miércoles, 3 de agosto de 2022

 

EL CARRILERO

Si existe Dios, porque lo permite, si existe Dios, porque lo consiente. No hay barcos en el cielo, como no hay estrellas en la mar. Yo tenía mi amigo, era un buen amigo, íbamos juntos a todos los sitios, a todos lados y a todos los lugares. Hoy por ti, mañana por mí decíamos, era una buena amistad, una fuerte amistad y duradera, hasta que una enfermedad me arrebató lo que físicamente veía y sentía. Ya no está a mi lado, ¡oh! si no es que fuese el día de los difuntos, lo que esperaba en el día que hoy ha muerto mi amigo. No lo podía consentir, no lo quería creer que fuera así, pero no podía hacer nada por cambiarlo, ya que todo está leído y escrito, el destino amargo de la persona allegada.

O sea, a veces sube al cielo, me baja ahora y me dice….

       Hola, viejo colega de batallas. Yo siempre guardaré en mi alma tu recuerdo, yo siempre guardaré en mi alma tu nombre y tu respeto. Lo que sin él me llevaría a hacer nada ni sería nadie, ahora estoy donde tenía que estar, no sufras por favor viejo amigo, no sufras.

Como si el viento fuese un susurro, me entra por los oídos y me deja casi sollozando en mitad del camino. ¿Porque así es de cruel el destino y no deja a una persona llegar a su madurez y a su vejez de forma pacífica, tranquila?  Salgo del hospital, pero no quiero creer en nada, simplemente creo que me llevo el recuerdo de Agustín, un viejo amigo, tú también podrías ser un amigo lector, simpatizas conmigo en todo. Toda la vida, toda mi juventud me pasa rápidamente como un flashback, ¿qué será de mí creer en ello a partir de ahora, sin su compañía adónde iremos de correrías?, ahora sin él yo solo no soy nadie, pero en fin es lo que hay, no se puede hacer nada.

Duermo toda la noche o eso creo, ya que levito, divago que me llevo un trozo de mi propio corazón a la boca, hasta que este sangra de dolor. Mañana, mañana será presentado en el tanatorio, le lloraré, a mi amigo todo el día y toda la noche.

Me viene a la memoria el nombre de muchas chicas, buenas y tantas. Claro, fuimos de correrías, cerveza va, cerveza viene. Eso era pura fantasía, todo en la vida igual a la salida,  donde este trabajo, donde el sufrimiento se hacía patente en las horas largas sin fin. El cual uno no puede moverse del lugar si no es para ir al lavabo urgentemente, los puedo contar los puedo decir, si no que era un sufrir. Me acuerdo entonces, cuando tocaba la sirena los dos nos mirábamos y éramos los primeros en salir por la puerta. Solamente nos  esperaba la cerveza y las chicas malas con la que nos encontrábamos a la salida del trabajo. Todo era por un amor, un amor inexistente llamado cerveza y sexo, ¿ahora en qué ciudad mi viejo amigo voy a estar contigo hoy?, qué será de mí, duermo toda la noche o intento dormir porque las pesadillas van y vienen. Los sueños van y vienen, todo menos tú viejo amigo, que ya no vuelves.

Salgo de un funeral, salgo respirando hondo, expulsando con ello todo mi anhelo y dolor por aquello que no controlo. Cómo será ello que no me reconozco y por un momento dudo porque he venido y porque ahora salgo sin saber nada. Entrando en los adentros de mi mente, haciéndome muchas preguntas y saliendo sin ninguna respuesta, camino mirando el cielo. Todo ello me lleva a no saber a ciencia cierta qué hago yo aquí, si era Agustín un buen amigo de la infancia, el que se ha marchado sin llegar a la longevidad y con ello a no llegar una cálida vejez. Qué más yo quisiera haber disfrutado de su amistad y compañía, siempre lo recordaré como alguien con el que compartí ciertos momentos de alegría, de los cuales mi conciencia medita cuales son alegres y cuales son correctos. Como carros de combate ese es mi recorrido, lucha tras lucha voy haciendo camino cansino, solo, completamente solo, ese es mi destino. ¡Ay!, Agustín cómo te voy a echar de menos,  no la sabes bien que camino calle abajo, a paso despacio y meditando, sin prisas de llegar a casa, ese es mi quehacer. Todo es un renacer, todo es morir  para volver a vivir, así que pasados veinte minutos abro el portal de mi casa y con ello el portal de mi   alma. Ahora ya sí, ¡por fin!, ya estamos a solas, ahora sí que podré hablar contigo y no antes, ahora podré reír y disfrutar de tu compañía aunque no te tenga a la vera mía. Así que sin más preámbulos, no espero y cojo una vela y la encendiendo a modo de altar. Tomando asiento en frente de mi máquina de escribir, dejo fluir mi energía. Incluso huelo el tabaco negro que fumabas, ¡me cachis!, me siento tan contento, aunque ya no te tenga presente, toco el techo con la cabeza. Me siento tan contento y alegre, porque me está él  mostrando que hay algo después de la muerte y eso me alegra, me llena de gozo y esperanza el poder volver a reunirme contigo dentro de un tiempo. Que no es por ser egoísta, pero espero que pase mucho tiempo hasta que sea nuestro próximo reencuentro.

Desesperadamente solo, desesperadamente aburrido he acabado, que le voy a hacer, sí, si mi gran destino es el ya no saber el qué hacer. Ya no sé con quién hablar, qué más da lo que haga, qué más da lo que diga, si yo soy así. ¡De manera de vivir!, no hay manera de vivir, todo son obstáculos, todo son zancadillas. Qué voy a hacer, Agustín dime algo, Agustín encuéntrame cuando sea el momento en el otro lado, en ese mundo paralelo donde todos nos encontraremos, no hago más que correr, no hago más que comer y la gula me atrapa. Al igual que la cobardía, todo ello me supone un gran desgaste, pero en fin, ese es mi camino, ese es mi recorrido.

       Dime Agustín, que sé que me escuchas. Cómo es después de la muerte, con qué nos encontramos, si esto no es la fuente de la vida, dime cómo canalizar la energía para que todo ello me fluya. Que sepa que canalizar y transcribir todo aquello que surgió al otro lado del paralelo.

Todo ello se me desvanece entre mis dedos a la hora escribir con todo mi anhelo, qué sería de mí, qué sería de ti, qué sería de él o qué sería de ella. No se sabe, nadie sabe a ciencia cierta el camino que seguimos, nadie sabe a ciencia cierta porque vivimos, todo es suponer y todos intentamos vivir al límite. Todo aquello que se predispone a nuestro alrededor, nosotros construimos nuestro entorno y entonces quien construye todo somos los mismos de siempre, quienes  si no, si no nosotros, quién sabe. Yo solamente sé que me sigue escribiendo, aquí en mi máquina de escribir como en antaño, echando el carro para adelante y para atrás, estoy subiendo la hoja para arriba y volviéndola a bajar. Me levanto de la silla y miro por la ventana, ¿quién más está Agustín?, lo que veo nadie te  lo ve. Solamente yo te noto y mi instinto me dice que estás a mi lado, pero no te veo, qué más da, no todo el mundo escribe de carrerilla. Casi todo el mundo escribe a trozos, uno se hace unas meras notas y de esas notas se hace un relato, y de un relato un cuento. De un cuento un libro fantástico sin finales y sin principio, sin principio y sin final, todo son bucles a seguir, qué más da lo que esté por venir, sí Agustín. Así te lo explico dentro de mi soledad, porque nadie sabe más que tú sabe lo que es el desgaste emocional de una persona que está completamente sola, así que me siento otra vez y fumándome no un cigarrillo, sino una cajetilla de tabaco y con los dedos amarillos tecleo en mi máquina de escribir. ¡Truenos!, siento como se acerca una tormenta, los truenos son tan fuertes que veo un relámpago que  ilumina el piso, las nubes son como tizones de negras, como negro lo veo yo para salir de este bucle. Pero en fin aquí sigo sentado, ahora lloviendo afuera, controlando como si fuesen verdaderas bombas las que desde el cielo que llora. Pero de un amanecer roto que no sabe ni distingue de buenos y malos, ni de listos ni de tontos. Desde aquellos que son poco hábiles, él tiene la conciencia más que tranquila ya que para ellos todo está bien hecho.

¡Me quedo sin tabaco!, me cachis, no tengo nada con que fumar y echar humo, así que me levanto de la silla y cogiendo mis últimos cinco euros, me voy al estanco de al lado. Bajo las escaleras deprisa, tan deprisa que es como si mi alma se la llevase el diablo, llegando incluso a saltar los últimos tres escalones haciendo peligrar mi integridad física. Ya que a mi edad no es una buena idea, pero en fin salgo airoso y abriendo la puerta del estanco, me pido paquete de tabaco.

El hombre se fija en mi cara, el hombre se fija en mi ropa, he salido con lo primero puesto,  tampoco voy a una discoteca, ¿porque me mirabas y me miraste?, me pregunto yo. Pero en fin, ya pues estoy cerca del final voy a subir los tres escalones y todos aquellos que faltan ahora otra vez. A la puerta de mi casa iba y a sentarme en la silla voy en frente de la máquina de escribir, cuando le doy vida a mi música, dándole voz a mis dedos. Debo ser lo que escuché  hace unos años o sino sería falso o real todo aquello que a través de la música yo escribo. Qué sería de mí si no fuese por ello, qué sería de él si yo no me atrevo, me duele la cabeza, tenía la cabeza cargada y ya sé el porqué era. Necesitaba descargar toda mi energía, necesitaba descargar toda mi ira, enfadado con la sociedad, en fin, son palabras mayores, son palabras menores. Hay cosas peores lo sé, pero para mí esto es real como la vida misma, porque yo vagabundeo por los cincuenta metros cuadrados de mi piso cercano a una gran ciudad. Esa ciudad que mantengo su nombre de anonimato, pero que todo el mundo sabe cuál es.

