viernes, 25 de septiembre de 2020

 

                                                           NIDOS DE PAJA

A cada cuál su destino, a cada cuál allá con sus actos, cada uno de nosotros se teje su nido como una tela de araña. Nadie sabe por dónde saldrá el disparo, el cohete hacia su particular Luna, todo depende de su formación y de sus contactos. Allá cada cual con su destino, aunque este esté escrito a grandes rasgos. No se puede presuponer que es dueño de sí mismo, si está en contacto con aquello o aquellos que como si fuese guiado con cuerdas, fuese de un lado para otro como oveja en un redil.  ¿Quién hace de araña cazadora y quién hace de inocente mosca?, ¿cómo saber si esta quedará atrapada en tal tejar?  Yo solo sé lo que digo, pero narrarlo, ¡ay!, narrarlo lo dejo en manos de aquel que le conté cierta historia.

Es el momento, que como una tela de araña se va tejiendo un nido de paja, tan difícil y a la vez tan frágil, que cualquier golpe de viento o susurro, puede lanzarlo al suelo. Que estaría pensando Arteche a la hora de aceptar hacer su nido de paja, en vez de hacerlo con hormigón armado, que es tal como es el amor que le procesa tanto a su mujer como a sus hijos. Tres vástagos de edades diferentes, como son sus necesidades. Uno, el más mayor a punto de entrar en la universidad, el mediano en quinto de primaria y el más pequeño y el más consentido, con todo el tiempo del mundo a sus seis años. Las necesidades aprietan, muchos gastos y muchos problemas de dinero, para un simple sueldo de carpintero fúnebre.

A todos los dioses les pide bondad y que les dé riqueza, con la que poder alimentar a los suyos, pero es difícil, así que según va transcurriendo el tiempo el nido de paja se va tejiendo y él sin darse cuenta, se verá involucrado en cierta historia que ahora os voy a relatar… 

Veo esvásticas en el horizonte, que como nubes negras se ensalzan como un tizón y se acercan tan rápidamente que el cielo se hace oscuro. El ocaso amenaza a todo aquel que se cree digno y la tentación de aquello que hace de uno un As del juego, hace mella en el protagonista de aquel que lucha por la vida.  Cruces de hierro apuntalan a aquel que es más digno, sangran las manos de los obreros honrados, que como Arteche, intentan sacar adelante a su familia. Clavo a clavo, barniz a barniz hace sus propias obras de arte, pero es tal su labor que llega a veces hasta estar “colocado”. No es la primera vez que se quita la mascarilla y tomando asiento, aspira para dentro para hacer que su cerebro se evada, haciendo de él un verdadero candidato a probar suerte en otros ámbitos más allá de la carpintería.  Su sueldo al ser el único que entra en una casa de cinco, no llega casi a fin de mes, solo pan y arroz muchos días, es lo que les lleva al desespero. Son a veces los nervios lo que le traicionen a veces o será su mente que lucha y lucha, por decir siempre que no. Todo por no querer pasar por el aro, el aro de la corrupción y el sueldo en negro que le ofrecen a media jornada a su mujer en una triste cafetería. Mujer que hace malabares con el dinero ganado con el sudor de su marido, marido que ve que aquel que es digno, a veces se ve tentado a hacer o a trabajar en casos turbios.

En los momentos oscuros de la humanidad, es cuando realmente se conoce la esencia del Ser humano. El saber de sus límites y el saber de sus habilidades, les hace merecedores de sus méritos. ¡Ay!, aquel que no se descubra nunca, no sabrá realmente quien es y lo que es. Yo solo soy un mero escritor y un simple observador de la vida narrada por otra persona y por encargo.

Arteche, solo sabe que trabaja y ha formado familia y con ello vástagos a los que vestir y alimentar. Solo ello le motiva, solo el mero hecho de la lucha diaria le hace merecedor de su máximo mutuo respeto. Todo es como es, todo no se descubre en un día y siempre hay un ayer, un pasado del cual se aprende y le enseña a uno. De oficio carpintero, ve oscuros destinos de la vida, no es un carpintero cualquiera, ya que no todos aceptan fabricar ataúdes para aquellos, que ya muertos han pasado a otro tránsito de la vida. A algunos debe exportarlos después a sus países de origen y ahí, ahí es de donde viene la tentación a la que él, sigue diciendo que no.

