sábado, 18 de julio de 2020

                                     La guillotina

Subido en su caballo, se alza poderoso y se encamina hacia su destino, ¿cuál es tal?, a saber. Ni el mismo lo sabe, solo lleva una pequeña daga, una espina en el corazón. Se llama Rosa, Rosa es su nombre y a ella le desea todo lo que no pueda malograr el destino. Todo depende de cómo cabalgue por las colinas y estepas del horizonte no muy lejano.

El Sol permanece en lo más alto, achicharra hasta en la sombra, ¿pero, que sombra?, si él es a campo abierto. Solo se escuchan aquellos insectos que hacen sonar su peculiar música y solo le molestan aquellos que vuelan a ras del rostro y de su cabeza.  Cabeza, cuya tiene precio, todo por ser un bala perdida, un ser no dominado por la sociedad que surca los mares de los bajos fondos. Todo es relativo, todo depende con el prisma que se mire.

Hace veinticinco años, recuerda cuando era más joven y más incauto. Toda lágrima que rodó no era por un mal querer. Hace años de ello y todavía recuerda con anhelo todo lo vivido, todo aquello que como en una película de ficción vivieron ellos dos juntos. Noches en vela, a la luz de las farolas y a la luz de fluorescentes de los locales nocturnos.

Quien podía predecir que todo acabaría así, ahora ya no recuerdo cuando fue, pero no tengo ganas de pensar que hubiera sido de mí, si no hubiera cabalgado en mi caballo blanco, como blanco era de puro yo.

Con el vestido blanco y la cara lavada y sin maquillar, ella recorre los pasadizos de la noche. Las farolas hacen que se desquebrajen las sombras de aquellos que no quieren dejar de vivir en la oscuridad. Yo ya no soy lo que fui y no sé si alegrarme o entristecerme, era como un gusano de seda y ahora me he convertido en mariposa, en mariposa que abre sus alas para volar. Bonitos dibujos y colores son así mis alas y aleteo todo lo que puedo, quiero volar lo más alto que pueda. Ya sé que no soy ningún águila y ningún halcón, pero seguiré sintiendo la misma libertad, una libertad que no está enjaulada y ni tengo los pies en el suelo, ya que mi imaginación sobrevuela el Universo, mientras mis labios recorren su cuerpo y como si fuese miel, la saboreo, sacando la lengua.

No si será la misma muerte la que me visita, pero me dice su nombre y ese no es otro que Rosa, que con su vestido blanco hace que recorre las cepas de vino, un vino que no se avinagra como lo hace la vida misma. Litros y litros de ese oscuro líquido sería capaz de beber, si mi cuerpo me acompañara y no fuese tan precavido. La llamo, exclamo y grito, quién será la dueña de esa misma casa, esa casa de color azul. Es especial y ella lo sabe. Yo subido a mi caballo, voy dando vueltas alrededor de su vivienda, hasta que al final sale por la ventana y dice mi nombre, ¡ay!, mi nombre. Pero si tengo tantos, que ya no sé por cuál elegir y por cual definir mi persona.

Me entra de golpe la depresión, la negativa por su parte, me hace bajar de mi nube, que no era otra cosa que mi caballo, que no era otra cosa que el galope de mi corazón enamorado. Ahora camino, camino y camino despacio, no tengo prisa, no me espera nadie. Ahora sí, me paro en uno de los locales y me tomo una birra, una que acompaña a la siguiente y esta, a la penúltima. Solo cuando estoy borracho, me siento capaz de asumir mi fracaso, de asumir y aceptar la decepción. No está ella, me ha dejado, no está a mi lado para cabalgar juntos, juntos hasta el amanecer. Aunque cuando sale el Sol, por allí al final, sí por detrás del horizonte me siento afortunado por verla una vez.

Pienso y repienso, que me voy a comprar un auto caravana, me voy a comprar un piso flotante, dónde mis lágrimas no hagan de ello una piscina. Recorrer el mundo o al menos el país, no hay nadie ni nada que me lo impida. Solo es un sueño que dejo escapar con el último sorbo de la botella.

          ¿Te falla la memoria o qué, no te acuerdas de quién soy yo?, soy tu verdadero Ser, tu verdadera alma, esa sombra, esa mala sombra que por la noche como si fuese un perro se tratase, me sacas a pasear. Me orino en aquellos lugares, que dicen y no se nombran,  vomito palabras maldecidas en aquellos lugares que tú crees que son de  respeto.

          Me revuelves el cuerpo y al final tiraré de la cadena y te dejaré marchar. No mereces nada sobre mí, solo mi total vacío y poco valor hacia tu persona

          Me enojas, me cabreas. A mí no me insultes, que soy tu verdadero Ser, esa que tanto tapas. Ladrón, estafador y embustero, a mí no me engañas, eres lo que eres. Una sombra, una mala sombra que no merece la vida, ya que esta es un regalo y un don preciado que no todos la disfrutan de la misma manera. ¡Mira, mira!, solo tienes que encender la televisión y verás la actualidad, la verdadera verdad o es que nos engañan, ¿tú que te crees?

          Que te importa lo que yo haga o deje de hacer, todo depende mí mismo y no de ningún intruso que se meta en mi cabeza. Yo siempre he sido igual de guapo o igual de feo, pero eso que más da. El hábito no hace al hombre, ni lo convierte ni en truhan ni en monje.

          Estás completamente equivocado, no me hagas enfurecer, los mares oscuros los domino yo y te puedo provocar tal tormenta mental, que no te levantarás de la cama o del sofá, tú eliges, tú eres quien decides. Sería muy fácil dejarte en la cuneta y no es ese mi deseo, con que levanta el ánimo y déjame entrar por completo en tu vida. Que sea buena o mala, también me pertenece, ya que tú soy yo y yo soy tú.

