Paseando por la Alhambra, me vienen recuerdos de un ayer no
muy lejano. En los que recorría sus rincones más preciados. Con la vista puesta
en Sierra Nevada, tomaba un sorbo de su agua. Agua de manantial, agua de
dioses. Quien no quiere vivir en Granada, quien no firmaría por una estancia
prolongada dentro de sus paredes. Sol en verano, nieve en invierno. Eso es tan
bonito paisaje, paisaje y don de gentes.
Yo me acuerdo de hace apenas unos segundos, rebuscando entre
mi memoria. Cuando fue la última vez que agarré un poco de tierra de los
huertos. Buenos días, buenas noches. Se dicen el Sol y la Luna, felices de dar
la vida a este lugar. Único en Andalucía, no tiene comparación alguna con
ningún otra ciudad u otra gente.
Yo puedo decir bien alto, haber pernoctado entre sus brazos.
Como un niño primero y como un hombre después. No he llorado, pero no sería el
primero. No por cobardía ni mucho menos, sino por el amor que siento a esta
tierra. No creo que en su día, en plena disputa. Llorase alguien si no fuese por
el temor a perderla.
Caen los primeros copos y esto nos anuncia la llegada del
invierno y entre los gruesos muros habrá que cobijarse. Nieva en Granada. Eso
no es noticia alguna, pero si lo es que lo haga con tanta alegría. El invierno
nos coge por sorpresa a más de uno y tenemos que hacer acopio de comida y leña.
Toco, toco mi guitarra. Esa guitarra española y como
romancero toco los recuerdos de la Alhambra. Me hace soñar y recordar, cuando
corría entre sus rincones y por el patio
de los leones. No hay temor alguno, no hay miedo a perderse. No salía de sus
paredes y mis padres, con una voz me llamaban. Atento al oído, yo volvía a su
vera. Era solo un niño. Ahora de hombre, ya no corro y camino con más sosiego y
sin alboroto. Camino despacio y observo y recuerdo con nostalgia, como era
posible que no me diera cuenta de que estaba creciendo. Solo, solo parecía que
se había parado el tiempo. Entre la nieve del invierno yo corría sin miedo al
frío. Ahora, ya solo tengo la nostalgia y cuando veo nevar, me trae con ello
sus recuerdos.
Como el tren circulaba entre las montañas a una velocidad
pasmosa, que en mi pensamiento creía que sería yo más rápido caminando. Pero
ahora me doy cuenta, que ante tal
belleza, hay que ir despacio. Como la mujer que deseas y sabes que puedes
alcanzar. Sobre todo si es de la dicha provincia granadina. Son bellas sus
damas y hace falta tiempo para observarlas y amarlas como es debido.
Paseo a solas por las calles de la ciudad, es de noche y
está todo cerrado. Pero da igual, se respira de igual manera ese aire que
viene, desde las casas del alrededor. No se me cae ninguna lágrima, porque no
tengo el temor a perderla. No es mía, es de todo aquel que en ella vive, es de
todo aquel que pernocte entre sus paredes. Que no le pierda el respeto y se ría
de sus desdichas, porque no se puede tener más dicha que vivir entre sus
montañas, esas montañas que son Sierra Nevada. Entorno codiciado por todo ser
viviente, envidiado es todo el que se cree contento de poder pisar sus piedras.
Piedras que se meten en el corazón de todo ser humano y contento el caballo que
llegue al pico de ella, pisando fuerte entre la nieve.
Ya no soy tan crío y miro con más tranquilidad y toco mi
guitarra, esperando que el caballo dé una coz, una coz o se levante a dos
patas. Si puede ser, que sea conmigo sentado encima y agarrando las riendas
para no soltarme. Toco mi guitarra, esa guitarra española. Recuerdo de niño,
como me sentía enamorado un día sí y al otro también. En este lugar el amor se
esconde en cualquier rincón. Hay mujeres tan guapas, que solo con sus miradas
me herían de dolor, de dolor por no tener edad para alcanzarlas.
Deja de nevar y yo solo intento dormir, dormir entre la
tristeza del tener que reanudar mi camino y así mi marcha. No pierdo la ilusión
y sueño con volver algún día. También de hombre, antes de que sea anciano. No a
caballo, eso ya quedó en la historia. Una historia que no tienen un igual en el
mundo entero. Entre las gruesas paredes, se esconden y se reservan los
acontecimientos más señalados de la época del hombre.
Ahora sí que le digo un hasta luego, un hasta luego. Porque
entre mi sangre, corren aquellos que fueron algún día nombrados por sus calles.
Todo es historia, todo crece con la generación más joven. Seguirá pasando de
padres a hijos y así seguirá recorriendo la Alhambra su camino.
Como el rocío del agua,
es el amanecer de Granada.
Gota a gota, resbala por sus hojas,
ese saber que empapa.
Yo sé que en la tierra queda,
queda la gota de mi lágrima.
Como el rocío de agua,
es el amanecer de Granada.
Por no poder volver,
a mi Granada.
Por no poder poner estrellas,
en la oscuridad de mi Alhambra.
Esa es mi Granada
y toco, toco mi guitarra.
Esa guitarra española,
Que llena mi alma.
Esa alma y corazón,
que no es de otro.
Sino de mi sin razón,
Por aquella que me dio el corazón.
Que bonita es Granada……………
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