Como As de picas, salgo a la calle. Como As de picas, salgo
buscando pareja. Cuala será ésta. La de corazones o la de tréboles. Prefiero la
de diamantes, porqué no. Ya puestos a buscar, que sea una que me dé rédito.
Puedo ir de farol, pero quien me va a creer. A un triste As de picas. Busco
sobre el tapete, una carta al azar. No tengo suerte, como mucho me sale un tres
de diamantes. Por mucho que resplandezca, no deja de ser un simple número.
No quiero ni un Rey ni una Dama, solo un As. Pero mi
ambición me puede y descarto el tres de diamantes. Me arriesgo, me arriesgo a
que la banca me gane. No quiero mirar la nueva carta, no le doy la vuelta y
apuesto. Apuesto sin mirar, la banca me sonríe. Tengo las de perder, apuesto
con todo lo que se puede merecer.
La banca solo tiene una pareja de cincos y yo con mi As,
tengo que sacar al menos otro para superar la apuesta. Que puedo ganar….pero si
pierdo, puedo perder la ocasión o la oportunidad de seguir vivo. Es como el
juego de la ruleta rusa, solo una bala en el tambor. Quien sabe, si me tocará o
será para el que venga. Miro la carta de refilón y esta vez soy yo, quien
sonríe a la banca. No es el As de diamantes, tan altamente codiciado por mí.
Pero si es un comodín, me sirve para imaginar. Un comodín que me sirve de
colchón, para no caer de espaldas. De espaldas y perder todo aquello que uno no
se puede ni imaginar.
Por imaginación que no sea, que por tenacidad, no me gane
nadie. Busco en la baraja, pero no quiero deshacerme del comodín. El comodín
que me hace vivir y tener esperanzas. Yo soy el As de picas, pero no por ello
lo veo todo negro. Le he ganado a la banca, le he ganado a la vida. Ya tengo
pareja, no la que buscaba. Pero al menos, no estoy solo. Por un triste viento
del destino, me ha venido así, al azar.
Veo nubes negras, se asocian entre si, haciendo oscurecer el
cielo. Amenaza tormenta y no sé donde guarecerme, temo mojarme, temo perder el
comodín. Como de cartón o papel, tengo miedo de que se deshaga mi fortuna.
Corro y trepo entre las dificultades de la vida. Me refugio por el temor a
perder mi suerte. Me vuelvo de golpe, temeroso y cobarde. Me doy cuenta de
golpe, de mi fortuna. Un rayo, un trueno y el agua empieza a caer, yo no me
río. Aunque puedo hacerlo, muchas lluvias y muchas tormentas, han caído en mi
soledad. Ahora con mi comodín, soy feliz. No habrá agua o río que empape y haga
desaparecer mi destino. La diosa fortuna se ha acordado de mí.
El tapete está seco y me tienta la jugada, yo miro pero
paso. Paso de largo, me conformo con lo acontecido y aunque sea merecedor de
más, me conformo. Me conformo y paseo con mi comodín. El sol sale entre las
nubes y un haz de luz, resplandece en la atmosfera y el aire es limpio y no
está turbio por la maldad y los engaños. No hay trampas que valgan en el juego
de la vida, a todo el mundo le llega su jugada. Según sea su carta, así será
su pareja. Si eres un simple dos de
corazones, pues tendrás que conformarte con otro dos o hacer color. Color de
corazones y seguir viviendo. Hasta que la carta quede tan desgastada, que
desaparezca entre la moqueta.
Puedo abrasarme con el fuego de la discordia, quien sabe.
Solo soy un trozo de cartón, con trazos de color negro. Negro como el As de
picas que soy, no suelto mi comodín. No dejaré que las demás cartas de la baraja,
me tienten o me engañen. Si hace falta, me pegaré con cola. Para que no haya
posibilidad de separarse y que no haya agua ni tormenta, lo suficientemente
fuerte. Que me haga desaparecer y no pueda sonreir de mi fortuna. No hay dinero
ni fichas, que me hagan dudar y me hagan correr el riesgo de perderme o acabar
ardiendo antes de tiempo en el mismísimo infierno.
Se acabó mi rebeldía y mi osadía, me he vuelto un
conformista y ya no me siento en la mesa, para jugar al destino de la vida.
Bastante he calentado el asiento, ahora paseo y me pego a mi jugada y no me
despegaré hasta que el paso del tiempo diga basta. Solo es un comodín, no es un As de tréboles o de
corazones. Seguro que me hubieran hecho vivir más o me hubiera entrado más el
vértigo al intentar tentar a la suerte. Pero me quedo como estoy, me planto en
la jugada y os deseo suerte en la vuestra. El comodín no es tan malo,
simplemente es eso una carta que se puede transformar en la que tú desees.
Siempre y cuando, sepas que no es más real que la vida misma. Todo es un juego,
todo una ruleta rusa. Solo ten cuidado que no te toque la bala y te haga saltar
por los aires.
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