Por un momento, por un instante atravieso la gruesa muralla, que no es otra cosa que una fina cortina transparente que nos separa de la siguiente vida. Escucho gritos y lamentos, lloros y desconsuelos, quisiera en ellos en el limbo o en el mismísimo infierno. A mí me dijeron que era la luz, pero no sé si creérmelo, voy a tirar la toalla, voy a tirar la toalla porque como seas irreal, nadie sabrá realmente lo que sucede después y es cierto que uno teme más a la vejez que a la mismísima muerte. Ya que este es un minuto de agonía o un segundo, una milésima de un tránsito que lleva atravesar la cortina transparente, todo es así. En cambio la vejez, es un tránsito diario que se ve uno marchitar, y que por mucho que se riegue con amor, el final es siempre el mismo. Solo las arrugas delatan el saber y la cabeza la sabiduría. No sé, pero me doy cuenta al mismo tiempo que escribo a esta persona que la llamo Agustín y que se cruza conmigo, que entra dentro de mi Ser consiguiendo escribir a través de mis dedos. Qué le vamos a hacer, todo es así, pero la cabeza se me calma, la energía fluye y todo ello me lleva al éxtasis emocional, porque todo lo real es mentira, toda la verdad es una alegoría o quizás una utopía.

       Sufre, agoniza, es tu final, ¿no lo crees así? Lo estás escribiendo, lo estás transcribiendo y con ello acabaras con la cabeza del teclado de la máquina de escribir, no lo sabes, no lo intuyes. Pero ese es tu gran final, llegar al agotamiento mental y con ello llevar un mensaje a quién está hablando ahora.

       Sí, yo que soy tú, me llamas a Agustín. Pero en fin, ya me conocerás al otro lado, te daré un abrazo eterno, como eterna ya es nuestra amistad.

Veo un jardín de rosas o simplemente es la luz, veo mucha calma a mi alrededor, no sé si serás tú Agustín, no sé si seré yo, pero me veo corriendo por una pista atletismo y como el que hace el que hace una carrera con vallas, voy saltando una a una hasta que vislumbro al final una meta. Quizás inalcanzable, como inalcanzables son mis sueños, esta si es de verdad, qué más da lo que piense todo es así y así será.

Lo que se puede llegar a dar por un amigo no se sabe nunca, yo sigo escribiendo en la máquina de escribir mientras corre el carrete de tinta, cada marca, con cada letra tengo una señal, significando como agarrar de momento los trazos de la verdad, como realmente saber qué estoy escribiendo.

Éramos tan jóvenes… es tal si no recuerdo mucho, que tendríamos unos 25 años cuando recorríamos todo tipo de bares buscando en ellos una pizca de libertad. Te recuerdo quizás, ello me lleva a levantarme de la silla sobresaltado y mirando otra vez hacia la ventana. Veo dibujado el arcoíris, la lluvia ha dado paso al Sol, la lluvia ha empapado la tierra del saber dándole vida con ello. Pero sin hacer cambios de verdad, pero que será de mí ahora, pero yo te echo de menos éramos tan jóvenes…. Éramos tan intrépidos, pero a la vez tan alegres que no nos dábamos cuenta de que el tiempo pasa deprisa. Ahora ya rozando la cincuentena, miro para atrás y no es que vea perturbar el tiempo, simplemente lo veo pasar como si fuera cayendo despacio. Ese es mi vejez, quién sabe si llegaré yo a ver las arrugas en mi piel, tengo el paquete tabaco casi entero y aprovechando que la lluvia ha cesado, abro la ventana de par en par. No dejando pasar solamente el viento, la vela se apaga y con ello se van todos mis lamentos. Qué más da lo que haga, qué más da lo que diga, sí yo sé que de aquí hasta que me muera, entonces y solamente entonces sabré porqué vendrán a despedirse de mí por última vez. No solamente por educación y respeto, sino por amistad, pero no por ello quiero que nadie llore una sola lágrima por mí. Mañana es el entierro y no te diré adiós, te diré un hasta pronto. Ya que a mí también me tocará y con ello, la felicidad. Ahora aquí me quedo, asomado a la ventana viendo a gente pasar. Buen viaje amigo, buen viaje hermano de batalla, que descanses en paz.

miércoles, 1 de junio de 2022

 

Todo por una guitarra

Paseando por la Alhambra voy tomando el Sol, es el mes de mayo y el calor todavía no aprieta. Será en junio cuando sea ya imposible a ciertas horas el caminar, el andar por todos los patios y rincones árabes de la ciudad. Yo solo soy uno más, un turista que anda por la zona, viendo todo lo bonito, que no es poco, y disfrutando del devenir de la gente. Parece que fue ayer cuando empecé a dar mis primeros pasos y hoy en día ya paso de la treintena. Que se le va a hacer, solo todo aquello que es de piedra y es conservado por ello no le pasa el tiempo, que será de mí, yo no soy de piedra. Al revés, soy todo un aventurero de alguna ciudad española, que se adentra por las murallas de aquellos lugares dignos de ver y de respeto. Que le voy a hacer, disfrutaré del tiempo que tengo, antes que este me lo arrebate y muera.

Aquí conocí a Dolores, mi querida Dolores, la misma que me enloquece el alma y por la que pierdo el sentido. Morena ella de ojos negros, no es guapa, es hermosa y no es lista, es picarona y tiene a medio barrio granadino bebiendo los vientos por ella. Que será lo que tiene Dolores, que no duermo ni por las noches. A mí ya me gustaría escribirle una canción, pero no una canción cualquiera, sino una balada de rock.

Ante dichas estrellas yo me fundo en un material de metal, que sería de mí sin el sonido de una guitarra eléctrica. Vibra dentro de mi cuerpo, vibra dentro de mi alma, será así, será como es porque es mi sangre emanando metal fundido. Yo no sé cuál será, yo no sé el qué será, todo empezó no sé cuándo. Lo único que recuerdo es que yo todavía cuando era un niño y ya me sentaba en el balcón de casa con mi radio de los años 70’. Ha pasado mucho tiempo, ha llovido y ha tronado, pero yo sigo aquí, porque al qué sigue el rock nunca envejece, siempre es un alma joven que volar.

Araño los muros, me golpeo la cabeza contra las piedras del lugar, deseando perder el norte, ¡norte!, no sé cuál es, ya que se me acercan unos agentes de la autoridad. Me intentan tranquilizar, intentan que tome asiento y en vez de ello, me enojo y enarbolo la bandera de la rabia y de la rebeldía. La pareja de agentes, me esposan, no hay más remedio, solo deseo que a donde vaya me sea posible tocar la guitarra y porqué no, también cantar.

Es verdad, todo no sé cuándo empezó, solamente sé que la canción ha acabado y todo lo que se hace en un silencio me inunda el alma de soledad. Como será posible que según qué canción me mine dentro el alma, ¡cómo será posible!, pero si es así, todo es comenzar a sentir aquello qué te hace disfrutar de la música. Hay muchos cantantes que nos han dejado un gran recuerdo que jamás se podrá olvidar y por ello, al sacar a la luz todas sus canciones prohibidas, me han metido en prisión. Sí, os escribo ahora desde la cárcel. Todo por no decir no a la música, no sé dónde está viva aquella estrella rock que me hacía despertar llenándome de libertad. Estoy viendo que vida solamente hay una y todo es como linda canción, esa misma que le cantaría y tocaría a aquella chica que me enloquece todas las noches y que con todo mi corazón le hago rugir a este como un león y al mismo tiempo que también que soy suave con ella, como la propia seda yo a ella le digo y a ella le escribo unas letras.

“Ay Dolores. Sí que estoy a tu lado si tú estás al mío, por mucho que nos hayan querido separar yo ya te digo que no te olvidaré jamás. No puedo, mi corazón está tan roto y es muy difícil que pueda volver a amar como lo hice en aquellos tiempos de juventud. Yo a ti Dolores te querré siempre, por mucha distancia que pongan entre los dos siempre te sentiré a mi lado y te abrazaré en la distancia. No sé si me acuerdo de otras frases, pero es así, yo te quiero para siempre de lo siempre, para que así lo sepas te dejo lo que he escrito para que plasme con la letra y la palabra escrita en tinta china en mi propia piel y así no se borre ni con el agua.”

Escrita estas frases en el muro de donde estoy, digo y hago un pentagrama visual en el suelo e invoco al más grande, al más tenebroso, pero él no viene y si viene lo hace de forma tan sutil, tanto, que no me entero. Vendería mi alma al diablo si con ello consiguiera darle un ritmo de blues a la vida, qué sería de mí si no existiera la música rock…  con ella bailo todos los días y mi sangre burbujea haciéndome sangrar la nariz .Todo por unos acordes, do re mi fa sol, que pueden componer una música que me haga vibrar por dentro de mí algo que se nace con ello.

¡Ay!, carajo mi nombre se llama blues, mi hermano se llama rock, entre los dos componemos esta canción. Todo es un do re mi fa sol, que me hace vibrar y enloquezco al escuchar la distorsión que me llega a todo, a lo más hondo de mi corazón. Que daría yo por una guitarra, pero no una guitarra cualquiera, tendría que ser una especial, una de esas que te convierte en una estrella de rock, una de esas que te hace emocionar con el blues.

“Cantemos y bailemos, dame la mano chica que te demostraré mis dotes a la hora de darle vida a la música, cantemos y bailemos que con ello ahora debemos tambalear los muros de la prisión. Sube el volumen, que con ello recordaremos al mundo entero que el viejo rockero nunca muere, somos como unos predestinados a seguir los caminos del rock and roll.

