domingo, 22 de mayo de 2016


                                                        Lánzate.

Amor al borde de una cuchilla de afeitar, amor al borde de un precipicio, no quiero llorar. No me sueltes y echemos a volar, pero solo por nuestros sueños e ilusiones. Pero qué deseo más loco puede tener aquel que yo no escojo, que atracción puede convertirse en una bomba de fuerza de un sin fin mayor.  Aquel amor que insiste en seguir al límite, como aquel qué se afeita temblándole el pulso. Mis huesos, mis carnes, no están para estos lances. Al límite corremos por el filo de la navaja sin cortarnos en nuestras miradas, qué más da si esta vida  no la he elegido yo ¿Qué importa si nos jugamos nuestra propia piel, que para más albedrío si no es ni del mismo color?
Han pasado muchos años desde que nuestro amor, junto las ilusiones y los retos de dos jóvenes que no eran diestros en mucho esconder ni disimular, se cayera como un castillo de naipes. No estaba bien visto, no estaba ni bien mirado, una relación inter-racial. Pero qué más da, si soy hijo de… o tu eres hija de... No me gusta que me digan “café con leche”, por no ser blanco o negro. No tengo complejos y ahora puedo encontrar y decidir, qué más da, seremos dos amantes que a nuestra edad. Solo buscamos el cariño y el respeto, por ello échame “azúcar moreno”. Ya no existe la esclavitud, seremos libres de correr al límite y haremos en nuestros ratos lo que podamos, haremos que pare el tic tac del reloj sin que con ello lo haga el de nuestros corazones.

Dime, que no me dejarás entrar en aquel local. Sí, en aquel donde las chicas jóvenes se divierten y los hombres se juegan su paga, todo por ir al borde de una cuchilla de afeitar. Muchos son, los que han resbalado perdiendo incluso la vida. Dime, que estarás a mi lado. Aunque, ya a mi edad no te pueda hacer gozar como mujer. Un café con leche como yo, no puede entrar en ciertos lugares. Parece mentira que en estos tiempos que corren, todavía ocurra en el país que ondea la bandera de la libertad. Dónde será, dónde existirá y reinará la paz.
Como decirte que te amo, como explicarte de lo que de ti deseo. Si me llevas en el filo de una cuchilla de afeitar y no sangro, porque ya me la ha absorbido toda la vida. Pero yo te sigo queriendo, aunque haya pasado el tiempo y la juventud se haya desvanecido. Cómo puede ser, cómo se puede hacer. Darle vueltas al revés al reloj y qué nos retornen a tiempos donde éramos más ágiles y más guapos, no ahora que me llevas al filo. Lánzate a correr o es que tienes miedo de resbalarte y cortarte.

No te cortes, abre tus viejas alas y abrázame en el cielo. Vente conmigo, qué más da, yo te seguiré amando. Que aunque el cuerpo esté maltrecho, mi alma sigue latiendo. Podría regalarte diamantes, pero no tiempo. Podría regalarte rosas, sí de esas que están llenas de vida. Pero no podría engañarte en mi edad corpórea, aunque mi alma sigue siendo joven y viajera. Tan viajera y tan aventurera, que corro el riesgo de resbalar por el filo y caer al vacío de la muerte. No viajo en moto, pero qué más da. Puedo llevarte de la mano y volar como dos gaviotas por la orilla del mar.

Mis lágrimas no tienen ya sabor a sal, son dulces y eso me inquieta. Tenemos cierta edad y nos sigue gustando, correr y viajar al filo de una cuchilla de afeitar. Espero que nunca la coja, para cortarme las venas y alejarme del puerto hasta nunca más. Qué esperas si no es otra cosa, que paseos por los alrededores. Ya no tengo la misma fogosidad y soy como una locomotora sin carbón. Ya no tizno y ya no acelero, como no sea el pulso de mi corazón a sentir tal deseo.
Que podemos hacer, nuestros respectivos hijos no saben de historia y no quieren saber ni toleran nuestra relación. Es jugar, es inquietante e incluso un poco aventurero. Besarnos  a escondidas, como si fuéramos tan jóvenes que los dos solo pensáramos en perder nuestra virginidad. Qué más da, agárrate fuerte y corramos al filo de la navaja.

Quién se puede considerar profesor o maestro de la vida, quién puede aleccionar al joven si este quiere aprender por su cuenta. Nosotros sabemos lo nuestro, no por estudiar y escuchar según qué debate. Nosotros sabemos por lo vivido en propia carne, los sufrimientos y las alegrías, los amores y desamores que todo nos ha hecho sangrar de llanto y de dolor. Hasta que por un golpe de viento, hasta que por un golpe del destino. Nos ha hecho volver a encontrarnos, con la mayoría de nuestro recorrido hecho. Los dos estamos solos, ¿quién nos impide continuar de la mano? Como si fuésemos jóvenes, vamos cogidos de ellas. Esperemos que nos dejen en paz y en tranquilidad, ya no estamos para batallas. Somos como dos viejos carros de combate que quieren descansar y oxidarse juntos, hasta que llegue el final. Ya no puede haber balas de cañón ni discusiones enfrentadas por ninguna idea, solo el deseo de cogernos de la mano. Ahora arrugadas, por el paso del tiempo, un tiempo que no atrae ya a los vientos y con ello a las tempestades. No estamos para tales conflictos, solo estamos para abrazarnos y que se mezclen, además de nuestras almas nuestro diferente color de piel.
Cuéntame tus hazañas, cuéntame tus aventuras y quienes han deseado formar parte tuya y yo te explicaré, como simplemente he trabajado como camarero en un bar cercano a una parada de metro. Veía pasar a la gente, de forma individual o de pareja, con prisas o de paseo. Solo gente, gente con miedo al riesgo, al riesgo de cortarse y desaparecer. Por eso les gusta andar seguros…Pero cuenta, que seguro que has tenido mucha vida. Es al menos lo que delata tu mirada. Seguro que has vivido cerca de una pista de hielo, has patinado hasta que has llegado a ver el cielo. ¿Quién te ha calzado, quién te ha poseído en una larga noche de verano? A ti siempre te ha gustado ir al límite y yo siempre te he pisado el freno, por eso te fuiste, por eso te alejaste de mí. Pero yo sé que he sido el primero, al igual que al único que has amado y con el qué has volado de verdad. Los demás, los que hayan pasado después, simplemente han sido roces y cariño. ¿Pero cómo saber si verdaderamente, pasaremos al otro lado o volveremos a separarnos?

