viernes, 23 de septiembre de 2016

                                                  Destinos.                                      

Morena de larga melena es ella, pero nadie, ninguna la puede igualar, es bella. Morena de larga melena, no es de salir mucho y se queda sola mirando por la ventana, mientras el aire le da en el rostro.  Se hace de notar, se hace de mirar, ella se lo creé. Pasan las horas, pasan los días. No saben su nombre, pero se dicen a ellos mismos “que la quieren para ellos”. Son dos muchachos que de escapada en escapada, intentan robarles el beso a más de una. Pero no saben y ni se quieren acordar, a cuantas les dañaron el corazón. A cuantas les hicieron impacto en su plena juventud. Son dos, son inseparables en su juventud. La fiesta circula y la gomina aplaca los pelos y polvorea su sed de atraer a todas las chicas. Para que estas, no tarden con una simple llamada de voz o de teléfono, en caer en sus brazos. Una juventud que no es tardía, una juventud bien disfrutada y que todavía le queda mecha, son jóvenes. Jóvenes y deseosos de vivir, de vivir en todos los sentidos. Salen por las noches, salen por las tardes. Las visitas a la morena son diarias y suele ser una costumbre y ella, de un poco de más edad ya los espera. Quieren preguntarle su nombre, para hacer garabatos con la mente perdida en los jardines del deseo carnal. No saben todavía, pero quieren aprender rápido, saben y sienten que son mayores de edad, aunque rocen el ser imberbes.

“Ahora, ahora, hazle una foto” le dice uno al otro. Ella muerde una manzana y se le ven todos los dientes, estos son blancos y bien situados. Ella al verles, les lanza una sonrisa y parte de la manzana. Son dos para compartir, son dos para pelearse por alguna que otra muchacha. Todavía no son diestros en el arte del amor y eso les tiene presos. Quieren salir de la jaula, quieren romper el cascarón, ya que todavía se ven como polluelos dentro de un huevo.  Piensan, como les han inculcado el ir detrás de las faldas. Que algún que otro disgusto les ha costado ya, pero no piensan en renunciar. No se quieren pelear y ni uno ni otro recoge el trozo, se miran a los ojos. En un tris tras se ven con las manos juntas apretando la manzana. Un cruce de miradas que les lleva a verse el alma. Un par de almas enseñadas y moldeadas, para hacer de romances mujeriegos. Pero no es así y se acarician los dedos. ¿Oye, que haces? Solo han sido un par de segundos, un simple roce de manos, que les abre un mundo. Hasta ahora cerrado y que no contemplaban ni en lo más lejano. Murmullos, no se escuchan murmullos. Es ya de atardecer y la noche se acerca pero en un pálpito el corazón, les dice que esta noche no va a ser una noche cualquiera. Que hay algo que hacer despertar, un despertar este sí tardío y que les vuelve recelosos en su entorno. Salen a la calle, salen y escogen seguir andando por los alrededores.

“No creo que pueda dormir esta madrugada, me siento perturbado”  Se cogen de las manos, mirando a cada lado. Son solo dos personas jóvenes, que ya no son ni amigos ni hermanos. Han traspasado la línea, pero se atreven a todo debido a la edad temprana de su renacer. “Tú dices,  ¿y qué será de mí, ahora que ya sé lo que siento verdaderamente por ti? “Ya no será la misma complicidad, ya que habrán los arrumacos propios y los besos escondidos en el amanecer. Esos besos que no conocíamos sus versos y que ahora me muero de amor.”

“No, me niego a mí mismo a aceptarme y me niego a aceptarte. Olvida mi nombre, olvida de que existo” Marchó para casa con las manos temblorosas, su amigo sollozó. Unas lágrimas que no fueron capaces de caer por ninguna chica y que pensaba que era porque todavía no había encontrado la suya y la verdadera verdad, la tenía a menos de un metro de distancia. Que ahora será más lejos, distanciados y sin una llamada, pasarán los días. Cada uno en su casa, son ahora ellos dos los que se acercan a la ventana. Un futuro por construir, un futuro de lo más corriente está a punto de cambiar. Ya no será lo mismo, ya no será igual. Es amor, es verdadero amor. Pero ninguno hace por coger el teléfono, aunque lo miran con ansia y anhelo.

Vientos de cambio, se respiran en el ambiente. Vientos húmedos, que sumidos en la tristeza les une a los dos. No saben que fue, si un roce o un beso equivocado, lo que les despertó. Ahora ya saben que hay detrás de una sólida amistad, ahora saben y no es tarde, que están ahora enamorados de verdad. Que ninguna chica ha conseguido separarles ni ha conseguido romper y hundirles en la envidia o en la venganza. Que bastó una sola semana separados, unos pocos días para descubrir lo que realmente les unía y no era solo esta vida para ser amigos. Unos días de Sol, otros de deambular por el piso en horas de sueño. Unas cuantas lunas han alumbrado las oscuras calles, hasta que han visto que puede más el corazón que la mente. Los dos entrelazan telefónicamente unas palabras y sin pensárselo mucho, se visten con lo primero que encuentran y agarrando las llaves, de un salto están paseando por la acera. Andan los dos con las manos en los bolsillos, porque ya saben que pasará si las juntan. Se miran y quitándose complejos se alejan de la urbanización.

Dos inocentes corazones caminan por el arcén de la autopista, dos muchachos veinteañeros que todavía no han llegado a la verdadera edad adulta. Que sabrán ellos de la ignorancia si son completamente ignorantes sobre ella. Dos, solo dos caminan felices, han alcanzado la mayoría de edad, pero todavía les falta. Ya desean lo que desean y son totalmente ajenos a la realidad. A una realidad injusta e intolerante, que les lleva a mantener en secreto su relación. No hay chica por medio, solo ellos dos, que ahora se cogen de la mano. Que será de ellos, solo son precavidos a la hora de cruzarse con algún coche. Entonces se sueltan y disimulan. Saben dentro de su poco saber que lo que hacen, no está bien visto. Como dos espadas al viento se cruzan y con una gota de sangre, amor se juran. Qué sabrán ellos si todavía no alcanzan a ver detrás del horizonte. No se ven dentro de un tiempo, no se ven en un lugar de trabajo. ¿Qué será de ellos? Lo que ahora es de color de rosa, se puede volver negro. Negro como el corazón de algunos, que no saben y no toleran ciertos actos o ciertos sentimientos.

Ellos dos son jóvenes y lo mandan todo a tomar viento. Son algo más que amigos y eso les tiene que hacer aprender más, aprender más rápido. Ya que se salen de la cadena, se salen de aquello que es inculcado desde pequeños. Chico-chica y chica-chico, como salidos de una película de los años 70’, no saben todavía que algunos son ignorantes, que caminan en sus jaulas dentro de un redil.

¿Qué pastor les guía, que no consiente tal unión?

Víctimas de la oscuridad se pierden por el camino, no saben a dónde van y solo los faros de los coches en dirección contraria les deslumbran. Llenando de luz todo aquello que quieren mantener en la más absoluta intimidad. Se miran, se ríen y se abrazan. Se dicen que ahora sí que no los separa nadie. Nadie podrá desunir aquello que parece que estaba predestinado y piensan y hacen planes.

Pero los destinos a veces son como las cartas y estas a veces están marcadas, marcadas con un triste final. Por una tontería  absurda discuten. Por una tontería absurda, le da un empujón echándole adentro de la vía. Un coche que viene lo levanta por encima y por mucho que lo intentan. Solo sabe cogerlo por la cabeza abierta del golpe y de rodillas, con la voz entrecortada solo dice que “no”, que no puede ser. Todo es sangre por el suelo, el conductor del coche, se queda parado. No sabe si llamar a los de tráfico o a una ambulancia. Pero qué más da, ya es tarde para él, ya es tarde para los dos. Uno muerto en la vía y el otro en vida, como una momia andante, caminará por mucho tiempo. Sin poder evitar saber, que quien fue quien le abrió las puertas del amor.

Llora, llora como no lo ha hecho por ninguna mujer. No hay consuelo, se siente desconsolado y perdido. ¿Qué será de él, ahora que su amigo se ha marchado? No vio como se le acercaba un coche a gran velocidad y se echa la culpa por haberle empujado en mitad de la discusión. Una discusión y un empujón, que les une a perpetuidad. Siempre y cuando lo recuerde, lo llevará en el corazón.
El tiempo no es tiempo, este se puede parar, dejando que solo el cuerpo se marchite o se oxide. ¿Puede él parar el tiempo? Quien sabe, a saber. Lo que es cierto, es que no lo puede hacer retroceder. No puede volver a sentir el fuerte abrazo de su amigo, lo echará de menos. Ningún cálido beso inocente ni ninguna fusión con alguna chica, lo podrá igualar ni superar. Tanto mirar a aquella dulce morena, para que ahora ella les sea sin sentimientos algunos, sin saber lo que es realmente amar.
Se peina la larga melena morena y les ignora,  él en cambio parece que se le cae a mechones. Siempre, para siempre quedará en el recuerdo. Tiempos que no eran tiempos, eran espacios secretos que ellos dos solo sabían y que a ellos dos solo les pertenecía.

Después de todo el papeleo, le dejan marchar para casa. Solo sabrá poner su música, solo colgará y mirará los buenos ratos en una foto plasmada en papel. Que será de él, son dos anónimos personajes de una vida anónima. Solo los dos hubieran sabido una verdad, que ahora le da igual que se sepa ya. Tardará tiempo en cerrarse y el calmarse el dolor. Tiempo que no es tiempo, vida fuera de la muerte. ¿Existirá? Por si acaso no lo olvidará y lo recordará siempre joven, joven y divertido, como las tardes y noches que dieron al amanecer.

¡Hey, amigo mío! Acompáñame esta noche que no soy capaz de salir. ¡Hey, amigo mío! Es mi primera noche sin ti y deseo que me abraces fuerte, quiero sentir lo que te quiero, porque sin ti me quiebro en mil cristales, esparcidos por el suelo. Buscando en ellos tu reflejo, me encuentro. ¡Hey, amigo mío! Me acuerdo de aquellos ratos, de nuestro primer y único despertar, el mismo el que el destino nos arrebató. No conoceré a nadie como tú, no seré capaz de asumir nunca tu vacío.


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