Chica guapa agárrame de la mano, que con ello voy agudizando los oídos y entonces te mostraré los caminos del rock. Me olvidé de la memoria ahora una canción llena de sentimientos y de pasión, hasta tal punto qué me veo encerrado por ser culpable de tener corazón. Compañera no me dejes solo, que la música es lo más grande que ha existido nunca, pues yo tengo corazón y por eso me condenan y al saber la razón real ya que el amor, la amistad y la fraternidad no tienen límites y  por ello todas las canciones son recordadas.”

Como si fuésemos hermanos nacemos juntos, como si fuésemos hermanos crecemos juntos, siendo una verdadera familia. Qué más da, todo está por demostrar, pero me quedan pocos días para el juicio final. Sí hermano, sí chica guapa, ojalá que las escopetas disparasen flores, porque a ti guapa te sembraría en un jardín de rosas. Qué más da lo que piense, ello, la justicia a veces se equivoca o son malentendidos que pueden llevar a la mismísima muerte.

Todo por una guitarra y un poco de rock, y seremos hermanos para siempre. Tócame esa canción que me hace despertar del letargo de la vida. Lanza un disco con un Long Play que llegue a ser el número uno, tú puedes y solamente tú, lo veo todo desde la esquina de la prisión. Todo rock, todo blues, todo ello conforma la rebeldía, la rebeldía a ser escuchado como algo diferente, algo que se sale de lo estrictamente normal. Qué más da, yo seré como seré y no cambiaré nunca por el simple hecho de contentar a una mayoría llamada sociedad. Una sociedad sucia dentro de lo que ellos llaman  natural y normal.

Entre la frontera del odio y la frontera del amor yo me encuentro, ya no hay quien me salve, tengo los días contados. Que se hagan en estas fechas clave y cuando mi cuerpo espire, todo es  posible, hasta que llegue un indulto o un perdón, cosa que no creo que sea posible. Me moriré de amor, de amor por Dolores y el rock, que se puede hacer, no todo está inventado y por ello yo todavía aguardo cierta esperanza, una esperanza con un toque de blues.

Me desvanezco, desaparezco del mapa un tiempo, encerrado entre rejas, no sé cuándo saldré o sí han tirado a la basura las llaves de mi libertad. No sé lo que es mirarme a un espejo en tiempo, tanto, que la barba se hace trenzas para disimular el tiempo que llevo encerrado. Maldita sea, yo solo quería tocarle un tema, una balada de rock a Dolores, pero en fin, mis pies me han llevado a acabar entre estos muros. Siempre injusticieros, porque hay personas inocentes dentro y eso, eso no debería ser posible.

Lloro, lloro al escuchar una canción de blues y recordar a todos aquellos que ya no se encuentran entre nosotros. Me enervo y me lleno de energía al escuchar una canción de rock, no podría vivir sin ella, sin la música. Sigo aquí, encerrado entre los muros de la prisión, mirando cómo pasa el tiempo a través de un tragaluz qué hay cerca del techo. Tengo que hacer algo, tengo que cambiar de actitud, no me pueden tener encerrado eternamente, el por siempre el silencio de la música, el no escuchar ni una nota musical me puede llevar a la desesperación, ya que es mi vida, mi fe y mi esperanza.

“Dolores espérame, pero si no quieres y tienes prisa búscate a otro ya que lo comprendo, yo no sé el día que saldré, solamente sé el día que llegué, entrando ese día tan marcado que lo tengo señalado hasta en la frente.”

El día que yo muera, que me entierren con una guitarra, pero no una guitarra cualquiera, quiero que esta sea una eléctrica. De esas capaces de distorsionar y hacer enloquecer al más rockero, ven, ven aquí, acércate, escucha ahora la canción, no hace falta tocarla ni cantarla, solamente hace falta leerla.

“Creadores de la música sois, los creadores de la ilusión y el frenesí que nos hace vivir de una forma más intensa o darnos más coraje del qué jamás visto. Toca, toca y sé feliz, que yo lo soy, porque mi alma está hecha de metal fundido. Creadores de todo aquello que hace vibrar, enloquecer a todo rockero, viajar por el mundo haciendo llegar vuestra música a cualquier rincón del planeta.”

Como quien no quiere la cosa se hace de noche entre los muros de la prisión, otra noche más soñando con la salida de este lugar. Pasan los días, hasta que pierdo la memoria del día en que vivo. Cuál es mi gracia o mi dicha dónde dice mi nombre y cuál es mi nombre, eso da igual, solamente soy un ciudadano anónimo enamorado de la música. Por fin respiro aire de libertad, no sé cuánto tiempo he estado aquí dentro, solamente sé que tengo que recoger mis pertenencias y me marcharme. Camino, llevando solo un par de euros en el bolsillo. Entro en un bar cercano y con la excusa de pedirme un café, ojeo un periódico. Miro la fecha y marca el 10 de junio, he estado cerca de dos semanas encerrado por ser rebelde conmigo mismo. Pero bueno, sí es otra historia no lo sé, tentándome en el día que estoy. Situándome me dirijo para casa, sí, mi casa. Cuando empiezo a sonreír, es verdad que soy un hombre con suerte, hay alguien que está tocando una canción de rock. Agudizo los oídos y válgame Dios, parece salir de la puerta de mi casa y de mi ventana parece airear una melodía de balada de rock. No puede ser, no espero a nadie, ¿quién puede haber dentro de mi casa? Abro la puerta, todo ello mezclado con la ansiedad de mi alma, cuál es mi sorpresa a encontrarme a Dolores dentro de ella. ¿Cómo es posible?, ella me lanza una sonrisa y me dice que he sido mi hermano la qué le ha dejado entrar. Ella deja de tocar un momento, instante que aprovecho para darle un abrazo. Todo es música y creación, porque más de uno lleva un artista dentro de sí. Cómo acabaría esa balada de rock que pasado ya algún tiempo, le explico a mis hijos toda la historia .Incrédulos a veces de los lances de la vida, sigo escuchando esta música. Nada me hará cambiar ni a mí ni a Dolores e incluso hemos inculcado estos valores a aquellos que son mis hijos. Ahora toco una canción, ahora toco un tema para que el día que no esté, los hijos de mis hijos sepan la historia y pueden pasarles los valores de aquellos que somos rockeros incansables y que por ello somos eternos, hasta la posteridad.

 

 

sábado, 21 de mayo de 2022

 

EL ORGULLO NEGRO

Hace tiempo, mucho tiempo, que dicen que sea avecinan tiempos de cambios, en los que el color de la piel no será ya lo más importante. Se hacen leyes, se modifican estatutos, pero hay personas que no tienen el mismo valor o aparentemente las mismas habilidades, cuando todo eso es mentira. Todo está dentro de uno mismo y ahí todos tenemos el mismo color el corazón, aunque también es cierto que muchos lo tienen tan negro como el carbón, aunque son por suerte una minoría.

Sebastián, un muchacho de unos veinte años y de color, hace o intenta hacer de su vida algo plácida que lo aleje de su calvario. Como cada mañana se lava aquello que tiene de blanco, que no es otra cosa que los dientes. Fuerte y robusta mandíbula, capaz de masticar todo aquello que por duro que sea, se lo come. Todo funcionó bien durante sus años de juventud, todo fue como un jardín de amapolas en medio del desierto. Su pequeño oasis en mitad de todo aquello que se le puede llamar “estigma”. No hay razón para ello, pero hay grupos, hay lugares  en el que ser de diferente raza le hace a uno saborear el amargo sabor del racismo.

A veces piensa para sí mismo, a veces se pelea con su propia mente, para demostrar que es él el que está equivocado y que la gente lo adora, llevándole a la más absoluta confusión. Todo es un ir y devenir de momentos, de situaciones plácidas y de aquello que hace el día a día tensar la cuerda, sin miedo a romperla. Que le va a hacer, la sociedad todavía no toma nota  como no sea de todo lo que es el apartar y crear el vacío en alguien con corazón bueno y bondadoso. Como si no todos los corazones fueran del mismo color y que lo único que cambia es el color de la piel y la actitud de personas que se dicen portar la verdadera verdad. Esa que se  dice que es la única que lleva la razón y la sensatez al Ser humano.

Camina y no desfallece, camina buscando trabajo, un empleo con el que poder empezar a soñar con la independencia, pero todo es un “no”. Siempre la misma frase, siempre el mismo comentario cuando se acerca a cualquier empleo, ya sea en el comercio o en las fábricas, siempre ese maldito “no”. Está a punto de perder su templanza, está cerca del abismo, cuando, caminando por un polígono de una zona industrial, le aborda una persona, al parecer jefe o persona de mando de algún lugar llamado “esperanza”.

      ¡Hola muchacho!, te he visto, ¿buscas empleo?

Sebastián se queda congelado en pleno mes de junio, pero reacciona y le responde con un “sí”.

      Pues bien, si es así, coge esta tarjeta y te espero mañana a las nueve. No vengas ni antes o después, si no a la hora.

No le pregunta de qué se trata, pero se marcha con una felicidad dentro de sí, que no puede romperla, solo el sollozo de los ojos denota la ilusión y la esperanza. Vuelve a casa tal y como ha ido, andando, caminando sin mirar atrás, no por odio ni rencor, sino por la alegría y de la esperanza. Los zapatos parecen que vuelan, va flotando en el aire, no quiere hacerse ilusiones, pero no lo puede evitar. Si lo consigue, se lo echará en cara a todos aquellos que mostraron repudio e indiferencia, por ser una persona de las que llaman ellos “diferentes”. Si lo consigue, paseará por la zona céntrica de la ciudad, con la cabeza alta, tan alta que tocará el cielo con ella, demostrando que no hay nube que le aparte de tocar el Sol por la mañana y las estrellas por la noche. Que no hay camino más largo, que aquel que uno se trace y se hace de conjeturas su penar. En vez de mirar para adelante, hay muchos que se echarían la culpa a sí mismos, pero Sebastián lo tiene claro, es joven y eso es una baza que dura pocos años.