Esperemos juntos, sin separarnos en aquella estación de tren. No es una de cercanías, no pasan los que llevan a los pueblos contiguos. Esa estación solo expende billetes de ida, de ida a algún lugar lejano. Pero cojamos asiento y sin prisas, esperemos que en el rótulo salga el nuestro.

domingo, 15 de mayo de 2016


                                               El salmón dorado.

Camino a la vera del río e intento pescar con mi caña, a todo aquel pez que intenta subirlo. Piso el barro de la concordia, con mis botas de la discordia. Son como saltamontes, dando brincos y nadando a contra la corriente. El agua cristalina del riachuelo forma al final como en cascada y es prácticamente imposible, creer que se armen de valor y sean capaces de subir. Como el que escala el Everest entre una intensa nevada, así son ellos. Como será posible, como serán capaces o a qué aspiran, llegando a la cima.
Yo camino para abajo, hacia el valle a dónde se forma un gran lago. Un gran lago rodeado por unas laderas montañosas, desde las cuales sobresalen unas nubes parecidas  a unos algodones. En él veo pescadores qué como yo he intentan pescar a los preciados pescados, que ya sea de forma deportiva o por necesidad, son de estímulo para que el hombre se lance a su pesca. Salmones de color anaranjados, nadan, pegan saltos llenos de alegría, ajenos a lo que les acecha.  Qué será de ellos si los pescan y no los devuelven al agua. A nosotros nos pasa algo parecido, nos pasamos la vida luchando a contra la corriente y solo conseguimos llegar a la muerte. ¿Quién dice que no haya un pescador al otro lado? Nos devuelven a la vida o seguimos el curso de una cadena, que parece no tener fin. Una que puede ser placentera y rodeado de todos aquellos que son queridos y amados o llenos de vacío y soledad. Eso lo que provoca que se produzca un valle de lágrimas, pero solo será por un tiempo. Pero las nubes de la tristeza y de la melancolía no duran mucho y se apartan, dejándole espacio al Sol y a la Luz. El Ser Humano es fuerte, es duro y al poco solo le queda un vago recuerdo o eso al menos es lo que aparenta. Aparenta y es cierto, porque el qué se queda, se cree libre de momento.  Me miro en el agua cristalina y a trasluz da el reflejo, solo me veo el rostro. Un rostro que continuamente va cambiando, menos los ojos. Los ojos son el espejo del alma y estos me dicen, estos me responden, que todavía soy joven. Me lo dice los ojos o algún espíritu que se cuela en mi mirada.

Solo espero no tener que escalar hasta la cima, porque me siento muy a gusto en el valle, en el lago intentando pescar. En el lago charlando con los demás, pasando el rato, como si no pasase la vida o ésta la dejara escapar.
Hay muchos peces, el agua es clara y está limpia, si fuera en todos los sitios igual… Cuantos pescadores habría, si fuese todo como nacimientos de agua. Qué somos, sino solo aquello que nos refleja. Somos eso o también nos engaña la vista. Una vista que aunque sea la misma, está cansada. Está cansada de ver acciones, que no son de ser...

Cuenta una leyenda, qué aquel que llegue a hablar con uno de ellos, será recompensado con una vida eterna. Sin subidas ni lucha, solo disfrutar y beber vino. Quién se lo puede creer, yo no me lo creo. Es más con qué lengua me va a hablar el salmón, solo podemos aprender a ser tenaces y luchadores. Para poder salvar los obstáculos de la vida misma, guardo ya mi caña y llegando al lago, me siento en una piedra redonda y veo la gente moverse. Charlando entre ellos, no pierden de vista el sedal. Ese mismo sedal que te puede llegar a producir y caer en un engaño, mordiendo el anzuelo de la mentira.
Me entra calor y quiero darme un baño, pero para ello debo alejarme de ellos. No es por nada y lo es por todo. Por todo aquello que conlleva molestar y espantar a los peces, llevando al enfado a estos señores.

Ha llegado la primavera y con ello un adversario, ese no es otro que el oso. El oso pardo de los Pirineos, ese animal que es mucho más fuerte y más grande que tú. Tiene hambre y de zarpazo en zarpazo, va cazando aquellos que se hunden en las profundidades del lago. Parece un ángel o un demonio, qué más da,  los engulle sin saborear. Aquellos que no quieren escalar, son los primeros en ser devorados. Los que saltan o brincan, son difíciles de coger. Y es qué es casi imposibles cazarlos al vuelo, son menos listos quizás, pero tienen más energía, tienen más ímpetu. Solo desean subir, para no tener que bajar.  El oso sigue en su parte de la orilla, nos miramos frente a frente. Yo no le ataco ni me acerco y él se queda a su libre albedrío, cazando y devorando. ¡Ay! Qué será de aquel que le moleste, qué será de aquel que se le acerque. A saber. Cada uno a lo suyo...
Los perezosos son los primeros en caer, no quedará ninguno. ¿Después cuales serán? Llegará el momento en el que solo quedemos el oso y los pescadores. Entonces qué  pasará si no recogemos y nos marchamos, ¿nos verá el oso cara de pescado? Nado y nado, llegando a bucear en lo más profundo del lago y me veo, me veo un solo salmón. Reluce por su color dorado, no es anaranjado como los demás y eso me llama la atención y me acerco. Le relucen las escamas al reflejo del Sol y eso aturde al oso, qué no lo ve con claridad. Este me dice y me pregunta "si sigue el oso en la orilla", yo le digo que "sí" y se marcha, se marcha alejándose en lo más lejos de esta. Aquí es donde me doy cuenta, que la pereza no está reñida con la inteligencia y todo puede ser, por querer pasar de procrear y nadar siempre, pensando en que la juventud no le va abandonar. Quién sabe si por su color dorado o por su soberbia, será cazado sin poder escapar de las zarpas del oso. Solo un oso, solo un ángel o demonio. Porqué estoy soñando o me falta el aire.
Ya se dará cuenta, cuando quiera y no pueda saltar, entonces y solo entonces, será cazado por el oso. Porque pescado por el hombre, seguro que no. No se le ve pez de ser engañado, lanzando un anzuelo. Se le nota maduro en cuestiones de mentiras y se le ve avezado en cuestiones de supervivencia. Seguirá nadando, pero yo ahora me subo a la superficie. No aguanto más la respiración y dando una bocanada de aire, muevo la cabeza de lado a lado. Viendo en uno de ellos al oso, ya cansado y que se marcha, con la tripa bien llena.

El Sol también hace un hueco a la Luna y se retira, retirando a los pescadores de la jornada. Salgo del agua y me noto con frío y es qué todavía no es verano y las noches, todavía no son cálidas.  Un pez, un salmón, dos salmones. Algunos se hacen fotos, otros ya los reservan para mañana ser cocinados. Todos salvo yo, han pescado alguno y creo y solo pienso. Que no volveré a pescar o quizás sí. Ha sido un espejismo o una alucinación, los peces no hablan ni tienen memoria.  El salmón me ha hablado o solo ha sido un alma en tránsito que por la falta de oxígeno, se ha comunicado conmigo, como si estuviese en trance, quien lo sabe. A saber

 

viernes, 13 de mayo de 2016


                                      Banderas de plata

Bandera blanca, bandera negra. Una de rendición, la otra de prohibición. ¿ Porqué no puede haber una gris y que esta signifique, la unión y el libre albedrío? Tantas banderas, tantas fronteras…Que haya una y que sea esta la que solo marque nuestra conciencia. Una que sirva para alardear al viento, la sinceridad y la honestidad. Quién sabe, lo que es cierto y lo que es mentira, si solo a lo mejor es una alegoría. Que se le puede escapar a nuestro entendimiento como seres humanos,  que traspasa la corteza terrestre e invade el espacio cósmico. ¿ Porqué  andar con banderas de colores, cuando no une esta a todo el planeta y queda clavada en la mente y en el corazón. Siendo sincero, que hay de malo en elegir una bandera, yo elijo mi destino por mucho que me lo quieran imponer. Ese no puede ser otro, que el de ir cuando me muera, hacia la oscuridad y que mis restos sean quemados y esparcidos al viento.  Allí sí que me entenderán,  allí sí que seré bien recibido. No como aquí, que uno es pasto de los lobos. Lobos que son como son, pero en vez de colmillos tienen lenguas y de doble filo.

Quien puede querer ir hacia la Luz, como si ondeara en ella la bandera de la libertad. Eso, eso no es cierto. No hay nada más cruel, que vivir como en un rebaño de ovejas. Para que curtan nuestra lana y nos sirvan en las mejores galas. Con que cuchillos de la injusticia, cortarán la carne de la alegría, para que todo se quede sumido en la tristeza. Como un búho que no sabe llorar, movería la cabeza de un lado a otro sin saber de dónde viene tal dolor. Sombras y solo sombras al reflejo del anochecer. Sombras y solo sombras es lo que se ve emerger. De qué profundidades vendrá, que solo se refleja con la luz de la Luna, ese satélite que nos acompaña todas las noches, ya sea en lo bueno o en lo malo, siempre nos acompaña. Que tendrá en común uno de Europa con uno de América. Que tendrá en común un asiático con uno de África si no es la compañía masculina de aquella que tiene nombre de fémina.

