LA CIUDAD
MARCHITA
Hace
tiempo, mucho tiempo, antes de que el hombre pisara la Luna e incluso
descubriera el fuego, existía por aquellos y estos lares, un Ser llamado
“hombre”. El primero sí, el primer hombre y claro está, la primera mujer. Ellos
fueron engendrando, aumentando en número, hasta que somos los que somos en la
actualidad. Algunos de mejor pasta y otros quizás, no digo peores, pero sí que
digo diferentes. Entre ellos, entre los primeros o los segundos, me encuentro
yo. Os lo dejo a vuestro libre albedrío, el decidir o el elegir, así debería
ser siempre, con todo y con todos. No, que hasta ese derecho nos ha sido
arrebatado por una sociedad que ni ve ni deja ver.
Paseo
muchas veces con las manos en los bolsillos, observo a la sociedad, a la
humanidad en sí. Ya no me enfurece y me enoja, me he dado por vencido de que
todo es como es, solo debemos dedicar cinco minutos al mirar a nuestro
alrededor y veremos lo que es una nefasta realidad. Pero en fin, cada uno es libre
de decidir y de elegir, mientras no perturbe ni haga daño al prójimo. Me
levanto del banco y me dirijo a casa, pero en vez de entrar por el portal,
entro por el parking del edificio. Hablo mucho, a veces con algún vecino, otras
conmigo mismo, no sé cuál me llevo a esta, pero en fin así sucedió y con toda
la calma, lo resumo en este escrito…
No te quieres enterar, pero
todo esto es la más pura verdad y la más pura realidad. Aunque no te lo creas,
aunque no lo veas, todo es como es, simplemente porque sino esta, la vida no sería la misma. Todo es un caos,
todo es una calma relativa, quien sabe la verdadera verdad, yo ya no la sé,
quién la sepa que tire la primera piedra. Yo solo cojo mi rato de ocio y
fumando un poco de hierba me evado, dejándome llevar y alejándome de todo
aquello que me rodea de forma visual.
Todos
los caminos llevan a Roma o al menos eso dicen, al igual que todos los caminos
pueden llevar a Santiago de Compostela, ¿quién de vosotros me puede decir la
verdad, que camino puedo o debo elegir? Si fuese un poco listo tomaría el mío
propio, mi propio y único camino, lleno de sabores dulces y agridulces, de
inviernos fríos y cálidos veranos, todo ello remojado por el agua de las
tempestades del Mal, vientos de aquellos que solo quieren en mí perturbar mi
paz.
Vivo
solo, solo en un pequeño piso en las afueras de alguna gran ciudad, no hace
falta que diga el nombre del lugar, al menos yo ya sé cuál es y con ello me
vale. A vosotros, los lectores, os dejo que seáis los que elijáis el vuestro,
como vuestro es el camino que tomáis y con ello la suerte que llevéis a
merecer. Todo no son lloros, todo no son alegrías, todo es referente a la
propia vida, todo es relativo, qué más da. Yo sigo el mío propio, un camino que
no deja de ser mental, como el lugar adónde se alberga mi alma, mi propio Ser
como persona.
Estaré
loco o será que me he dormido entre las sombras del anochecer, pero aquí me
siento de observador, no dominado por aquello qué sé que muchas sienten, todo
es lo que es, maldad en la ciudad. En cambio la bondad y la rebeldía que son,
qué más da si todo es una alegoría, todo es relativo y no todo es maldecido. Velas
rojas, velas azules, da igual las que elijas, todo es la intención lo que te
domina. Seguirás leyendo y yo seguiré escribiendo de todo aquello en lo que uno
es puro teatro. Una función de teatro es la vida, es la que te toca elegir un
rol o bien sinceramente me alegro por ti, por y para tenerte alejado de todo
aquello que no te puede beneficiar, solo todo es lo que es.
Lloro me entran ganas de
llorar, ya que hay algo que perturba mi voluntad, todo esto qué es ni más ni
menos es lo que presiento, es la sombra de algún Ser maligno. Será o no será,
el tiempo lo dirá.
Soledad
embaucadora, soledad perturbada por aquel que se asemeja no sé a quién, lo sé
porque yo siento su energía. Me siento en el suelo, me siento y pegando una
calada canalizo la energía, tomo asiento en el frío suelo del garaje y me relajo y me dejo llevar. Todo es relativo,
todo es lo que es, así que sin más en mi imaginación me adentro en el oscuro
bosque sin farolas que me alumbren, enseñar es que te indiquen los caminos. Tráelo,
que estoy con un canalizador de sombras, a lo mejor es porque yo soy una de
ellas mejor. Viste de negro, porque es el puro Ser, lo de puro no tengo nada, todo
aquello puede que quedara muy atrás.
