Vuelo en aguas profundas
Saco el corcho de una botella de vino, descorcho la botella de la vida,
no es un vino cualquiera, es de 1969. Fecha en la que nació alguien, por no
decir que muchos, ya que el año fue muy explosivo en partos.
Celebro mi cumpleaños, sí, lo
celebro. Un año más en este mundo, ¡eso es genial!, del cual no me siento muy
orgulloso, no por mí solo, sino por todo aquello que me rodea, que no es nada,
porque nadie me acompaña. Solo viajo, solo con mi triste compañía salgo por las
noches, y en verdad que más da, solo salgo ya por una sola razón y esa no es por
hacer sociedad. Si quisiese sería el más extrovertido y amable del mundo, pero
no me da la gana, no quiero, solo deseo cazar, desfogarme y marcharme para casa
con todo el trabajo hecho. No puedo vivir sin ello, lo necesito, me he vuelto
dependiente de aquello qué me envuelve y ello me hará caer en la más mera
esclavitud de aquello que más deseo.
Soy un barco a motor, no me
gustan las velas, no me gustan algunos vientos, por ello reniego de todo aquel
aire que me puede llevar a puertos no deseados. A motor, a motor, siendo yo mi
propio timonel voy al puerto que quiero y deseo, no puedo pedir más. No hay
tormentas ni mala mar, todo tranquilo y deseo que siga así, al menos por lo que
resta de noche. Ya que el viaje no acaba nada más empezar, quién sabe adónde
llegaré si voy sin mapa, ciego, amparado por mis instintos. Que sean todos malos
o todos buenos, son los míos y con eso me vale.
No me siento satisfecho ni con la
humanidad ni conmigo mismo en individual. ¡Qué más da!, a quién le importa,
todo el mundo va a lo suyo y no piensa en nadie que le rodee. Me tumbo en un diván,
uno de esos tantos que hay en este sucio mundo y copa en mano, divago y
reflexiono, reflexiono y divago en voz alta.
–
- Alfa, Tango, Romeo. ¿Alguien me escucha?
Intento comunicarme por una radio
imaginaria con algún puerto extraño, me acerco la copa al oído, pero no obtengo
respuesta.
–
- Alfa, Tango, Romeo. ¿Alguien me escucha?
Vuelvo a intentarlo, pero es en
vano. Todo el mundo, toda la humanidad va a lo suyo creyendo en que son
portadores de la verdad absoluta y se equivocan. No, yo tampoco la sé, pero sé
que no la sé. Recuerdos de un ayer me vienen a la memoria, cuando navegaba por
otros mares o quizás eran grandes piscinas, en las que siempre andaba algún
socorrista cerca. Ahora navego solo, ya era hora, a mi edad, ya me tocaba.
Quién soy yo, para perturbar la
paz mundial, quién soy si no una simple alma con deseos de volar. Vuelo a ras
de suelo y vuelo por encima de las nubes, no soy ningún avión ni ningún Ser
superior. Todo es mi mente, la que me hace escribir y escribir, hacer relatos
que me hacen tocar las estrellas o rasgar en lo más profundo del océano. Tú no
te puedes imaginar lo que deseo, deseo algo que no es ningún secreto, solo
canalizar la energía y explotar de alegría, al verme colmado en mis deseos.
Me muevo por aguas profundas,
locales dónde las chicas llevan pajarita y me sirven de manera lasciva la copa.
Me muevo, aunque sentado y dentro de mis entrañas, dentro de mí, mi alma se
excita, haciendo que tal hecho me haga resultar relajante y a la vez
hipnotizado por los movimientos de estas señoritas. En una barra vertical se
mueven, hacen giros y giros, me atraen y me sugieren que les ponga algún
billete en la liga. Soy tacaño, lo admito, pero aquí, en este momento de
debilidad caigo y ahí van 20 euros.
Mi mente sigue viajando y todo
sin moverme de mi diván, miro en un instante de lucidez la botella y
sirviéndome una segunda copa, continuo por aquellos mares de aguas profundas,
será mi deseo o no, pero estoy excitado, me siento perturbado como si fuera
real y fuese la chica de la pajarita la que me sirviera a domicilio.
Conduzco rápido en mi imaginación,
mi mente se acelera, excedo en la velocidad permitida, pero es que mi cuerpo a
veces y solamente a veces, se me queda atrás y me veo caminando, me veo
corriendo con un paso delante del mismo. Todo es un cataclismo, a lo mejor es
solo un recorte de imagen, pero es así. Escribir, escribiré hasta que mi alma
acabe por abandonar mi cuerpo, este dichoso cuerpo al que estoy atado y que me
siento encarcelado a él. No hay nada que hacer, no hay nada que perder, solo el
tiempo y ese, ese es muy valioso ya que tiene fecha de caducidad.