Qué será travestida la Luna! Qué se disfraza todas las noches con la luz del Sol. De qué se esconde, cuando no se refleja. ¿Qué habrá en su lado oculto? Tendrá seguro dos caras, como la mayoría de gente. Se travestirá y ondeará ella su bandera. Pero ella sí que es única y todas las noches acompaña las mejores veladas y sin ella muchos de los amores, serían hoy en día desamores. Solo una bandera por favor y que esta sea de plata, para que no se le note el pasar de los tiempos y que sea testigo sincero de ellos. ¿Qué más se puede pedir? Una sola lengua quizás sería lo suyo, pero con las que hay que no se entienden y están muchas en disputa, para que sea una con doble filo. Es más válido dejarlo en tablas y que sea cada uno con la suya.
Como un murmullo, nos dicen desde el subsuelo “Estáis muertos y aún no lo sabéis” Nos da un vuelco el corazón y la sangre corre más deprisa. ¿Qué será cierto? Música a todo volumen, cimbrea por los altavoces. Todos sentados delante de la pantalla gigante del ordenador, nos dice quién será el siguiente. Lo vemos, lo captamos con nuestros ojos sencillos, en 3D y a todo color. Ovejas y solo ovejas a la voz de su amo, pero que amo y de qué bandera. Bandera de una nación o bandera de una unión, una unión que nunca surgirá.  Porqué todos queremos nuestra parcela de tierra, como del cereal nace el arroz, de pan que sale del centeno. Todos queremos sentirnos propietarios de algo y ese algo, ese pequeño detalle queremos que nos haga totalmente diferentes a los demás. Cuando no dejamos de ser ovejas en un redil y cada redil tiene su bandera.  Mándame un ángel como pastor y que este sea capaz de guiar en libertad sin perro que azote a la voz de ladrido, las que quieran pensar o divagar. Porque cada uno está en su derecho de hacerlo libremente, aunque en definitiva vivamos todos juntos, juntos unidos por diferentes banderas. Pero quien sabe si subimos y pastamos por las mismas laderas. Hasta que el frío de la discordia o la nieve del amor ciego nos hacen volver muchas veces al redil y al pasto seco, pero seguro de quien nos da cobijo.

El invierno y el otoño, son como las confrontaciones y las discusiones, siempre vienen acompañadas por la primavera y el cálido verano. Ello nos hace desnudarnos y quedarnos transparentes a merced de las palabras. Estas, como olas del mar nos mojan y nos hace bañarnos en aguas limpias y saladas. Como saladas son nuestras lágrimas y que solo las seca el beso de aquel o aquella que nos tiene afecto o cariño. Que sea una sola bandera y una sola lengua la que una la estupenda mañana de verano o que sea el brotar primaveral de una sola flor, la que acompañe a las demás, haciendo en el suelo raso un manto de color diverso.
No es mejor así que llamarnos amigos, en vez de vecinos. Vecinos de una tierra de la que todos somos capaces de pisar, de pisar con respeto y sincero. Con paso firme, pero sin destrozar flor ni hierba ninguna. Porque toda ella viene radiada por el mismo Sol y concebida por la misma Luna. A ver si somos capaces de demostrar, que de pan no solo vive el hombre y que es necesario la amistad y la hermandad y por ello me voy a la oscuridad. Mucho tendría que cambiar el panorama, pero me considero todavía joven y joven es mi alma. Aunque parezca mentira, pero todavía sigo creyendo en sueños, sueños de los que se dibujan en la pared. En la pared de cualquier muro, cualquier día pintaré una bandera. Una bandera que unirá al blanco y al negro. Al moreno con el rubio y así en todo. Será única y en ella se verán reflejados todos los pueblos del mundo. Ella me animará a forjarla en un molde, pero no para acero sino para algo más delicado y a la vez más importante, como es una bandera, una bandera de plata y que ella entre en nuestros corazones, haciéndonos hermanos.

 

 

 

jueves, 12 de mayo de 2016


                                         Castillos en el aire.

Os podría relatar alguna historia de algún castillo o de algún lugar anteriormente habitado y frecuentado por buena gente, gente que no ha llegado a ver la luz al final del túnel. ¿De qué túnel? Eso no es ahora lo importante y lo que nos ocupa...Imaginaos la gente, imaginaos la cantidad de almas que siendo amorosas y piadosas de sí mismas, no encuentran la paz y el consuelo y siguen llorando por no conseguir ver el camino.
¿Cuál es el camino? A saber. Solo se sabe, que se sientan a nuestro lado y nos explican en voz baja su historia. Algunas más alegres que otras, algunas incluso divertidas y entonces y solo entonces, cuando se les pregunta. ¿Entonces qué haces aquí? No obtenemos respuesta, solo una vibración diferente y como abeja en un panal, no tiene derecho a la entrada. Que vibración será esa, que alma no tiene derecho a la entrada en aquello que es de merecer, ya que ha tenido una vida sencilla, pero ordenada. ¿Qué espíritu le acompaña en su vida? Cuál es la causa de tal efecto, que se siente rebotada y devuelta a la Tierra, pero sin cuerpo. Solo se acerca a aquellas de buena voluntad, porque no todo lo bueno está al otro lado. Pero eso, ya os lo terminaré de contar....

No hay tregua, no hay límite. Te has pasado demasiado tiempo en la cueva, te ciega la luz del Sol. No sabes andar, como no sea a cuatro patas. ¿Cuánto más habrá que lamentar? Yo ya me hago cargo y te ayudo, no te digo mi nombre, pero tú ya lo sabes. Ahora, es uno de nuestros mejores secretos. Solo sabes que a golpe de lanza, no se lucha. ¿Cómo lo harás? Te sientes seguro, no tienes nada que perder. Solo esperar que salga la Luna, para poder ver mejor el sendero del amanecer. ¿Por dónde y a dónde irás? Ahora que has roto tus cadenas, esas cadenas invisibles que te ataban a la sociedad. A dónde irás, sales de la cueva. Esa cueva llamada...a saber. Tú sí qué lo sabes, eres más listo de lo que pareces. No tienes nada que perder, solo tu vida es lo que tiene más y único valor, ahora falta el que tú tengas para enfrentarte a la vida. O es qué prefieres enfrentarte a la muerte sin saber lo que puedes perder en esta.

