VIENTOS TRISTES DEL SUR
Hubo un tiempo, un pasado feliz en mi
vida, los vientos que soplaban eran aires de libertad y felicidad, no es que me
lo invente, solo lo relato ahora que estoy en paz y en calma. Tengo todavía su
foto en la cartera, la llevo conmigo siempre, no la olvidaré jamás y es que no
hay nada como el amor verdadero. Cuando te sientes que vuelas con los pies
tocando el suelo, que levitas dentro de un sueño que parece no tener final y
deseas parar el tiempo y que las horas no sigan su curso. Pero eso nos es así,
lamentablemente todo tiene su final, como un disco de vinilo acaba de circular
y finaliza la canción y el brazo del tocadiscos vuelve a reposar solo en su
lugar. Así es de triste la vida, aunque para estar triste, primero debes haber
sido feliz si no es así significa que no has vivido. Ahora, sentado por fin en
el sofá de mi casa, fumándome un cigarrillo, me vienen cosas fugaces a mi
cabeza que deseo compartir con vosotros.
Recuerdos en un ayer no muy lejano,
cuando todavía estábamos enamorados y nos rozábamos piel con piel, nos besábamos
labios con labios. ¡Te acuerdas!, tiempos, solo eran tiempos jóvenes a luz de
unas velas, ya sea en la cama o en la alfombra de casa. Nos queríamos, nos
amábamos y dejábamos correr la pasión y la imaginación, así como las risas y
los lloros de alegría.
Solamente han pasado cuatro años que para
mí han sido como cuatro siglos, no es posible que por un error y una reyerta
nos hayamos separado. Quien sepa realmente lo que hicimos, quien sepa realmente
lo que bebimos, que hable, ya que solamente sé que ya no estás conmigo y yo
ahogo mis penas en el alcohol. Cerveza a cerveza, vino a vino y copa s copa yo
me voy a autodestruyendo, yo me voy desmoronando. Pues el no tenerte a mi lado
no sé lo que soy o cómo soy y te sigo queriendo enormemente. No hay día que no
me levante con tu recuerdo, no hay día que no me queme la sangre sin poder
olvidarme de tus besos. Solamente el sabor de la cerveza los ahoga, me fustigo
yo solo, porque sé que no entraras por la puerta del bar. Aunque ello me
desemboque en un lloro tan amargo, que se mezcle con el sabor de la cerveza. Cada
vez que se abra la puerta del bar miraré hacia ella, con la esperanza de ver tu
imagen y sentir tu voz. Eso es lo que me llenaba, me colmaba de alegría, ahora
solo me siento, ahora solo me encuentro a veces y solamente a veces me voy a la
playa. Sí, a la playa y en ella veo como las olas se acercan y después se
alejan una y otra vez, el aire que respiro es salado como mis lágrimas, todo
ello me hace gritar al cielo y de dar media vuelta sollozando de aquí. Me
vuelvo a encontrar encerrado, sentado en un taburete de la barra de un bar no
muy lejos de mi casa, esperando que mis dulces sueños me acerquen a ti. Solamente
tengo un sueño es verdad, pero al menos te tengo en algo, ya que no puedo
acercarme, al menos déjame que sueñe contigo. Hundo mi cuerpo en alcohol y le
pido a un Ser superior que tal sueño caiga por las noches y que me haga rozar
tus manos. Si no recuerdo mal, miro en frente mío, viendo las botellas y en
ellas me reflejo con la cara distorsionada. ¿Qué será de mí sin ti a mi lado, qué
será de mí ahora cuando ya te he perdido para siempre? No hay vuelta atrás, el
orgullo y la soberbia me lo impide y solamente hago que pedir otra copa, quién
sabe cuántas llevo ya, cuando pagando casi sin saber cuántas, estoy en la
puerta mareado por alcohol, ¿qué será de mí?, no recuerdo ni el nombre de mi
calle, no recuerdo dónde vivo, solamente tránsito a paso lento por la avenida.
De la gran ciudad las farolas iluminan la
noche cerrada, con las nubes tapando el cielo y ello lleva a qué solamente se
vea un halo de lo que es la Luna. Quién sabe realmente más, no sé qué ahí,
estoy que ni sé a dónde voy, pero qué más da, si nadie me espera. Solamente la
soledad me carcome por dentro.
Guapa
entre las guapas, eras tan hermosa entre
aquellas que son elegidas por su belleza como las modelos de cine.
Podría escribir un libro, podría escribir
un relato, pero todo esto me lo guardo, aquí, en mi corazón, el mismo que está
tan dañado que no recibo recompensa alguna por llorarte por cada barra.
No sé cómo, pero doy con una iglesia. Está
cerrada, es lógico a esta hora de la noche como pretendo yo que esté abierta
para mí. Pero necesito confesarme, aunque no sea muy creyente necesito confesar
que me he ido con más chicas mientras estaba con ella y es que a veces no
valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Siempre recordaré el día, mejor
dicho aquella tarde que ella me encontró con una desconocida en nuestra cama, tú
abriste la puerta de la habitación y con ello abriste la puerta del odio y del
rencor, no me perdonarás nunca lo sé, solamente es un pensamiento y por ello
solamente me siento en la escalinata de dicha iglesia, con las rodillas plegadas
y la cabeza entre estas, para mi desconsuelo.
Tengo que tener fuerza, tengo que tener
coraje, transformarme en una nueva persona, aunque ello me cueste mi tiempo y
mi vida. Estupefacto me encuentro, cuando no puedo olvidarte. Levanto la
cabeza, la cabeza bien alta y me estiro y mirando a la Luna me hago la promesa
de no volver a pisar nunca más un bar. En vaciar de mi casa todas las botellas
que tengo, en llenar de energía positiva toda ella y ser un nuevo yo. Beber
solo agua, beber solo el agua de la vida, de una vida que sea real y alejarse
de todo aquello que te lleva a entrar en una espiral. Pero no es fácil, tomaré
la última, la última lo prometo.
