CALVARIOS
¿Estoy soñando o estoy despierto?, ni yo mismo lo sé,
porque acostumbrado uno ya a las pesadillas, he pasado de tener la compañía del
lobo a soñar cosas dulces y bonitas. Vivo en una nube, camino por caminos
empedrados, por caminos de la antigua Barcelona gótica. Voy con las manos en
los bolsillos y camino despacio, es verdad, en un sueño hay una verdad. Ese no
es otro que el del caminar despierto, yo ya no sé simplemente ver, solo doy vueltas
y con la almohada sigo durmiendo. La fiebre sube, no sé qué enfermedad tengo,
me siento frío pero no por ello sin sentimientos, sigo caminando y la gente no
mira, no se dan cuenta que los estudio andando por delante de ellos y camino.
En este sueño, estoy en el centro de mi Ser y se está haciendo de noche, se
encienden las farolas y todo ello me llega a pensar. Vuelvo a girarme para
girarme, me giro tantas veces que ya no sé quién soy en verdad. Qué le vas a
hacer, digan lo que digan, lo que haga da igual, sigo caminando por Barcelona
esa bonita Barcelona que todo el mundo vive.
Sigue
soñando y no siente el despertador, así que ese día se regocija en la cama, tanto, que en el trabajo hace una falta.
En mi sueño siento como tomo asiento en los asientos de
cemento de la línea uno del metro, solamente observo a la gente y devenir,
están durmiendo ellos. Ellos sí que duermen de verdad, no se dan cuenta de cuál
es el verdadero despertar, despertar, bonito nombre. Solo es mirar para
enfrente y no tener miedo si en uno mismo hay el valor suficiente para tirar
para adelante, no hay nadie que te pueda guiar mejor que tú mismo, no hay nadie
capaz a lanzarse a la piscina sin saber si hay agua. En si tocará fondo yo no
lo sé, así que observo adelante y sigo con mi sueños….
– Dime
tú, señor de mis tierras. Qué significado tienen estas serpientes con el cuerpo
enroscado, dime tú señor de las Tinieblas, quién puede ser el que vea luna
negra. No brilla como el Sol, no salen las mariposas de mi estómago, no estoy
enamorado o simplemente estoy enloqueciendo de un amor no correspondido adónde
mandar las serpientes, para que estas hagan justicia. Adónde mandar la Luna negra, para que en
aquellos que diga yo caiga la mala fortuna, dímelo tú que vas montando a un caballo
alado.
Senderos de luz, senderos de oscuridad, no sé adónde ir ya
que los dos caminos se bifurcan y no consigo acertar con cuál de ellos. Adivinar
no quiero yo, dímelo tú qué sabes tanto
o al menos no apareces como yo, que camino vagabundeando por las calles de la
gran ciudad. Dile realmente a este ciego de amor, pues simplemente escribo lo
que percibo, todo es relativo, todo es cierto o incierto. Todo es verdad o todo
es mentira, quién lo sabe, ¿verdad?, yo no. Yo solo soy un simple hombre que
busca la verdad, para que ella me enriquezca el alma, que sea libre de corazón,
por eso vagabundeo, por eso mismo camino sin saber.
Dale
un poquito más de sabor a la vida, que yo no sé nada, pero ayer sabía menos.
Ahora de golpe despierto, despierto de mi sueño o entra en
el sueño de cuando uno está despierto. Son las 10:00 h de la mañana de un día
que no tiene nada que ver si es lunes, martes, miércoles, siempre es ponerme en
rojo los festivos. Miro la fecha, es viernes, así que tengo todo el fin de
semana por delante, no sé cómo explicar el lunes lo pasado, aunque es mejor que
llame ahora y cuente que simplemente me he dormido o no sabré qué contar.
¿Que soy yo, un proscrito o un ángel salvador?, no, no lo
sé. Solamente sé que estoy sentado ahora
en el sofá, esperando que alguna noticia que me haga elevar la bandera de la
felicidad a lo más alto. No salgo de casa, el reloj de marca las doce del
mediodía del viernes, yo sigo sin
desayunar, yo sigo sin comer y yo sigo sin beber. Solamente si me acuerdo, miro
al cielo desde el balcón de mi casa, raso, raso está el cielo, ni una sola nube
y yo necesito dormir. Así que me preparo y me acuesto en la cama, sin llevarme
bocado alguno al estómago. ¡Ay!, qué será de mí, me he tomado una pastilla para
dormir y a los quince minutos ya sigo por otro camino, por caminos tortuosos
que nacen de a saber de dónde.
Sigue
soñando y baja las escaleras del metro de la línea 1 de Barcelona, baja rápido,
en su sueño es de noche y la Luna domina el cielo, ¿cómo es posible que esté
tan ciego?, cuando ahora es cuando verdaderamente está despierto. ¡No!, antes necesita dormir, necesita vivir. Así
que monta en el metro, hace camino sin destino, porque no hay parada alguna
para aquel que viaja sin destino, alguien que por mucho que digan, este está
escrito.
Os debo confesar con una historia, debo de contar que aunque
me creáis o no, todo eso ya depende de vosotros, porque aquella noche no la voy
a olvidar nunca.