No tienes mujer ni hijos, que esperas. Nunca has tenido intención de formar una familia, ¿qué te pasa y que es lo que deseas? Solo parece, solo deseas ver la vida pasar. Alguna inquietud o solo sentarte como un anciano en el paseo de cualquier ciudad, ese es tu deseo. Que pobre eres, tienes todo lo que puede desear cualquier Ser Humano y en cambio eres tan pobre de sentimientos y de empatía, que la soledad solo te abraza. No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Quién sabe, si aquel que está en la más absoluta pobreza, está rodeado por verdaderos amigos. Míratelo, que aún eres joven y puedes cambiar la situación. El ángel de la muerte no te viene a buscar, pero lo que sí es cierto, es que hay maneras de vivir. Todo son grupos, todos son guetos en el siglo que estamos. No me quiero imaginar en el siglo que lleguemos a poblar otros mundos. Será entonces, será....
Os sigo comentado, que al pie de una montaña, de la qué no diré su nombre. Nace y emana de él, un río, una cascada de una nieve que se derrite. Se derrite, como se derrite el tiempo y el cuerpo. A veces no pensamos, pero es cierto. Imaginaos que somos bloques de hielo y con el tiempo, este se deshiela. Se derrite haciendo emerger, las formas del saber. Un saber que no es otro, que la sabiduría de una edad, que va sumando al igual que el hielo se va restando. Eso es lo que me dicen o yo al menos lo relato. ¿Quién sabe la verdad? A saber. Yo solo soy el que escribe, sin prisas pero sin pausa, voy haciendo camino, al mismo tiempo que me deshielo. No hay nadie sentado a mi vera mientras escribo, pero noto la presencia a través de la música. Esa, esa misma que vibra por los altavoces. ¡Ay! Si pudiera, subiría el volumen. Simplemente para sentir más cerca a los que me rodean, que no son otros, que aquellos que no han visto la Luz. Esa que dicen que es cegadora y te lleva al final del túnel, quién sabe del cuál.

Lloro y lloro en mi desconsuelo. No me río, no tengo motivos para ello. Tengo un Jaguar y es verdad que tengo una casa que parece un castillo. Pero es frío, pero es helado. No por sus muros de piedra si no por la soledad que en él me encierra y no sé cómo hacer, no sé cómo decir. No tengo canción ni trovador que me consuele, con canciones alegres. Podría hacer un hotel y que en él apareciesen fantasmas o almas errantes. Tú que sabrás de salir de una cueva, cuando lo tienes todo, pero todo te falta. No tienes amigos, no tienes lengua a la que darle rienda suelta. Esta se encuentra dormida de no usarla y no sé si ya me acordaré de cómo se habla. Porque es tanto la tristeza que me invade, que no escucho los pájaros en primavera. Qué como animales en celo, cantan y cantan, buscando a quién lanzarle el anzuelo.
Yo vivo solo, pero en mi castillo medieval hubo una época, en mi castillo medieval hubo un tiempo en el qué, habían torneos y fiestas. Hasta que la muerte de mi tío puso fin a tales celebraciones. Los familiares se fueron marchando, aburridos y solo yo, solo yo me he quedado y no sé lo que haré y no sé lo qué duraré. Pero algún fin tengo que darle, no al castillo, si a mi vida o a lo mejor a los dos. Quién sabe, si pongo un mensaje de se alquila o se vende, tanto al castillo, como a mi alma. A ver quién tiene mejor suerte...

lunes, 9 de mayo de 2016


                                      Encuentros al atardecer

Entra sacerdote, entra y ocupa tu lugar en el altar, entra y súbete desde dónde dominas a todo aquel que intenta enturbiar tu verdadera paz. No hay más, no hay nada más que Luz y Oscuridad, día y noche, Sol y Luna. En el ambiente se respira el aire del mar, qué cómo si fuese por capricho, se cuela por los ventanales de la Iglesia. Yo como mero espectador, percibo y escribo…
Son las siete y media de la tarde, de cualquier tarde de verano. El Sol sigue dominando el cielo, no se intuye la cercanía de la Luna…

Dejo los dedos suaves que se deslicen por el teclado del ordenador, las campanas  negras se escuchan desde a lo lejos. Mi casa es mi cuerpo y mi cuerpo no es casa de nadie, yo no invito a nadie a ella. Hay muchos que desean entrar y adueñarse como si no tuviese dueño, las  campanas negras se escuchan desde a lo lejos. Quien pertenece a quién, yo soy un ser libre. Sí, bondadoso pero libre. Ese soy yo, quién es capaz o puede decir lo contrario, yo sé quién soy. La música sigue en mis auriculares y se entrelaza con la plegaria del que tiene la palabra y yo me evado y me relajo y escribo este texto, no relato, ya que no hay trama. ¿O sí? Quién lo sabe, a saber. Quien pertenece a quién, somos seres libres. Nadie que viene es siervo de nadie, solo dicen libertad, libertad...
Tocan las ocho en el reloj de esta antigua iglesia, desde el pueblo se puede decir un “hasta luego” al astro Rey y decir un “hola” a la señora Princesa…

Todo funciona como una función, en la que todos jugamos nuestro propio rol. Hay quién nace con más suerte que otro, no tiene nada que ver la inteligencia. ¿O sí? Yo solo sé, lo que escucho y percibo y las sensaciones que recibo escuchando música y tengo para toda la tarde. Ya he tenido visita, ¿qué más quiero? Que más se puede pedir, no estoy acompañado, pero no me siento solo. Todo podría ser peor, quejarse es posible, pero no compadecerse, porqué hay quién sí lo merece. Yo me encuentro sin compañía, cierto. ¿Pero solo? Solo no, solo no estoy, estoy viviendo mi propia libertad. La libertad de poder decidir, decidir hasta cierto extremo. Es una libertad limitada, porque quién es completamente libre. Libre de decidir coger un transporte, que te lleve al otro lado del mundo.....
Como en murmullo que me suena a grito me dicen “TE GUSTA JUGAR AL AJEDREZ”....

