La
echadora de cartas
Como un
castillo de naipes es mi vida, como un castillo de arena se aplasta al venir la
ola a la orilla. No sé lo que será de mi futuro, ni sé lo que será mi presente
ya que esté vuela tan rápido, que no me
doy cuenta y me veo soñando entre las
nubes.
–
¡Luna, ven aquí! Ven, ilumíname con el reflejo del astro rey,
ese sí, el que se cree dominador del mundo y
eso no lo consiento.
¡Ay!, qué
será de mí cuando todo el mundo acabe
sabiendo la verdad, tiemblo al saber que
la única verdad absoluta que existe en
el mundo, será algún día descubierta. Camino
y divago, reflexiono y ando ligero, no
quiero que la noche me alcance y sea
pasto de mis fantasmas. ¿Qué cuáles son?,
pregúntaselo a cualquier gato callejero, que cuando el reloj de la iglesia
alcanza la medianoche sus campanadas, hacen que con sus repliques hacer llegar
de nuevo a todos aquellos que están en otro lado. Quién sabe la verdadera
verdad, yo no la sé y si la sé me la
llevaré a la tumba y que el humo negro que salga que se convierta en
una nube negra de tormenta. Ya que
caigan rayos que fulminen a toda aquella
sombra que sigue en vida, yo no soy más que nadie, yo no soy nadie. Solo un
alma mortal qué sé que he despertado y mi conciencia me hace relatar todo
aquello que acontece. Porque no es de propio mérito todo lo que surge de mi mente y lo traslado y lo plasmo en
papel, para que no caiga este en papel mojad. Ya que es una verdad como un
templo que todo aquello qué es de cuidado.
–
Elévame a lo
más alto, ya que las profundidades del mal ya
las conozco, elévame a lo más alto, ya que no conozco la luz aunque sea
solo por un instante. Ya que ellos me agotan y me deja un vacío de energía,
dime tú qué sabes tanto, quién soy yo para volar de un lado a otro sin saber
destino. Cómo es posible que yo a fuerza
de la escuchar la vibración sonora, sea capaz de elevarme y llegar a ti que
solo te conozco por fotos irreales. Qué será de mí, si cruzando los Mares del Sur,
llego a los vientos del norte. La
brújula me engaña y no me ubico y estoy atrapado en una tela de araña, cuál
será aquella que me quiera comer, haciéndome servir de alimento de todo
aquello que se dice es de bondad y de ser caballero, quién puede imaginarse
algo semejante. No veo, me quedo ciego, esta es la luz que tanto hablan y me
alumbra a la que le doy la espalda y sin darme cuenta estoy de vuelta en las
más profundas aguas de la oscuridad completa. Frío, me entra mucho frío porqué será, si esta es mi casa verdadera,
frío mucho frío, es tal la helada que me
llego a convertir en una estatua de hielo, solo que yo me muevo haciendo de mi
cuerpo algo frágil y eso me da miedo.
Corre, corre,
que ha sonado el despertador. Has dejado de soñar, me estás de nuevo en el
mundo real, sabes cuál, es sabes cuál es la diferencia. En que en un mundo de
sueños no eres consciente del tiempo,
cuando suena la melodía me despierto y me cabreo, me enoja saber que solamente soy uno más de
tantos. Uno de tantos que vive y sobrevive haciendo de su mundo una auténtica
coraza, la que intentamos cubrir si hace falta de acero, para que nadie sepa de
nuestra pureza y nuestra transparencia quede opaca.
–
Échame las cartas mujer que
el pasado lo llevo pegado en la piel, échame las cartas mujer que el presente me fatiga y quiero saber más, porque el
futuro no lo veo nada claro.
Luces de colores
alumbran en la pared, luces de colores me dejan ciego y una vez escuché y escucho
ahora la echadora de cartas otra vez.
Como dice que al infierno voy a caer, en mi cabeza no lo veo claro, mi
alma es mía. No sé realmente si en el infierno está Lucifer, como saberlo de
verdad si estoy en este mundo terrenal.
–
¡Escúchame!, pon el oído. Que te hablaré en voz baja, me dice la
echadora de cartas
–
Tú vives en un mundo que no
te pertenece, tú vives un mundo que no es el tuyo.
Me quedó
anonadado, me quedo sorprendido de cómo esta mujer intuye y sabe. Yo creo que
sabes ya que soy el mismísimo demonio, que soy quién soy. Tengo muchos nombres,
algunos de ellos son certeros, otros
son imaginaciones y querer meter miedo a la humanidad. Yo quiero saber no solo
mi futuro, que ese ya lo sé ya que soy
quién soy, no soy malvado no soy
retorcido simplemente me llama la
rebeldía.
Chico busca chica,
chica busca chico, todo es procrear y procrear para que alguno se nutra de la energía que uno posee. Yo en cambio te regalo la mía para que tú seas fuerte en tu
camino, quién sabe realmente que hay después de la muerte, solamente puedo
decir una cosa. Chico busca chica y chica busca chico, porqué será que no ven
más allá.
La echadora de
cartas me mira a los ojos, unos ojos encendidos como las velas que nos rodean, las
llamas apuntan alto. ¿Qué vela puede ser malintencionada que yo no sé quién
canaliza la energía?, pero me sorprende
su rebeldía. No estoy solo o sí quién lo sabe, a saber, yo solamente soy aquel
que traslada el mensaje. ¡Ay!, aquel que no escuche o se haga el sordo, no
caerá en el infierno pero dará vueltas
en su bucle infinito. ¡Ay!, aquel que no despierte de su letargo, no sabrá realmente ni siquiera
de qué está vivo y por lo tanto, tiene sus derechos vampíricos energéticos.
