DOMINÓ
Dicen
que en un planeta llamado Tierra, existe algo llamado Ser Humano, una especie que
según se mire está en lista de extinción, ya que son pocos los llamados así de
corazón. Pocos y solo seguramente, quizás algunos, son los llamados a creer en
la verdad, esa verdad que no se enseña, pero sí se aprende. Yo no sé si seré
uno de ellos, ya que a veces el egoísmo y la soberbia me inundan toda mi alma. Como
luces de tormenta eléctrica, lanzan rayos desde el oscuro cielo de la noche,
los atizados esperan con desconsuelo y ya casi sin esperanza, que un rayo de
estos les alcance y les parta en dos, para dejar de sufrir. Si quieres saber
más, sigue leyendo el siguiente relato. Que verdad o mentira no lo sé si lo es,
todo transcurre en un sueño, en un dormitar que el propio se hace recurrente,
llegando a ser cansino. Espero que no os ocurra lo mismo con la historia en sí,
así que aquí la dejo, para que sea de gusto y de deleite de todos los que
puedan llegar a ser Seres Humanos.
Golpean los porticones con
fuerza contra los marcos de madera y la fachada exterior de mi casa, se me
olvidó cerrarlos por la noche y ahora el aire les hace galopar a ritmo de
bastón. Me siento un navegante oscuro, en un mar bravío del Océano Atlántico,
no hay ningún barco cerca, solo mi sueño que me lleva y me eleva, haciéndome
descubrir quizás otros portales y otras dimensiones, para mí hasta entonces
desconocidas.
–
¿Soy yo o yo soy tú?, no lo
sé, verdaderamente no lo sé. Dice algo o
alguien mientras agarro fuertemente la almohada
Suena como el
estruendo de una bomba, suena tan fuerte que me hace creer que estamos en medio
de alguna nueva guerra mundial, todo son luces y fuertes tañidos. Haces de
luces, relámpagos seguidos de fuertes truenos, en lo que resurge desde lo alto
del cielo y desde los mismísimos adentros de mi alma. ¿Qué será de mí?, me
levanto sonámbulo y medio aturdido y me dirijo hacia el lavabo. Me cuesta,
necesito más de un minuto, pero al fin lo consigo y orino. No tardo, solo el
tiempo necesario en cerrar bien las ventanas y asustadizo me vuelvo acostar en
la cama. Son las tres de la mañana, hora muy temprana para un desvelo, así que
sigo con mi sueño o con mi levitar, quién sabe, pero ahora como si fuese una
bala con retardo contesto al susurro del viento.
–
Señor, cómo te echo de menos.
Señor, espero algún día volver a ser lo que éramos y unirnos en uno y poder volar alto, tan alto,
que entre la oscuridad perpetua de un día soleado y la lucidez de un sábado de
farra, sigamos caminando en línea recta sin que ello nos perturbe la paz. Que no nos cieguen con los rayos de luz, mientras la serpiente
que zigzaguea y se me acerca
lentamente y me susurra de camino que me
sube al oído.
–
Tú no eres de aquí, tú no perteneces a este
mundo, el mundo te pertenece a ti y tú eres la oscuridad completa envuelta en
el cosmos. Dentro de mi sueño, cojo papel
y bolígrafo y escribo y escribo, tanto que ya despierto y bien despierto os
cuento el siguiente relato….
¿Cómo creerme
todo esto yo, como es posible si yo me pincho y sangro?, ¿no estoy a caso hecho
de carne y hueso? Sigo caminando por la noche dentro de mis adentros, son las cuatro de la mañana y no sé lo que se
me acerca ahora, solamente sé que es un gato qué acariciándose el lomo en mi
pierna, me mira y maúlla. Yo me quedo atónito, ya que la Luna en la sombra por
las nubes es la única que hace de testigo. Yo no sé más que nadie ni soy el
mejor en todo, camino y camino sin destino. Será porque quizás estoy en este
escrito y quisiera de mí, cuando yo fallezca de verdad y ya no esté en este en
este mundo, pertenecer de forma vitalicia a aquello que llamamos oculto.
