domingo, 24 de abril de 2016


                                                          Vida

¡Hey! Miedo. No te acerques a mí de esta forma que tiemblo, nada más escuchar tu nombre. ¡Hey! Miedo. Dime quién eres, para acercarte a mí y provocarme tal sofoco. Déjame escuchar la música del piano, ahora que me encontraba tranquilo y sosegado. No tengo que salir por nada ni por nadie en concreto. Me encuentro dentro de mi interior, como un polluelo se encuentra dentro de un huevo, pues así estoy yo. No quiero picotear, solo quiero dormir y arroparme con el plumaje de mis alas todavía quietas. Dormir y despertar dentro de unos años. Ya puede llover, ya puede nevar, que yo me siento a gusto en mi refugio. Como en un fuego a tierra, miro por la ventana. No tengo prisa, para encontrarme la verdadera vida y pelear por ella, día a día. Hasta que una vez anciano, me encuentre sin fuerzas y perezca sin más remedio. Miraré para atrás sin saber si he hecho lo correcto.
¡Qué más da! Redoblan los tambores, suena la corneta. Al final el huevo se ha roto, pero no por mí, sino por alguna mente inquieta. Intentan hacerse conmigo y me rebelo, me rebelo y consigo escapar. Escapo pero tengo frío, frío como un recién nacido.¿ Porqué a mí nadie me arropa con una manta? Nadie me mima ni siento ningún tipo de muestra de afecto. Solo me siento y solo estaré el resto de mi tiempo y vida. Qué será de mí y de mi conciencia, yo solo quiero saber. Pero nadie me habla ni nadie me dice nada, solo siento la corneta que suena desde el cielo. Miro de gatear, miro de andar. Que será de mí, querré aprender y crecer rápido, tan rápido que vea pasar los años, como si fuese en un tren sin paradas. Pero con destino y ese no sé cual es, no lo pone en el billete de la vida

¿Pasará de la misma forma, se pasará algún revisor para hacer constar de mi existencia?
Si tu destino es el mismo que el mío, más vale que nos alejemos. Que sigamos, si es necesario en paralelo. Pero en solitario y sin juntarnos, no sigas mis pasos aunque no tengas más remedio. Intenta dar un rodeo y ya nos encontraremos en el punto de encuentro. Un punto de encuentro, que no creo que sea de gusto y agrado para muchos. Pero que es el nuestro y tenemos que aceptarlo. Por mucho que la cordura o la locura nos lleve a agitar los brazos, nadie vendrá a nuestro encuentro. Porque nuestro punto, nuestra "X" es el sitio que nadie elige, pero que sí que admiten.

No, no intentes abrazarme y menos darme la mano, porque yo seguiré mi solitario camino. Un solitario camino, fumándome un cigarrillo. Para cuando este llegue a su final, estaré en la puerta. En la puerta de algún local o edificio, en construcción o en ruinas. Pero habré llegado y no te esperaré. Entraré, aunque no voy con mis mejores galas. Lo que importa es como eres y quien eres. Todavía no entiendo, como es que tienes el mismo destino, siendo los dos tan diferentes. No sé si me engañas o quieres que yo te siga, para perderme entre los senderos del anochecer. Pero las farolas de la gran ciudad, me guían y solo tengo que fijarme en mis pasos. Mientras apago la colilla, sabré que habré llegado a mi lugar. De qué lugar hablo, dímelo tú que tanto sabes.

¡Ah! Pero ya te has marchado, quien eras entonces si no mi conciencia. Maldita sea, a estas alturas y con esas.
Yo ya no tengo tanto en qué ni en quién pensar, solo en pelear. Solo en luchar por dormir y despertar cada día, como si fuese poco... Como si tuviese una marca en la frente, que me hiciera reconocer o que me reconocieran y supieran que solo soy un espejismo de lo que era y por mucho que haga o diga, es una batalla perdida. Pero yo por tener un corazón y un espíritu rebelde, seguiré luchando para no perder la guerra. Al menos mientras que tenga fuerzas para levantarme, seguiré luchando, aunque sea de manera sorda.

¡Un trueno! ¿Ha sido una bomba o un disparo? Quién lo sabe. No se divisa a nadie ni a lo lejos. Solo estoy yo, mi conciencia me ha olvidado y por fin se ha alejado de mí. ¡Menos mal! Me tenía harto, como si no tuviese bastante con el señor de la corneta. Sí una corneta, que no es lo mismo que una trompeta. Ella me avisa y me alecciona de cuando debo pintar las paredes, esas sí esas que son de hormigón. Veo un agujero en él, de ahí debe de venir el estruendo. Miro y remiro a través de este, pero mi vista no alcanza mucho. Parece como si tuviese una pequeña ceguera, es como si unas ted blanca se hubiera posado en mis ojos, como hacen unas cataratas.
Solo escucho, solo oigo y tanteo el lugar, solo escucho a pájaros cantando en libertad. Una libertad condicionada por el entorno, un entorno en el que las rejas son invisibles y estas dan descargas de corriente. Por eso el estruendo, cuando alguien quiere volar más alto que la pared. No hay edificio que alcance el cielo, los pájaros intentan sin éxito llegar a la parte más elevada. Estruendo, truenos pero no de tormenta. Si al menos lloviera...podría limpiarme la cara y sonreírle a la lluvia. Pero no, el Sol es potente y ninguna nube le amenaza en taparle. No veo, pero escucho alto y claro. No veo, pero tanteo y voy a hurtadillas, colándome hacia el otro lado. Que grave error debe haber en hacerlo, tampoco tengo a nadie a quien responder de mis actos. Solo a mí mismo y a mi conciencia y esta última se ha alejado dándome por imposible. No veo, solo sombras en la plenitud del día.

Escucho los ratones chillar y corretear, la hierba parece alta y tropieza en mi cara, haciéndome divagar en si sigo el camino correcto. Quien lo sabe, nadie va a venir a decírmelo ni a nadie debo convencer de nada. Solo sigo mi camino, en lo que parece un solar derruido por el paso del tiempo, dejando que la vida transcurra como en un río en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario