LA
HAZAÑA
Quizás fue
en una época anterior o quizás solo fuera en una época posterior, yo, un sin
nombre, había sido nombrado para algo más por mi verdadero nombre. Quizás sea
simplemente un hombre de los que existen en este mundo, pero ese deseo de que
nadie me lo crea en ningún momento aunque todo sea real, me hace que todo pueda
ser una rebeldía y todo puede ser así, tal como lo escribo.
Esta historia no es un cuento de hadas, este
relato no está escrito solamente para pasar un buen rato de leyendas en
leyendas. ¿Serás un hecho o serás cierto o serás mentiras hipócritas?, quién lo
sabe lo que eres en verdad. Yo, sinceramente, es que al menos lo que soñé un solo
día fue algo tan extraño, pero a la vez tan extraordinario, que lo recordaré siempre.
Realmente lo viví décadas, décadas que fueron según dicen quienes, fueron algo
que me llenaron el alma. Aunque también dicen que terminaron en decadencia, ya
que hay muchas cosas que alzan al espíritu, ¿cómo explicar todo aquello que ocurrió,
en qué cambió el mundo?, no lo sé realmente y aquello que es verdad, es que solamente
soy humilde escribiente que narra lo que siente y lo que presiente.
Navegando por los mares del Sur pensaba en mis
cosas, en mis sueños inalcanzables, aunque fuera por voluntad propia. No sabía
si podía conseguirlo, no y entonces como el que muerde la manzana, de Eva me
quedé dormido y todo esto fue lo que soñé, hoy en día es realmente mi vida, así
ocurrió y así lo relato….
La espada de acero penetro en el pecho, un
vasallo era yo, cuando vi tal hecho y como si fuese un nido de serpientes,
surgió dentro de mí algo que llevaba escondido. Entre los muros de la discordia
zigzaguea tal serpiente, entre los torreones del castillo medieval se erige un
reptil, como una serpiente cobra es de venenosa su mordedura, ¿pero quién teme
más a quién temer? Más sea la serpiente por su mordedura, que por la lengua bífida
de aquella que busca el trono, entre los muros del lamento nace la discusión
del momento. Pero un rayo cae en plena tormenta, la lluvia ácida de aquella que
zigzaguea, el Rey, por llamarlo de alguna forma, intenta equilibrar la balanza
de la justicia pero esto no es posible, así quién sabe. A saber
Sigue lloviendo a cántaros y el que es rey es
destronado por la serpiente, su mordedura ha sido letal y con su lengua va
formando la república, una república temblorosa ya que es cogida con pinzas. La
plebe, la gente del lugar, los lugareños están tan acostumbrados al
sometimiento del poder por los impuestos que se ven desbordados por la
democracia y la voz del voto. ¿Quién le iba a decir quién es la serpiente, si
la serpiente se esconde entre los muros del castillo?
–
Dame de beber por favor, sé
piadoso conmigo y dame de beber que vengo sediento de tanto caminar por el
desierto. ¿Quién es quién es aquel que
llega y nadie dice su nombre, quién es quién es?
Hay quién se sienta en el bordillo viendo pasar
los caballos, tirados los carros por bueyes, carros llevados por los dueños,
carros llenos de paja para caballos de un ejército inexistente. Ahora sí, de
sus pequeñas parcelas o pequeñas tierras, antes dominadas para él que se decía
el Rey y quién por su nombre y porque él lo decía que era por derecho propio,
eran de su propiedad. Ahora son libres, ahora vuelan alto tocando el cielo pero
la falta de costumbre les lleva el recelo y a la falta de autoestima.
Una voz les susurra, con su lengua bífida se
hace dueña de la confianza de aquellos que se sienten plebeyos.
–
No te preocupes mi Señor. Nada
será como antes, somos todos libres y podremos abarcar caminos aventuras que
jamás hubiésemos podido imaginar.
Levantan la cabeza y cada uno de ellos le dice al
prójimo….
–
Espero y deseo que tengas
razón y que todo ello nos lleve hacia la libertad, hacia el libre albedrío de
aquellos que hemos sido condenados en otros tiempos por pensar diferente.
Le ruego
a mi Señor que me dé toda la energía que me envuelve, para que haga realidad mi
sueño, que haga realidad todo aquello por lo que yo me esfuerzo. Que no es de
menos y creo que debe ser mecedor del triunfo, ¿qué será de mí si no lo hago?,
esta sufre la mordedura de la serpiente. Otra lengua del pueblo, quién lo sabe
realmente, qué esperas penetrándome dentro de mi cuerpo con la propia espada de
su padre. Entiendo que nacerá dentro de mis órganos, ayudando con ello a la
muerte. Aunque está simplemente pasando en otro plano, todo es un sinvivir, ¿quién
sabe la verdad? De la verdad, yo no lo sé, yo solamente soy el último hombre,
el último hombre que sabe la verdad, media verdad que no se puede contar,
porque esa verdad podría destruir al mundo. El segundo que conocemos es mentira,
total, pero que la gente no cree para sentirse capaz de vivir cada día. Todo
puede ser real o puede ser una mentira o simplemente ser una alegoría, las
ciudades siguen luchando por la república y por menor o por mayor y por la república.
Como queráis decirlo, el orden de los factores no altera el producto, al seguir
la libertad del libre albedrío.
Un niño bien se acerca a aquel que es portador de algo
que él asegura que le pertenece por
herencia, se acerca y le dice, le ruega y casi le ordena.
–
Hey, tú!, qué haces
devuélveme la espada que es mía por linaje y por sangre.
–
Qué dices alma de cántaro si solamente
eres un niño.
–
Cierto. Solamente soy un niño,
pero tengo derecho al trono porque así lo afirmó mi padre.
