Mujeres
No debe de sorprender a nadie, lo que hoy en día es todavía un asalto a
la intimidad, qué más da. Cada uno
tendrá su manera de pensar, pero todo es de respeto. Quien sabe realmente,
quién me dio estas frases o si simplemente soy yo el que dibuja con letras,
todo aquello que solo hace unas pocas décadas, era toda una quimera. Esta
historia puede ocurrir en Madrid o en Barcelona, en Sevilla o en Málaga, o en
cualquier otra ciudad del mundo.
Desde Chamartín a Atocha
búscame, llegando a Vallecas es dónde me dirijo, voy leyendo un relato de los
de pasar un rato o intento pensar o escribir, todo es mover la cabeza, haciendo
de ella un run-run que no desaparece ni con ninguna borrachera. Todo es así,
todas las penas no se van con el sabor de alguna triste botella, al igual que
las risas no vienen con ella. Desde que me he subido al metro, desde Chamartín
a Atocha, todavía no me he fijado en los rostros de la gente, gente de lo más
normal y son las doce del mediodía, con que no es todavía hora punta…
Por mucho relato que escriba, por mucho cuento, libro o novela que se
imagine o se invente, nadie sabe realmente lo que es la vida. Ella ha mirado
hacia el otro lado y todavía sigue pensando en lo que piensa. ¿Es qué da que
pensar en nada o es porque la muerte nos acecha?, Silvia, que es su nombre, piensa o escribe…
¡Mamá!, ¿querida
mamá, cómo estás, cómo te encuentras? ¡Mamá!, querida mamá, yo me encuentro en
mi soledad. El puente de tu ausencia es de todos, ¡mamá!, me he ido, pero
vuelvo mamá. Yo paseo sola por culpa de prescribir tormentas, Laura me arroja
hacia un acantilado, o mejor dicho a un precipicio sin mar y por lo tanto sin
agua que puede salvarme o quizás, sea mejor así porque puedo acabar ahogándome
en un martes 13.
Estación a estación, parada a parada, es solo cuando levanta la mirada
hacia la ventana. Por ella se refleja, su cara, su rostro sí que dice, sí que
describe, no es uno de tantos. Es único, al verse las lágrimas caer y resbalar
por su mejilla, sus ojos están enrojecidos por el lloro. Se cierran las puertas
del vagón y este arranca, pero no las de su corazón que sigue parado, estancado y escribiendo o
pensando, quién lo sabe a saber.
No te conté
toda la verdad y nada más que la verdad, así que ya de todas no te las conté.
Voy a decirte lo cuánto la amo mamá, querida mamá. Ahora mi pensamiento es que
yo te cuento todo lo referente a mí, yo en este relato te lo habría contado lo
difícil de asimilarlo o quizás sí, mamá bebe del mar de la tristeza mamá. Ya llego
enseguida para verte, ahora, gracias a donde la escritura, se llama describir
hasta versos que jamás serán contados o que siempre serán narrados, quién sabe.
A saber, yo solamente sé la verdad de mí, tú la verdad te la llevarás contigo.
Algún día, porque todo y todo, está bajo presión. Todos, todos, estaremos
subidos en una presión social que nos hará emerger o hundirnos según sea, así a
gusto de todos. Todo referente a lo que es todo, referente a que todos buscamos un referente,
buscamos algún qué. Aunque sea la verdad en un barco sin velas o en un barco
sin motor, arriba, arriba sin destino.
La situación es que llega a Vallecas, su casa y al abrir la
puerta lo primero que le dice, antes de un “hola”, es lo siguiente…
“Lo he tenido,
este es en el centro, en el alma, el núcleo del alma es donde está todo.”
–
-- ¡Tú qué dices hija!, tú
no estás bien, ¿tú qué dices hija?, no sé lo que hablas de verdad.
Su cara ha cambiado, solo la fuerza de los valientes le hace emerger y
despertar en su verdadera vida y en su razón de esta.
–
-- Oh, sí mamá. Si es lo
que vivo, me encuentro a caballo de la vida de mi propia tumba en el cuento de
la piedad o… quizás me tiran piedras aquellos que son de pecado,
qué más da, está aquí, lo dejo y no quiero seguir contándote.
Se agarra fuertemente a una de las sillas del comedor, mientras escucha
a su madre, sorprendiéndola en su saber, como si su interior más profundo fuese
un libro abierto.
–
-- No la dejes hija, si
sigue tu lucha, sigue tu verdadera batalla de la vida, arde, arde de fuego de
pasión con aquella que tú te puedes hasta casar.
