sábado, 18 de septiembre de 2021

 

ZAPATOS DE CHAROL.

¿Cuál es el mejor sendero para caminar, cuál es el mejor camino en el que no encuentre piedras con las que tropezar, en cual podré andar descalzo sin riesgo a darme con ningún  obstáculo? Me imagino que eso es imposible de encontrar, ya que todos los caminos como dice el dicho conducen al mismo lugar. Por eso mismo tomo el camino de arena, en lugar de tomar un camino asfaltado y con señales, prefiero adivinar y encontrar todo tipo de aventuras y de peligros, a los cuales enfrentarme y aprender, ya que si no es así difícilmente evolucionaré y seré capaz de tomar mis propias decisiones sin miedo a equivocarme. Ello me lleva primero a quitarme los zapatos y prestártelos a ti, sí a ti, que me lees, para que sepas que todo el camino trazado en esta montaña de arena son senderos sin señales. Ya que estas te las encuentras de lleno, yo voy caminando descalzo siguiendo a mi propio instinto.

Veo una nube en el cielo y miro hacia el sol, pero este me deja ciego, no puedo mirar, no me puedo enfrentar a él. Tiene mucho más poder que yo, me bajo la visera de la gorra para que la sombra me llegue a los ojos y sigo mirando para el frente, como si este no tuviese final. Mira para el frente, mira para para horizonte y sabrás que la vida no tiene final, que ya sea con zapatos o andando descalzo, el camino sigue.

Como dice una vieja canción, espero que a que la noche me envuelva negándome la visión,  provocándome tal sueño del cual no sé si despertaré .Verás, es así cómo te lo explico, durmiendo o despierto, despierto o soñando, ¡qué más da!, todo no deja de ser una ilusión. Ya sea durmiendo o sea caminando por el sendero, espero que la noche llegue pronto, para que me lleve a un mundo perfecto, a un mundo donde no existe ni la venganza ni el odio, ni la rabia ni el rencor. Adonde todos somos felices, al menos por un buen rato, no hay que mirar por las aguas subterráneas, ya que en ellas navegan las sombras. Seres malvados y dentro de ellos no alberga ni segundo de amor, de felicidad, de respeto y cordialidad con aquel que se acerca. No navegues por esas aguas, ya que te puedes ahogar en un mundo de lamentos y de pérdida de conocimiento.

La noche se acerca y yo me alegro, no enciendo ningún fuego ya que no quiero provocar ningún incendio, no domino estas artes. Se hace la noche oscura y no sé ve a más de dos metros, así que me hago de un espacio y me dispongo a dormir, a entrar en un portal el cual me hará viajar por lugares desconocidos para mí.

Me abren las puertas, mientras en el mundo de los sueños hay alguien que se acerca y me dice su nombre Juan, me pone la mano en el hombro y me dice camine, que ande a su lado, que él también va descalzo. No es ningún paraíso el lugar, no es ningún jardín del Edén, solo veo luces, luces de varios colores, son como pelotas de tenis que me rodean y me acompañan. Siento paz, no siento ni la lamentos de nadie, ¿qué será de ellos, será en otra vida?, quién sabe a saber.

       ¿Cómo te encuentras ahora? Me pregunta.

       ¿Estás feliz? Me sigue hablando.

No sé si hablo en sueños, no sé si hablo durmiendo, pero yo le contesté siguiendo la conversación….

       Sí Juan, estoy contento, no sé adónde estoy, pero estoy feliz y contento, ¡qué más da lo que deje atrás!, gracias. Rencor, odio, mi ropa, mis posesiones, me siento desnudo, pero soy feliz.

       Me alegra escucharte, no te acuerdas de mí, yo soy el que te acompaña y cuando estás despierto, en tus pensamientos el que te acompaña siempre, en los lamentos y también las alegrías. No dejes este camino, que tampoco es tan fatigoso, sigue buscando y sigue aprendiendo.

Dichas estas palabras, Juan aparta la mano del hombro y veo cómo se va diciéndome adiós, hasta que le veo transformarse en una pelota de tenis de color azul. No sé el porqué, pero yo me alegro, sigo durmiendo, sigo descansando para seguir mi camino. No sé adónde voy, cuándo llegaré. Pero es que este es mi camino, Juan me ha dicho que no me equivoco.

Entro en un sueño profundo, al igual despierto en una hora que no sé cuando, ni me importa. Tengo hambre, cierto, tengo sed, me siento sediento. Pero ya he acabado con todas mis víveres, no sé qué haré ahora, a lo mejor sigo caminando hasta que mi cuerpo diga basta y muera, pero al menos moriré con una sonrisa en la boca. Sigo caminando y pasan los días, el estómago me hace señales, la garganta se me reseca, no puedo más, me entran alucinaciones debido al hambre y a la sed. Hasta que de golpe y porrazo suena a lo lejos un despertador, pego un suspiro ya que reacciono y veo que estaba durmiendo. Enciendo la luz y miro la habitación, una triste habitación de un triste piso que yo hábito, no tardo en ir al lavabo lo primero de todo, para después abrir el grifo del agua y como si se fuese a acabar el mundo bebo, me mojo la cara, me mojo la cabeza varias veces y me seco con la toalla. Estaba en un sueño dentro de un sueño, qué increíble que es la mente, ¡oh!, qué increíble que es el mundo. ¿Será una señal?, yo no lo sé, pero todo me lleva a mirarme los pies, es curioso, sé que es verano y ando descalzo por el piso y creo que por este motivo los tengo sucios, al menos la planta de los pies los tengo sucios.

       Café, necesito un café.

Monta la cafetera y apoya las palmas de las manos en la pared junto a la espalda, espera dos minutos y tres hasta que el agua hierve el café se cuela.