Féretros y más féretros, pasan por sus manos, de más grande al más mediano. Solo se le parte el alma al ver a alguno de corta edad y que debe coger madera blanca, como símbolo de la pureza y la inocencia de dicha edad. Solo esos, solo esos los pasa de largo sin meterles en la boca cierta cantidad tóxica que pasará fronteras.

        ¡Cocaína”!, me pica la nariz, ¡cocaína!, se me impregna todo mi cerebro, clavo a clavo al final ha aceptado. Clavo a clavo, voy exportando la droga. “Cocaína”, es la gran tentación y zapatos nuevos a final de mes para mis hijos.

¿Quién diría que no a tal suculento plan?, todo es perfecto, nadie se fija en un ataúd. Solo huelen a eso, a cadáver. El olor de la carne a los tres días, hace pasar inadvertido tal efecto a los perros, es un negocio redondo, es un plato suculento. La corrupción viste a mi familia y da de comer a todos aquellos que me rodean. Ataúdes que vuelan por el mundo, repartiendo infelicidad y falsos motivos de vida. Pero eso a mí, me trae sin cuidado, solo veo lo que veo. Sigo para adelante, el plan es perfecto, un poco de coca escondida en la boca del difunto. Un kilo o dos, no se nota para nada.

Poder, se siente poderoso, se ha convertido en narcotraficante, hace, siente que trafica de manera clandestina todo aquello que se le pasa por la cabeza. Tentaciones, más tentaciones se le pasan  por las manos, tabaco, alcohol, qué más da. Todo ello produce dinero, mucho dinero y eso, eso le ha convertido en algo, en alguien que él dice, alguien importante. Cuando realmente, no deja de enfangarse más en el lodo y con la policía al acecho. Brinda el año nuevo, con champán del bueno. Su mujer es cómplice, ya que sabe lo que sabe y eso la convierte también en objetivo de la policía.

Ya hace tiempo que ha dejado de ser una persona anónima, de ser aquel que no quería participar de lo que sería su segunda familia, aquella que calla y acompaña en los momentos dulces al poderoso Don Dinero. Como una mosca alrededor del oído, siente el hormigueo de aquella llamada “riqueza”. Sus vecinos no dan crédito a sus ojos, no saben que como lo ha hecho para subir tan alto su nivel económico. Se preguntan una y otra vez, llegando al punto en que él les llama “cotillas” y es que no tiene listón ni miramiento para llevarlo con discreción. Todo son caprichos y más caprichos, ¿qué quiere un coche nuevo?, se compra dos. ¿Qué quiere reformar el piso?, se lo reforma. Es tal su descuido, que cae hasta en su propia trampa, trampa que no es otra que el además de traficar, consumir.

Todo es fiesta, pero su trabajo es continuo, sobre el de aquellos cadáveres que son exportados a otros países o a otros destinos.  Si existe Dios, que baje y me vea, yo soy él, yo me considero Dios. Reúno a todo el mundo, a toda la cúpula que es merecedor de mi respeto. Me he convertido en alguien, alguien importante, mi labor es una de las más secretas y todo el mundo calla boca o se la compro.

Se me ha ido de la memoria todo aquello que era hambre e infortunio, aunque en mi trabajo no haya crisis alguna, tengo 3 hijos y una mujer, y mi mujer la quiero en casa. No por machismo, no, ni mucho menos. Solo quiero que disfrute de todo aquello que yo puedo darle y tratarla como una reina, mi reina. Callad bocas es mi gran labor, ya sean a aquellos que ya han perecido, como a aquellos que se creen que con placa en mano pueden entrar en mi lugar. Alguno ha venido y alguno he acallado con un buen fajo de billetes.

