miércoles, 7 de abril de 2021

 

DOMINÓ

Dicen que en un planeta llamado Tierra, existe algo llamado Ser Humano, una especie que según se mire está en lista de extinción, ya que son pocos los llamados así de corazón. Pocos y solo seguramente, quizás algunos, son los llamados a creer en la verdad, esa verdad que no se enseña, pero sí se aprende. Yo no sé si seré uno de ellos, ya que a veces el egoísmo y la soberbia me inundan toda mi alma. Como luces de tormenta eléctrica, lanzan rayos desde el oscuro cielo de la noche, los atizados esperan con desconsuelo y ya casi sin esperanza, que un rayo de estos les alcance y les parta en dos, para dejar de sufrir. Si quieres saber más, sigue leyendo el siguiente relato. Que verdad o mentira no lo sé si lo es, todo transcurre en un sueño, en un dormitar que el propio se hace recurrente, llegando a ser cansino. Espero que no os ocurra lo mismo con la historia en sí, así que aquí la dejo, para que sea de gusto y de deleite de todos los que puedan llegar a  ser Seres Humanos.

Golpean los porticones con fuerza contra los marcos de madera y la fachada exterior de mi casa, se me olvidó cerrarlos por la noche y ahora el aire les hace galopar a ritmo de bastón. Me siento un navegante oscuro, en un mar bravío del Océano Atlántico, no hay ningún barco cerca, solo mi sueño que me lleva y me eleva, haciéndome descubrir quizás otros portales y otras dimensiones, para mí hasta entonces desconocidas.

      ¿Soy yo o yo soy tú?, no lo sé, verdaderamente no lo sé. Dice algo o alguien mientras agarro fuertemente la almohada

Suena como el estruendo de una bomba, suena tan fuerte que me hace creer que estamos en medio de alguna nueva guerra mundial, todo son luces y fuertes tañidos. Haces de luces, relámpagos seguidos de fuertes truenos, en lo que resurge desde lo alto del cielo y desde los mismísimos adentros de mi alma. ¿Qué será de mí?, me levanto sonámbulo y medio aturdido y me dirijo hacia el lavabo. Me cuesta, necesito más de un minuto, pero al fin lo consigo y orino. No tardo, solo el tiempo necesario en cerrar bien las ventanas y asustadizo me vuelvo acostar en la cama. Son las tres de la mañana, hora muy temprana para un desvelo, así que sigo con mi sueño o con mi levitar, quién sabe, pero ahora como si fuese una bala con retardo contesto al susurro del viento.

      Señor, cómo te echo de menos. Señor, espero algún día volver a ser lo que éramos y  unirnos en uno y poder volar alto, tan alto, que entre la oscuridad perpetua de un día soleado y la lucidez de un sábado de farra, sigamos caminando en línea recta sin que ello nos perturbe la paz. Que no nos cieguen  con los rayos de luz, mientras la serpiente que  zigzaguea y se me acerca lentamente  y me susurra de camino que me sube al oído.

       Tú no eres de aquí, tú no perteneces a este mundo, el mundo te pertenece a ti y tú eres la oscuridad completa envuelta en el cosmos. Dentro de mi sueño, cojo papel y bolígrafo y escribo y escribo, tanto que ya despierto y bien despierto os cuento el siguiente relato….

¿Cómo creerme todo esto yo, como es posible si yo me pincho y sangro?, ¿no estoy a caso hecho de carne y hueso? Sigo caminando por la noche dentro de mis adentros,  son las cuatro de la mañana y no sé lo que se me acerca ahora, solamente sé que es un gato qué acariciándose el lomo en mi pierna, me mira y maúlla. Yo me quedo atónito, ya que la Luna en la sombra por las nubes es la única que hace de testigo. Yo no sé más que nadie ni soy el mejor en todo, camino y camino sin destino. Será porque quizás estoy en este escrito y quisiera de mí, cuando yo fallezca de verdad y ya no esté en este en este mundo, pertenecer de forma vitalicia a aquello que llamamos oculto.

