sábado, 25 de julio de 2020

                               LA CIUDAD MARCHITA

Hace tiempo, mucho tiempo, antes de que el hombre pisara la Luna e incluso descubriera el fuego, existía por aquellos y estos lares, un Ser llamado “hombre”. El primero sí, el primer hombre y claro está, la primera mujer. Ellos fueron engendrando, aumentando en número, hasta que somos los que somos en la actualidad. Algunos de mejor pasta y otros quizás, no digo peores, pero sí que digo diferentes. Entre ellos, entre los primeros o los segundos, me encuentro yo. Os lo dejo a vuestro libre albedrío, el decidir o el elegir, así debería ser siempre, con todo y con todos. No, que hasta ese derecho nos ha sido arrebatado por una sociedad que ni ve ni deja ver.

Paseo muchas veces con las manos en los bolsillos, observo a la sociedad, a la humanidad en sí. Ya no me enfurece y me enoja, me he dado por vencido de que todo es como es, solo debemos dedicar cinco minutos al mirar a nuestro alrededor y veremos lo que es una nefasta realidad. Pero en fin, cada uno es libre de decidir y de elegir, mientras no perturbe ni haga daño al prójimo. Me levanto del banco y me dirijo a casa, pero en vez de entrar por el portal, entro por el parking del edificio. Hablo mucho, a veces con algún vecino, otras conmigo mismo, no sé cuál me llevo a esta, pero en fin así sucedió y con toda la calma, lo resumo en este escrito…

No te quieres enterar, pero todo esto es la más pura verdad y la más pura realidad. Aunque no te lo creas, aunque no lo veas, todo es como es, simplemente porque sino esta,  la vida no sería la misma. Todo es un caos, todo es una calma relativa, quien sabe la verdadera verdad, yo ya no la sé, quién la sepa que tire la primera piedra. Yo solo cojo mi rato de ocio y fumando un poco de hierba me evado, dejándome llevar y alejándome de todo aquello que me rodea de forma visual.

Todos los caminos llevan a Roma o al menos eso dicen, al igual que todos los caminos pueden llevar a Santiago de Compostela, ¿quién de vosotros me puede decir la verdad, que camino puedo o debo elegir? Si fuese un poco listo tomaría el mío propio, mi propio y único camino, lleno de sabores dulces y agridulces, de inviernos fríos y cálidos veranos, todo ello remojado por el agua de las tempestades del Mal, vientos de aquellos que solo quieren en mí perturbar mi paz.

Vivo solo, solo en un pequeño piso en las afueras de alguna gran ciudad, no hace falta que diga el nombre del lugar, al menos yo ya sé cuál es y con ello me vale. A vosotros, los lectores, os dejo que seáis los que elijáis el vuestro, como vuestro es el camino que tomáis y con ello la suerte que llevéis a merecer. Todo no son lloros, todo no son alegrías, todo es referente a la propia vida, todo es relativo, qué más da. Yo sigo el mío propio, un camino que no deja de ser mental, como el lugar adónde se alberga mi alma, mi propio Ser como persona.

Estaré loco o será que me he dormido entre las sombras del anochecer, pero aquí me siento de observador, no dominado por aquello qué sé que muchas sienten, todo es lo que es, maldad en la ciudad. En cambio la bondad y la rebeldía que son, qué más da si todo es una alegoría, todo es relativo y no todo es maldecido. Velas rojas, velas azules, da igual las que elijas, todo es la intención lo que te domina. Seguirás leyendo y yo seguiré escribiendo de todo aquello en lo que uno es puro teatro. Una función de teatro es la vida, es la que te toca elegir un rol o bien sinceramente me alegro por ti, por y para tenerte alejado de todo aquello que no te puede beneficiar, solo todo es lo que es.

Lloro me entran ganas de llorar, ya que hay algo que perturba mi voluntad, todo esto qué es ni más ni menos es lo que presiento, es la sombra de algún Ser maligno. Será o no será, el tiempo lo dirá.

Soledad embaucadora, soledad perturbada por aquel que se asemeja no sé a quién, lo sé porque yo siento su energía. Me siento en el suelo, me siento y pegando una calada canalizo la energía, tomo asiento en el frío suelo del garaje  y me relajo y me dejo llevar. Todo es relativo, todo es lo que es, así que sin más en mi imaginación me adentro en el oscuro bosque sin farolas que me alumbren, enseñar es que te indiquen los caminos. Tráelo, que estoy con un canalizador de sombras, a lo mejor es porque yo soy una de ellas mejor. Viste de negro, porque es el puro Ser, lo de puro no tengo nada, todo aquello puede que quedara muy atrás.

