lunes, 24 de septiembre de 2018

                                                 Maldita seas tú que….

Una pala para hacer fosos, una pala para acabar con todo aquello que no ha sido de recibo. ¡Qué más da!, yo solo soy un hombre, un hombre que no soporta ni tolera ciertas cosas. Sería más fácil arrancarme los ojos y no verlo, pero entonces me quedaría a oscuras y me perdería lo que ocurre a mi alrededor. Todo depende de cómo se mire, todo es según el prisma que se utilice. Cavo y cavo, hago pequeñas montañas de arena a alrededor. Es curioso, hacer un foso, para ti mismo, un agujero del cuál no podré salir.

Suenan los tambores, suena la corneta de aquel que lleva el estandarte de un país llamado Centuria. Estandarte rojo, como el de la sangre derramada por jóvenes con ideales, jóvenes demasiado alocados y entusiastas. No hay mayor guerra, que aquella que cada día se libra una batalla en el campo de acción. Todo es regocijo y sueños, sueños que desean convertir en realidad, aplastando al prójimo.

No llueve, el Sol calienta como si estuviese enojado o cabreado y no sé el porqué. Es mi foso, mi propio foso y mi propia tumba.

¿Qué es el libre albedrío, qué es la templanza y la misericordia?, sino aquello que se adquiere con la edad. Todo, absolutamente todo, se aprende a base de los años vividos. Nadie, absolutamente nadie, nace con todo aprendido No hay mayor lección que aquella que nos libra la vida misma.

Cada vez me cuesta más, ya no veo el campo que hay encima de mí, estoy abajo, he cavado y cavado. Ya he terminado, bonito trabajo, solo queda por pensar quién lo tapará. No sé quién lo hará y como lo haré, para acabar con todo esto. No es fácil desaparecer, no es fácil diluirse como si fuésemos agua. Nubes, son solo cuatro nubes las que se entrecruzan en el cielo. El Sol se marcha, hace el relevo la Luna, esa que es burlona. Las nubes se hacen cada vez más grandes y yo no   puedo ya salir del foso. Me haría falta una escalera, una de esas largas, para poder salir.

Hoy no sé si se haré un relato o simplemente una reflexión, simplemente divago y divago. Quién puede ser rey, si no aquel que porta la verdad absoluta, todavía no he conocido ninguno y todos los que son coronados, vienen de lo que ellos llaman “linaje”. Cosa que yo, un hombre, un simple hombre no puede llegar a pensar y a creer, que tiene que existir algo o alguien tan supremo. Respeto eso sí, la decisión de la mayoría, pero no la comparto.

Creo al final que algo hay después, porque alguien debe haberme escuchado y el cielo viene a hacer justicia conmigo.

Nubes negras, aire frío que se cuela en el foso, veo o son alucinaciones, como muñecos blancos que revolotean haciendo círculos alrededor de mi cuerpo. Llueve, empieza a llover y ya noto el suelo fangoso. Lloro de desesperanza y alegría, lloro por el destino que tengo ya marcado. Escucho a lo lejos, una banda sonora, una música que me enorgullece y que un día, hace mucho,  mucho tiempo, me llegó al alma. Me hizo demostrar que nadie debe de estar encima de nadie, que todos, absolutamente todos, nacemos y morimos en este mundo, pero… ¡Ay!, ¡¿qué me dicen de lo que hay al otro lado? Yo hoy no voy encaminado a hacer un relato o quizás sí, sigo escuchando mi música e intento relajarme, intento evadirme y cruzar el umbral de aquello que por ahora nos es del todo desconocido.

Yo no le ruego a Dios, ya que como a los reyes de cualquier país, no creo en ellos, aunque los respete, al igual que respeto a cualquier vecino que conozca.

Tormenta, granizo a doquier, el nivel del agua empieza a subir. Primero a los tobillos, luego a las rodillas, no sé cómo hacerlo. No sé cómo remediar el destino, ya no hay vuelta atrás.  Un rayo, un rayo cae y parte un árbol cercano golpeándome la cabeza. Quedo inconsciente, los muñecos blancos me sacan del foso y me hacen mirar de pie hacia adentro. Que diantres hago ahí, soy yo, dentro del agujero. Siento un ahogo en el cuello, siento como si me faltase la respiración, me falta, me ahogo y no sé el porqué, estoy afuera. Los muñecos blancos, empiezan a bailar a mi alrededor mientras yo, caigo al suelo y después subo, me elevo como un globo lleno de helio y desaparezco, me desvanezco y me diluyo, desapareciendo del mundo. Adiós mundo, adiós.

“Amor, dime tú que me eres fiel hasta la muerte, como puedes conversar con mi mente, día tras día, noche tras noche. Yo, durante el rato de Sol, ando quieto en un sin vivir. Porque mi mente, quiere correr como un potro salvaje y no me doy cuenta o no quiero, que me hago mayor. Por la noche, mientras duermo, es totalmente diferente, salto y corro, hasta vuelo dentro de mi subconsciente y siendo consciente hago y deshago.”

Podría crear una historia, ¿pero, qué historia? Vosotros, que sois ávidos lectores, seguro que os imaginaréis que estoy en lo cierto o no. Quién sabe, a saber. Todo son creencias, todo el mundo se cree lo que vive y ve, lo demás es sencillamente una incógnita. Pero qué más da, sigo escribiendo.

“No sufras buen hombre, todo es relativo. Todo depende de la actitud que te impongas, del esfuerzo y de la tenacidad que lleves dentro de ti. Yo, solo soy tu conciencia y solo te digo si obras bien u obras mal. Hace tiempo, mucho tiempo, que estoy contigo y no me has fallado, sigue por el camino que has elegido. A lo mejor o solo quizás, no sea el más concurrido, pero siempre encontrarás compañeros y compañeras de viaje. Porque el fin es el mismo, aunque algunos vuelven y repiten hasta la saciedad, creyendo que hacen lo correcto. No cabes más ese foso, porque no voy a dejar que te mueras y te vayas. Ya puede llover, ya puede tronar, que mi corneta sonará más fuerte y te llevaré hacia el sendero de la libertad y de la sabiduría.”

Se hace de día, vuelve a salir el Sol y con ello la esperanza. Despierta y no se lo cree, sigue tirado en el agujero. Según parece el golpe no ha sido tan grave y solo ve, o solo acierta a ver, un hombre, otro hombre, este vestido de gris, que le alcanza la mano.

¿Habrá sido un aviso?, quién sabe. Lo único que sabe, es que le da la mano y sale del foso, ahora sí, con ganas de vivir. Después de lo vivido, después de lo que creía perdido, ha salido ganador. Le ha ganado una batalla a la mismísima muerte y ahora, en compañía de todo aquello que es el bien y el mal, vivirá. Sin olvidar esta noche, todo quedará recordado y nada en el olvido.

A veces y solo a veces, me siento acompañado y ello me llena de satisfacción. Ya sea como cantante o trovador, o como simplemente escritor. No voy a entrar en tema del cuál uno lleva su idea personal.
Mi cuerpo, un simple cuerpo lleno de carne y huesos, se oxida. Sí señoras y señores, se oxida, solo la sangre que corre por mis venas, es suficientemente caliente, como para hervir.

Tardé tiempo, tardé años en volver a ver los muñecos blancos. Pero de ahí, no se libra nadie. Ya sea rico o pobre, rey o un simple hombre, todos tenemos un destino o un final. Cómo iba a saber que el mío, cómo iba a saber que acabaría sin cruzar esa cortina transparente, ese agujero en el espacio que se abre. Quedando condenado a vivir una eternidad en este mundo. Ahora conozco al escritor y yo le digo, yo le transcribo mis frases y mis escritos. Él es libre de hacer y decidir, yo solo le comento y le hago saber, que la vida en sí sigue, como el que deja correr el agua. Nuevas generaciones nacerán, nueva sociedad se implantará con nuevas ideas. Todo mediante el respeto será concebido y todo será lo que será, porque nadie muere completamente. Algo queda, en que sea solo el recuerdo y la nostalgia.

La pala, aquella pala que en su día utilicé, está ahí y esta vez sí me echó la tierra por encima y yo supe al final, quién me quiso y quién me querrá. Fueron pocos, muy pocos los que quisieron despedirse de mí  y yo, cómo sigo aquí solo les digo un “hasta luego”. Porque hay que estar contentos, ya que aquel rayo y aquello que viví, me hizo ver lo importante que es la conciencia, porque es la que al final verdaderamente te juzga.


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