Han hablado tanto de ti, que me siento tentado de acercarme a tu lado, ¡qué bien!, eso que se ve, yo lo quiero. Son las siete de la mañana, la tormenta es historia y me visto y me preparo para salir a la calle. Estas, están mojadas y las hojas de los árboles por el suelo de las aceras y el pavimento, haciendo peligroso el camino. Me acerco a la cafetería de al lado de casa y tomando asiento en una de las sillas que rodean una mesa cuadrada, me hago servir un café bien caliente. Agarro una servilleta de papel y con bolígrafo en mano  escribo. Soy el que domino los cafés y restaurantes, escribo, escribo y leer de camino que voy de algún sitio a otro, sin saber realmente el destino. Imágenes de Nueva York y de Inglaterra se cuelan en mis ojos cerrados todavía por el sueño. ¡Restaurantes!,  será que esté en alguno, ¿porque lo sé?, ya dime tú que sabe más que yo. Quisiera de mí,  que cuando descubra mi otra mitad, aquella que duerme cuando estoy despierto, se  tranquilice, corra y vuele. Para cuando yo duerma para siempre, qué sea de mí solo como un reflejo en un espejo de algún baño de alguna vacía estación de tren. No lo sé, solamente reflexiono,  todo esto son reflexiones de la vida. Iba todo como es debido todo evocado a la melancolía, al querer parar en alto.

Cansado ya, pago el café y ando, camino y ando, sin destino pero sin pararme y a paso lento. Como si fuese en procesión de Semana Santa, hago de mí cruces de madera e imagino que me sangran los pies. Me los miro, me los miro y me los vuelvo a mirar, llevo zapatos bien atados. No debo de temer a las caídas, aunque por si acaso esquivo toda hoja caída por si acaso. Son cerca de las nueve, los niños van ya con sus madres a los colegios y yo, para que mi caminar sea más tranquilo, me alejo hacia un pequeño monte que hay a las afueras de la ciudad. Piso el barro, piso ya sin miedo las hojas húmedas por la lluvia. Respiro, aspiro profundamente para adentro y me siento renovado. Miro para todos los lados y como si fuese una conversación privada empiezo a hablar no sé con quién.

      Dime tu Ángel de luz, ¿adónde vas en la penumbra?, dime tú Ángel de luz, ¿qué será de mí cuando la curiosidad me inunde todo mi ser? ¿Qué será de mi Ángel de luz, tú que eres portador del verdadero Ser, qué será de mí?, yo no sé ponerme de pie ni siquiera sé estar sentado en un trono, el cual le pertenece a otro por méritos propios, qué será de mi Ángel de luz dímelo tú.

Lloro, lloro desconsoladamente. Lloro, solamente te ha llamado a ti, solamente he soñado estar en ti. Lloro, lloro desconsoladamente lloro. Lo más posible es que todo haya ocurrido así y todo era un giro de 180 grados. Me encuentre como en un desierto, arena,  buscando el agua de tu amor que me haga llorar. Sí, que me haga llorar pero de la alegría, no de tristeza y desconsuelo. Que se la llevan a ninguna parte, tú sabes realmente que soy yo, un alma en pena buscando en ti al ángel de luz. Aquella parte mía que fue arrebatada en su día, por eso te pido Ángel de luz si prefieres ser mi guía, descubrir todo aquello que era y fui aunque, en un día ya muy lejano.

      Yo no sé realmente, porque yo me acabo de descubrir, ahora realmente vivo. Vivo tantas vidas y no sé si eso cuenta, tantas como las vidas de un gato caiga siempre de pie o están siempre las espadas en alto. Dímelo tú, que sabes más Ángel luz dímelo todo.

