viernes, 8 de marzo de 2019


                                                     El abejorro llamado Luz

Escribo todo lo que se me ocurre, ¡qué más da!, como si quisiera que el momento que vivo quedara impreso y eso, eso  me hace temblar el pulso y la letra, ¡ay!, la letra no es tan clara como debería. Alguien o algo me dice que siga, no sé si es mi mente o mi corazón, que galopa como un caballo desbocado. Pero no, no os equivoquéis, nada es igual que antes, nada tiene parecido alguno con lo que fui en antaño, en una época de flechas y espadas, en los que el respeto por la fuerza era lo que se adueñaba de todo aquello que la vista era capaz de alcanzar. Solo escribo, a veces sin sentido. Otras, hasta yo mismo me doy miedo. Pero es igual,  ya sea con lápiz o  con plumín, la tinta resbala y llora, llora al mojarse con las lágrimas que resbalan por mi rostro. Pero es lo mismo, yo sigo adelante y escribo un pequeño párrafo en un trozo de servilleta de papel, que después doblo y doblo, haciendo de él uno ya muy chico y las letras son estas…

“Hace tiempo, mucho tiempo, que el corazón se me ha parado, ya no bombea como antes. Será por la soledad o la edad, pero no veo a ninguna apropiada para que sea dueña de mi aliento y de mi amor y bondad. Ha pasado mucho tiempo y ahora me distraigo de las formas más extrañas, seguro que a muchos de vosotros les daría miedo si se las contara y a alguno seguro temería algún susto.”

En fin, me lo guardo en el pequeño bolsillo del pantalón tejano y cogiendo mi chaqueta de cuero cruzada salgo a la calle. La gente va y viene, no se detienen, no piensan que están aquí, en este mundo de paso. Que nadie se queda, que la vida es un constante futuro que no te deja vivir el presente. Doy dos pasos y tomo asiento en uno de los bancos de madera, respiro hondo y suspirando muevo la cabeza de un lado a otro. Me relajo y creyéndome muy fuerte y sabio, me hago un cigarrillo de liar. Miro para arriba, al cielo como si quisiese decirle algo y vuelvo la vista al tabaco. Noto y observo como mi propia sombra se empieza a desvanecer y empieza a chispear, el aire se mueve, se rebela amenazando tormenta. Aligero el paso y me dirijo hacia mi hogar, dulce hogar. Un lugar solitario, donde convivo conmigo mismo. ¡Qué más da!, algún día cambiará y si no, tampoco voy a volver a llorar.

Si tuviera a mi edad que estudiar, no tendría narices a saber qué carrera hacer, no tengo ni idea de qué haría con mi vida si no es estudiar comunicaciones. Si hubiera nacido en otra época, quizás hubiera sido telegrafista o quizás hubiera sido telefonista, quién sabe, yo no lo sé. Total, estamos en los tiempos que estamos y solo me interesa el saber de la verdadera verdad. Esa misma que se nos oculta, esa misma que se nos tapa con piezas de hormigón armado si hace falta. Pasa el tiempo, pasan los días y yo sigo aquí fumándome un cigarrillo, no abro ni las ventanas, me gusta que el humo se condense en la sala y ver como flota en el ambiente y cortarlo con la mano, como si fuese a abrir algún plano cósmico.

¡Vaya!, es 28 de mayo de cierto año, este día celebro sin ningún pastel ni ninguna fiesta mi día especial. No sé qué regalo me voy a encontrar, solo que me encuentro solo en casa, ¡joder!, no sé si es por aburrimiento o curiosidad, pero coloco velas por todas las habitaciones. ¡Voy como loco, de aquí para allá!, son velas blancas, ni velas negras ni rojas ni azules ni naranjas, solo blancas. No están en ningún candelabro, pero sí las sitúo en lo más alto de los muebles, en forma de altar. Aunque eso es lo de menos, lo que importa es el motivo. ¡Dime un motivo de júbilo!, dime que la verdad es el saber,  el conocer de aquí, de allí y de ahora dónde me encuentro. ¡Uhm! Cierro los ojos por un momento y solo los abro para coger el tocadiscos con las dos manos, soplo y el polvo vuela, mezclándose con el aire turbio de una casa cerrada y sin ventilar. Lo coloco encima la mesa, es uno de estos antiguos, sí, uno de estos que van con pilas y que se utilizaban en aquellos ciertos años de guateque. Adonde se encontrarán ya mis padres….  cuando la única herencia que me ha quedado es este aparato y sus recuerdos. Es verdad que cierto disco es el que quiero escuchar, lo conozco y con la aguja pincho la canción. Me estiro en suelo, encima de una toalla de algodón, esta canción me lleva, me sumerge en un profundo sueño y como si estuviese haciendo yoga veo lo que no se ve.

Es una sombra en mitad de la sala, es una silueta borrosa y negra, la que flota y se acerca de forma sigilosa…

          ¿Quién eres tú, cuál es tu nombre?, que te escondes detrás de una farola. Le digo asustado, sin pensar que no hay farolas en medio de la sala.
Adopta figura canina y se acerca ahora ya más rápida, pegándome un susto que casi me lleva a orinarme en los pantalones.

