sábado, 29 de julio de 2017

                                                        Calor invernal.

Miran por la ventana, cogidos de la mano. Una encima de la otra, los dos observan como nieva afuera. Son dos los que se unen en algo más que una simple amistad.  La música suena desde la otra habitación. No se llaman por el nombre, solo se dicen cosas al oído, mientras esbozan una sonrisa cómplice. Uno de ellos, le dice y le susurra al otro…
      
                               -   Bésame en los ojos, mírame los labios y lánzame un deseo de amor eterno. No puedo vivir sin ti y tú ya sé que me echarías de menos si me marchase sin mirar para atrás. Por eso en esta cajita, en este pequeño trozo de cartón, te traigo un poquito de oro de mi corazón. Abracémonos, sintamos el calor en este gélido mes de enero. Todo ello para que vayamos descendiendo como copos de nieve en los tejados de aquellas casas, que no saben, que no entienden y tienen que encender el fuego, para sentirse abrigados. Somos unos privilegiados, al menos por unos instantes, nos alejamos de todo eso que llaman libertad y que en verdad, no existe.

Que calor siente, cuanto amor alberga las palabras de aquel que dice no ser un simple  amigo. ¿Qué será? No lo sabe, solo siente e intuye, pero acierta al decirle y responderle…
        
                   -  Lo demás no importa mucho, solo nos interesa este momento a los dos, qué más da los demás. Todo es relativo y un segundo puede significar toda lo que es nuestra vida, todo aquello que conocemos está representado en este gran momento. ¡Respira, respira hondo! No dejes escapar el aliento y vive, vive y serás lo que quieras ser, solo tú y yo. Solo los dos, solo aquello que nos hace libres, nos unen. Qué más da, todo lo demás importa poco, solo nuestro amor es diferente y eso nos hace sentirnos únicos. Todo lo que tú creas yo me lo creeré. Todo aquello que me niegues, yo diré que no. Todo es todo y nada es nada, todo lo  que nos hace ricos de espíritu, nos hace pobres de bolsillo. Pero qué más da, todo  aquello que necesito ya lo tengo y eso, eso eres tú.

Llora de alegría, sonríe mientras le mira cara a cara. Un vendaval, un portazo en el interior de la casa. Esto les asusta y cierran la ventana, no se han dado cuenta y la casa se les ha quedado helada. No ponen la calefacción, solo se dirigen en su propia compañía hacia la habitación y en un salto, como el que se zambulle en una piscina, se encuentran debajo de las mantas que abrigan el amor de ellos dos.
       
                         - Lo único que existe en verdad, lo único que es real es lo que sentimos, es la intuición. Todo lo demás, lo que detectan nuestros cinco sentidos, es solo un juego, un tablero de ajedrez. Algunos jugamos como peones, otros juegan a ser caballos o reyes. Pero todos, absolutamente todos somos dirigidos, todo es movido por quién sabe por qué y por quién, a lo mejor somos nosotros mismos. Pero solo se puede saber cuándo estemos fuera del tablero, ese que es plano y que nos hace jugar cada día la misma partida.

Pasa el rato, pasa el tiempo, afuera sigue nevando y al cabo de dos horas, se dan cuenta de que anochece y que se oscurece la sala. Todo es en silencio, hasta la música ha parado, haciendo un descanso para continuar con un silencio que solo lo rompe aquello que no les ajeno.
      
                                -    Todo por ti, todo por mí. ¿Qué será de nosotros, cuando lleguemos al final del precipicio? Nos arrojamos al vacío sin darnos cuenta, volamos para abajo en posición horizontal, eso sí, cogidos de las manos, todo ello porque no nos quieren dejar vivir. ¿Qué maldad alberga en los corazones de aquellos que dicen ser felices? No se sabe, solo se sabe que se nutren de las desgracias y alegrías ajenas. Todo depende, todo es relativo, hay que hilar muy fino, hay que tener una buena madeja para coser el jersey que nos abrigue a los dos.

Todo se funde en uno, como el acero en el más ardiente carbón. Todo se une como si fuese una autentica espada de Damocles y saben que todo esto solo durará lo que el tiempo y aquellos que se dicen con la verdad absoluta digan. Todo es todo y nada es en lo que se convierte todo lo que no es puro y sincero. Se levantan de la cama y encienden la luz. Todo es amistad y complicidad, todo es verdadero, solo es una compañía compartida. Todo nace y renace y aquellas heridas del pasado se curan, pero dejan una marcada cicatriz de recuerdo.
     