Vuelvo al bar, está a punto de cerrar,
pero por buen cliente me concede una rápida y ello me lleva a pensar y a
divagar.
“Recuerdas en un ayer no muy lejano,
cuando todavía estábamos enamorados, el rozarnos piel con piel nos llenaba de
amor y de placer. Nos besábamos labios con labios, ¿te acuerdas?, solamente han
pasado cuatro años, que para mí han sido como cuatro siglos. No es posible que
por un error y una reyerta nos separáramos, quien realmente lo decimos de
verdad, quien sebe realmente lo que hicimos. Solamente sé que ya no estás
conmigo y yo hago las penas en alcohol. Cerveza a cerveza, vino a vino y copa a
copa yo me voy a autodestruyendo yo me voy desmoronando, pues no tenerte a mi
lado es vivir en el caos. No sé cómo soy en verdad y te quiero enormemente, no
hay día que no me levante con tu recuerdo. No hay día que no me levante sin
acordarme de los besos, solamente el sabor de la cerveza los ahoga, me fustigo
yo solo porque sé que no entrarás por la puerta del bar, aunque ello me
desemboque en un lloró tan amargo, que se mezcla con el sabor de la cerveza. Cada
vez que se abra la puerta, miraré hacia ella con la esperanza de ver tu imagen y sentir tu voz, eso es lo que me
llenaba en los años que tuvimos de plenitud y de alegría. Ahora solo me siento,
ahora solo me encuentro, a veces y solamente a veces me voy a la playa, sí, a
la playa y en ella veo como las olas se acercan y después se alejan una y otra
vez. El aire que respiro es salado, como mis lágrimas todo ello me hace gritar
al cielo y de dar media vuelta y aquí me vuelvo a encontrar, encerrado, sentado
en un taburete de la barra de un bar esperando que mis dulces sueños me
acerquen a ti. Solamente tengo un sueño, es verdad, pero al menos te tengo en
algo que puedo acercarme, al menos déjame que sueñe contigo aunque hunde mi
cuerpo de alcohol y qué tal sueño caiga,
que me haga rozar tus manos. Si no recuerdo mal, miro en frente mío y veo la
realidad, como si viniesen vientos tristes, veo botellas de licor y en ellas me
reflejo con la cara de distorsionada. ¿Qué será de mí?, sin ti a mi lado, ¿qué
será de mí?, ahora cuando ya te he
perdido para siempre. No hay vuelta atrás, el orgullo y la soberbia me lo impide
y solamente hago que pedir otra copa. Quién sabe cuántas llevo ya, cuando
pagando casi sin saber, cuánto estoy en la puerta mareado por el alcohol y el
dueño me invita a que me marche. ¿Qué será de mí?, no recuerdo bien mi calle,
no recuerdo dónde vivo, solamente tránsito por la avenida de la gran ciudad. Las
farolas iluminan la oscura noche, cerrada con las nubes, tapando el cielo y
ello lleva a que solamente se vea un halo de lo que es la luna. Quién sabe
realmente, más no sé qué ahí aquí por donde camino. Estoy en un lugar extraño,
solo el viento triste del Sur me acompaña, empujándome por la espalda. ¿Adónde voy?, pero qué más da
si nadie me espera, solamente la soledad
me carcome por dentro.”
Todo ello lo he escrito en servilletas de
papel y me las llevo conmigo en el bolsillo de la chaqueta.
Guapa
entre las guapa, eres tú guapa, entre las guapas sigues siendo tú, morena de
ojos verdes, alta como las modelos de cine.
Ahora llueve barro, agua mezclada con las
arenas del Sáhara y ello hace que todo quede marcado como si mi alma fuere, son
los vientos tristes del Sur lo que trae ello. Solo se me ocurre el hacer una
cosa en mi pésimo paseo hasta casa y eso es dibujar un corazón roto en los
cristales delanteros de los coches. Tan rotos hago los corazones, que dentro de
mi amargura y la borrachera, empiezo a romper los cristales. Estoy desquiciado,
no soy el mismo de antes, no sé qué hacer ni a quién llamar, estoy solo,
completamente solo. Grito, grito con toda mi alma mientras hago añicos todo
cristal que se me pone delante. Solo paro, solo me detengo cuando lo hace de
manera forzosa la policía. Me maniatan, me ponen las esposas en medio del
forcejeo, sigo llorando, sigo gritando. Viene una ambulancia y yo me quedo
parado sin saber el porqué. No comprendo nada, no entiendo el motivo, pero en
vez de acabar en la comisaría acabo en uno de los hospitales de la comarca.
Paso la noche, paso los días y nadie me dice nada. Yo ya paro de llorar, viendo
la situación y que la memoria me hace recordar los actos que he cometido.
Asimilo y acepto que la culpa es mía, pero no paro de pensar en ella.
“Amor, eres todo amor. No digo tu nombre,
eso me lo guardo para mí solo, todo dependerá de dónde venga el viento.” Solo
pienso en salir del hospital, en que me den el alta y poder volver a mi casa,
ahora eso sí, se acabaron los bares. No son compatibles para amortiguar la
soledad y la falta de afecto y cariño. Pasearé, andaré y caminaré por lugares
que me ofrezcan una oportunidad, una oportunidad de vivir. Saborear de nuevo la
vida con otra mujer, aunque ya no será lo mismo, no hay nada como el primer
amor, ese que te deja marca y la huella no se borra ni con el jabón. Es una
herida que cicatriza y deja el rastro y el tiempo vivido.
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