Hay una fuerte tormenta en mi mente, no sé adónde cobijarme, los senderos del anochecer me llevan, me inducen. Porque para mí, no es tortuoso y qué más da que sea, yo todo lo que al vino dicen es la sangre de todo cuerpo sagrado. Quien quiera que sea que se enteró del camino me dio de lado sin moverse ni un metro, lo que hago, lo hago sentado y no sé quién es quién, entra dentro de mí, puede llevar un ejército de demonios con él para dentro. Dentro del bosque adentro, me adentro en los senderos del anochecer sin claro que vea yo la Tierra. Como un pescador perdido en la mar me siento, como un cervatillo, ¡ay! como un cervatillo de pocos meses, que ha perdido la madre me siento desde mis adentros. Qué más da, yo no concibo la maldad pero sé que existe y yo creo que las sombras de la noche deben de tener en algún lugar una pizca de bondad, aunque a veces sangren de lamentos porque en toda la sociedad no se escuchen sus conciencias y están dormidos, ¿estás sordo y ciego?

¡Dame!, dame, dame. Entre el amanecer y el anochecer existe la suerte y el infortunio, entre aquello qué vemos y aquello que intuimos, existe el libre albedrío dónde todos y todas son bienvenidos y bienvenidas. Qué más da la raza, la condición o el sexo de la persona, todo ello se hace valer por lo que hacemos. Sino que hacemos nosotros, sino crear un vínculo transparente cómo es la cortina que nos separa de la vida de la mismísima muerte y de las ciudades solamente.

Dame una ilusión con la que vivir y una razón por la que morir, al menos de este mundo.  Yo sé, lo creo, lo que veo y es lo que siento, es lo que siento, no es que me haga llorar y es lo que es tuyo qué más da. No solo somos de carne y hueso, tenemos alma, tenemos nuestra propia energía y nuestros propios pensamientos qué más da lo que digan los demás, qué más da aquellos que se creen libres, se creen portadores de la verdad absoluta qué más da. Todo ello solo son pensamientos porque existo y en mi mente está mi alma, en mi mente está mi razón de vivir y esa no la puede tocar nadie. Porque merece la pena luchar,  porque merece la pena vivir si no es solamente por el poder decir que estamos aquí.

Todos somos lo que somos y todos viviremos lo que viviremos, porque si merece la pena luchar merece la pena levantarse cada mañana y decir que este día será diferente, será mejor, seremos más felices qué más da todo es el merecer poder luchar.

Gritos silenciosos surgen desde las profundidades del mal, sordos nos quedamos todos al no querer escuchar aquel que se lamenta de la vida llevada. Aquel que echaría todo a rodar si con ello tuviera una sola oportunidad, velas rojas, velas negras, velas negras, velas azules, azul intenso como la oscuridad de la noche.

Se hace la noche, se hace la negritud afuera, solo los fluorescentes me hacen ver aquello, que no dejan de ser, nada más que muros de piedra.

        ¡Sombras!, salir y demostrar lo que sé, es que al parecer por lo que yo sé que adentro de vosotras mismas, existe una pizca de bondad. No me hagáis creer que solamente en vuestra alma alberga la maldad, demostrarme de lo que sois capaces de hacer.

Suena en el falso techo del garaje, llueve a cántaros y los pájaros se refugian entre las ramas de los árboles, siendo testigos de lo que adentro sucede.

-         Tú dices que eres hijo mío, tú dices que has sido salvador de quién quieres, ¿quién soy yo? Sígueme, a salvo en medio del abismo, en medio de una historia ahora mismo me encuentro.

Me relajo, solo escucho el golpear de las gotas de agua que caen de forma torrencial.

        Todo esto, todo lo que sucede es para decirme lo que te puedo hacer o quieres decir que ahora te da por hablarme o escribir.

Sorprendido me quedo, anhelo vidas pasadas que yo mismo sé que he vivido, dónde yo he estado en otras civilizaciones.

        ¿Qué hablas?, que no escribes lo qué dices y lo qué hablas si la cortina es fina y transparente, ¿y yo?, aunque digan, aunque hablen de todo es como es. Es como estar en la piscina aguantando la respiración, hasta salir a flote yo no me creo ni me quiero llegar a creer.

