sábado, 10 de julio de 2021

 

El secreto del búho negro

Sentado en la hierba y reposando la espalda en el tronco de un viejo árbol, se me posa una mariposa en el hombro. Yo ni la toco, solo la miro y la observo, quedando encandilado por su hermosura de sus alas y haciéndome la pregunta. ¿Cómo es posible que de tal gusano, salga tanta belleza?, ¿cómo es posible que sea así la transformación de la vida, será así la de la muerte  del Ser humano?, quién lo sabe,  yo solo sé que entonces cuando me disponía a andar un haz de luz me cegó. Me dejó sin vista solo unos segundos y como el que ve una película  o escucha la radio, fueron entrando en mi mente sonidos y figuras jamás  vistas por mí y que me hacen de respeto. No hable mucho, no discutí, solo me mantuve quieto, a la sombra del árbol mientras escuchaba como me contaba la historia, historia que ahora os narro, porque es de compartir con aquellos que son abiertos  de mente y de espíritu.

Ande yo por tierras lejanas, tan lejanas que jamás han sido vistas por el hombre. Navego por mares oscuros hacia lugares remotos en el tiempo, sí, tan remotos que parecía estar  en uno de estos lugares en el que el tiempo se ha detenido. Ya que seguían con arcos y con flechas, flechas que alguna me alcanzó y me hirió pero no de muerte, sino  de amor y comprensión, llegando incluso al alcanzar afecto por estos  personajes o lugareños de  estas tierras. Entonces y solo entonces en alguno de esos viajes, fui encarcelado y casi quemado por no creer en ciertos dioses, como si fuese un hereje de la época antigua.

Todo el mundo sigue un camino y a veces este no es de rosas, es más parecen caminos tortuosos donde la sed y el sufrimiento está a la orden del día. Yo no los pude convencer, entonces y solo entonces me vi en las brasas, quemado vivo, gritando a los cuatro vientos de rabia y de dolor. No hubo remedio, no fui abatido en vida por la punta de una de sus flechas y lo fui por albergar dentro de mi corazón demasiado amor, solo el recuerdo me hace tiritar de miedo. Ya que el frío en la oscuridad, que es de dónde yo vengo ahora y es mi refugio es lo más normal. Un frío tan helado que te  congela hasta el corazón más complaciente y eso, eso me parece que me hace pensar y dudar.

Solamente en mi funeral ficticio cantó el búho, negro solamente en mi despedida cantó el búho negro, ¿qué sería de mí si no me hubiese cantado nadie? No lo sé, la verdad es que no lo sé, pero ahora estoy aquí de nuevo en el mundo real o al menos el mundo de los vivos, gracias al narrador que tiene todo mi respeto y afecto. No sé lo que sería de mí, si mi escritor no quisiese escribir por mí, no es una esquela, no es un recordatorio, simplemente es una advertencia da saber el qué.

Suena la guitarra española es a la que debo tanto, esa misma a la que yo le canto por prosa o poesía que me llena de vibración la melodía y yo no quiero saber nada más, que solamente escuchar, escuchar y oír. Dejarme llevar, dejarme elevar por aquello que es de verdad amar, qué más da si es un manantial. Sí, este mismo que está seco de amor y de cariño, que  yo no sé de nada más ya.  Quédate de los dos que de ninguno de ellos jamás  he tenido, qué más da si es que solamente quiero ser quién quiero ser, dime tú alma de cántaro quién soy yo.

Dice un dicho o más bien es una leyenda en el secreto del búho negro está lo cierto. Aquel que con los ojos bien abiertos cazaba de noche y descansaba del día, porque sería esa verdad porque sería de esta verdad tanta realidad.

     No solamente sé que vivo en Granada, sino que también yo solamente sé que trazo mi camino con inteligencia o sin ella, porque lo que verdaderamente te llena son las vivencias qué llevas en la mochila de tu vida. Ella será realmente importante, porque te harán de alegría tu bienestar o te harán de tristeza y de melancolía corriendo el riesgo de morir de pena.

De Granada a Málaga hay poca distancia o muchas, según se mide. Pero las dos están unidas por lo mismo, cosa que a mí se me escapa de las manos ya que no sé lo que es realmente el arte de la alegría. Eso que te hace hervir la sangre y beber de ella, qué más da el día que va a estar la noche. Esto está conmigo, ella engendró contigo a un verdadero amigo, hijo mío puede ser, pero nada más, porque de amigos 1uno no va sobrado de quién sabe de dónde sale todo.