Como si disparase balas de algodón, ella recibe sus palabras, sonríe,
ahora su cara cambia y sus lágrimas son de alegría, lo que antes era un poema,
ahora parece convertirse en una novela de la que no se sabe el final. Cenan
juntas, hacen de la noche una velada y al terminar la ayuda a recoger la mesa,
la madrugada cae y con ella el sueño, pero antes de ello, agarra su libreta y
el bolígrafo, dejándolo resbalar por el papel en blanco.
Sigue caminando,
sigue bailando por un bosque sin salida, pisando las hojas secas que hay por el
suelo. Solo sé que porqué la lluvia te ayuda, que quiere caer, todo es amor o
desamor, odio o pasión. Qué es la vida así, a saber que ser antes o yo siempre
estoy bien, te escribo y describo. Vamos, vamos la sociedad no es eso, yo creo
que es amor y odio, las dos cosas a la vez.
Se pueden mezclar con agua y aceite, se puede mezclar el amor, el cariño,
y en el otro rincón la venganza. Todo referente a la vez y todo y bajo presión,
tú dices que algún día, algún día lo
diré hasta en la radio, ya sabes que yo
no sé, será como volara en una caída libre.
Mira el teléfono móvil, arde en ganas de llamarla, pero en vez de eso
le escribe un largo mensaje. La garganta se le seca y se le agarrotan los
dedos, pero lo consigue, consigue escribirlo y mandárselo.
–
-- Hola Silvia, ¿cómo te
encuentras hoy?, tarda poco la manta en asomar o en cambio la terraza de un
lugar soleado. Te rompo, compro tu cuerpo, si quieres amor eterno no solo el
fuego del desenfreno qué es lo que decías de verdad. Yo te lo puedo dar, si no
me tienes que amar, quise decir que
ninguna otra mujer te querrá jamás como lo hago yo. Yo sé quién soy, yo, mi
nombre, ya lo sabes, este es Laura. Al igual soy tu pareja sí, tu amante o tu
amiga a cuánto te quiero Silvia escribo tu nombre con trozo de lápiz en un
papel sucio porque no encuentro limpio. Porque nadie es puro ya, no nos neguemos
hombre o mujer, dónde queremos tardes sombrías y puras, ya a nuestra edad que
queremos probar. Todas las fotos del amor, el amor que vendrá a descargar en
sí, de todas maneras si me querrás y cuando llegue el momento entrarás allá, en
lo más lejano, bajo el arco iris, porque ese es tu destino amarme a mí yo soy
un socio del Sol y la Luna. La lluvia y la caridad tendrás que hacer de la nada
y vengo a verte a ti que yo a la que más quiero porque no me abandones que yo
te deseo.
Llega la mañana y no recibe respuesta, así que sin negarse a
la equivocación, escribe y escribe, unas frases llenas de corazón latente de
amor.
No más decirte
que me has robado el corazón, porque eso es muy simple. Me has robado la sangre,
me has robado el corazón, el alma. Todo eso ya te pertenece a ti, porque yo soy parte tuya. Me conoces y no me
conoces, te escribo esta carta para decirte lo que realmente deseo de ti, qué
más puedo pedir, qué más puedo desear que no amarte sin piedad, ¡desearte! Si
me dices que no te recordaré siempre, no te acosan y te seguiré solamente, te
llamaré con mi pensamiento y en mi ser sé que no he visto chica más guapa,
mujer más elegante que tú entre todas. Yo sé lo que tú deseas y mil veces a lo
mejor no te lo puedo dar, a lo mejor sí quién sabe. A saber, yo solo sé que te
deseo, te deseo con toda mi alma y Dios, la luna, el Sol, las estrellas, el cometa Halley
si hace falta. Lo que tú desees, tú y yo para toda la vida, esta es la próxima
tráeme la luz el amor carnal y espiritual.
Se siente tan sola en su antigua habitación, que el solitario abrazo de
la almohada, le hace tener más de algún desvelo nocturno. Sus paseos por el
pasillo de la casa, se hacen constantes y los cigarrillos se acumulan
consumidos en el cenicero. Está temblando, no había sentido tal cosa nunca,
¿será la primera vez que se ha enamorado de verdad? Para todo hay una primera
vez, lo demás son simples copias o quizás no. Todo es relativo, pero son las
seis de la mañana y no quiere despertar a su madre, así que vuelve a la cama.
Se hace la dormida hasta que siente los pasos de ella, así que diciendo unos
buenos días, se hace la valiente. La madre no es tonta y nota en sus ojos el
trasnoche y en el cenicero sus nervios. Pero sin decir nada, entra en la cocina
y prepara el café.
Aspirante a escritora y loca por alterar el curso del río, hace llover
las letras en el papel húmedo por sus lágrimas. No ha recibido respuesta al
mensaje, ni siquiera una llamada, así que está dispuesta a cambiar y si tiene
que hacer algún trasbordo lo hará y si hace falta pasará por Chueca y se
despejará y se oxigenará las ideas. Todo es así, ella lo desea y su corazón lo
necesita. Cambiar la línea 1, por la línea 5 y hacer un parón, quién sabe, el sábado
se acerca y todavía la edad le da esa oportunidad.
