domingo, 7 de junio de 2015

Llevo demasiado tiempo ya, en esta isla. Empiezo a hablar solo o con las plantas. No hay personas, no hay animales, no hay nada. Solo yo, como en una isla desierta me encuentro. Como se llama esta isla? Algunos la llaman "La roca" otros simplemente Alcatraz. Fue cerrada hace tiempo, pero para mi solo, se abrió. Dejándome aislado del mundo. Un mundo que la ha perdido de vista, un mundo que no sabe que existe y por lo tanto menos yo. Me siento y escribo, escribo cartas a un sin destino. No son cartas de amor, no son cartas de amistad, son cartas de desahogo. Me desahogo porque me siento así, no quiero decir más la palabra. A ver si cambio el destino y alguna barca a la deriva se acerca y me lleva a un buen puerto. Puerto que anhelo, como la compañía de mi mujer, una mujer que no veo en varios años y que ya será en brazos de otro hombre. Por no tener espera y saber que yo continúo amándola.
Llega la noche y con ella la desesperación. No se encienden ni las farolas del lugar. Me mantengo quieto, parezco estar ciego. No veo nada e intento moverme lo menos posible. Me acurruco en forma fetal y duermo o al menos lo intento. No es fácil, no hay nada con que descansar, no hay nada. Solo la noche como compañera ideal, solo la Luna a veces me hace compañía, le hablo y creo que ella me escucha, me estaré volviendo loco. No sé. Pero al menos me llevarían a un recinto con más gente y me sentiría más acompañado.
Como me llamo, me pregunta la Luna. No me acuerdo, le digo yo. Ya no me acuerdo ni de mi nombre ni el día que es. Ella me ilumina y me dice que no tema, que ella también está sola en la oscuridad del Universo. Que la Tierra no le hace caso, por muchas vueltas que dé sobre ella. Que no se vuelve loca y no teme a la soledad. Si quiero ser su amigo lo seré, pero solo me podrá iluminar de vez en cuando y no siempre con la misma intensidad. Yo acepto encantado y pasamos la noche conversando, pasamos el rato y la noche se hace más corta. Llega el día y se marcha, diciendo un hasta luego. Ahora será el sol el que me calentará, durante el frío de la mañana. Él más grande y más imponente no habla, pero al menos me calienta y me da abrigo. Veo a lo lejos la ciudad, una ciudad bañada por una espesa niebla. Que no entiendo ni sé porqué, cuando en la isla reluce el día y se ve el cielo azul.
En mi intento de entender, le pregunto al Sol. Porqué no desaparece la espesa niebla, señor. Éste con voz ronca me responde.....Acaso te preocupan, cuando ellos no saben de ti? Son malvados y por eso los congelo sin mi presencia. Yo me quedo atónito, tengo al Sol y a la Luna de mi lado. Ellos saben que no he cometido daño ninguno, solo una mala jugada del destino, me ha llevado a la "Roca". Sonrío y lo celebro, lloro de alegría y no de desesperación, a la falta de que la marea me acerque alguna barcaza.
Pero ahora es curioso, no sé si marchar. He hecho amistades, cuando más solo y más hundido me encontraba he resurgido y me siento feliz y es que nunca se puede llegar más abajo, cuando se toca fondo. Solo el destino puede hacer que cambie la sonrisa, solo otra mala jugada me volvería a hacer volver a la locura.
El Sol calienta y me hace sudar, no veo barcaza alguna y la niebla que cubría la ciudad, se disipa. Tienen que ser las tres de la tarde, me lo dice el estómago. Llevo días sin comer, llevo días sin probar bocado alguno. No hay nada en la orilla, solo piedras y el agua helada. Es imposible nadar hasta el otro lado. Miro al cielo, el Sol me deslumbra y ya no habla. No sé porqué, pero deseo que llegue la noche. Que más da, moriré seguramente desvanecido entre las piedras. No encontrarán mi cuerpo, porque aquí no viene nadie.
Ahora recuerdo, la Isla es visitada por turistas. El Sol se esconde entre una nube y me deja mirar hacia el otro costado. Es cierto, llevo días al lado equivocado. Una ligera brisa me refresca la cara, sonrío otra vez y me pongo manos a la obra, camino y escalo para llegar más rápido. No quiero dar un rodeo, tengo prisa por salir de la pesadilla.
Me resbalo, me hago daño y sangra la rodilla. No le hago mucho caso y sigo con mi tozudez, al final consigo llegar a lo alto. Ahora corro hacia el otro lado, por el terrado de la prisión. Los visitantes están subiendo al barco de vuelta. Hago señales, grito con todas mis fuerzas. Pero no me escuchan y se marchan. Entonces sale el Sol y me habla. No te has dado cuenta, que si hubieras dado un rodeo, además de no hacerte sangre en la rodilla, hubieras corrido y llegado a tiempo. Yo agacho la cabeza y asiento con humildad. Pero vuelvo a sonreir y esperaré sentado en el suelo, que llegue mañana. Con ilusión pasaré la noche en compañía de la Luna.
Es tarde y el Sol se aleja, dejándole espacio libre y la oscuridad envuelve y con ello llega el frío húmedo de la noche. Pero no me preocupa, porque con el primer rayo de Sol, llegarán los primeros visitantes y con ello mi rescate hacia la libertad. No prometo venganza a los que me dejaron aquí abandonado y por muchas preguntas que me hagan no hablaré. No sé que diré ni que respuesta daré, pero volveré a comer, volveré a vivir y es que es así.

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