          Estás loco o me estaré provocando tal éxtasis en mi cabeza, que no me van a dejar de rebrotar ideas, ideas no muy buenas que digamos. Aléjate y déjame fluir y vivir, esta solo me pertenece a mí. Ya verás cómo será imposible que entres por completo en mi cerebro, que por mucho que le martillees no dejaré volar. Conque, adiós, adiós. Vuela a otro lado y déjame a mí con mis cosas.

Pasaron dos meses exactos,  todo se calmó y yo me pensaba seguro, tomando mi cerveza tranquilo en la barra de un antiguo bar. De esos que solo existen en los cascos antiguos de las grandes ciudades. Todo parecía ir rodado, hasta que al salir, alguien me atacó, no supe nunca quién fue, pero yo fallecí, mi cuerpo expiró. Me parece que fue por alguna venganza, nunca se supo la verdadera verdad. Solo un cuchillo lleno de la sangre de mi cuerpo yacía junto a mí, en el suelo. No pudieron dar con quien fue, no estaba fichado, ya que no tenían sus huellas, corrió demasiado y no lo pudieron alcanzar, eran altas horas de la noche y ello me absorbe por completo, solo necesito que se haga justicia y no sé si será verdad que la habrá. Yo solo sé que no estoy tan mal, aquí al otro lado, todo son mares oscuros, todo son las malas compañías y todo ello sienta fatal si lo mezclas con algo de alcohol.

En el mar oscuro de la noche, alumbra por la mañana la penumbra. Saca pecho y provecho todo aquel que se cree justo y solo es un villano, un crápula de la nocturnidad, un Ser despiadado que no tiene nada que ver con aquello que no sea la propia dicha maldad. Caminante va haciendo senderos del anochecer, caminante por los locales nocturnos de la mediocridad. Todo es como es, la envidia, el rencor y la soberbia de aquel que se cree superior, superior de algo o de alguien que se llama “humildad”, superior de algo o de alguien que se llame como se llame, es persona por igual.

Amor por amor no existe, solo el dinero tiene valor y el respeto vale su peso no en oro, sino en euros y en embaucadores de todo aquel que se piensa que no va a ser vigilado ni pillado o cazado. Amo de aquellos que no son más que títeres de todos aquellos que bailan al son de una música que ellos llaman “sagrada” y esa, esa es la propia voz de su amo. La voz de un pastor sin perro que lleva a sus ovejas como en rebaño al redil. No hay valla, solo la mentalidad de aquellos que son todavía más débiles.

Sin hacer el menor daño físico posible, produce el fracaso de aquel que con la lengua no es avispado, no vibra a la misma sintonía y por ello no son elegidos para ser del rebaño. Partícipes de la maldad, hacen de la suya su verdadera verdad, todo es mentira pero la gente, la sociedad no lo sabe, ya que son ciegos del saber y no son capaces de entrar en materia y adivinar o profundizar en el verdadero sentido de la vida. Todo si pudiera ser, no se dibujaría esvásticas en los muros de aquellos edificios que son emblemáticos y escapan de ser visitados por los más ingenuos y humildes.

Como serpiente zigzaguea, como una araña recorre el suelo de la inmundicia, intenta sacar provecho de algo o de alguien que no es de ahora el más ingenuo. Todo no es delito de cárcel, todo no es maldecido, todo lo que es no se puede lavar como un trapo sucio y dejarlo limpio, limpio y puro. Quien será uno, quien será el otro, cuando ambos van como cogidos de la mano, solo falta que entrelacen los dedos para verse como dos amantes perdidos en la más absoluta oscuridad del mar perpetuo.

          Sal del armario. Escucha una voz susurrante. Demuestra tu verdadera personalidad, tu verdadera personalidad.

No existe ni armario ni final verdadero, nadie descansa de una manera eterna, todo es como si estuviese durmiendo y de vez en cuando canaliza su energía a través de mí. Yo no soy ni un perro a la voz de su amo ni sigo los caminos trazados de la vida. Yo soy un águila, no ningún buitre, solo dejo que me vengan y me cuenten sus historias, sean verdades o mentiras, les dejo venir. Les abro la puerta de mi alma y ellos, como Seres de la oscuridad vienen y me cuentan su pasado, un pasado no muy lejano y que puede ser la verdadera vida de alguien.

        Te dejo tranquilo, no sufras por ello. Ya sé que puedo contar contigo como amigo y confidente, aunque lo escribas y lo narres, siempre te tendré respeto y no te haré martillear tu cabeza. Vigila a quién le explicas mi historia, porque se puede asemejar a la de alguien cercano. Hay muchas mujeres, pero como la que yo tuve en mis sueños y en mi vida, solo existe una. Solo existe una vida y si no es así, ya me enteraré, para volver. No por la chica, sino por aquel que precipitó mi marcha de este mundo. A él, si llego a dar con él. Le haré vivir su peor pesadilla, porque yo ya no tengo ganas de reír y he perdido toda la esperanza de poder tocarla y acariciarla, para poseerla como hombre que era o soy.

Como el humo de un cigarrillo desaparece sin dejar rastro, al menos a alguien he conocido, a alguien que podría darme más lecciones de la vida misma. Solo espero que no sea la última vez que me visite y podamos entrar en una vida que sea menos peligrosa que la vida misma. Me ha hecho pensar, me ha hecho recapacitar y andar con cuidado, ya que nadie se libra del amor. Ella sigue aquí, en este mundo, pero yo no quiero conocerla. Solo deseo cabalgar con los senderos de la imaginación y sentir que la gente, que la sociedad se ama de verdad y que no es cosa de una sola noche.

 

 


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