domingo, 25 de abril de 2021

 

ESE TRIDENTE FELIZ

Alguien predijo mi llegada, alguien o algo hicieron al cambiar al mundo de manera radical, ya no fue nada lo que era y eso no es nada ya que nada es igual ya que antes. A los que estábamos acostumbrados fueron barridos, arrebatados de las manos, como si fuésemos niños, fuimos despojados de nuestros juguetes y muchos entraron en la histeria, otros en la discordia y los más conscientes del hecho en sí, no pararon de llorar, tanto, que es hoy en día y lo siguen y lo seguirán haciendo.

      ¿Quién eres tú, sí tú, el que hablas como si narraras una historia? Digo yo, que soy el ávido lector que sigue con atención.

      Anda, calla y déjame que me explique. Dice el narrador, que a saber si soy yo el mismo el que escribe.

Subo o bajo, bajo o subo, simplemente cambio de un plano a otro, rasgando la cortina transparente, con mi tridente me siento el dueño del mundo. Como si fuese en un globo hinchado por helio me muevo por el aire, parezco una nube que se desplaza según el capricho del viento. Hasta que pasado el tiempo no me veo y es que me veo envuelto en una tormenta, grito como un huracán hasta que esta es tal, que un rayo hace que caiga al suelo y no sé si por el aturdimiento o desmayo pero fue real, por unos minutos viví este relato, que como si fuera real o no real yo no lo sé, solo sé que como un zeppelín fue mi marcha ardiendo por los cuatro costados.

Lloro por no gritar, lloro por no querer enterarme de qué va realmente la historia,  de que todos sabemos algo pero no sabemos todo lo que hay que saber. No hay nadie este mundo que sepa todo realmente de todo, sino sería un Dios y de dioses, ¡ay! de dioses más vale que dejemos al lado el tema, más vale, ¿de acuerdo?

Entro en fuego incandescente, calor ardiente, quemazón es ese el que arde en el corazón de todos aquellos que me rodean, los que compartimos todo, las risas y las penas alrededor de un cubo de metal lleno de madera y papel, qué haciendo un fuego hace que nos veamos las caras. No lloro y las alegrías son porque es así y así será para el resto de los días. Hasta que poco a poco cada uno de nosotros vaya cayendo en muerte, ya sea por el hambre, ya sea por el frío de los inviernos que cruelmente se ceba entre aquellos que de corazón caliente minan las calles de todas aquellas grandes urbes. Me caliento al fuego sin saber si mañana despertaré, me caliento el fuego riéndome del momento, todo es un no parar.

Acabo borracho, pero no solamente de vino sino también de todo lo vivido esta noche,  mañana será otro día. No olvidemos la fecha 22 de diciembre, está cerca y vete a saber qué año pago el precio con alegría el día de la lotería, llevo un décimo de lotería sí 20 € de lotería, quizás sueño un poco en poder dejar de nadar en las aguas fecales pero sinceramente no sé si quiero salir de ella.

Nado entre las aguas fecales de la ciudad marchita qué se inunda en los mares de la desidia y de la maldad, no entiendo como no me ahogo entre tanta injusticia. Los mares, los ríos que de desembocan en rías y arrozales, todos aquellos o aquello que pensamos que es limpio y puro está lleno de suciedad y eso, eso no deja de mancharme. ¿Porqué, no puede ser que yo vea hasta que con los ojos cerrados, que todo es lo que es hipocresía?, malicia, ignorancia. Qué más da, yo seguiré nadando entras aquellas aguas en las que nadie quiere nadar y que solamente hacen que soltar hedor. ¿Cómo es posible que la humanidad entera no se dé cuenta de ello?, me salgo de las aguas y veo una rosa cuyo tallo nace del mismísimo asfalto. Coches con dueño, circulan por las avenidas del porvenir, pero ninguno de ellos hace parada para descargar todo aquello que no vale y lo lleva guardado en el maletero. ¿Qué será de mí sí solamente yo vagabundeo, quién es más rico?, el que tiene material, el que goza de un chalet o aquel que vive entre las aguas fecales, pero tiene un sinfín de amigos. Porque ninguno de ellos está conmigo por propio interés, quisiera yo de mí, ¡ay señor!

      ¿Realmente existe en mí señor, realmente hay algo después de la muerte?, yo no lo sé, dímelo tú a mí porque yo ahora que me reconocéis con vida, en que sea entre las aguas fecales de todo aquello que la gente que se llama sociedad no quiere o deshecha tirándolo simplemente por el váter.

Suena una voz en mi interior, suena muy fuerte y me dice y me hace saber….

      Tú eres libre de saber o dejar de saber, porqué culto eres, aunque no tengas propiedades ni seas de dinero.

Abrazo al maldito duende, ese que me lleva es que quién me aboca a la desesperación y también a alegría. No sé lo que hago, ya que no soy dueño de mí mismo y eso me hace dudar de mi propia existencia, todo el mundo se conoce, todo el mundo me conoce a mí y yo, yo no conozco a nadie.

Porque será, 1969 segundo premio de la Lotería de Navidad, no digo de qué año ni digo si todavía se ha cumplido, solamente digo que solo entonces viví como un señor y me trataron como tal, entonces y solamente entonces llegué conocer a la gente por sus nombres y apellidos.