Mueve ficha y veré si te consigo ganar la partida, la partida de la vida. Quieres llegar a anciano y tener sabiduría, ¿qué más se puede pedir a cierta edad en esta vida? Nada, simplemente llega un momento que las posesiones pierden valor y lo único que aprecias es lo que guardas en el corazón. Mujer, hijos y nietos, es lo que te llevas de recuerdo. Esto es solo para aquellos que son verdaderos y forman una familia, como se hace desde hace antaño. Los demás, aquellos que eligen caminar solos, también son bienvenidos, también son verdaderos y también serán bien recibidos. ¿Quién decide esto, quién puede decidir lo que verdaderamente importa?  Lo que está claro, es que lo material en el otro lado, poco importa. ¿Quién es más sabio? Aquel que hace su andadura en pareja o el que  lo hace en solitario. Qué más da, los dos saben lo que saben. Los dos han caminado y cometido errores, qué más da. Cuando se llega al momento, lo que merece la pena, lo que verdaderamente importa. Es pensar que se ha obrado bien, que has hecho de tu vida con dignidad, un camino solitario o en pareja. Pero siempre siguiendo una línea, que no es otra que la de tu mentalidad y la de tu manera de ver las cosas. Sin llevarse, sin arrastrar el rencor y el odio de nadie. Es lo que te llevará a conseguir, la paz en esta vida y en la próxima, si es que la hay.
Se acerca el ocaso, el relevo está cerca  “VELAS NEGRAS, VELAS BLANCAS”...

El color de la vela,  qué más da. Lo que verdaderamente importa es la intención, lo que verdaderamente importa es la importancia que se le da a la llama que arde. Cómo todo lo que se hace en nuestra pequeña existencia, podemos o no, contribuir a ella. Esta puede ser buena, puede ser mala o simplemente neutra. Ese es el verdadero secreto de los colores, porqué cuento todo esto. Porque estoy con mi música desde hace buenas horas y ya le estoy dando a las teclas, de forma suave, dejándome llevar, formando estas frases.  A quién le asusta tanto la realidad, le da tanto pavor, que prefiere decir no creer, pero a la vez alejarse por si acaso. Qué más da, no sé si lo dejaré publicado o lo borraré, porqué a veces y digo solo a veces, escribo cosas extrañas. No sé si soy yo verdaderamente escribo, aunque la intención la sé y esta es buena. Solo os puedo decir, que no encendáis velas, si estas no son neutras. Es muy sencillo el porqué, porque son como faros en medio de un mar de tinieblas y tinieblas que es, pues no es el infierno. Es el paso hacia la oscuridad y la luz y en ella, confluyen muchas clases de almas, almas que no saben todavía su camino y que pueden ver tu llama. Esa llama que enciendes y que según con qué intención lo hayas hecho, puedes recibir una visita u otra. Eso es lo que percibo y eso es lo que escribo, vosotros a lo vuestro.
Su sumo sacerdote termina su sesión y yo la mía, no sé si habré llegado a escribir algo cierto o incierto. Quién lo sabe, a saber. Solo sé, que mañana a las siete y media, estaremos los dos en la misma confluencia. Como si de dos afluentes se tratase y fuesen a parar al mismo río. Un río llamado…llamado como tú quieras.

viernes, 6 de mayo de 2016


                                               Dicen de una virgen.

Dicen de una virgen, de aquella que vivía al otro lado del lago. Sí, de aquella qué se enamoró perdidamente del hombre menos favorecido del lugar... Ella, bella, hermosa y dulce. Él, testarudo, rudo y feo. Juntos se miraban el reflejo en el agua transparente y se besaban mientras el Sol calentaba sus rostros. Nadie se creía lo que llegaban a ver en primera persona, al pasar cerca de la cabaña, donde ella vivía. La gente de los alrededores, arcaica y mundana, tenían muchos prejuicios sobre el hombre. La muchacha intentaba hacer ver, lo bueno que era por dentro y que en su interior no había maldad ninguna, para que fuera repudiado de tal forma. Por ese motivo decía que era difícil verlo hablar o alternar por las cercanías.
¿Cómo poder demostrar, que la belleza no está solo por fuera? ¿Cómo poder reforzar su amor y conseguir el respeto de los que viven cerca? A ellos, a los del lugar, en verdad poco les importa la mediocridad y se sienten mejores o en más altura.

Ella siempre viste de negro y ello encaja con el color de la estación, ¡otoño! Un clima gris y fresco, que invita ya en ir pensando en el fuego a tierra y en los abrazos cálidos del prójimo. Que no son otros que los de él, de esa persona menospreciada que en ella ha calado, hasta tal extremo, que llega ya a formar parte de su vida y de su alma. Como un par de pájaros, anidan y forman su nido en la cabaña cerca de la orilla. No sienten nada más que el sonido del viento al colarse por las ventanas. ¿Qué habrá visto en él, que tanta sin razón le deja? Ella misma no lo sabe, pero si pudiera hacer una foto, la haría y la colgaría en el comedor de su casa. Para que le acompañara en su ausencia. No hay nada más bonito, que dejar entrar, invitar al amanecer a un nuevo día de amor, de amor conyugal. Que el Sol radie y alumbre el lugar, diciéndoles “buenos días”.
Qué bonito es el otoño, cuando el cielo y la tierra están  húmedas. La lluvia no deja de caer y riega con ello, el amor de la pareja que se cobija en el interior, siendo testigos desde la ventana. Se abrazan y se miran a una distancia tan corta, que no se puede medir. Quién hará de juez o de verdugo, quien será capaz de romper aquello que no se une si no es fundiendo los dos sus corazones. No hay nada ni nadie que pueda alejar el amor y el pensamiento mutuo. Solo, cuando se va de caza o a cortar leña a ella le entra la melancolía y piensa que un niño, un retoño le llenaría de gozo y que no le importaría que se pareciese a su pareja, porque ello le haría recordar y que la espera fuera menos larga en esos momentos de alejamiento.