        Tendré 22 años de vida terrenal, en el otro plano ahora me encuentro, vencido, porque todo es como es tú eres, un siempre narrador de historias y de cuentos. De cuentos y leyendas, ¿pero cuál es verdad y cuál es la más sincera?, yo no lo sé. Si tú lo sabes, dímelo, veo serpientes debajo de mi cama y también  había serpientes a mí alrededor.

        Cuál es quién yo para poder responder a tal pregunta, solamente estoy como un sacerdote, no,  no sin sacerdote. Solamente soy un canalizador de energía, dime tú quién eres. Yo no te lo pienso decir, adivínalo si eres tan ruin.

        Yo no soy Ruiz ni mucho menos, solamente dime quién eres para poder presentarte a mis seres queridos, porque aún que pertenezca a la oscuridad eso no significa que no tenga bondad, amor y bondad. Creé mis sentimientos en  esa pequeña caja escondida en algún lugar de mi alma, la tengo ahí sí, escondida para que nadie la dañe como es cierto, puedo ser muy sensible muy cierto. Qué más da que a los 20 lo que haya sido, no te levantes del suelo, sigue sentado ahí y sigue escuchando la calle del que escucha más que llorar es decente.

Me hace bajar, me hace descender. Solamente veo al centinela, no hay mayor ruido que la sorda soledad. Todo es como es una simple mentira de la vida, sueño a veces con conseguir metas que son alcanzables para un Ser. Sueño, sueño tanto que me quedo dormido, tanto que levito y viajo con los ojos vendados, llego a donde ningún ser ha llegado jamás despierto. Dónde puede ser eso, si no lo más lejano del Universo, ¿cómo viajar hasta ahí?, quién lo sabe. No siento ni veo, solo sé que estoy vivo, pero no me veo las manos, no me veo los pies. Solamente estoy acompañado por seres que se iluminan como yo que se iluminan en la oscuridad, todo pasa rápido.

        Te vendrás conmigo, vendrás antes de lo que tú te piensas vendrás. Como y cuando, quién lo sabe, a saber.

Pasaron dos horas, en las que para mi entender estuve dormido. Sí, en el suelo de cemento del garaje. Pero no fue así, estaba en la camilla de una sala de urgencias de un hospital cercano. Lo único parecido eran los fluorescentes, todo lo demás era de color blanco, blanco como el color de la bata del doctor que se me acerca a mi lado. Se alegra el verme despierto, se alegra porque no las tenía todas con él o al menos eso me dice. A su lado, un mozo, la mente me dio un giro de 180 grados y pensé en aquel que se me representó. El médico no podía verlo, pero yo sí. Me dice, me aconseja a que vaya con él, cosa que no hago. Se pone nervioso y se enfurece, tal es, que entra de nuevo dentro de mí, provocándome un paro cardiaco.

Hay que ser malvado y despiadado, como si fuese a cobrar una recompensa quiere que me vaya con él. Lucho, luchamos entre el médico y yo, vuelvo en sí al rato. Ya no está, pero me quedo temeroso, tengo por primera vez miedo de que pasará, soy muy joven para marcharme tan pronto. Pero las sombras no entienden de ello y aunque no lo vea, sé que está ahí, que existe, lo intuyo, presiento su estar, aunque no entre dentro de mí.

Pasó el tiempo, dos o tres semanas hasta que me dieron el alta y ahora, así me encuentro, haciendo un resumen de lo sucedido, como si de un relato fuese. No hay mayor verdad que aquella que no se ve, pero se presiente y todo por querer saber. No pienso marcharme tan pronto, me queda mucho que aprender y mucho que disfrutar, así que cojo las llaves de mi coche y en dos pasos estoy en el parking. Se me caen al suelo y cuando voy a recogerla un coche me atropella mortalmente. Que le voy a hacer, solo me dio tiempo a mirar a la luna delantera y ahí estaba el mozo en cuestión, con una sonrisa malvada y como si de una caza se tratase, como si fuese a cobrar una recompensa, me hace otra vez descender, pero esta vez de forma definitiva. Me descargan de toda energía, ya no soy dueño de mí mismo, solo sueño con escapar y a ti, narrador te lo suplico. Escribe y escribe, para que todo el mundo sepa la verdadera verdad. Hay cazadores de energía, hay vampiros de la noche, de la noche en una ciudad marchita.

 


sábado, 18 de julio de 2020

                                     La guillotina

Subido en su caballo, se alza poderoso y se encamina hacia su destino, ¿cuál es tal?, a saber. Ni el mismo lo sabe, solo lleva una pequeña daga, una espina en el corazón. Se llama Rosa, Rosa es su nombre y a ella le desea todo lo que no pueda malograr el destino. Todo depende de cómo cabalgue por las colinas y estepas del horizonte no muy lejano.