Pasa la mañana con la música y poco más, intenta evadir su mente, pero
le resulta imposible, así está hasta que son la una de la tarde, el Sol apunta
alto, tanto como los sueños de Silvia. Pero no puede quitarse de la cabeza a Laura,
y es que ¿porqué, le gustarán tanto las chicas morenas con los ojos marrones?
Algo le dice que cambie de marcha, que cambie de velocidad y ponga la directa,
que todo es una línea llana y recta.
Todo en un amanecer roto, no llueve, pero su corazón es como un jarrón
pegado a trozos. Frágil, pero sin llegar a creer lo que es realmente cierto. Ya
no quiere echarse para atrás, ya no quiere poner freno a aquello que emana
desde lo más dentro de su Ser. Ya no sabe que creer, ya no sabe si lo suyo es
soltar el cigarrillo por la ventana y salir, salir a la calle con algún destino
en concreto. Todo es relativo, todo puede cambiar en transcurso de segundos,
sigue fumando, pero ahora mira a su madre. Quieta, inmóvil en el umbral de la
puerta del comedor. Solo la mirada, le hace descubrir la verdadera verdad y
decide ir a buscarla.
No hay peor sueño, que aquel que no se cumple y se convierte en
pesadilla. No hay mayor razón, que aquella que cegados, no queremos ver. Así
que dándole un beso a su madre, toma otra vez rumbo a Chamartín, no para coger
ningún tren o quizás sí. Pero si este existe, no va en un billete de ida y
vuelta y menos sola. Esta vez sí que mira a la gente, esta vez observa la
verdadera verdad y esta es la que ella da por hecho. Mira con otro aire y
alegría hacia la ventana, estación a estación, parada a parada, esta parece que
no llega y pierde ya la cuenta, hasta que ve que hace su parada y el metro se
detiene. No quita el dedo del pulsador, hasta que nerviosa, esta se abre
dándole alas a sus sueños.
Corre, corre sin esperar y sube por las escaleras. No
es hasta al encontrarse en el portal, cuando siente como el corazón se le
acelera y le tiemblan las piernas. Le cuesta subir las escaleras, pero no lo
duda y sube, sube y picando a la puerta, solo espera que le abra todas ellas.
Como la espada de Damocles corta la respiración, la una y la otra se
encuentran enfrente, no hay palabras, no hay dialogo. Solo la mirada cruzada,
les lleva del enfado al cariño, del afecto y la nostalgia, al más deseo carnal
y desenfreno. Sábanas blancas, para todo aquello que hay que quitarse el velo.
Solo entrecruzan los dedos, mientras los besos duran lo que dura el deseo
constante y aquello que se ha postergado durante demasiado tiempo. Todo se hace
en silencio, con una pequeña luz del salón como claridad. Esta, les deja ver la
sonrisa cómplice, la luz que alberga en sus corazones es más alta y más cálida,
tanto, que las funde en una, en toda una noche de amor, deseo y placer.
Quedando al final sumidas en un profundo sueño, de algo que se ha cumplido al
final. No han tenido que pasar años, pero sí unos días que se han hecho eternos.
Ella se despierta sobresaltada, Silvia se ha llegado a creer que todo no es
real y al mirar al lado, ve a Laura como duerme. Se queda un rato mirándola,
con el codo hincado en el colchón, mientras con la palma de la mano se sujeta
la cabeza. Sonríe, llega hasta a reír, pensando que todo es una locura, pero
qué más da sin son de seguir las normas. No quieren ser momias viendo pasar el tiempo,
solo el amor como inspiración le hace escribir al alba. No hay música, solo la
luz de la ventana, son las siete y Laura todavía duerme dibujando una sonrisa
en sus labios.
Ella será mi amante, mi esposa
y mi musa, será la que realmente me hará escribir o no sé qué. No soy una
escritora consagrada, así que todo aquello que se me ocurra o traslade al
papel, se lo pasaré a un amigo más ducho en letras que yo, para que pueda hacer
realidad el empuje y el ánimo a todas aquellas que luchan por los mismos
derechos que yo. Solo existe ella, ella y mi madre, a la que tanto quiero y
tanto me quiere a mí. Que siendo yo una ingenua, no me había dado cuenta que se
había percatado de mi forma de ser. Así que escribo, esperando que sin faltar
el respeto a nadie, llegue con cuatro letras a bailar el ritmo de la vida.
Porque yo sé, porque yo intuyo que solo hace falta encontrar a aquella persona,
hombre o mujer, que te lleve a volar teniendo los pies en la tierra.
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