La
habitación menuda.
Cinco, seis, siete… Hasta doce años son los que suelen alcanzar,
los que suelen tener aquellos que nacen
y crecen entre algodones, todo para ellas y todo para ellos es un juego. ¡Qué
más da! , todos tienen derecho a su propia habitación de los juguetes. Aquella
pequeña sala, donde los muñecos y cacharros cobran vida y campean al antojo de los
pequeños.
– Hola
chico, no pares de jugar. Hola chica, no pares de soñar, ello es gratis y no te
va a costar ni dinero ni ningún tributo, solo el deseo de dejar tu cabeza
inventar. No es nada malo, con que disfruta.
Como mariposas en la cabeza, circulan un par
de moscas, alrededor de la bombilla encendida que hay colgando del techo blanco
de la habitación, ¿quién no quiere jugar hasta cierta edad, quién no desea no
pensar y no tener preocupaciones? Dejar solo la mente volar a un mundo ficticio
que se puede formar alrededor, en tan solo unos pocos metros cuadrados de la
habitación. Esa sí, que será especial y de mayor se acordará uno, al menos
todos aquellos que hayan tenido una feliz infancia.
– Como
sé que no pasa nada, ayer jugábamos y hoy también, ¿cómo sabemos cuándo el juego va a parar, como para, para
llegar a ser una persona con algo de edad?
Muchos, algunos o quizás ninguno más que uno
que es el narrador, se ha tumbado en el suelo, mirando al techo a oscuras,
pensando en querer ver las estrellas y que la oscuridad y el momento es
dominado por el Universo. Uno tan grande y tan infinito que no es el soñado,
solo el que uno desea es irreal, solo aquel que nos provocan al crecer es el
verdadero. Nada más importa, nada más es merecedor de la atención de un niño.
Solo la oscuridad del Universo, ese sí, el que es infinito, como la imaginación
de cualquiera de tan corta edad. Aquel que nos da realmente sentido a la vida,
será el que es cierto. Brazos en cruz, piernas separadas en diagonal,
con la vista fijada en la oscuridad, miran hacia arriba. No nieva, solo en un momento,
solo en un destello, cuando alguna madre enciende la luz, se hace la ceguera por un momento.
– No
tengas prisa, que después echarás de menos tanta velocidad y te tomarás las
cosas de otra manera. Te enamorarás y saborearás la vida con calma y con
tranquilidad. Solo enfadándote alguna vez, solo un poquito, al ver que los años
pasan sin poder llegar a detener el destino fijado, que es el de la propia
muerte.
Radian calor, radian salud y bienestar, nada
ni nadie, puede hacerles negar de sus infantiles juegos. Ni los truenos y
relámpagos de una fría noche de otoño, pueden enfriar la calidez y el entorno
hogareño de cualquier pequeño. Pistoleros, azafatas y que sé yo, son capaces de
crear, con tal solo el deseo de vivir sus propias películas. No saben de peligros, no saben a lo que se
deberán enfrentar algún día en algún lugar. Todo es relativo y todo es cierto,
hasta el más mínimo detalle de su devenir es real, es un juego solo apto para
niños. Son juegos en los que se mezcla el desarrollo de la invención, con la
inocencia y el querer vivir de una manera muy especial.
–
--- Rompe contigo mismo y sé libre,
rompe, sal de ti mismo y alégrate por estar vivo. Solo las abejas son capaces
de cimbrear y mover sus alas de flor en flor. Prueba, juega y cimbrea, vibra
por todos los sentidos. Grita si hace falta, pero juega, que ya habrá tiempo de
hacerse mayor.
Todo es en la habitación de algún hogar, un
espacio silencioso a dónde solo se escucha el griterío de los pequeños. Sus
padres, adultos, descansan al otro lado y no se sienten preocupados, porque no
existe ningún peligro. Juegan a que pueden volar, mueven los brazos, como si
fuesen alas lanzadas al viento. Un pequeño sofá hace de roca que sobresale de
un peñasco de una gran montaña. Todo es soñar y todo es aprender a vivir, a
compartir pequeñas historias que a uno lo engrandece. Todo pasa en un momento, todo pasa en una
décima de segundo, quién hace a quién. ¿Quién moldea y modela a su antojo el
cerebro infantil de un pequeño? Solo aquel que lleva la malicia de nacimiento,
puede intentar tal enredo. No existe el diablo, solo existe el fantasma del que
se cree con el derecho propio de hacer mayor de golpe a cualquiera.