Han hablado
tanto de ti, que me siento tentado de acercarme a tu lado, ¡qué bien!, eso que
se ve, yo lo quiero. Son las siete de la mañana, la tormenta es historia y me
visto y me preparo para salir a la calle. Estas, están mojadas y las hojas de
los árboles por el suelo de las aceras y el pavimento, haciendo peligroso el
camino. Me acerco a la cafetería de al lado de casa y tomando asiento en una de
las sillas que rodean una mesa cuadrada, me hago servir un café bien caliente.
Agarro una servilleta de papel y con bolígrafo en mano escribo. Soy el que domino los cafés y restaurantes,
escribo, escribo y leer de camino que voy de algún sitio a otro, sin saber
realmente el destino. Imágenes de Nueva York y de Inglaterra se cuelan en mis
ojos cerrados todavía por el sueño. ¡Restaurantes!, será que esté en alguno, ¿porque lo sé?, ya
dime tú que sabe más que yo. Quisiera de mí, que cuando descubra mi otra mitad, aquella que
duerme cuando estoy despierto, se tranquilice, corra y vuele. Para cuando yo
duerma para siempre, qué sea de mí solo como un reflejo en un espejo de algún
baño de alguna vacía estación de tren. No lo sé, solamente reflexiono, todo esto son reflexiones de la vida. Iba todo
como es debido todo evocado a la melancolía, al querer parar en alto.
Cansado ya,
pago el café y ando, camino y ando, sin destino pero sin pararme y a paso
lento. Como si fuese en procesión de Semana Santa, hago de mí cruces de madera
e imagino que me sangran los pies. Me los miro, me los miro y me los vuelvo a
mirar, llevo zapatos bien atados. No debo de temer a las caídas, aunque por si
acaso esquivo toda hoja caída por si acaso. Son cerca de las nueve, los niños
van ya con sus madres a los colegios y yo, para que mi caminar sea más
tranquilo, me alejo hacia un pequeño monte que hay a las afueras de la ciudad.
Piso el barro, piso ya sin miedo las hojas húmedas por la lluvia. Respiro,
aspiro profundamente para adentro y me siento renovado. Miro para todos los
lados y como si fuese una conversación privada empiezo a hablar no sé con
quién.
–
Dime tu Ángel de luz, ¿adónde
vas en la penumbra?, dime tú Ángel de luz, ¿qué será de mí cuando la curiosidad
me inunde todo mi ser? ¿Qué será de mi Ángel de luz, tú que eres portador del
verdadero Ser, qué será de mí?, yo no sé ponerme de pie ni siquiera sé estar
sentado en un trono, el cual le pertenece a otro por méritos propios, qué será
de mi Ángel de luz dímelo tú.
Lloro, lloro
desconsoladamente. Lloro, solamente te ha llamado a ti, solamente he soñado
estar en ti. Lloro, lloro desconsoladamente lloro. Lo más posible es que todo
haya ocurrido así y todo era un giro de 180 grados. Me encuentre como en un
desierto, arena, buscando el agua de tu
amor que me haga llorar. Sí, que me haga llorar pero de la alegría, no de
tristeza y desconsuelo. Que se la llevan a ninguna parte, tú sabes realmente
que soy yo, un alma en pena buscando en ti al ángel de luz. Aquella parte mía
que fue arrebatada en su día, por eso te pido Ángel de luz si prefieres ser mi
guía, descubrir todo aquello que era y fui aunque, en un día ya muy lejano.
–
Yo no sé realmente, porque yo
me acabo de descubrir, ahora realmente vivo. Vivo tantas vidas y no sé si eso
cuenta, tantas como las vidas de un gato caiga siempre de pie o están siempre
las espadas en alto. Dímelo tú, que sabes más Ángel luz dímelo todo.
