sábado, 21 de agosto de 2021

 

LA FOSA

Dejo la mente en blanco y me dejo llevar por la música, es una noche de un sábado de otoño, no hace frío pero llueve. Con un papel y bolígrafo en mano, deseo escribir cierto relato, cierta historia que no hay nada más cerca de la realidad cruel y nefasta. Enciendo una vela y clamo e invoco a aquellos que un día lucharon y dieron su vida por unas ideas y también, ¡porqué no!, por intentar salvar la vida de sus familias. Fueron años de angustia para todos aquellos, que ya casi no están con nosotros y que intentaron cambiar la historia. Pero esta, cabezona y reticente hizo que ocurriera lo que ocurrió. Yo solo narro aquello que me viene a  la mente, aquella energía que me viene.

Dime melancolía qué haces todavía dentro de mí, yo en su día te aparté de mi vera pero aún me sorprende tenerte aquí a mi lado. Como si fuese una lapa o una mochila que voy arrastrando por todas las calles recordando tu nombre, cómo es posible que seas así. A mí me gustaría apartarte, que desaparecieras y te mantuvieras muy lejos de mí, pero no puede ser y aquí estás, martilleándome en la cabeza y yo, sentado en el sofá escuchando canción tras canción no dejo que la aguja del tocadiscos llegue a su final, para así poder volver al principio y volver a vivir y volver a recordar tu presencia, tu nombre, tu voz. ¡Qué más da!, si te llamas melancolía, al menos ella no va acompañada de la tristeza ya que si así fuera no sé qué haría.

Estamos en el año 1976, son épocas de cambio las que se avecinan, espero que sea para mejor y no para peor. Ya que lo vivido me ha dejado huella, ¡qué más da!, del bando que fuera, ¡qué más da!, mis razones políticas. Llegó un momento que solamente quería vivir y eso es lo que he hecho, aunque tú, melancolía no me has dejado vivirla como yo he querido, qué le vamos a hacer si las cosas son así. Se huele el cambio, que huele al final de una época, algunos, por no decir muchos respirarán aliviados y con más libertad de la que habían tenido antes. Aunque yo sigo sentado en el sofá mirando a la nada, porque me han dejado la mente en blanco ciertos hechos, que solo recordarlos me dan miedo.

Desde detrás de las tinieblas le susurra al oído, detrás de la cortina transparente le siente aquí a su lado, sigue leyendo que te seguiré sorprendiendo, que Lucifer les perdona la noche a aquellos que no son sombras.

       Dale una calada a este cigarro, que no te digo claro con que está mezclado, pero te hará llegar muy lejos. Atravesarás todos los puertos paralelos llegando al Zenit y al éxtasis emocional, llorarás de alegría, ya que sin que te des cuenta en tu corazón albergarás tanta tristeza que no la podrás expulsar.

Como el que pide ayuda para ser escuchado, me alerta. Como aquel que viene implorando escucha y respuesta, me viene y me hace escribir y describir ciertos relatos de una vida en blanco y negro, dónde solo los ricos y los señoritos eran dueños de ver esta de color de rosa, ya que eran los que eran los que dominaban.

       Larga es la noche, pero se te hará corta durmiendo intensamente, soy un huracán, una bomba de explosión, eso es lo que soy yo. Solamente soy lo que soy, un hombre que está en una fosa con mucho que contar. Líbrame de aquí si puedes, coge una pala y déjate llevar por la intuición, no te llevaré lejos de aquí, pero tienes que creer en mí. Así que cógela, que como tocando voces al infierno te haré llegar rápidamente a donde quiero llevarte, no es nada siniestro precisamente, solo quiero liberarme y que mi alma, es decir yo, pueda traspasar la puerta que nos separa y descansar con los míos, sigue adelante con ello y verás la sorpresa que te llevas.

Ni corto ni perezoso despierta de su sueño, despierta de su dormitar y conscientemente o de manera inconsciente, coge una pala y una linterna que tiene en el trastero. Algún vecino lo ve, un guardia de paisano y un  policía en servicio también, pero nadie le pregunta, ninguno se le acerca y se deja llevar. Una nube de tormenta hay en el cielo,  todo hace presagiar que va a llegar a describir el infierno, sigue caminando haciendo caso a una voz que le susurra dentro de su mente. Esta le lleva a cierto monte en las afueras de cierta ciudad, ahogado ya por el caminar, un ligero viento le dice que pare y escave en un punto, así que escava y escava hasta descubrir los restos de una persona. Ya casi en total descomposición, sorpresa fue la suya, lo que llegó a ver a alumbrar la fosa, está a pie de una carretera comarcal. No voy a decir cuál, ya que ni se la pregunto ni lo quiero saber. El corazón le galopa a cien o a más velocidad, no sabe qué hacer, pero la luz se le enciende por un momento y cierra de nuevo la fosa,  corre y faltándole casi el aire, corre linterna y  pala en mano a casa. Este es para sí mismo, se lo dice para sí.

