domingo, 23 de octubre de 2016

                                             Nubes de ceniza.

Él, anciano y cansado, estaba sentado en un parque, una de los tantos que existen en la ciudad. Tantos como personas de su edad hay o tantos como bancos para sentarse.

Ve como juega su nieto, niño de sus alegrías y niño de sus angustias. Se fija en sus propias manos, arrugas y manchas en la piel que ya no las puede ocultar. Por no hablar de sus huesos quebradizos, que necesitan un poco del calor otoñal.  Está absorto y el tiempo, que no es otra cosa que su propia vida, le da una oportunidad para reflexionar y no la quiere desaprovechar. Él ha sabido querer y al mismo tiempo sentir el amor de los suyos, recuerda y recuerda como ha aprovechado la vida. La suya y hacer que los demás disfrutaran de la propia e invadirles hasta el interior de sus propias almas, llegando a abrazarles incluso en la distancia.  Observar y entender que cada segundo que pasa, es uno menos que le queda en este mundo. Recuerda y recuerda como si fuera una cinta de vídeo, su propia vida. Su conciencia le quiere decir que ha hecho bien y ha hecho lo que tenía que hacer. Desde que dio sus primeros pasos hasta que ha enseñado lo mismo a su propio hijo y este a su nieto.

Mientras el niño corre, salta y juega, hace balance de su vida. Una vida de altos y bajos, pero hombre de una sola mujer. Mujer que ya no está con él y que no hay día que no la recuerde. Él sabe que le esperan, mientras tanto piensa en su hijo y en su nuera. Sin olvidar lo más importante, su nieto. Éste ahora salta y brinca por el parque. Éste que lleva parte de su sangre y que es el resultado del amor y el sentimiento de una pareja que se quiere. Necesita  el apego y el respeto de sus padres y de su abuelo. Piensa y repiensa, en la educación y el saber estar que le enseñó a su hijo Marc. Una educación basada en el trabajo diario y amor a la familia. Porque a veces, cuando cae una tormenta o llueve mucho, sólo los cimientos de la pareja pueden aguantar el aguacero. Sólo el calor del corazón, cuando late rápido, es capaz de hacer sudar al alma más fría.

Se hace un cigarrillo todo mirando el sol, sí a ese que le cuesta calentar los días de otoño. Sus manos no son frías, pero no como sus pies. Unos pies cansados de caminar y caminar por todo tipo de caminos y senderos. Como olvidar cuando se le cruzó el trabajo fijo o la mujer que tanto ama y recuerda como era de joven. Como la pasión se coló por la ventana y eran dos almas en una. Ahora lo tiene todo hecho y ha sido capaz de seguir las enseñanzas de su padre. Cómo le inculcó, el aplomo y el camino a recorrer. El no dejarse llevar por personas o caminos nada buenos. Se sentía completo y orgulloso de sí mismo y ahora cuando suenan las campanas de bronce, sabe que cada uno de cada sonido es por cada uno de sus seres queridos. Ya puede ser por su padre, su madre o su esposa. Que él no es el último y que a pesar de que se ve centenario, cree que su camino no se detiene.

Se parará, esto es verdad. Pero lo seguirán haciendo aquellos que son jóvenes o niños. Porque ha sabido traspasar las palabras de la familia y estos no tendrán parada ni descanso. Estas solamente se detienen cuando el corazón deja de querer.

Con una voz llama al niño, él se levanta y los dos hacen camino para el hogar. Sabe que es la hora y que le esperan en su casa. Vuelve dando un paseo, el pequeño le bombardea a preguntas. No tendrá más de nueve años y no para de hablar y preguntar. Él, no acostumbrado a tanto responder, le ruega que lo haga de forma más pausada. Que no sea tan ametralladora y que camine más poco a poco, que sus piernas no son las de antes y tiene miedo de caer. Para el pequeño, su abuelo es un ejemplo a seguir y él lo sabe y no lo quiere decepcionar. Le explica cosas, le habla de su abuela. Como la ha querido y que todavía está en su corazón. Cómo fue su padre de niño y que como sigue en sus pasos. No le quiere decir nada más, quiere que viva su propia infancia. Que sea feliz, que ya habrá tiempo de explicarle que es el llegar a es convertirse en un padre o abuelo. Lo que es pasar mañanas trabajando y noches despierto, por según qué razones.