El Sol permanece en lo más alto, achicharra hasta en la sombra, ¿pero, que sombra?, si él es a campo abierto. Solo se escuchan aquellos insectos que hacen sonar su peculiar música y solo le molestan aquellos que vuelan a ras del rostro y de su cabeza.  Cabeza, cuya tiene precio, todo por ser un bala perdida, un ser no dominado por la sociedad que surca los mares de los bajos fondos. Todo es relativo, todo depende con el prisma que se mire.

Hace veinticinco años, recuerda cuando era más joven y más incauto. Toda lágrima que rodó no era por un mal querer. Hace años de ello y todavía recuerda con anhelo todo lo vivido, todo aquello que como en una película de ficción vivieron ellos dos juntos. Noches en vela, a la luz de las farolas y a la luz de fluorescentes de los locales nocturnos.

Quien podía predecir que todo acabaría así, ahora ya no recuerdo cuando fue, pero no tengo ganas de pensar que hubiera sido de mí, si no hubiera cabalgado en mi caballo blanco, como blanco era de puro yo.

Con el vestido blanco y la cara lavada y sin maquillar, ella recorre los pasadizos de la noche. Las farolas hacen que se desquebrajen las sombras de aquellos que no quieren dejar de vivir en la oscuridad. Yo ya no soy lo que fui y no sé si alegrarme o entristecerme, era como un gusano de seda y ahora me he convertido en mariposa, en mariposa que abre sus alas para volar. Bonitos dibujos y colores son así mis alas y aleteo todo lo que puedo, quiero volar lo más alto que pueda. Ya sé que no soy ningún águila y ningún halcón, pero seguiré sintiendo la misma libertad, una libertad que no está enjaulada y ni tengo los pies en el suelo, ya que mi imaginación sobrevuela el Universo, mientras mis labios recorren su cuerpo y como si fuese miel, la saboreo, sacando la lengua.

No si será la misma muerte la que me visita, pero me dice su nombre y ese no es otro que Rosa, que con su vestido blanco hace que recorre las cepas de vino, un vino que no se avinagra como lo hace la vida misma. Litros y litros de ese oscuro líquido sería capaz de beber, si mi cuerpo me acompañara y no fuese tan precavido. La llamo, exclamo y grito, quién será la dueña de esa misma casa, esa casa de color azul. Es especial y ella lo sabe. Yo subido a mi caballo, voy dando vueltas alrededor de su vivienda, hasta que al final sale por la ventana y dice mi nombre, ¡ay!, mi nombre. Pero si tengo tantos, que ya no sé por cuál elegir y por cual definir mi persona.

Me entra de golpe la depresión, la negativa por su parte, me hace bajar de mi nube, que no era otra cosa que mi caballo, que no era otra cosa que el galope de mi corazón enamorado. Ahora camino, camino y camino despacio, no tengo prisa, no me espera nadie. Ahora sí, me paro en uno de los locales y me tomo una birra, una que acompaña a la siguiente y esta, a la penúltima. Solo cuando estoy borracho, me siento capaz de asumir mi fracaso, de asumir y aceptar la decepción. No está ella, me ha dejado, no está a mi lado para cabalgar juntos, juntos hasta el amanecer. Aunque cuando sale el Sol, por allí al final, sí por detrás del horizonte me siento afortunado por verla una vez.

Pienso y repienso, que me voy a comprar un auto caravana, me voy a comprar un piso flotante, dónde mis lágrimas no hagan de ello una piscina. Recorrer el mundo o al menos el país, no hay nadie ni nada que me lo impida. Solo es un sueño que dejo escapar con el último sorbo de la botella.

          ¿Te falla la memoria o qué, no te acuerdas de quién soy yo?, soy tu verdadero Ser, tu verdadera alma, esa sombra, esa mala sombra que por la noche como si fuese un perro se tratase, me sacas a pasear. Me orino en aquellos lugares, que dicen y no se nombran,  vomito palabras maldecidas en aquellos lugares que tú crees que son de  respeto.

