domingo, 25 de marzo de 2018


                                  Editado.           Puzles y embrujos.

¿Quién sabe explicar una película, quién?

Saber leer un libro es…

Eso la mayoría saben hacerlo o algunos al menos lo intentan. Solo aquellos que no son de ellos, son capaces de vivir. De vivir, revivir y ver una película en sí, como si en la suya propia en carne, todo fuese al revés, pero todos tienen el derecho. ¿Quién habla y no merece el mismo respeto, quién sabe quién es aquel que perturba la paz en aquellos confines de la Tierra?  Aquellos donde impera la ley del más fuerte y todo se quebranta o bien con el puño o bien con la espada. ¡De quienes son!, sino de ninguno, mañana será otro día. Apagándose el fuego, se disuelve el consejo de sabios, ancianos, que por su experiencia en la vida, merecen todo su máximo respeto.

Dicen y auguran, desde lo alto de una montaña,  que mañana será el gran día y llega mañana y no pasa nada, pasa otro día y tampoco. Piensa, que cuando será el que uno se estire y se viva eternamente, piensa que es el amor, que la guerra la hace quién verdaderamente cree en la paz y el deseo por el que se lucha es después inmerso dentro de un sistema, para ser una ciudad libre de pecado.

¿Quién sabe porque lloro?, quién sabe porque lloró, quién sabe porque, sonrió...  Pero lo hizo, fue capaz de hacerlo. ¿Quién  es el que está libre de pecado, quién dice que aquello que no es de verdad es el amor, no es neutro y no se deja mezclar?,  yo conocí a un gran hombre, yo conocí a aquel que sí se decía que era Rey. Porque no había quien manejara la espada mejor, que era el bien en la Tierra, no había alma o Ser que fuera tan temido como él. Quince días, dos semanas, y que sería de aquel que perturbara la paz. El aquello que llamo yo, no tenía piedad. Nicolás, padre y maestro con la masa o con el acero. Era con la espada capaz de romper todo el silencio por un que luchar.

Año 2013 antes de Cristo, el fuego solamente es lo que es, pero lo que verdaderamente, lo que hace merecer a una persona es un Ser, es todo lo que no es, pero que sea muy valeroso e inteligente. Lo que es seguro, es que no hable como la espada que pone, porque es noble y sabe estriar entre la gente, qué más da, sí, debe ser fuerte de coraje y valor. Mucho valor,  para poder llevar a cabo todas sus conquistas, otras a hacer a lo contrario. Son de otra forma las conquistas de las mujeres, bellas doncellas corriendo a sus brazos para saber lo que es estar con una leyenda. Para saber encontrarse con alguien que no perturba la paz, pero si os hace falta es capaz de entrar en todas, vástagos que se hagan llamar como él, aplasta con su voz y crecerán y lucharan, porque llevan toda su genética y llevan todo su valor dentro de su dentro de su corazón.

Solo una mujer, la tía de Rosa, bruja entre las brujas, hace un chasquido con los dedos y Joan, un viejo amigo de la infancia del que se cree que se hace viejo dentro de una nave estelar…

Ve pasar el tiempo, y como un proyecto anónimo y secreto se tratase. Piensa qué lo que está haciendo es solamente pasar a un lugar dónde el tiempo son unos instantes. Tener horas libres y como en un reloj de arena y en un agujero negro se ve metido. Como rayos que atraviesan la ladera, son las luces del tiempo. A velocidad del sonido viaja en el tiempo, ¿quién de ellos?, a saber. Solo se sabe que existe la energía, solo se sabe que el presente es un instante. Qué más da que echemos a rodar o intentemos cambiar, el pasado siempre nos perseguirá. No será más rápido que la vida en sí, ya que seguimos caminando, ¿pero, qué será lo que viene después?, solo es una pregunta.

Al cabo del tiempo parece que aparece en otro ser, en otro estado. Quizás no se mira las manos, quizás evita mirarse los pies, pero es él mismo. Mira por el cristal de la ventanilla de la nave, observa con los ojos como platos, sí, el planeta es la Tierra.