Llegan a casa y puesta la mesa se sientan esperando la comida. Pasa la mano por ésta  y dando un suspiro, le sale una sonrisa. Ya puede marchar, ya se puede detener tranquilo. Los suyos ya conocen bien el camino y no tiene que tener miedo por las tormentas que caerán, el cemento está bien armado.
Su nieto no le deja, se siente tan orgulloso al lado de él.  ¿Qué pasará el día que se marche de verdad? ¿Qué será del pequeño? Grandes preguntas, que merecen pequeñas respuestas. Se siente abrigado al lado de su familia, comen y ríen y antes de irse a dormir, le pide que le cuente un cuento. El abuelo asiente con la cabeza y se dispone a contarle uno, con un final a saber…

El Sol se levanta por la mañana, sale la Luna por la noche. Ella fría y resbaladiza, zigzaguea en la tierra.  Buscar y buscar, con su propia lengua a quien darle un mordisco de muerte. Buscar y buscar, un pequeño animal, un alimento que llevarse a su cuerpo largo y colorido al mismo tiempo.

–          ¿Quién  puede decir que las serpientes no son hermosas?

¿Quién habla? Si no soy yo, el narrador. Quién puede querer tomar las riendas de esta historia y dejarme fuera. Lo pagará muy caro, se arrepentirá por siempre más.

–          ¡Yo no, narra!

La serpiente continua su camino boscoso, el reptil continúa su búsqueda y encuentra y se para. No quiere dar ninguna pista o poner en alerta a su víctima. Su lengua bífida es como un radar y sabe el lugar exacto donde está él, un conejito. Que inocentemente, se encuentra entre los matorrales a la vera de un río. Suena de fondo una música que enamora, suena y hace que la serpiente se anime y el conejo vaya quedando hipnotizado por la melodía. Se abren las nubes y dejan pasar la luz del astro rey. Todos quieren ser testigos del momento, la música hace bailar a la   serpiente. Pero no quiere darle ni una sola oportunidad, sólo se detiene en el camino y bailando, bailando mira y ve a su presa.
No escucha como se mueve la cazadora y en unos instantes será presa de esta. Se erige a menos de un metro del pequeño animal, éste con sus orejas que parecen dos parabólicas, captan el ruido y en dos segundos de reloj. Mientras una va a hacer su mordedura, él rápidamente toma impulso y se escapa, se escapa y se aleja, dejando a la serpiente con la boca en la tierra.

Ya no puede hacer nada, ella sabe que él es rápido y tendrá que esperar, esperar y que la paciencia le dé el tiempo para conseguir algo que llevarse dentro.

– ¿Cómo es posible que se me haya escapado?

Ya habla otra vez, me parece que ella tiene ganas de tomar más protagonismo en el relato. Total, si es así la dejo escribir.

Feliz es el conejo, que salta y salta de alegría. Pone voz en el bosque y gritando, gritando, dice...

–          Me he escapado de toda una serpiente. No ha podido con mi agilidad y he corrido mucho.

Esta voz y estas palabras llegan a la cabeza del reptil. Las vibraciones le hacen enfadar y esta historia ya la hace personal. Cogerá al conejo, lo jura y hace la promesa de no descansar ni retroceder, en su búsqueda. Ni por el día, ni por la noche, saca su lengua y rápidamente mueve su cuerpo y sigue el rastro dejado alegremente por él.

Llueve pero no nieva y las corrientes de agua van para abajo completas y se queda retenida, mientras su corazón late rápidamente y sin perder compás toma velocidad. No es tranquila, está enojada, sabe que si intenta pasar, verá su cuerpo por el río abajo. Mientras tanto, el conejo ríe y ríe, al otro lado, no se da cuenta de su proximidad y  continúa explicando su hazaña. No conocen el rencor que puede guardar ella misma, una serpiente y no una serpiente simple del bosque, sino uno de las más venenosas que hay. ¿Cuál? A saber. Si quiere, como quiere protagonismo que hable ella.

–          ¡Lo cogeré y le haré arrepentirse de sus palabras!

El corazón late más lentamente y su lengua lleva ahora otro ritmo. Se queda con que hay algunas ramas y puede reptar y subir. Le cuesta, la lluvia hace que resbale y caiga al río. Se ve muerta y sin su venganza cumplida, cuando es arrastrada y se enrolla a una piedra que sobresale. Es cerca de la orilla y cogiendo impulso lo consigue, está a su lado. El conejo no sabe de qué va y un servidor no puede hacer ni decir más que narrar la historia. Los animalillos intuyen  o sienten al reptil, pero como no calla no le pueden avisar. Está tan emocionado, que sólo cuando está cara a cara calla y no le sale palabra. ¿Qué hacer ahora? No puede escapar y ella se erige y sacando su lengua le habla...

–          ¡Cómo puede ser tan vanidoso! Ahora te tengo entre las cuerdas y rodeado de los tuyos. ¡Vamos, si eres tan valiente!

