domingo, 31 de marzo de 2019


 Mujeres  

No debe de sorprender a nadie, lo que hoy en día es todavía un asalto a la intimidad, qué  más da. Cada uno tendrá su manera de pensar, pero todo es de respeto. Quien sabe realmente, quién me dio estas frases o si simplemente soy yo el que dibuja con letras, todo aquello que solo hace unas pocas décadas, era toda una quimera. Esta historia puede ocurrir en Madrid o en Barcelona, en Sevilla o en Málaga, o en cualquier otra ciudad del mundo.

Desde Chamartín a Atocha búscame, llegando a Vallecas es dónde me dirijo, voy leyendo un relato de los de pasar un rato o intento pensar o escribir, todo es mover la cabeza, haciendo de ella un run-run que no desaparece ni con ninguna borrachera. Todo es así, todas las penas no se van con el sabor de alguna triste botella, al igual que las risas no vienen con ella. Desde que me he subido al metro, desde Chamartín a Atocha, todavía no me he fijado en los rostros de la gente, gente de lo más normal y son las doce del mediodía, con que no es todavía hora punta…

Por mucho relato que escriba, por mucho cuento, libro o novela que se imagine o se invente, nadie sabe realmente lo que es la vida. Ella ha mirado hacia el otro lado y todavía sigue pensando en lo que piensa. ¿Es qué da que pensar en nada o es porque la muerte nos acecha?, Silvia, que es su nombre,  piensa o escribe… 

¡Mamá!, ¿querida mamá, cómo estás, cómo te encuentras? ¡Mamá!, querida mamá, yo me encuentro en mi soledad. El puente de tu ausencia es de todos, ¡mamá!, me he ido, pero vuelvo mamá. Yo paseo sola por culpa de prescribir tormentas, Laura me arroja hacia un acantilado, o mejor dicho a un precipicio sin mar y por lo tanto sin agua que puede salvarme o quizás, sea mejor así porque puedo acabar ahogándome en un martes 13.

Estación a estación, parada a parada, es solo cuando levanta la mirada hacia la ventana. Por ella se refleja, su cara, su rostro sí que dice, sí que describe, no es uno de tantos. Es único, al verse las lágrimas caer y resbalar por su mejilla, sus ojos están enrojecidos por el lloro. Se cierran las puertas del vagón y este arranca, pero no las de su corazón que  sigue parado, estancado y escribiendo o pensando, quién lo  sabe a saber.

No te conté toda la verdad y nada más que la verdad, así que ya de todas no te las conté. Voy a decirte lo cuánto la amo mamá, querida mamá. Ahora mi pensamiento es que yo te cuento todo lo referente a mí, yo en este relato te lo habría contado lo difícil de asimilarlo o quizás sí, mamá bebe del mar de la tristeza mamá. Ya llego enseguida para verte, ahora, gracias a donde la escritura, se llama describir hasta versos que jamás serán contados o que siempre serán narrados, quién sabe. A saber, yo solamente sé la verdad de mí, tú la verdad te la llevarás contigo. Algún día, porque todo y todo, está bajo presión. Todos, todos, estaremos subidos en una presión social que nos hará emerger o hundirnos según sea, así a gusto de todos. Todo referente a lo que es todo,  referente a que todos buscamos un referente, buscamos algún qué. Aunque sea la verdad en un barco sin velas o en un barco sin motor, arriba, arriba sin destino.

La situación es que llega a Vallecas, su casa y al abrir la puerta lo primero que le dice, antes de un “hola”, es lo siguiente…

“Lo he tenido, este es en el centro, en el alma, el núcleo del alma es donde está todo.”
    
                            --         ¡Tú qué dices hija!, tú no estás bien, ¿tú qué dices hija?, no sé lo que hablas de verdad.

Su cara ha cambiado, solo la fuerza de los valientes le hace emerger y despertar en su verdadera vida y en su razón de esta.
      
                 --   Oh, sí mamá. Si es lo que vivo, me encuentro a caballo de la vida de mi propia tumba en el cuento de la piedad o…   quizás me tiran piedras aquellos que son de pecado, qué más da, está aquí, lo dejo y no quiero seguir contándote.

Se agarra fuertemente a una de las sillas del comedor, mientras escucha a su madre, sorprendiéndola en su saber, como si su interior más profundo fuese un libro abierto.
      
                 --    No la dejes hija, si sigue tu lucha, sigue tu verdadera batalla de la vida, arde, arde de fuego de pasión con aquella que tú te puedes hasta casar.