       ¡Estoy vivo!

No sé a quién darle las gracias, ya que no soy muy de religiones, así que se las doy al destino. Tomando café en la cocina me asiento y cuando termino abro la persiana del balcón y miro reloj son, ¡caray!, son las once, el Sol apunta alto y como el que me ve, hace taparse con la nube, solamente se ve el halo de la del Sol, así que puedo mirarle fijamente y retarle.

       Algún día llegaré a tu destino, un día en sueños te alcanzaré de hablar en privado contigo.

Se hace el silencio, no se escucha nada, así que yo pongo mi música y con lápiz y papel escribo, escribo y escribo. No tengo una letra bonita, ni pretendo que sea así, solo deseo escribir mis sueños. Esos que entro cuando duermo, aunque ahora me doy cuenta muchas veces que no me acuerdo, quedan como vacíos, lagunas en mente que no sé cómo rellenar ni me salen las palabras, ni me salen las frases. No voy a escribir, lo he decidido, dejo el papel y el lápiz, aunque lo cojo con la mano izquierda y como el que hace escritura automática, me dejo llevar. Solamente es un garabato, hago un garabato en el papel, el cual lo pego con un imán en la nevera, doy dos pasos para atrás y me lo quedo mirando fijamente, parece un murciélago o más bien un ave o demonio. Quién lo sabe, lo dejo ahí y me voy al comedor y conecto la música, escuchándola, oyendo mis grupos preferidos y eso me hace feliz, muy feliz. ¿Adónde llegaré?, no lo sé, miro la fecha en el calendario y menos mal, es domingo, hoy no tengo que trabajar, así que divagare. Reflexionaré sobre todo lo vivido, porque no es lo mismo vivir que quedarse parado sin hacer nada, ya que ello no te da beneficio ninguno, ni para ti ni para los demás y no hay que ser egoísta tampoco y ayudar al prójimo. Una ducha, necesito una ducha, así que sin pensármelo dos veces estoy debajo del agua un buen rato, después no me lo pienso mucho y vistiéndome salgo a la calle pero no acabó de pisarla, ya que me quedó en el umbral del portal al ver las prisas de las personas, ¿el porqué correr, el porqué vivir rápido?, esa es una gran pregunta que a veces hay que hacerse.

No puede ser, tengo que salir más, no solo por la obligación sino también por ocio. Tengo que atreverme, tengo que divertirme, qué tiempos aquellos cuando yo era joven y salía por la noche sin importarme en el lugar y el porqué, la cuestión era salir. La cuestión era divertirse, cosa que ahora no hago, no sé el porqué de las cosas no será la cuestión que me lleva a ello pero no salgo. Me quedo bloqueado, subo las escaleras otra vez, subo a que mis demonios me devoren otra vez, ¿qué será de mí, si no consigo de romper el muro?

No tengo ganas de comer y eso que son las tres, así que me voy a la cama, me voy a descansar. A soñar, que entonces eran el consuelo, porque no descansaré, pero seguro que habitare a un lugar extraño, que me lleve al Zenit.

No escucho rock, no escucho pop, escucho música relajante, escucho música que me hace  entrar en sueños y no tardo en recibir visita. Ya lo conozco, percibo a Juan, debe acercarse como una pelota de tenis de color azul, pero cada vez, contra más cerca está, más lo veo físicamente humano. Me vuelve a colocar la mano en el hombro y me llama por mi nombre, el cual mantengo en el anonimato.

       Ven y descubre. Me dice.

       Déjate abrazar por aquellos que no son tan puros de corazón como tú.

Es algo que no se puede explicar, me quedé atónito, todo ello no lo sabré describir después en lápiz y en papel o quizás sí. Me parece ver jardines, me parece ver montañas, es tan increíble, son las tres de la tarde y sigo soñando despierto, despierto, durmiendo. Quién lo sabe, solo sé que de esta no podrás engañarme, lo que sé es que es verdad todo lo que veo.

Alzó la voz, alzó la voz, me descubro en un momento. Está todo el ocaso, me despierto sudando, miro el reloj y marca a las seis de la tarde y para mí solo han sido diez minutos. Me vuelvo a lavar la cara, me vuelvo a vestir y cuando me doy cuenta, estoy en el umbral de la puerta. La gente sigue caminando deprisa, pero doy un gran paso, un primer paso, pero que es grande, doy otro y me siento afuera de casa. No será la vuelta a la manzana, solo será el doblar la esquina, la última vez había un bar que había olvidado. Tiene terraza, son las siete de la tarde y el Sol ya está acabando de decir adiós, tomo asiento en una de las sillas. No pasa ni un minuto, cuando se acerca el camarero y me pregunta….

       Qué va a ser Caballero.

-        Un cortado por favor.

El, rápido, no tarda mucho en servirme el cortado y dejo que se enfríe incluso no llegó a tomármelo al quedarme atónito de la velocidad de la gente. Llamo al camarero al cabo de media hora.

       Que te debo

       Es 1,20 por favor.

Yo le pago gustosamente, pero se queda extrañado al ver el cortado sin probar, no me preguntas. Tampoco tengo respuesta para ello, ya que visto la sociedad cómo funciona es mejor a veces no salir, para que no saben apreciar el rato, no saben apreciar la vida, yendo de aquí para allá en una sociedad de consumo que nos esclaviza y nos enfrenta entre nosotros. Camino lento, lucho contra la sociedad, llego a casa y sentándome en el sofá, doblo las rodillas y me pongo con las manos en la cabeza a pensar en voz alta y clara.

       ¡Ay!, qué será de mí, yo no sé seguir esta sociedad, ya no sé seguir de su caminar, mis zapatos no están preparados para ello.

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