          Me revuelves el cuerpo y al final tiraré de la cadena y te dejaré marchar. No mereces nada sobre mí, solo mi total vacío y poco valor hacia tu persona

          Me enojas, me cabreas. A mí no me insultes, que soy tu verdadero Ser, esa que tanto tapas. Ladrón, estafador y embustero, a mí no me engañas, eres lo que eres. Una sombra, una mala sombra que no merece la vida, ya que esta es un regalo y un don preciado que no todos la disfrutan de la misma manera. ¡Mira, mira!, solo tienes que encender la televisión y verás la actualidad, la verdadera verdad o es que nos engañan, ¿tú que te crees?

          Que te importa lo que yo haga o deje de hacer, todo depende mí mismo y no de ningún intruso que se meta en mi cabeza. Yo siempre he sido igual de guapo o igual de feo, pero eso que más da. El hábito no hace al hombre, ni lo convierte ni en truhan ni en monje.

          Estás completamente equivocado, no me hagas enfurecer, los mares oscuros los domino yo y te puedo provocar tal tormenta mental, que no te levantarás de la cama o del sofá, tú eliges, tú eres quien decides. Sería muy fácil dejarte en la cuneta y no es ese mi deseo, con que levanta el ánimo y déjame entrar por completo en tu vida. Que sea buena o mala, también me pertenece, ya que tú soy yo y yo soy tú.

          Estás loco o me estaré provocando tal éxtasis en mi cabeza, que no me van a dejar de rebrotar ideas, ideas no muy buenas que digamos. Aléjate y déjame fluir y vivir, esta solo me pertenece a mí. Ya verás cómo será imposible que entres por completo en mi cerebro, que por mucho que le martillees no dejaré volar. Conque, adiós, adiós. Vuela a otro lado y déjame a mí con mis cosas.

Pasaron dos meses exactos,  todo se calmó y yo me pensaba seguro, tomando mi cerveza tranquilo en la barra de un antiguo bar. De esos que solo existen en los cascos antiguos de las grandes ciudades. Todo parecía ir rodado, hasta que al salir, alguien me atacó, no supe nunca quién fue, pero yo fallecí, mi cuerpo expiró. Me parece que fue por alguna venganza, nunca se supo la verdadera verdad. Solo un cuchillo lleno de la sangre de mi cuerpo yacía junto a mí, en el suelo. No pudieron dar con quien fue, no estaba fichado, ya que no tenían sus huellas, corrió demasiado y no lo pudieron alcanzar, eran altas horas de la noche y ello me absorbe por completo, solo necesito que se haga justicia y no sé si será verdad que la habrá. Yo solo sé que no estoy tan mal, aquí al otro lado, todo son mares oscuros, todo son las malas compañías y todo ello sienta fatal si lo mezclas con algo de alcohol.

En el mar oscuro de la noche, alumbra por la mañana la penumbra. Saca pecho y provecho todo aquel que se cree justo y solo es un villano, un crápula de la nocturnidad, un Ser despiadado que no tiene nada que ver con aquello que no sea la propia dicha maldad. Caminante va haciendo senderos del anochecer, caminante por los locales nocturnos de la mediocridad. Todo es como es, la envidia, el rencor y la soberbia de aquel que se cree superior, superior de algo o de alguien que se llama “humildad”, superior de algo o de alguien que se llame como se llame, es persona por igual.

Amor por amor no existe, solo el dinero tiene valor y el respeto vale su peso no en oro, sino en euros y en embaucadores de todo aquel que se piensa que no va a ser vigilado ni pillado o cazado. Amo de aquellos que no son más que títeres de todos aquellos que bailan al son de una música que ellos llaman “sagrada” y esa, esa es la propia voz de su amo. La voz de un pastor sin perro que lleva a sus ovejas como en rebaño al redil. No hay valla, solo la mentalidad de aquellos que son todavía más débiles.

Sin hacer el menor daño físico posible, produce el fracaso de aquel que con la lengua no es avispado, no vibra a la misma sintonía y por ello no son elegidos para ser del rebaño. Partícipes de la maldad, hacen de la suya su verdadera verdad, todo es mentira pero la gente, la sociedad no lo sabe, ya que son ciegos del saber y no son capaces de entrar en materia y adivinar o profundizar en el verdadero sentido de la vida. Todo si pudiera ser, no se dibujaría esvásticas en los muros de aquellos edificios que son emblemáticos y escapan de ser visitados por los más ingenuos y humildes.

Como serpiente zigzaguea, como una araña recorre el suelo de la inmundicia, intenta sacar provecho de algo o de alguien que no es de ahora el más ingenuo. Todo no es delito de cárcel, todo no es maldecido, todo lo que es no se puede lavar como un trapo sucio y dejarlo limpio, limpio y puro. Quien será uno, quien será el otro, cuando ambos van como cogidos de la mano, solo falta que entrelacen los dedos para verse como dos amantes perdidos en la más absoluta oscuridad del mar perpetuo.