       Esto como puede ser, no puede ser que é sea el que está ahí, ¿se sabrá alguna vez?, no se sabe.

Así que si se sienta tranquilamente el sofá, dejando que las piernas le dejen de temblar, el corazón se calma, son altas horas de la noche y casi nadie la ha visto, salvo el vecino, el guardia y el policía. Menuda jugada, en menudo lío se ha metido como le pregunten.  Piensa, divaga, reflexiona. Ha sido una conexión con alguien del otro lado, no es posible o quizás sí.

Siempre ateo. He seguido un camino diferente del habitual, un camino lleno de luces y de sombras, que alguna vez me ha llevado al desespero por la incomprensión de la gente. Al no seguir un camino que ellos, anclados en los años cincuenta no ven que fuera un camino recto. Pero yo, luchador y tenaz, he seguido en ello consiguiendo algunas metas que vienen por fin acompañando gritos de libertad. Ver cómo se va apagando en la historia un tiempo quienes no olvidarán nunca, vidas truncadas, vidas muertas. Eso es lo que hay, me has dado con alguna fosa, pero esto cómo explicarlo siendo de un bando u otro, haciendo de cada uno que quiera tener la razón y eso no es posible o quizás sí, quién sabe, a saber.

Aunque no me sienta feliz en algunas veces, me levanto del sofá, abro la ventana y como dice alguna canción, mira hacia el brillar de la Luna. Pero no voy con una camisa ni blanca ni roja ni limpia. Voy con el torso desnudo, pelo en pecho solo intento mirar fijamente a la luz de la Luna, pero su respeto hacia ella me lo impide. Cierro los ojos, dejo correr el viento al mismo tiempo que me dijo para mí, que mi libertad está cerca, mi libertad de decidir, qué hacer. De expresar con total libertad todo aquello que llevo dentro, que como periodista me he tenido que callar más de una vez y a mí, me podré decir ya mismo, podré dar noticias importantes al mundo. Nos enfrentamos a un gigante dormido, ya veremos cómo pasa el tiempo, pero a mí que no me hablen de dioses.

Una tormenta se acerca, viendo a través de la ventana la calle, una calle desierta envuelta en la incertidumbre y la tormenta se acerca. No tengo ganas ahora de mirar chicas, si pasara alguna a lo mejor la ignoraría, no es por nada. Simplemente porque no me apetece, tengo otros proyectos en la cabeza, trabajo para un periódico, no digo el nombre, pero eso no es reconocido. Aunque todavía no sepamos si podemos expresarnos con total libertad, la muerte de cierto personaje nos ha llenado de esperanza, quién sabe cuál es el destino. Ahora yo no lo sé, pero daría parte de mí por saber la verdad, no sabe a ciencia cierta lo que va a suceder. El tener la exclusiva y sí se me reconozca a mí también por mi trabajo, haciendo balances de todo lo acontecido en los últimos años sería genial. Una época se ha apagado y otras se encienden  y que sigan dando que hablar.

El hecho me desvela y me visto, bajo al portal y sigo por la calle, hasta que llego al bar de Juan. Son altas horas de la noche, horas donde los buenos descansan ya en sus casas, quedando solo aquellos que beben para olvidar o por no estar solos. Me siento en uno de los taburetes que rodea la barra, no hace falta que abras la boca él sabe lo que quiero. Café largo con hielo, un café que derretirá todo aquello que había sido congelado por alguien al cual llamaremos algo autoritario, pero bueno eso ya es pasado y ya sé que se mira al frente al futuro.

En la pared que tengo delante, solo se ven botellas de licor reflejadas en los espejos de atrás, solo botellas y más botellas, haciendo de la tentación un hecho, así que por cambiar y acompañar el café, me pido una copa de coñac. Me la bebo de dos sorbos y al soltarla encima de la mesa, hay alguien dentro de mi soledad que me habla.

       Hola amigo. Mira para enfrente, mira para todo lo que te queda por vivir, eres joven, no pasas de la treintena. Te queda toda la vida por delante y el derecho a ser feliz, el derecho a ser amado y ser querido. Nadie mejor que yo lo sabe, me acerco a ti susurrando de la vida, cómo es posible que yo que fui uno de aquellos que me fui a la fosa y esté ahora conversando contigo sentados en la barra de un bar. Ya no te martillea la cabeza, ya es otra historia, yo te alivio el dolor de cabeza para poder conversar contigo. Ideas, cómo es posible o simplemente estás dormido y todo esto te lo cuento mientras duermes.

