LA
BRISCA
Son tiempos difíciles, son tiempos en los que el mundo
gira casi al revés y al planeta le cuesta girar casi a su propia órbita, todo
se ciñe sobre un patrón o mejor dicho sobre una sombra que nos tiene
atemorizados y a todos al acecho. Los hospitales y los centros de salud, se
sienten y se resienten, como una olla a presión están. Todo lo que estaba
dormido o aletargado ha despertado y yo lo observo desde mi punto de vista, que
no es que sea el mejor, pero me encuentro dentro de uno de los complejos que
hay en una de las grandes ciudades.
Desde la cama de un hospital me encuentro yo alucinando,
veo hasta luces de colores, amarillas, azules, algunas de color granate, no sé,
parece todo un arco iris. No sé si por los calmantes que me meten, que me
inyectan o por la propia mente, que me acosa ferozmente. No sé qué veo, no sé es
lo que hago sino estar acostado en la camilla en mitad del pasillo de una
planta de uno de los hospitales del lugar. No recuerdo casi a mi familia, no
tiento a la suerte y decir el nombre de aquel que me acompaña, porque temo no
decir bien su nombre, el no recordar me cabrea y me enoja, llevándome a
intentar soltar mis ligaduras que me unen a la camilla. Pero no puedo, estoy
fuertemente atado y ello me lleva a casi la depresión. El lloro hace que se me
nuble la vista, ya que al tener las manos atadas, no me puedo secar bien los
ojos. Estoy en medio del paso, no sé si alguien me reconoce, no sé si alguien
es capaz de decir mi nombre, el cual, debido a la situación ni yo mismo
recuerdo. En este momento no sé si es mi primo, mi hermano o quizás mi cuñado
el que pasa por mi lado. Aunque para ser mi cuñado debo de tener una hermana y
yo no recuerdo ese hecho o esa circunstancia. No grito por no alertar, no quiero
quejarme vaya que me inyecten más cosas en el cuerpo, pero la situación se
adueña de mi mente y esta se vuelve muy nerviosa. Todo bien cuidado, pero
amarrado, atado de pies y manos y veo que lo único que me gusta es el tacto,
sí, el tacto de las telas, pues son sábanas blancas donde porta el emblema del
hospital xerografiado en blanco. También yo quiero salir de ahí, del bucle que
me lleva a estar aquí en planta, pero no, quiero ser de aquí, yo quiero
enfrentarme realmente a lo que es la vida. Ser feliz y desear tener hijos, pero
para ello necesito una esposa una esposa que me ame, me quiera y me respete,
igual que yo a ella. He pasado tales calamidades, que ahora me encuentro en ese
momento medicado y delicado en el cuál no veo salida. No sé cuánto tiempo
durará esto, pero a mí me tiene absorbido y en cama, en cama no tengo fuerzas y
en el momento que caigo en coma me transporto a otro plano y esto, esto es lo
que recuerdo.
“Como un juego de cartas, me siento sentado alrededor
de una mesa de un bar de las afueras de la ciudad. Reparten las cartas, no sin
antes barajar ante mi atenta mirada la baraja. Espadas en alto, espaldas
mirando al sol cómo lanzas en la penumbra, se alza el guerrero más fuerte. Quién
es mi señor caballero, quién es sino el rey de Espadas que luchará contra el
rey de bastos. Es posible que sean reyes de copas para la reina de ellas, sí,
la que le lleve a mi señor al caer en sus brazos. La reina de copas sabe mucho
y es que ella solo sabe cómo embrujar al hombre. Espadas en alto, espadas
mirando al sol, pero mi Señor, ¡ay!, mi señor tumbado en el suelo está no
cruzado por una espada sino aturdido por las copas de la reina señora. El As de bastos, que
tiene todas las de ganar, modela la espada que se ha quedado sin su Rey. No hay
oros ni comodines, que igual es así la partida de la guerra. Ya que está, está
perdida y por mucho que se asombre mi Señor es lo que es.
Me
vienen sueños y más sueños, todo es debido a lo inyectado, que me tele
transporta a un mundo, que de ser así todavía, estaríamos la mitad muertos.
Unos por hambre, otros por miseria y otros por enfermedades.
Ahora mi Señor corre
delante de unos perros perseguidores, es como un vuelo al cielo. Todo no puede
ser real, hay alguien que aturde a mi Rey, quisiera que ellos, el rey de copas,
qué quiere romper la espada de acero en tres partes, no pueda repartir las tres
partes por todos aquellos lugares, dónde mi Rey era respetado. Vuelo entre las
nubes, vuelo hacia sol, aunque este me quema el rostro y quiera volverme ceniza
en polvo. Todo por haber robado la espada al rey de copas, he intento
devolverle el respeto a aquellos que todavía son fieles y leales a mi Señor aunque
no es tarea fácil, es más bien difícil. Pero yo no pierdo la esperanza, me
acerco y siento cada vez más calor y más calor no puedo llegar me quemo
entonces, tirándole líquido de la copa veo como está se diluye en el aire. Que
fácil sería gobernar siendo comprensible y vehemente, pero en la realidad no
puede ser así, ya que aquellos que te respetan te verían como un Ser débil. A
golpe de maza vuelve mi Señor, yo le doy las gracias, no por recuperar la
espada solo, sino por sentarse en donde le pertenece por méritos propios.
Algunos dirán que no, otros dirán que sí, pero si maneja lo que maneja con mano
firme, nadie le molestará, ya sea en tierra o en mar.”
