sábado, 5 de junio de 2021

 

                                                                    REMO

Salgo con mi pequeño barco pesquero, no me alejo mucho del puerto, solo lo justo para entrar en las aguas marroquís de su zona marítima. No digo si vengo de Cádiz o de Huelva, que cada uno de vosotros decida la procedencia, ya que para mí lo que más me importa es que la Luna sea mi guía, mi aliada y mi luz. Lucifer es mi aliado, es mi verdadero ángel negro, que vestido con sus alas negras no se separa de mi lado. Guiándome por las estrellas, me dejo llevar, me duermo sin darme cuenta, el balanceo del barco en las tranquilas aguas del Océano Atlántico me hace dormir y soñar o al menos eso creo yo….

Entra como un ladrón silencioso, penetra una voz en mi cabeza que me hace llegar al éxtasis mental, tanto, que estoy dormido y creo que todo ello lo estoy de verdad viviéndolo.

     Ven tesoro mío ven, ven amigo mío. Estate a mi lado, ven amigo ven, que quiero charlar contigo un rato, no me dejes solo. Le dice Lucifer, protegiéndole de aquellas malas sombras que acechan en la oscuridad del mar.

Entro en shock, para acto seguido encontrarme en un letargo y como si fuese un oso dentro de una osera, hibernando hasta que la primavera llegue sea este mi camino y ya llegará cuando desaparezcan las nieves y ver brotar de nuevo las flores me encuentre. Estoy soñando o estoy despierto, dímelo de verdad, porque alguien me llama con lamento. Estoy soñando o estoy durmiendo, porque no es lo mismo despertar de un descanso laboral, que despertar y que te digan que era el mal lo que llevabas escondido dentro de ti.

     Qué más da lo que diga yo. Entonces, quién soy no entonces, dame la oportunidad, dame la oportunidad de conocerme y ser un aliado más. Le responde de forma amable.

No me lo puedo creer, de vueltas que di en la proa del barco, no lo puedo concebir, no puedo dormir y acabo despierto al revés, como si fuese el mismísimo Anticristo y eso, eso no me gusta, ¿o sí? Hay algo delante de mí y no lo veo, pero lo siento, ahora me colmo de alegría y río a carcajada limpia. Es tal la alegría y el gozo, que acabo orinándome encima, no me lo puedo creer, es la cortina transparente que se ha rasgado, se ha abierto una brecha entre los dos mundos. Pensé, que es tanto lo que nos separa la vida de un lado al del otro que se puede tocar con la punta de los dedos, está delante nuestro, sí, es un mundo paralelo, que bien, nos acercamos ya a demostrarlo.

Mi nombre no importa mucho, pero os lo digo. Me llamo Simón, Simón el pescador, no de fieles para acogerlos en ninguna religión. Mi nombre es Simón y pesco peces pequeños, los suficientes para ir vendiendo en la lonja y porqué no, también para alimentar a mi familia, que aunque no lo parezca estoy casado y la amo. La amo con tal locura, que a veces me tiro todo el día pensando en ella. Duermo por el día y salgo por la noche a pescar, con la única compañía de mi luz del barco. La humedad, debido al mar y a mí edad, ya se empieza a complicar el trabajo. Pero no queda más remedio que hacerlo, ya que sin ello no es posible el sustento. Si pudiera, teniendo a Lucifer como respuesta, compraría un boleto de lotería y probaría o tentaría a la suerte. Ya lo probaré, por ahora sigo vigilante a la red de la pesca. El barco ha ido pasando de generación en generación, primero fue mi abuelo, después mi padre y ahora, seguramente que acabe en mí, ya que no tengo relevo ni descendencia para ello.

Pasan las horas y yo, atento, recojo la red. Le clamo a Lucifer por darme la dicha de esta buena pesca, estoy contento, lo preparo todo y me dirijo al puerto, es pronto, pero quiero estar a primera hora. Tengo que llevar el pescado a la lonja y ganarme unos buenos billetes. Solo, me siento solo en la tarea, pero no hay otra, no puedo permitirme la ayuda de alguien más joven. Me mueve más mi ilusión y mi actitud, que lo que me acompaña el cuerpo. Pero en fin es lo que hay, no hay otra.

Vuelvo a tener suerte y me gano un buen dinero con la venta, clamo a Lucifer. Le prometo serle leal, por mi mujer y por mí mismo. Estoy cansado, muy cansado, cuando ya en casa, miro el reloj de la pared. Son las siete de la mañana de un miércoles cualquiera, me hago un café, me preparo el desayuno pero verdad nada más, lo Tomo y tal cual, no han pasado ni cinco minutos que voy y le arrojo. Cuál es la cuestión, cuál será el problema cuando, como si fuese un crimen he sido atacado. No me lo puedo creer, una energía poderosa me ha hecho vomitar todo lo comido y bebido, ha sido tal el retorcijón que salgo del lavabo dolorido. Sinceramente me da igual, he vivido una experiencia paranormal, algo diferente a lo habitual o cotidiano. Lo más posible es lo irreal y lo que menos es posible que sea yo, así en la realidad.

