sábado, 2 de enero de 2021

 

                   JARIS. CUENTO DE MARES DE TINIEBLAS

El cuento de los dos mares.

Hay un acertijo que a sorpresa mía dice, que entre la espesa niebla de los mares de Orión,  Jaris le pidió prestado a Pegaso sus alas para volar, para volar tan alto que pudiera llegar a tocar el Sol con los dedos. Y sin quemarse, poder demostrar que existen los dos mares, mares de tinieblas y mares de amor y  bondad.

Serpientes zigzaguean en la orilla de lo desconocido, los cangrejos se hacen en retirada, los peces ya son muertos por la falta de amistad y concordia. Todo es raro, pero todo no es malo, solo hay que saber deshacer el acertijo, si este existe de verdad o es solo una leyenda de tantas que se leen y se escuchan, a saber….

      ¡Ay! Que sería de mí, sin ti no podría ni escribir. Le digo yo, entrando en un suspiro.

Es mediodía, el Sol apunta alto, no hay nube que se atreva a cruzarse en su camino y las tormentas de discusión y enfrentamiento, no se desarrollan por falta de valentía. Todo es así, solo se puede predecir lo acontecido, el futuro siempre está en movimiento y las jarras del triunfo andan escondidas sin saber el porqué.

      Enciende una vela, un faro en medio de los dos mares, que yo vea tierra. Me dice Jaris.

Escuchando el sonido de un blues, la melodía le envuelve de tal manera, que se ve necesitado de algo de roce y de amor. Porque no todo en la vida es respirar, hay que saber amar y saber hablar, hablar con aquel que te quiere de verdad y no sea solo un verdadero truhan. Así que, melancólico y abrazando a la concordia, se levanta de la silla y colocando un vaso encima del mueble, enciende una vela recordando quizás a alguien o quizás quién sabe, solo le mueve la intuición.

Sombras de la noche, surgen en pleno día. Sombras malvadas, que buscan su despropósito, ¿qué será de aquel que se nutre de ellas?, ese, ese el verdadero mal. Pegadas al suelo van, ya que no tienen suficiente energía para volar y se enredan en los pies de Juan, como las malas hierbas. Trepan por las piernas, como reptiles de mala estopa suben hasta arriba, llegando a arrancarle el corazón. Hay que tener cuidado, ya que es tal su maldad, que la convierten esta en una verdadera destreza.

      Me tocan y me enredan, me siento en un sin saber. Estoy a punto de tirar la toalla, cuando escucho una ligera voz, pero alta a la vez.

      Apagad, apagad la vela, corred, que nadie quede en discordia. Que nadie se caliente con ella y que tampoco nadie se  oriente con ella, ya que las sombras de todo se adueñan.

¿Seré yo, será Juan o serás tú?, quién será el que verdaderamente lo siente o solo es un simple pensamiento o un relato, quién sabe, me entran hasta escalofríos. A saber, yo solo sé lo que sé. No soy portador de la verdadera verdad y por lo tanto tampoco los pasos que se deben de seguir. Las sombras, al verse sin la luz de la vela, no saben, no aciertan y desaparecen, como una tormenta de verano.

Pasa el día sin más que renombrar, solo cuando caigo en mi cama escucho, veo y vivo. Como en un cuento de hadas aparece, haciéndose dueño de mi deseo y pensamiento. Solo llega a entrar de manera mientras duermo. Todo es un suponer o todo es real o mentira. Riquezas, sueña con poder y riquezas, es tal que recuerdo a alguien desafortunado en el amor, pero dichoso en todo aquello que se puede comprar. Vuelo alto en mis sueños, llevo las alas de Pegaso como señal de libertad y circulo dice Jaris, navego entre los mares de la negritud y de la luz. Como si fuese en cruzada, busco todo lo más preciado. Me da igual saquear, que robar todo lo que no está en venta. Quemando lo inservible, haciendo arder no solo maderas y enseres, sino también el odio y el rencor de todo aquel que se me cruza, que como alma en pena se ve limitado y sin poder hacerme frente. Que será de aquel que es bueno de alma y bueno de amor, será verdaderamente el más rico. Solo sé que los veo con las manos entrecruzadas, viendo todo aquello que aman y todo aquello que aman,  haciéndose chasquidos para quemar. No deseo hacer daño, será algo que me complace o será que las sombras me dominan y me hacen mover los pies, pero sigo en mi sueño, ese que es tan particular como solamente mío.

Sueños, son sueños que nunca llegan. Tres almas de otros tiempos, de otras épocas ya pasadas, se presentaron en la casa de Juan cuando este descansaba, después de un largo día de trabajo. El esfuerzo les costó hacer elevar su alma y que escuchara los consejos y las advertencias de ellos. No podía dar crédito a lo que le decían y ello le llevó a negarlo y a seguir con su vida. Quién iba a decir que a la tercera noche, se le acercaría un ángel negro. Que vendiéndole todo su amor de manera que pensaba que era de manera gratuita, se mostró con piel de cordero, cuando en realidad era un lobo hambriento, hambriento de apoderarse de toda su energía.

Todo esto pasó cuando pasó y ahora en el recuerdo queda y me lo cuenta o lo escribo o lo escribe, quién lo sabe, pero pasó. Hace años ya, pero pasó y en cierta manera es todo cierto o solo parte de ello, quedándome yo como relator del particular encuentro entre los tres, que navegando entre los dos mares, piensan que siempre pueden existir diferentes planos…

Hace años, muchos años, cuando Juan disfrutaba de su juventud, le vino un ángel negro. Negro, no porque viniera de la Oscuridad sino porque así era él, negro por dentro y como el carbón por fuera. Tanto fue que prendió entre ellos dos, la falsa llama de la amistad. Era tan joven, que no estaba ducho en picardía, así que le siguió, le siguió hasta los días perecederos, en los que vio que su alma era de peligrar. Tanto fue así, que casi le provoca la histeria y la muerte. Es una larga historia, tan larga, que no sé si seré capaz de contarla y ceñirme solo a los detalles a grandes rasgos.

Como una espada se templa, se iba descongelando su propio rostro, él enamorado del ángel negro, le pedía a su falso dios el verlo al día siguiente, que su reencuentro fuera perpetuo. Así ocurrió, no hacían faltas ni velas ni llamadas, ya que el solo deseo mutuo hacía posible el reencuentro. No escribía más allá de dos palabras y estas, eran bien dichas.

      Ángel negro ven a mí esta noche, que yo seré tuyo. Susurraba  la voz, colocando por si acaso, una vela en la mesita de noche.

No hacía falta abrir la ventana, era pleno invierno y el frío se adueñaba de la noche. Así, que se colaba entre las mantas y como si fuese un suspiro, hacía el amor con Juan. Se sentía dichoso de tal romance, pero cada vez se iba encontrando más cansado, más agotado y eso, eso le hacía pensar y divagar si era correcto seguir con la relación. Ya que habían pasado dos meses y se veía más delgado y con ojeras. No trabajaba y casi ni comía, el ángel negro se colaba todas las noches y como un truhan se adueñaba de la energía de este hombre.

     A dios le pido, a dios le ruego, que si existes me alejes de él y esta ya pesadilla.

O no existe ningún dios o simplemente hacía oídos sordos a sus ruegos y palabras. Todas las noches, ya fuera lloviendo o nevando, ya fuera con luna o sin luna, el ángel negro hacía su visita nocturna. No descansaba en su deseo real de quererlo destrozar y envolviéndole toda la noche, la última noche, redoblaron los tambores de guerra y el cielo se tapó, escureciendo más la noche ya que la Luna no pudo guiarle ni ayudarle. Entonces y solo entonces, ocurrió lo que debía ocurrir. La diosa fortuna se acercó y viendo lo que veía, gritó, gritó tan alto que la sintieron hasta en el otro lado de lo que hoy en día todavía se desconoce.

Navegantes de los mares de la Oscuridad vinieron en su ayuda y Juan a cambio les prometió lealtad. No fue cosa de una noche ni de una semana, fue cuestión de tiempo que es tiempo, que fue engordando y las ojeras desaparecieron, haciendo truncar los deseos de tal Ser. El ángel negro, desistió al final, al verse solo y acorralado, así que como una sombra, desapareció de la vida de Juan.

      Hola viejos amigos. A vosotros os debo mi amor por la vida, a vosotros os debo mi despertar, si no hubieseis venido por mí, yo seguiría durmiendo en letargo. Ahora ya sé que mi cuerpo perecerá, envejecerá y mis habilidades mermarán. Yo no sería nada sin ti, así que solo me queda daros las gracias, porque aunque me haya sentido agotado, he nacido de nuevo convirtiéndome en quien soy.

Era medianoche, así era de oscuro que solo una bombilla alumbraba la habitación de Juan, hasta que esta su luz se fue atenuando hasta quedarse todo completamente oscuro y sombrío. Sintió cierto escalofrío, pero al mismo tiempo sintió algo de acogedor, como si fuese de una amistad pasada se tratase, basada en años anteriores.

      Para mí, ya todas las religiones ya han caído, yo creo solo en mí, sí, solo en mí. Por ello y para ello me debo, para aprender y disfrutar de la vida sin pensar en ningún ángel negro, vampiros energéticos  que solo saben que chupar, succionar, quitarme toda mis risas y mis energías. Por ello y para ello me debo, siguiendo mi camino, siguiendo el sendero trazado para mí y solo para mí. Ese sí, ese que yo voy trazando mientras camino y hago de él un paso para los que quieran, para los que deseen seguirlo.

Ahora libre, solo desea seguir la marcha por el camino trazado, despertando en el ocaso, pero al final despertando que es lo importante, de lo que podía haber sido su propia destrucción. Ángel negro, como vampiro energético era y así vivía, con la luz ajena y el corazón robado de la alma pionera.

Suenan campanas, retumban las paredes, ya no se acordaba de que vivía cerca de una iglesia, de la iglesia del pueblo. No tuvo malos pensamientos, solo deseaba hacer lo que debía hacer y en plena noche, allí se mostró y nombrando a los Seres de la Oscuridad, no paró de tirar piedras a la pared. Todo era odio y rencor, que en aquel que tanto había lanzado sus ruegos, no apareció ni hizo el intento. Así que cuando terminó, se alejó del lugar, orinándose encima de la emoción o en señal de venganza de algo o de alguien. La cuestión es que se dio cuenta que aquel que tanto quería, solo buscaba el sufrimiento en él. Así que se alejó, llegando a casa temblando de frío, pero llegó.

Hubo más velas, hubo más llamadas, pero solo a aquellos que eran de ayuda o de amistad verdadera. Lealtad y libre albedrío hubo en todo momento y no sé, si hoy en día todavía le dura la alegría y la concordia, pero al final puede decir que goza de la ansiada libertad.

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