Hay
una fuerte tormenta en mi mente, no sé adónde cobijarme, los senderos del
anochecer me llevan, me inducen. Porque para mí, no es tortuoso y qué más da
que sea, yo todo lo que al vino dicen es la sangre de todo cuerpo sagrado.
Quien quiera que sea que se enteró del camino me dio de lado sin moverse ni un
metro, lo que hago, lo hago sentado y no sé quién es quién, entra dentro de mí,
puede llevar un ejército de demonios con él para dentro. Dentro del bosque
adentro, me adentro en los senderos del anochecer sin claro que vea yo la Tierra.
Como un pescador perdido en la mar me siento, como un cervatillo, ¡ay! como un
cervatillo de pocos meses, que ha perdido la madre me siento desde mis adentros.
Qué más da, yo no concibo la maldad pero sé que existe y yo creo que las
sombras de la noche deben de tener en algún lugar una pizca de bondad, aunque a
veces sangren de lamentos porque en toda la sociedad no se escuchen sus
conciencias y están dormidos, ¿estás sordo y ciego?
¡Dame!,
dame, dame. Entre el amanecer y el anochecer existe la suerte y el infortunio,
entre aquello qué vemos y aquello que intuimos, existe el libre albedrío dónde
todos y todas son bienvenidos y bienvenidas. Qué más da la raza, la condición o
el sexo de la persona, todo ello se hace valer por lo que hacemos. Sino que
hacemos nosotros, sino crear un vínculo transparente cómo es la cortina que nos
separa de la vida de la mismísima muerte y de las ciudades solamente.
Dame
una ilusión con la que vivir y una razón por la que morir, al menos de este
mundo. Yo sé, lo creo, lo que veo y es
lo que siento, es lo que siento, no es que me haga llorar y es lo que es tuyo
qué más da. No solo somos de carne y hueso, tenemos alma, tenemos nuestra propia
energía y nuestros propios pensamientos qué más da lo que digan los demás, qué
más da aquellos que se creen libres, se creen portadores de la verdad absoluta
qué más da. Todo ello solo son pensamientos porque existo y en mi mente está mi
alma, en mi mente está mi razón de vivir y esa no la puede tocar nadie. Porque
merece la pena luchar, porque merece la
pena vivir si no es solamente por el poder decir que estamos aquí.
Todos
somos lo que somos y todos viviremos lo que viviremos, porque si merece la pena
luchar merece la pena levantarse cada mañana y decir que este día será
diferente, será mejor, seremos más felices qué más da todo es el merecer poder
luchar.
Gritos
silenciosos surgen desde las profundidades del mal, sordos nos quedamos todos
al no querer escuchar aquel que se lamenta de la vida llevada. Aquel que
echaría todo a rodar si con ello tuviera una sola oportunidad, velas rojas,
velas negras, velas negras, velas azules, azul intenso como la oscuridad de la
noche.
Se hace la noche, se hace la
negritud afuera, solo los fluorescentes me hacen ver aquello, que no dejan de
ser, nada más que muros de piedra.
–
¡Sombras!, salir y demostrar lo que sé, es que al parecer por
lo que yo sé que adentro de vosotras mismas, existe una pizca de bondad. No me
hagáis creer que solamente en vuestra alma alberga la maldad, demostrarme de lo
que sois capaces de hacer.
Suena
en el falso techo del garaje, llueve a cántaros y los pájaros se refugian entre
las ramas de los árboles, siendo testigos de lo que adentro sucede.
-
Tú dices que eres hijo mío, tú dices que has sido salvador de
quién quieres, ¿quién soy yo? Sígueme, a salvo en medio del abismo, en medio de
una historia ahora mismo me encuentro.
Me
relajo, solo escucho el golpear de las gotas de agua que caen de forma
torrencial.
–
Todo esto, todo lo que sucede es para decirme lo que te puedo
hacer o quieres decir que ahora te da por hablarme o escribir.
Sorprendido
me quedo, anhelo vidas pasadas que yo mismo sé que he vivido, dónde yo he
estado en otras civilizaciones.
–
¿Qué hablas?, que no escribes lo qué dices y lo qué hablas si
la cortina es fina y transparente, ¿y yo?, aunque digan, aunque hablen de todo
es como es. Es como estar en la piscina aguantando la respiración, hasta salir
a flote yo no me creo ni me quiero llegar a creer.