Todo no es oscuro, aunque me
intriga todo aquello que con mis cinco sentidos no puedo retener ni detener.
Qué será de ti, qué será de mí y qué será de aquel que perturbe la paz. Vuelo
en aguas profundas, vuelo tocando las estrellas, qué más da, todo es un maldito
plan o algo por el estilo que me lleva a creer en que estoy realmente vivo.
Me doy un paseo sensorial por una
cierta avenida, todo son muchachas, alguna más joven que otra, pero eso no me
quita mi deseo de desfogarme, ello me lleva a desear a una en concreto. Dicha
mujer, me hace volar y tocar las estrellas, solo cuando me toca pagar me veo envuelto
en aguas profundas.
–
- ¡Oye tú!, no seas un tiburón y quieras darme alcance,
que soy como un rayo veloz. Soy capaz de dejarte electrificado, soy capaz
porque así lo deseo. Escucho, como si
fuese un aire qué…
Pero la paz y la calma han vuelto
dentro de mí y pagando a la muchacha me largo.
Vuelvo a la realidad y ahora sí,
conduzco ahora, sí conduzco un Citroen, no digo el modelo, lo dejo en secreto
vaya que me pongan en caza y captura. Como después de resucitar me siento, no
sé porque, pero es así. Será el desfogue o las cuatro copas que me he tomado.
Todo el mundo tiene derecho, pero no deja de ser algo clandestino y eso, eso
hace que mi corazón galope al trote. Pasando barreras vuelvo a casa, esquivando
controles de tráfico consigo llegar a buen puerto. Solo el dormir me da la
libertad que necesito, en ello consigo mi mayor placer, que no es otro que
volar en sueños enloquecidos. Todo está por ver, pero si lo hago es por alguna
razón.
No puedo dejar de pensar en la
muchacha, como dos perfectos extraños nos sentimos, no hubo amor, solo sexo del
bueno. Ella me susurraba, es su trabajo, finge muy bien o soy yo que soy un
superhombre. No lo sé, nunca he tenido novia formal, pero en fin, todo es
empezar. ¡No!, no es mi primera vez, pero espero que algún día sea la última.
Soy joven, tengo 25 años y solo me falta la mujer de mis deseos. No por
desfogue solo, sino por amor y deseo real de acariciar la piel, la piel de
alguna que sea solo para mí. No me considero machista, pero me gusta que me sean
fieles, a lo mismo que un servidor.
Trabajo en una fábrica de
muebles, de muebles de oficina, estoy todo el día dando en el clavo, menos
cuando salgo de la gran nave que es dónde escribo estas frases. ¿Quién podría
fabricar la mujer de sus sueños?, si existe algún plano o croquis, decídmelo y
me haré con uno. No importa el dinero, todo se puede comprar con un puñado de
euros, todo menos el amor, el respeto y el cariño. Eso que hace que cierta
mujer, sea amante, amiga y confidente. Que sea la madre de mis hijos, que sea
quién debe de ser.
Pero no paro de dar contra la
misma piedra, una y otra vez cuando salgo de pesca, no solo no vuelvo sin nada
si no que vuelvo con una buena borrachera. Bebo por matar el tiempo, no me va
la música y el baile, pero hay que salir, aunque tropiece una y otra vez.
Será la rubia o la morena, no sé
yo solo sé que tengo que tener cuidado de no tener ni provocar ningún accidente,
ya que más de alguna “ese” he hecho a lo largo de mi corta vida.
¡Vah!, es viernes y no me voy a
cortar un pelo, le entraré a toda muchacha que se precie y vea sola. Todos
necesitamos de algún roce semanal, qué más da, voy con la música a tope, todo
es rock&roll, todo son guitarras distorsionadas a ritmo con la batería.
Cierro los cristales, soy egoísta, quiero toda la música para mí, ¡qué más da!,
volveré solo, pero volveré con una sonrisa. Lo malo es a la hora de dormir,
todo da vueltas, todo gira en sentido contrario al reloj que tengo en la mesita
de noche. Mi madre, ajena a todo, duerme en la otra habitación.
Sueño y sueño, ahora sí, ahora
veo las estrellas en el universo y con ello me veo fuera de mi cuerpo. Me
desdoblo y veo algo increíble, no soy el único, hay muchos hombres de mi edad y
más mayores que circulan por el mundo de la soltería.
–
- Hola viejo amigo. Me contesta alguien.
–
- Hola, ¿te conozco? Le respondo.
