REMO
Salgo
con mi pequeño barco pesquero, no me alejo mucho del puerto, solo lo justo para
entrar en las aguas marroquís de su zona marítima. No digo si vengo de Cádiz o
de Huelva, que cada uno de vosotros decida la procedencia, ya que para mí lo
que más me importa es que la Luna sea mi guía, mi aliada y mi luz. Lucifer es
mi aliado, es mi verdadero ángel negro, que vestido con sus alas negras no se
separa de mi lado. Guiándome por las estrellas, me dejo llevar, me duermo sin
darme cuenta, el balanceo del barco en las tranquilas aguas del Océano
Atlántico me hace dormir y soñar o al menos eso creo yo….
Entra
como un ladrón silencioso, penetra una voz en mi cabeza que me hace llegar al
éxtasis mental, tanto, que estoy dormido y creo que todo ello lo estoy de verdad
viviéndolo.
– Ven
tesoro mío ven, ven amigo mío. Estate a mi lado, ven amigo ven, que quiero
charlar contigo un rato, no me dejes solo. Le
dice Lucifer, protegiéndole de aquellas malas sombras que acechan en la
oscuridad del mar.
Entro
en shock, para acto seguido encontrarme en un letargo y como si fuese un oso
dentro de una osera, hibernando hasta que la primavera llegue sea este mi
camino y ya llegará cuando desaparezcan las nieves y ver brotar de nuevo las
flores me encuentre. Estoy soñando o estoy despierto, dímelo de verdad, porque
alguien me llama con lamento. Estoy soñando o estoy durmiendo, porque no es lo
mismo despertar de un descanso laboral, que despertar y que te digan que era el
mal lo que llevabas escondido dentro de ti.
– Qué
más da lo que diga yo. Entonces, quién soy no entonces, dame la oportunidad,
dame la oportunidad de conocerme y ser un aliado más. Le responde de forma amable.
No
me lo puedo creer, de vueltas que di en la proa del barco, no lo puedo
concebir, no puedo dormir y acabo despierto al revés, como si fuese el
mismísimo Anticristo y eso, eso no me gusta, ¿o sí? Hay algo delante de mí y no
lo veo, pero lo siento, ahora me colmo de alegría y río a carcajada limpia. Es
tal la alegría y el gozo, que acabo orinándome encima, no me lo puedo creer, es
la cortina transparente que se ha rasgado, se ha abierto una brecha entre los
dos mundos. Pensé, que es tanto lo que nos separa la vida de un lado al del
otro que se puede tocar con la punta de los dedos, está delante nuestro, sí, es
un mundo paralelo, que bien, nos acercamos ya a demostrarlo.
Mi
nombre no importa mucho, pero os lo digo. Me llamo Simón, Simón el pescador, no
de fieles para acogerlos en ninguna religión. Mi nombre es Simón y pesco peces
pequeños, los suficientes para ir vendiendo en la lonja y porqué no, también
para alimentar a mi familia, que aunque no lo parezca estoy casado y la amo. La
amo con tal locura, que a veces me tiro todo el día pensando en ella. Duermo por
el día y salgo por la noche a pescar, con la única compañía de mi luz del
barco. La humedad, debido al mar y a mí edad, ya se empieza a complicar el
trabajo. Pero no queda más remedio que hacerlo, ya que sin ello no es posible
el sustento. Si pudiera, teniendo a Lucifer como respuesta, compraría un boleto
de lotería y probaría o tentaría a la suerte. Ya lo probaré, por ahora sigo
vigilante a la red de la pesca. El barco ha ido pasando de generación en
generación, primero fue mi abuelo, después mi padre y ahora, seguramente que
acabe en mí, ya que no tengo relevo ni descendencia para ello.
Pasan
las horas y yo, atento, recojo la red. Le clamo a Lucifer por darme la dicha de
esta buena pesca, estoy contento, lo preparo todo y me dirijo al puerto, es
pronto, pero quiero estar a primera hora. Tengo que llevar el pescado a la
lonja y ganarme unos buenos billetes. Solo, me siento solo en la tarea, pero no
hay otra, no puedo permitirme la ayuda de alguien más joven. Me mueve más mi
ilusión y mi actitud, que lo que me acompaña el cuerpo. Pero en fin es lo que
hay, no hay otra.
Vuelvo
a tener suerte y me gano un buen dinero con la venta, clamo a Lucifer. Le
prometo serle leal, por mi mujer y por mí mismo. Estoy cansado, muy cansado,
cuando ya en casa, miro el reloj de la pared. Son las siete de la mañana de un
miércoles cualquiera, me hago un café, me preparo el desayuno pero verdad nada
más, lo Tomo y tal cual, no han pasado ni cinco minutos que voy y le arrojo. Cuál
es la cuestión, cuál será el problema cuando, como si fuese un crimen he sido
atacado. No me lo puedo creer, una energía poderosa me ha hecho vomitar todo lo
comido y bebido, ha sido tal el retorcijón que salgo del lavabo dolorido.