          Sal del armario. Escucha una voz susurrante. Demuestra tu verdadera personalidad, tu verdadera personalidad.

No existe ni armario ni final verdadero, nadie descansa de una manera eterna, todo es como si estuviese durmiendo y de vez en cuando canaliza su energía a través de mí. Yo no soy ni un perro a la voz de su amo ni sigo los caminos trazados de la vida. Yo soy un águila, no ningún buitre, solo dejo que me vengan y me cuenten sus historias, sean verdades o mentiras, les dejo venir. Les abro la puerta de mi alma y ellos, como Seres de la oscuridad vienen y me cuentan su pasado, un pasado no muy lejano y que puede ser la verdadera vida de alguien.

        Te dejo tranquilo, no sufras por ello. Ya sé que puedo contar contigo como amigo y confidente, aunque lo escribas y lo narres, siempre te tendré respeto y no te haré martillear tu cabeza. Vigila a quién le explicas mi historia, porque se puede asemejar a la de alguien cercano. Hay muchas mujeres, pero como la que yo tuve en mis sueños y en mi vida, solo existe una. Solo existe una vida y si no es así, ya me enteraré, para volver. No por la chica, sino por aquel que precipitó mi marcha de este mundo. A él, si llego a dar con él. Le haré vivir su peor pesadilla, porque yo ya no tengo ganas de reír y he perdido toda la esperanza de poder tocarla y acariciarla, para poseerla como hombre que era o soy.

Como el humo de un cigarrillo desaparece sin dejar rastro, al menos a alguien he conocido, a alguien que podría darme más lecciones de la vida misma. Solo espero que no sea la última vez que me visite y podamos entrar en una vida que sea menos peligrosa que la vida misma. Me ha hecho pensar, me ha hecho recapacitar y andar con cuidado, ya que nadie se libra del amor. Ella sigue aquí, en este mundo, pero yo no quiero conocerla. Solo deseo cabalgar con los senderos de la imaginación y sentir que la gente, que la sociedad se ama de verdad y que no es cosa de una sola noche.

 

 


viernes, 10 de julio de 2020

                                                                     2022

En el transcurso de mi vida, en la mierda de mi vida, me he cruzado tanto con el bien como con el mal, me he cruzado con la luz y con la oscuridad, con la servidumbre como la rebeldía. El anhelo de hacer y no hacer lo que han hecho mis padres y abuelos o quizás querer romper las barreras del tiempo y no vivir más anclado en el pasado. Todo depende del prisma con el que se mire y del espejo en donde nos reflejemos. Todo es tan relativo que es como dejar un vaso o una botella medio llena o medio vacía, qué más da. Quiero más cerveza, que no pare, que este tren no pare, me hace elevar, me hace tocar el cielo con la punta de los dedos y saborear las mieles del triunfo. Todo es así, todo es un hablar sin un sin sentido, por eso este  relato o historia verídica, a saber, ni yo mismo lo sé. A saber

Puede ir de farol, me puede llevar a la perdición o puedo tener una mano ganadora, quién lo sabe. Solo el poder mental que no se transmite o sí, puede hacerme retroceder en la partida, de mientras pienso y pienso, parece que la cabeza me burbujee y me vaya a estallar. Se escucha un murmuro  a lo lejos, dentro de mi mente o de mi cerebro que dice lo siguiente…

        ¿Quién dice que yo sea la maldad, quién es capaz de decir o dar tal confirmación de un hecho que ni se sabe ni se sabrá?  Será el efecto del alcohol u otras substancias, quién lo sabe. Yo solo sé que no le quito vista de su cara, su maldita cara y de sus ojos mirando fijamente sus cartas. No sonríe, no hace ninguna mueca. Se da cuenta que le miro y me guiña un ojo, eso me enerva y me enfurece hasta tal extremo que doy un golpe con la silla.