–
- Todavía no, pero por el camino que llevas pronto
me conocerás, y bien.
Me sorprende tanto su palabra,
que me hace dudar de mí mismo, ¿qué seré o será?
–
- Soy la misma muerte, soy tu verdadero yo en este
plano. Vendrás conmigo por accidente o por enfermedad, quién lo sabe, es tu
camino, es el que estás eligiendo.
No hago más que mirar alrededor y
sigo viendo a los mismos hombres, ¿o es que me confunde la noche con la
madrugada?
Entra el Sol de la mañana y un
nuevo día aparece, los hombres y aquel que se decía ser la muerte, se han marchado.
Mi madre ya hace rato que está levantada, el café ya está frío. Me caliento en
el microondas uno bien largo, la cabeza me martillea, es la resaca del día
anterior. Son solo unos segundos y me salgo al balcón y veo mi coche, “mi
Citroen”. Me quedo atónito de como llegué a aparcar, así que colocándome los
pantalones bajo para abajo. Ahora mi sorpresa es mayúscula, no por haberlo
dejado en un vado, seguramente cansado de buscar y buscar aparcamiento, sino
que veo ropa íntima de mujer detrás, en el asiento de detrás. Intento
rebobinar, pero no recuerdo, no me viene a la memoria según qué hecho.
No le doy la mayor importancia,
es más, me hace feliz llegar a pensar que entre copa y copa, hubo algo fuera de
lo que mí no es común.
Una ducha de agua caliente despeja
a cualquiera y si no al menos le relaja. El auto ya lo he aparcado bien, mi
vida continua tranquilamente, es sábado, pero no creo que salga, tanto no puede
ser. Paso las horas en el sofá, es día de relax, mi madre se cabrea y me echa a
escobazos de manera literal. No quiere verme tumbado y me la bronca me cae,
solo me falta ver volar la zapatilla, con lo bien que volaba yo ayer.
–
- ¡Cállate de una vez! Escucho detrás de mí, como si cerraran de un golpe la puerta del balcón
de casa.
Por las mañanas soy la otra cara,
la otra persona o la que soy en realidad. Cuando salgo por la noche me
transformo, como un huracán soy o al menos eso me creo. No me va a perturbar
ninguna voz ni ninguna advertencia, saldré como siempre, a la caza nocturna del
mero placer. Soy joven, debo disfrutar ahora, que ya vendrán los largos
inviernos del frío envejecimiento de lo que llamamos cuerpo. Pero mi mente,
¡ay!, mi mente siempre será joven de manera eterna.
¡Ay!, qué será de mí después del
anochecer. ¡Ay!, de mí se apodera, mi propio Ser se embauca y llegando a creer en
la mentira, la mentira que me ha llegado por cierto susurro. No sé por el
viento del Norte o por las tranquilas aguas que cruzan en el Pacífico Sur. Todo
son recuerdos, como si se desvanecieran en el atardecer sombrío, ya no hay
sombra, no me veo reflejado y eso, eso me asusta ¿Quién vendrá por mi espalda
sino es la suerte?, ¿quién vendrá detrás de mí que me absorbe?
–
- ¡Cállate, te aviso! Escucho, a la vez que una fuerte onda expansiva me frena y me deja
parado en seco en medio del pasillo de la casa.
–
- Yo no sé de nada y lo sé todo, yo no soy el
mejor jinete ni el mejor nadador, pero aquí estoy, navegando por aguas
profundas.
No me asusta el caerme, no me
acongoja el poder ahogarme, solo cuando me vea en esa situación, me asustaré y
tendré miedo de verdad. De mientras, canto a la Luna una canción de amor,
aunque no sé por dónde empezar, ya que romántico no soy. Solo estoy
acostumbrado a pagar por todo, de tal forma que no sé lo que es un verdadero
roce, un beso de amor. Lloro, ahora lloro, sin saber el porqué, pero así es y
me acerco al borde del casco del barco en el que navego, pero no me arrojo al
mar, solo vomito toda la desidia y maldad que llevo dentro. Se hace una mancha
oscura, que sobresale del agua, flotando como si fuese petróleo o aceite y eso
me vuelve asustar y vuelvo a arrojar por la borda todo aquello negativo y
tóxico que llevo dentro.
No hay final feliz, no hay final
triste o lleno de dolor. Risas y más risas es lo que quiero escuchar, carcajadas
al borde de la locura es adónde os quiero llevar. Seguir leyendo o mejor
esperar, ya que el papel en blanco se va a quedar. Necesito descansar, necesito
dormir y olvidar lo que fue de mí, ya que un nuevo día y un nuevo yo, está a
punto de nacer cincuenta años después.
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