Como el que tira un lápiz al espacio exterior, siente la felicidad dentro de sí. Sonríe, y ríe a carcajadas. La cúpula del aparato se descuelga y entrando en contacto con la atmosfera, se calienta, arde por los laterales. Joan, se siente tranquilo, sujeto con un cinturón a la silla, espera la colisión, espera el impacto. Este es inminente y ¡zas!, golpea contra la arena de la orilla del mar. Pasan los segundos, quizás un par de minutos, hasta que reacciona. Brinca de alegría, se quita el cinturón y salta contento. Mira por la ventanilla y ve las olas del mar, dónde estará, habrá gente, estará en el 2013 después de Cristo. O quién sabe.

Pero todo es relativo, ¿en qué año está del pasado o del presente? Sabe su nuevo ego negro, lo sabe, se ha ido al pasado, al presente o al futuro. ¿Quién sabe, que retorne al pasado o al futuro?,  pasan los días, cómo se fuese del presente…  así no pasará más de una hora mientras las acerca.
La tía de rosa, sobrevive en unas cabañas hechas con troncos y barro, ¿dónde está el accidente, en el pasado, en el futuro, dónde estoy aquí sentada esperándote?,  esperándote y tú lo sabes de verdad. La tía de Rosa, es moderna aunque no lo parezca y no se asusta al ver al piloto acercarse. Este se ha quitado el casco para no atemorizar a la mujer. Le dice un “hola”, ella se levanta de la hamaca y se acerca, uniéndose en un centro imaginario. Más lejos o más cerca de la cabaña o de la cúpula. Lo invita a entrar y a tomarse un caldo, él accede, hace años o al menos un tiempo, que no come comida natural.

Están de charla y pasado el rato, ya más sosegado y situado, se dirige a pasear a la orilla. Tranquilo, escucha el sonido de las olas y respira el aire, el salitre de las aguas. No hay nada, no sabe con certeza en qué año se encuentra, solo cuando solo ve un avión japonés, un Zero salir entre las nubes, un Zero de la Segunda guerra mundial, se sitúa. No hay Sol, no hay Luna, solo la claridad del día. Un estruendo como un trueno resuena, dos veces, dos solo, y se abren las nubes.  Joan está en la arena húmeda del mar y el japonés en el cielo, los dos se miran. Rosas caen, bombardea, lluvia de flores con un Sol radiante ahora. Joan sonríe, sonríe y lo saluda. El japonés hace un par de cabriolas y aterriza cerca de la nave del catalán.

“Qué más se puede pedir, que más se puede rogar, si no que caigan rosas en el mar. Todo es relativo, todo puede ser un espejismo de su corazón”

No hay mayor paz, que aquella que atraviesa en el tiempo, buscando lazos entre todo aquello que nos desune. Todo es amor, todo es rebeldía, todo es de colores,  a saber. La guerra, el conocimiento y la supervivencia, siempre desune. No hay mayor felicidad, que aquella que se ignora.

Desde Júpiter a Saturno, pasando por Venus y la constelación de Orión, quedan todos consternados y perplejos. Asombrados, que agujero negro tienen que haber pasado, o que largo túnel en el tiempo han atravesado. Solo falta el chasquido de los dedos, el chasquido que hace la tía de Rosa. Aparece entonces, desde las arenosas y blancas dunas, montando en su caballo, aquel que empuña la espada. Todo es relativo, el que es Rey, se mira a los dos y no sabe realmente que hace aquí, si todo es producto de alguna bebida o droga. Se frota los ojos y vuelve a mirar, y mira a la tía. Ella, sin aguantar la risa, hace un giro sobre sí misma y tapándose con un manto se esfuma en el aire. Solo quedan los dos pilotos, el del Zero y el de la cúpula.

El Rey se baja del caballo y sin perder de vista la espada se acerca, el japonés palpa la pistola y el único indefenso es Joan, que no lleva arma alguna.