Saltan, corren y brincan por el pasillo hasta
llegar al salón. Un abrazo materno, un abrazo paterno. Todo es felicidad, ellos
lloran, ellos se ven felices, todos se unen al ver un sinfín de entusiasmo y
alegría. Juega
conmigo, juega y disfruta. ¿Quién es quién habla? No
soy yo, solo soy un humilde narrador. La bombilla sigue encendida, caliente del
rato que lleva, da miedo tocarla, por terror a ser quemado. Juega y juega y
solo la mira. Es de noche, ya mismo tendrán que irse a dormir y soñar jugando a
jugar dormidos.
Sombras chinescas surgen entre las pesadillas,
como en una obra de teatro surgen. Todo es un maldito sueño, entre lo real y lo
irreal. Permanecen sentados en sus
sueños, permanecen quietos, como el que ve algo asombroso. Desiertos de arena
son los que se vislumbran en la lejanía, ríos secos sin peces son los que nos
albergan en un futuro devastador. Sol imponente es el que calienta la
habitación menuda de nuestro corazón. Hemos crecido y no queremos que les pase
lo mismo a los nuestros, a aquellos que son de nuestra sangre y vienen por
detrás, empujando sin parar. ¿Por quién llora el cielo? Si no es por nuestra
pequeña habitación, ese pequeño corazón que ahora juega sin saber lo que le
espera de mayor.
Yo solo soy un simple narrador, pero también
soy tu ángel de la guarda, sí, ese que no te abandona nunca y está siempre en
tus sueños. Qué más da tu edad, siempre estaré contigo y después, cuando te
hagas mayor, lo estaré de tus hijos. No olvides nunca que estoy a tu lado,
aunque cometas errores, yo estaré aquí para sanarlos.
Nunca llegará lejos o quizás sí, todo depende
de su empuje y su fuerza de voluntad. Para algunos, la vida sigue siendo de
colores, como un arco iris dibujado en el cielo. Pero éste, antes de dibujarse
tiene que haber llorado, tiene que haber habido una tormenta. Por pequeña que
sea, debe producirse y con ello, después la alegría y el sosiego. La alegría de
ver un mundo de colores y un sosiego de oler a la hierba húmeda.
Dime que ves en la bombilla encendida, apágala
mejor y juguemos a ser libres. A que el espacio no existe y todo es infinito,
como vuestras propias ganas de vivir. Lanzarme una voz, una de esas que haga un
sonido hueco y pueda acércame a ti. No tengáis miedo, no soy el diablo ni
ningún malvado Ser. Soy quien quieras tú que seas, camionero o bombero, siempre
rodeado de chicas guapas. ¡Dime tú quien quieres que sea! Solo me tienes que
guiñar un ojo o rascarte la punta de la nariz y ahí estaré, dentro de tu
imaginación.
Como es posible, como puede ser, que no
queramos crecer cuando somos mayores. Solo el simple hecho de envejecer nos
acobarda, nos hace enfurecer de espanto. Más que el simple hecho de morir, es
el hecho de vernos poco a poco, año tras año, más limitados. Como puede ser que
nos demos cuenta, cuando ya es demasiado tarde y no estaría bien visto que nos
pusiéramos a correr. Todo tiene su momento, todo tiene su tiempo, aquel que no
lo viva entonces, ya no lo vivirá de la misma forma.
– Cuando
me haga mayor, ¿estarás tú aquí? Dice uno
de ellos.
– Claro
que sí, no te he dicho que soy tu ángel de la guarda. Estaré aquí y cuando seas
mayor, cuidaré de tus hijos.
Sol abrasador, no hay tormenta de otoño, todo
es lo que es, un simple ahora, para que después no haya un después. ¿Es posible
que la vida en sí, sea una continua muerte? No sufráis, dormir y descansar.
Yo duermo tranquilo, hago de mí un descanso
dentro de una paz serena. Al veros, reflejáis la inocente mirada de aquel niño
que duerme. Abro los postigos, dejo que el reflejo de la luna os dé en la cara.
Todo es relajado, todo es en calma. Como puede ser que los senderos de la vida
tengan tantas piedras.
La noche envuelve hasta al más pintado, todo
se vuelve oscuro y todos duermen, algunos sueñan, otros simplemente hacen del
momento un detenerse de tanto correr. Todo es lo que es, un momento en crecer,
unos segundos en vivir y muchos años para darse cuenta de que se está vivo.
Todos en su habitación menuda ansían el sentirse mayores, mayores y si puede
ser, importantes. Todos duermen hasta que…
–
- Ángel de la guarda, ángel de la
guarda, ¿cuál es mi futuro? Lanza la
pregunta uno de los niños.
–
- El que tú quieras pequeño, todo es
una ilusión.
No sabe si creerle o no, rascándose con el
puño los ojos, vuelve a la cama, sí, en su habitación menuda, dónde la fábrica
de las ilusiones sigue creciendo.
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