          ¡Ey!, yo soy tú, en otra época, en otro tiempo. ¿Cómo quieres que te lo diga?, si no es a grito  pelado.  He venido a avisarte, a recordarte ciertas cosas y que no cometas los mismos errores de antaño. Tú eres igual que yo, porque yo soy tu conciencia y tú eres mi otra parte, eres mi saber y mis hambrunas de conocimiento. Todo depende de la luz que adoptemos, somos como pelotas de tenis en realidad. Simplemente eso en estado de descanso, si se nos altera, nuestra fuerza puede ser realmente escandalosa.

En este preciso momento, cuando estoy en el zenit, suena el teléfono, y este me despierta de mi estado de subconsciencia.

          ¿Federico Pérez? Preguntan por mí.

          Asustado e inquieto pregunto. ¿Quién es, que desea?

Es hacer la pregunta, es decir la frase y colgar, cortar la llamada dejando un molesto pitido constante y repetitivo. ¿Quién sería?, a lo mejor es casualidad, pero yo no creo en ellas. Yo creo en que se pueda coincidir tanto en algún lugar, como en alguna idea, pero de ahí a más me lo tienen que explicar.

Vuelvo a la música, vuelvo al tocadiscos y colocando un single de rock, me sumerjo en los mares de la oscuridad, sintiendo el frío del Universo, las estrellas me iluminan y me hacen de guía. Llamo a una puerta trasera, estoy que rasgo la cortina transparente que nos separa este mundo del otro. ¿Qué será de nosotros, de todo animal y de toda persona que se cierne?, o acaso la verdad no es  una verdad….   ¿Es que ellos, la sociedad y en fin, la humanidad entera inventa una verdad que ellos ignoran, qué será, qué será la verdadera verdad de todo lo relativo?,  yo concibo lo que hay detrás, que todo y todos somos una ilusión y todo es el entrenamiento para ver lo de la verdad, el verdadero camino que tenemos que seguir cuál es, está detrás de las estrellas, detrás de la luna, detrás del sol. Está detrás de todo esto que nosotros no podemos ver,  porque no nos alcanza la vista, pero tú sabes tú, que eres y que me acompañarás.

Ojo por ojo, diente por diente, caigo rendido a tus pies, no sé qué pie se queda sin lugar y ahora mismo no lo sé. Ella quién sabe, sí digo ella, yo no sé muchas cosas y las que sé me las guardo porque debe ser así, no solamente dependo de mí mismo. Además no tengo familia ni tengo muchos amigos.

Se caldea el presente, escucha esta canción, escúchala, esta mente diferente….  Estaba solo y me lleva a un presente, muy presente en una realidad perpetua. Esa es otra, que al estar aquí sintiendo, presenciando como cada vez somos más viejos con cuerpos cada vez más oxidados, pero por dentro vendo algo diferente. Presentando algo importante como una guitarra española que está bien afinada, recuerdo una canción melodiosa, una mano de una bonita canción. Todas las que recuerdo tienen el qué, pero bueno así son las cosas y así lo tenemos que contar.

La llama es alta, como la espada de aquel que empuña una bien afilada. Giro la vista y veo reflejada en la ventana, la Luna turbia por las nubes altas de la noche. Estas están cerradas, pero las persianas bien arriba, dejando traslucir a la calle lo que realmente sucede dentro. Solo escucho y la curiosidad me puede y me levanto, me acerco al cristal, cogiendo al mismo tiempo la correa de la persiana con las dos manos, solo veo ahora a una persona con las suyas en los bolsillos, que me grita, que me dice….
     
                           -       Quién tiene miedo a la oscuridad, quién teme algo desconocido, tú eres tú, el que me da,  el que te vas a lo desconocido. Todo ya está oscuro, porque el diablo es como una mano amiga, una mano que nos pone nombre, nos ayuda. No se aplica a toda la sociedad, que a saber el porqué, lo que está entrando en nuestras cabezas, ¿cómo es posible que creáis que es mala persona, simplemente no se juega con él? Una jugada esperando para saber que nosotros somos lo que somos, nosotros somos y tú solo eres uno más, nada más.

Tú, que me lees. Intenta escribir una nota, una nota a quién te escribe. Yo no sé, yo siempre escucho música, me dejo llevar, dejo de darle a la lengua y estoy en camino, hasta donde me encamine. Siempre siendo escuderos de algún que otro caballero, quizás ahora soy una luz blanca todas las mañanas. Para luchar, para luchar y hacer, conocer también la verdad y nada más que la verdad.
      