–
Los tiempos han cambiado, las
épocas medievales han quedado atrás, ¡vete!
El niño del que se dice Rey no quiere marcharse
sin su espada, así que aguarda al anochecer y arriesgándose a perder su vida,
entra en casa de aquel que la guarda y con un silencio sepulcral, como si fuese
un verdadero ladrón, la coge con estilo y enfundada sale por la puerta
principal. No lo ve nadie, nadie es testigo del hecho, así que se adentra en el
bosque. En ese que no se ve perdido por la costumbre, ya que hoy mismo en el pueblo,
a la vera del castillo se ve en riesgo de muerte, todo sucede tal como sucedió.
Hoy yo un humilde escribiente lo narro, para que así conste a tal efecto.
Mil legiones tendrían que venir para ayudar al
niño rey, pero quién se pondría a la orden de un infante y le devolvería el Reino
a un niño, todavía distante en el tiempo para madurar y hacerse mayor y
conseguir por él, los méritos para ser de respeto rey.
El sonido de las hojas de los árboles le
advierten, el agua del afluente le recuerda viejas historias en su corta edad,
pero hay algo que le hable y le dice….
–
No llores te digo yo, cómo
será escuchar tus lamentos en el bosque, no solloces criatura que todavía eres
muy joven y tienes años para conseguir lo que buscas. Esas lágrimas que caen y
resbalan por tu cara, que no las vea nadie que sino no serás de respeto con
nadie. No sé si lo haces, te digo otra vez que alguna vez te ganes el respeto conseguirás
ser rey.
El niño cómo el que se llama y escucharse desde
la lejanía en el tiempo, se le enciende la luz y se dirige bosque a través al
reino de su adversario. Va a pedirle ayuda, no sabe cómo hacerlo, no sabe cómo
pedirlo y no sabe cómo decirlo, así como quién es el autor de otra causa que
hacer, corre. Al alba, al atravesar ya todo el bosque se encuentra en terreno
del Reino vecino. Allí es apresado por los mercenarios, que no tardan en llevar
la presencia de tal Rey.
Este al verlo se queda incrédulo, el niño rey
no se le ocurre otra cosa qué en qué hincar la rodilla y presentar la espada de
su padre. Este al ver su gesto, dicho rey se levanta del trono y acercándose a
él la recoge y le pregunta el porqué.
–
Príncipe Juan, ¿por qué me
traes la espada de tu padre, sí ahora ya te puedes considerar rey?
–
No puede ser, soy solamente
un niño y no estoy de respeto, estoy completamente solo, no tengo nadie que me
apoye y por eso vengo a pedirte ayuda.
Se queda anonadado perplejo pero se sienta en
el trono con la espada ajena y le escucha….
–
Rey Luis, si me consigues el
trono, conseguirás algo más que mi amistad. No conseguirás mis tierras pero si
mi más alta lealtad, por ello te digo y con ella te imploro que hagas de ello,
todo el principal gesto conmigo.
Lo mira fijamente y le sonríe….
–
Te invito a que descanses,
para mí ya eres el rey. Sí es verdad de tu lealtad, conseguiremos con ello un
tiempo de paz, así que pongo a mis órdenes a todos aquellos que quieran luchar
en tu nombre y en el mío propio.
No ha pasado mucho tiempo, no pasan muchos
soles, cuando el rey Luis, junto el que
ahora se dice el rey Juan, entran asaltando el castillo. Unos gritan
defendiendo por la república, otros gritan por la monarquía, no sé quién tendrá
razón todavía pero así ocurrió y así lo narro.
Todo fue como un sueño que empezaba, se veía de
nuevo rey, se había alzado en armas junto con la que el que era su adversario,
no sabía dónde se metía todavía, no sabía dónde llegaría a alcanzar lo que
pensaba que era un trato de amistad entre los dos reinos.
Una flecha al final le alcanzó, pero eso no le
dicto dar marcha atrás. El hecho que había captado una flecha, le dio más
energía, además de rabia y de poder. No sabía de dónde le venía la fuerza pero
él seguía luchando al frente y no paró hasta conseguir de nuevo encumbrarse en lo
más alto del castillo. Allí y solamente ahí entonces, aquel que con el que
había confiado y cerró el trato le traicionó siendo entonces cuando se sentó en
vez del él en el trono que le pertenecía, empujándolo para atrás a él riéndose de
él a carcajadas y le dijo al pueblo….
–
Yo soy vuestro verdadero rey,
seré el que cobrará vuestros impuestos y se alimentará de lo vuestro, así que a
mí me debéis obediencia o con mis ejércitos os mataré.
El pueblo agachó la cabeza y
vio como la república solo había durado unos días, pero hay una cosa que no
sabía el rey Luis y era que un nido de serpientes anidaba entre los muros del castillo,
no pasó mucho tiempo, no fueron muchas las lunas que acontecieron, cuando una
de ellas sigilosamente entró en los aposentos del que se había hecho rey, donde
la muerte le visitó con una mordedura de la más poderosa sin que pudiera defenderse.
No hubo ningún ejército ni mercenarios que le apoyaran y le defendieran, solamente
una serpiente dirigida por el niño hizo a este recuperar el trono. El pueblo se
dio cuenta de ello y él, sabio y clemente hizo bajar los impuestos y llenó de
calidad de vida a toda la plebe. Fue el Rey durante muchos años, él fue el que
por méritos propios consiguió el trono,
no confió en nadie más que solamente en su corazón y en su mente, dónde de viejo
ya pero solo murió. Total fue la desconfianza que no tuvo ni mujer ni hijos, llegando
con ello con su muerte la república deseada por el pueblo y con ello la
libertad y el libre albedrío.
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