Él siempre vuelve, vuelve y la abraza como si en ello le fuera la vida. Eso es lo que ha visto ella en él, que es un amor incondicional y que al final tendrán el fruto de su pasión. Una pasión que no se corta, perpetuándose toda la noche. Toda la noche sin más luz que la de Luna, que feliz cierra los ojos y deja hacer a los dos amantes hasta el amanecer. Como una vela que arde, el calor de su llama hace resbalar la cera. Haciendo que esta, quede como fruto en el interior de lo que más desean. ¿Qué más pueden pedir? Les importa bien poco “el qué dirán”, no les hace falta nada más. Él ya no se acerca por el pueblo, como no sea para hacerse de alimentos o de alguna herramienta. No tienen dinero, pero intercambian. Hace trueque y eso les hace seguir adelante. La gente en cuestión de dinero o negocios, no hace menosprecio. Aunque a veces, él mismo lo sabe, él mismo se da cuenta que no siempre sale ganando. No hay más remedio, si en ello va lo que más quiere y lo que más desea.
Cada vez el murmullo y las risas son menores, se dan cuenta del valor humano de la persona y poco a poco, parece ser que se va ganando el respeto. Esto le da fuerzas y coraje para luchar con el apoyo de la que espera sea su mujer para siempre. Lo qué no sabe es lo que no sabe y eso es qué los lugareños no esperan lo que espera ella.

Nueve meses de espera, nueve meses de sentir como se forma y ver como ella engorda. Dentro lleva la semilla que les hará ser una familia completa, como aquello que se une, no como el que se pega, pero si como se funde como el hierro candente que forma un nuevo ser humano. No  les importa, “niño” o “niña”, lo importante es que es el fruto de un amor puro. Un amor que ningún rayo de desesperanza o duda, podrá romper. Como el que siembra un manzano, espera brotar el primer tallo. Van pasando las semanas y con ello, los meses. En estos lugares no existen nada más que un médico y una comadrona, él receloso no consigue convencerla de ir al pueblo.
Todo son miradas y murmullos al llegar. Se sientan en la sala de espera hasta que llega el momento de entrar. La comadrona que no hace nada sin dinero por medio, hace que la enfermera les informe de cuanto les va a costar el seguimiento. Ellos son ahora los que se miran y sin mediar palabra, se levantan y se marchan, sin poder evitar las risas bajas de los del lugar. Unidos, van cogidos de la mano. Ella le hace entrar en razón y en sosiego. Se alejan, pero a paso corto, como los que van dando un paseo se dirigen hacia el lago. No volverán al pueblo y ya verán como lo hacen y deshacen. Pero ella lo parirá sola, ella  solo tendrá el apoyo de su hombre fiel. Si es niño lo llamarán Gabriel, si es niña a saber. Él espera que sea un niño, un niño que en su día se convierta en un hombre. Pero para eso falta mucho tiempo y tiempo es lo que tienen hasta que nazca el retoño. Sin comadrona y sin médico nacerá. Pero con el amor de unos padres crecerá, ¿qué es mejor? El amor o la enseñanza, la confianza o la desconfianza, el desprecio o el respeto. Eso es lo que le enseñarán, vivirán alejados de una sociedad, que no sabe valorar lo que verdaderamente importa y eso, eso es lo más importante.

 

 

domingo, 1 de mayo de 2016


                                        Historias de un pasado reciente

Lánzame una respuesta y yo te lanzaré una pregunta. Lánzame un puñetazo y yo te lanzaré un puntapié. No intentes agacharme, pues no lo conseguirás. Te crees más listo y más inteligente que yo, puede ser, no lo voy a poner en duda. Pero tampoco pongas en duda mi energía y mi dignidad. Mi energía de una juventud que aún conservo y una dignidad que sigue intacta.  No me mires por encima del hombro, que entonces yo lo haré subido a una azotea. Vivo y revivo en cada vida lo mismo y ese mismo es un instante, que ya es pasado. Desde que he empezado a escribir estas frases, he ido fabricando, construyendo mi pasado y forjando mi presente. Qué  más da, es vertiginoso lo rápido que pasa el tiempo. Con qué no me vengas con historias si no quieres que te cuente la mía.
Como el que juega a la ruleta en un casino, sigo con mi suerte y sigo caminando altivo, me siento poderoso. Me siento con tanto poder y me sonríe tanto la billetera, que pienso y repienso y tomo una decisión. Entro y tomo asiento cerca de un escenario con chicas bellas y dulces. Bailan y se contonean en una barra vertical., la música seduce por igual. Yo me siento contento y pido una copa. Yo creo que me la merezco, después de un arduo día, en el qué he tenido que aguantar a mi jefe. Un hombre que no tiene dos dedos de frente, que manda y manda sin pensar el porqué de las cosas, si yo fuese el jefe….