Haciendo girar la llave abre la puerta de casa de su madre, la sonrisa le delata y ella no puede ocultar las lágrimas,

      ¿Lo has logrado? Le pregunta sin más dilación.

Él toma asiento después de un largo andar. Un vaso de agua es lo que necesita, un vaso de agua para aquel que se busca la vida y el respeto.

      Mama. Todavía no lo he conseguido. Pero hay muchas esperanzas de que mañana lo consiga. ¿Ves, ves esta tarjeta?, puede ser el camino hacia una nueva alegría. He quedado a las nueve con el jefe de una gran empresa. Le dice, al mismo tiempo que le posa las manos en los hombros, para acabar todo en un largo abrazo.

Como el que sueña despierto, pasea por el pasillo de casa, solo hace que mirar el Sol por la ventana, espera a un nuevo mañana, espera que te espera, hasta que le alcanza la noche y con ello la Luna, una Luna que le parece que le esboce una sonrisa. Día despejado, noche estrellada, cena y sin pensárselo mucho, se va a su habitación. Mira un nuevo vacío, un hueco que ya tiene dueño, pero que todavía no se lo desvela ni a su madre.

Toda la noche mirando al techo, como el que se tumba en el campo haciendo correr su imaginación. No puede más y cuando el reloj de la mesita de noche marca las once, apaga la Luz, sin olvidar el poner su despertador a la hora, las siete, serán las siete cuando ponga el pie derecho en el suelo, para empezar un nuevo caminar, por senderos llenos de oportunidades.

Sueña que sueña, pero al despertar no se acuerda del sueño. Solo un pequeño recuerdo le viene a la memoria y al parecer  era de su abuelo, quién sabe, quién puede negar que le haya hecho una visita desde el otro lado.

      “Ánimo”. Le parece escuchar.

Son las siete y media de la mañana, los nervios le pueden y como si estuviese dentro de una panal lleno de abejas, un enjambre de ideas le pasa por la cabeza, haciendo que se ponga nervioso, rompiendo esa templanza que es rara en un muchacho de su edad. No tiene hambre, así que se bebe de un trago el café. Su madre ha puesto encima del mueble del comedor una vela con la foto de Sebastián, cada uno en lo suyo y su madre, como madre y creyente le pone una vela al santo. Se marcha, no sin decir un “hasta luego”, marcha andando, ya que no tiene dinero ni para coche ni para carnet. Veinte minutos, que parecen horas. La gente lo saluda por la calle, no deja de ser el hijo de la Conchita, aunque algún día le llamarán por su nombre por habérselo ganado.

Enciende un pitillo cuando llega a la fábrica a las nueve, todavía cuando no se lo ha acabado, cuando ve llegar a la persona en cuestión.

      Hola. Diez minutos y te llamo.

      Gracias. No se le ocurre que mejor decirle y ahora sí, los nervios hacen temblar las piernas.

Se entretiene de mientras mirando los coches y camiones pasar, solo espera que el tren que espera sea de largo recorrido y sea bueno, que sea un buen trabajo. Mira y observa, hasta que desde una de los ventanales le hacen señas para que suba a la oficina. El hombre en cuestión le ha observado y analizado antes de llamarlo, así que la conversación es corta en tiempo, pero a lo mejor llegue a ser  larga en el terreno laboral.

Le pregunta, le hace una entrevista, para al final decirle que empieza el lunes a las ocho. Que empezará por lo más sencillo y quien sabe, no le quiere dar alas, pero es así. Se empieza por abajo y a dónde llegará, solo lo sabe el destino.

No sabe si llegará a encajar, no sabe si acabará adaptándose, todo son incógnitas que rápidamente él descubrirá, solo falta que pase el fin de semana. Empieza a soñar que hará con su primer sueldo, si se lo dará casi todo a su madre o por el cambio se comprará aquello que tanto ansía, como es su primer equipo de música.

“Déjame en paz, déjame descansar que todo es un largo caminar, qué más da sí soy blanco o soy negro. Lo importante es el color del alma, el color del corazón, el color del orgullo de ser persona. Hacerme un hueco en una sociedad que no entiende ni valora realmente la persona, qué más da pero así es.”

Sebastián pasa el fin de semana deseando que llegue el lunes, no es muy normal ello, ya que lo normal es estar deseando que llegue el sábado o el domingo. Los días más festivos en los que aún el obrero se puede explayar, sí, hacer que los días sean cortos por la pura diversión y por el puro descanso del cuerpo. No tarda en llegar el lunes y ahí está, cómo un clavo a la hora. Lo primero son todo presentaciones y luego enseñarle su lugar de trabajo, más de una explicación le tienen que dar para todo aquello que debe elaborar.  Se da cuenta de que se encuentra en una fábrica llena de blancos, no es nada más que él, no es de colores él, pero a saber a quién se le va a poner la cara roja.

Pasan los días, todo es una alegría no es nada más que puro trabajo e intenta ganarse el respeto de los compañeros. Alguna que otra broma hay, no os niego pero es más como pura anécdota que más bien por entrar en pantanos peligrosos del racismo y de la xenofobia.

Llega el viernes por fin y una de los compañeros le dice, le invita a tomar algo en el bar del polígono industrial, él accede de buen grado viendo que es un momento especial para poder estrechar lazos de amistad compañerismo y por ese motivo accede a ello.

Una cerveza lleva a otra, todas son sonrisas y risas, pero cuando se da cuenta está mareado y con la mirada perdida en el blanco techo del local. Nadie le ayuda, la gente pasa de largo, está como en otro mundo pero se da cuenta que al intentar pagar las cervezas para marcharse, no encuentra en sí la cartera. Se pone nervioso, del mareo le lleva al sofoco, no sabe cómo salir de la situación, solo le queda una cosa que hacer y es llamar a sus padres para que vengan a buscarlo a él. Menos mal que lleva el móvil encima, viendo sus padres por su forma de hablar el estado de embriaguez no tardan ni quince minutos en personas en lugar.

Él lucha, se defiende diciendo han sido solo dos o 3 cervezas, sus padres no le creen, pero al preguntar al camarero que se debe les dicen lo mismo. Tres cervezas, ahora lo miran y le piden disculpas, pero no sabe de dónde viene el mareo, se mira y se rebusca la cartera. Solamente piensa que no es por los veinte euros que llevaba en efectivo. Sino por la tarjeta de débito que lleva dentro de ella, diez minutos pasan agónicos hasta que consigue contactar con su banco y bloquearla. No necesita un hasta luego pero sí diciendo un adiós al marcharse del lugar, diciéndose a sí mismo, “ya veré el lunes a tal personaje”. Sus padres le alientan que no haga nada, que no cometa el error de enfrentarse con una plantilla de fábrica donde todos son blancos. Pero él hace caso omiso, pasado todo el fin de semana, llegan las horas de trabajo y se encuentra de frente al que se decía que era su compañero, de la voz baja llegaron a las voces, hasta que el encargado se presenta para mediar entre los dos. Cuál es la situación que Sebastián es despedido, ya que el operario en sí lleva muchos años trabajando para la fábrica. Este, con una sonrisa de oreja a oreja se dirige hace un lugar de trabajo, seguramente dentro de sí vería como una victoria el haber podido echar a una persona de color. Por eso y simplemente por eso, por su color de piel  lo han juzgado, Sebastián, encabritado, conduce hacia casa lleno de rabia pensándose en sí que solamente ha durado una semana por culpa de alguien que tiene solamente un instinto de odio hacia las personas de diferente raza.

Como si pudiese alzar un grito al cielo y ser escuchado se siente ahora, de nada valen lo que digan los demás, todo ocurre como ocurre o al menos en personas que no saben ni entienden el porqué del derecho al trabajo. Este no es otro que el de sentirse libres y poder construirse un futuro, todavía lejano en la distancia. Sebastián ya descansa, se ha ido a dormir y a descansar, aunque los pensamientos se los lleva en su particular mochila, una mochila llena de hechos y cosas, que ya le gustaría olvidar. Nada más que volar es lo que quiere y a la mínima se las alas se las quieren cortar.

“Estoy cabreado, estoy enojado, soy infeliz o infelices son ellos que necesitan atacar al prójimo para sentirse bien. Uno no desea nada más que respeto, ¿qué me echaría en la cerveza para poder robarme la cartera?, ¿Qué llevaría tal odio, el intentar destruirme?, si alguien lo sabe, que me lo diga, porque yo no tengo ni idea.”

Puntas de lanza alcanzan el cielo, puntas de espada miran hacia lo más alto, no parará hasta conseguirlo, qué más da lo que le digan. No buscará problemas y los que vengan los intentará evitar, como que se llama Sebastián.

La madre asienta con la cabeza al verle llegar, solo falta la lluvia para hacer de la mañana un día gris. Adónde se irá la luz del Sol cuando verdaderamente hace falta, ya que las lágrimas no se secan solo con un pañuelo. Enojado él, al saber que no puede encontrar trabajo, todo por su color de piel, quién sabe si es cierto o solo son suposiciones suyas. Pero es tan fuerte la actitud y el empeño, que a veces se da por vencido. Se rinde ante tales formas de hacer las cosas.