Lástima no
tener un destornillador a mano, si pudiera me sacaba el cerebro de la cabeza,
para solo mirar si todo es real. Como si fuese la canción de algún grupo
musical, me inspiro y canto para mí mismo. No pasa nada, nadie me va a tildar
de loco y si lo hace será su problema. Pasa el rato, pasan incluso las horas,
tanto, que la luz del Sol ya refleja mi silueta. No quiero verla, no es que me
asuste, es que me persigue, así que hago el camino a la inversa y en poco más
de media hora, estoy abriendo la puerta de mi casa. Entro y haciendo girar dos veces
la llave, cierro a cal y canto esta. Me apoyo de espaldas y suspiro, resoplo
por la noche y por la mañana llevada, así que decido descansar, tomarme la
mañana libre y no pensar, si ello es posible.
Ello no puede
ser y empiezo a darle vueltas a la cabeza….
“Contra un
mundo sin valores me enfrento, no sé a dónde me llevará pero es curioso aunque
mi cuerpo sea ya maduro, tenga un alma todavía tan joven…. Pues puede estar
curtido por fuera, y nos hablamos para dentro, para nosotros mismos que estás vivo
o te sientes vivo o al revés quién sabe, a saber. Lo sé, lo sé y por eso digo
que sigáis cabeza alta mirando las estrellas de Casiopea. A veces vuelo en mi
nave espacial sin moverme del sillón, este
está dotado con botones y enchufado a la red eléctrica, tanto, que estoy con el
asiento para adelante, cómo que tira del asiento para atrás. Tú lo sabes, ¿con
quién habla ahora sino contigo me sigo sentado en mi sillón? Sí, entra tanta energía
que siento como me envuelve es oscura y negra, como el lado izquierdo de la oscuridad
perpetua. Todo es un suponer porque yo ya no sé qué creer, total tengo una edad
tan longeva que ya a lo mejor tengo quince años dentro de mi Ser.”
–
Yo ya he muerto o vivo en
otro plano y si me acerco a ti, con tus vibraciones serás capaz de inundarme
como en una piscina de electricidad. No seas duro, pero que todo el mundo sea libre, ya sea por condición, raza o sexo.
Yo descanso
ahora, esperando a la hora de la batalla, luces y sombras, destellos y
penumbras es lo que me encumbra. Seré capaz de llegar a lo lejos de la
seguridad eterna, aquella seguridad que viene hacia dónde me lleva. Pero en fin
hay tantos cuentos y tantas leyendas, en este realmente dónde voy, este podría
ser un cuento real o imaginario.
–
Vuela, vuela alto. Este es el comienzo de una gran
aventura, no la dejéis, no dejéis de ser aventureros. No os alejéis de lo
siniestro, quisiera volar más alto que la Luna, tú sabes de aquello que se ve y
nos vemos. Las piedras en el horizonte que sean que me envuelven dentro, ahora dentro
de mí Ser me ha dejado llevar por aquí, el que me inunda dentro de mí.
Soy el último
de una larga lista, quizás secreta que me lleva a discernir en que es correcto
o no, en que es cierto o es mentira, mientras la humanidad vive una utopía, una
quimera inventada por algo o por alguien. Todavía no se sabe, quizás el día que
yo muera se rasgue de tal manera la cortina transparente, que todo quede al
descubierto, dejándose ver todo aquello que nos han querido ocultar. De
mientras, de momento, no habrá otra cosa, otra manera de ver las cosas que es
de como un ángel con los ojos vendados.
Procrear,
procrear y vivir, es el único destino que nos dejan decidir. Pero en mi último
suspiro yo creo, tanto, que a él llego. Ya he comentado que soy longevo y ya sea
por edad o por venganza, dejo mi cuerpo inerte en el sillón eléctrico. Ciudades
y más ciudades es lo que veo, doy un pequeño y rápido viaje por el planeta
antes de ir hacia el centro del Universo, ¿qué, centro?, si el Universo es
infinito. Bueno, quién sabe, yo solo sé que me despido y lo que sigue será otra
historia, nadie me acompaña, así que hago el viaje solo. Solo le pido a mi
nuevo destino, es llegar rápido y que este sea placentero.
Muy enigmático, pero precioso. Eres un gran escritor compañero. ❤️
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