viernes, 25 de junio de 2021

 EL HECHICERO 

¡Mama!, dime que no es cierto lo que me cuentas, dime que no es verdad que existí o existió, dime por favor que es mentira.....

Son tiempos mejores y por ello, ahora se lo cuenta con calma. Sentados en un    banco  público de un parque de jardines, de uno de tantos que hay por esta gran ciudad, como es Barcelona y le cuenta la historia. Que sea real o sea ficticia no depende realmente ni de la madre ni del niño, depende de todo un cúmulo de situaciones que se dieron o no, en el pasado.

En las tierras más lejanas de Alejandría, existió cierto personaje que llegó a ser quién era, no por lo que fue sino por lo que  hizo. Cierto personaje no daba palos de ciego, aunque no fuera dueño de su vista,  ya que esta fue arrebatada por un haz de luz, una luz tan potente que le quemó las pupilas. Veía ciertas imágenes, sentía ciertas voces y no se dejaba asombrar por las sombras que llegaba a ver. Cierto y bien cierto es, que  un día  me lo encontré, este se cruzó en tu camino y ya nada desde entonces fue lo mismo.

Le narra, como este viejo y anciano personaje, movía y removía la cazuela, teñida de rojo por el valor de aquellos valientes que cegados por sus ideas, fueron cayendo uno detrás de otro, ante la atenta mirada del Sol. Testigo inmóvil de todo lo que en aquella época aconteció y que sin escrúpulo ninguno, no hizo sombra alguna, muriendo algunos incluso de sed en vez de por la espada. 

Sangre y más sangre,  es lo que vierto dentro de mi cazuela.  Sangre y más sangre es lo que vomito dentro de ella, mezclando así las naciones inmersas en batallas sin sentido. Luchan por un palmo de tierra, luchan por la creencia de algún Ser misterioso y digno de  ser elogiado y sagrado. Clama a los  cuatro vientos el anciano.

¿Entre una mano abierta y una mano cerrada, qué diferencia hay?, (me dice al oído, mientras se lo narro), si no es el golpe que se da encima de algo contundente y quien hace igual de daño que cualquier dardo envenenado. Dice sonriente ya el hombre, mientras se le forma una cierta sonrisa en el rostro.

Como por sorpresa, empieza a  llover y a tronar, a tronar y llover de forma, que parece que el agua caiga en cascada. Después del trueno y antes del relámpago se escucha o se parece escuchar una voz que viene desde los adentros del Universo. 

Es el mismísimo Cosmos el que te habla hijo, te lo digo para que lo sepas, si  es verdad o es mentira lo decides tú. Yo solo soy tu madre y no te deseo mal alguno, solo te advierto de quién eres y en quién te vas a convertir.

El niño ahora salta y entre juegos y juegos, ya no se está quieto, al tiempo en que ha  dejado de escuchar a su madre, para ser él el que hable ahora, con tan  solo nueve  años.

Yo, Jaris, soy el centinela nada más y nada menos., conque ten cuidado conmigo, que te puedo enseñar lo que los demás no desean ver ni en sueños. De aquí no se escapa ninguna mala sombra, ellos no lo saben y tú no vas a ser menos. Serás descubierto por mí y por mí serás encerrado por mil  eternidades, no podrás romper la Ley y es que la Ley es la ley. Hay normas, hay respeto,  sino sería esto una pura anarquía y eso, eso no se puede soportar. 

Su madre del asombro no es capaz  de cerrar la boca por incredulidad, hasta que al final se desvanece en el banco, mientras que el niño ya no es tan niño y la madre ya no es la misma.

Abre sus alas negras un Ser que andaba por allí, puede ser que  sea el mismo niño o algún hombre de mediana edad, que paseaba por el lugar y sacando su lengua bífida, intenta imponer el miedo en todo el centro de mi alma y de mi corazón. Todo será como será y nada cambiará, todo será cómo será el deseo de quién.... pues del hechicero.

Así que adelante, ve, descubre qué es el mal y que es el bien. Ya te va y te  gustaría encontrar una chica que bailará a tu son, pero eso no es posible. Días de Sol dan turnos a las noches en celo, todo no puede ser así. Así que habitúate, todo es así, ya lo descubrirás por ti mismo que seas el bien y no el mal. No hay término medio, es todo muy radical. Rompiendo la Ley, fingiendo las normas de adaptación son aceptadas porque todos somos luces, saldrás ganando es mentira.

Risas y más risas se escucha en el juicio desde las profundidades del mal, no merece la pena rezar, no merece la pena orar y mucho menos lamentar.

Lo último que podría imaginar, es que le vas a echar matarratas a todo aquello que te  viniese en gana y diciendo cuatro palabras que no digo, para que no se puedan repetir, hacer un hechizo del cual no se libre nadie. Le comenta el que ya no es tan niño. 

¿Qué sería de ello, qué sería de mí sin mis hechizos? Le responde el hechicero entre carcajadas.

Navega por los mares de las profundidades del mal, todo ello bañado por la Luna que,  reflejando a la luz del Sol se burla de él al ser más grande en el temor y en el destino  y el más cercano en distancia. 

Yo no digo jamás de este agua no beberé, pero sí que puedo decir que de mis hechizos no probaré gota alguna, ya que a saber lo que me puede suceder. Todo ahí lo dejo, todo ahí lo narro para que quede todo escrito, qué más da, pero por si acaso no pruebo ni mucho ni poco de tal mejunje.