Me sorprendo y me lo tomo a lo primero a guasa y me rio del hecho….

       ¡Oh!, eres un salvador. ¿Quién eres tú, aquel que me habla en sueños quién eres?

No me lo acabo de creer, estoy solo en este preciso momento y mirando a los lados, no hablo ni en voz baja, solo escucho, ya que cierta presencia que noto me acongoja.

       Da igual, no pasa nada amigo mío. Tú sigue durmiendo mentalmente, sigue descansando en tu letargo en la barra de algún bar. Llegará el día que te cuente mi historia, para que tú, como periodista real que eres, la publiques de la manera que tú creas conveniente.

       Prepárate, ahora duerme en tu letargo, descansa, no te creerás lo que veo, no te creerás lo que sientes. Serán sueños, un sueño del que no querrás despertar o será que realmente simplemente soy yo mismo durmiendo, quién sabe, yo no lo sé.

No duro mucho, son las dos de la mañana cuando vuelvo a casa, a mi cama, la misma que me hace vivir y revivir ciertos tiempos. ¿Quién será la persona que estaba enterrada,  quién puede ser?, tendría que dar parte, pero mejor me lo callo por si acaso.

No pasan dos horas sino dos días con sus largas y pesadas noches, hasta que alguien sobre las nueve de la noche me pica a la puerta. Miro por la mirilla, las piernas me flaquean, el sudor brota frío de mi frente y el corazón vuelve a lo suyo.

       Abra la puerta, somos la policía.

Como explicarles el tema, como decirles que me dejé llevar por un sueño que va a convertirse en una pesadilla. Abro la puerta y después de ellos decir mi nombre, me esposan y me llevan a la comisaría más cercana. Toda la noche envuelta en una incertidumbre, que será de mí, de mi vida, de mi propia existencia. Entra uno de ellos, las preguntas se suceden, los nervios y la mira penetrante del inspector me hace mella y le explico mi versión, la cual no les convence y no me dejan ir para casa. Todo sucede rápido, todo es demasiado in-extremis y a punto está de darme un infarto. Pero no hay nada que hacer, no me dejan libre. Acusado, acusado me siento y me dicen ellos. ¿De qué?, es lo que me pregunto y les pregunto, diciéndome que soy sospechoso de un asesinato de hace años y que eso no prescribe, así que el impulso de dejarme llevar, me va a costar caro. Estoy nervioso, muy nervioso y pido ir al lavabo, los nervios me hacen sentir mal y necesito evacuar. Allí veo la oportunidad, la voz me susurra, ven conmigo ven. No sé cómo hacerlo, así que por ahora no hago caso alguno y salgo de nuevo. Un policía me acompaña hacia donde será mi nuevo alojamiento. Tres días, lo máximo me tienen encerrado, me dejan ir para casa, siento cierto alivio, no han encontrado nada más que me involucre que el hecho de escavar. Así que no pueden detenerme, no me río, solo siento un fuerte alivio además de cierto bienestar al llegar a casa.

-        Ven conmigo, ven. Vuelve la misma voz

No sé qué hacer, no sé cómo quitármela de la cabeza, vuelven de nuevo los martilleos a esta. Parece que tenga un destino predestinado, no quiero aguantar más. La locura me envuelve y ella me lleva al balcón de mi piso, un cuarto, lo justo para desaparecer y dejar de oír ciertas voces, pero no lo hago. Se le puede decir que es cobardía, pero yo lo llamo valentía, ya que a ella me enfrento, haciendo de ello mi principal situación, así que papel y bolígrafo vuelvo a escribir.

Dejo la mente en blanco y me dejo llevar por la música, es una noche de un sábado de otoño, no hace frío pero llueve. Con un papel y bolígrafo en mano, deseo escribir cierto relato, cierta historia que no hay nada más cerca de la realidad cruel y nefasta. Enciendo una vela y clamo e invoco a aquellos que un día lucharon y dieron su vida por unas ideas y también, ¡porqué no!, por intentar salvar la vida de sus familias. Fueron años de angustia para todos aquellos, que ya casi no están con nosotros y que intentaron cambiar la historia. Pero esta, cabezona y reticente hizo que ocurriera lo que ocurrió. Yo solo narro aquello que me viene a  la mente, aquella energía que me viene….

 

 

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