Ya no lloran sobrantes de valentía, se abrazan, saben hacer una amistad el japonés y Joan, solamente la espada de acero puede cortar este vínculo de amistad que les une. El japonés, Joan y el Rey, se abrazan formando un círculo, un círculo llamado “amistad”. No hay nada más, ni rencores ni envidias, solo el aprecio y el afecto mutuo. Siguen cayendo rosas del cielo, siguen cayendo de una nube que lagrimea, que solloza de ver la unión de los tres estados, el pasado, el presente y el futuro. Digo bien, porque este escrito podría haber sido plasmado en los años 40, en plena II Guerra Mundial.

Los tres, solo los tres se miran, hasta que ven a lo lejos, hasta que ven acercarse a una mujer bella. No puede ser, ¡es Rosa! Morena con los ojos negros, parece un gato fantasma venido de la Oscuridad. Se acerca y dándoles un piquito, les guiña un ojo. Ella se dirige hacia la cabaña, sola, hasta que poco antes de entrar, mira para atrás y guiñándole esta vez solo al japonés, le invita a su vera. Este no se lo piensa dos veces y pegando brincos mentales, accede. Pasa el rato, los otros dos se quedan pasmados mirándose uno al otro. Hasta que se acercan y viendo la escena se frotan las manos. Ella, entrando en lujuria les hace pasar y estando con los tres, les enseña o les hace recordar las artes del buen amor. Están tan inmersos, que pierden el estado del espacio-tiempo, solo viven en un eterno instante, en un presente que no borrarán de sus mentes. Ella se alegra y embaucados quedan e hipnotizados están ante tal belleza. A la alegre muchacha, no le sobran manos ni le faltan piernas, los tres gozan de sus besos y de sus caricias. Todo queda amenizado por la música de las olas, que rompen en la orilla del mar. El aire entra por la ventana sin cristal que hay en la cabaña. La Luna, testigo del encuentro múltiple, se encuentra sorprendida por los deseos de los tres hombres. Demuestran valía y saber hacer, ella goza, goza y gimiendo se sumerge en los más oscuros deseos. Pasa el rato, pasan las horas, ya descansada, se levanta y se acerca al umbral de la puerta, lanzándoles un beso sale de la cabaña. 

Quedan los tres, al rato despiertan y salen, salen y está amaneciendo. No hay nadie, ni el avión, ni la cúpula. Ni siquiera el caballo del que se dice Rey, se sienten engañados. Pero nada más lejos de la realidad, solo esperan que se haga más de día. No saben, hasta que ven acercarse a la tía. Se acerca y les enseña una pequeña caja, la abre y quedan cegados por su brillo, quedándose por los tiempos de los tiempos danzando entre las sombras. Por aquellas que no son dueñas ni de sí mismas y perdidas en el tiempo.

La tía de Rosa, sigue con sus melodías, no hay nada más rápido que el sonido. Ni siquiera la luz o la imagen que entra en nuestras retinas. Como el que tira pelotas a la pared y las recoge, espera sentada en algún lugar del planeta. Sigue y observa a los tres héroes, mira a través del caldero el ir y devenir de los tres sujetos. ¿Qué será, será?

No pueden usar ni espada ni pistola, solo la fuerza y la tenacidad les hará obrar o resolver su situación. Ahora sí que no se ven ni las manos ni las piernas, solo son como un haz de luz, unas pelotas contra la pared de colores. Con ellas la tía de Rosa, golpea en el muro una y otra vez. Hasta que una de las veces, comete un error y lo que era el muro, ahora es una débil cortina transparente. Esta se abre y pasan, traspasan la línea. Ella, se pone nerviosa e intentando ver lo que pasa, tira el caldero. Lo tira al suelo, volviendo atrás en el tiempo.

Qué película no tiene un final feliz, Joan, el japonés y el Rey esperan ya desde el otro lado, a ser liberados de las sombras. Estas, como carnaza y novedad, engullen, se alimentan de la luz propia de ellos. Están cansados, está exhaustos, necesitan ser salvados de tal agonía. De mientras, la tía de Rosa, sigue y sigue dando vueltas con la cuchara a un caldero ahora vacío. Cada movimiento, cada rueda que hace dibujar en el fondo seco de ello, hace cambiar el destino de los tres. Todo depende, todo es un quizás, no hay nada previsto, no hay nada predeterminado.

Están otra vez en algún año no tan lejano, los tres se unen, los tres hacen hermandad.

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