                 -   ¡Qué me haga llorar sangre!, no me hagas decir, no me hagas pensar. Me faltan años todavía, no me seas pesado, que tú y yo nos encontremos como si no fuese un ayer. Yo me siento volar, lo siento una y otra vez escudero. Tú y yo, necesitamos saber, queremos saber, como si hoy fuera ayer y hoy otra vez. Qué más da, qué más da que sea ahora, ¿el jinete solitario? Voy ganando entre las dunas de un desierto, qué más da, lo realmente importante es que no sé quién soy.
Tengo a ambos, que me pierdo de perro para encontrar el mismo, pasa el tiempo, pasa el tiempo y el bosque sigue y yo también sigo en el que es “el bosque”.
     
                                   -          ¡Qué me dices Jaris!, sí, sé tu nombre, yo pensaba que simplemente haber sido un trovador, un escribiente más,  que a golpe de guitarra iba y venía a divertir todo aquel rey, que siempre estuviese dispuesto a escucharme. ¿Cómo es posible que yo ya estoy otra vez al lado tuyo?, en esas grandes, grandes batallas en el que ganaba era él que no perdía. ¿Cómo es posible que todo aquello por lo que luchamos no tenga valor alguno?,  y una vez que me acuerde, me vienen sueños que una vez, yo intentando salvar los libros. Para mí los libros son los libros, estos son como grandes tesoros que esconden las verdaderas palabras del saber. ¿Cómo puede ser que hagan una batalla y te vayas hacia el norte y me dejes solo, cómo es posible eso tú?, lo pregunto porque no quiero que hagas ninguna cruzada más ni que seamos testigos de la muerte de nadie.

Se acaba la canción y la aguja solo hace que rebotar en el final del disco, como si no quisiese volver al principio.
      
                      -     Dime Jaris, si me equivoco yo quiero, no te veo pero te siento. ¿Cómo es posible que yo note tu presencia, si no te puedo mirar a los ojos, cómo es posible que seamos como dos hombres, dos hombres que tenemos simplemente una estación donde pararnos y conocernos mejor?,  hay que dejar ir descansando en nuestras batallas aquellas espadas afiladas con el ánimo del odio y de todo aquello que hacer con ella.

Le doy la vuelta y me encuentro con un tema que ya no recordaba y que me hacía vibrar cuando tenía más cabello y menos barriga.
    
                                     --           ¡Oh, gran hermano!, te lo escribo en extensiones, cuántos años priman y todo eso que se quede ser esto que no sé aquello que más da todo es un aprendizaje y un destino porque todos nacemos con ciertas habilidades y un destino marcado y una lucha en la que tenemos que luchar que no tengo guardada como una caja o en aquella cajita de color azul que yo alguna vez explicado o tú mejor dicho déjalo tú así que yo me lo llevaré me entra dentro del cuerpo te he dicho escribe bien tú te acuerdas de aquellas grandes batallas.

¿Quién busca el Santo Grial, quién habla en nombre de aquel que buscaba solo la paz?, todo es posible y todo puede ser real. Solo en aquellas cruzadas, la sangre de hermanos y hermanos se mezclaban, todo por seguir diferente devenir. Desde las estepas, hasta el Sur de América, se hablan diferentes lenguas. Todo es así, todo es diferente, pero nada es repelente. A quién debemos de creer, a quién debemos de seguir si no a nuestra propia intuición y conciencia. Esta nos hará de guía y de verdugo. Sigo caminando, sigo todavía por un bosque que no sé ni dónde es, solo espero salir al desierto para beber de la luz que emana desde lo más alto. Todo es todo, la Tierra y las estrellas, las estrellas y el Universo entero, está debajo de nuestros pies. Sigo caminando y siento las piedras, esas sí, de las que tanto hablan y hablan. Aunque yo me pregunte para qué se viene a este mundo, todos estaremos de acuerdo, que después se sigue el camino.
     
                               -     Bebe del Sol, ese mismo que te calienta en invierno o en verano. Cierra los ojos y no le mires directamente o te quedarás ciego. Nadie puede negarle, que sin él no existiría nada en este mundo. Eso es verdad, eso es cierto. No tendrías padres, no tendrías hermanos, ni amigos ni primos. Ni siquiera a alguien a quién amar, porque el amor puede ser igual de salvaje que primitivo. Lo llevamos en nuestra esencia, en lo más dentro de nuestra alma.

Ahora despierto y consciente, miro a través de la ventana de mi casa y no te veo ya abajo. Pero es curioso, la farola que estaba apagada, ahora ilumina intensamente la calle. Cojo las llaves y cerrando la puerta me voy, me acerco a ella y respiro hondo, intentando saber quién eres. Las nubes se cierran más, la Luna ya no se ve y empieza a correr un aire sospechoso. Así que aligero el paso y vuelvo a dentro. Las velas están casi consumidas y es qué realmente tienen vida, y se consumen como nuestro cuerpo. La llama puede ser cualquier alma perdida, que aprovecha la cera de esta, para sentirse otra vez con vida. Poco a poco, voy apagando una a una, siempre con un respeto y el más silencio absoluto. Ya sé para otra vez, para otra vez que me quiera sentir acompañado ya sé cómo hacerlo. Encender velas y esperar que estas sean habitadas por almas de buen corazón.

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