Todavía te sigo queriendo.
Quien necesita afecto, quien necesita un abrazo. Puedes ser
tú? Puede ser que yo lo necesite, pero me hago el fuerte. No lloraré por nada,
no lloraré por nadie. Porque nadie se lo merece, nadie es de tan buen corazón y
de tanto agradecer, que merezca tal trato. Solo me compadezco yo solo, solo y
siempre solo. Por el egoísmo humano, muchos nos vemos solos, pero no hundidos.
Qué más da, para donde gire la rueda, la rueda de la fortuna, que nos sentimos
agraciados incluso en la más absoluta soledad
Hace meses que te fuiste de mi lado, hace tiempo que
partiste en otra dirección. Norte o Sur, Este u Oeste, que más da. Me has dejado solo, solo y mayor. Soy quizás
un anciano sin suerte, porque no pude arrancarte de tus labios un último beso.
Me siento solo y pongo la música, esa música que bailábamos juntos los dos.¿ Te
acuerdas de que parecíamos dos locos, bailando en medio del comedor? ¿Te
acuerdas de nuestro amor, te acuerdas de nuestra promesa? Esa promesa juramos entre nosotros, con el Sol
y la Luna, como testigos. Yo sí y te echo a faltar. Miro la silla, está vacía. Miro la cama y es muy grande para una persona
sola y anciana, mi cuerpo necesita de tus caricias, no estoy acostumbrado a
dormir solo. Me gustaba seguir el ritmo del amor, bailar y reír. Salir de trabajar e ir con el paso rápido,
para aprovechar cada segundo, cada latido de mi corazón. Solo a tu lado y
desearte cada noche, taparnos con las mantas y que estas, abrigaran nuestra
unión. Del amor que antes era deseo y
con el tiempo se transformó en cariño y respeto. ¿Qué puedo hacer ahora? Solo me siento en el balcón de
nuestro piso y a veces, pienso en no mirar tanto al Sol. No hay nada que me dé
calor, no hay nada ni nadie que me devuelva tus besos y abrazos. Así no son las
reglas del juego, del juego de la vida. El primero en marchar, tenía que haber
sido yo. Haberte entonces esperado y con ello, el deseo de formar una sola
alma, una sola luz que nos guiara. No digo ni quiero pensar en la edad, pero
acuérdate que nos conocimos siendo aún muy jóvenes. Sola tú, sola tú has sido
mi gran amor. Te he sido fiel y ahora que ya no estás, te seguiré queriendo.
Quizás más todavía, no quitaré las fotos y con la música en mis oídos, las
miraré con alegría. No sé, creo que lloraré. Pero no por tu pérdida sino por la
suerte de tenerte. De tenerte y saber, que pasados unos años me reencontraré
contigo y te volveré a ver. Cuando esto ocurra ya nada ni nadie, podrá separar
lo que nos enlazó una vez, como una pareja de jóvenes enamorados. Cuando nos
cogíamos de la mano por debajo de la mesa, cuando nos besábamos en el umbral de
tu puerta y tu padre, salía enojado.