                                 -     Dame la mano y no la sueltes, siente el vértigo y vive, alucina por tus ojos y vibra desde tu corazón. ¿Qué será de aquel que no viva? No será bien recibido en el umbral de la nueva época. Una época en la que no importará nada más que el color del corazón. Si este es intenso y luminoso o si al revés, es negro y sucio como el carbón. Dame la mano, no temas, no sufras que no hay peligro en el otro lado. Siente el aire como si cayéramos de verdad y solo nos despertase el golpe en el duro cemento del suelo.

Como diría alguna canción, todo es amor, todo es amor y el verdadero solo dura un encuentro. Solo un instante de hacer realidad un sueño, un algo que no se puede ni escribir ni explicar a viva voz. Todo puede ocurrir y todo puede ser que no pase nunca. Como un tren de cercanías se encuentran y en la siguiente estación, uno de los dos se bajará en el apeadero. Diciéndose un hasta luego, que nunca ocurrirá y que siempre recordarán. Ya no nieva, pero la noche se presagia helada. Se despiden en un largo adiós, mientras se acarician por última vez.
     
                                        -    Somos como dos hermanos, no somos de sangre, pero sí de alma. Podemos enlazarnos, podemos estrechar nuestros lazos y formar así la palabra “amistad”. Todo depende de lo puro y transparente que nos mostremos, que seamos entre nosotros. Solo, como te digo, solos tú y yo. Somos dos almas que llegaremos muy alto, llegaremos a tocar el cielo azul por la mañana y la Luna al atardecer. No temas, estás aquí a mi lado, no te soltaré, no te dejaré solo y seremos uno en esta y en la próxima vida. Sí, esa que a nosotros solo nos pertenece y que nadie, absolutamente nadie se puede adueñar y agenciar.

Cierra la puerta de golpe, no quiere que le vea sollozar y se acerca al cristal de la ventana. A través de la tela rugosa de la cortina y con la luz apagada, mira y ve como se aleja, dejando sus pisadas en el suelo nevado. Escucha como una voz que le dice, como si todavía lo tuviese cerca y le susurrase. Le flojean las piernas y toma asiento en el sillón, mientras piensa y recuerda, recuerda el ayer de un pasado que se repite una y otra vez. No puede evitarlo y sabe que al final se quedará solo. Que envejecerá y no habrá otra salida que su propia compañía.
        
                 -  Estamos al otro lado, en el centro, justo detrás de la cortina transparente. Esa que nos divide y nos hace sentirnos bien, bien y llenos de gozo. Como explicarlo, solo es el saber, el intuir lo que nos hace libres, libres y soñar. Soñamos y deseamos, nos levantamos y caminamos, hacia un camino llamado “libertad”, como se puede llamar así, sí, está dentro de cada uno de nosotros. Solo debemos sentarnos y dejarnos llevar. Relajarnos y no pensar en aquello que nos distrae, que nos hace vivir dentro de un mundo que parece hecho de papel y es de cemento puro y armado.

Ya se ha marchado, ya le ha dejado su huella en la calzada y su herida en su alma, todo es luz dentro de sí, todo es lo que cree que es. Piensa y recuerda, que le dio un poquito de su corazón en una cajita de cartón. Lo recuerda y lo anhela, sabe que este es infinito y no dejará de regalarlo, aunque su destino se llame “soledad”. Habla, habla consigo mismo, no hay nadie en la casa y todo es en silencio.
   
                                    -      Ya ves lo que soy, ya notas todo mi entorno, este que es vacío, vacío porque tú ya lo llenas. Eres tan grande y tan bonita tu luz, que solo ella me alumbra el corazón. Esto me vale para no pasar frío y estar siempre acogido y lleno de calor. Estamos cerca, ya nada nos separará, solo debemos unirnos y dejar que el tiempo pase. Un tiempo que no son horas, que no son días, no sé porque aquí, a este lado este no se mide, no se cuenta de ninguna manera, solo el deseo de vibrar es lo que nos hace notar que la unión nos hace fuertes y que aquello que nos quiso separar en el reciente pasado, solo ha servido para unirnos más.

Sonríe, esta vez sonríe y se vuelve a la cama, esta vez solo, con la compañía de su propio Ser, ese que nunca le abandona y que es su propia conciencia, todo pasa y no hay que tener miedo a no tener compañía. Solo hay que temer a aquello que nos haga tener miedo a no tener a nadie al lado.

        
                       -  Este es el final del principio de todo aquello que nos ha hecho partícipes de lo que es cierto. Todo son sentidos y sentimientos, todo es la luz aquella que nos alumbra. ¿Porqué, tenemos que amar, cuando es más fácil odiar? Todo puede ser rencor, pero a ti no te tengo ni deseo amargura alguna. Solo que me mires a los ojos y me digas que no me amas, si es cierto dímelo, y como humo que flota en el aire, me alejaré. Qué más da.

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