Lloro y verdaderamente lloro, lágrimas saladas resbalan por mi cara y no es por mi geta por la que ellos vayan caminando al acecho como el búho. Qué rama a rama va de en árbol en árbol buscando las ratas y los conejos, como algunos buscan las sombras. Yo sería más de buscar las segundas, aunque la verdad de símiles son las dos.

 Se acerca el invierno y yo no sé qué decir, cuatro estaciones tienen el año, pero cuántas oportunidades tienes en la vida y a veces lo pienso y verdaderamente, me entran ganas de llorar, como ahora que me siguen las lágrimas por la cara secándome con las manos para que no me vea nadie y hacerme el fuerte.

Desde las fresas de Huelva, a los olivos de Jaén, pasando por la mezquita de Córdoba y cruzándome y topándome con la cara con aquello que se llama la Alhambra, me quedé bañado por las aguas del Guadalquivir cuyo río pasa por Sevilla. Qué sería de mí entonces si dejara atrás me raíces, yo no sería nadie, no vas a ver lo que sería. Entonces ahora recuerdo lo que me decían en la escuela y no iban mal encaminados, simplemente era yo que no hacía mucho caso. Estaba en mi mundo, en un mundo de juegos y no hacía atención al profesor. No era un niño despierto, pero en fin esos son otros tiempos, hay que vivir el presente sin olvidar el pasado.

Entonces me enfado de tal  forma que hablo con aquel que me llena el alma, aquella energía que me conduce y me guía en mis escritos. Le pregunto medio enojado e irritado, por qué no me haces tocar la guitarra con sus seis cuerdas y en unos cuántos acordes soltar mi pena. Deja que mis letras se plasmen en música o simplemente escucha este relato en el fondo de música española

Entonces dime tú entonces que te escucho hoy o cuál es tu nombre o cuál es tu significado y cuál es tu rol.

         ¡Da igual!, no tiene sentido decir quién soy que soy ya qué de dónde vengo nada tiene sentido, solo vengo a hacerte compañía un sábado de julio que estás completamente aburrido.

         ¡Aburrido!, yo nunca, nunca me aburriré con vuestras presencias y respuestas a mi llamada.

Ando despacio camino en un camino tortuoso, lleno de piedras que no me llevan a ningún sitio, hay senderos, hay caminos. Dime para qué hacerlo con un guía, porque si no corro el riesgo de caer perdido en la sombra, entonces no tendría salida ninguna disfrutar de la vida completa, te acabo de explicar todo eso en cuatro frases. Son cuatro páginas, todo esto es imposible, todo es debido a que es debido Inés porque he bebido, jugado, pues solamente me he divertido y he dado con tu nombre Inés.

         ¡Ay señor!, tú qué sabes tanto. Dime la verdad, qué somos ya que venimos, no me gusta decir pues por el camino debo seguir y en él me encontraré la verdadera verdad  es aquella que llevo tanto tiempo buscando y que no encuentro nunca.

Estoy dentro de una dura escuela, llamada mundo. Intenta descubrir por ti mismo cuál es el sentido le da vida y solamente es propiedad y vivir o vivir para reflexionar. Quién lo sabe, ¿quieres saber la verdad?, tú es que vienes y te presentas o tú que me lees, qué sientes y presientes todo aquello que yo siento, que me embarga dentro de mí. Me  embriaga como si fuera borracho, pero borracho de energía, voy de energía quienes explican. Se habla, espero que todo el mundo sabe de lo que va realmente la vida, esta no es un juego de niños.

Ahora sí, ahora me levanto de la hierba, adónde me encontraba sentado y despidiéndome del árbol con un abrazo, le digo adiós a Inés, de tal forma que parece que hubiéramos sido novios. Me alejo mirando para atrás, la noche se acerca y la fresca llega a mis huesos, no tardo en llegar a casa por eso. Que tomando una chato de vino sentado ahora en una de las sillas de la cocina, pienso ahora en soledad, quién es verdaderamente Inés y si me ha dicho completamente la verdad, siendo así sincera. Qué más da, a veces pienso que es así. Ellas y ellos se me acercan por mi sensibilidad y porque saben que son bienvenidos y los trato con respeto.

Felicidad me da, al saber que hay algo después. No estará Inés, pero quién sabe quién me esperará al otro lado y si de verdad existe el Edén o solo es algo comentado como tantas cosas, que uno por mucho que perciba no sabe a ciencia cierta.

Entonces y solo entonces, siento  los pájaros cantar, me anuncian su marcha y yo, asomado al balcón me despido de ellos también, diciendo un “hasta luego”, porque en primavera volverán, no sé si los mismos, pero algunos repetirán y sus cantos matinales me llenarán el espíritu de alegría y bondad, haciendo de mí un alma espiritual.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario