El
tercer ángel caído
Desde los cimientos de la verdad, nace. Desde las raíces de
la humanidad, surge. Nace y surge, aquel que nos dirá lo que es real o irreal.
Como un avión, volará. Como una serpiente irá haciendo zig-zag, hasta que la
Luna le diga su nombre. Será el nombre de un varón, será nombre de un hombre.
De un hombre, al cual se le han caído las alas. Que eran blancas o negras,
quien sabe. No se conoce ni su nombre y eso es de merecer. Porque si tiene
muchos, eso significaría que muchas veces ha estado en la vida que conocemos.
Porque si solo tuviera uno, sería aquel que es más acorde a él.
Sobre el reflejo de la Luna, allí, apoyada en un árbol. Hay
una muchacha que le ofrece cobijo. Puede ser que lo trate como un hermano o como
un hijo. Solo le indica a donde tiene su cabaña. Hace viento, hace frío y él
accede, accede y sigue el camino que le indica. Bajan por una ladera de la
montaña, hay que tener cuidado porque puede precipitarse y caer y él no sabe si
sabe volar. No lleva alas, porque en este mundo casi nadie cumple su sueño y
vuela, vuela tan alto que ni un águila le puede alcanzar. Escucha de fondo,
guitarras y violines o puede ser solo su cabeza. ¡No! Solo es su propia
intuición, que le dice que hace lo correcto y solo piensa en el momento. En el
momento que está a punto de vivir, la muchacha es joven y bella, además de
agraciada. No sabe su edad, pero no le echará más de veinticinco años.¿ Quiere
jugar con él al juego del amor o solo le muestra su hogar, por bondad y
respeto?Caminan diez minutos y llegan cerca del valle, ella le abre la puerta y le hace pasar gentilmente. Solo las guitarras y los violines, los escucha él. Los pájaros son otras cosas, que hasta ella se ha dado cuenta y se alerta, por si acaso. Fuego a tierra incandescente, fuego a cuerpo es el que se desencadena. Acaba de entrar y ya ve y observa. Los roces, las miradas. Una mujer sola, sin compañía, se encuentra a solas con un hombre. Le pregunta él su nombre y ella le responde “Laura”, ese es su nombre. La música hace un impás y solo se oye el silencio y el chasquido de los troncos al arder. El siendo quien es no puede responderle, porque no sabe el propio, no sabe y no contesta. Qué más da, en contrapartida le muestra las palmas de las manos. No tiene ni siquiera unas líneas parecidas a las dibujadas en cualquier mortal y es que él, no lo es.
Escucha como susurra el viento a través de las rendijas de
las ventanas, el día es frío y ella le proporciona una manta y le muestra donde
sentarse. Se lo agradece y toma asiento. Asiento e intenta hablar, intenta
tener alguna conversación. Pero ella se adelanta y le empieza a bombardear con
preguntas de no fácil respuesta. Se pone nervioso y mira la puerta, pero
también escucha el susurro del frío y por los cristales de las ventanas,
observa cómo se hace la oscuridad. Esa pregunta se hace, ¿De dónde vengo? ¿De
la Luz o de la oscuridad. No lo sabe y eso es lo que le intriga a la joven. Que
ve lo que ve y desea lo que desea. Hace tiempo que no pasa ningún hombre, por
estos lares. Pero va despacio, no quiere alborozarlo de buenas a primeras. Lo
mismo que quiere por esta noche, quiere que se marche al alba. Toman algo caliente, solo le ofrece lo que tiene y solo
accede a lo que puede. La noche parece que vaya a ser en vela, no por la muerte de nadie. Pero sí por el
nacimiento de una nueva amistad, una amistad que llegará hasta donde tenga que
llegar. Al menos por una noche, una noche que ella le ofrece algo más que la
bebida caliente. Pero no él no quiere o dice que no puede. Le sudan las
manos….Del frío atardecer, al sudor nocturno. Que más puede suceder, ella no lo
quiere alterar y retrocede unos pasos. No es de mucho hablar, ya que no
encuentra respuesta. Que persona más extraña, que hombre salido de entre los
árboles, perdería la ocasión nocturna que se le ofrece. Solo la luz de un par
de velas, muestran los rostros de los dos, frente a frente. Ella no tiene sueño
y quiere que él acceda, sería la primera vez que le rechazarían. Mientras él se
muestra tal como es, ello le perturba a ella, llegando incluso al enfado.
Pasan los minutos, pasa la noche y solo consigue dos besos.
Uno en cada lado de la mejilla y se despide, yendo por un sendero que ni él
sabe si es el correcto. Solo sigue los caminos más iluminados, aquellos que son
con sombras y con hielo no los sigue. Puede estar en lo cierto o todo ser una
vulgar mentira. La muchacha se ha quedado otra vez sola y prendida y él solo camina con el Sol de frente. Es puro
invierno, pero no hay nubes en el cielo y continua su trayecto. ¿A dónde le
llevará? No lo sabe, pero aquella que ha sido gentil, dándole cobijo observa y
escucha ahora a los pájaros cantar y es más feliz dentro de su soledad. Quien
sabe, solo a lo mejor sueña que se vuelva a cruzar con el ángel sin alas. Un
ángel caído es eso, un ángel al que le han arrebatado las alas y ya no puede
volar, ya no puede acudir con la misma rapidez a una llamada de auxilio. Se
conforma en andar sin destino, sin rumbo fijo e intenta dar un poco de paz y
tranquilidad a aquellos que tienen bondad. Porque la bondad no se enseña, con
la bondad se nace y la lleva uno en el alma. Aunque hayan personas que se
aprovechen, los que son puros de corazón. Siempre pueden recibir la visita de
un ángel caído y conseguir la felicidad, gracias a su propia bondad. Esto ni se
compra ni se vende, simplemente viene así se entiende.A donde iría a parar, ahora que se aleja en la distancia. A donde dormirá o trasnochará el sin nombre. Es posible, que en algún lugar donde nace el Sol y se marcha la Luna o es al revés. Quien lo sabe, a saber. Solo se sabe que es el tercero y cómo lo saben, porque contando las estrellas, se han dado cuenta que es la tercera que falta.
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