jueves, 12 de mayo de 2016


                                         Castillos en el aire.

Os podría relatar alguna historia de algún castillo o de algún lugar anteriormente habitado y frecuentado por buena gente, gente que no ha llegado a ver la luz al final del túnel. ¿De qué túnel? Eso no es ahora lo importante y lo que nos ocupa...Imaginaos la gente, imaginaos la cantidad de almas que siendo amorosas y piadosas de sí mismas, no encuentran la paz y el consuelo y siguen llorando por no conseguir ver el camino.
¿Cuál es el camino? A saber. Solo se sabe, que se sientan a nuestro lado y nos explican en voz baja su historia. Algunas más alegres que otras, algunas incluso divertidas y entonces y solo entonces, cuando se les pregunta. ¿Entonces qué haces aquí? No obtenemos respuesta, solo una vibración diferente y como abeja en un panal, no tiene derecho a la entrada. Que vibración será esa, que alma no tiene derecho a la entrada en aquello que es de merecer, ya que ha tenido una vida sencilla, pero ordenada. ¿Qué espíritu le acompaña en su vida? Cuál es la causa de tal efecto, que se siente rebotada y devuelta a la Tierra, pero sin cuerpo. Solo se acerca a aquellas de buena voluntad, porque no todo lo bueno está al otro lado. Pero eso, ya os lo terminaré de contar....

No hay tregua, no hay límite. Te has pasado demasiado tiempo en la cueva, te ciega la luz del Sol. No sabes andar, como no sea a cuatro patas. ¿Cuánto más habrá que lamentar? Yo ya me hago cargo y te ayudo, no te digo mi nombre, pero tú ya lo sabes. Ahora, es uno de nuestros mejores secretos. Solo sabes que a golpe de lanza, no se lucha. ¿Cómo lo harás? Te sientes seguro, no tienes nada que perder. Solo esperar que salga la Luna, para poder ver mejor el sendero del amanecer. ¿Por dónde y a dónde irás? Ahora que has roto tus cadenas, esas cadenas invisibles que te ataban a la sociedad. A dónde irás, sales de la cueva. Esa cueva llamada...a saber. Tú sí qué lo sabes, eres más listo de lo que pareces. No tienes nada que perder, solo tu vida es lo que tiene más y único valor, ahora falta el que tú tengas para enfrentarte a la vida. O es qué prefieres enfrentarte a la muerte sin saber lo que puedes perder en esta.

No tienes mujer ni hijos, que esperas. Nunca has tenido intención de formar una familia, ¿qué te pasa y que es lo que deseas? Solo parece, solo deseas ver la vida pasar. Alguna inquietud o solo sentarte como un anciano en el paseo de cualquier ciudad, ese es tu deseo. Que pobre eres, tienes todo lo que puede desear cualquier Ser Humano y en cambio eres tan pobre de sentimientos y de empatía, que la soledad solo te abraza. No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Quién sabe, si aquel que está en la más absoluta pobreza, está rodeado por verdaderos amigos. Míratelo, que aún eres joven y puedes cambiar la situación. El ángel de la muerte no te viene a buscar, pero lo que sí es cierto, es que hay maneras de vivir. Todo son grupos, todos son guetos en el siglo que estamos. No me quiero imaginar en el siglo que lleguemos a poblar otros mundos. Será entonces, será....
Os sigo comentado, que al pie de una montaña, de la qué no diré su nombre. Nace y emana de él, un río, una cascada de una nieve que se derrite. Se derrite, como se derrite el tiempo y el cuerpo. A veces no pensamos, pero es cierto. Imaginaos que somos bloques de hielo y con el tiempo, este se deshiela. Se derrite haciendo emerger, las formas del saber. Un saber que no es otro, que la sabiduría de una edad, que va sumando al igual que el hielo se va restando. Eso es lo que me dicen o yo al menos lo relato. ¿Quién sabe la verdad? A saber. Yo solo soy el que escribe, sin prisas pero sin pausa, voy haciendo camino, al mismo tiempo que me deshielo. No hay nadie sentado a mi vera mientras escribo, pero noto la presencia a través de la música. Esa, esa misma que vibra por los altavoces. ¡Ay! Si pudiera, subiría el volumen. Simplemente para sentir más cerca a los que me rodean, que no son otros, que aquellos que no han visto la Luz. Esa que dicen que es cegadora y te lleva al final del túnel, quién sabe del cuál.

Lloro y lloro en mi desconsuelo. No me río, no tengo motivos para ello. Tengo un Jaguar y es verdad que tengo una casa que parece un castillo. Pero es frío, pero es helado. No por sus muros de piedra si no por la soledad que en él me encierra y no sé cómo hacer, no sé cómo decir. No tengo canción ni trovador que me consuele, con canciones alegres. Podría hacer un hotel y que en él apareciesen fantasmas o almas errantes. Tú que sabrás de salir de una cueva, cuando lo tienes todo, pero todo te falta. No tienes amigos, no tienes lengua a la que darle rienda suelta. Esta se encuentra dormida de no usarla y no sé si ya me acordaré de cómo se habla. Porque es tanto la tristeza que me invade, que no escucho los pájaros en primavera. Qué como animales en celo, cantan y cantan, buscando a quién lanzarle el anzuelo.
Yo vivo solo, pero en mi castillo medieval hubo una época, en mi castillo medieval hubo un tiempo en el qué, habían torneos y fiestas. Hasta que la muerte de mi tío puso fin a tales celebraciones. Los familiares se fueron marchando, aburridos y solo yo, solo yo me he quedado y no sé lo que haré y no sé lo qué duraré. Pero algún fin tengo que darle, no al castillo, si a mi vida o a lo mejor a los dos. Quién sabe, si pongo un mensaje de se alquila o se vende, tanto al castillo, como a mi alma. A ver quién tiene mejor suerte...

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