Del golpe se calla, se adueña el silencio del lugar y en mi imaginación, a la luz de un candil escribo hasta con un plumín cierta historia…

“Manuel, hombre de mediana edad, andaba por la orilla del mar. Estamos ya en plena época estival, observa, solo observa y ve, ve como la gente o bien descansa o bien se divierte a su manera. Todo es así, tranquilo, sin ninguna novedad, hasta que el haz de un cometa se cruza por el cielo, será una señal o se está volviendo loco. Son ya las ocho de la tarde de un día como hoy, de julio. Se le ocurre pedir un deseo, un deseo que anhela y desea desde que era pequeño y que por circunstancias de la vida, no ha sido posible hacerla realidad. Se encuentra una botella de cristal, parece que sea de vino o mejor dicho era, porque ya está vacía y ya no hay nada dentro. Manuel, ni corto ni perezoso la coge y cogiendo un trozo de papel de su cartera, escribe bolígrafo en mano un anhelo deseo. Lo introduce dentro de la botella y acercándose al final de una pasarela de la playa, la tira al agua, siempre mirando que no le vea nadie. Se cerciora mirando de izquierda a derecha y de detrás de él, ya que enfrente solo tiene el mar, el ancho mar. Solo el rompeolas podría malograr el destino final del mensaje”.

Camino por dentro de la cueva, solo acompañado por el candil que hace de mí una sombra, ¿cómo es posible?, con la persona que era yo y estoy aquí, narrando una historia sin final o quizás sí. Es un camino sin final y como si fuese una mina fuera de servicio, tiene demasiados cruces de caminos y un sinfín de galerías. Yo por ellas me pierdo o quizás sea solo mi mente la que me lleva a tal extremo. Al final me paro mentalmente y sigo divagando y dibujando frases que hacen de ella una verdadera historia.

“Se despide lanzando un beso y marchándose, pone rumbo ya para casa. No ha de saberlo nadie, es un secreto, ni yo mismo aún sé de qué se trata y que ha escrito el protagonista del relato en el pequeño papel. Todo es un suponer, todo es divagar sin saber o quizás sí, algo intuyo, ya que soy yo el narrador de esta historia”.

        Arácnidos, cucarachas e incluso serpientes, me sirven de alimento y de sustento alimenticio diario. Vivo en una constante locura por la supervivencia, ya que estoy solo, aquí, arriba de una montaña perdida en lo más lejano del continente asiático.

¿Quién habla?, estoy perdiendo la razón, todo me lleva a desconcentrarme de la partida y hay dinero, mucho dinero en juego. Busco una luz, solo una luz que no sea la reflejada por la Luna, que sea el Sol el que me alumbre y me hago cerrar los ojos ya que no puedo ser tan prepotente de mirarle fijamente. Cierro los ojos y veo tu imagen como en una diapositiva, veo tu trasluz, veo tu imagen dorada, veo que no es posible y yo mismo me adentro más en mi cueva. El candil hace mi sombra, mi mala sombra por haberme cruzado contigo, el destino solo el destino lo sabrá. Motivos hay muchos, maldades las tuyas, todo es relativo. Yo no soy quien soy por ti, lo soy por mí.

Reparte otra vez cartas, mi contrincante solo pide una, ¿irá de farol o será que se la quiere jugar?, solo él lo sabe. Yo, soy más lanzado y pido cuatro. Qué más da, ¿quién tendrá el As de picas, quién de los dos tendrá el comodín? Todo es relativo, como los pocos dineros que todavía atesoro y que puedo llegar a perderlo todo.

No me lo puedo creer, veo luces de colores, veo imágenes reflejadas en las paredes, hasta en una, en la que hay situada detrás de mi contrincante veo una mano ganadora. El corazón me sube de latidos y la tensión se me pone por las nubes. No sé si es el efecto de lo que es o soy yo, pero solo quiero terminar la partida y para ello suelto las cinco cartas encima de la mesa boca abajo, cayendo con ellas, mi cabeza va al suelo.

¡Ja!, ahora soy yo el que escribe, he matado al narrador, soy Manuel. No podía dejarle que siguiera diciendo de mí, tales mentiras o medias verdades. Quién se creía que era, se creía omnipotente, como si fuese un dios alcanzado por la Luz se veía y he tenido que pararle los pies, no me conviene que tanto se sepa. Soy yo el único que puede contar la verdadera verdad, como si yo no supiera escribir. Lo único que haré será explicar con mis mejores maneras y mejores palabras, todo aquello que se me ocurre. Sea o no verdad, solo a mí me incumbe, a nadie más, ni una sola palabra mal dicha saldrá de nuevo de mi boca, eso lo prometo, eso no lo juro pero lo prometo. Jurar, no hay que hacerlo nunca, porque son palabras mayores y eso no lo puede hacer nadie. Como el que escribe una carta mental, se ha dejado llevar y ha perdido la partida, se retira de la mesa. Le tachan de cobarde, pero no va a más, no ve sus cartas, todo quedará en un sin saber. Quién tenía el As, quién tenía el comodín, que mierda yo sé.