Ya quedan pocos viajeros, los últimos no serán los primeros,
solamente quedan los que no tienen casa, por eso es que son relegados a un
tercer o cuarto plano. Todo por ser diferentes o no encajar en el no reflejada
vida normal, vida misma que algunos se hacen un hueco en la boca del metro. No
es Navidad, no os voy a engañar, no son en plenas vacaciones donde la gente va
a la playa y se des estresa y olvida a todos aquellos que siguen día tras día
durmiendo en la boca del metro. Algunos con más suerte que otros, otros no han
tenido más suerte que ellos, no es que les pida un minuto de silencio solo sí solamente
les pido un segundo de pensamiento en vuestras mentes.
Sí, hoy es mi sueño y estoy afuera del metro, ya lo han
cerrado. ¿Qué hago aquí?, me pregunto una y otra vez, ¿qué hago vivo en la
tierra sino es para prosperar para después morir y dejarlo todo? A veces pienso
o a veces es simplemente una reflexión, qué es mejor. Pero en fin, eso es otra
historia. En esta conocí a Marcos fuera del metro, mejor en la boca de este, no
en la boca del lobo o quizás sí. Donde me enseñó durante una semana al menos
entre mis sueños, no quiere
verdaderamente la calle, esta está llena de peligros, peligros que nosotros no
vemos ya que a esas altas horas de la noche cada uno de nosotros está
felizmente su cama. Pero él me enseñó que hay algo más que un cartón de vino y
un paquete de tabaco, me enseñó el valor de la amistad entre ellos. Como las
risas curaban los lamentos, como las borracheras hacían que el invierno fuera
como un cálido verano en pleno mes de enero.
¿Sigue
durmiendo o sigue despierto?, ahora, ya que mirarlo y es de los afortunados, está felizmente en la cama bajo un techo al
cual no traspasa la lluvia ni la nieve, pero en fin toma una decisión, quiere
seguir durmiendo me dice él.
Yo le respondo que sí, entonces me dice como un susurro, un
pensamiento que me visita, dice que baje cuatro calles más abajo, pique en el
número 16 cuatro veces. Como indica la palabra, solo eso hago, despierto me
levanto sabiendo conscientemente lo que voy a hacer. Bajo las cuatro calles y
golpeo con los nudillos cuatro veces a la puerta, me preguntan quién es y yo
digo que soy yo. Me entreabre la puerta y me dice que quiero, no puedo
responder sin saber el qué y digo….
– Lo que
tú sabes.
Él me dice son sesenta euros, yo saco mi cartera y le doy 3
billetes de 20, me dan una papelina y una jeringa. Escondo todo dentro de mi
chaqueta y me vuelvo a casa. ¿Cuál es la razón por qué lo hago?, es para seguir
durmiendo y seguir soñando despierto, esa es la verdadera razón. Así que hago
la mezcla y con mucho dolor entra por vena, me hace viajar, viajar por un
camino y él no me dice que no me engancharé nunca. Pero yo sé qué es, lo que
hago es peligroso y que la prueba me puede ser funesta, pero cuando quiero
echarme hacia atrás ya es tarde y estoy viajando tumbado en mi cama.
Nubes de colores veo ahora en el cielo, no voy ya en el
metro. Me acompaña mi amigo Marcos o al menos eso creo yo y cruzamos el gran
charco del Océano Atlántico, todo ello en relieve, todo ello dentro de nuestra
imaginación y todo ello dentro de una calma sobrenatural. No quiero despertar,
no quiero volver a la pesadilla que se ha convertido la vida. No sé cuánto dura
el viaje, pero para mí es un instante, es como correr galopando encima de un
caballo de carreras o nadar en las profundidades del mar, llegando a ver en la
más absoluta oscuridad.
No sé si acabé enganchado, lo que es seguro es que pasó el
fin de semana, pasó un mes, pasaron dos y yo seguí viajando. Al final el
trabajo lo dejé, al final me despidieron por no seguir las normas, así que
ahora Marcos y yo, nos hemos vuelto como hermanos, hermanos dentro de un sueño
del cuál no quiero despertar nunca. No
creo que sea un final feliz, ya que el balcón lo cambié por el banco de
enfrente y mi techo de yeso, por el inmenso cielo raso dándome el Sol en la
cara todas las mañanas.
Duró lo que duró, fui adelgazando, fue un deterioro
constante que me llevó a la desesperación. Mi amigo Marcos se marchó antes para
siempre y viendo las orejas al lobo, pedí ayuda. No quiero abandonar el barco
todavía, soy joven, soy muy joven todavía y puedo hacerlo, no seré ni el
primero ni el último que sale de este calvario, así que me puse no de rodillas,
pero sí rogando una segunda oportunidad y agarrar la cuerda. Porque el mejor
sueño que se puede vivir es el amor hacia el prójimo y a ti mismo, así que por
ello lo hice. Lo conseguí, salí del calvario y ahora, con los rasgos marcados
por la batalla librada, vuelvo a ser alguien que se siente útil. Sueño solo,
con que alguna mujer se fije en mí y pueda canalizar ese amor que albergo
dentro de mí. Abrazar a la vida, abrazar a una mujer y a un amigo. Es mejor
vivir despierto la vida que soñamos, que soñar una vida que tiene un final que es
mejor no describir, ya que no es de razón explicar.
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