Como si disparase balas de algodón, ella recibe sus palabras, sonríe, ahora su cara cambia y sus lágrimas son de alegría, lo que antes era un poema, ahora parece convertirse en una novela de la que no se sabe el final. Cenan juntas, hacen de la noche una velada y al terminar la ayuda a recoger la mesa, la madrugada cae y con ella el sueño, pero antes de ello, agarra su libreta y el bolígrafo, dejándolo resbalar por el papel en blanco.

Sigue caminando, sigue bailando por un bosque sin salida, pisando las hojas secas que hay por el suelo. Solo sé que porqué la lluvia te ayuda, que quiere caer, todo es amor o desamor, odio o pasión. Qué es la vida así, a saber que ser antes o yo siempre estoy bien, te escribo y describo. Vamos, vamos la sociedad no es eso, yo creo que es amor y odio, las dos cosas a la vez.  Se pueden mezclar con agua y aceite, se puede mezclar el amor, el cariño, y en el otro rincón la venganza. Todo referente a la vez y todo y bajo presión, tú dices que algún día,  algún día lo diré hasta en la radio,  ya sabes que yo no sé, será como volara en una caída libre.

Mira el teléfono móvil, arde en ganas de llamarla, pero en vez de eso le escribe un largo mensaje. La garganta se le seca y se le agarrotan los dedos, pero lo consigue, consigue escribirlo y mandárselo.
     
                          --     Hola Silvia, ¿cómo te encuentras hoy?, tarda poco la manta en asomar o en cambio la terraza de un lugar soleado. Te rompo, compro tu cuerpo, si quieres amor eterno no solo el fuego del desenfreno qué es lo que decías de verdad. Yo te lo puedo dar, si no me tienes que amar,  quise decir que ninguna otra mujer te querrá jamás como lo hago yo. Yo sé quién soy, yo, mi nombre, ya lo sabes, este es Laura. Al igual soy tu pareja sí, tu amante o tu amiga a cuánto te quiero Silvia escribo tu nombre con trozo de lápiz en un papel sucio porque no encuentro limpio. Porque nadie es puro ya, no nos neguemos hombre o mujer, dónde queremos tardes sombrías y puras, ya a nuestra edad que queremos probar. Todas las fotos del amor, el amor que vendrá a descargar en sí, de todas maneras si me querrás y cuando llegue el momento entrarás allá, en lo más lejano, bajo el arco iris, porque ese es tu destino amarme a mí yo soy un socio del Sol y la Luna. La lluvia y la caridad tendrás que hacer de la nada y vengo a verte a ti que yo a la que más quiero porque no me abandones que yo te deseo.

Llega la mañana y no recibe respuesta, así que sin negarse a la equivocación, escribe y escribe, unas frases llenas de corazón latente de amor.

No más decirte que me has robado el corazón, porque eso es muy simple. Me has robado la sangre, me has robado el corazón, el alma. Todo eso ya te pertenece a ti,  porque yo soy parte tuya. Me conoces y no me conoces, te escribo esta carta para decirte lo que realmente deseo de ti, qué más puedo pedir, qué más puedo desear que no amarte sin piedad, ¡desearte! Si me dices que no te recordaré siempre, no te acosan y te seguiré solamente, te llamaré con mi pensamiento y en mi ser sé que no he visto chica más guapa, mujer más elegante que tú entre todas. Yo sé lo que tú deseas y mil veces a lo mejor no te lo puedo dar, a lo mejor sí quién sabe. A saber, yo solo sé que te deseo, te deseo con toda mi alma y Dios,  la luna, el Sol, las estrellas, el cometa Halley si hace falta. Lo que tú desees, tú y yo para toda la vida, esta es la próxima tráeme la luz el amor carnal y espiritual.

Se siente tan sola en su antigua habitación, que el solitario abrazo de la almohada, le hace tener más de algún desvelo nocturno. Sus paseos por el pasillo de la casa, se hacen constantes y los cigarrillos se acumulan consumidos en el cenicero. Está temblando, no había sentido tal cosa nunca, ¿será la primera vez que se ha enamorado de verdad? Para todo hay una primera vez, lo demás son simples copias o quizás no. Todo es relativo, pero son las seis de la mañana y no quiere despertar a su madre, así que vuelve a la cama. Se hace la dormida hasta que siente los pasos de ella, así que diciendo unos buenos días, se hace la valiente. La madre no es tonta y nota en sus ojos el trasnoche y en el cenicero sus nervios. Pero sin decir nada, entra en la cocina y prepara el café.

Aspirante a escritora y loca por alterar el curso del río, hace llover las letras en el papel húmedo por sus lágrimas. No ha recibido respuesta al mensaje, ni siquiera una llamada, así que está dispuesta a cambiar y si tiene que hacer algún trasbordo lo hará y si hace falta pasará por Chueca y se despejará y se oxigenará las ideas. Todo es así, ella lo desea y su corazón lo necesita. Cambiar la línea 1, por la línea 5 y hacer un parón, quién sabe, el sábado se acerca y todavía la edad le da esa oportunidad.