Estos pueblan la tierra, pueblan la
tierra en busca del más fuerte, ¡ay!, aquel
que no sepa realmente su sin razón y no sepa su verdadero yo.
–
Un, dos, tres, juguemos esta
vez. Sepamos realmente el rol que nos toca que no es otra cosa vivir viviendo,
dime tú, que tanto que te haces llamar. Dime tú qué te ensalzas y te haces llamar por mil nombres, a qué vienes si ya tanto sabes, dime la
verdad y solamente la verdad.
Camino despacio,
camino sin retorno no sé, no sé a cuántas millas estoy de mi casa. Qué más me
da, no sé volver. Dime tú, que eres un hombre de familia, cómo lo haces. Vamos
a vivir el día a día hasta que la muerte nos separe y nos lleve a otros caminos
diferentes. Todo es lo que es y todo nos concierne, porque por ello nacemos y
por ello morimos, qué más da. Tú, qué eres un hombre de familia, dime realmente
cuáles son tus ganas de vivir, porque yo no lo sé, estoy en un vacío que yo no lo sé llenar.
–
Oscuridad o rey de la
oscuridad, Satanás en persona preséntate, dime que eres tú el que entra dentro
de mí y canaliza la energía haciéndome escribir. Yo no sé sí todo esto es
imaginación mía o simplemente es la auto sugestión, dímelo antes de acabar en
el vacío.
Tengo temor,
tengo miedo, por una vez siento el miedo, el pánico y no sé lo que será de mí
cuando llegue ya a ser cenizas. Dime,
que haces en una nube en lo más alto que yo, de mientras afuera ya de la
consulta de la echadora de cartas, camino y camino sin destino alguno. Tardo
media hora en llegar, son treinta largos minutos adónde siento mi propia
soledad a campo abierto y soy la mirada
de algunos. Hasta que ya yo por fin aquí, en mi casa, llego por fin a casa busco
las llaves y no las encuentro, me entra la ansiedad, me entra el nerviosismo. Demonios,
simplemente demonios jugando conmigo, al final las encuentro al enfadarme con
todos ellos. Abro la puerta de mi casa
entro y paso del umbral en mi propio infierno, aunque en ella encuentre
el refugio deseado.
Empieza a llover,
empieza a caer a cántaros, todo por un motivo, ¿será que el cielo llora por
alegría o por tristeza, por ira o melancolía, quién lo sabe?, yo no lo sé, y tú.
Como si en otro plano estuviese, tomo
asiento en mi sillón orejero. Me siento caliente, no siento el frío de la
lluvia y con la estufa puesta, me quedo absorto en mi particular sueño, dónde
volar es lo más real. En el que me lleva al mismo infierno, todo es relativo,
como la vida misma y todo puede cambiar en un solo instante. ¿Cómo, es posible
todo ello si yo ya duermo y estoy fuera del espacio-tiempo?, o es posible que
yo realmente viva la dos tiempos. Sueño, sueño, viajo y viajo. ¿Adónde me
llevarán ellos?, demonios, hay malditos demonios, les gusta jugar, pero sé que
en definitiva sois mis aliados. Vuelo entre las estrellas, vuelo entre las constelaciones
del universo, esas mismas que un día fueron en mi casa.
A quién me
encuentro en mi viaje si no es a mi fiel perro, no sabía, no lo sabía que los
perros se unían en el karma. Al alma del
ser humano, se me acerca y como sí
todavía tuviera cuerpo y moviera la cola, me acompaña en mi viaje. ¡Habla!, me
sorprende, me está hablando o un ser humano me está hablando me advierte.
–
No vuelvas otra vez a la Tierra,
quédate conmigo, juega, juega conmigo, solamente te pido eso a cambio de mi lealtad.
Los dos viajamos
juntos, solamente necesitamos una música que nos acompañe, me elevo, me olvido que solamente es un sueño. Realmente
estoy en mi sillón orejero, lágrimas
saladas resbalan por mí rostro, siento como la caricia de su morro, siento los
besos del animal, nos hemos formado en uno. Volamos lejos, muy lejos, tan lejos
cómo es de profundo mi sueño. No quiero volver a la realidad, quiero quedarme
en el sueño, pero eso se me escapa y
cuando me quiero dar cuenta vuelvo al salón de mi casa.
Es mi casa, mi
hogar dulce hogar, tan vacío que se corta la respiración con un soplo. Vuelvo
al mundo de los vivos, no quiero estar en él, me niego a pertenecer a aquello
que no me llena ni lo más mínimo. ¿Qué sería de mí, si poniendo una vela
pudiera volver acariciar mi perro, todo esto se me va de las manos, que le
vamos a hacer, la vida es así y a lo mejor en mis sueños ha venido a advertirme
de lo que hay después. Esperemos que sea así, ya que solo lo tenía a él y que
al igual que cualquier ser vivo, espero y deseo que tengan los mismos derechos que cualquier ser
humano. Pero quién lo sabe realmente si hasta que no llegue la fecha esa fecha
de caducidad que todos tenemos, no sabemos la verdadera realidad. Por eso,
cojo una foto y con una vela le honro, porque yo quiero ser uno más, no más
que nadie sino un simple ser que se une a otro ser. Por la amistad que tuvimos
durante tantos años, ahora miro por el balcón. He salido afuera y respirando el
aire siento como él me entra, no es mentira, es verdad. Miro la vela y está
apunta alto, ahora ya sé que sí que me esperará
y a mí se me unirá. Todo esto no me lo dijo la echadora de cartas, no sé
el motivo pero así ha sido y así ha ocurrido.
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