No quiere buscar ya más y su madre ahora sí que rompe a llorar, le dice, le implora que siga haciéndose fuerte y haciéndose valer. Que no en todas las fábricas le va a pasar lo mismo, pero él, casi rendido, lo ve difícil. Pasa el tiempo, pasan no las horas sino los días y con ello las semanas. Pero no se cumple el mes, cuando sentado en un banco de un parque cercano encuentra un periódico doblado. Es un periódico local, ya lo iba a tirar a la papelera, cuando abriéndolo por la mitad, encuentra ofertas de trabajo y en una de ellas decía así…

“Se busca aprendiz de pastelero, no hace falta experiencia, solo ganas de trabajar”

Mira al Sol de manera descarada y le reta a que lo haga fuera si puede, ya que se va a presentar a una entrevista. Quién será el verdugo, quién será el ajusticiado, que es el hecho que cuando llega al lugar, no hay dos ni tres esperando, hay unos cuantos y todos ellos blancos, algunos más que la propia pared de la pastelería. No pasan ni dos segundos al ver la situación, cuando decide marcharse, pero hay  alguien, algo que le retiene…

      ¿Adónde vas muchacho?, vuelve, espérate unos minutos. Le responde el maestro en cuestión.

Todo va como debe de ir, son los diez minutos más largos de su vida, pero esta le cambia por completo y ahora es él, el que esbozando una sonrisa se marcha a darle la noticia a su madre. Solo dos tuvieron la suerte de ser escogidos como aprendices, Sebastián fue uno de ellos. De esto ha pasado tiempo, tanto que ya no recuerdo de mayor que soy y los años que han pasado. Solo sé que yo soy aquel blanco que entró al mismo tiempo a trabajar en la pastelería y que ahora, pasado ya los años, suelo ir mucho por una de ellas que él ahora es él el dueño y le prometí contar la historia, pasado ya hace años, cuando todo ya es muy, muy diferente.

 

 

domingo, 24 de abril de 2022

NO SE PERDONA

Como perdonar tal hecho, como olvidar tal suceso, aquel que llevó al cambio de pensamiento de una sociedad, aletargada y ciega en sí misma. Como el que juega a la gallinita ciega era todo aquello que sin pensar realmente en todo su dolor y penar, era acechado por la maldad. Que poder decir, como poder relatar porque todo lo que narro a continuación es si no es con los ojos enmudecidos en llanto y desesperación, una autentica detonación de algo que cabía esperar. Espero igualmente que todo lo que haga sea posible para hacer reaccionar al cambio, un cambio al que hay que estar preparados y concienciados.

Imaginar escuchar una balada de rock, sí, escuchad, mientras acompañáis a vuestra anciana abuela refugiándoos de la lluvia de otoño. Habláis con ella, la cogéis de las manos, esas manos frágiles que delatan el saber de los años vividos, pero al mismo tiempo, tiempos ya pasados. Que poder negar, como poder faltarles el respeto, como poder llegar a ocasionar daño alguno a cualquier anciano. Pues en fin, solo os pido, solo os ruego que os quedéis sentados al lado de un buen fuego o un buen brasero, sí, ese mismo que utilizaban en antaño nuestros abuelos. Que la historia que os voy a contar os hará mover la conciencia y os hará pensar en ellos y en todo lo que les debemos y todo aquello que se merecen, porque ellos son todos,  son todos nuestros mayores….

Como una rosa que florece y luego se marchita, así es la vida de cruel o de sabia. Nos hace crecer y evolucionar para después arrugarse y apagarse hasta tal extremo, que la conciencia lo va asimilando de forma de que el Ser humano espera el próximo tren. Todo es como una balada de rock, una orquesta de música en la que nos une la vibración sonora de ella. Como el que espera el sonido de una flauta o el estruendo de una guitarra distorsionada, esperamos a que tacita a tacita, como un reloj de arena caiga la vida quedando la parte de arriba vacía de arena. Quién sabe si le hemos echado sal a la vida o solo con la cal nos hemos ido consumiendo.

   Estoy harto, estoy cansado de tanta injusticia. De tanto lamentar, estoy hasta las narices de que intenten utilizar a la gente hasta el máximo de su tiempo de vida.

Jaime ha hablado o quizás ha sido su propia madre, quién lo sabe. Yo no lo sé, pero también estoy harto y cansado, de que no me cojan el teléfono, de que nadie se preocupe ni por ella ni por mí.

Jaime entra y sale de su particular mundo, de un entorno irreal y ficticio, no quiere ser el hombre real que es. ¿Quién será de verdad?, ¿un hombre ruin y malvado o una persona maravillosa y ejemplar?

En el Todo se desvanece como un perro en la niebla, desaparece del mundo como si fuese una comadreja, dejando de ser el hombre íntegro para convertirse en quién es de verdad. Llega a su casa, llega a su particular hogar, no hay mucho que hablar, no hay mucho que contar, solo, vive solo y está completamente solo. Salvo a su madre que está viviendo a treinta kilómetros en una residencia, no tiene a nadie más a quien querer. No tiene a nadie a quién besar, a nadie, nadie. Como un maestro de muñecos tirados por unos hilos gobierna  su presencia y en su casa toca el techo con la mente, mientras se sirve una copa de licor. ¿La música?, la música suena a un volumen alto, las guitarras distorsionadas le enloquecen y lo evaden a su particular entorno donde él es el centro de atención. Habla consigo mismo, se mira al espejo y se ve guapo, hasta me atrevería a decir que hermoso. Se pasa la mano por el rostro, se la pasa por la barba y ahora y solamente ahora, se dice a sí mismo, “guapo”. Se rasca, se araña la cara y no para hasta que ve la sangre correr resbalando por sus mejillas maduras, el espejo le dice que siga, la mente le dice que pare, ¿a quién escuchar, a quién hacer caso?, solo es un títere, una marioneta de un Ser malvado que no lo escucha ni le deja hablar, solo todo depende de sí mismo. El parar o no de hacerse daño solo es cuestión de tiempo y tiempo él sí lo tiene, pero su madre ya casi que no, debido a su avanzada edad este está a punto de agotarse.

      ¡Tú!, sí tú. Escúchame atentamente. Me perteneces, yo soy tú y tú eres mi propio destino. Ese mismo, ese que no está escrito con tinta, sino que lo es con el alma escrita. Hazme caso, que cuando salga la Luna te irás a dormir y yo en  tu cuerpo habitaré.

Jaime se sorprende, solo son dos copas las que lleva y la cabeza ya le da órdenes, a saber de lo que es su mente capaz. “Solo dos copas y ya le vuelven a mandar”. No es la primera vez que le pasa, pero sí que lo es tan fuerte. Sabe que no quiere hacer daño a nadie, sabe quién es él. Un hombre trabajador y perfecto por la mañana y a saber cómo definirse por la tarde noche.

Mira a través del cristal de la ventana, hace frío, no es invierno, pero ya se nota el cambio. El verano ya se marchó, ha quedado atrás por un buen espacio de tiempo, se tiene que acostumbrar a lo que viene, pero realmente lo que le asusta y le pone nervioso, son las navidades. Por la sencilla razón que es el día, es la semana que visita a su madre y sabe, es consciente de que siempre que va, ve en ella un cambio. No para mejor, que es lo que le hubiese gustado, sino para peor, por el bajón que ve año tras año, sus visitas se espacian en el tiempo.

Toma asiento en los pies de la cama, ve el reflejo de la Luna, todavía se asombra como si fuese un niño al ver que se mantiene inmóvil, la mira sin parpadear, fija los ojos en ella y se empieza a burlar….

      Soy una sombra, soy un mala sombra. De pequeño ya llevaba este camino, no quiero vivir, quiero dormir hasta que la muerte venga a por mí, ja, ja, ja, ja.

Se levanta de los pies de la cama pegando un salto, se erige como una serpiente cascabel y como el que hace sonar la flauta, se sirve otra copa. Es la tercera, espera que no sea en discordia y haya una cuarta y que esta sea la penúltima. Pasea por el piso, deambula por el pasillo y este se le queda pequeño, así que sin pensárselo dos veces baja al umbral del portal. Cigarrillo en mano, ve a la gente pasar, pitillo tras pitillo no deja de a estos mirar y como si fuesen piezas de ajedrez las ve. La mayoría son peones, algún Alfil y rara vez  ve alguna reina a la que observar más de dos segundos. Le gustan las mujeres, para él no son solo cuerpos, para él son personas, son algunas las que destacan en la mirada por su inteligencia. Rara vez, ve alguna que no es de su agrado, todas o casi todas tienen algo en que destacar y eso, eso le gusta. Pasa el rato y hasta que echa la vista a la cajetilla de tabaco, vacía, completamente vacía como su propia vida que no reacciona. Es el momento, es la ocasión y la excusa para volver a subir a casa, a su hogar dulce hogar.

Como el que anda con los efectos de haberse fumado un poco de hierba, camina por el pasillo, cree o piensa que necesita un cambio, algo que le demuestre que su tiempo vale para algo más que para jugar a ser dos personas, dos personalidades dentro de un mismo cuerpo y eso, eso le martiriza. Como el que ha fumado hierba, sigue sus mismos pasos sin saber que al final no está la luz del túnel sino el abismo al precipicio.

Todo es un sin saber, todo es una falsa comunicación con su verdadero yo, que no sabe ni entiende quién es él. Paredes vacías de fotografías, paredes vacías de sentimientos, solo la soledad y la tristeza se desdibuja en el color amarillento de las paredes. No le hace falta tomar la quinta copa ni creer que necesita una penúltima, se queda absorto sentado en el sofá, solo recuerda que el reloj del mueble del comedor marca la una, cuando es cuando traspasa la cortina transparente o al menos eso cree, llevándole al planeta de los sueños.

Al final duerme, duerme en su sofá vacío de amor y risas. Sueña, sueña y levita a un mundo mejor, un mundo solo creado para él, solo sueña en la noche y piensa o al menos la mente le lleva a creer que vive con su madre. Son sueños tan reales, que casi los puede tocar y palpar, llora entre sueños, mientras el odio se lo lleva el viento.