Como me pude enamorar tan joven de tan bella muchacha, cuando en ella reinaba la maldad. Una maldad que disfrazaba con la rebeldía, pero que en verdad solo era maldad, solo era un desgarro emocional que a mí me absorbía por completo.

 “Te quiero, te sigo queriendo”, como el mar arrastra a la orilla el mar, yo te sigo queriendo. Una y otra vez, te sigo queriendo. Te amaré en silencio, te rogaré que te sigas acordando de mí, como si fuese la última persona que vieses antes de irte a dormir antes de que cerraras los ojos por las noches y fuese la primera a la que vieras al abrirlos por la mañana. Que dichoso sería si mi amor hacia a ti, si este fuese correspondido, no solo con maldad sino con la alegría de que fueses mi pareja. Todo eso es lo que he querido poner en el papel de la botella, pero es muy largo de explicar. El corazón, al menos el mío, ya tiene dueño y ese dueño eres tú, sí Esther eres tú. Aunque no sea clara nuestra relación, yo la veo así. Por eso me inclino ahora a la más tierna soledad, porque mi corazón ya te pertenece y no seré de nadie más. Ya puede ser alta y guapa, que como tú, ninguna.

Si debo esperarte en el cielo, así lo haré, pero de anciano, no pienses ni por un momento que voy a cometer el error más grande que se puede cometer. Espero ver en mi cara, las arrugas de la vejez y del saber y poder contarte en algún banco de algún lado de este pueblo, lo que mi corazón late por ti, solo de ti y por ti.

Como un cucurucho de helado de fresa, me voy derritiendo, me voy consumiendo. Las gotas que caen, no son más que mis propias lágrimas del deseo de tenerte a ti, de acercarme y poder besarte y abrazarte. Pero eso es imposible, ya ni te veo por las esquinas de aquellos lugares que frecuentabas cuando los dos éramos tan jóvenes. Dime si me equivoco y que yo no fui tan solo un juego para ti. Bella pensaba que eras por dentro, después de todo, menos mal que tan solo todo ha sido un juego. Por tu parte y por la mía, tan solo un juego. No de ajedrez, porque no hay vencedor ni vencido, tan solo hay lo que hay, un simple juego en el que los dos aprendimos que el respeto es lo más valioso que existe y que sin ello no se puede vivir. Es el mismo respeto, el que me lleva a la melancolía y todo esto, no puedo escribirlo en una botella sin antes ser yo mismo el que se la beba”.

Como embrujado por tu sonrisa, me siento todavía y he decidido no jugar más, dejar los lugares oscuros y adentrarme en la claridad de aquello que debía haber sido. Tú sí que eras una buena mano, no solo para pasear, sino para amarte para toda la eternidad y por mi mala cabeza y mi mala bebida te dejé marchar. Aunque te reías de mí, fue divertido mientras duró.

Camino ahora, solo, sin la compañía de ningún narrador, por las calles soleadas de mi querida ciudad española, suelo adentrarme tanto en mis sueños, que pierdo la realidad y con ello, mi verdadero Ser y mi verdadera personalidad, aunque esta haya sido de mala gestión. Sueño con encontrarte otro día y que me digas a viva voz, que también has salido de donde estabas metida y que me amas. Me daría tal vuelco el corazón, que no lo sabes bien.

Pasaron no años, sino décadas, hasta que un banco de un parque cercano, se cruzó en sus caminos. Esther iba acompañada por una niña, él, solo sentado bastón en mano la llamó.

                        -          ¡Esther!, dijo casi sollozando.

La llamó dos veces, a la tercera se calló, no hizo ningún gesto de mirarle y Manuel se miró las manos, unas manos arrugadas por el paso del tiempo. La ahora anciana se marchó, haciendo caso omiso a sus llamadas. Se levantó ayudado por su bastón, pero no por ello no significa que no pudiera de un puntapié darle una patada a una lata de refresco vacía. Ya la maldice, ya ha dejado de quererla y piensa que ha cometido un gran error en cerrar su corazón. Podría haber volado, con sus propias alas, solo o acompañado, quien lo sabe, pero al menos haber visto las cumbres nevadas de cierta ciudad. Todo queda como el agua de claro y lo deja correr, hasta que un día de cualquier año el corazón le deje de latir y también en ese momento quizás, consiga su ansiada libertad.