Tan sensible no se puede ser en la vida cotidiana, sino pueden haber energías poderosas quienes nos dominen la vida y el no intentar preparar lo bueno de lo malo hace que lo que es equidad no sea el porqué para escribir ya que la edad no importa.

Me entran escalofríos, tengo frío de verdad, como es el querer ser un hombre de pareja fiel y estable, si no sé ni quién soy ni yo. Como voy a ser hombre de familia si no tenido descendencia alguna,  no sé sí importa realmente, no sé sí sinceramente importa. ¡Qué más da!, la vida no está hecha en un patrón universal, cada cual elige su camino ni más ni menos, no hubiera sido un resultado sincero sí escojo el camino recto o el que la mayoría dice que es así.

Para qué tener descendencia, para que vean un mundo revuelto, ¿eh?, en el que nos encontramos, para que traer al mundo nuevas almas, las cuales van a sufrir cierto. También sé que van a reír, ¿pero, si pongo la balanza que he lado pesa más?, no lo sé. Eso depende de cada uno, de cada vivencia y si no que el destino diga o cuente nuestro pasado, nuestro presente y lo que es mejor, nuestro futuro. Ese futuro que tanta incertidumbre nos alberga en nuestro más profundo Ser, tanto es que solo pensamos en ello, sin llegar a vivir el presente, maldiciendo el pasado.

Son las 10:00 de la mañana ya, con el estómago vacío hace rato ya que no pruebo bocado,  ¡vaya!, que vaya otra vez al lavabo es como una vela blanca que se derrite, así es nuestro propio Ser. Sombras y demás criaturas de la noche perpetua es lo que hace, que sombras es lo que veo en el amanecer roto de mi ciudad.

Algunos dirán. Qué suerte la tuya que vives en un lugar de playa, cierto, es una suerte ver las olas como rompen contra las rocas. No, es oler la sal del mar lo que me llena de gozo.

Desde unas tierras lejanas, vendrá aquel que nos librará del mal, desde donde nacen los vientos del norte vendrá aquel que no lleva corte real alguna. Desde unas tierras lejanas,  vendrá aquel qué haciendo mérito a la llamada, nos librará de todo aquello que es llamado por mal nombre. Solo es lo que es, recuerdos lejanos de una tierra desconocida, recuerdos lejanos de todo aquello que yo desconocía.

Golpea duro golpea libre, todo se supera y todo se consigue, ¡qué más da!, por muy difícil que nos lo pongan que nosotros mismos llegaremos a ser dueños de nuestra propia alma. No digo ser defensor de ninguna fe ni de ninguna creencia, solamente el hecho, solamente la actitud es lo que prevalece en la incertidumbre.

Velas blancas, velas rojas, almas blancas, almas rotas, todo por la desesperación de pensar que las cosas se hacen por sí solas. Cuando no es verdad, ninguna entonces solo aquello que prevalece es digno de palabra.

Golpea duro golpe, golpea libre da un golpe encima de la mesa y levántate, no sabes quién habla, no sabes quién soy yo pero yo te reconozco porque soy aquel que no dice su nombre.

Son las doce del mediodía y me acaba dominando el sueño, así que dándole un beso a mi mujer, acabo sin darme cuenta durmiendo un buen rato, tanto que casi es la hora otra vez de faenar. Maldito sea aquel que no dice su nombre, no disfruto de la compañía de mi mujer, salvo los sábados que es cuando no salgo con mi pequeño barco. Cierro la puerta de casa y me despido hasta la mañana siguiente, voy caminando, con las manos en los bolsillos y con pensamientos confusos. Voy andando y paso por al lado de un puesto de lotería, todavía está abierto, así que clamando a Lucifer me dé suerte compro un número y me lo guardo en la chaqueta. Sin darme cuenta, me sube la moral el pensar en que me toque por segunda vez la suerte, ya que la primera fue el cruzarme con mi mujer en el supermercado hace de ello tantos años, que ya no sé ni recordar.

Subo al barco y lo pongo todo a punto. Esta noche me he traído una radio, al menos sentir la voz de alguien me hará compañía. Van pasando las horas y con ello llegan las noticias. Escucho como el que no escucha, pero el tiempo se para, mi corazón parece que vaya a detenerse también, ¿el motivo?, pues mi simple, dicen el número premiado del día. Solo diré una cosa, que miro el número de mi boleto y después miro a la Luna, esta, como cómplice me sonríe diciéndome que no me demore y vuelva para casa. Será o no será, quién lo sabe, solo hay una manera de saberlo, mirad el número del boleto, a ver si es el 01977.

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