–
Tendré 22 años de vida terrenal, en el otro plano ahora me
encuentro, vencido, porque todo es como es tú eres, un siempre narrador de
historias y de cuentos. De cuentos y leyendas, ¿pero cuál es verdad y cuál es
la más sincera?, yo no lo sé. Si tú lo sabes, dímelo, veo serpientes debajo de
mi cama y también había serpientes a mí
alrededor.
–
Cuál es quién yo para poder responder a tal pregunta,
solamente estoy como un sacerdote, no, no sin sacerdote. Solamente soy un canalizador
de energía, dime tú quién eres. Yo no te lo pienso decir, adivínalo si eres tan
ruin.
–
Yo no soy Ruiz ni mucho menos, solamente dime quién eres para
poder presentarte a mis seres queridos, porque aún que pertenezca a la
oscuridad eso no significa que no tenga bondad, amor y bondad. Creé mis
sentimientos en esa pequeña caja
escondida en algún lugar de mi alma, la tengo ahí sí, escondida para que nadie
la dañe como es cierto, puedo ser muy sensible muy cierto. Qué más da que a los
20 lo que haya sido, no te levantes del suelo, sigue sentado ahí y sigue
escuchando la calle del que escucha más que llorar es decente.
Me hace bajar, me hace
descender. Solamente veo al centinela, no hay mayor ruido que la sorda soledad.
Todo es como es una simple mentira de la vida, sueño a veces con conseguir
metas que son alcanzables para un Ser. Sueño, sueño tanto que me quedo dormido,
tanto que levito y viajo con los ojos vendados, llego a donde ningún ser ha llegado
jamás despierto. Dónde puede ser eso, si no lo más lejano del Universo, ¿cómo
viajar hasta ahí?, quién lo sabe. No siento ni veo, solo sé que estoy vivo,
pero no me veo las manos, no me veo los pies. Solamente estoy acompañado por
seres que se iluminan como yo que se iluminan en la oscuridad, todo pasa
rápido.
–
Te vendrás conmigo, vendrás antes de lo que tú
te piensas vendrás. Como y cuando, quién lo sabe, a saber.
Pasaron dos horas, en las que para mi entender estuve
dormido. Sí, en el suelo de cemento del garaje. Pero no fue así, estaba en la
camilla de una sala de urgencias de un hospital cercano. Lo único parecido eran
los fluorescentes, todo lo demás era de color blanco, blanco como el color de
la bata del doctor que se me acerca a mi lado. Se alegra el verme despierto, se
alegra porque no las tenía todas con él o al menos eso me dice. A su lado, un
mozo, la mente me dio un giro de 180 grados y pensé en aquel que se me
representó. El médico no podía verlo, pero yo sí. Me dice, me aconseja a que
vaya con él, cosa que no hago. Se pone nervioso y se enfurece, tal es, que
entra de nuevo dentro de mí, provocándome un paro cardiaco.
Hay que ser malvado y despiadado, como si fuese a cobrar una
recompensa quiere que me vaya con él. Lucho, luchamos entre el médico y yo,
vuelvo en sí al rato. Ya no está, pero me quedo temeroso, tengo por primera vez
miedo de que pasará, soy muy joven para marcharme tan pronto. Pero las sombras
no entienden de ello y aunque no lo vea, sé que está ahí, que existe, lo intuyo,
presiento su estar, aunque no entre dentro de mí.
Pasó el tiempo, dos o tres semanas hasta que me dieron el
alta y ahora, así me encuentro, haciendo un resumen de lo sucedido, como si de
un relato fuese. No hay mayor verdad que aquella que no se ve, pero se
presiente y todo por querer saber. No pienso marcharme tan pronto, me queda
mucho que aprender y mucho que disfrutar, así que cojo las llaves de mi coche y
en dos pasos estoy en el parking. Se me caen al suelo y cuando voy a recogerla
un coche me atropella mortalmente. Que le voy a hacer, solo me dio tiempo a
mirar a la luna delantera y ahí estaba el mozo en cuestión, con una sonrisa
malvada y como si de una caza se tratase, como si fuese a cobrar una
recompensa, me hace otra vez descender, pero esta vez de forma definitiva. Me
descargan de toda energía, ya no soy dueño de mí mismo, solo sueño con escapar
y a ti, narrador te lo suplico. Escribe y escribe, para que todo el mundo sepa
la verdadera verdad. Hay cazadores de energía, hay vampiros de la noche, de la
noche en una ciudad marchita.
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