¡Puertos!, quién prefiere puertos si no hay remeros en
el mar, batalla agónica es la que se mueve en mar y en tierra. En el mar la
historia es fácil, el pez más grande se come al pez más pequeño y en tierra, ¡hay
en tierra!, el pez más grande tiene que tener cuidado, porqué el pez más
pequeño puede convertirse en un caballo de Troya. Explotar, explotar y como
caballeros andantes surgir de la nada sus espadas y sus palabras. Todo es
relativo, todo es enfrentarse a la
realidad, sí, que nada la enmascare. Todo es como es, pero yo no seré de menos valía
por ser un pez pequeño. La que sé, que al igual que en el mar no tendría
opciones, los pies en la tierra, cómo pisar tierra firme, pisa fuerte. Estoy
yendo para hacia adelante haciendo camino, ver de mi propia vida qué quisiera
de esta cuando yo ya no esté no sé. ¡Qué caray!, tampoco me importa mucho ya
que la dejo sin vástagos sin alimentar.
Si yo tuviera padre a lo mejor no le diría, lo que
digo ya porque sé lo que es el sentir de una madre, una madre que te atiende y
te quiere. Te acuna y te mima, versiones hay por doquier, razón ahora de hablar
.Ya iré, no tiene nada que envidiar este mundo y todo es de respetar, qué más
da lo que yo diga. Todo es diferente a antes, en fin todo y todos los que te
respeten de este también tolerancia y empatía.
– Sol,
dime tú Sol, ¿quién eres en realidad?, con tanta potencia de radiar de esa
forma. La Luna se burla de ti, sí, de ti.
Yo sigo caminando por el bosque que no tiene otra cosa
que un montón de árboles, hallas altas, tan altas que le dan la mano al astro Rey.
Es un laberinto lleno de hojas al viento, no es posible que yo no vea más allá
y no consiga ver tampoco lo más cercano. Tanto mira qué es lo más cercano que cuando lo tienes todo, no te das cuenta., pero
ojo, tiene fecha de caducidad. Queda el día en que te convertirás en un agujero
negro y todo lo que vas absorber será solo la basura que hay en este mundo, Yo
entonces me reiré porque yo me quedaré en la oscuridad, qué más da lo que tú
digas con lo que yo diga, parte la espalda si eres capaz.
Enfadado, enojado me hace sudar y me hace casi hasta
desmayar dentro mi estado agónico dentro de la planta del hospital o de mi
bosque particular.
– Estúpido,
qué eres un estúpido que no eres libre de tu persona, estúpido, que eres un
estúpido. Ninguno de los dos sois libres de vuestra persona, me pertenecéis, sí,
así será de estúpido que no sabes realmente lo que vives, ya que estás inmerso
en las aguas profundas de la maldad. Estúpido, que eres un estúpido, yo lo sé
porque lo he vivido también, Dinero, solamente el dinero es lo que te colma de
felicidad.
Sigo dentro de mí y para mí y solamente para mí, me
digo….
“Dinero, solamente dinero es lo que te llena los
bolsillos de placer, te gustaría tener alas para volar bien alto y salir desde
el profundo mar del océano. Pero no es así, ya que te faltan agallas y coraje
para enfrentarte a ti mismo, romper, romper solamente con el pasado es lo que
te gustaría hacer. Pero es difícil de llevar en esta sociedad, así déjame ver que
te lo explique con una canción o un cuento. Una lección que se desvanece en la
oscuridad, se inmersa en lo más profundo de su corazón y se asusta, debe tenerlo
tan negro que es como el carbón y no tiene miedo a acabar como una sombra.”
Entonces y solamente entonces, miro para arriba y al
ver el Sol, eso me anima y como quién toma impulso, salgo del fondo del mar
bravío. Las olas intentan ahogar mi esperanza y volverme a sumergir para que no
vea, estoy preparado para vivir. No todo el mundo está preparado para ello,
tiburones acechan solamente tengo un tridente para defenderme. Será posible o
no, quién lo sabe, a saber. Yo no soy portador de la verdad absoluta, nadie la
porta. Solamente la sociedad, en pura comunión con ellos mismos son capaces de
llegar al final. Saco la cabeza entre las olas del mar, veo un barco a lo lejos,
más que un barco es una barca de pesca. Deduzco por ello que tengo que estar cerca de la orilla o mejor
dicho algún puerto.
“Si algún día muero, que llegará el día, espero ser
recordado no como un buen hombre, no quiero que digan de mí que siempre se van primero
los buenos. Quiero que digan de todo aquello que he escrito ha merecido la pena
y que aquí lo dejo para que recuerdes un día que ya no esté.”
Libre, yo quiero ser libre este mundo y volver a volar,
quitarme las ataduras y ver mi Ser.
Quiero amar libre, cuando digo libre digo sin razón y sin condición, solo
dejarme guiar por mi corazón. No quiero ser libre y estar como dentro de una nevera
por las profundidades y que hasta el pez más pequeño me respete. Todo es un
zambullir, todo esto ya sea en la piscina y volver a nadar, bailar, bailar
entre leones hambrientos y con sed de hundir y machacar.
Hazme caso si no me conoces vuela y vive, que yo aquí
atado lo único que vuela es mi mente. Presiento agarrado no lo lograré nunca,
sin poder expresarme cómo me gustaría hacer, pero nada acaba en este mundo. Todo
sigue su curso y siempre está la esperanza de los que vienen por detrás, qué
corriendo y haciendo un sitio, vienen cargados de ilusión y ese me hace a mí,
aquí agarrado y atado en la camilla ya despierto ver las luces, los
fluorescentes de arriba del techo. Hombres con bata blanca, me pasan por
delante y ni me miran el número, un número más nada más. Esa vara de medir la
tristeza y el orgullo, porque no violarme
entonces la intimidad y decir alto y claro mi nombre. A lo mejor es porque ni
yo mismo lo recuerdo, eso, eso me hace temer lo peor, pero ni así pierdo la
esperanza de volver atrás y volver a ser yo.
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