Hay un águila que vuela por encima de las nubes, me mira, fija su mirada en mí y  yo no le quito tampoco ojo. Observo su vuelo majestuoso por el cielo y llego a creer que es él, el enviado, el mensajero de algún lado o  plano diferente a este. Ya que haciendo eclipsar al Sol, hace su propia sombra y silueta en la tierra.

“Como una cazuela de barro es donde yo entro y yo me baño”, decía en aquellos tiempos que jamás probaría líquido alguno ni gota alguna de sus mejunjes. Pero nada más lejos de la realidad, lo ha hecho ahora y se siente a gusto, ahora se siente pleno. Qué más da y aprueba su destino, ¿cuál será este si continúa hechizado?, brota de su espalda unas alas negras como la de las alas de la noche, será porque será por cual qué sabe que si nadie da nada por el mero hecho de regalar por nada, todo es debido al haber ido hasta que es un terreno le embauca.

Todo está a punto de caer, vislumbro en una ventana una imagen,  me veo caer en el vacío. ¿Será un sueño?, no lo sé, seguro que todo está quieto, nada se mueve a mí alrededor. Todo, todo es incierto, risas y más risas es lo que se escucha al final de la avenida.  ¿Pero de qué avenida?, si no se ve otra cosa que el fin del  horizonte, cómo se ve fin de la vida. 

Yo solo soy el que escribe o soy el hechicero de entonces, que ha vuelto a la vida, quién lo sabe. A saber, ¡ja!

Todo es relativo, todos negativos no hay que sacar lo positivo de los negativo. Ellos rechazan todo aquello que no es verdad, pero que es verdad sí nadie es portador de ella. Verdad, cuál es la verdad si nadie la sabe y todo el mundo interpreta la suya propia.

Me desvanezco, parece que no pertenece a este mundo, no estoy solo, completamente solo. No sé qué hacer, si llorar o reír, me encantaron, he caído en un encantamiento. Quedarme mudo, todo depende de cómo reaccione el mundo, risas y más risas, eso es lo que pide el mundo entero y yo llorando por mí mismo. Pues no puedo sentirme totalmente placentero, qué más da lo que diga la gente, qué más da lo que digan los demás. Yo quién soy es porque soy en realidad un ala negra, sino no lo sé ni yo mismo.

Camino despacio, camino cansino, después de un día duro. Solo trabajo y nada más que trabajo es aquello que me induce a después refugiarme en la bebida.

Qué sería de mí, no sería lo mismo en el poder razonar, el poder ser cabal y no acabar en la barra de algún bar. Hoy no, hoy camino a paso lento hacia mi casa tardó veinte minutos en llegar, podría tardar menos. Pero no me apetece llegar ya, que la casa es triste y es solitaria, me hablan las paredes, me escuchan hasta los gatos qué más da si la vida tarda lo que tarda en consumirse solamente un rato.

Cuando miras para atrás a cierta edad, debe ser el tiempo que ha pasado, yo me veo y nada me lo creo. Qué es más posible, que haya pasado tan rápido, que me he metido en los sesenta y me encuentro ya tan solo. Todo depende lo que depende y como pendiente de un hilo yo me tomo asiento en el sofá, nada más lejos de la realidad las paredes empiezan a hablar.

Oye tú, sí tú el que me escuchas, no te perdonaré jamás lo que haces y lo que has hecho. Le digo o le dice el hechicero al no tan niño.

Que eres tú el que me hablas, ¿quién eres tú para poner en duda mis actos?

Yo soy tú, pero lejos de toda realidad, ya que estoy en otro plano. Tú no me ves,  solamente me percibes y me escuchas. No te perdonaré jamás que te marcharas a la vida dejándome solo en la oscuridad. Le responde o le respondo, lleno de rabia en mí.

¿De qué me hablas?, si no es mucho preguntar. Yo vine a la vida y en ella me he criado. Le dice el que ya es quién es.

Escuchando a entre susurros, entonces solo se escuchó una voz, me vibran los tímpanos, me elevo en el aire como si fuera un ángel de la noche y a la noche perpetua yo me alzo entre el cielo. Entre la mismísima oscuridad yo me escondo para no ser descubierto, bien encerrado tras las mazmorras dónde están las sombras. Quisiera de mí, si soy hallado y averiguan mi Ser.

Yo soy oscuro de nacimiento y puro a la vez, debido al duro trabajo de pulir mi alma. Todo es lo que es, ya no soy nada más que un simple mensajero de aquellos por los que fui despertado. Ahora no lo sé pero lo averiguaré, a fin de cuentas es mi porvenir y mi destino, todo por una razón que se llama libre albedrío, nada más y nada menos que eso.

La melancolía inunda todo mi cuerpo, somos de fusión en un ayer no muy lejano, ya me encuentro con mi presente de este nada más y nada menos el que estoy viendo ahora contigo. Hablando contigo, soñando, pero quién soy para poner en duda tu alma. No sé nada de más de la verdadera verdad, quién sabe a quién es portador de ella, de verdad no lo sé. Por eso me retiro y me hago a un lado dejando pasar a todo aquel que es de libre pensamiento.


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