Me siento encarcelado, los barrotes son invisibles, pero son
presentes y no me dejan ver dónde estás, desde dónde me observas. Si fuese un
pájaro en cautividad, moriría muy rápido. Yo no sé cantar como ellos, pero
tengo unas alas. Unas alas que me permiten volar y soñar contigo. Pongo una
vela y la llama arde, arde y se aviva. Eso me da de qué pensar. Si realmente te has ido o estás ahora
mismo aquí, a mi lado en el sofá. Huelo a tu perfume ¿Estaré loco? Si es así,
correré desnudo por el monte. Correré e intentaré alcanzar la Luna, una Luna
que es de propiedad. Propiedad de aquellos que aúllan por la noche, pero que me
permiten sentarme como uno más de la manada. Respeto y afecto es lo que tengo
con ellos. Amor y desconsuelo contigo. ¡Amor! Por no poder abrazarte y desconsuelo, por no poder besarte. Ahora y solo ahora, entiendo a aquellos ancianos que se
sientan en el banco. Tristes, ven el pasar de la gente. Con el Sol
deslumbrándoles en los ojos, son capaces de vislumbrar entre los pasillos de
las sombras. A los hombres y mujeres que pasean juntos, con la ilusión de
formar familia, familia que después, cada uno de los miembros, seguirán su
propio camino y su propio destino. Que será de aquel que no lo haga…..en definitiva,
al final nos vemos solos. Ya sea la pareja o uno mismo, acabamos siendo tan
mayores que no encajamos en la selva del asfalto. Se nos relega a un puesto, a
un lugar, el cual no estamos acostumbrados. Debido a tanta lucha y tanto
esfuerzo, creemos que merecemos mayor recompensa, que la soledad y el estar
sentados. Que será de mí, llega un momento que pensamos hasta en nuestro
funeral. Quien vendrá a despedirse, quien vendrá a mostrar un poco de respeto
hacia mi persona. No lo pensamos o no queremos comentarlo, pero es así. De
quien dependerá mi entierro, de un hijo, de un hermano. Quien nos dedicará un
poco de tiempo, para que nuestra marcha sea honrosa.
Hace meses que me fui de tu lado, hace tiempo que no olvido
lo de estar los dos viejitos sentados. La Luz me ciega y no me deja mirar hacia
delante, me escriben, me hablan, me guían. Pero no hay final, solo me miro las
manos y no me las veo tan arrugadas. Es al revés, cada vez me las veo más
jóvenes. Aquí no existe ni el espacio ni el tiempo, me siento completamente
sola. Solo Luz, luz cegadora que no deja ver a más de lo que es mi alma. Ya no
tengo cuerpo, fui testigo que cumpliste con mi último deseo. Eso te lo
agradezco y solo me queda en mi memoria tu nombre, porque te amo. No apagues
nunca la vela y seguiré a tu lado, será como un faro en mitad de una tormenta.
Siempre sabré donde estás. Todavía te sigo queriendo y yo sé, que tú sigues
sintiendo lo mismo hacia mí. Como es posible, todavía queda algo más que el recuerdo
dentro de ti. Queda parte de mi esencia, queda parte de mi Ser dentro de tu
alma y sé, estoy convencida que nos volveremos a ver. Sigue con la misma
canción, esa que lleva nuestro nombre escrito en el suelo del comedor. No
quiero que bailes solo, siéntate y cierra los ojos, yo entraré dentro de ti y
te amaré, te envolveré como cuando éramos jóvenes y no buscábamos otra cosa que
no fuera el deseo carnal y el amor de juventud.
Uno puede ya dejar escrito y dejarlo todo pagado, que si nadie lo gestiona, que será de mí. No
sé que pasa, pero no se abraza a los difuntos ni el día de su muerte. Muerte y
vida, vida y muerte. Blanco y negro, todo tiene su lado contrario. Podré ver mi
propia despedida? Habrá algo después o simplemente seremos de paso y olvidados.
Quien pregunta por su abuelo a cierta edad, después de que él, haya estado a
nuestro lado desde nuestro nacimiento. Quien es capaz, de no agradecer los
minutos y las horas de paciencia y entretenimiento, que ha tenido con nosotros. Yo me acuerdo, aunque fuese bien pequeño, yo me acuerdo. De
mis paseos y el corretear por el parque, mientras él, se liaba un cigarrillo
con toda la paciencia del mundo. Porque para eso estaba jubilado y ya viendo su
vida terminar, que más gozo que ver a uno de su sangre, su vida empezar. Estuvo
a mi lado y su despedida fue rápida, pero clara. Cada charla, cada conversación
que acababa en una sonrisa cómplice. Lo echo de menos ¿Porqué? No dejan de
sollozarme los ojos y las lágrimas, caen sobre el papel.
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