Sueña que las mentiras se marcharon, que todo aquello que le rodeaba a desaparecido, que solo le queda su madre, una madre que no le hará por mucho tiempo ya mucha compañía y que no sabe si ha hecho bien, en que sea en sus sueños, en sacarla de adónde vivía. Un hechizo de hijo ha hecho que tomara la decisión de que viva sus últimos años de vida con él, de disfrutar de su sonrisa, de escuchar su voz mientras se abstrae si hace falta con la televisión. Disfrutar del momento es lo que quiere y a eso no renuncia, son noventa los años que tiene ya y no sabe si la perdonará cuando ya no esté. Solo vive el día a día y noche tras noche, la complace y la mima como si fuese una muñeca de porcelana. Cerrando las ventanas para que no entre el aire frío, la envuelve con una manta polar, de esas que venden de color rojizo, y dándole un beso en lo alto en la cabeza toma asiento en uno de los sillones del pequeño comedor.

Falsos techos de yeso, falsos techos de pladur, falsos techos de metas y esperanzas es lo que se encuentra al despertar dentro de su sueño. Su madre sigue ahí, su madre ya está sentada en el sofá viendo la televisión con el volumen quitado. Ve que solo ve, que solo mira la gente como se mueve y gesticula, no sabe el porqué, no sabe el motivo pero es así. Falsas esperanzas de alegría se encuentra de buena mañana. Falso café, el descafeinado que se toma como agua de calcetín le sabe. Qué será de él cuando ella falte, faltan sombras o malas sombras, ya no es el mismo que era antes, cuando el tiempo no le importaba porque pensaba que lo tenía parado y este no corría. Falsas sombras, falsas imágenes son las que ve, falsas son la gente, falso todo, que se le va a hacer, hasta él es falso.

Son las nueve cuando la resaca lo despierta del todo y ve que sigue igual de solo, que todo ha sido un sueño placentero y que todo sigue su curso. El cielo rojizo de la mañana, le desdibuja el futuro día. No sabe que será del mañana, pero intuye el presente. Se fuma un cigarrillo mientras espera lo que espera, que no es otra cosa que la Nada, al borde de la ventana, ve emigrar a los pájaros hacia el sur. Son todo días, son todo días de cambio, no se lo puede creer, todo cambia, todo denota esperanza, aunque sea con la muerte cercana de su propia madre. No lo puede evitar, la vejez se ceba en ella y eso, eso lo sabe y no le dice nada, solo se ríe con ella y le da conversación en su mente. Por dentro está lleno de lamentos, no llora, no le muestra tristeza, pero lo sabe.

Es domingo de una semana triste, es el final de aquello que llamaba “falsa libertad”, es hora de reaccionar, ahora se da cuenta de lo que es la felicidad. En un acto de verdadero amor y bondad, agarra el teléfono con fuerza y marca el número de la residencia. Son cuatro tonos los que son la espera, cuatro tonos que le parecen cien años de resignación y rencor hacia la vida. Pasados estos le responden y le atienden, habla con la voz acongojada, habla entre sollozos. La señora que está al otro lado le responde amablemente, es tal la empatía que le dice y le comenta si quiere hablar con su madre. Él, sin saber realmente lo que quiere y lo que desea, responde que sí. Haciendo de la espera, el final de un letargo alargado en el tiempo.

No escucha ninguna voz en cinco segundos, pero al momento ya oye unos pasos acercándose al teléfono, hasta que siente el hablar de su madre. Ella le habla, le pregunta y le ruega con cariño. Pero él no puede y con un dolor extraño, como si fuese un pinchazo en el corazón, cuelga, convirtiéndose en la persona que es cuando está en casa. No lo puede evitar, así que se sirve en su casa una copa de coñac, haciendo del momento un amargo día de domingo. Se asoma a la ventana y la envidia le absorbe. Todo son parejas, todo son familias enteras paseando en una buena mañana dominical. La rabia le sube de los pies a la cabeza, haciendo estallar la copa de vidrio ya vacía en la pared. Pasea por los rincones de su piso, anda como aquel que va a la cruz, sabe que ha hecho mal, pero es tal su adicción que esta le ha formado una personalidad de la cual no se puede prescindir.

      Soy lo mejor, soy lo peor, me da igual, no soy yo o sí. Voy a enloquecer dentro de mi Ser, no sé qué hacer. Maldito seas Jaime, maldito seas quién seas.

Las nubes amenazan tormenta dentro de él, no sabe cómo responderse a sí mismo, todo se vuelve una locura de la que es difícil deshacerse, no encuentra salida alguna. Solo debajo de la ducha se encuentra libre y relajado, solo mientras el agua caliente le resbala por el rostro se siente tranquilo. Los nervios se desvanecen, pero hay una cosa que no puede evitar y es coger una cuchilla de afeitar y en un mal impulso, cortarse a ras las venas. Como si fuese una señal de auxilio, ve resbalar ahora la sangre en la ducha. El agua caliente se mezcla con el líquido rojizo que sale de sus muñecas, se sienta en el mármol y apoyando los brazos en el suelo, deja caer el agua  hasta que le visita la muerte.

Esta, enfadada y enojada le abronca….

      No sabes lo que has hecho, me haces venir antes de tiempo, esto no te lo perdono, creía que antes vendría por tu madre.

El de la guadaña no tiene clemencia y envolviéndole con su Ser, le acompaña a pasar el umbral, un hecho que no tiene vuelta atrás. Es demasiado tarde, el tiempo le consume y nadie se percata de lo ocurrido. Nadie, absolutamente nadie se da cuenta y pasan los meses, pasa el tiempo hasta que el olor a muerte se vuelve hedor y advierte a los vecinos. Ya han pasado cerca de dos meses, ya ha transcurrido el tiempo de todo dolor. Su madre no sabe nada, acostumbrada a solo a la visita navideña no se da cuenta ni le echa en falta. Solo el presidente de la comunidad alerta a la policía y esta se pone en contacto con ella.

Que dolor más grande es el de enterrar un hijo, solo espera ahora que la espere en la distancia. No se lo perdona, no puede, el llanto es ahora cuando se apodera de toda su alma  y se limita a sentarse en el jardín de la residencia. No habla con nadie, no tiene ganas, solo el silencio le acompaña en su luto. Solo encontrará la paz, cuando se reúna con él. Pero no tiene fuerzas, estas se apagaron en el momento del entierro, un entierro al que no fue, un momento que no quiso vivir. Solo desea recordar, foto en mano, los momentos navideños que la acompañaron. Como una flor se fue apagando, hasta que un día la muerte la visitó, haciéndole esbozar una sonrisa placentera al reunirlo con él.

 

 

 

 

 


sábado, 2 de abril de 2022

 

QUIÉN NO FUERA REY

No me da risa, pero tampoco me da pena. No me da lloros, no me da alegría, pero todo es un mero placer, Todo aquello que una vez viví a lo mejor, como reina, como princesa o a lo mejor como simple servil de aquel que llegó a ser rey y que hoy, fecha consagrada, vea su cuerpo quemar. Rayos y centellas, chasquidos de estrellas salen del fuego,  marea negra se alza del todo hacia el cielo. Todo es así el día de su muerte, todo es un recorrido desde el día de su nacimiento, nunca se puede decir que no habrá espada más rápida que la tuya ni tan afilada, que no sea capaz de cortar tu vida a ras.

Parece un cuento, parece una leyenda, pero nada más lejos de la realidad, pese a aquello que ahora os cuento para que vosotros sepáis disfrutar. En el amor y en la guerra todo se permite, en el amor y en la guerra nada se discute. Todo queda teñido de negro o todo queda teñido de rojo,  solamente dos tonos, dos notas de dolor. O de luto o de muerte,       solamente valen estos dos colores, Así que no hay discusión ninguna y aquí os cuento lo que creo que una vez viví en esta. En nuestra vida en el futuro, en aquella que quedó en el pasado o quizás esté pasando en el presente y yo tonto de mí no me doy cuenta, sea de merecer y gritar a los cuatro vientos. ¿Quién  lo sabe, quién es de verdad?, es mejor que ello os lo cuente aquel que llevo dentro y que a veces sale para mostrarse al pueblo entero.

      Dime mi amor. Que no hay nadie más como yo, que no hay nadie más que te llene de amor y de placer y que yo sea del Reino algún día. Dime mi amor que siempre estarás a mi lado hasta en las mil y una pesadillas, porque así lo juramos ante la Luna, haciéndola como testigo para que nadie caiga en como un castigo.

Todo tiene que ser así, o de rima o de prosa o simplemente de narrar alguna historia, y yo con mi espada, lucharé. Tierra a tierra, hasta que el imperio sea grande y no solamente dependa de mí astucia y fuerza bruta, sino de tu mirada también. Dicen que eres tan hermosa, que tus ojos son como los de una serpiente, ¿será verdad, que se clavan en los ojos de aquellos que te pretenden? Tú  serás mi reina, tú serás mi mujer, porque así debe de ser por los siglos de los siglos y que nuestros nietos lo vean para mi mayor regocijo. Cuando sentado en el trono me vea enriquecer, que  todo es así porque si no es por la razón, será por la fuerza, pero todo será mío como en esta época medieval de caballeros y templarios.

“Gloria para todos aquellos que dieron su vida por aquello en lo que creían, gloria para todos aquellos que lucharon en armas por algo más que una simple esperanza.”

Todo desemboca en un mar de lágrimas, todo se derrumba como un castillo de naipes, cuando yace muerto aquel que decía que era inmortal. El Reino de los sabios estaba tocado, el Reino de aquellos que tenían voz y nombre ya no estaba tan equilibrado. Aquel que se hacía decir Rey ha muerto, el funeral tiene fecha, pero no hay ni alba ni anochecer  para el entierro. Es interminable la cola de aquellos que quieren decirle el último adiós y despedirse de aquel que había sido noble con los del pueblo y salvaje con aquellos que tentaron a la muerte.