Pasa la mañana con la música y poco más, intenta evadir su mente, pero le resulta imposible, así está hasta que son la una de la tarde, el Sol apunta alto, tanto como los sueños de Silvia. Pero no puede quitarse de la cabeza a Laura, y es que ¿porqué, le gustarán tanto las chicas morenas con los ojos marrones? Algo le dice que cambie de marcha, que cambie de velocidad y ponga la directa, que todo es una línea llana y recta.

Todo en un amanecer roto, no llueve, pero su corazón es como un jarrón pegado a trozos. Frágil, pero sin llegar a creer lo que es realmente cierto. Ya no quiere echarse para atrás, ya no quiere poner freno a aquello que emana desde lo más dentro de su Ser. Ya no sabe que creer, ya no sabe si lo suyo es soltar el cigarrillo por la ventana y salir, salir a la calle con algún destino en concreto. Todo es relativo, todo puede cambiar en transcurso de segundos, sigue fumando, pero ahora mira a su madre. Quieta, inmóvil en el umbral de la puerta del comedor. Solo la mirada, le hace descubrir la verdadera verdad y decide ir a buscarla.

No hay peor sueño, que aquel que no se cumple y se convierte en pesadilla. No hay mayor razón, que aquella que cegados, no queremos ver. Así que dándole un beso a su madre, toma otra vez rumbo a Chamartín, no para coger ningún tren o quizás sí. Pero si este existe, no va en un billete de ida y vuelta y menos sola. Esta vez sí que mira a la gente, esta vez observa la verdadera verdad y esta es la que ella da por hecho. Mira con otro aire y alegría hacia la ventana, estación a estación, parada a parada, esta parece que no llega y pierde ya la cuenta, hasta que ve que hace su parada y el metro se detiene. No quita el dedo del pulsador, hasta que nerviosa, esta se abre dándole alas a sus sueños. 

Corre, corre sin esperar y sube por las escaleras. No es hasta al encontrarse en el portal, cuando siente como el corazón se le acelera y le tiemblan las piernas. Le cuesta subir las escaleras, pero no lo duda y sube, sube y picando a la puerta, solo espera que le abra todas ellas.

Como la espada de Damocles corta la respiración, la una y la otra se encuentran enfrente, no hay palabras, no hay dialogo. Solo la mirada cruzada, les lleva del enfado al cariño, del afecto y la nostalgia, al más deseo carnal y desenfreno. Sábanas blancas, para todo aquello que hay que quitarse el velo. Solo entrecruzan los dedos, mientras los besos duran lo que dura el deseo constante y aquello que se ha postergado durante demasiado tiempo. Todo se hace en silencio, con una pequeña luz del salón como claridad. Esta, les deja ver la sonrisa cómplice, la luz que alberga en sus corazones es más alta y más cálida, tanto, que las funde en una, en toda una noche de amor, deseo y placer. Quedando al final sumidas en un profundo sueño, de algo que se ha cumplido al final. No han tenido que pasar años, pero sí unos días que se han hecho eternos. Ella se despierta sobresaltada, Silvia se ha llegado a creer que todo no es real y al mirar al lado, ve a Laura como duerme. Se queda un rato mirándola, con el codo hincado en el colchón, mientras con la palma de la mano se sujeta la cabeza. Sonríe, llega hasta a reír, pensando que todo es una locura, pero qué más da sin son de seguir las normas.  No quieren ser momias viendo pasar el tiempo, solo el amor como inspiración le hace escribir al alba. No hay música, solo la luz de la ventana, son las siete y Laura todavía duerme dibujando una sonrisa en sus labios.

Ella será mi amante, mi esposa y mi musa, será la que realmente me hará escribir o no sé qué. No soy una escritora consagrada, así que todo aquello que se me ocurra o traslade al papel, se lo pasaré a un amigo más ducho en letras que yo, para que pueda hacer realidad el empuje y el ánimo a todas aquellas que luchan por los mismos derechos que yo. Solo existe ella, ella y mi madre, a la que tanto quiero y tanto me quiere a mí. Que siendo yo una ingenua, no me había dado cuenta que se había percatado de mi forma de ser. Así que escribo, esperando que sin faltar el respeto a nadie, llegue con cuatro letras a bailar el ritmo de la vida. Porque yo sé, porque yo intuyo que solo hace falta encontrar a aquella persona, hombre o mujer, que te lleve a volar teniendo los pies en la tierra.






No hay comentarios:

Publicar un comentario