad y solo nos despertase el golpe en el duro cemento
del suelo.
Como
diría alguna canción, todo es amor, todo es amor y el verdadero solo dura un
encuentro. Solo un instante de hacer realidad un sueño, un algo que no se puede
ni escribir ni explicar a viva voz. Todo puede ocurrir y todo puede ser que no
pase nunca. Como un tren de cercanías se encuentran y en la siguiente estación,
uno de los dos se bajará en el apeadero. Diciéndose un hasta luego, que nunca
ocurrirá y que siempre recordarán. Ya no nieva, pero la noche se presagia
helada. Se despiden en un largo adiós, mientras se acarician por última vez.
–
- Somos como dos hermanos, no somos
de sangre, pero sí de alma. Podemos enlazarnos, podemos estrechar nuestros
lazos y formar así la palabra “amistad”. Todo depende de lo puro y transparente
que nos mostremos, que seamos entre nosotros. Solo, como te digo, solos tú y
yo. Somos dos almas que llegaremos muy alto, llegaremos a tocar el cielo azul
por la mañana y la Luna al atardecer. No temas, estás aquí a mi lado, no te
soltaré, no te dejaré solo y seremos uno en esta y en la próxima vida. Sí, esa
que a nosotros solo nos pertenece y que nadie, absolutamente nadie se puede
adueñar y agenciar.
Cierra
la puerta de golpe, no quiere que le vea sollozar y se acerca al cristal de la
ventana. A través de la tela rugosa de la cortina y con la luz apagada, mira y
ve como se aleja, dejando sus pisadas en el suelo nevado. Escucha como una voz
que le dice, como si todavía lo tuviese cerca y le susurrase. Le flojean las
piernas y toma asiento en el sillón, mientras piensa y recuerda, recuerda el
ayer de un pasado que se repite una y otra vez. No puede evitarlo y sabe que al
final se quedará solo. Que envejecerá y no habrá otra salida que su propia
compañía.
–
- Estamos al otro lado, en el
centro, justo detrás de la cortina transparente. Esa que nos divide y nos hace
sentirnos bien, bien y llenos de gozo. Como explicarlo, solo es el saber, el
intuir lo que nos hace libres, libres y soñar. Soñamos y deseamos, nos
levantamos y caminamos, hacia un camino llamado “libertad”, como se puede
llamar así, sí, está dentro de cada uno de nosotros. Solo debemos sentarnos y
dejarnos llevar. Relajarnos y no pensar en aquello que nos distrae, que nos
hace vivir dentro de un mundo que parece hecho de papel y es de cemento puro y
armado.
Ya se ha
marchado, ya le ha dejado su huella en la calzada y su herida en su alma, todo
es luz dentro de sí, todo es lo que cree que es. Piensa y recuerda, que le dio
un poquito de su corazón en una cajita de cartón. Lo recuerda y lo anhela, sabe
que este es infinito y no dejará de regalarlo, aunque su destino se llame
“soledad”. Habla, habla consigo mismo, no hay nadie en la casa y todo es en
silencio.
–
- Ya ves lo que soy, ya notas todo
mi entorno, este que es vacío, vacío porque tú ya lo llenas. Eres tan grande y
tan bonita tu luz, que solo ella me alumbra el corazón. Esto me vale para no
pasar frío y estar siempre acogido y lleno de calor. Estamos cerca, ya nada nos
separará, solo debemos unirnos y dejar que el tiempo pase. Un tiempo que no son
horas, que no son días, no sé porque aquí, a este lado este no se mide, no se
cuenta de ninguna manera, solo el deseo de vibrar es lo que nos hace notar que
la unión nos hace fuertes y que aquello que nos quiso separar en el reciente
pasado, solo ha servido para unirnos más.
Sonríe,
esta vez sonríe y se vuelve a la cama, esta vez solo, con la compañía de su
propio Ser, ese que nunca le abandona y que es su propia conciencia, todo pasa
y no hay que tener miedo a no tener compañía. Solo hay que temer a aquello que
nos haga tener miedo a no tener a nadie al lado.
–
- Este es el final del principio de
todo aquello que nos ha hecho partícipes de lo que es cierto. Todo son sentidos
y sentimientos, todo es la luz aquella que nos alumbra. ¿Porqué, tenemos que
amar, cuando es más fácil odiar? Todo puede ser rencor, pero a ti no te tengo
ni deseo amargura alguna. Solo que me mires a los ojos y me digas que no me
amas, si es cierto dímelo, y como humo que flota en el aire, me alejaré. Qué
más da.