                                       “Adiós mi Rey, adiós a ti”

Quien más que hablar, escuchaba y quién más que escribir, leía. ¿Cómo olvidar aquel que yace ya en cuerpo presente?, todo el mundo espera, toda la sociedad de antaño ruega, que no desaparezca la buena voluntad de aquellos que gobiernan. Todo es así y todo tiene nombre, por eso mismo quedará bien escrito en mármol el nombre del último rey. El Consejo de sabios se reúne, ninguno tiene una voz preferente ni un voto superior, pero puede darse la causa del empate ya que son seis, son seis los que gobiernan al pueblo. Son seis los que sobre sus mentes reposan la de diez mil personas, diez mil personas que miran un futuro sin horizonte ninguno. Todo es como es, esperemos que no acabe en un baile de espadas, porque la sangre sigue siendo roja. Esperemos que el suelo no se tiñe de este dolor y color, es ya de noche en un día de una época en la que mandaba no el más inteligente sino aquel que muestra una fuerza superior y llena de temor al resto. Es de noche y la Luna alumbra por respeto, cuando reunidos acuerdan hacer unos juegos para así quién quede vencedor será el próximo rey.

Como un juego de póker será la lucha, lucha entre cuatro con un tapete de color arena, que esperan que se tiña de rojo y de gloria. Como si fuesen en una cruzada deberán luchar, como en medio de una contienda deberán jugarse la vida, así que quién sabe quién, pero no se demorará mucho y el juego se hará. El torneo entre los cuatro caballeros más nombrados de las cercanías será, porque además de ser el nuevo rey, una nueva tierra se deberá sumar, para así el Consejo de sabios saber mandar y ordenar. rey muerto, rey puesto, así es y así deberá ser.

Como un As de picas es aquel que le busca el juego a la muerte, le buscará al que se cree como un As de corazones, valioso pretendiente rey, lo que no sabe es que este As lleva al pueblo dentro de su alma. En su coraza de guerrero y caballero arrastra la muerte de todos aquellos que gozaron tentarle y faltarle el respeto, el porqué sería que era él el que en apuestas era el más superior o el más dichoso. Aquel que lleva como As de picas la sartén por el mango se bate a caballo y a espada, la lucha tenaz e interminable es aquella pelea que parecía fácil no lo es, sin duda así es que hasta el último momento aquel que lleva como As de corazones al pueblo encima, lucha sumando como energía aquella que el pueblo le vitorea pero la arena se tiñe de rojo de la sangre de aquel caballero que era tan querido por los demás. Se hace el silencio, no se escucha nada, así como si el pueblo quedará mudo, se escucha un grito de victoria por aquel que lleva como As de picas el negro luto de la muerte ajena. Victorioso, espera su próximo contrincante, este saldrá entre el As de diamantes y aquel que lleva como As de trébol, la buena suerte en sus botas, cada uno en cada lado espera el momento para luchar, cuando suene la trompeta entre ellos dos, saldrá el que luchará contra el As de picas.

El cielo se tiñe de color negro como si fuera un mal augurio y ¡ay!, que el vencedor de tal contienda suene al final la trompeta. Ya los dos a caballo galopan hasta el centro de la arena, luchan sin cuartel. Lucha sin doblegar ni romper la espada y el que tiene buen augurio tiene para siempre su buen hacer y si fuerza bruta le hacen vencedor, haciendo de aquel que iba con más de diamantes quede derrotado pero no muerto. No sabemos lo que es mejor o estar vivo y quedar renegado o ser vencido y estar muerto, en fin la cuestión es que aquel que lleva el As de picas y aquel que lleva como As de trébol sus banderas lucharán mañana por reinar en aquel Reino del que nadie habla y que todo el mundo escucha. Quién sabe la verdadera verdad, quién sabe dónde está el origen del As, pero el Consejo de los sabios ya sabe que entre ellos dos mañana nacerá el nuevo rey, aquel que tendrá el voto superior sobre los demás.

No hay ninguna duda, la Luna se alza en el cielo, los dos caballeros descansan cada uno en diferente lugar, una cena solitaria para no perder concentración y la noche se hace larga en noche cerrada y no se ven las estrellas. Así que no se puede predecir el futuro, la Luna no quiere ser testigo y no alumbra, Así que vencidos por el sueño quedan hasta que el primer rayo de Sol entra por los ventanucos de un castillo qué espera al nuevo rey. Lanzas de fuego es lo que se ve al alba, una trompeta llora de alegría al saber que alguien se sentará muy pronto en el trono real, si le desearan larga vida o será abucheado, será cuestión de tiempo, pero primero tienen que ver quién gana el torneo. Así que al apuntar alto el astro rey, los dos se encuentran cada uno por su lado y ya están situados con sus caballos preparados y las espadas afiladas. Suena de nuevo a la trompeta dando comienzo a la última lucha, choque de espadas una y otra vez choque de espadas y el sudor brota de la piel, qué le vamos a hacer solo uno puede ser el vencedor, pero ninguno de los dos hinca la rodilla. Pero hay un momento, solo un instante de gozo pasajero en el que el As de picas pierde la concentración, todo es por culpa de una mujer morena con los ojos negros, serán dos o tres segundos los que se queda como en una fijación verdadera, que no puede apartar la mirada. El que va de As de trébol no pierde la oportunidad y es de un golpe limpio o traicionero le corta el cuello, la sangre burbujea hasta que flojeándole las piernas cae al suelo. El As de trébol no puede creérselo, todo es luto por el vencido y honor y gloria para él, el gran vencedor del torneo.

      ¡Bravo!, soy el vencedor, soy el nuevo rey. Grita.

El pueblo lo clama como el nuevo rey, el pueblo no deja de elogiar su hazaña, sin darse cuenta cómo es que ella, la mujer morena corre al medio de la arena, no para decir adiós al que era como As de picas, sino para fundirse en un abrazo y un largo beso en aquel que va como As de trébol. Ahora ya tendrá un nombre, podrá elegir el que quiera ya que es el nuevo rey, Juan dice él.

      Me voy a llamar Juan, seré el rey Juan. El nuevo rey de este pequeño reino, vino para todos es mi primer decreto.

No tarda mucho en caer dormido abrazado en  los pechos de aquella bella mujer, Así es el juego, Así son los torneos, cuatro segundos fuera y lo pierdes todo, hasta la cabeza la puedes perder y nunca mejor dicho. Uno la lleva encima de los hombros a veces de adorno, pero el otro ya no es capaz de reinar y el otro ya a saber cómo todo acabó.

No hubo ni riña ni ninguna contienda, todo fluyó como la vida misma. La mujer morena, se hizo llamar Anabel y los hijos que parió a saber. Siempre lo tuvo muy claro y su marido, Juan el Grande hizo méritos y se ganó el respeto. Todo parece que iba a cumplirse tal como decían los astros, pero un cometa barrió todo lo sembrado. Y es que no hay peor espada que la lengua y esta hizo trizas su gran reinado.

De la noche a la mañana, el Consejo de los sabios quedó cegado ante tal bulo, no daban crédito a lo que escuchaban. “Juan el Grande, había traicionado a su mujer.”

      Infiel pecador, has pecado y en mancillado el nombre de la Reina.

Cuenta la historia, de que con una posadera había mantenido relaciones y ello le llevó a ser cuestionado por el Consejo. Él, para limpiar su nombre hizo apresar a la posadera y con ello el enojo de la familia en cuestión. Que no estándose tranquilos y con el honor manchado, el marido de esta, daga en mano intentó matar a uno de los hijos del Rey.

Recuerdos de un ayer lejano me vienen a la mente, historias que no pueden ser contadas, pero que yo las hago cantar y narrar, como si fuese en medio de un juglar…

“Todo no es negro o de luto, todo te devuelve la misma cara o moneda. Ya sea verdad o mentira, todo a ti se te volverá, para hacerte despertar de una noche llena de pesadillas y de sudor. Todo puede ser vengado, ya pasen los años, ya que esta se sirve fría. Cómo será la cosa que mi gran Rey, quedó desposado y sin trono y los dos hombres enviados a la guerra. Sí, esa que nunca termina, ya que siempre son los reyes de tierra ansiosos.”

 

viernes, 7 de enero de 2022

 

MÁS ALLÁ DE LA AMISTAD.

Sinceramente, me quiero morir, ya que no soy capaz de amar. Sinceramente me quiero morir, es así, yo me quiero morir como si la vida fuese un crimen pasional. Así lo narro, así lo relato y tal como sucedió así lo escribo. Quién me quiera creer, que me crea. Quien esté de acuerdo y me apoye, que me lo diga. Las cosas, al igual que la vida, evolucionan.

Chico busca chica, chica busca chico o ¡porqué no!, chico busca chico y chica busca chica. Todo es relativo, sí, todo cabe en el amor y en la amistad, ¿porqué, no puede ser así?, si alguien no lo sabe qué me lo diga, que tranquilamente se lo explicaré. Es fácil de entender, aquello que nace del corazón es siempre verdadero, porque todo es relativo si es cierto y sincero.

Mi amigo José Luis, se encontraba esperando el autobús como cada mañana para ir a su trabajo, eran las seis y cuarto y estaba sentado esperando, faltaban diez minutos para su llegada. Ellos, los que no trabajaban sabían cómo perder el tiempo o como adelantarlo, pero él lo que no quería era pararlo. Por su parte, es porque parar el tiempo es sinónimo de tiempo perdido, entonces con más razón, sin esperar el autobús reaccionó y se levantó, anduvo veinte minutos hasta su trabajo. Llegó tan aprisa, tan ligero que llegó diez minutos antes de empezar a trabajar. Mientras tanto esperaba, se encendió un pitillo y se asomó a la puerta de la fábrica, miro para arriba y sin pestañear le retó al alba y le dijo….