El pequeño conejo, mirar a su alrededor y ver todos de animales, grandes o pequeños. La Luna no es como el Sol y se esconde detrás de las nubes…

El abuelo para ahí la historia, el niño duerme ajeno a la serpiente y sin saber que pasa al final con el conejo del bosque. Se levanta y cerrando la puerta de la habitación, se dirige a hablar un rato con la pareja. Todos sentados en frente de la ventana, el anciano hace una mirada de sospecha al fuego. Éste es encendido y no les importa que pase el tiempo. Como el que escucha voces, escucha una que viene desde la mismísima madera ardiendo.

–          Daros un abrazo y juntar vuestras almas. Sois una sola luz, una de esas que abre las puertas del cielo. ¿Cuánto tiempo tenéis que esperar, para el trance de estar en los dos mundos? ¿Cuánto tiempo os llevará atravesar lo desconocido?

–          Siempre hay algo que no se conoce y hace que os renueva dentro,  vuestra capacidad para defender todo lo que es vuestro. Tomarle de las manos y si es cierto todo esto, tenéis que traer la renovación para volver a vivir.

¿Dónde está la verdad absoluta?,  esa que buscas desde que eres pequeño. Acercar la luz de la chimenea como si fuese agua y llevarla hasta el corazón de un amigo. Ésta es la verdad, si usted tiene miedo o no tiene resentimientos, se quemará dejando la misma marca del infierno. No hay nada más malo o peor que ser una persona rencorosa, porque todo ello lo llevará a comenzar siempre desde abajo.

¿Qué le pasa? Siente mucho calor y no es por la chimenea, ésta todavía es viva. Y a la vez, azul y fría. ¿Qué será? No tiene miedo, está con los suyos y éstos no lo dejan ni lo olvidarán nunca. No será sólo un cuadro en la pared. Será algo más, por esta razón deja sus textos y sus historias. La voz procede de estos y…  estará vivo mientras se leen. La voz le tiembla, pero no de miedo, si no que siente qué sale fuera de su cuerpo con un destino... Nunca se sabe.

Tiene electricidad en el alma, eres pura energía. ¿A dónde estás?  ¿Ya ha atravesado el portal?  Nunca se sabe. Él solamente sabe qué hace un momento era en su cuerpo, junto a la ventana mirando a la gente de a pie. Hacía frío y ahora tiene calor, ¿cómo puede ser eso? Cómo puede ser un alma inmortal. Entonces lo que dijeron que no era un sueño, es verdad. Pero sólo esto, la luz y la oscuridad. Una luz que no te deja ver y una oscuridad que te deja congelado.

Da vueltas por sí mismo, como si fuera el núcleo de un átomo. Da vueltas por lo más inmenso que nunca ha visto u oído. Paseo, pero no camino. Pero no veo con mis ojos. Todo lo que ha dejado en su cuerpo es como soltar la maleta y ahora se siente libre. Ve, ve más como él. Son como bolas de luz, encendidas con la vibración de sus corazones y sus sentimientos. Escucha de fondo una voz, una voz que le atrae a lo lejos. Nada importa, nada le hace recordar, que sólo va hacia la voz que suena. Dice a mí, ven a mí ven y conoce la verdad absoluta. Llora pero no le salen las lágrimas, llora y a la vez le da por reír. Es feliz, por una vez es inmensamente feliz. Siente como le abrazan los suyos y siente como un golpe en el corazón. Se para, pero ya no sabe dónde está. 

Como  forjado a piedra y fuego renace otra vez. Pero esta vez es la segunda bienvenida al mundo y este se presenta de una manera diferente. Se presenta, como si fuese incluso hubiera aprobado un curso. Aula nueva, gente nueva, incluso otro nombre. ¿Qué es todo esto? Ya sabe que es pura energía y su cuerpo es vulnerable, solo él puede defender con  inteligencia y  sabiduría que tiene ser en el mundo otra vez.

Llorar y llorar hasta que su nueva madre le da el pecho y calla, calla tomando de la fuente de la vida, bucea en uno de sus sueños. Ya no son tan maduros y adultos, son más infantiles y todo le lleva y le convence, en que está en un nuevo ciclo de vida. El que no puede ser roto, porque es infinito. Solo una nube de ceniza flota en el cielo, será su antiguo yo, será su anterior estado o cuerpo. Solo el que es poseedor de la verdad absoluta lo sabe.


                                                              Por: Francisco Sánchez                   

1 comentario:

  1. Un relato conmovedor me ha gustado es como la vida misma, y los mayores ocupamos los bancos de la ciudad, y en ellos reflexionamos mientras la vida transcurre a nuestro alrededor,Gracias.

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