Lástima no tener un destornillador a mano, si pudiera me sacaba el cerebro de la cabeza, para solo mirar si todo es real. Como si fuese la canción de algún grupo musical, me inspiro y canto para mí mismo. No pasa nada, nadie me va a tildar de loco y si lo hace será su problema. Pasa el rato, pasan incluso las horas, tanto, que la luz del Sol ya refleja mi silueta. No quiero verla, no es que me asuste, es que me persigue, así que hago el camino a la inversa y en poco más de media hora, estoy abriendo la puerta de mi casa. Entro y haciendo girar dos veces la llave, cierro a cal y canto esta. Me apoyo de espaldas y suspiro, resoplo por la noche y por la mañana llevada, así que decido descansar, tomarme la mañana libre y no pensar, si ello es posible.

Ello no puede ser y empiezo a darle vueltas a la cabeza….

“Contra un mundo sin valores me enfrento, no sé a dónde me llevará pero es curioso aunque mi cuerpo sea ya maduro, tenga un alma todavía tan joven…. Pues puede estar curtido por fuera, y nos hablamos para dentro, para nosotros mismos que estás vivo o te sientes vivo o al revés quién sabe, a saber. Lo sé, lo sé y por eso digo que sigáis cabeza alta mirando las estrellas de Casiopea. A veces vuelo en mi nave espacial  sin moverme del sillón, este está dotado con botones y enchufado a la red eléctrica, tanto, que estoy con el asiento para adelante, cómo que tira del asiento para atrás. Tú lo sabes, ¿con quién habla ahora sino contigo me sigo sentado en mi sillón? Sí, entra tanta energía que siento como me envuelve es oscura y negra, como el lado izquierdo de la oscuridad perpetua. Todo es un suponer porque yo ya no sé qué creer, total tengo una edad tan longeva que ya a lo mejor tengo quince años dentro de mi Ser.”

      Yo ya he muerto o vivo en otro plano y si me acerco a ti, con tus vibraciones serás capaz de inundarme como en una piscina de electricidad. No seas duro, pero que todo el mundo  sea libre, ya sea por condición, raza o sexo.

Yo descanso ahora, esperando a la hora de la batalla, luces y sombras, destellos y penumbras es lo que me encumbra. Seré capaz de llegar a lo lejos de la seguridad eterna, aquella seguridad que viene hacia dónde me lleva. Pero en fin hay tantos cuentos y tantas leyendas, en este realmente dónde voy, este podría ser un cuento real o imaginario.

      Vuela,  vuela alto. Este es el comienzo de una gran aventura, no la dejéis, no dejéis de ser aventureros. No os alejéis de lo siniestro, quisiera volar más alto que la Luna, tú sabes de aquello que se ve y nos vemos. Las piedras en el horizonte que sean que me envuelven dentro, ahora dentro de mí Ser me ha dejado llevar por aquí, el que me inunda dentro de mí.

Soy el último de una larga lista, quizás secreta que me lleva a discernir en que es correcto o no, en que es cierto o es mentira, mientras la humanidad vive una utopía, una quimera inventada por algo o por alguien. Todavía no se sabe, quizás el día que yo muera se rasgue de tal manera la cortina transparente, que todo quede al descubierto, dejándose ver todo aquello que nos han querido ocultar. De mientras, de momento, no habrá otra cosa, otra manera de ver las cosas que es de como un ángel con los ojos vendados.

Procrear, procrear y vivir, es el único destino que nos dejan decidir. Pero en mi último suspiro yo creo, tanto, que a él llego. Ya he comentado que soy longevo y ya sea por edad o por venganza, dejo mi cuerpo inerte en el sillón eléctrico. Ciudades y más ciudades es lo que veo, doy un pequeño y rápido viaje por el planeta antes de ir hacia el centro del Universo, ¿qué, centro?, si el Universo es infinito. Bueno, quién sabe, yo solo sé que me despido y lo que sigue será otra historia, nadie me acompaña, así que hago el viaje solo. Solo le pido a mi nuevo destino, es llegar rápido y que este sea placentero.

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