Sinceramente me da igual, he vivido una experiencia paranormal, algo diferente
a lo habitual o cotidiano. Lo más posible es lo irreal y lo que menos es posible
que sea yo, así en la realidad.
Tan
sensible no se puede ser en la vida cotidiana, sino pueden haber energías
poderosas quienes nos dominen la vida y el no intentar preparar lo bueno de lo
malo hace que lo que es equidad no sea el porqué para escribir ya que la edad
no importa.
Me
entran escalofríos, tengo frío de verdad, como es el querer ser un hombre de
pareja fiel y estable, si no sé ni quién soy ni yo. Como voy a ser hombre de
familia si no tenido descendencia alguna, no sé sí importa realmente, no sé sí
sinceramente importa. ¡Qué más da!, la vida no está hecha en un patrón universal,
cada cual elige su camino ni más ni menos, no hubiera sido un resultado sincero
sí escojo el camino recto o el que la mayoría dice que es así.
Para
qué tener descendencia, para que vean un mundo revuelto, ¿eh?, en el que nos
encontramos, para que traer al mundo nuevas almas, las cuales van a sufrir
cierto. También sé que van a reír, ¿pero, si pongo la balanza que he lado pesa
más?, no lo sé. Eso depende de cada uno, de cada vivencia y si no que el
destino diga o cuente nuestro pasado, nuestro presente y lo que es mejor,
nuestro futuro. Ese futuro que tanta incertidumbre nos alberga en nuestro más
profundo Ser, tanto es que solo pensamos en ello, sin llegar a vivir el
presente, maldiciendo el pasado.
Son
las 10:00 de la mañana ya, con el estómago vacío hace rato ya que no pruebo
bocado, ¡vaya!, que vaya otra vez al
lavabo es como una vela blanca que se derrite, así es nuestro propio Ser. Sombras
y demás criaturas de la noche perpetua es lo que hace, que sombras es lo que
veo en el amanecer roto de mi ciudad.
Algunos
dirán. Qué suerte la tuya que vives en un lugar de playa, cierto, es una suerte
ver las olas como rompen contra las rocas. No, es oler la sal del mar lo que me
llena de gozo.
Desde
unas tierras lejanas, vendrá aquel que nos librará del mal, desde donde nacen
los vientos del norte vendrá aquel que no lleva corte real alguna. Desde unas
tierras lejanas, vendrá aquel qué
haciendo mérito a la llamada, nos librará de todo aquello que es llamado por
mal nombre. Solo es lo que es, recuerdos lejanos de una tierra desconocida,
recuerdos lejanos de todo aquello que yo desconocía.
Golpea
duro golpea libre, todo se supera y todo se consigue, ¡qué más da!, por muy
difícil que nos lo pongan que nosotros mismos llegaremos a ser dueños de
nuestra propia alma. No digo ser defensor de ninguna fe ni de ninguna creencia,
solamente el hecho, solamente la actitud es lo que prevalece en la
incertidumbre.
Velas
blancas, velas rojas, almas blancas, almas rotas, todo por la desesperación de
pensar que las cosas se hacen por sí solas. Cuando no es verdad, ninguna
entonces solo aquello que prevalece es digno de palabra.
Golpea
duro golpe, golpea libre da un golpe encima de la mesa y levántate, no sabes
quién habla, no sabes quién soy yo pero yo te reconozco porque soy aquel que no
dice su nombre.
Son
las doce del mediodía y me acaba dominando el sueño, así que dándole un beso a
mi mujer, acabo sin darme cuenta durmiendo un buen rato, tanto que casi es la
hora otra vez de faenar. Maldito sea aquel que no dice su nombre, no disfruto
de la compañía de mi mujer, salvo los sábados que es cuando no salgo con mi
pequeño barco. Cierro la puerta de casa y me despido hasta la mañana siguiente,
voy caminando, con las manos en los bolsillos y con pensamientos confusos. Voy
andando y paso por al lado de un puesto de lotería, todavía está abierto, así
que clamando a Lucifer me dé suerte compro un número y me lo guardo en la
chaqueta. Sin darme cuenta, me sube la moral el pensar en que me toque por
segunda vez la suerte, ya que la primera fue el cruzarme con mi mujer en el
supermercado hace de ello tantos años, que ya no sé ni recordar.
Subo
al barco y lo pongo todo a punto. Esta noche me he traído una radio, al menos
sentir la voz de alguien me hará compañía. Van pasando las horas y con ello
llegan las noticias. Escucho como el que no escucha, pero el tiempo se para, mi
corazón parece que vaya a detenerse también, ¿el motivo?, pues mi simple, dicen
el número premiado del día. Solo diré una cosa, que miro el número de mi boleto
y después miro a la Luna, esta, como cómplice me sonríe diciéndome que no me
demore y vuelva para casa. Será o no será, quién lo sabe, solo hay una manera
de saberlo, mirad el número del boleto, a ver si es el 01977.
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