Siempre recordaré la fecha, aunque la oculte, vaya que sea cierta y me vengan ahora en que soy adivino. Ese día me tocó el segundo premio, un premio que me encontré en uno de los peldaños de un triste hospital. Una fecha que tampoco olvidaré y siempre llevaré en la memoria. Fueron meses, no años, ya que la pequeña fortuna se evaporó. Pero fue una gran experiencia, entonces y solo entonces me salieron desde el interior de las piedras los amigos. Pero aun así yo ya supe a quién invitar y a quiénes no. Todo acabó al llegar el verano, el del banco ya no se acordaba de mí, el del bar no me dejaba entrar y el casero, ¡ay!, el casero me dejo mis cosas afuera, apoyadas en la puerta. No llovía, al revés el Sol era un castigo infernal, un castigo pero bien aprovechado. Nadie me quitará la juerga y la diversión de un premio regalado. Mujeres guapas se me acercaban y entonces, solo entonces era un Don, un Don Juan. En fin, eso ya pasó y ahora sigo como barco sin rumbo, eso sí, rodeado en ocasiones por grandes amigos y amigas, con las que compartí el premio, el premio de la lujuria y de la abundancia. ¿Qué sería yo sin mi tridente, si no hubiera rasgado la cortina transparente?, nada de esto hubiera vivido. Ahora no sé lo que viviré, ni Dios lo sabe, si es que realmente existe, en fin, no entro en detalles.

Desde aquellos arrozales qué se alimentan de aquellas aguas sucias y turbias, la gente no se imagina. Nado en busca del mar de la esperanza, nado hasta que me rescatan en una barcaza un hombre solitario, el mismo hombre que me pregunta y yo le respondo lo siguiente….

      ¿Qué haces buen hombre nadando entre las aguas del arrozal?

Yo, por intentar salir airoso del momento, le digo….

      No lo sé, realmente solamente deseo una cosa ser y estar vivo, ¿tan difícil es de conseguir? Le pregunto de manera sutil.

      Te llevaré a la orilla y serás libre de hacer y deshacer, solamente te pido una cosa, no vuelvas a pisarme el arroz qué con tanto trabajo he plantado o te mataré.

Me quedo atónito  de tales preguntas y sorprendido me quedo al conocer el ultimátum y lo que más que un consejo parece una  advertencia, ando por fin por tierra firme. Las muchachas me miran  por mí apariencia y es que yo sé que mis vestiduras no son como la de todos los lugareños.

Ahora me toca enfrentarme al Sol, ese mismo que en la  antigüedad era conocido por el nombre de “Ra”. Quién me dice que actualmente vivo ahora el presente  o vivo en el pasado, todo depende de plano por donde se mire. Camino hay camino, pero nadie me da de beber camino y camino y sediento me he caído al suelo. La gente pasa por el lado y nadie me da la mano, nadie me ayuda a levantarme del suelo. ¡Qué más da!, si estoy acostumbrado a ello, todo depende de la actitud  con la que me tome el asunto. Pero en fin, ¿todo será que todavía no es ese 22 de diciembre de a saber qué año o ya ha pasado?, no lo recuerdo. Me incorporo  de nuevo y acercándome  a un bar le pido al dueño….

      Hola, no quiero dinero, solamente deseo un vaso de agua.

El dueño hace como el que no me escucha y yo cabreándome me marcho, ¿a dónde me llevará la situación?, que en un momento de locura me sitúo enfrente de la puerta del bar. El dueño me dice que me marche y yo solo le pido el vaso de agua, cansino, cansado me hago, hasta que en un vaso de plástico echa agua. Yo sonrío pensando que lo he conseguido, pero cuál es mi sorpresa qué el agua es para mi cara, sí en mí cara me echa el agua. En la cara resbala toda ella, yo respiro y me seco con las manos. Mientras veo cómo se  mofa de mí y sin entrar en disputa alguna, caminante hago camino hasta que veo una fuente de agua potable. Es un parque de los de adónde solo hay juegos infantiles  para niños, los padres de ellos se me quedan mirando,  camino despacio, alerta a cualquier voz o agresión. Me acerco, veo en ella el rostro de la libertad  y bebo y ahora si me mojo la cabeza y descanso mis pies en un banco fuera del recinto.

Entre dientes hablo conmigo mismo, deseándole que algún día la vida le devuelva el destino, solamente le deseo eso. Ahora vuelvo por mi camino de dónde he venido arrastrado por las aguas de la injusticia.

Se hace la noche y con ello, la Luna me despierta. Solo y un poco mareado aún hago memoria, será posible o solamente ha sido un sueño. Yo me encuentro donde debo de estar, en la Oscuridad, en mitad del Universo, dentro del Cosmos. Río, ahora sí que río, porque como si fuese por el cristal de una ventana, veo como aquel que se mofaba y aquellos que decían ser amigos no saben los que les espera cuando lleguen adónde me encuentro ahora. Será una auténtica sorpresa, porque lo dejaré todo en manos del Centinela, sí, aquel que encierra y vigila a las sombras. ¿Qué son sombras?, sombras son todos aquellos y aquellas que por su malicia y falta de bondad se les priva de libertad. Todo funciona así y cuando lo desee, cuando quiera, volveré a La Tierra a divertirme un rato, que para eso estoy.

 

 

 

 

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