No se da cuenta, que el dinero ganado es a costa de aquellas personas con una fuerte adicción y que les puede acarrear a la larga una triste enfermedad o trastorno mental. La droga en sí, es lo que hace, mata y mata no solo la vida, sino también las neuronas de aquellos que se creen más importantes.

“Cocaína”, maldito nombre. ¡Ojalá!, algún día desaparezca del mapa mundial aunque ello lo veo realmente difícil. Hay que tener dinero, para conseguirla. Hay que tener poder y saber tener autocontrol, aunque al final ese control desaparezca quedando a todo aquel en el fango y en el lodo. Es triste, pero llega un día en que la efímera vida y la verdadera realidad se unen y se escuchan las sirenas de aquellos coches pintados de azul, se acercan  a su casa, a su castillo y a golpe de maza la abren. Abren la puerta, y con perros con arnés pasan a su interior, a su ya no humilde morada. No tardan mucho en encontrar la pista, no pasa ni una hora en escuchar de boca del inspector en cuestión….

        Quedan ustedes detenidos.

Frase, maldita frase escuchan, cuando al mismo tiempo son esposados y separados de sus hijos.  Lloros, lamentos y lloros, es lo que se escucha desde el otro lado de la pared. Como el que ha jugado a las cartas y ha ido de farol, no se esperaba que algunas cartas estaban marcadas, marcadas por aquel clandestino que le hizo picar el anzuelo. Todo es como una partida de póker en la que al final lo acabas perdiendo todo, desde el dinero, pasando por el trabajo o la familia. Qué más da, todo quedará entre los barrotes de la cárcel. Todo parecía un juego fácil y es que al principio te dejan ganar, hasta que te tienen bien cogido y bien jodido. Más vale callar y tragarse el bulto, cinco años a lo mejor le caen. Pero eso no le preocupa, lo que le preocupa es el destino de su familia, porque su mujer es arrastrada a la más pobreza extrema. Sus hijos con la asistenta social y ella, ella a  lamentos y lloros, lloros y más lloros, lágrimas que antes eran risas. Risas que ahora no se ven y se desvanecen en el humo negro de la sociedad.

        Te sentías invencible, te sentías en lo más alto. Nadie se escapa de la mano del ejecutor, de la justicia en sí.

Euros, miles de euros le llevan a conocer el gran poder de la codicia, no tiene freno y eso, eso es lo que le falla. Todo es un lamento ahora, pero antes, ¡ay!, antes era el poderoso. Conocía a todo aquel corrupto que se dejaba llevar, pero lo que no comprendía es que no todo el mundo no es igual. Que hay aquellos, que son muchos, que no se dejan ni comprar ni vender y van a la caza, haciendo ellos mismos de presa o de anzuelo. Todo queda como queda y no lo supieron ver venir.

        Un poquito de “azúcar” por favor, un poquito de polvo blanco, que me endulce la vida y le dé sabor. Yo soy un campeón, yo soy un hombre que no baja nunca el telón. Dime si me equivoco, dime si estoy en un error. Escribe y escribe, entre los barrotes de la cárcel hago tratos, hago favores y ellos me lo hacen a mí. ¿Adónde ocurre esto?, a saber. A lo mejor es en otro país, a lo mejor es en otro planeta. Quién sabe, a lo mejor estoy en Marte o en la luna de Valencia, quién lo sabe. Yo solo quiero vivir y prosperar, aunque sea aquí adentro, tengo mujer e hijos y por ellos hago de casi todo.

No voy a decir el nombre de mi mujer, a ella prefiero mantenerla al margen, prefiero tenerla en un segundo plano, al final mi querida esposa no ha ido a la cárcel. Mis hijos son con ella y ahora sí, ahora tiene que trabajar a cambio de un sueldo digno. Los tratos los hago yo, aquí, a la sombra. Sin que me dé el Sol así lo hago, de boca en boca, de voz en voz, aunque esta sea la mayoría de veces como un susurro. Tengo que mantener mis cosas y mi tela de araña, simplemente para que el nido de paja se siga manteniendo en el árbol donde lo formé.

 

 

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