      Yo camino, pues todos los días yo también ando, porque ha habido toda mi vida una chispa de corazón dentro de mi Ser, nada más y nada menos que eso.

No sé qué más podré decir y quién más podría llamar la atención de un hombre como yo, trabajando en una fábrica como esta. Una fábrica del sector del plástico en la que he forjado mis cimientos para ser alguien en la vida, pero muy a mi pesar siempre hay un talón de Aquiles. Siempre hay una debilidad y eso son los hombres, no lo puedo negar, me amo y me gustaría que me amaran también. Pero cómo decirlo de una vez, solamente quiero ser libre con la capacidad de amar y sin resentimientos.

Se lucha, se vive y se muere, así es la vida, porque así está escrito que le vamos a hacer. Si no remamos, la barca se hunde, si la barca se hunde y no nadamos nos vamos a lo más profundo del océano. Un océano lleno de lágrimas por aquel que no es comprendido, un paño seco como sea vivo quien es quien el que quiera decir, ese, además, le puede decir algo a José Luis que no sepa ya. Quisiera y podría decir a este buen hombre, para que comprenda qué hay cosas que no son de razón y hay cosas que más vale llevarlas en el corazón y no publicarlas a todo el mundo. Hay cosas que todavía se llevan en privado, muchos, muchos por el cansino andar por un camino tortuoso el cual debería ser entre algodones y que las nubes del cielo se abrieran para que el Sol calentara a toda la sociedad de forma igual, no solo no se pueden mostrar, además es que algunos mueren tristes en el frío silencio de las tormentas ácidas del miedo.

Sigue en lo suyo, sigue trabajando ahora hasta la una de la tarde, hora a la que saldrá a no saber qué. A lo mejor come en el bar, a lo mejor come en su casa, ese lugar que tanto le ha gustado forjarse como un hogar solitario.

Sentado en una silla, le quita las rebabas a los cubiletes de plástico mientras empieza a escuchar voces y más voces. Es un sin fin de gritos y amenazas lo que lleva a José Luis a ir corriendo al lavabo a vomitar todo tipo de injusticias. Será cierto o será mentira, será real o será invención de su mente, qué más da. Qué más da lo que sea, qué más da su condición, lo importante en el Ser humano es tener la capacidad de amar y tener la capacidad de ser receptivo para ser amado por igual. Pero eso, si no aprende estando en el siglo XVI hay cosas que no se deberían hacer, José Luis se mira al espejo y llora otra vez,  llora se lava la cara y tirando de la cadena sale y vuelve otra vez a su puesto de trabajo con constancia y orgullo, sigue en su puesto hasta donde sea, da igual si es amenazado por un despido inminente, todo es así como sucede pero llega la hora y se va para casa pensando.

“El día que yo muera, el día que yo ya no exista en este mundo me gustaría ser recordado por mi corazón y por mi empatía hacia el prójimo. No como un escritor, no como un cantante y no como un compositor y tampoco como un operario de fábrica que no hay nada malo en serlo sino que me gustaría ser recordado simplemente por mi capacidad de amar. Porque sí, todo es amor, aunque también tenga que reconocer que no soy capaz de poner la otra mejilla y por ello haber llegado a enfrentamientos. No de peleas bárbaras, pero sí de dialécticas, me gustaría subir a un escenario, a un púlpito con un atril, el poder relatar todos aquellos escritos que dejo plasmados en papel. Cuando yo muera, ese día que planten un árbol, qué planten una flor y verla crecer. Y flor, usted porque seguro que será usted, en ella estoy seguro que en ella habrá clemencia que perdurará por los años de los años, porque así será porque así lo dejó escrito y así se leerá el día que yo muera.”

Amigos, yo siempre he querido tener amigos, pero la vida es así de cruel y no me ha permitido llegar a ello. Amigo, simplemente amigos es lo que me hubiera gustado tener, ahí va de una relación de pareja en pareja, pero qué le vamos a hacer si la sociedad, si el mundo todavía no está preparado para ello.

Descorcho una botella de champán porque quiero brindar por el nuevo año, siempre pido lo mismo para el nuevo. Amor y salud, porque el dinero va y viene, pero el amor y la salud, eso ni se compra ni se vende. Se tiene o no se tiene y acabado el día, acabada la noche, me retiro a mi dormitorio y mirando al techo la luz apagada, hago ver que veo las estrellas y empiezo a contarlas, hasta que en una de estas se queda dormido en un profundo y letargo sueño. Este, este sueño le hace levitar a él en su cama al evitar el tanto amar a alguien, a alguien quién no conoce y no conocerá nunca jamás. Qué le vamos a hacer si esto es así, no sé si en algún lado está escrito el destino pero José Luis tiene el suyo propio y si ese está llamado soledad, pues bonito nombre para que acabe en él mi amargura. Qué le vamos a hacer,  yo quiero relatos, yo solamente sé lo que sé porque también vivo solo y no miro el techo, pero miro enfrente a las paredes blancas sin recuerdos colgando de sus paredes.

No hay mayor recuerdo que aquel que se disfraza de soledad, dejando a la intemperie el alma, no sabes si dormir o soñar, no sabes rezar u orar. Qué más da, todo es así o quizás no, quién lo sabe, a saber.

      Mamá yo me acuerdo de ti y José Luis se acuerda de la suya también. Entro en cascada con un llanto que parece no tener fin, qué vamos a hacer si esto funciona así.

Nadie se queda en este mundo, todo Ser humano viene a aprender y nadie se queda aunque parezca mentira,  es esa la verdadera verdad, si procreas o aprendes o escribes o relatas. Cantas o te quedas mudo quizás, pero algo haces, porque todo el mundo viene aquí por alguna razón a este mundo, a este planeta llamado Tierra.

Pasa al rato y se queda dormido, quizás mañana será un nuevo día, quizás mañana no despierte o quizás sí, quién lo sabe. En vez de despertar un día, a lo mejor le visite una muerte placentera y si despierta a lo mejor es una pesadilla, la realidad es a veces como cuchillos ardientes que penetran en el Ser de todo aquel que dice estar vivo, qué más da.

Enciendo una vela por él y la pongo a modo de altar, no tengo ninguna foto, pero da igual, con solo el pensamiento le hago llegar toda mi fuerza y voluntad. Que más se me puede pedir, que más se puede donar si no es toda nuestra fuerza y energía, a por ello voy y a él se lo dirijo.

En un algún lugar el amor existe de verdad, sí, no es mentira, existe de verdad y yo lo amo, lo amo de verdad. Es cierto, más allá de la amistad existe la caricia, el deseo y el sentimiento cercano de ser dos fundido en uno solo y vivir, vivir intensamente el amor. Será un sueño, será real, que será, será. Yo no lo sé o quizás sí o sea todo un suponer, un divagar de aquello que es incierto y que José Luís solo lo vive mientras duerme. Como si conectará a través de ondas imaginarias, explora todo sus sentimientos y vuela, vuela libre como un halcón. Porque en algún rincón de su alma existe el amor y el mío se junta con el de él.

Entre la libertad y el libre albedrío, la distancia es muy corta, tan corta que nos cogemos de las manos y saltamos entre las nubes. Como si fuese el himno de alguna canción, volamos libres, libres de alma y de corazón. Esperando que se nos abra las puertas del cielo esperamos, mientras se nos hace entrar vivimos, mientras se nos hace entrar nos amamos y mientras se nos hace entrar soñamos, sin despertar de un nunca jamás. Porque jamás hemos estado despiertos, como nunca hemos visto lo que es amar, nosotros dos lo descubrimos. Mañana por la mañana será otro día, por ahora hay que disfrutar del momento y el momento nos lleva al roce y la caricia de nuestras almas, unas almas en la distancia, que lo único que nos une son los corazones y los sueños, unos sueños siempre truncados en la realidad, pero que ahora se unen ante la adversidad.

Nos fundimos, nos abrazamos. Cada uno en su cama a cien kilómetros de distancia, como si no nos conociéramos nos hablamos, mantenemos una conversación, una enamorada charla de hablar solo del amor y de la amistad, como si toda nuestra energía fluyera en el mismo sentido y bajase en cascada por un manantial, por un río sin final. Es así, no hay mayor letra, palabra o frase que describa lo que ocurre que aquella que se escribe con todo el corazón y esa es, más allá de la amistad. Esa es aquella que nos une en alma y corazón sin saber de más palabras, que aquellas que cogidos de las manos saltamos por encima de las nubes alcanzando las estrellas.

Pero todo tiene su fin, todo tiene su tiempo y este, no se puede como dije al principio, parar. Ahora se da cuenta de que parar el tiempo, no es perder el tiempo, que parar el tiempo es querer amar hasta el infinito sin saber cuál de los dos envejecerá primero y cuál será el primero en marchar. Suena  el despertador y sabe que debe volver a su triste trabajo, pero hoy va con una sonrisa y sin prisa se sienta en el banco a esperar el autobús. Con fuerza se enfrentará a todos aquellos que ponen en duda su actitud y condición. Lleno de ánimo le muestro desde mi corazón el camino hacia la felicidad y como son las cosas, como es el destino, que al picar la tarjeta del bus ve en su reverso un número de teléfono, ¿será el mío o quizás no?, solo sonríe y marcha hacia su destino. ¿Qué cuál es ese?, a saber. Lo dejo en duda, si llegará a la fábrica o cogerá el primer tren para verme, eso no lo sé, eso es otra historia, que otro día contaré, pero que hoy lo dejo aquí. No es por nada, solo el tiempo es tiempo y por eso se vive el instante, de los dos depende vivirlo esperando el futuro que quién sabe lo que nos depara, a saber.