Miro y disfruto del espectáculo, solo hago el esfuerzo de levantar la copa. ¡Ya era hora! El día ha sido caótico, mucho que tragar y mucho que soportar. Al menos ahora es mi tiempo y me lo bebo de un trago. ¡Otra copa! Le digo al camarero, pero esta la tomaré de forma más pausada. Ya me desfogaré, por ahora me relajaré viendo a estas lindas chicas, como hacen su trabajo.  Lánzame una mirada morena y seré tuyo en este mismo instante, en este mismo presente. Baila delante de mí y hazlo de forma sensual, sin caer en el pecado del sexo. Me gustaría ser la barra donde te mueves y deslizas tu bello cuerpo. Rozar tu piel con la mía, volviendo el momento, el presente en un momento carnal.
Música de danza, de danza para unas andanzas que son propias de mi edad. Soltero, divorciado o viudo, qué más da. No te hace falta saber, solo el saber puede romper es hipnótico momento. Cada uno sabe su propia vida y no hace falta ser tan transparente.

Te acercas y te pongo 20 euros en la liga por un guiño de ojos. Creo que merece la pena, ¿no? No te falto y tú tampoco me  faltas a mí el respeto, cada cual juega su papel en la vida. Yo no sé cuánto te durará la belleza  ni tampoco sé cuánto a mí me durará la riqueza, con qué, le doy un sorbo a la copa de whisky y me echo en el respaldo del asiento. No tengo prisa, alargo las piernas y me dispongo a pasar un buen rato. No tengo a nadie que me espere ni a nadie que me cuide. Estoy en la calle tal, número tal. El local es grande y hay chicas igual de hermosas que tú, pero tú eres la que más me atrae. Luces de colores, música ambiental, hace resurgir mis más bajos instintos. Me pido otra bebida, pero esta vez me la trae la chica que se contonea. 50 Euros me cuesta la acción, ¿pero no es lo que  quiero? Ella observa y se percata de los billetes que hay en mi cartera y con una sonrisa me caza y me dice, me susurra al oído que me vaya con ella al terminar la actuación.  Yo, llevando dos copas y media encima, accedo y me espero. Sin darme cuenta, se sienta un hombre en la mesa que hay detrás de la mía.  Yo no me quedo con el detalle y en unos de mis deliciosos momentos, hace caer unas gotas en mi copa. Ella hace como qué mira para otro lado y baila y se contonea, hasta que se para la canción y se baja. Ya termina el baile, han pasado quizás quince minutos. Pero como en un canto de sirenas, empiezo a encontrarme. Ella se sienta encima de mí, me besa y me acaricia.  La veo, la observo, pero cada vez de forma menos nítida…Las gotas empiezan a hacer su efecto y empiezo a adormecerme. No siento, no me encuentro. Todo se apaga, como en un final de fiesta y yo no recuerdo nada.
No me acuerdo si he salido por mi propio pie o me han tirado como un paquete postal, no me acuerdo si me ha dicho o no, su nombre. Qué más da. Me siento congelado, aturdido y semiconsciente. ¿Qué ha pasado? Me siento desnudo y en la parte trasera de una calle del centro de una ciudad. No llueve, pero parece tener intención de hacerlo. El viento es frío y húmedo y a mí me faltan los pantalones. Como salir, sin llamar la atención y me detengan. Igualmente, algo debo de hacer. Es cuestión de minutos de que la gente que pasea a lo lejos, al final de la calle, se dé cuenta de mi presencia.

¿Qué ha podido pasar? Solo me acuerdo de una chica y mi copa, nada más. Tiene que haber sucedido algo o alguien me ha adormecido, todo parece un robo. Pico a una puerta metálica que hay sin nombre alguno y nadie atiende a mi llamada. ¿Cómo poder demostrar lo sucedido? Me siento avergonzado y con el aliento alcoholizado.
De pronto una luz cegadora me inunda los ojos, haciendo que estos los entrecierre,  poniendo las manos en frente de ellos. Estos dicen ser los de la Ley y vienen y me preguntan…
Por mucho que me pregunten, no sé lanzarles las respuestas. Piensan o creen, que solo soy un borracho más y me hacen entrar y sentarme en el coche patrulla. Les digo donde vivo y que estoy solo, que no tengo a nadie. Pero como la dirección es de la zona alta, pues no me creen y me dicen que hasta no diga la verdad, no me dejarán marchar y que tengo derecho a una llamada.

Les vuelvo a decir y les repito que no tengo a nadie y el único número que se me ocurre es el de mi jefe, pero no son horas de llamar. A lo que ellos responden, que tendré que pasar la noche y que al alba y más sereno, veré y recordaré. No me esposan, pero me encierran. A mí. ¿Qué ha sido de mi ego y soberbia? Pasan los minutos que parecen horas y estas parecen quietas. Por fin entra un rayo de Sol y se me acerca un uniformado y me pregunta, yo le vuelvo a contar lo mismo y ellos, ellos me piden un número de teléfono. No quedándome más remedio que dar el de mi jefe. Alertado, no tarda en venir y corroborar lo dicho. Me mira y yo agacho la mirada. Quién lanzará ahora las respuestas y quién lanzará las preguntas. Algunas no tienen ni perdón ni contestación. Salgo con unos pantalones prestados y después de llamar al cerrajero y cambiar de llaves la puerta, entro en mi casa. Me pego una ducha de agua caliente, me siento sucio y me digo y me repito, que no volveré a subestimar a nadie y que no volveré a ser tentado por la vanidad y la lujuria. Ya que no solo he puesto mi persona en cuestión, si no mi propio puesto de trabajo y bienestar.